Darker than Light.


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Preludio.


Entre los escombros de un gran mundo, destruido por la avaricia y el odio, se encuentra de pie dos guerreros inquebrantables que, apoyados y sostenidos por sus espadas y armaduras encuentran sus ojos el uno con el otro en mi suspiro cansino. Pobres almas, pobres seres, convenio de muerte y vida, eso son y nada más.

Porque son los sobrevivientes de un mundo en caos y apocalíptico, porque todo se terminará más rápido de lo que piensan y la vida se les escurrirá por las manos. Son los únicos que viven, alrededor hay cuerpos, sus armaduras se opacan con la sangre de sus enemigos y sus espadas comparten el sabor de la destrucción.

Pronto todo se irá y se convertirá en un mito, en una patética leyenda que seguramente nadie recordará… y aun así no les importa, ellos luchan, aman, odian, destruyen, ansían… Sí, ansían por tiempos que nunca volverán, por cosas que no hicieron antes y que no harán. Pobres almas en desgracia, pobres desafortunados… pobres enamorados.

Las lágrimas corren por los ojos de ella y el sabor metálico de su carmesí se resbala por sus labios yendo hasta su pecho, en donde se derraman gotas de vida, ahí, sobre su corazón. Y él, posado y resentido, temblando de pies a cabeza por dolor e ira, la mira con nostalgia, deseando que aquello sólo sea una pesadilla, que su hoja imperturbable no le arrebate la vida a la mujer que más ama en el mundo.

Pero ellos jamás podrán estar juntos, pues son los descendientes de los auténticos guardianes; cada uno heredó la sabiduría de los otros y por ende no puede dar pasos hacia atrás, no puede rendirse cuando la misión primordial es acabar con el enemigo. Ellos serán los que mantengan la paz y no existe otro ser más fuerte que su contrario… porque son parte de la misma moneda y no lo saben.

Así que, presas de su propio destino desenvainan las armas, extienden sus escudos y se preparan para acabar con el otro. Luz y Oscuridad. Bien y Mal. Caos y Orden.

Todo acaba pronto, ambos decidieron morir en batalla. Sus espadas han atravesado el pecho del otro y sólo uno está perdido. El guerrero negro cae ante el blanco y deja escapar tanta sangre que no hay discusión, pronto la sombra tomará su alma para siempre.

Pero el guerrero de blanco lo atrapa antes de caer. Está herida, pero no tanto con él, ella no morirá… no como él, que se sacrificó para salvar a quien más amaba en el mundo… por eso llora desconsolada, porque no tuvo el valor de hacer lo mismo que él, porque pensó que ya nada sería igual y lo mejor era morir juntos. Lástima que no pudiera leer la mente, lástima que no haya previsto lo que sucedería después.

Se inclina sobre él y lo cobija con su cuerpo. Un cuerpo joven y hermoso, pero mortal. Ruega, le pide que no muera, que no le importa tomar su lugar, pero que él debe sobrevivir… y él, le toma la mejilla con delicadeza y sonríe con autosuficiencia mientras le muestra un dolor todavía más poderoso que la muerte. No quiere que ella muera, aunque sus destinos estén separados por la destrucción y la creación.

La Oscuridad se enamoró de la Luz; y ésta le correspondió con todo su calor. Qué pena que jamás estarían juntos, pues sus destinos irían contra la marea y los impulsarían a acabar con el otro. Enemigos a muerte, opuestos, dos caras, ente y sombra.

Él muere en sus brazos. Su cuerpo etéreo comienza a desaparecer, se reunirá con su fuente, con su origen. Pero ella no lo dejará irse, no así de fácil, ya que su dolor no le permitirá dejarle. Toma su espada y le abre el pecho con fuerza, exponiendo el corazón destrozado de su amado, el corazón que ella misma rompió y destajó hasta darle fin. Parpadea un par de veces y resiste la calamidad mientras se encuentra con los ríos de sangre que brotan de él. No hay nada, sólo una pizca que oscuridad, un remanente de su propia alma.

Entonces hace lo único que cree correcto. Apunta a su pecho y clava su arma sin ceremonias, después se expone el propio corazón y hace un corte profundo. Está bien, ella no morirá así porque sí, después de todo es un ser santo, un ángel caído, un guardián, ella no morirá por una herida de su propia luz… sí, no morirá, pero sufrirá cada segundo de su existencia, porque no existe una falta tan grande como hacerse daño a sí mismo, hacerse daño al templo individual que representa cada ser en este mundo. Sin embargo, ella no siente ese dolor suplicante, el amor que siente es mayor a su propia naturaleza, sus sentimientos hacen brotar luz de su pecho y no la verdadera anatomía, ni su biología, ni su cerebro. Es su espíritu y esencia.

Toma la mitad de su palpitante carne y la entierra en aquella caverna sin alma. La luz sanadora de la vida se encargará de recuperar las heridas, pero mientras la oscuridad se implanta en ese trozo divino de bondad y arrepentimiento. El color y las partículas de ser regresan al guerrero de negro y el ente luminoso sonríe mientras llora de felicidad. Así se desploma sobre el cuerpo de su amado, porque aunque sea fuerte y divina no puede resistir una perdida tan grande.

Pobre alma en pena. No sabe que por aquel acto de amor ha firmado un contrato de sangre… un contrato rechazado por la misma naturaleza, que le incitará a buscar ese pedazo pecador y a destruirlo. Una luz que se vuelve oscura, una flama que se vuelve fría. Blanco que se torna oscuro.

Pues la vida ha regresado al hijo de la oscuridad, pero junto a él una sed justificable de venganza y tristeza. Ha hecho lo prohibido, ha irrumpido en el orden supremo de la existencia y la inexistencia; y ahora lo que los une en vida los unirá en muerte. Él sentirá lo que ella y viceversa. Por ello serán maldecidos a una lucha contra sí mismos, no por la ancestral lucha entre la luz y la oscuridad, sino para reparar el daño que han hecho al orden de las cosas.

Cuenta la leyenda que los guerreros se separaron entonces por diferentes caminos. Cada uno se perdió en las gritas del tiempo y según pueden asegurar algunos todavía existen, sólo que ahora yacen encerrados en dimensiones diferentes, huyendo uno del otro para no cumplir con el castigo. Porque se odian tanto como se aman.

Y no importa que no quieran hacerlo, ellos lucharán hasta acabar con el otro… así lo dicta la maldición. Así lo dicta la leyenda.

Continuará

Nueva historia, chicos y chicas y una gran lucha épica se viene sobre nosotros cuando descubramos el contexto de la leyenda. ¿Podrán dos fuerzas opuestas vencer los instintos y procurar que el amor llene sus corazones? Bien, si están interesados sigan esta historia, que promete llevarlos a un escenario mitológico.

Una historia con el toque de Yume no Kaze.

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Yume no Kaze.