XI


Ha pasado Tiempo (sí, más de dos años merece una mayúscula) desde que publiqué la última vez, tenía pronosticado hacer 12 episodios para el 2014 cuando empecé esta historia, y así será. Ha pasado una carrera universitaria por mí misma y un final decepcionante de Bleach entremedio, pero ya tengo la madurez para quedarme con lo bueno y aprender de lo malo. Gracias al último review hace unos días recordé lo buena que era esta historia. Al menos, el sentido que tiene para mí.

Gracias por llegar hasta aquí.


Yo vi las estrellas de día brillar

más que nunca en un cielo de lienzo,

me acuesto pensando en mis huesos

y echo de menos tu peso y tu cuerpo. —Tempera (Manuel García).


Solo quedaban diez minutos para desbloquear el aparato que suprimiría el riatsu de la atmósfera. Orihime estaba tras una barrera cuando los vio presentarse frente a ella. Los dos, Ichigo y Rukia, se veían completos, sus movimientos eran fluidos. De corazón deseó que todo esto acabase bien para su amiga a la que acompañó durante casi todo su embarazo y luego el nacimiento de los niños y su antiguo amor de adolescente.

Pero en este mundo, dulce niña, la paz es un estado interno, puedes estar en mitad de la guerra más cruel, pero si internamente estás suficientemente completo para que eso no te afecte puedes vencer. El dolor, el sagrado dolor te enseña a sanarte, incluso de heridas que nunca fuiste consciente de tener y eso te permite estar en paz.

Eso era algo que tanto Ichigo como Rukia habían aprendido en su vida. La lluvia interna paró gracias al saber que se tenían. Más allá de un lazo romántico, era un lazo trascendental.

La heroína de nuestra historia, Rukia, mientras corría por las blancas arenas de Hueco Mundo junto con Ichigo dudaba de sus acciones por la necesidad de volver a ver las caras de sus pequeños retoños. Ichigo la quedó mirando al correr. Relentizó su carrera y la tomó del brazo llamando su atención.

—Todo estará bien—afirmó.

La mujer, tras un breve titubeo, le dio un asentimiento con la cabeza y siguieron el camino hacia el destino pensando que quizás las cosas a futuro serían mucho mejores, que esto era tan solo uno de los casos en los que trabajarían, que la vida sigue (o muerte) y que nunca se sabe cuándo terminará.

Grimmjou se localizaba en uno de los tantos cementerios de vacíos que había en las noches, una tierra baldía donde antes hubo un desierto eterno. Allí, sentado con su estilo tan particular en un cenotafio construido para sus amigos que lo habían dejado varios años atrás.

"Me dan asco, son todos unos cobardes. Como quieran, los devoraré, los convertiré en mi carne, mi sangre y no mirarán más allá porque yo... ¡Yo soy el Rey!".

Grimmjou vio con aburrimiento desde su trono como llegaba caminando la pequeña mujer ya conocida (ya que antes le había perforado el estómago con su mano) entre las corrientes de arena. Con los movimientos felinos que lo caracterizaban y sabiéndose observado estiró sus brazos. La mano derecha de Grimmjou ahora tenía el artefacto meciéndolo como si fuese un juguete.

—¿Así que te han mandado a ti en vez de Ichigo? Ese cobarde ¡Qué fastidio!

Cuando Rukia lo vio tan de cerca, sintió un reencuentro con su pasado ¡Tantas bendiciones y desgracias por contener esa esfera junto a su corazón! Si ella no hubiese amado a Ichigo, él no estaría vivo y todo eso gracias a ese materializador de deseos. A ese tercer ojo. Grimmjou no parecía interesado en ella por lo que Ichigo tendría el tiempo suficiente para activar el supresor de riatsu.

Para Rukia, ese aparato gatilló el encuentro con Ichigo que fue tan fatídico y a la vez tan lleno de esperanzas.

Ella, no poseía una familia más que Byakuya que no le hablaba. Lo único que había conocido como tal, a Renji, la había abandonado pensando que era lo mejor para ella. La atalaya metafórica en la que estaba confinada se había hecho cada vez más inaccesible, pero gracias a que conoció a Ichigo, quien daría la vida por ella pensó que tal vez, solo tal vez podría volver a pertenecer a un lugar. Y no se equivocó. Gracias a este anhelo se le concedió la familia que tiene hoy.

Mientras Grimmjou peleaba con cierta pereza, Ichigo preparaba el supresor de riatsu tras una de tantas colinas. Al final, habían decidido que mejor fuese así, ya que Grimmjou solía ponerse bastante intenso cuando veía a Ichigo.

No fue hasta que Grimmjou lo divisó entre las corrientes de arena que tuvo una expresión más que la desidia en su rostro. Cuando vio que Ichigo había llegado sonrió como un desquiciado, pero contrario de lo que se esperaba no se acercó a Ichigo. Si no que se fue de lleno a atacar a Rukia.

"Has dicho que viniste aquí para salvar a esa mujer y una mierda, tú has venido hasta aquí para pelear. Parece que no quieres verlo pero...¡Ese es el camino por el que te guían tus instintos!".

