Summary: (Clásico y Omega) ¡SPOILERS OMEGA! Situado en Omegaverso. Luego de la última batalla entre dioses, Athena considerará lanzarse de un barranco cuando tenga que lidiar no sólo con una, sino que con dos generaciones de caballeros dorados. ¿Cómo reaccionarán los anteriores caballeros al ver a sus sucesores? Peor aún, ¿cómo convivirán entre ellos? ¡HUMOR al cuadrado!

Nota de Solefald:

NO. ESTOY. MUERTA.

¡Hola! ¡P-por favor, dejen de lado sus ametralladoras, escopetas, bombas o lo que sea que tengan para dispararme! Lamento el groserísimo retraso en la actualización, pero bueno, la señora inspiración me había abandonado vilmente y no tenía la suficiente chispa para continuar (hasta ahora) Y para colmo, estoy trabajando a tiempo completo… ugh, menos tiempo para escribir. ='( En fin, ya he vuelto y les traigo otro capítulo más de este alocado fic. De antemano les doy como siempre las gracias a todos aquellos que han dejado algún comentario sobre esta historia, seguido y/o agregado a su lista de favoritos. Lo aprecio como no tienen idea, pero eso ya lo saben :) Eso sí, necesito que lean HASTA EL FINAL, ya que en mis comentarios finales tengo información importante qué compartir.

Aquí vienen los reviews de quienes no puedo contactar directamente:

Wolfs soul: ¡Muchas gracias por comentar! ¿El autor de la revista? Dudo que sea Harbinger, pero él debe ser el mayor suscriptor xD Uf, la casa de Géminis ya está atiborrada de gente, así que la posibilidad de tener una convivencia complicada es muy alta xD. ¡Tooooooodos esperan la reacción de Dohko sobre Ryuho! ¿Quieren que le dé un ataque? ¿Tan pronto lo quieren matar de nuevo? Hahahah, pero no, veamos con calma qué es lo que pasa :D Espero que sigas pendiente y si deseas, dejes un comentario. Saludos, ¡nos vemos!

Mirch Uchiha: ¡Hola otra vez! ¡Muchas gracias por comentar! Y qué bueno que estoy cumpliendo mi cometido de hacerte reír xD Esa es la idea. Mu entrenó muy bien a su discípulo, por eso no tiene que preocuparse de su estadía :) Muahahaha, Shion se cree muy correctito, pero todos tenemos un lado travieso jejeje, y ahora es "abuelito Shion" :D Aldebarán pobrecito… u_u esperemos que Harbi se porte mejor. Estos gemelos, quizás con qué cosa salgan, aunque por el momento está todo tranquilo, y por supuesto, no culpo a Paradox, ¿qué harías si dos guapos gemelos se quedan en tu casa? Pero de ahí a que olvide rápidamente a Shiryu… mmm… no estoy muy segura de ello xD Lo de Dohko enterándose sobre lo de Ryuho parece ser una de las cosas más esperadas en este fic xD Shaka y Fudo son bien parecidos, así que era lógico que se llevaran bien (hasta ahora) y cierto, les falta limpiar, aunque creo que el rubio será más interesado en eso xD Aioria está loco, pero veamos hasta dónde llega con sus paranoias, y Milo tiene que comportarse o perderá su "objeto más valioso" xD ¡Wahahahah! ¡Lo de Máscara convirtiéndose en zombi estuvo gracioso! xD Y como van las cosas, parece ser el único medio para quedarse en su propia casa. Amor y Afrodita, me río de solo pensar en eso xD Ionia tiene una fijación severa con Saori (espero que Seiya no se moleste) y lo de los libros, pobre Shura, espero que no enloquezca. Otra cosa que todo el mundo espera es la reacción de Camus cuando la armadura empiece a hablar xD Y Aioros obviamente se sacó el boleto premiado con la estancia :D Ya descubrirán qué diantres es Palestra y una que otra sorpresita se llevarán xD. Muchas gracias a ti por comentar, y qué bueno que el fic te guste tanto. Lamento la demora, pero espero que este capítulo sea de tu agrado. Un abrazo para ti también, ¡cuídate y saludos!

Yo: Eh… ¿y… olé? Gracias por comentar, de todas formas x)

Eggmannega4: Eh... supongo que te refieres a los caballeros de Lost Canvas, quienes son del siglo XVIII, y lamentablemente, no; esta historia solo tratará los universos de Saint Seiya Clásico y Saint Seiya Omega. Si aparecen otros personajes, solo el tiempo lo dirá. ¡Muchas gracias por comentar! :)

Fedra chase: ¡Hola! Muchas gracias por comentar y leer la historia :D Déjame decirte que en cuanto a las sugerencias, las agradezco montones, pero no puedo responderte mucho sobre aquello o si no estaría spoileando gran parte del fic xD Agradezco mucho tus sugerencias, aunque ya hay muchas cosas que ya están planificadas y listas para escribir desde mucho antes. Puede que algo de lo que escribiste aparezca, pero no sé si exactamente igual. De todas formas, gracias (otra vez, lo sé xD), se ve que le pusiste atención a esto :) Que estés muy bien y espero que puedas leer el próximo capítulo. ¡Saludos!

Karla: ¡AHAHAHA! ¡Muchas gracias! Me alegro mucho que te hayas reído con esta fumada de fic. No puedo decir que publicaré "pronto" pero de que lo haré, lo haré ;) Espero que te entretengas con el siguiente capítulo, ¡saludos!

Guest: ¡AAAAAAAAAAAAGH! Es difícil encontrar a la señora inspiración, pero afortunadamente ha vuelto a mí :) ¡Gracias por comentar!

Emma: ¿Eh? ¿Ese "la cagaste" es algo bueno o malo? En fin, gracias por tu comentario, te diré desde ya que no habrá lemon ni algo así de explícito, pero ya veremos que sucede con estos dorados. ¡Saludos!

Elisa15683: Esa… en realidad… ¡no es una mala idea! ¡HAHAHA! Pero veamos qué pasa. Puede que sea algo peor. ¡Saludos y gracias por comentar!

Toaneo07: Viejoooooooooooo, cuando el capítulo esté listo, por supuesto :p Ahí está, recién salido del horno, ¡que lo disfrutes! :D

Elisa15683: Ya me puse morada y enana (espera… eso último ya lo era) de tanto tiempo que ha pasado, pero, ¡mira! ¡Capítulo nuevo! Nah, de verdad espero no demorarme tanto con el siguiente, pero de que seguiré, lo haré sin duda. :D Gracias por comentar, ¡saludos!

Advertencias: Recuerden que seguiré mencionando spoilers de Omega :B Algunas malas palabras y personajes, por supuesto, OoC para propiciar el humor.

Disclaimer: Saint Seiya (clásico y Omega) no me pertenecen, son propiedad de Masami Kurumada y TOEI Animation respectivamente. Hago esto solo para plasmar mi locura y pasar un buen rato escribiendo y no con un fin lucrativo.

Si SSO fuese mío… ¡AGH! Por todos los cielos, apoyo la diversidad sobre todas las cosas, ¡pero el capítulo de Haruto Rockstar-!… meh… bueno… me hizo reír también xD

Ahora sí, ¡que disfruten la lectura!

COLISIÓN DORADA

Capítulo 5: Día uno, amigos.

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¡Pero qué hermosa mañana!

Ninguna nube en el cielo, el astro rey aparecía reinante entre las colinas y una suave brisa refrescaba el aire del Santuario y sus alrededores.

Saori Kido se levantó como si hubiese dormido cien años, totalmente descansada. Vio su reloj y se percató de que solo eran las siete de la mañana. Una sonrisa apareció en su rostro, pero desapareció unos segundos después al recordar que tenía la parte alta de su Santuario con veintisiete personas locas. Ya estaba a punto de arrancarse las uñas de un mordisco por los nervios, no obstante, un nuevo pensamiento la llevó a su "sitio feliz".

"Oh, bueno, es lo que hay".

Después de tomar un relajante baño, vestirse y cepillar su largo, largo cabello, buscó su libreta con la lista de sus cosas favoritas para hacer. Ese era su plan para el día. Hacer lo que ELLA quisiera. Ya estaba hasta la coronilla con todo el caos en su sacro recinto, y necesitaba con desesperación distraerse y olvidarse por al menos un día de todo lo que estaba pasando. Entonces, repasemos… día de compras, día de cine, día de spa… Mmm… eso último no sonaba nada mal. ¡Bien! Ya decididas sus "serias" actividades, ideó alguna cosa para mantener a toda su tropa dorada ocupada durante su ausencia.

Y para eso, necesitaba a su actual Patriarca.


Casa de Libra (¿uh? ¿Partiremos por acá?)

Dohko metió las últimas cosas que necesitaba en su maleta y se dirigió a la entrada, listo para partir. Pero había un pequeño problema: su discípulo no se encontraba. El viejo (pero ya joven) Maestro fue al salón, donde Genbu aún dormía como un oso hibernando. Parecía como si no fuese a despertarse jamás de su cómodo sueño y al moreno ya le palpitaba una venita en su frente, comenzando a perder la paciencia.

