Descargo de responsabilidad.

Harry Potter no es mío, desearía que lo fuera y de esa manera Hermione se hubiera quedado con Draco o Harry, o tal vez Harry y Draco hubieran sido producto de muchas escenas gay. Duh, queda claro que no, no me pertenece y que es de JotaKa.

N/A:

Me he desviado mucho de mi género. Soy una acérrima de las comedias románticas, toda mi vida me la he pasado escribiéndolas. Por ahí dicen que si te desvías del camino hay que disfrutar del paisaje y seguir hasta llegar al destino querido. Es lo que hago, disfruto del paisaje y he encontrado curioso escribir sobre temas más oscuros, que casi me parece, narro como si fueran un chiste. Igual deseo que lo disfruten, igual o más de lo que yo escribiéndolo.

Advertencias: Slash o BL (boys love) TR-LV/HP, chan o sea relación adulto por menor, lemon, tortura, muerte de personajes, lenguaje soez, Dark-Harry y OoC.

Género: Terror, angustia, tragedia, romance.


Capítulo I

"Larghissimo"

"El término autopsia deriva del griego, αὐτός /autós/ 'uno mismo' y ὂψις /opsis/ 'observar', significa por tanto 'ver por uno mismo'."

1

Podía ver los pies de la gente moviéndose lentamente. Después rápidamente, el sonido de los mismos al chocar contra el piso de forma estruendosa resultaba monstruoso, tenía tanto miedo que a lo único que se había limitado era a tener sus manos tapando su boca para no dejar salir los gemidos lastimeros y llenos de terror que peleaban por libertad.

Era un muy mal regalo de cumpleaños, el peor que podría haber pedido. No supo cuando su padre lo había tomado de la cintura y había corrido con él hasta su habitación en medio de jadeos para después decirle que tomara la capa de invisibilidad y se ocultara en cualquier lugar cubriéndose con ella, que no saliera por nada del mundo a menos de que su madre o él fueran a decirle que el peligro había pasado.

Mordió sus labios, había un pequeño temblor en el inferior. Se había escondido debajo de la cama. Escuchaba las voces a los lejos, de sus padres, de los otros, de los demás, lanzando hechizos con fiereza y también podía oír el ruido hueco que hacía cualquiera que cayera muerto acompañado casi siempre de el lamento mortal y doloroso o del llamado del nombre de la persona más amada. Se arrepintió de haber dejado la puerta abierta.

El día había comenzado bien. Como todos los años su madre había sido la primera en correr a su habitación con un pastel para cantar una dulce canción, su padre no tardó en llegar y se unió a la celebración. Ambos tenían voces desafinadas pero siempre lograban conmover al pequeño Harry hasta las lágrimas.

—Cantamos tan feo que nuestro niño está llorando. –James había sido el primero en dejar de cantar para hacer burla a la situación. Se llevó una mano a la boca mientras suspiraba de forma lastimera.

—¿En serio lo hacemos tan mal Harry? –Aunque al parecer Lily no había captado la situación.

—¡Por supuesto que no mamá! Papá te está tomando el pelo, sólo sabes… tienes un hijo muy emocional.

La mujer había sonreído. La escena parecía sacada de uno de esos libros de cuentos de hadas. La armonía había durado hasta la tarde, tarde en la cual todos sus conocidos ya estaban reunidos, mirando los adornos que había en el salón de la mansión, en honor al cumpleaños del menor de los Potter. Los Weasley, los Longbottom, los amigos más cercanos a sus padres y a él habían acudido para celebrarlo, todos menos Sirius y Remus que habían salido en una misión urgente, recordaba que incluso habían pedido perdón en varias ocasiones y Harry simplemente había reído restándole importancia al asunto, diciéndoles que todo estaba bien.