—¡Rukia!—Gritó Ichigo al ver lo que ocurría con impotencia, como varios años atrás—¡Corre!

Sin embargo, ya no era tiempo de correr, bien lo sabe la fémina. Tomó su zampakutou y a pesar del amargo recuerdo instintivo de miedo que recorrió su estómago, lo enfrentó. Liberó su shikai y congeló el brazo que sostenía el tercer ojo. Con determinación vio como Grimmjou se liberó y la volvió a atacar como un león ante su presa.

No es tiempo.

No aún.

No es tiempo de morir.

No es tiempo de morir, Rukia. Ichigo piensa mientras olvida su objetivo y trata de involucrarse en la pelea.

—Idiota, enfócate en lo que estás haciendo—Rukia sigue peleando contra instinto puro de Grimmjou que quiere causarle el mayor daño posible—Confía en mí.

"¡Descerebrado, no digas eso! ¡Tú nunca me estorbarás! Si te haces daño, te ayudaré. Si tu no puedes moverte, entonces pelearé en tu lugar. Si sientes dolor, sentiré dolor también. ¿¡Somos amigos, verdad!?"

Ichigo recuerda las palabras que le había dicho a Rukia antes de emprender camino al destino. "Todo estará bien" No podía ganarle el miedo. No podía ganarle el miedo instintivo a no poder proteger. Por fin sus manos no se preocuparon por sostener bien el supresor y activarlo. La activación fue como el momentum, es decir el instante que un cuerpo impacta contra la superficie del suelo tras una caída libre. Grimmjou quedó en un momentum y su expresión cambió de diversión a entendimiento.

Grimmjou se comenzó a reír. Sus carcajadas retumbaron en el lugar de ruido blanco. El silencio reinó una vez que acabaron.

—Lo que más me sorprende es que hayas traído a tu talón de Aquiles, Kurosaki—Dijo Grimmjou—Me has servido tu desesperación en bandeja de plata.

Ichigo miró a su enemigo con tristeza. Su risa era solitaria. En sí, los había esperado en un cenotafio colmado de los recuerdos de sus seres queridos.

Era un adiós.

—¿Para qué lo robaste, Grimmjou?—Preguntó Ichigo mientras sostenía el brazo derecho y el tercer ojo caía en la arena.

Me dan asco, son todos unos cobardes. Como quieran, los devoraré, los convertiré en mi carne, mi sangre y no mirarán más allá porque yo... ¡Yo soy el Rey!".

El tercer ojo nunca le interesó más que porque así podría fastidiar a Aizen y a los otros arrancars, pero ahora, no había ninguno. Solo pequeñas especies casi sin ganas de luchar, Ichigo había perdido ese instinto hollow interno y ahora que lo veía bien, no servía como enemigo.

Grimmjou quería morir. Ser asesinado por Ichigo y volverse polvo como todos sus lazos, el tánatos lo llamaba ¿Con el supresor de riatsu? Gracias, le facilitaban bastante su objetivo. Sin embargo, se veía a kilómetros que Ichigo no era capaz de matar.

—¡Vamos, Ichigo! ¡Hazlo ya!—exigió con toda la energía le quedaba. ¿De qué sirve ser Rey sin lacayos?

"¡Tú eres un Shinigami y yo un Hollow! ¡El que pierda de los dos será aniquilado! ¡Durante miles de años siempre ha sido así!".

Ichigo dudó unos segundos y en eso, Grimmjou ya sin riatsu levantó sus garras contra Rukia.

Desde el suelo, la esfera brillo soltando haces de luz en diferentes direcciones, esta fuente de luz llamó a todas las criaturas que estaban circundantes. Todas volaron a unificarse con el objeto. Rukia miró perpleja cómo las diferentes criaturas se acercaban a ellos.

—¡Corre, Ichigo! ¡Vete lejos!—Gritó Rukia mientras se ponía en posición de liberar su bankai. Ichigo tomó por el brazo a Grimmjou, quien se alejó usando sonido.

—¿Por qué me llevas?—Grimmjou estaba esperando que Ichigo pronunciara alguna palabra allí, alejado del epicentro donde estaba ocurriendo todo. Pero en un abrir y cerrar de ojos, el ambiente se pudo más frío y todos los vacíos que se dirigían hacia Rukia fueron envueltos en una luz blanca que poco a poco fue materializándose como hielo.

Rukia apareció a su lado. Llevaba en la mano el tercer ojo aún resplandeciente.

—Debemos encontrar a Inoue, si esto se libera no sabemos qué puede pasar—dijo Rukia mientras avanzaba hacia el lugar donde aguardaba su amiga.

—Nuestra pelea aún no ha terminado—soltó Grimmjou que aún era reducido por Ichigo pues el supresor de riatsu estaba activado.

—Terminó hace mucho tiempo—dijo Ichigo.

Grimmjou se lanzó nuevamente a atarcar, no obstante esta vez fue a Ichigo, este sacó a Zangetsu en su estado de shikai poniéndose en guardia.

—Tal como los viejos tiempos—dijo Gimmjou sonriendo felinamente.