—Ya decía yo que era demasiado bueno para ser cierto. —Murmuró, hablando para sí. Su pie derecho golpeó el suelo reiteradamente, demostrando su molestia. Se acercó a su pupilo, juntando todo el aire posible en sus pulmones y… —¡GENBU! ¡DESPIERTA! —Como si lo hubieran azotado, el más joven de los caballeros de Libra cayó enredándose con su frazada. Se incorporó de golpe en cuanto pudo dejar de "luchar" contra la prenda.

—¡AH! ¡SÍ! ¡YA! ¡ESTOY DESPIERTO! —A duras penas tenía los ojos abiertos, para al fin darse cuenta de quién lo había despertado de forma tan brusca. —Ah… es usted, Maestro. ¿Por qué grita tanto y tan temprano? —Nuevamente cerró los ojos, haciendo un puchero e intentando dormir de pie.

—Anoche acordamos que partiríamos a primera hora a Rozan. —Recordó aún molesto, mientras su discípulo seguía refunfuñando. —¡Debemos estar en el aeropuerto en media hora más! ¡Vamos, arriba! —Ordenó, desesperándose de a poco.

—Ay… nooo… Maestro… quiero seguir descansando… —Y luego de ese berrinche, tomó la frazada y se envolvió con ella, dispuesto a volver a dormir en el sillón. Por otro lado, a Dohko ya le empezaba una jaqueca de aquellas. Sí, justamente… de aquellas épocas.

—¡LEVÁNTATE YA! ¡O DARÁS MIL VUELTAS AL SANTUARIO! —Gritoneó y probablemente despertó a medio Santuario luego de eso. Al menos la persona a la que intentaba levantar lo hizo y tambaleante se puso de pie. —"Ya era demasiado bonito todo para ser cierto…" —Pensó aún enfadado el viejo Maestro.

—Sí señor… —Contestó somnoliento y en un hilillo de voz. Dohko solo suspiró y se alejó unos cuantos pasos, antes de volver a ver a su discípulo.

—Ahora, toma una maleta, empaca algunas cosas y nos iremos de inmediato. —Aún luchando para que sus ojos no se cerraran, el de cabellos naranjas caminó (si es que arrastrar los pies se considera "caminar") lentamente hacia el pasillo. Hasta que el gruñido de sus tripas resonó en todo el templo. Dohko y Genbu se observaron por varios segundos, ambos con una mirada totalmente inexpresiva y manteniendo ese silencio incómodo.

—¿Podemos desayunar antes de salir? —Cuestionó el menor, haciendo que Dohko soltara un suspiro y desordenara un poco sus cabellos. Estaba a punto de responderle cuanto esta vez su propio estómago armó un gran escándalo. Ante la mirada cómplice de su discípulo y con el rostro un poco ruborizado, llegó a una resolución.

—Sí, sí podemos.


Casa de Tauro

Aldebarán pasó una pésima noche. Tenía tanto el cuello adolorido como sus pies congelados por haber dormido en ese pequeño (para estándares de Aldebarán) sofá. Se levantó como pudo, ladeando suavemente una y otra vez su cuello para sentirse mejor.

Una cosa le extrañó de sobremanera. La casa de Tauro estaba en completo silencio. Recorrió todas las habitaciones y no encontró a su sucesor. Cuando entró al último cuarto por revisar, es decir, la cocina, observó con sorpresa cómo el refrigerador estaba encadenado por todas partes, dejando un gran candado al centro. El anterior guardián de la segunda casa se acercó un poco para leer con claridad ese letrero de "Ni se te ocurra abrirlo" que taaan amablemente había dejado Harbinger.

Luego de salir su impresión, nuestro amigo brasileño terminó cabizbajo y más confundido por la actitud del ahora mandamás del Santuario. Sus tripas gruñían sin descanso y viéndose imposibilitado de comer en su propia morada, dio media vuelta, caminando hacia la salida. Sabía quién podría ayudarlo.


Casa de Aries

La primera casa ya estaba llena de energía a esa hora, con todos sus habitantes listos para desayunar en el comedor. Raki sonreía ampliamente al recibir el tazón de leche con cereales de parte de su maestro, mientras que Mu vertía agua caliente en su taza con té. En cuanto el nuevo caballero de Aries se sentó, comenzaron a comer.

—¿Durmió bien, Maestro? —Inquirió la pequeña pelirroja a Kiki.

—Claro que sí, Raki. —Respondió sonriendo con suavidad. Luego, volteó a ver al de cabellos lilas quien se alistaba para comer. — ¿Qué tal usted Maestro?

—Dormí perfectamente. Estoy muy agradecido con ustedes. —Terminó con honesta gratitud, haciendo que tanto Raki como Kiki sonrieran deslumbrantes.

Los fuertes pasos haciendo eco en la salida de Aries pusieron en alerta a la pequeña discípula de ese signo. Sus ojitos verdes brillaron con alegría al voltearse y recibir con alegría a aquella visita que "presentía".

—¡Buenos días, Señor Harbin-! —Ni terminó de saludar cuando se dio cuenta de su equivocación. Nop, no era el becerrito. Raki observó curiosa como ese alto y fornido hombre que apenas conocía se acercaba a ellos.

—¡Aldebarán! ¡Qué sorpresa! Buenos días. —Saludó Mu con la cortesía de siempre. Su discípulo lo imitó, aunque ambos se sorprendieron por el semblante tan sombrío del caballero de Tauro.

—¿Señor Aldebarán? —Kiki volvió a llamar su atención, al verlo tan cabizbajo y ensimismado en sus pensamientos. Hasta que finalmente reaccionó.

—¡Ah! B-buen día a todos. —Devolvió el saludo con una nerviosa sonrisa, la cual se desvaneció pronto y puso a los demás preocupados de nuevo. —Vine acá porque necesito un gran favor y… me da algo de pena decirlo.

—¿Tuvo algún problema? Cuéntenos, por favor. —Kiki señaló una silla vacía para que tomase asiento y explicara su situación. El brasileño hizo caso, al tiempo que jugaba nerviosamente con sus manos.

—Sí… bien… sucede que… este nuevo chico tauro… e-el Patriarca- —Tuvo que admitir a duras penas que no recordaba su nombre.

—Harbinger. —Aclaró Kiki.

—Sí, él… pues, cerró el refrigerador con una enorme cadena y me prohibió sacar cualquier cosa de la cocina para desayunar. —Ambos caballeros de Aries quedaron con la boca abierta y sus cejas (o puntos… mejor dicho) alzadas en sorpresa.

—Que… ¡¿QUÉ?! —A Kiki ya le estaba comenzando su migraña de siempre al enterarse de la soberana idiotez cometida por su compañero de armas.

—¿Y dónde está Harbinger ahora, Aldebarán? —Cuestionó Mu.

—No tengo idea. En cuanto desperté ya se había ido.

—Raki, ve a la cocina y trae otra taza y un plato extra, por favor. —Pidió amablemente Kiki a su discípula, mientras que el brasileño observaba confundido a la pequeña que avanzaba a paso veloz. - Señor Aldebarán, le invitamos a desayunar acá. —El aludido atinó a reaccionar moviendo las manos escandalizado, y con un poco de vergüenza ante toda la situación.

—¡N-No! ¡Por favor! No quiero causarte ninguna molestia, Kiki. —El castaño hizo caso omiso de sus protestas.

—No es ninguna molestia… —Comenzó, con voz firme. —En realidad…esto no es nada, comparado con la molestia que ha causado Harbinger con su comportamiento.

—Me pregunto qué le habrá sucedido. —Dijo Mu, extrañado ante ese acto de descortesía por parte del actual Patriarca.

—Oh, no se preocupe Maestro… —El nuevo reparador de armaduras bebió un poco de té antes de proseguir con su plática. —Yo, personalmente me haré cargo de solucionarlo. —El lúgubre tono de voz con que lo dijo llegó a espantar un poco a Mu. No había visto a su discípulo mostrar ese gesto tan lleno de furia. Sin embargo, esto no parecía nada nuevo para Kiki.

Aldebarán soltó un gran suspiro mientras se acomodaba junto a los caballeros de Aries, manteniéndose cabizbajo. Raki, observaba con cautela al alto caballero, y mientras colocaba un plato y una taza frente a él, se preguntaba -al igual que Mu- por qué el señor Harbinger haría algo así. Por algún motivo, no le agradaba ver triste al anterior caballero de Tauro.

—Señor Aldebarán, ¿quiere pastelillos? —La pelirroja le entregó la cesta que contenía los dulces –cortesía de las gemelas de la tercera casa- en un intento por animar al brasileño, cosa que dio resultado.

—Muchas gracias, pequeña… eh… ¿cuál era tu nombre? —Consultó algo nervioso al verse acorralado.

—Raki, señor. -—Respondió risueña.

