La soltó, ya no hacía falta fingir. Ya no iba a mentir. Tenía que alejarla de él. No podía contaminarla. Ya no más, la vio a los ojos, temblorosa, repleta de miedo, con millones de sentimientos encontrados, sabía que, alguna parte de la muchacha lo odiaba.

—No voy a cambiar —Sentenció y la fingió desdén— Pero me reúso a cambiarte. —Antes que ella dijera algo, él dijo:

—Se acabó

CAPÍTULO 11

"Golpe bajo"

Mataste a gente inocente.

Kagome se volteaba de un lado a otro en su cama. Sudaba en frío, ¿qué diablos estaba sucediendo? ¡Ella había decidido abandonar el Sengoku! Y ya había pasado dos meses desde ese suceso. E Inuyasha no había aparecido. Eso denotaba que le importaba una mierda. No importaba… ella iba a estar bien.

—… Basta —Murmuró colocándose las manos en el rostro, y suspirando nuevamente— Piensa en algo más Kagome… —Se volteó hacia el otro lado, despertando a su gato, que dio un maullido molesto en respuesta.

El universo conspira contra nosotros.

—No es el universo, —respondió a su recuerdo— Es tu estúpido alter ego.

La azabache miró hacia el techo, durante este tiempo, el dolor se había hecho más ameno. Solamente sus pensamientos la atormentaban por las noches, pero ya se estaba acostumbrado a ello. Necesitaba levantar un muro de concreto, entre ella e Inuyasha antes de volver a la otra época. No se iba a dejar caer esta vez. Pero lo amaba, maldita sea, ¿A quién diablos iba a engañar?

Porque a pesar de todo, siempre lo amaría.

¿Por qué no huyes de mí lo más humanamente posible?

—Estoy en otra época —volvió a voltearse, y acarició a su gato con tranquilidad, escuchando su ronroneo. — Eso es suficiente por ahora.

….

—¿Qué sucede Inuyasha? —Preguntó Miroku, observando como su amigo estaba completamente inquieto mientras miraba hacia los alrededores

Algo no andaba bien, y él lo sabía, lo podía sentir. Necesitaba sacar a sus amigos de aquí. De alguna u otra manera

—Quiero que se vayan

—¿De qué hablas? —Sango ladeó la cabeza. Desde que Kagome se fue, él había estado bastante extraño, pero nunca les había pedido que se fueran.

—Ustedes estaban aquí por Kagome, no sé porque están chequeando que no me derrumbe…

—Eres un grosero, Inuyasha. —Se molestó Sango— Estamos aquí porque somos tus amigos.

—Por eso quiero que se vayan.

….

—¿Dónde están todos? —Le preguntó Kagome a su madre, al verla sola en la cocina.

—Sota salió con su novia y el abuelo fue a hacer algunas compras. —Terminó de secar los platos y se volteó hacia su hija— ¿Hace cuánto que no tenemos una conversación, querida?

Kagome sonrió, y sacó una manzana del cesto de frutas.

—Ni siquiera puedo recordarlo —le dio un mordisco. Ella sabía lo que iba a preguntarle, su madre, al final de la historia, siempre sabía todo lo que pasaba por su mente. Y había llegado el momento de dejarlo salir.

—¿No vas a volver? —La pregunta tomó a la muchacha por sorpresa. Miró a los ojos a Naomi y suspiró.

—Tengo que hacerlo, todavía no terminamos de recolectar los fragmentos. Cuando eso acabe, podré volver a la normalidad…

—¿E Inuyasha? —¡Oh, oh! ¿Por qué su madre siempre tenía que dar en el clavo? (y cuando digo en el clavo es directamente) — Sabes hija… con tu padre siempre tuvimos problemas, e incluso nos alejamos un par de años, pero al final de la historia… siempre nos quisimos. Lo que hay entre ustedes, trasciende en el tiempo, no deberían pretender que…

—Mamá, por favor no… —Cada vez que hablaba de Inuyasha se le oprimía el pecho.

Su madre la interrumpió:

—No te estoy diciendo que lo hagas ahora. Solo te estoy diciendo que si tú quieres estar bien, debes terminar lo que empezaste, cerrar el libro y comenzar una nueva historia.

Kagome le sonrió, su madre, siempre tan sabia. Debía mentalizarse. Estaba segura que ya no quería a Inuyasha con la misma intensidad que antes, el tiempo y la distancia había ayudado en aquella situación, pero necesitaba verlo una vez más. ¡Maldita sea, solo una vez más! ¿Por qué todo era tan complicado?

—Pero si lo quieres… —continuó— Pelea por él.