Lo estuvo por varias horas. Luego cayó la noche y el terror hizo su aparición, mortífagos rompieron las barreras ancestrales de la residencia y entraron causando pánico inmediato, su madre grito a su padre para que lo pusieran a salvo. No entendía lo que estaba sucediendo, había escuchado una vez que al señor oscuro no le gustaba para nada su existencia, que quería matarlo. Pero para Harry esa palabra en ese entonces aún era muy grande, todavía no entendía que si lo mataban no volvería a respirar, a ver a sus padres, que básicamente existiría sólo en el recuerdo. Sus pestañas se sentían pegajosas, de seguro era por todas las lágrimas que había derramado por el miedo que sentía,

—¡Busquen al maldito crío! –la voz sonó fuerte y autoritaria. Logró erizar los vellos del pequeño y simplemente se encogió aún más, con la capa encima de su pequeño cuerpo.

—¡No está, mi Lord! Creo que tal vez el estúpido de Potter no lo era tanto y le dio un traslador de emergencia a su hijo para ponerlo a salvo.

—¡Igual busquen, ineptos! No dejen cabos sueltos.

—¡Si señor! –había terror en la voz que respondió.

El estómago de Harry se contrajo, le dolía tanto, no sabía que podía pasar si lo encontraban, vio como uno de los cuerpos que anteriormente habían sido aventados dentro de la habitación con una maldición era pateado sin la más mínima consideración para buscar en la habitación. El pequeño pelinegro sintió tanta pena, era un niño, no parecía tener más de doce años y recordaba había venido a la fiesta junto con su padre, que era compañero de trabajo de Lily.

El hombre había querido entrar al cuarto para esconder a su hijo y Harry hubiera estado dispuesto a compartirle un espacio debajo de la cama, debajo de su capa. Pero un mortífago había sido mucho más rápido y había lanzado dos avada kedrava para terminar así con la vida de ambos.

Ahora podía ver los ojos azules del niño que permanecían abiertos y con la expresión de miedo puro en ellos, casi parecía que lo observaba recriminándole. El pequeño Potter quería extender su mano y bajar los parpados del cadáver para que una parte de sí mismo le dijera que de esa forma el otro al fin descasaba y también para que aquella expresión escabrosa que tenía el otro dejara de provocarle temor. Pero no lo hizo, aún había personas moviéndose, buscando algo que les dijera que Harry estaba ahí y podían tomarlo para presentarlo ante su señor.

No supo cuánto tiempo pasó con el corazón apretujado y lleno de angustia; con las manos en la boca para mantener silencio; las lágrimas desbordándose por temor a que sus padres hubieran sufrido un destino similar al que ahora le presentaban los dos cuerpos frente a él; con el piso frío contra su cuerpo; con el deseo de que todo terminara.

Sólo supo que fue mucho tiempo, tanto que para cuando salió debajo de la cama su piel estaba helada y el sol había comenzado a colarse por la ventana, pero a Harry le pareció que no calentaba ni un poco.

No había sido un buen décimo cumpleaños.

Al fin pudo cerrar los ojos parpados del otro niño y camino con cuidado para no pisarlo a él o a su padre, al salir lo primero que vio fueron varios cuerpos de gente que definitivamente conocía, no tenía que agacharse para saber que ya no respiraban, siguió moviéndose con cuidado, con pasos silenciosos. Quería pensar que su padre o madre no habían ido aún por él porque había caído contra el piso y se habían golpeado la cabeza o algo similar. Supuso que aquí era el momento en el que comenzaba a creer en los dioses de los que su madre le hablaba cuando era más pequeño y rogarles. Lanzarles una plegaria para comprobar si realmente existían y hacían esos milagros de los que muchos presumían.

El primer paso, dentro del salón. El segundo. El tercero. Sus sentidos se volvieron locos. El lugar olía horrible; Harry abrió los ojos y las lágrimas que se habían detenido momentáneamente volvieron a salir, unos temblores invadieron su cuerpo y se llevó sus manos a su estómago mientras intentaba calmar el asco que lo azotaba, quería vomitar pero no lo lograba. Había sangre por todos lados, las paredes manchadas y cuerpos tirados en el piso recreaban la escena más terrible que él hubiera podido imaginar nunca.

Vio unos cabellos rojos cerca de una de las esquinas de la habitación y los reconoció, se acercó corriendo para poder ver a su madre, en el camino se había caído; tropezó con la mano de una persona que ya no podía reconocer debido a que la cara había sido deformada hasta el grado de que la piel quemada se desprendía poco a poco por sí sola; se levantó y cuando lo hizo se arrepintió.