—No lo olvidaré más, Raki. —Devolvió la sonrisa de la misma forma, sintiéndose mucho más animado. Al menos eso le daba esperanzas de que ese día mejoraría.


Casa de Cáncer

Schiller se despertó mucho más temprano de lo usual, sin haber descansado lo suficiente debido a todo el alboroto anterior. Silencioso, fue al baño y se aseó milimétricamente. Cuando terminó de vestirse fue a la cocina, encontrándose con algo espantoso para su vista. Un zombi estaba comiendo una bolsa de frituras que tenía escondida en la alacena. Todo el piso del cuarto estaba lleno de migajas con olor a queso. Schiller ahogó un grito mientras su cara se deshacía ante la cochinada en que se había convertido la cocina.

—¡¿"C-COSTRA SUAVE"?! ¡¿QUÉ HACES AQUÍ?! —Gritó al no-muerto y que, obviamente, no le hizo caso. Buscó los guantes de limpieza amarillos, tomó a su zombi de un brazo y lo arrastró de vuelta al salón. —¡Se supone que estabas en tu ata-!

No salieron más palabras de la boca de Schiller, al darse cuenta de lo que había pasado con el envase de "Costra suave". Máscara de Muerte dormía semi doblado dentro del ataúd, arropado con… ¿una cortina? ¿Un mantel? Qué más daba, la cosa es que había ocupado el sagrado lugar de su maloliente zombi, rompiendo con todo su sistema de exagerad- quiero decir, elaboradas reglas de higiene. Ah no, pero esto no se iba a quedar así, ya iba a saber ese antecesor suyo.

—¡¿QUÉ CARAJOS CREES QUE HACES?! —El italiano dentro del ataúd llegó a dar un salto por semejante grito, golpeándose dentro del compartimento. Se incorporó como si le hubiesen dado una descarga eléctrica para luego mandarle una mirada que cortaría hasta al más duro diamante.

—¡INFELIZ! ¡¿QUÉ HACES TÚ GRITANDO TAN TEMPRANO?! —Respondió de vuelta, con las venas de su frente a la vista.

—¡Sacaste a "costra suave" de su ataúd! —Máscara de Muerte rodó los ojos dándole la importancia de un pepino a su problema.

—Eso es obvio, zopenco. De no haberlo hecho habría tenido que dormir en el piso. Gracias por tanta hospitalidad. —Esa fue la gota que rebalsó el vaso para el nuevo caballero de Cáncer.

—Ya no te aguanto. ¡TE LARGAS DE MI CASA! —Apuntó dramáticamente hacia la salida, quedando en silencio hasta que la socarrona risa del de cabellos azules le hizo volver la mirada hacia él.

—¡QUIERO VER COMO ME SACAS DE ACÁ, ROSADITO! —"Ya estuvo", pensó Schiller al borde de un colapso nervioso. ¿Su predecesor tenía que aprender por las malas? ¡Por las muy malas serían, entonces!

—¡"Piel reseca"! ¡"Uña encarnada"! ¡Salgan de sus ataúdes! —Gritó y los zombis obedecieron a su amo. Los dos junto con "costra suave" tomaron a Máscara de Muerte quien gritaba todas las palabrotas habidas y por haber en el lenguaje humano.

Con una fuerza sacada de no-sé-dónde, el italiano salió prácticamente volando de su propia casa, cayendo escaleras abajo muy cerca de la salida de Géminis. Al incorporarse de semejante caída, vio cómo el moreno hacía el ademán de limpiarse las manos y volver completamente ofuscado a su casa. Máscara tenía que admitir que había sufrido ya varias humillaciones en su vida, pero la forma en que fue expulsado de su propia casa era el colmo de los colmos. Como único consuelo, se descargó de la mejor forma que pudo.

¡FIGLIO DI PU-!


Casa de Géminis

Saga debía aceptarlo: no había descansado tanto desde que vivía como el Patriarca. Suspiró totalmente relajado, disfrutando de la comodidad que era la tercera casa. Hizo un pequeño mea culpa y admitió que pensaba que mujeres no serían capaces de cumplir con las labores de caballeros dorados, pero se equivocó y con creces. Nuevamente se deleitó con el aroma que despedía la habitación. Paradox abusaba del perfume, pero a él no le disgustaba del todo.

Se levantó de la cama, como si pesara menos que una pluma, buscó sus ropas y salió del cuarto para ir al baño. Al recorrer el pasillo, no se percató de la presencia de alguna de las gemelas o su propio hermano. Pasó por el salón, y no. Nadie. El sofá-cama que ocuparon las chicas ya estaba ordenado y en su lugar. "Se despertaron mucho antes que yo", concluyó sorprendido. En fin, decidió dirigirse al baño para asearse, y en cuanto abrió la puerta, vio a una hermosa joven quien recién terminaba de ducharse, buscando una toalla para cubrir su cuerpo desnudo.

Saga ahogó un grito a la vez que sentía que su nariz iba a sangrar y esto alertó a la Santa de Géminis, quien abrió desmesuradamente sus ojos azules. La cara de ambos se tornó como un gigante tomate maduro y la obvia reacción vino en seguida:

—¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHH! —Chillaron al mismo tiempo.

—¡Cierra la puerta, KANON! —Ordenó la joven desde el baño, cubriéndose escasamente con una toalla.

—¡N-No fue mi intención, PARADOX! —Se disculpó mientras daba un portazo.

Oh… Espera un momento. ¿Ella…? ¿Él…?

—…

—…

—Soy Integra. —Aclaró la gemela con voz suave desde el baño.

—Y yo Saga. —Dijo al otro lado de la puerta.

Añadir más silencio incómodo aquí.

—Lo siento. —Dijeron finalmente al mismo tiempo.

En eso, entraron los otros hermanos trayendo en sus brazos algunas bolsas con compras. Alcanzaron a oír el escándalo que hicieron sus gemelos y se acercaron presurosos a ver qué había ocurrido. Kanon trató en lo posible de aguantar la risa, al ver la cara roja de su hermano y la mancha roja que aún persistía bajo su nariz. Ya había adivinado lo sucedido.

—Vaya, ¡pero qué ansiosos amanecimos hoy! —La voz juguetona de Paradox atrajo la atención del gemelo mayor, quien trataba de disimular su estado de shock.

—Saga, ¿de nuevo te estabas desnudando? —El anterior Dragón Marino vio una oportunidad más para burlarse de su hermano, escuchando cómo ambas chicas ahogaban un chillido.

—¡¿Desnudando?! —Gritó escandalizada Integra desde el baño.

—¡¿DE NUEVO?! —Preguntó a su vez la gemela mayor, con evidente alegría.

—¡Imbécil! ¡Cierra la boca! —Vociferó Saga, con los cabellos a punto de cambiar de color. Kanon en respuesta, se encogió de hombros, bajándole el perfil a la situación.

—Como sea, vayamos a desayunar, me estoy muriendo de hambre. —Se encaminó a la cocina, tomando la bolsa de compras de la mayor de las gemelas, y siendo acompañado por un aún molesto –y sonrojado- Saga.

Paradox en tanto, apuraba a su hermana para que saliera del baño, y en eso se percató de la presencia de alguien en la salida de la casa con dirección escaleras arriba. Su visitante imprevisto era nadie más que Máscara de Muerte, quien, al notar la presencia de la joven, puso su mejor pose de galán, arreglando un poco sus desordenados cabellos y sacudiendo el polvo de sus ropas.

Buongiorno bella donna. Espero que se encuentre bien. —Saludó con voz ronca. Quien lo diría, el grosero de siempre estaba siendo extremadamente cortés con la joven de cabello celeste. Paradox soltó una risita ante la actitud del cangrejo.

Good morning, mister DeathMask… —Le devolvió el saludo en el mismo tono, haciendo que el italiano ensanchara su sonrisa. —¿Qué puedo hacer por usted? —Preguntó colocando seductoramente las manos en las caderas. Máscara de Muerte pasó un par segundos distraído antes de volver a concentrarse.

—Tengo un problema con mi… "sucesor". —Comenzó, haciendo un gesto de comillas con los dedos. —Digamos que tiene algo severo en mi contra y no me deja usar la casa de Cáncer… mi casa —Enfatizó, demostrando su creciente enfado. —, y… eh… quisiera pedirle prestado su baño.

—¿El… baño? —Parpadeó, confundida.

—Sí, no he podido ir desde anoche. —Confesó, mandando todo el orgullo a mejor parte. Ya estaba que se hacía ahí mismo.

—Ah, claro, por supuesto, pase. Creo que mi hermana ya salió de la ducha. —La gemela mayor entró a la casa para asegurarse de sus dichos y en cuanto le dio la señal, Máscara entró a paso rápido al baño.

Paradox volvió al comedor donde ya estaban instalados los gemelos y su hermana menor, degustando un nutritivo desayuno. Integra volcó la atención a la otra chica peliceleste, después de observar cómo los anteriores caballeros se peleaban por un trozo de pan.

