Frio

El frio en el aire era intenso. Los de Nerv y la ONU se las arreglaban como podían para ayudar a su personal y a los habitantes de Tokio-03 a pasar la nevada. El ángel de turno usaba su campo AT para generar frío hasta el punto del cero absoluto. Había sido derrotado, pero todavía había secuelas.

Shinji y Rei caminaban juntos con ropas invernales. Acostumbrados al clima tropical de eterno verano de su ciudad les costaba adaptarse al intenso frío. Rei llevaba un suéter y debajo dos camisas más, una bufanda y una larga falda hasta los tobillos. Usaba un largo abrigo hasta los pies y sus manos estaban enfundadas en guantes de lana

Shinji iba igual de abrigado, con un anorak y gruesos pantalones jean. Pero Rei había recibido de lleno los peores ataques del ángel. Ella sentía un frío intenso que parecía venir más de su interior que del exterior.

Shinji había insistido en acompañarla a su casa. A Rei, con su indiferencia habitual, le daba igual. Shinji parecía estar arrepentido de abandonar los Cuarteles Generales, en donde había calor y comida. Pero dada las circunstancias parecía un centro de refugiados abarrotado de gente. El comandante Ikari no estaba y Rei prefería estar recluida como una ermitaña en su departamento hasta su regreso.

La joven seria caminaba con Shinji pisándole los talones en medio de la más completa desolación. Todo era un crudo y helado blanco. El aliento de los jóvenes eran visibles bocanadas de humo níveo. Rei empezó a tiritar y a castañear los dientes. Golpeo sus enguantadas manos una contra otra, ¡pero no las sentía! Ateridas, rígidas, engarfiadas las sentía congeladas desde sus huesos.

-¡Shinji!... ¡mis manos!- Atino a decir a su compañero sin su mutismo habitual. Un frio terror le embargaba y su linda cara era por vez primera capaz de reflejarlo.

-¡Déjame ver!- le replico el joven dispuesto a ir a su auxilio

Shinji había visto una película sobre algo parecido. Le quito los guantes a Rei y le froto nieve entre sus blancas manos. Rei sintió dolor, como mil agujas clavándose. Grito de dolor y se retorció tratando de liberarse del agarre del muchacho. Pero Shinji la tenía bien sujeta.

-¡Es para que la sangre vuelva a circular Rei!...-Le dijo el joven Ikari- trata de mover tus dedos… ¡así!...

Shinji se quito sus guantes, frotando sus manos y calentándolas con su aliento, se puso a descongelar las manitas de Rei entre las suyas. Rei comenzaba a calmarse y a recuperarse de su ataque de pánico. ¡A ella nunca le había pasado algo parecido! Shinji extrajo de uno de los bolsillos de su anorak una botellita plana de metal. Se la ofreció a Rei

-Es ginebra… Misato me la dio para el frio del camino… ¡solo tomate un sorbo!

Shinji busco sus guantes que había dejado caer al piso por la prisa de ayudar a su compañera. Rei se puso los suyos que habían estado en sus bolsillos. El licor bajaba por su garganta ardiente y quemante. Rei se tomo casi toda la botella. Sus mejillas estaban sonrojadas, encendidas, con la sangre golpeteando en sus venas y arterias. El cuerpo lo sentía de pronto ligero, con una calidez que venía de su interior

A Shinji no le gusto que Rei se hubiera bebido casi todo el contenido de la botella. Misato le había explicado que solo se tomara un sorbo por que la bebida era prácticamente puro alcohol. De lo que quedo solo tomo un poco y en verdad se sintió restablecido. Mirando a su alrededor se dio cuenta de que venía una tormenta de nieve. Estaban a mitad de camino y no había tiempo para volver o proseguir.

-Rei… ¡tenemos que encontrar refugio rápido!

La peli azul asintió, amodorrada y atontada por el alcohol. No estaba borracha… pero ¡casi! Eufórica y achispada solo se dejaba llevar por Shinji de la mano con una ambigua e imperceptible semi-sonrisa en la cara. Cerca de allí encontraron un parque y allí un castillo de fibra de vidrio con puente levadizo y cuatro torres en sus esquinas. Sin nada mejor los dos entraron y se refugiaron en su interior. Afuera la tormenta se desato con granizo y nieve. Cerraron el castillo e iluminaron con la luz de sus celulares

El castillo era en realidad un cascaron vacío. En su interior estaban encorvados, con apenas espacio para ellos dos, pero hacia el centro podían ponerse de rodillas sin que sus cabezas tocaran el techo que repiqueteaba como una ametralladora bajo el granizo. Para niños de la mitad de su tamaño el castillo era un divertido lugar de juegos grande y espacioso. Las cuatro torres eran en realidad unos respiraderos. Rei se puso a examinar todo, aunque seguía con la mente embotada

-Shinji… ¡quitémonos la ropa!... vamos a ponerla en el suelo como una alfombra para aislarnos del piso… esto es como un iglú, podemos mantenerlo tibio y caliente con solo nuestro calor corporal- explico la joven de ojos rojos

Así lo hicieron. Rei solo se quedo con sus bragas, su sostén y sus medias. Usaba el abrigo como una improvisada manta para cubrirse, ¡mas que todo del frío! Shinji estaba con sus calzoncillos, su camisa negra y sus medias. El resto de sus ropas estaban extendidas en el embaldosado y ellos estaban sobre ellas

Rei tiritaba de frio y castañeaba sus dientes a pesar de estar más abrigada. Solo el calor corporal de Shinji calentaba el ambiente. Los jóvenes estaban sentados a la manera india, espalda contra espalda. Shinji sentía a Rei temblando con solo la tela del abrigo como barrera entre ellos.