Lily estaba muerta.

Se agacho. Acerco su mano para tocar el rostro que aún era tan suave como la porcelana.

—Mami, estas fría… —Harry soltó gemidos lastimeros, comenzó a llorar con más fuerza, su voz hacía eco en el salón que anteriormente estuvo en silencio, su mano comenzó a temblar. En su llanto llamo a su madre muchas veces, pero no importo cuantas lo hiciera, la pelirroja no respondió, no le mostro una sonrisa. En su lugar, sus labios formaban una línea inexpresiva y sus ojos estaban bien abiertos con lágrimas en las esquinas que parecían nunca se moverían de ahí; probablemente ella había muerto en un instante que la tomaron desprevenida. El pelinegro subió su mano con temor hasta donde estaban los parpados pintados con suave rosa para cerrarlos como lo hizo con los otros cadáveres. Y tuvo tanto miedo, tantas dudas de hacerlo porque, cuando lo hiciera daría por hecho que ella ya estaba muerta. Al final lo hizo, levantó la vista para buscar a su padre, no lo encontró ahí, sintió un poco de esperanza emerger desde el fondo de su corazón.

Se levantó y dio una mirada algo dudosa al cuerpo de su madre. Busco en las habitaciones cercanas a su progenitor, su mirada anhelante se mantenía. Encontró en uno de los pasillos una seña de que ahí estaba James Potter, se acercó y trago saliva, el mayor estaba boca abajo, Harry supo que tenía que darle la vuelta para ver si aún respiraba. Cuando lo hizo se fue de espaldas y cayó de sentón, soltó un grito lleno de terror, la cara de su padre…

Se abrazó a sí mismo intentando darse consuelo pero no lo logro, sin poder evitarlo sus ojos examinaron cada parte de James y supo que si su madre estaba muerta, su amado progenitor lo estaba aún más.

Tenía varios cortes en las mejillas, todos habían sangrado al grado de que lograban cubrir casi por completo su piel, su parpado derecho estaba quemado, supuso que el ojo también ya que esa parte se veía flácida. La ropa estaba también llena del líquido rojo, se levantó con problemas, tambaleándose. El pequeño dio la media vuelta y tomo la tela de su camisa con fuerza, no tardó mucho en vomitar, el olor a quemado, el olor a sangre, todo lo habían hecho llegar hasta los límites. Se quedó de pie y sin saber que hacer por unos minutos. Al final su inocente mente no obtuvo una solución.

Harry se limpió las comisuras de la boca y después tomo el cadáver su padre de la muñeca derecha y lo arrastro con problemas, lo llevó hasta donde estaba el de Lily y se sentó, recargándose contra las paredes, agarro las cabezas de sus padres, coloco una en cada uno de sus hombros y los jalo lo suficiente para poder abrazarlos.

Le ardían los ojos y la garganta, tenía tanto frío. Su camisa y sus shorts estaban sucios con el polvo que había debajo de la cama y la sangre de los otros. Miró a un punto cualquiera mientras intentaba hacer más fuerte su agarre en Lily y James.

—También… estás muy frío papá… —el pelinegro miró como sus lágrimas mojaban el cabello rojo de su madre.

Sabía que en cualquier momento iba a caer rendido, no había dormido en toda la noche por temer que lo encontraran, si mal no recordaba había dejado la capa debajo de su cama, al menos ahora aquel objeto lo hubiera hecho sentir un poco más de calor, Harry juraba que ese artefacto tenía el olor de su padre. Cerro los ojos y lo último de lo que fue consciente era de le rodeaba mucha oscuridad. Tanta que abrumaba.

2

Molly tenía sus dedos entrelazados mientras intentaba mantener pensamientos positivos. Sus hijos estaban a su alrededor sin saber qué hacer, lo último que todos habían visto cuando estaban en la mansión Potter había sido al jefe de familia, James, darles un traslador a ellos y los Longbottom para que se fueran, les gritó a último momento que el objeto los llevaría a Grimmauld Place.