—¿Con quién hablabas? —Inquirió la menor.

—Era Máscara de Muerte. —Respondió escuetamente, pero la insistente mirada de los demás le dio a entender que necesitaban más detalles. —Está en el baño, ya que cierto individuo no lo deja ocupar su espacio en la cuarta casa. —Los ojos violetas se entrecerraron con molestia y su voz ya parecía escupir veneno. —Si me disculpan, debo ir a arreglar un asunto y volveré en seguida. —Hizo como dijo y abandonó a paso veloz su guarida.

Los demás, luego de salir de su leve asombro por la expresión de Paradox, continuaron desayunando, hasta que se vieron interrumpidos por Máscara de Muerte, quien aparecía con los cabellos mojados y desordenados. El italiano volteó a ver a los residentes de la tercera casa, dedicándoles a todos una mirada vacía y caminando como si no le quedara ni un rastro de energía en el cuerpo.

—No pregunten. —Fue lo único que pronunció antes de salir en dirección a Tauro, dejando perplejos a los caballeros de Géminis.

—Eso fue muy raro. —Comentó Saga, mientras desayunaba con ansias.

—¿Qué le pasa al nuevo Cáncer? —Cuestionó a su vez el gemelo menor.

Integra, luego de observar atenta a sus predecesores, suspiró al alejar la taza de té de sus labios. Tuvo en ese preciso instante una visión del futuro, y específicamente, del futuro del peli rosa Santo del cuarto templo.

Nada prometedor.


Casa de Cáncer

"Uf, al fin paz y serenidad", pensaba el actual guardián de la cuarta casa. Luego de haber echado a ese impertinente predecesor, volvió para poner en orden a sus zombis y limpiar la cocina de toda la asquerosidad de las frituras de queso.

¡SCHILLEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEER!

Y hasta ahí llegó su paz y serenidad.

Schiller, bufó con suma molestia y ni siquiera se molestó en voltearse a ver a una muy enfadada Caballero Femenino de Géminis.

—Solo hay una persona que puede gritar como un energúmeno tan temprano, así que no me sorprende verte, Paradox. —Al ver fijamente a su compañera de armas, notó que sus cabellos ya se habían oscurecido. No iba a admitirlo ni en un millón de años, pero un creciente pánico se apoderada de él cada vez que eso le ocurría a la joven.

—Ignoraré eso por el momento. Estás en serios aprietos, amigo de lo putrefacto.

—¿Sí? ¿Y qué perjuicio he ocasionado en tu contra esta vez, Miss "no estoy completamente cuerda"? —Y Schiller ya comenzaba con los –según él- "ingeniosos insultos".

—Tu predecesor está en estos momentos ocupando el baño de mi casa. —A pesar de la severidad de sus palabras, su compañero solo soltó un bufido.

—¿Y? ¿Ves que me preocupa?

—A mí sí. Saori dio órdenes claras de que todos debíamos hospedar a los del siglo pasado.

—Me importa bien poco lo que dijo ella, no quiero que él u otra persona toque mis enceres personales. —Ante esa declaración, la Santa de Géminis soltó una ligera risa que descolocó a Schiller.

—Já, creo que sí te importará. Integra y yo hemos recibido instrucciones especiales con respecto a ti. Athena dijo que, si te portabas mal, te castigaríamos ya-sabes-cómo. —Y a modo de respuesta, Paradox recibió un largo y frío silencio.

Ah… hasta ahí le llegó la altanería al pelirosa Cáncer.

—¡¿A ver?! No escucho ningún comentario cargado de sarcasmo a-ho-raaa… —Se burló con voz cantarina la gemela, mientras que el aludido, en una mezcla de ira hacia la chica y miedo por lo que haría la misma, dio un paso hacia atrás.

—No te atreverías… —Empezó, apuntándola con un dedo y con voz apenas.

—Claro que sí. Así que… o arreglas tu actitud o te retuerces en tu castigo. —Determinó, manteniendo una postura severa. —Máscara de Muerte volverá a esta casa…

—Eh…

—Y tendrá acceso a los espacios comunes. —Finalizó, dando paso a que Schiller no pudiera contenerse más y dio paso a su malestar.

—¡ME NIEGO! —Chilló, haciendo una rabieta peor que niñito en un supermercado.

—Bien, no me dejas opción. —Sentenció con toda calma, hasta que sus ojos violetas se llenaron de pura crueldad. —El próximo personaje en convertirse en un "caminante" es… —Al pelirosa casi se le salen los ojos de las cuencas en cuanto empezó a escuchar a la Santa de Géminis, y su piel morena ya estaba tornándose tan pálida como un papel.

—¡NO! ¡CÁLLATE! ¡NO LO DIGAS! —Gritó con todo lo que le dieron los pulmones, y viendo que la gemela no iba a contradecir su estrategia, se tapó los oídos. —¡Lero lero lero! ¡Soy de palo, tengo orejas de pescadooo! —Una venita apareció en la frente de la chica, al ser testigo de tan vergonzoso espectáculo.

—¿Así que quieres jugar rudo, eh? —Inhaló profundamente antes de arremeter con su mejor jugada: mensaje vía cosmos. —"Entonces, como decía, el próximo en ser mordido, convertido en caminante y que acechará a sus amigos es—"

—¡AAAAAAH! ¡NOOO! ¡NO QUIERO SABEEEER! ¡BASTAAAA! —Schiller ya gritaba fuera de sí, al borde de un infarto y la chica, rodando los ojos, ya estaba harta de tanto escándalo.

—Haz lo que te digo, idiota. —Terminó, entrecruzando los brazos frente a su pecho.

—E-está bien… ¡pero si ensucia algo, juro que me desharé de él! ¡No me importa lo que diga Athena! —Paradox chasqueó la lengua y giró sobre sus talones emprendiendo la retirada. Su labor ya estaba cumplida y si Schiller no era tan tonto como creía, obedecería sin chistar.

La casa de Cáncer permaneció en silencio mientras el pelirosa conseguía volver a su normal respiración. Luego de un par de minutos, murmuraba para sí con voz de ultratumba.

—Malditas gemelas escupe-spoilers y maldita diosa griega que no deja de torturarme.


Casa de Leo

Aioria despertó aunque sentía que los párpados le pesaban una tonelada. No durmió nada bien. Claro, si duermes como si te hubiese arrollado un camión, no puedes esperar despertar como un bebé. Al hermano menor de Aioros le pasó eso y más luego de abrir por fin sus ojos y cerciorarse –nuevamente- de lo que había pasado. Él y los demás de vuelta a la vida, el nuevo Santuario…, la nueva casa de Leo… Mycenae…

Ay no… de nuevo ya estaba disgustado.

En el comedor –y en un silencio más incómodo que la ropa interior mal puesta- estaban los dos caballeros de Leo. Comiendo sin ninguna prisa y con Mycenae evadiendo ocasionalmente la mirada de Aioria, quien ya se notaba irritado. El más alto se cuestionaba otra vez qué había hecho para recibir tales reacciones, y el anterior guardián de esa casa no se dignaba a aclarar sus sospechas. El más alto ya se estaba hartando y de manera torpe decidió amenizar las cosas.

—Y dime… Aioria… ¿has dormido bien? —Comenzó con cautela, observando como él interrumpía su comida y apoyaba su mano bajo la barbilla, como si estuviese analizando toda la postura de Mycenae.

—Sí. Gracias. — Mintió con descaro. Dejó unos segundos extra de silencio para reacomodarse y apoyar ambos codos sobre la mesa, mirando fijamente a su sucesor. —Quisiera preguntarte algo importante. —El actual caballero de Leo no pudo evitar dejar escapar un mínimo gesto de sorpresa, ya que era la primera vez que el otro iniciaba una conversación. —¿Por qué la casa tiene algunos daños?

Mycenae solo suspiró, anticipándose un poco a la pregunta. Otro momento de silencio transcurrió, como si el caballero de Leo del presente siglo estuviese elaborando una completa respuesta para su antecesor.

—Hubo una pequeña discusión entre caballeros y resultó en algunos destrozos. Nada grave, he de aclarar. —Aioria tenía aún la mirada llena de incredulidad con respecto a esa versión. —También debo decir que yo no participé de esa disputa. Solo tuve la mala suerte de que ocurriera aquí. —Al terminar su explicación, Mycenae bajó la cabeza, como si aún lamentara lo sucedido, aunque él no hubiese hecho algo. Levantó nuevamente la mirada para encontrarse con un aún escéptico Aioria –no podía engañarlo- pero que mantenía una expresión más relajada.

—Entiendo. —Eso fue todo lo que dijo.

El desayuno transcurrió tranquilo, en silencio, pero ya no tan incómodo como lo fue al inicio. El actual caballero de Leo, antes de levantarse de la mesa, carraspeó para llamar la atención de su antecesor.

