The Click

"Well, if you've found the right one

–the person that you click with–

it's the best thing in the world."

Después de pasar navidad con sus padres, regresar a la universidad se sentía bastante bien, a pesar de todas las tareas y exámenes exhaustivos que sabía que le esperaban. Pero John Watson no era de las personas que se rendía fácilmente, sobre todo cuando quería algo realmente, y en ese momento nada era más deseable para él que estudiar medicina. Además, ya le faltaba sólo un año para terminar sus estudios, así que esforzarse un poco más no le haría nada mal. Se puso su mochila al hombro y arrastró sus dos maletas hasta llegar al Departamento de estudios Biomédicos. Se tardó un poco en llegar, ya que esa era una de las cedes más grandes de la universidad, debido a que había reunidos dos de sus áreas de estudio más importantes: las Ciencias Biomédicas y las Naturales, junto con las Matemáticas. Además estaban otros dos edificios no muy lejos de ahí que constituían el campus.

John se acercó a la secretaría para entregar sus documentos, además de las re—inscripciones y para pedir su llave del 'departamento' (como lo llamaban ahí, aunque más bien era una habitación amplia) donde iba a quedarse. A veces sucedía que reasignaban a los estudiantes, sobre todo después de vacaciones.

Estaba a punto de entrar cuando se encontró a Sarah, una de sus compañeras. Aunque sólo había un grado de diferencia entre ellos, compartían muchas de sus materias, así es que la veía muy seguido. Muchas veces, antes de salir de vacaciones, se planteó la posibilidad de pedirle una cita, pero la oportunidad había pasado y no estaba seguro si ahora era el momento adecuado para ello. Sin embargo, cuando ella comenzó a hablarle de sus vacaciones y de cómo se divirtió esquiando en California, la conversación comenzó a parecerle un poco… tediosa. No sabía por qué, quizás era sólo que estaba cansado del viaje que había hecho o quizás era que nunca había tenido oportunidad de hablar otra cosa con ella que no fueran los exámenes o las tareas. Entonces ella tomó uno de los mechones de su cabello castaño y empezó a enrollarlo en su dedo, John sintió que iba marearse, así que decidió hacer algo para alejarse sin ser grosero.

—Umm… Sarah, de verdad lo siento, pero tengo que ir por mi llave, además estoy bastante cansado y quiero acostarme un rato… ¿Qué tal si hablamos después?

—¡Por supuesto! —Sonrió ella, tocando su hombro—. Pero, antes quería invitarte a una fiesta, va a ser en casa de un amigo… tú sabes, para festejar el regreso a clases… Es el sábado, ¿qué dices?

—Sí, claro… entonces supongo que te veo el sábado…

Ella se rió.

—No, nos vamos a ver antes… Compartimos varias clases.

—Ah, sí…

John se sintió un poco aliviado cuando la vio marcharse. Un poco más alegre, entró a las oficinas; esperaba llegar pronto a su habitación para dormir un rato y después salir a comer algo.

—¿Cuál es tu nombre? —Le preguntó la mujer detrás del escritorio, que se llamaba Janine, como ella misma se lo había hecho notar varias veces.

—John Watson.

—Oh, sí, aquí estás… tú departamento es el 221B —dijo, con una amplia sonrisa en su rostro, mientras le entregaba una llave. Sin embargo, mientras sus ojos observaban el monitor su expresión cambió repentinamente—. Parece que tienes mala suerte.

—¿Por qué? ¿A qué se refiere? —Preguntó John, teniendo un mal presentimiento. De pronto, recordó algo—. Un momento, ¿esta no es la habitación que se encuentra hasta al final del edificio en el segundo piso?

Janine asintió.

—Sí, la más alejada, lo sé. Pero es por tu compañero.

—¿Mi compañero, qué tiene que ver mi compañero en esto? Mike es…

La mujer negó con la cabeza, sin dejarlo terminar.

—No, te reasignaron no sólo de habitación sino de compañero. Se llama Sherlock Holmes y estudia Química.

—Pero esa carrera pertenece a otra área, creí que ellos tenían su propio campus —dijo John, cada vez más desconcertado.

—Sí, lo que sucede es que lo vetaron de ahí —informó ella.

—¿Qué? ¿Por qué?

Janine volvió a ver su computadora.

—'Mala conducta' dice aquí. Y si veo los reportes… no, creo que no son muy específicos. Bueno, se supone que no debería estar diciéndote esto, pero… en fin, me caes bien y creo que es mejor que estés preparado, ya que tú eres quien tiene que estar conviviendo con él.

A John cada vez le gustaba menos aquella situación, sin embargo, una parte de él tenía mucha curiosidad.

—Mmm… al parecer ha llamado a casi todo el mundo 'idiota', sus compañeros no lo soportan… uh, esta es buena, una vez le dijo al conserje que podría hacer mejor su trabajo si no se fijara tanto en la falda de la decana. Y creo que encontraron un mechero de bunsen, varias probetas y tubos de ensayo en su habitación que él había 'tomado prestados'… Creo que lo iban a expulsar, pero su hermano vino aquí y habló con el director.