Eso había sido todo. El marido de Molly, Arthur Weasley se había quedado en la residencia para ayudar al matrimonio Potter. Estuvo tan angustiada durante ocho horas y su corazón se detuvo cuando Dumbledore llegó con Snape; les hablo de lo que había sucedido. Vio como Severus abría ligeramente los ojos por unos segundos, el hombre había mostrado temor y miedo. Probablemente todo por Lily Potter. Dumbledore suspiró y puso una mano en el hombro de la mujer pelirroja y le dijo que irían a la mansión Potter para buscar sobrevivientes.

La palabra "sobrevivientes" no le gusto para nada a Molly. Miró a sus hijos con aprensión y se acercó para poder abrazarlos a todos y susurrar palabras de consuelo. "Todo estará bien", susurraba una y otra vez; y nadie le creía porque claramente ahora nada lo estaba ni parecía que lo fuera a estar.

Snape camino hasta la salida del Grimmauld Place, pensaba en aparecerse afuera de la mansión Potter pues no estaba seguro de lo que le esperaría si usaba el floo, cerró los ojos por unos minutos antes de suspirar y partir sin mirar atrás. En cuanto vio la gran residencia delante de él camino hasta la puerta principal, saco su varita y abrió la puerta con precaución. Camino por el recibidor, un dolor le oprimió; todo estaba en silencio, más que tranquilizarlo sólo empeoro su preocupación, no por Harry o James Potter pues aunque le costara admitirlo sabría que el estúpido y siempre arrogante Gryffindor amaba a su hijo al grado de que no permitiría que nada le pasara, y él mismo ¡oh él mismo! Estaría jodidamente bien porque simplemente no podía dejar sola a Lily.

Eso lo llevaba a estar mucho más preocupado por la mujer, sabía que ella a veces era tan temeraria y no pensaba mucho antes de lanzarse contra el peligro si eso hacía que los otros estuvieran bien.

Apretó el agarré en su varita cuando el olor a sangre lo inundo. Dio la vuelta y pudo ver varios cadáveres, muchos estaba desmembrados, los gestos del hombre se descompusieron por la ira, el maldito Dark Lord se había divertido a lo grande al parecer, no había dudado en torturar a las personas arrancándoles extremidades una tras otra hasta que murieran desangrados. Supo que definitivamente había sido el hombre pues nadie más dentro de los mortífagos hacía gala de tanta crueldad; ni siquiera Lucius que sabía una cantidad muy grande de hechizos para torturar llegaba a tales extremos.

El insípido, maldito y asqueroso olor se profundizaba más y más hasta hacerlo sentir enfermo y mareado, un ruido a sus espaldas lo puso alerta y dio la media vuelta con la varita apuntando a cualquiera que estuviera detrás de él.

—Hijo…

Snape rechisto al ver al viejo director de Hogwarts.

—Maldita sea, casi le lanzo un maleficio. Debí de haber pensado que era usted.

—No me esperaste. Hay mucha muerte –comentó Dumbledore ignorando parte de las palabras del más joven.

Severus se vio obligado a asentir. Justo cuando llegaron al salón se quedaron de piedra, si antes habían visto una masacre ahora mismo ¿qué era lo que estaban observando? ¿Acaso era simplemente posible que personas, qué humanos fueran tan crueles con sus semejantes para crear la escena tan cruel, devastadora y horrible que ahora tenía enfrente? Las paredes donde anteriormente estuvieron bellos tapizados no existían más. Sangre, sangre, sangre. Todo era sangre.

El pelinegro estuvo a punto de hablar pero notó que el viejo estaba mirando con los ojos abiertos a una de las esquinas. Cuando se dio cuenta de que era lo que tenía atrapada la atención del viejo se arrepintió de haberlo sabido.

Ese cabello. Ese color. Esas personas.

Dumbledore camino hasta donde estaba el pequeño Harry Potter y miró como tenía sostenidos en un abrazo a sus padres, no supo porque pero se sintió tan enfermo al ver la escena. Al parecer Voldemort había logrado acabar con todos los que se habían quedado e incluso había matado al niño se suponía había sido profetizado nueve años atrás para acabar con él.