—Hoy debo realizar algunas tareas en el Santuario. Athena nos ha encomendado que les brindemos todas las comodidades, así que… estás en tu casa. – Aioria abrió un poco los ojos al notar la leve sonrisa que soltó descuidadamente el actual guardián de Leo. —Eso sonó un poco redundante. Esta es tu casa. —El anterior caballero relajó más la expresión de su rostro, pensando que quizás, quizás, quizáááááás este hombre no era nada de lo que estaba concluyendo por sus sospechas.

—Te lo agradezco. —Soltó con un poquito más de amabilidad, antes de que Mycenae se fuera y él se sentara en el sofá a ver la televisión.


Casa de Virgo

El sexto templo parecía deshabitado. Ni un solo sonido hacía presencia en toda la casa, tan solo dejando a dos guardianes dorados sentados uno frente al otro. O casi.

Fudo estaba como siempre sentado en su posición sobre el pedestal, mientras que Shaka, en su respectivo pedestal de flor de loto, aparecía todo desparramado en la superficie. El rubio no acostumbraba a perderse su momento de meditación, pero todo lo ocurrido en el día anterior le conllevó un tremendo cansancio. Así que, en cuanto se dispuso a "meditar" cayó de espaldas sin ninguna gracia, mientras que su sucesor ni se inmutaba.

—Por Buda, qué bien dormí. —El rubio observó cómo el actual caballero de Virgo sonreía levemente mientras permanecía en la misma forma.

Shaka se levantó, fue al baño y al cabo de unos minutos, volvió, apreciando que Fudo aún continuaba en su lugar. Subió de nuevo a su propio pedestal, todavía confundido por todos los sucesos. Un par de minutos transcurrieron en silencio, hasta que el estómago del anterior caballero de Virgo, gruñó de forma repentina.

—¿Has comido algo hoy?— Preguntó Fudo, alzando una ceja a la vez que mantenía sus ojos cerrados.

—No. —Respondió con voz muy suave.

—…

—…

—¿Tienes hambre?

—La verdad… sí. —Murmuró un poco avergonzado.

—Saca lo que quieras de la cocina. —Permitió sonriente, mientras que el rubio se incorporaba y sin ninguna prisa iba hacia dicha estancia. Al cabo de un minuto, volvió, de la misma forma en que había ido. Volvió a sentarse en el pedestal, frente a Fudo y suspiró.

—¿Y? —Inquirió el peliverde.

—No hay nada.

—Oh…

—…

—Tendré que ir a comprar a Rodorio.

—…

—Lo cual implica moverme.

—Si quieres vo-

—No. —El tono algo más elevado de voz de Fudo detuvo por completo a Shaka. —De ninguna manera, yo soy el guardián de esta casa.

—Está bien. —Respondió con parsimonia.

—Iré enseguida. —Terminó diciendo, para mantenerse estoico en su lugar.

—…

—…

—…

—Enseguida. —Repitió el peliverde, aunque no se movía ni un milímetro, los minutos pasaban y su compañero ya consideraba el hambre como un malestar.

Shaka volvió a suspirar.


Casa de Escorpión

El octavo templo estaba envuelto en absoluto silencio. Milo se despertó porque tuvo la urgente necesidad de ir al baño, así que se incorporó despacio, mirando a todas partes por si se encontraba con la peli rosa santa de Escorpión. No encontró rastro de ella, así que se apresuró a hacer lo que tenía que hacer y luego, recorrió toda la casa en busca de Sonia, resultando en vano. Era muy temprano aún, ¿dónde podría haberse metido?

—Quizás salió de compras o algo… —Encogiéndose de hombros, se dirigió a la cocina, buscando lo que sea que sirviera para preparar su desayuno.

NADA

—¡¿En serio?! ¡¿Ni siquiera un trozo de queso, un pan añejo o una miserable manzana?! —Dijo con la furia a flor de piel para luego cerrar con algo de violencia la puerta del refrigerador. Buscó en las alacenas, pero tampoco pudo encontrar algo. Y sus tripas ya estaban clamando por comida. Suspiró derrotado.

No entendía cuál era el problema de Sonia, pero si tenía claro que debía buscar dónde desayunar, y supo exactamente en qué lugar lo recibirían. Porque para eso están los amigos.


Casa de Capricornio

Shura abrió los ojos como si hubiese dormido una eternidad. No se sentía relajado del todo, estaba tenso y le dolía el cuello. Se sentó en su "cama" y miró alrededor.

LIBROS. LIBROS POR TODAS PARTES.

Oh, sí. Ya lo había recordado.

Estaba vivo o libre de lo que sea que lo encerró en una estatua con sus compañeros. Algo los regresó a todos al Santuario (desnudos, permítanme recordar) y se dieron cuenta de que habían pasado muchos, pero muchos años desde el combate contra Hades. La orden dorada había cambiado por completo y debía hospedarse por ese tiempo en su propia casa, custodiada actualmente por un caballero amante de los libros y con una extraña fijación con la diosa Athena (o con Saori Kido, en específico).

Por lo más sagrado, parecía estar bajo el efecto de alucinógenos.

Después de asearse y vestirse, avanzó a paso de tortuga con artritis hasta el comedor, donde esperaba encontrar al actual Capricornio, pero mayor fue su sorpresa al darse cuenta de que tenían visitas… a esa hora.

—¡Shura! ¡Buenos días! ¿Qué tal dormiste? —Aioros saludaba radiante al ojeroso caballero de Capricornio. "¿Cómo es que él estaba tan feliz?", pensó para luego suspirar. Junto al castaño estaba Seiya, y ambos se encontraban en la mesa listos para desayunar. Luego apareció Ionia desde la cocina, trayendo agua caliente en un termo y huevos revueltos en un pequeño sartén.

—Buenos días. Espero que haya tenido un sueño reparador. —Dijo mientras terminaba de acomodar la mesa. Golpeó con suavidad la mano de Seiya quien ya quería sacar un poco del tocino que había cocinado.

—Buenos… eh… sí, descansé… —Respondía apenas, aún abrumado por tantos acontecimientos. Sin embargo, había algo más que le molestaba. —Este… ¿Ionia? —El aludido lo observó con cautela. —¿Podrías tutearme? Es muy raro que me trates de "usted". —Shura ya se sentía incómodo con tantas formalidades. Y era obvio ya que, de acuerdo al relato de los otros dorados actuales, Ionia le llevaba unas cuantas DÉCADAS de diferencia.

—Lo intentaré, aunque eso va totalmente en contra de mis principios… us—digo, es- quiero decir, eres mi predecesor… aunque… a decir verdad… aún no estoy muy seguro de eso…

—Como sea, ¿podemos comer ya? —Un impaciente Seiya atacaba la comida una vez que Ionia asintió, por lo que los demás también comenzaron a desayunar.

—Y díganme, ¿qué es lo que harán hoy? —Ionia preguntaba gentilmente a los anteriores caballeros, quienes se vieron entre sí, mostrando igual grado de incertidumbre.

—No lo sé… supongo que con los demás buscaremos alguna respuesta a esto… —Contestó con calma Aioros. —Aunque no me molestaría recorrer un poco el lugar para ver qué cosas han cambiado. —Remató sonriente.

—¿Qué hay de ustedes? —Cuestionó de vuelta el español.

—Yo debo ir a cumplir mis labores como director de Palestra. —Y antes de que le preguntaran de qué se trataba eso, continuó. —Es una escuela donde se entrenan caballeros de bronce principalmente. Nuestra querida y gentil diosa Athena fue quien la fundó y a mí, Ionia de Capricornio, me ha encargado la solemne misión de velar por su funcionamiento. —El tono dramático con el que explicaba las cosas extrañaba aún más a los nuevos visitantes. Seiya por su parte solo movía la cabeza: "Ya está de nuevo…".

—Todos tenemos tareas por hacer acá. A Sao— e- es decir, Athena, no le gusta que nos quedemos de vagos. —Concluyó el actual caballero de Sagitario, mientras que los del siglo pasado asentían comprendiendo la situación.

Continuaron desayunando hasta levantarse de la mesa y ordenar todo. Seiya se dirigió con Aioros a la salida de Capricornio en dirección a escaleras arriba, mientras que Ionia ya estaba listo para dirigirse a Palestra. Sin embargo, antes de retirarse buscó con la mirada a su predecesor-sucesor.

—Oh, cierto. Shura, quisiera pedirle-pedirte —Se corrigió de inmediato— un pequeño favor. —El español se acercó a lo que el más "anciano" le entregaba un pedazo de papel. —Necesito que busques algunos de estos libros y los dejes en los estantes que corresponden. Todo está etiquetado, si no, consulta el índice. —A medida que hablaba, la expresión de Shura se volvía más y más confusa.— M-mira, solo sigue las instrucciones que anoté y no tendrás ningún problema.

—Entiendo. —Soltó casi en un hilo de voz.

—Siéntete cómodo en la casa. Nos veremos más tarde. —Se despidió con amabilidad y con solo agitar levemente la mano, el anterior Capricornio hizo lo mismo. En cuanto se percató de que ya estaba solo, abrió con prisa el dichoso papelito para ver qué diantres era lo que tenía que hacer.