Rukia no podía creer cuán necio era Ichigo. Justamente lo que no podían hacer en esos momentos, va y se lanza a lo prohibido. Previendo que sería un tira y afloja, Rukia se apresuró su camino hacia donde estaba Inoue. Esta no se encontraba tan lejos y vio el objeto brillante con nostalgia, robar ese objeto de las manos de Aizen había sido su gran tarea, pero en medio se olvidó de su objetivo en la perspectiva de que su anhelado Kurosaki la salvara de sí misma.

Poco a poco el tiempo le había enseñado que el único que te puede salvar es tú mismo y que debes luchar por lo que más amas incluso si eso te hace enfrentarte a tu zona de confort, si siempre tu hermano te protegió, buscas figuras que sigan con el modelo, pero estos patrones no son sanos. Esto fue lo que su terapeuta le ha dicho lo suficiente para que ya crea que pueda ser verdad.

Así que era momento de acabar con esto.

El tercer ojo del rey se mantuvo brillando cada vez más y más.

—¿Crees que si lo recupero con mi barrera tan completamente como pueda, terminaremos perdiendo todo lo el tiempo que pasó así como en Jumanji y volveremos a cuando llegaste en nuestras vidas?—Preguntó Inoue.

Rukia la miró sin entender a qué se refería.

—Es algo que debemos hacer—dijo Rukia con convicción.

Inoue materializó sus hadas y comenzaron a crear la brecha espacio-temporal. Tras ellas se escuchaban los sonidos de lucha. Qué terrible melodía de incertidumbre.

"Maldito, Ichigo" Rukia pensó. Sin embargo, ella sabía que él lo estaba haciendo por Grimmjou y que asesinarlo no era una opción viable a pesar del daño causado.

Luego de brillar intensamente, la esfera comenzó a volverse color índigo, cada vez más hasta volverse un azul grisáceo. En ese momento salió disparado al corazón de Rukia como una flecha dejando un agujero en la barrera ante las miradas atónitas de Inoue y Rukia.

Tras un momento en que quedó un pequeño agujero en el pecho de Rukia y que ambas pensaron lo peor, este se cerró.

—¿Estas bien Kuchiki-san?

—¿Qué fue eso?—preguntó Rukia mientras llevaba su mano izquierda a donde había desaparecido la esfera y el agujero con mucha preocupación—debemos encontrar a Urahara de inmediato.

La joven le envió un mensaje a Urahara. Rápidamente una garganta se abrió a su lado. Tanto Inoue como Rukia entraron y corrieron a encontrarse con el sujeto. Rukia quedó un momento mirando el lugar donde combatía Ichigo y se dio cuenta se su estado de ánimo. Negó con la cabeza ¿Cómo podía seguir disfrutando las luchas en situaciones así?

—¿Qué pasó?—preguntó Urahara viendo la expresión de terror que traían las mujeres.

—¡La esfera se clavó en el pecho de Kuchiki-san!—respondió Inoue muy nerviosa—Quizás deba seguir con nuestro plan con la esfera dentro de ella.

—No. No, eso sería un error. No sabemos qué comportamiento pueda tener dentro de ella, y el exponer más de lo necesario a Rukia-san a tus poderes también puede ser nocivo.

—¿Qué hacemos? ¿Y si esto no me permite estar con mis hijos nunca más…?

—La primera vez que pasó, cuando yo la escondí dentro no pasó nada. Bueno, pasaron muchas cosas, pero si ahora les decimos a los demás que la esfera desapareció como lo habíamos planeado no debería existir ningún problema. So-solo hasta que encontremos una manera de terminar con ella.

—No me suena a un buen plan…—comenzó a decir Rukia.

—A mí tampoco—replicó Inoue.

—Ni a mí—dijo Ichigo mientras entraba en la habitación.

—¡Ichigo!—Rukia asustada le dio un golpe en el estómago.

—Bien, bien, me lo merezco—Si Rukia no lo conociera y supiera lo mucho que le gustaba la lucha, esto habría sido lo más extraño que habría escuchado en su vida, así que decidió cambiar de tema.

—¿Qué pasó con Grimmjou?

Ichigo no quiso responder lo evidente.

—¿Entonces? ¿Podemos sacárselo de alguna manera?—dijo Ichigo sentándose con su característico ceño fruncido de preocupación.

Urahara pensativo miró a los tres—Yoruichi, es hora.

Tras ellos, la mujer felina se transformó mostrándose desnuda. Eso le dio una brecha de tiempo para que Urahara soltara un gas. Un gas muy familiar.

oOOooOOoo

En un lugar de Hueco Mundo, tendido sobre la blanca arena y mirando el sombrío cielo, Grimmjou yacía con una amplia sonrisa y con varias heridas menores y con un riatsu muy cansado.

—Ha vuelto—repetía incesante, feliz de que alguien colmara su sed de lucha.

Se volvió a reír a carcajadas preguntándose cuándo podría volver a encontrar a Ichigo.

Una fijación insana.

ooOOooOOoo

¡Nos vemos! Preparen sus galas, viene el final.