—¿Y ese es mi compañero?

—Sí, lo siento.

—¿No puedo pedir un cambio?

—No ahora, tal vez a mitad del ciclo o hasta que se termine, antes de empezar las siguientes vacaciones.

Bien, al parecer estaba ligado a él durante varios meses. Pero, podría hacer que funcionara, estaría tan atareado estudiando que ni siquiera tendría tiempo de notar que alguien más estaba compartiendo su habitación. Sí, podía funcionar.

John estaba listo para ignorar a su compañero; lo pensó durante todo el camino hasta encontrar la habitación correcta y lo siguió pensando cuando abrió la puerta y vio la diminuta sala, el baño, llegó a la cocina y finalmente se acercó a la habitación. El problema fue que se olvidó de su plan de la 'ley de hielo' cuando vio la figura recostada en la cama que estaba junto a la ventana.

Y se sorprendió, porque él se lo había imaginado completamente diferente. Ni siquiera lo había visto completamente, ya que en ese momento estaba acostado de lado, dándole la espalda y todo lo que John podía ver era su bata azul y su cabello ondulado y oscuro. Se veía tan suave que John pensó, sólo unos segundos, en cómo se sentiría pasar sus dedos sobre él.

—Supongo que tú debes ser John Watson.

El joven no sólo se sorprendió al darse cuenta que Sherlock ni siquiera le había dirigido una mirada, sino que su voz le había sonado tan… profunda.

—¿Cómo sabes mi nombre?

—Es evidente, ¿no? —dijo, irritado, como si el hecho de que John ignorara aquella información le resultara molesto.

—No… creo que no, por lo menos no para mí.

—Por supuesto, olvido que la mente de todos aquí no trabaja tan rápidamente como la mía.

John no tuvo tiempo de molestarse, estaba demasiado distraído por la voz de Sherlock, además el hecho de que se lo hubiera imaginado como un agresivo jugador de americano sólo lo confundía más ahora que lo estaba observando.

—La secretaria que me dio mi llave me informó sobre ti. Y ya que yo me aseguré de cerrar la puerta, la única persona que podía haber entrado eras tú. Además, dado que ella es una mujer que parece disfrutar hablando de los demás, supongo que te informó detalladamente todo mi historial y, a juzgar por la forma tan silenciosa en la que trataste de entrar y la inseguridad de tus pasos, supongo que no tenías planeado entablar una conversación conmigo. Así que ahora te estoy ahorrando la incómoda y estúpida charla de cortesía que tenías planeada hacer antes de ignorarme completamente. Nos estoy ahorrando tiempo, créeme. Tú no quieres hablar conmigo y a mi me molesta cualquier interacción humana, así que pasemos al silencio.

—Yo… es… —John se quedó de pie, sin saber qué contestar en ese momento. Por supuesto que estaba ofendido, pero estaba demasiado sorprendido como para reaccionar. Definitivamente no esperaba nada como eso.

Sherlock se sentó en la cama y suspiró. John por fin pudo ver su rostro, sus ojos eran una mezcla de azul y verde, parecía que cambiaban de color dependiendo de la cantidad de luz que había en la habitación. Y sus pómulos. Entonces él se levantó y sacó de un cajón una laptop negra y volvió a acostarse en la cama. Y John se dio cuenta de que era alto.

Y entonces se acordó de lo que le había dicho y decidió que era momento de sentirse ofendido, a pesar de que su cabello ondulado se veía adorable porque la almohada lo había convertido en un completo desorden oscuro sobre su cabeza.

¿Adorable? ¿En verdad había aparecido esa palabra en sus pensamientos? John se sentía cada vez más molesto, pero ahora no estaba seguro si era por lo que él le había dicho, o por la repentina curiosidad que había despertado en él.

—Eres… un idiota —soltó, después de un rato. Por un momento creyó que otra palabra se iba a escapar de sus labios… algo así como un cumplido.

Sherlock sonrió.

—Te tardaste.

—¿En qué?

—En insultarme, nunca nadie se había tardado tanto. Sin embargo, fue divertido ver todas las expresiones que pasaron por tu rostro antes de que te decidieras a llamarme idiota.

—Me alegra que lo hayas disfrutado —gruñó John. Le dio la espalda y comenzó a desempacar todo con una agresividad exagerada. Ni siquiera entendía por qué estaba tan molesto. Ya sabía que él era insoportable y ya sabía que no le iba a agradar… Ahora Sherlock decía que podían ignorarse durante todo el ciclo escolar, ¿no era eso justo lo que él quería?