Casa de Acuario

—Maestro, ¿un poco más de té?

El rostro de Camus ni se inmutó ante la pregunta de su rubio discípulo, aceptando a través de un suave "gracias" que vertiera más té en su taza. Sus pensamientos lo alejaban del lugar. El anterior caballero de Acuario trataba siempre de cuestionarse todo, de buscar la lógica en todas las cosas, los motivos, las razones por las que suceden.

En esta ocasión, estaba en blanco.

Como una hoja de papel, o el azúcar, o los exámenes que doy en la escuela.

No había ninguna respuesta lógica que permitiera responder a sus preguntas. Por lo tanto, necesitaba de toda su concentración para poder hilar alguna explicación a todo ese desastre que rompía con todo lo que había aprendido durante toda su vida.

—¡Hey Camus! ¡Hyoga! ¡Buen día!

¡Crack!

Esa fue la concentración de Camus.

Milo de Escorpión hizo ingreso a la undécima casa, apresurado por sentarse junto a su amigo y al actual caballero de Acuario. Este último lo observó curioso, alternando su mirada con la de su maestro, quien parecía que lo habían abofeteado.

—Hola, Milo, ¿qué tal pasaste la noche? —Inquirió el rubio discípulo de Camus.

—Ni lo menciones. —Ambos caballeros de Acuario alzaron una ceja ante la actitud del escorpión. —Es decir… el sofá estuvo cómodo, pero no entiendo la actitud de… ¿Sonia? —Al estar inseguro de su nombre, Hyoga asintió para que el peliazul continuara su relato —conmigo. —Cuando terminó de hablar, Camus entrecerró los ojos viendo con cierta… (no, plena, para qué nos hacemos…) desconfianza a su amigo.

—¿Estás seguro de que no le hiciste algo? —Sugirió. Su rubio pupilo abrió mucho sus ojos, mirando expectante al caballero de Escorpión.

—¡No! ¡Para nada! ¡Fui un completo caballero! —Negó a toda velocidad, moviendo las manos como "defendiéndose". —Pero ella andaba de malas pulgas… —Hyoga lo observó entendiendo la situación y suspirando un poco.

—Tranquilo… Sonia es un poco… arisca… pero no te preocupes, si eres respetuoso, no te tratará mal. —Milo solo atinó a alzar una ceja y lanzar la vista al suelo. Terminó encogiéndose de hombros para volver a mirar a ambos guardianes de la onceava casa.

—Si… eso espero… Y… ¿ya desayunaron? —Su semblante cambió brutalmente al darse cuenta de que estaban disfrutando de una deliciosa merienda.

—Estábamos en eso… ¿y tú? —Inquirió Camus, al ver que a su amigo ya se le caía la baba al ver la mesa de ellos.

—Nah… no pude comer porque no había nada en el refrigerador, y Sonia se levantó antes que yo así que no encontré el modo de preparar el desayuno. —Cuando terminó de explicar, llevó sus ojos azules discretamente a mirar al rubio discípulo de Camus, esbozando una sonrisa y levantando graciosamente los hombros.

—C-claro, te traeré una taza. —Hyoga fue raudo a la cocina, preparando algunas cosas a su invitado "improvisado", mientras Camus apoyaba su barbilla en el dorso de su mano. Había vuelto a tener esa mirada llena de concentración, tanto así, que su propio amigo notó que ya no estaba ahí, totalmente sumido en sus pensamientos.

—Oye, Camus. — Sintiéndose aludido, alzó la cabeza para detenerse en la también concentrada mirada de su compañero, sorprendiéndose en el acto.

Milo no era de estar hablando con un tono tan serio de sopetón, y si lo hacía era porque algo verdaderamente importante pasaba por su cabeza. Ya lo entendía. Su alocado amigo también estaba lleno de interrogantes sobre lo que estaba ocurriendo y quería una explicación sensata a cómo habían llegado a esa época. En el fondo, Camus estaba aliviado al no ser el único un poco preocupado por todo el asunto. Milo tomó otro respiro para hablar y el otro ya estaba impaciente por saber.

—¿Te vas a comer eso? —El dedo de Milo apuntaba hacia el plato que yacía junto al francés, en donde quedaban un par de pastelillos.

Unos cuantos segundos de incómodo silencio transcurrieron. Camus se debatía entre meter a Milo en un ataúd de hielo o acceder a su tonta petición. "Estúpido", pensó iracundo al tiempo que un tic en el ojo izquierdo fue lo único que apareció como respuesta.

Cuando Hyoga volvió al comedor con una taza y más café, observó estupefacto como Milo luchaba por despegarse un pastelito congelado el cual, dolorosamente, no quería dejar su lengua.


Casa de Piscis

La mano de Afrodita lentamente se acercó a su rostro para sacar las rodajas de pepino que tuvo en los ojos durante la noche. Con cuidado se incorporó, estirándose como un gato y arreglando de a poco sus bonitos cabellos. Esa noche pudo dormir bien, a pesar de no tener las condiciones más óptimas para su sueño de belleza. No obstante, de nuevo arrugó su cuidado entrecejo al ver la habitación de Amor, la cual ya era "el colmo de lo marginal" de acuerdo a nuestro pececito.

Se levantó con cautela y fue al baño a asearse, lamentando no tener todavía productos de belleza adecuados, pero se aseguró que esa misma tarde buscaría todo el abastecimiento. En cuanto salió, llenó un vaso con agua y lo vertió en el macetero que había dejado en la mesa de noche antes de dormir. En el recipiente ya florecía una bonita rosa blanca, cuya belleza era lo único que aliviaba a Afrodita de estar en ese –en su opinión- cuchitril de cuarta.

—¡Ugh! Saldré de este lugar, o si no se me pegará lo indecente. —Murmuró con absoluta molestia.

Comenzaba a abandonar la casa cuando se dio cuenta que su predecesor dormía como un tronco sobre el sillón, pero totalmente desordenado. Un brazo por acá, una pierna por allá y la saliva que casi caía al suelo, le dieron un espectáculo del total desagrado de Afrodita. Este solo rodó los ojos y partió escaleras abajo, pensando en ir a Rodorio o algún otro lugar a su altura.


Cámara del Patriarca

Shion ya terminaba de tomar su desayuno mientras hojeaba con mucha curiosidad un diario local. No entendía absolutamente NADA de lo que decía. ¿Qué un perro malabarista es el video más visto del mes? ¿Qué tal celebridad se cambió de sexo? ¿Qué el último teléfono del mercado –cuyo precio podría alimentar a una familia por un mes o más. – ya tenía a gente acampando fuera de la tienda para adquirirlo?

—Me pregunto qué diablos será una selfie… ¡lo repiten a montones! —Decía desconcertado al continuar su lectura, sin darse cuenta que la diosa de la sabiduría pasaba a su lado, observándolo como un bicho raro.

Saori prosiguió su camino hasta la oficina de su actual Patriarca, sorprendiéndose enormemente al encontrar a Harbinger trabajando a tan temprana hora. El moreno no paraba de refunfuñar y de mascullar el nombre de Aldebarán de vez en cuando, a la vez que trataba de poner en orden los muchos papeles que debía revisar. Se despertó tan temprano como nunca y solo para no verle la cara al "saco lleno de carisma" como había apodado a su predecesor. Athena intentó llamar su atención de diversas formas: golpeando varias veces el suelo con su zapato, carraspeando, silbando, murmurando su nombre. Nop, nada.

—¡HARBINGER!

—¡CON UN -! —Menos mal que una parte de su cerebro le impidió terminar esa mala frase, al mismo tiempo que se incorporaba de golpe y caía al piso por haberse pisado la túnica (por enésima vez). Con desespero, se retiró la prenda siendo observado severamente por la pelimorada.

—Buenos días… su Ilustrísima. —Su saludo más bien parecía un ladrillo a la cabeza del Patriarca.

—¡A-Athena! ¡Me asustaste! Estaba taaaan concentrado trabajando como el EXCELENTE LÍDER QUE SOY, que ni me di cuenta que estabas aquí. —Saori solo rodó los ojos ante la "auto-percepción" del caballero de Tauro.

—Pues bien, vine porque necesito encomendarte una tarea muy importante para este día. —Harbinger solo se limitó a ver algo atemorizado a la diosa, quien avanzó hasta alcanzar el marco de la ventana y concentró su cosmos para mandar un mensaje a través de esa vía. —"Atención caballeros dorados. Les informaré sobre las actividades del día de hoy. Dorados del Siglo XX: deben presentarse TODOS a la Cámara del Patriarca, de inmediato. Y dije ahora, ahora, ¡YA!" —Desde esa distancia pudo escuchar las quejas y berrinches de los caballeros anteriores. —"En cuanto a los dorados actuales, todas y todos tienen tareas por hacer así que no se hagan los vagos y encárguense." —Y nuevamente, escuchó a su actual orden dorada refunfuñar por la orden recibida. —"Bien, ya todos saben lo que deben hacer, así que, ¡a trabajar! —Al terminar de dar las instrucciones, comenzó a moverse de un lado para otro, manteniendo una expresión seria que todavía no dejaba en paz al actual mandamás del Santuario.