(…)

—No, no estoy lista. —Dijo apoyándose en la rodilla que tenía sobre la madera del pozo. — ¿Por qué tiene que suceder esto? —su corazón se aceleró, ¡ojalá todo fuese tan fácil como respirar! — Bien, Kagome… a las tres… —se inclinó hacia el pozo— Uno… dos… tre… ¡Ay, no puedo hacerlo! —se alejó rápidamente, despeinándose el cabello. ¡Le iba a dar un ataque cardiaco!

Kagome…

La muchacha se volteó hacia el pozo. Estaba segura que había escuchado a Inuyasha, llamándola.
¡Imposible! Colocó su mano, como puño, sobre su corazón, y se acercó al pozo. Miró hacia adentro y su corazón se paralizó.

¡Fuego!

Un sinfín de imágenes se apoderaron de su cabeza. Pero no las había vivido, y supuso, que era lo que estaba sucediendo allá. Gritó, de dolor y cayó de rodillas al suelo. ¿Qué diablos estaba sucediendo? ¡No tenía ni fuerzas para levantarse! Sentía como apretaban su corazón y la dejaban sin respirar… Como si se fuese a morir.

Como pudo y con sus piernas como gelatina se levantó y se lanzó hacia el pozo.

El paisaje que recordaba estaba quemado por completo. El cielo, ya no era azul, sino gris. Pero eso no fue lo que más le espantó, sino, ver vestigios de huesos por todo el suelo, quemados… Comenzó a temblar cayó de rodillas al suelo chillando y llorando. Entonces su corazón se oprimió:

—¡Inuyasha! —Lo vio a lo lejos.

Se levantó y corrió lo más rápido posible hasta su lado. Lo tomó con cuidado arrastrándolo hacia un costado. Parecía dormido, pero su cuerpo estaba totalmente herido. ¿Qué había sucedido para dejar a todos en estas condiciones? Y lo más importante, ¿en dónde estaban los demás?

El hanyou abrió los ojos, y lo primero que hizo fue toser sangre y quejarse de dolor. Pero sabía que no estaba solo, que ella estaba aquí… ¡Pero todavía era demasiado peligroso! ¡Que se devolviera a su época!

—¿Qué estás…ha-ciendo aquí? —Articuló con toda la fuerza que podía. Enfocó sus ojos en ella, estaba más hermosa de lo que recordaba. ¡Cuánto le había costado hacerla a un lado! Y estaba seguro que ya no podría fingir más… No podría aguantar las ganas de abrazarla y comérsela a besos…

Trató de incorporarse y se quejó nuevamente de dolor. Kagome lo ayudó sin ser capaz de articular ninguna palabra y el contacto con la piel de Inuyasha la quemó, no era capaz de quebrar la tensión que había entre ellos. Con cuidado lo apoyó en un árbol.

—¿Qué sucedió? —Lo dijo con la voz temblorosa.

—Todos los aldeanos están muertos, fue una emboscada. Más que nada… —Se llevó una mano a su estómago sangrante— Una hazaña de Naraku, un mensaje… —Kagome ladeó la cabeza e Inuyasha sonrió irónicamente— El juego comenzó.

La muchacha se congeló. Eso significaba que Naraku había logrado adquirir los demás fragmentos perdidos y ahora se daba el lujo de ir destruyendo aldeas y matando personas para que le entregaran los fragmentos faltantes.

—¿Dónde están los demás? —No quería preguntarlo, le tenía miedo a la respuesta, pero necesitaba saberlo.

Inuyasha soltó una pequeña risa socarrona.

—Se fueron minutos antes que sucediera todo esto… Tuvimos una discusión… No tenían que estar aquí… Y ahora tú tampoco…

La miró a los ojos definitivamente enojado, el peligro que todavía asechaba el lugar era inminente, estar aquí, no era para nada seguro.

—Inuyasha yo…

—Sabemos que sigues vivo….

La mirada de Inuyasha se transformó a una de terror, no por él, sino, porque estaba completamente indefenso y no podría defender a Kagome, que estaba enfrente de él como si nada. ¡Por qué todo tenía que salir mal!

Con un gran esfuerzo, se levantó y encerró a la muchacha entre el árbol y su cuerpo colocándole una mano en su boca. Él podía moderar su respiración, pero ella seguía en un estado de shock, temblaba. La respiración de ella era extremadamente agitada, y su mirada demostraba un gran temor. ¿Qué había sucedido durante todo este tiempo? ¿Cuándo Naraku había obtenido los otros fragmentos? El hanyou se apegó más a ella, y sus torsos chocaron. El corazón de Kagome se aceleró aún más. Miró a Inuyasha con lágrimas en los ojos. Él, por su parte, trató de transmitirle que todo estaría bien. Pero ni siquiera estaba seguro de ello.

—Ya no está aquí… —escucharon hablar a los atacantes— ¿Crees que habrán terminado allá?