Snape se acercó corriendo para poder tomar a Lily y ver si aún estaba viva, sus esperanzas se reusaban a morir y antes de siquiera poder hacer tocar un cabello pelirrojo fue disparado hacia atrás. Sintió los huesos de su espalda tronar al caer y soltó un pequeño sonido lastimero. Se incorporó con lentitud para poder buscar que había sido aquello y lo primero que vio fue unos ojos verdes viéndolos con furia.

Lily.

No.

No es ella.

Harry Potter lo miraba con absoluto recelo, mientras aferraba más y más el agarré que tenía en los cadáveres de sus padres. Había despertado asustado, el sonido de los zapatos del pelinegro le había causado terror, le recordaron el maldito ruido que la noche anterior lo aterrorizo por horas.

Dumbledore intento acercar una mano pero se detuvo al notar que el niño no estaba consciente. Parecía que simplemente estaba actuando por instinto, uno que le gritaba que se mantuviera alerta y no dejara que nadie se acercara. Suspiró y dio un paso atrás para evaluar la situación. Había pensado minutos antes que Harry estaba muerto ¿y cómo no hacerlo? Tenía la ropa llena de sangre y polvo, su cabello más despeinado que de costumbre; la piel pálida, igualando el color de la de madre y padre. A estos dos últimos no les daba esperanzas, James probablemente había muerto horas atrás, desangrado. Lily… bueno, a lo mejor ella había sido alcanzada con una maldición pues no se veía tan torturada como su marido.

Snape se levantó y camino hasta quedar a lado del viejo.

—¿Potter…?

—Harry esta inconsciente. Probablemente lo que te lanzo lejos fue su magia siendo forzada a protegerlo por la alarma de peligro que ha encendido el menor. No está en sus sentidos y si sigue lanzando ese tipo de "ataques" terminara por drenarse y sufrir, me temo, el mismo destino que sus padres.

—¿Qué podemos hacer?

Albus aún miraba fijamente al niño.

—Le lanzaremos un hechizo que rompa el ataque y a la vez lo deje inconsciente. Puede que un expelliarmus funcione.

—¿Eso no lo lastimaría?

—Sí, pero le va a salvar la vida –el viejo movió su varita, vio como la luz roja rompía el caparazón de magia que Harry había construido alrededor de él y sus padres, impactándolo finalmente en el pecho.

El niño se inclinó hacia adelante, su cabeza le dolió, se había golpeado contra la pared que minutos antes le sirvió de sostén y soltó un poco de sangre en un tosido, no tardó mucho en cerrar los ojos, inconsciente, Snape se adelantó para sacarlo de aquel rincón en donde lo único que hacía era sostener a James y Lily Potter.

Muertos.

Ella ha muerto.

Y de repente Severus sintió como si alguien le hubiera golpeado con mucha fuerza en el estómago. Sacándole el aire, dejándolo sin nada. Entrego al menor a Dumbledore y se dio la media vuelta para regresar a donde estaba su preciada pelirroja para tomarla entre sus brazos.

El mayor comprendió que no podía hacer nada más ahora, que tenía que primero llevar a Harry a que lo revisaran y después regresaría por los otros.

Por los que han caído.

Miró por encima del hombro al pocionista y vio la mirada que le dirigía al cadáver de la femenina, cerró los ojos por unos segundos mientras fruncía el ceño de forma dolorosa, no podía entender cómo es que alguien podía matar a tanta gente sin ningún remordimiento. Se tambaleo y estuvo a punto de tropezar pero logro mantener el equilibrio, observo abajo para ver qué era lo que le había causado la casi caída y abrió los ojos sorprendido.

Una persona y el cabello sin ninguna duda era de…

No podía asimilarlo, Molly caería definitivamente en una profunda depresión al ver de qué forma tan espantosa se había matado a su marido, tenía el rostro desfigurado.

Aquel cuerpo era el mismo con el que horas antes Harry Potter había tropezado, desconociendo a la persona.

3

Algo murió junto con sus padres.

Algo nació junto con su dolor.

Los magos eran criaturas terribles, decían que los muggles eran estúpidos; pues bien a él le parecían que aquellos que poseían poder y querían aún más eran los verdaderos imbéciles.

Harry Potter lo entendió, su amor por la magia murió junto con sus padres, su odio por lo de su raza nació junto con su dolor.