-Shinji… ¿te queda licor?... es que me estoy muriendo de frio- dijo la chica

Shinji le paso la botella y Rei se termino de beber lo que quedaba. Ella sintió su cuerpo entibiarse. Se había bebido todo de un solo golpe, como alcohólica empedernida. Todavía no estaba del todo borracha, pero tenía dificultad para hilvanar sus ideas con claridad.

-Shinji… ¡quítate la camisa!... si me abrazas debajo del abrigo me darás más calor…

Shinji así lo hizo. La conocía lo suficiente como para saber que ella no tenía vergüenza o sentimientos de pudor. Con el abrigo sobre sus hombros abrazaba a Rei desde atrás como improvisado trono para la peli azul. Ella estaba acurrucada contra él sintiendo su agradable calor. Las piernas del muchacho estaban afuera del abrigo que Rei trataba de mantener cerrado con sus manitas para que el calor no se escapara

-Shinji… ¿te sientes bien?... pareciera que te fuera a dar fiebre- Dijo Rei inocentemente al sentir como la temperatura del muchacho se iba elevando y su cuerpo afiebrando. Shinji se estaba excitando a pesar suyo abrazando las deliciosas curvas de la chica pálida

-¡Me siento bien Rei!- le replico el aludido- pero, ¿te podrías quitar el sostén?... el broche me lastima el pecho…- Era mentira, pero Shinji quería aprovecharse de la situación lo más posible. ¡Rei era tan rara!... pero muy hermosa y atrayente… ¡encantadora!... se preguntaba si en verdad se quitaría la prenda…

Rei se inclino hacia adelante y con sus manitas se desabrocho el sostén. Shinji admiro la espalda desnuda de la peli azul para luego sentirla lisa contra su pecho. Shinji trago saliva de solo imaginar que delante de él los pechos de Ayanami estaban libres y a la vista. La joven por el contrario solo cerró el abrigo y se ovillo más para aprovechar el calor. Rei no podía pensar con claridad, pero Shinji parecía estar más caliente. Sus brazos la abrazaban por la cintura, sobre su vientre desnudo. Quemantes, afiebrados… con un calor agradable para ella

Shinji sentía el femenino cuerpo tibio. La pálida piel de gallina por el frio buscaba su calor. Lánguida y amodorrada la bella joven parecía estar ajena en los efectos que producía sobre el muchacho. Tragando saliva el muchacho se aventuro a tocar uno de los senos con su mano. Solo la ahueco y lo puso sobre la curva turgente de carne en punta. Los pezones de Rei estaban enhiestos y duros por el frio. Rei no dijo nada por que la cálida mano le daba al pecho el calor que tanto ansiaba. La chica estaba medio adormilada. Siempre había tenido frío… ¡pero ahora todo era tan distinto!... que agradable era sentir calor… el calor de alguien… el calor de Shinji envolviéndola y protegiéndola del frío y cruel mundo exterior.

-Rei… ¡me gustas mucho!... siempre me has gustado… desde el día en que te conocí…- Las palabras calentaron su oído con su aliento. Lentamente era acostada. El muchacho se le quedo admirando su bello torso desnudo y sus largas piernas solo por un instante. El olor de hembra de Rei se confundía con el olor a sangre del LCL. Aprensivo el muchacho solo se limito a acariciarle las piernas como si le estuviera pidiendo permiso. Pero Rei solo lo miraba con sus ojos rojos sin decir palabra. Sin decir nada dejo que Shinji le quitara su braga, solo ayudándolo a quitarle los calzoncillos.

El muchacho estaba empalmado y su miembro estaba duro como piedra. Estaba sobre Rei y no atinaba a meter su enorme miembro dentro del diminuto coño de crespón azul. A pesar de su inexperiencia y excitación el muchacho intentaba ser delicado y cuidadoso con su compañera. Shinji solo había estado friccionando su pene entre los muslos blancos de Rei, masajeando y circunvalando su raja vertical, los delicados y finos labios vaginales en forma agradable para Rei.