Sin embargo, el silencio absoluto comenzó a ser algo incómodo para John, sobre todo porque, muy a su pesar, la curiosidad por saber quién era Sherlock Holmes realmente lo estaba matando. Era realmente extraño, porque mientras acomodaba su ropa y sus cosas no podía evitar pensar que Sherlock estaba ahí tan cerca. Extrañamente, era muy consciente de su presencia a pesar de que él era bastante silencioso. Sólo se escuchaba el sonido de sus dedos al hacer contacto con las teclas de su laptop o de su teléfono móvil. John se atrevió a echar un vistazo sobre su hombro y se dio cuenta que Sherlock tenía los ojos fijos en el monitor, de hecho, estaba tan concentrado que podía jurar que si se acercaba jamás lo notaría, pero no iba a arriesgarse. Además, ¿para qué querría acercarse a él?

—¿Qué es esto? —Preguntó John, viendo lo que parecía ser una mandíbula humana; retiró una sábana que estaba en el suelo y descubrió que era…

—Creí que habíamos acordado que lo mejor para nuestra relación era evitar la comunicación.

—No tenemos una relación. Apenas te conozco, no somos amigos…

—Nuestra no—relación, entonces —dijo Sherlock, arqueando las cejas hacia él al escuchar la efusividad en su voz.

—¿Por qué tienes esto contigo?

Sherlock no respondió, John frunció el ceño.

—Si no me contestas entonces voy a suponer que esto no es tuyo y me lo voy a quedar…

—Respondiendo a tu primera pregunta: es un cráneo, obviamente.

—Ya sé que es un…

—Es mi amigo.

—¿Qué?

—Le hablo cuando necesito pensar en voz alta —continuó Sherlock, impasible.

—¿Es de verdad?

—Por supuesto, me lo regaló Mycroft en mi cumpleaños. Se portó demasiado generoso aquel día.

John se mordió el labio, tratando de contenerse. Esas respuestas sólo le hacían sentir más curiosidad. Sin embargo, decidió que no era momento de hacer más preguntas, por el momento.

Sherlock extendió su mano y John tuvo que devolverle a su 'amigo'.

—¿Tienes amigos? Digo… aparte de… él.

—Ya te dije que no me gusta la interacción humana. Prefiero la soledad y el silencio.

John resopló, pero decidió que era mejor quedarse callado. Además, le molestaba que en todo ese tiempo jamás lo hubiese volteado a ver, como si lo que estuviera haciendo en su computadora fuese más importante.

La noche sólo volvió todo peor, Sherlock no se había movido de la cama en todo el día y ahora, mientras John trataba de dormir… sin embargo, descubrió que no podía. Y sabía que tenía que descansar ya que al día siguiente tenía su primera clase.

—¡Sí! ¡Es Navidad! —Exclamó Sherlock saltando de la cama haciendo que John se sobresaltara.

—No, acaba de pasar… —le corrigió John, a pesar de que sabía que no se refería a eso.

Su compañero lo ignoró y se refugió en el cuarto de baño. Rápidamente salió completamente vestido, con un abrigo oscuro y una bufanda azul amarrada al cuello. A pesar de la oscuridad John pudo distinguir los guantes y la forma en que se sacudió el cabello y se subió el cuello del abrigo.

Y John no pudo evitar que una gran y estúpida sonrisa se dibujara en su rostro, se alegró bastante que estuviera completamente oscuro. Sin embargo, muy pronto pasó su vergüenza cuando se dio cuenta de lo que estaba pasando.

—¿Adónde vas?

Sherlock estaba muy emocionado como para ignorarlo, como se suponía que debía hacer, así que se acercó a su cama y sonrió.

—¡De cacería! —Dijo guiñándole un ojo.

Nuevamente John quedó sorprendido, hacía sólo unas horas estaba seguro que su compañero era algo más parecido a un robot que a un hombre y ahora se comportaba así… como si fuera un niño pequeño en un parque de diversiones.

—¿No vas a dormir? ¿Mañana no tienes clases?

—No y sí. Además, dormir ralentiza mi cerebro, así que no.

—¿Por lo menos comiste algo? No te he visto comer en todo el día.

—No tengo hambre, hay cosas mucho más emocionantes por hacer que… comer.

—¿Qué vas a hacer? ¿Adónde vas? —Trató de no sonar muy interesado, pero era inútil.

Sin embargo, como siempre, Sherlock lo ignoró y salió de la habitación.

John se removió en la cama, incómodo. Ahora la curiosidad lo consumía, estaba matándolo lentamente… Cerró los ojos, tratando de no pensar en lo que podía estar haciendo Sherlock. ¿De cacería? ¿A qué se refería con eso? ¿Iba a ver a alguien? ¿Y qué le importaba si así era?

El joven se cubrió el rostro con la almohada y trató de no gritar de frustración. Pero si eso era lo que él quería, quería estar alejado de Sherlock… Además, probablemente involucrarse en sus asuntos sólo le generaría problemas, tal vez esa noche iba a hacer algo que provocaría su expulsión definitiva y así él ya no tendría que lidiar como ese… idiota.

Sólo después de varias horas en las que John trató de convencerse que ya no sentía curiosidad, se quedó dormido.