4

Dumbledore miró al niño, caminando con una postura hermosa y natural, tal y como Lily acostumbraba a hacerlo.

Habían pasado tres semanas desde el incidente del que nadie hablaba por miedo a ser los siguientes en la lista del Señor Oscuro. Sirius y Remus Lupin habían llegado antes de su misión y había casi exigido que se les mintiera y que les negaran que el matrimonio Potter había muerto, que Harry había celebrado su cumpleaños con normalidad, que los rumores no eran sólo más que eso, rumores.

Black había caído en una profunda agonía y desesperación cuando la realidad lo golpeó, el día del funeral había estado llorando como si no hubiera futuro.

El pequeño Potter se había comportado como si estuviera traumatizado. No había hablado con nadie desde que había despertado en San Mungo, se había limitado a mirar a todos sin ninguna expresión o sentimiento en especial. Simplemente tenía la mirada perdida y el brillo que antes hubiera existido en los ojos esmeralda ya no estaba. Cuando se enterró a sus padres, sostuvo todo el tiempo un ramo de rosas rojas y lilis blancas mientras lloraba en silencio ignorando a todos sin prestarles nada de atención.

El viejo suspiro, en el instante que se había intentado pensar con quien podría quedarse Harry Potter, el chiquillo había dicho que quería ir a un orfanato. Todos habían pegado un grito en el cielo al escuchar semejante declaración diciendo que no necesitaba de ir a un lugar como ese.

El niño ni se había inmutado ante las protestas. Miró a la nada y pronuncio con suavidad:

—Quiero vivir en un lugar sin magia.

Sirius había perdido el color que había podido ganar en los últimos días y después no había dudado en soltar un alarido. Remus simplemente había entrelazado sus manos mientras observaba a un punto fijo, estaba claro que el niño no quería nada que ver con el "mundo", que le había arrebatado a su familia.

Después de escuchar aquello todos habían accedido, nadie pudo decir nada en contra, estaba claro que el pelinegro quería ir a un orfanato para buscar una vida normal en donde tal vez un matrimonio muggle le adoptaría y le daría un hogar en el que se pudiera sentir a salvo. Si estaban de acuerdo o no, no lo dijeron en voz alta, se tragaron las ganas de soltar más argumentos que probablemente sólo caerían en oídos sordos.

Días después se había arreglado todo para buscar el orfanato ideal para Harry Potter.

Dumbledore había tranquilizado a Molly diciéndole que guardaba esperanzas de que el chico recapacitara en cuando le llegara su carta para asistir a Hogwarts y sintiera la necesidad de ir al lugar donde sus padres habían pasado mucho de su tiempo.

Porque el anciano estaba seguro de que simplemente el menor de los Potter no podía librarse de todo con facilidad, además contaban con él, a pesar de su tierna edad tenía una profecía en los hombros que lo señalaba como el héroe mágico que la sociedad esperaba. Miró como Harry se detenía y veía con atención el edificio grande, blanco y antiguo; el que sería su hogar por los próximos meses o al menos eso era lo que esperaba Dumbledore, después de todo podría intervenir un poco para que el heredero de una de las ancestrales familias de magos volviera a donde pertenecía. Y donde tenía una misión muy grande aguardando por él.

Harry camino con más prisa y una vez que estuvieron en la entrada principal pudieron ver a una de las monjas que trabajaba en aquel orfanato. La mujer esperaba y miraba con adoración el cielo despejado que hoy se apreciaba, el sol estaba en todo su esplendor, parecía que sería un buen día. Cuando se dio cuenta de que el niño y él iban a su encuentro sonrió con suavidad.

5

Estaba feliz. ¿Hace cuánto tiempo que no sentía ese tipo de sentimiento? Probablemente habían sido meses. Miró al hombre y a la mujer que estaban delante de él, diciéndole que querían adoptarlo.

La madre superiora, directora del orfanato dirigió una mirada significativa a Harry, de alguna manera se sentía feliz por el niño, había escuchado de una de sus tantas y queridas chicas lo que había sucedido con sus padres biológicos; habían sido asesinados. Masacrados de tal forma que había sido un suceso que había provocado un trauma irremediable en el pequeño al grado de no querer quedarse con ninguna persona que hubiera mantenido relación con familia por miedo a rememorar aquella noche que se había denominado "fatídica".