A Rei le gustaba sentir su calor. Sentirlo encima de ella o contra su piel. Los dos jóvenes solo se abrazaban y se besaban antes de reanudar sus intentos de folla. Shinji no sentía que había prisa. La albina era hermosa, sus senos blancos coronados con carnosos pezones rosa eran una delicia para la vista y el tacto. Su vientre liso y plano era perfecto. Su culo redondo y suave, respingón y altivo, no tenía nada que envidiarle a Asuka. Rei por el contrario solo quería del fuego de hoguera del infierno que ardía en el muchacho dentro de ella

Se acercaron y se fundieron en un nuevo beso. Entonces él, haciendo uso solamente de su lengua, le recorrió el cuerpo haciendo una larga escala en sus pechos, los que degustó una y otra vez, mordisqueando los cada vez más duros pezones. Continuó luego hasta detenerse al final del vientre. Instintivamente Rei Ayanami separó un poco las piernas para permitir que Shinji hundiese su cara en medio de ellas y le proporcionara sensaciones que nunca en su vida había imaginado que pudiera sentirlas. Shinji comenzó a lamer de arriba a bajo introduciendo ocasionalmente su lengua tan solo para oír los gemidos de placer de su compañera.

Pronto los papeles se invirtieron. Shinji estaba de espaldas, apoyándose en sus codos. La joven se dirigió sin preámbulos al falo de su amante. Lo tomó con ambas manos y con su lengua comenzó a dar vueltas sobre su extremo rojizo, introduciéndolo poco a poco en su boca mientras lo recorría con las manos de arriba a bajo. Lo saboreaba cuanto podía, acelerando la maniobra a veces, lo sacaba y metía en la boca rápidamente. No estaba acostumbrada y era su primera vez… pero la pasión y la excitación le hacían perder todo asco o escrúpulo

Shinji pronto la tomó del mentón y le levanto la cara. Cuando la tuvo suficientemente cerca se irguió un poco hasta asirla por la cintura, la suspendió un poco hasta que estuvo sobre el ángulo de caída adecuado, ella tomó el miembro de su compañero y lo apuntó. Cuando Shinji la dejó caer su henchido miembro le perforó las entrañas. Rei ahogo un grito y sus ojos se perlaron de lágrimas. Había dejado de ser virgen, su sangre se escurrió por el vientre y los muslos del muchacho como un bautizo a su virilidad

Tras el primer impacto y los primeros embates de Shinji, Rei gemía y jadeaba dando saltitos empalada en una barra de metal al rojo vivo que la tenía presa. El dolor inicial pasaba rápidamente a convulsiones de placer. El falo del joven taladraba sus, hasta ahora, vírgenes entrañas. Con un giro repentino Shinji se halló nuevamente sobre ella. Le asió por las piernas, levantándolas y separándoselas ligeramente permitiendo una mejor penetración. En medio de cada embestida todo el cuerpo de Rei se sacudía, sus pechos duros y firmes se tambaleaban.

Rei sintió en el pene del muchacho calor, humedad y presión. Solo cerró los ojos y se dejo ir en forma instintiva. El semen de Shinji le lleno las entrañas con su calor y tibieza. La joven no se preocupo por que al ser un clon hibrido de humano y ángel no había peligro de quedarse embarazada. ¡A Shinji ni le cruzo por la mente eso!... los espasmos de la vagina de Rei y los de su pene estaban acompasados y sincronizados. El muchacho se giro hasta quedar al lado de su compañera. Los dos solo se quedaron viendo el techo en la fantasmal penumbra. El iglú improvisado estaba bien templado y saturado del calor corporal de ambos.

-Shinji… ¿no es tu primera vez? ¿Verdad?- Pregunto Rei mirando el techo con su estilo monocorde y sin sentimientos de hablar

-¡Por supuesto que si!- le replico el muchacho girándose para verla a la cara. Rei solo guardo silencio mientras seguía mirando el techo. Asuka quedaba descartada por que era una frígida estúpida repelente que le gustaba andar calentando a los hombres. Un horno de microondas que solo calentaba y no cocinaba. A Hikari le gustaba Touji y solo veía a Shinji como un amigo… Maya era lesbiana… solo quedaban la mayor Katsuragi y la doctora Akagi…

-Rei… ¡en serio!... no te miento… fue mi primera vez… y… ¡me alegra que haya sido contigo!- Dijo el muchacho con una dulce sonrisa.

La tormenta había pasado, pero el calor dentro de su refugio era mejor que el frio de afuera. Además de que les daba flojera recoger sus ropas y ponérselas de nuevo.

-Shinji, nos podemos ir más tarde… - Dijo la chica besándolo y poniéndose encima de él- ¡tengo frio!... ¡hazme el amor!

Shinji aprovecho para embestir el coño de Rei como los perros montan a las hembras. En la sumisa posición de perrita Rei se dejaba follar, ¡muy a gusto!... seguía pensando que no era la primera, pero Shinji al parecer no tenía mucha experiencia, ni quien le hubiera hecho hombre tampoco. La joven se relamía los labios de deleite. ¡Ella era la encarnación de Lilith! ¡El demonio de la lujuria estaba en su interior! Ningún pobre mortal podía ser superior a ella. Aunque se le hubieran adelantado, ¡nadie en este mundo podía superarla!... ese pensamiento le lleno orgullo aumentando el placer y el goce. ¡El calor de Shinji era delicioso y lo quería todo para ella sola!

Desde ese día Shinji sabía que cada vez que Rei le dijera en privado que tenía frio, significaba que harían el amor en forma salvaje y desenfrenada en lo que estuvieran solos.