El demonio se puso a reír.

—No quedará rastro de la casa. Ni de la familia. Naraku no se cansará, hasta recuperar todos los fragmentos de la perla.

Y de un momento a otro desaparecieron.

Inuyasha soltó la boca de la muchacha y la miró a los ojos, sudando… apoyó su frente contra la de ella y dio un suspiro de alivio, a pesar de la situación, extrañaba tanto su presencia, su aroma y calidez. Se embriagó de ella y miró sus labios.

—¿A qu-é crees que se referían? —Tartamudeó la muchacha, agobiada por la distancia. ¿Qué diablos está sucediendo Kagome? ¡Aléjate ya! Colocó las manos en sus hombros y lo apartó un poco.

Necesitaba pensar con claridad.

—Naraku… los fragmentos… —Inuyasha la miró con duda ¿Qué estaba pensando? La adrenalina que había sentido anteriormente, había aplacado su dolor. Ahora tenía otras cosas que preocuparse. — Casa… —Miró a Inuyasha comprendiéndolo todo. Metió una mano a su bolsillo y sacó un frasco con diez fragmentos. — Imposible… —Murmuró y salió corriendo a toda velocidad entre los árboles.

—¡Kagome! —Inuyasha salió corriendo atrás de ella, sin importar los tirones que dieran sus piernas, y que algunas de sus heridas volvieran a sangrar. Vio a la muchacha que se lanzó al pozo sin dudar, y la siguió.

Lo primero que escuchó al salir fueron sirenas acercándose y aquel sonido le molestaba enormemente. Había humo por todas partes, además, podía sentir el aroma a carne y madera quemada. ¿Qué había sucedido? Salió rápidamente de la pagoda y vio a Kagome congelada fuera de ella.

—¡Mamá! —Corrió hacia la casa en llamas e Inuyasha la agarró fuertemente antes que pudiera entrar en ella— ¡Suéltame! ¡Inuyasha, déjame ir a sacarlos! —Le pidió sumida en llanto y tratando de liberarse. — ¡Por favor!

Inuyasha la volteó hacia él, agarrándola fuertemente de los hombros.

—¡Entonces estarás muerta tú también!

La muchacha seguía luchando por liberarse, con un incendio tan grande como ese, pronto llegarían los bomberos y la policía.

—¡No me importa! —Lo enfrentó completamente rabiosa. —

—¡Escúchame bien Kagome! —La sacudió con firmeza— Sabemos que esto lo hizo Naraku. —Lo miró a los ojos, sollozando. Y se colocó a llorar desconsoladamente— Te quiere muerta.

—No puedo… no puedo… —Sus piernas flaquearon, y si Inuyasha no la sostuviera, se habría caído al suelo hace mucho rato. — Me duele… Esto es demasiado…

Inuyasha escuchó las sirenas aún más cerca, Naraku debía pensar que ella estaba muerta, pues, desde hace un tiempo más, él sospechaba que el demonio solamente le tenía miedo a Kagome e iba a intentar de eliminarla de alguna manera. Por eso, Inuyasha pensaba que mantenerla en su época era más seguro... ya no.

—Tenemos que irnos. —Sentenció— Tiene que pensar que estás muerta. —La arrastró adentro de la pagoda y justo en ese momento llegaron a extinguir el incendio. Ver a Kagome de esa manera, le partía el corazón a Inuyasha. Naraku era un bastardo… ¡Iba atacarla porque estaba sola! ¡Porque él la había abandonado!

¡Se sentía tan culpable maldita sea!

Ambos se lanzaron al pozo. Y al momento de salir, Kagome se separó bruscamente de él. Y se dejó caer de rodillas al suelo. Sin importar los huesos que tenía alrededor.

—Nunca debí dejarte sola… —No podía verla de esa manera. Tampoco se atrevía a acercarse mucho, porque él ya le había provocado un gran daño. Pero quería ser él quien le ayudara a levantarse y luchar. — Perdóname, Kagome.

Ella paró de llorar, independiente del gran dolor que sentía, tenía que ser fuerte, levantarse y vengar la muerte de su familia.

—¿Lo vamos a matar?—Se levantó y colocó una mano en el pozo para utilizarlo como apoyo. Lo miró a los ojos y presionó la madera. Inuyasha asistió con la cabeza, sin saber que más decir.

—Kagome…

—No. —Desvió la mirada. Sentía rabia, dolor, tristeza, enojo…— No digas nada.

….

¿Qué tal? La verdad es que yo no me espera eso. Espero que Say's DAIK no me mate por hacer esto y que lea la historia. Jajajaja, pero pronto se vienen más sorpresas. ¡Gracias a todas los que leen o leyeron la historia!