Harry suspiró, sus ojos examinaron primero a la bella femenina de ojos azules y cabello castaño oscuro, casi negro, la piel blanca y los labios rojos que realzaban su belleza ¿o era por la sonrisa que tenía de oreja a oreja que le pareció tan guapa? El hombre por otro lado representaba una figura menos amable, tenía una pose dura pero Harry supo que los ojos verdes tan similares a los suyos demostraban que había verdadera bondad en él; su cabello era negro y estaba peinado de forma pulcra.

Ambos vestían ropa cara, supuso que eran un matrimonio de clase media-alta, el niño podía reconocer la calidad de la ropa por la forma en la que las familias sangre pura se vestían, su mismo padre siempre había puesto especial énfasis en trabajar para darle lo mejor de sí mismo a Lily y a Harry.

—¿No estás feliz? –la madre superiora miró al muchacho que había estado en silencio.

—Estoy muy feliz, tanto que no sé qué decir o hacer –Harry sonrió con suavidad.

La mujer pelinegra que segundos antes se había presentado como Audra rió ante la respuesta del chico, que desde que había entrado al lugar había pensado en que de seguro irían a casa con un pequeño que no tendría más de 4 años, la edad adecuada para criarlo a su manera, de inculcarle los buenos modales que otros con más edad ya no podrían absorber con la misma facilidad y había visto a unos cuantos prospectos pero en cuanto notó que su marido había estado mirando a un niño mientras la ignoraba se había sentido levemente ofendida hasta que supo la razón de su ensimismamiento.

Harry, Potter Harry, como se había presentado, tenía una apariencia similar a la de esposo, los ojos verdes y el cabello negro, la piel clara y la forma de moverse tan digna, su hablar pausado y educado le habían hecho pensar que por unos momentos estaba viendo al hijo de una de sus amigas. El pequeño había estado leyendo un libro a los que eran menores a él, mientras ostentaba una sonrisa tranquila. Supo que habían encontrado una pequeña joya, era extraño ver a un niño comportándose de la manera en la que el pelinegro lo hacía. Si no fuera porque tenía un apellido y nombre que nunca había escuchado dentro de sus círculos sociales diría que antes de llegar a aquel orfanato el niño había sido criado por una buena familia.

Mikael, el hombre, había visto en el pequeño por unos minutos una pequeña sombra de lo que él había sido. Tan sereno, con el cabello despeinado por la flojera de peinarlo (aunque creía que el caso de aquel chiquillo no era pereza sino que más bien así de salvaje lucia naturalmente), y la forma pausada de hablar. Siempre había creído que a pesar de lo que Audra dijera, no podrían ir y encontrar a un chiquillo que fuera similar en apariencia a ellos.

Pero estaba un poco equivocado. Harry tenía el mismo color de ojos y color de cabello, con las ropas adecuadas y un poco más de educación dada al niño ni siquiera se notaría que había vivido en "ese lugar".

—¿Por qué no empacas tus cosas pequeño? El señor, la señora Bennett y yo haremos papeleo –le ordeno implícitamente la monja al menor, el cual asintió antes de caminar hasta la que había sido su habitación por los últimos meses.

El matrimonio aprobó el hecho de que el otro no corriera.

La madre superiora se preguntó que tantos detalles tendría que darle al hombre y a la mujer acerca de cómo había llegado el niño al orfanato. Sin ninguna duda no podría dejar de lado la información.


N/A:

Oh, la introducción quedo más larga de lo que esperaba. Planeaba matar más personajes en este capítulo pero después me dije a mí misma que ya había sido suficiente y que podía esperar a la siguiente entrega .3.

Bien, es un proyecto muy extraño, espero que les guste, hice mi mejor esfuerzo para que esto quedara bien. Y si, Harry regresa al mundo mágico pero digamos que no igual. Ah, y advertiré que sí, puede que sea un Dark Harry pero ciertamente no va tener una personalidad digamos… normal dentro de lo que cabe. Será algo inusual…

Asdfghjkl, me voy, debo de tomar mi vaso de café (?).

Au revoir.