—¡O-Oye, Athena! ¿Qué es lo que piensas hacer?

—Ya verá, señor Patriarca.

En menos de diez minutos, aparecieron los caballeros dorados con expresiones diversas. Desde rostros enfadados hasta algunos curiosos por saber para qué los había llamado la diosa de la sabiduría. Shion también se acercó al percibir el mensaje, dejando de lado su búsqueda por el significado del concepto "youtuber".

—¿Dónde está Dohko? —Consultó Saori al notar que el rejuvenecido Santo no estaba.

—Creo que fue a Rozan junto con Genbu para ver a Shiryu. La casa de Libra está totalmente vacía. —Explicó Mu, al notar la ausencia de ambos en el séptimo templo.

—Entiendo, pero con la gente que ya está acá no habrá problema. —La pelimorada carraspeó un poco, haciendo que todos los antiguos dorados miraran extrañados a la diosa. —Señores, sé que han arribado de forma muy extraña a esta época y que están confundidos y fatigados mentalmente. —Avanzó unos cuantos pasos tal como un general que revisa a sus tropas. —Sin embargo, todos tenemos deberes que cumplir acá, y yo debo atender un asunto muy importante de sp—l-la fundación Graude. —Solo alcanzó a ver a unos cuantos cuyas cejas se alzaron levemente por la confusión. —Es por eso que el Patriarca Harbinger será el responsable de guiarlos en la misión que les encomendaré. —Al solo escuchar su nombre, el caballero de Tauro saltó como si le hubiesen tirado un balde de agua fría.

—¡¿Yo?! ¿Y qué es lo que tengo que hacer?— Para su desgracia, Athena esbozó una suave pero escalofriante sonrisa, confundiendo a todos los presentes.

—Ya verán.


Aeropuerto Internacional Eleftherios Venizelos, Atenas

Ya entrada la mañana, Dohko observaba cautivado de acá para allá todas las instalaciones del aeropuerto. La gente pasando con prisa, maletas enormes y otros durmiendo en los asientos de espera. Genbu –aún somnoliento- buscaba la línea aérea que los llevaría a China, ideando al mismo tiempo, alguna forma para llegar a Rozan. En tanto, observaba de reojo a su maestro, quien parecía un niño frente a una dulcería, y a quien debía recordarle a cada momento que no debía separarse mucho de él, porque podría perderse. Quién lo diría. Los papeles se habían invertido.

—Maestro, tengo que pedirle un favor. —Dohko se detuvo antes de proseguir. —Necesito ir al baño. ¿Podría quedarse en la fila de esta aerolínea? —Apuntó hacia una considerable fila con personas de distintas partes. —Volveré de inmediato para comprar nuestros boletos.

—Claro, chico. ¡No te preocupes! —Después de darle una palmada en el brazo, vio como el de cabellos naranjas se iba apresurado hacia el tocador. —Solo tengo que esperar acá, ¿no? —Se dijo a sí mismo al mismo tiempo que apreciaba como esa larga fila avanzaba lentamente.

Los minutos pasaban y Genbu aún no regresaba. "¿Qué le habrá ocurrido a este muchacho?", pensó algo preocupado el anterior caballero de Libra. La fila avanzó hasta que Dohko no se había percatado de que era su turno para que lo atendieran. La señorita encargada le gritó como tres veces "¡Siguiente!" antes de que pudiera reaccionar y llegar al mesón.

—Buenos días, quisiera dos boletos hacia China por favor. Un adulto y un menor. —Solicitó esbozando una galante sonrisa. La encargada soltó una risita mientras le pedía los datos personales de ambos y los de su destino de viaje. En eso, Genbu llegó de prisa al lado de Dohko, un poco asustado de que se hubiese perdido en el aeropuerto o algo así.

—¡Maestro! Disculpe la demora. Había un montón de gente esperando, ni se imagina como era la fila del baño de las mujeres… —Río un poco —Y veo que ya está comprando los boletos. —Al darse cuenta de la presencia de Genbu, la encargada lo quedó mirando fijamente a él y a su maestro.

—A ver, ¿qué es lo que sucede acá, señor? Usted solicitó un boleto adulto y otro para un menor. —En opinión de Dohko, a la mujer se le había ido todo el encanto. Esa carita de ángel cambió de inmediato a algo como una bestia salvaje.

—Pues, sí, eso fue lo que dije.

—¡Pero el joven acá presente no es un menor! —Apuntó la encargada al de cabellos naranja, quien contaba hasta diez para mantener la calma.

—¡¿Cómo que no?! ¡Si es un crío! No es como que hayan pasado tantos años… ¿o sí?

—Me permite un segundo, ¿por favor? —Pidió el actual caballero de Libra con la más falsa de sus sonrisas, arrastrando a su mentor unos cuantos metros lejos del mesón. —Maestro, ¿pero qué está haciendo? ¡¿No recuerda que han pasado más de quince años?! ¡Hace bastante rato que dejé de ser un niño! —Regañaba como nunca había imaginado que lo haría.

—Cielos, no pensé que de verdad hubiese transcurrido tanto tiempo. —Bajó la cabeza, avergonzado. Luego, levantó el rostro para ver a su alumno ya fastidiado por el tema y suspiró. —Está bien, chico. Cambiemos el bendito boleto para irnos pronto de acá.

De esa forma, ambos caballeros de Libra explicaron la situación y consiguieron sus respectivos boletos, pasaron sus maletas y después se dirigieron a la sala de seguridad para continuar con los protocolos.

Y al pasar por el sensor de metales…

—¡¿Cómo es eso de que no puedo llevar mi corta uñas?! —Gritó Dohko, mientras Genbu, después de golpearse la cara, concluyó que ese sería el viaje más largo de su vida.


Campos de entrenamiento del Santuario

Harbinger arrastraba los pies con total desgano mientras, a su espalda, trece caballeros le seguían el paso, sintiéndose como un guía en una excursión escolar. Ya llevaban casi una hora o un poco más recorriendo las instalaciones del Santuario, con la invaluable guía de su propio líder. Por su parte, los anteriores dorados miraban en todas direcciones, descubriendo qué cosas habían cambiado en tantos años. Y vaya que algunas sí que habían cambiado. El carraspeo del actual caballero de Tauro llamó la atención de los invitados.

—Y como podrán ver a su derecha, —Los Santos del siglo pasado voltearon la cabeza en esa dirección. —ahí tenemos la prisión de Cabo Sounion, morada de gemelos malvados con ansias de poder y envidia en niveles escandalosos. Una tradición in-inq-inquebrantable. —Leía de forma aburrida una de las tarjetas que Athena le había dado, a suerte de instructivo turístico de la zona.

Todos los dorados soltaron un "ooooh" al observar dicha estancia, comentando entre ellos sus impresiones. Saga, mientras un terrible flashback cruzaba su mente (Ajá, ese mismo), se percató del aura maligna que rodeaba a su gemelo, desfigurando ese rostro igual al suyo con pura indignación.

—¡Momento! ¡Momentito! ¡¿Qué es esto?! ¡¿De verdad es Cabo Sounion?! —Kanon, altamente escandalizado, apuntaba con el dedo a la caverna que en su interior contenía cierto espacio, antorchas para la iluminación, e incluso dos guardias fuera de los barrotes.

—¡Ya dije que sí! ¡¿cuál diablos es el problema?! —Esa poquita paciencia que Harbinger tenía con los demás ya se había desvanecido. El menor de los gemelos, ante esa respuesta, solo pudo tomarse la cabeza con ambas manos, al mismo tiempo que Saga se alejaba un par de pasos de él, a modo de precaución.

—Al parecer esta prisión era mucho más cruel antes. —Concluyó Camus, al observar todas esas locas reacciones del anterior general marino y el sudor que recorría la frente de su hermano mayor. —¿Qué habrá pasado?

—Existen ahora unas cosas llamadas "derechos humanos", así que hemos tenido que cambiar un poco nuestras políticas de castigo… —Explicó el Patriarca, para luego esbozar una sonrisa que a cada segundo se ensanchaba más. —Aunque, no por mucho tiempo… —Terminó, lanzando una risa malvada que duró cinco— no, diez- no… unos quince segundos.

Siguieron caminando mientras Harbinger les enseñaba otros lugares y contestaba las numerosas dudas de los caballeros dorados. Esto también daba lugar a que hablaran entre ellos y comentaran su experiencia de la "primera noche" en el nuevo siglo y Santuario.

—¿Qué tal pasaron la noche? —Inició el interrogatorio Aioros, quien era uno de los pocos que estaba animado haciendo la excursión. El resto era un tanto quejarse, hacer comentarios indiferentes y otros más que satisfechos con la estadía.

—Fue un completo asco. ¡Dormí en un puto ataúd! —Soltó abruptamente Máscara de Muerte, obviamente muy molesto. —¡Ese pelo de chicle es de lo peor!

—A pesar de la porquería de lugar en que se convirtió mi casa, dormí como debía. —Comentó el anterior guardián de Piscis.

—Yo… eh… sin comentarios… —Fue lo único que pudo decir Aldebarán, ya que justamente su "gentil" anfitrión caminaba a unos cuantos pasos delante de ellos.

—Descansé bien, Kiki se encargó de todo. —Contestó sonriente Mu.

—Hyoga también. Creo que es la ventaja de tener discípulos. —Confesó Camus, al sentirse bien acogido en su templo.

—La casa de Géminis debió quedar algo pequeña para todos ustedes, ¿cómo se distribuyeron para dormir? —Inquirió con interés Shaka, al recordar que ya no eran dos sino cuatro los moradores de dicha estancia.

—Verán, —Comenzó Kanon, llamando la atención de sus compañeros. —yo dormí con las gemelas y Saga se quedó en el salón. —Dijo con una sonrisa de oreja a oreja. El resto –excepto Saga, quien rodó los ojos, ya cabreado.- ahogó un grito y abrieron los ojos como platos, quedándose callados al digerir tal afirmación (aunque uno que otro murmuró un "maldito bastardo suertudo").

—Estúpido, ni que te fueran a creer eso… —Soltó Saga ante la fanfarronería de su hermano, pero el cómplice silencio de los demás caballeros, daba a entender que la explicación de Kanon era demasiado verosímil, viniendo de él. —¿Qué demonios? —Más silencio de parte de los demás. Le estaban dando TODA la razón. —¡Claro que no! Cada uno durmió en uno de los cuartos de las gemelas, y ellas durmieron juntas en el salón. —Varios soltaron una exclamación al ver aclarada ese tema, mientras que Kanon bufó disgustado ante el comentario de su hermano.

Mientras tanto, Harbinger seguía caminando sin percatarse del parloteo de los anteriores caballeros, lleno de orgullo por verse seguido por los poderosos guardianes de la generación anterior. ¡Increíble! Él podría ordenarles que se lanzaran por un acantilado y seguramente lo harían, porque NO HAY FORMA de que se contradiga su palabra. "¡Soy el Patriarca, bitches!", pensaba, con el pecho hinchado de orgullo. Dándose la vuelta para continuar con su recorrido, silbó tan fuerte como pudo para que todos los presentes le pusieran atención.

—Y bien, ese ha sido el recorrido por este sec-

—¡Disculpa! —Interrumpió de pronto Afrodita. —¿Podemos como que… ya irnos a descansar o hacer otras cosas? —A su vez, otros dorados asentían ya que no demostraban mayor ánimo por recorrer el nuevo Santuario.

—¿Qué? ¿Ya se quieren ir? Y eso que no les mostré la parte más importante… Esa parte que solo está permitida a los que se consideran caballeros de verdad… —Dejó escapar una leve risa. No obstante fue nuevamente ignorado por la mayoría, quienes partieron por su cuenta. Harbinger ya estaba hecho furia por tal falta de respeto al supremo líder, sin percatarse de la presencia de Kanon y Milo, los que esperaban por más detalles.

—Y dime, buen hombre, ¿a qué lugar te refieres? —Cuestionó el menor de los gemelos, a lo que el caballero de Tauro ensanchó una maléfica sonrisa.

—Je, solo síganme.

Milo en un acto sorpresivo, volteó a buscar con la mirada a su amigo, quien se iba junto a los otros.

—¡Camus—!

—No.— Respondió, dejando "congelado" al anterior Escorpión.

Y mientras todos los santos dorados se dirigían a cualquier otro lugar, Aioria acompañaba a su hermano, escuchando su parloteo sobre todo lo que ha cambiado en el Santuario. De pronto, el caballero de Leo detuvo su caminata, al notar la presencia de un soldado raso, quien con un pobre sigilo, se escabullía entre algunas columnas de la antigua arena de combate. Otra figura apareció junto al soldado, tratando en lo posible de ocultar su presencia.

Se trataba de nadie más que Mycenae, quien, debido a su gran estatura, hacía un esfuerzo algo inútil en ocultarse junto a su subordinado. Aioria notó que el soldado le entregaba una bolsa sellada a Mycenae, en un gesto nervioso. El más alto solo asintió para que el otro se fuera sigilosamente. El anterior caballero de Leo veía aún extrañado a su sucesor quien, nuevamente, viendo a todas partes, se retiraba estoico del lugar. ¿Qué había sido eso? La duda le asaltaba de sobremanera, pero tuvo que dejarla de lado al sentir que bruscamente lo arrastraban de un brazo.

—¡O-oye Milo! ¡¿Qué estás haciendo?!—

—‑Tú cállate y síguenos, gato. Me lo agradecerás después.— Aioria no tuvo tiempo ya de reclamar, ya que tanto Milo como Kanon se lo llevaron a un lugar totalmente recomendado por la "brillante y cuerda" mente de Harbinger.


Casa de Piscis

El sol en todo lo alto del Santuario y Amor de Piscis recién se dignaba a despertar. Levantándose con cuidado, dejaba ver su rostro con profundas ojeras y el cabello rubio todo revuelto. Muy lleno de estilo será su sofá pero no estaba ni cerca de apto para dormir. Después de quitarse el hilo de saliva que caía por un lado de su boca, procedió a ir al baño para lavarse la cara. Aprovechó para ver el estado en que se encontraba su cuarto después de que "la florecilla" pasara la noche invadiendo su propiedad.

Dio el visto bueno al ver que su habitación estaba ordenada, yendo así a su baño privado para asearse. En cuanto terminó e iba de vuelta al

Una rosa.

UNA JODIDA ROSA.

Su cara se arrugó más que mueble rústico al tratar de sacar a flote toda la ira que estaba sintiendo. Comenzó a hablar solo, sobre la madre de Afrodita, la condición de la retaguardia del mismo y otros comentarios irrepetibles para sus finos oídos. Iba a lanzar su mayor técnica contra aquella flor cuando una brillante conclusión llegó a su mente en el momento justo. Las lecciones que había sacado después de ver las cintas para su plan maestro.

Esas películas de romance llenas de clichés y finales felices tenían un objeto común en su mayoría. Flores. Flores de bonitos colores. Flores que representaban el amor. ROSAS. Darle a una mujer una rosa tan bella como esa era igual a…

—¡OOOOOOOOOOOOOOH SI! —Vociferó como si hubiese ganado una copa mundial. Decidió que lo mejor era mantener esa flor para sus propósitos. Además, era blanca, y el blanco es signo de pureza, de castidad, de limpieza de alma y corazón y bla, bla, bla… cosas que jugaban a favor en el plan que estaba a muy poco de ejecutar.

Eso sí, había algo que le molestaba. La rosa tenía una prominente espina que le restaba mucho atractivo. Amor no pensó en dejarlo así y después de traer las tijeras de la cocina, procedió a "extirpar" dicha parte. Estaba incómodo tratando de quitar la espina con un macetero muy pequeño, por lo que se le ocurrió la BRILLANTE idea de tomar con cuidado a la rosa desde su tallo. Yyyyyyyyyyy… se pinchó.

Se pinchó con la rosa.

Esta pasó de blanca a roja en menos de un santiamén.

Amor de Piscis cayó al suelo como un saco de papas, con los ojos en blanco y con un hilo de sangre saliendo de la boca.

Oh oh.


Casa de Capricornio

Después de esa extraña excursión por el Santuario, Shura regresó al décimo templo para descansar un rato y hacer los encargos que Ionia le hizo. Preguntándose aún de qué diablos se trataba eso de "Palestra", comenzó a ordenar los libros de la sección de "trastorno obsesivo compulsivo" por orden alfabético y de acuerdo a unos raros códigos que cada uno tenía en el lomo. Al terminar esa tarea, buscó entre los libreros un plumero y un trapo para sacudir la estatua de Sao- Athena.

—Esta estatua es tan detallada que veo hasta las arrugas cerca de los ojos. —Comentó al aire mientras limpiaba dicho artículo.

En eso, Shura sintió el molesto zumbido de una mosca que lo acechaba continuamente. Intentó espantarla varias veces sin éxito, hasta que la visita non grata se detuvo sobre uno de los brazos de la estatua.

—¡No te escaparás! —Y de una sola palmada, logró pulverizarla, retornando el silencio a la casa de Capricornio.

Sin embargo, un nuevo sonido hizo eco en el lugar. El brazo derecho donde estaba la dichosa mosca, comenzó a agrietarse para luego caer estrepitosamente al suelo. Estaba rota, quebrada y desecha, en miles de partecitas. Así se sentía el alma de Shura, al ver el roto, quebrado y desecho, en miles de partecitas, brazo de la estatua de Athena.


Casa de Sagitario

Aioros volvió algo pensativo a la novena casa, después de haber visto a Aioria tan distraído y siendo arrastrado con Kanon y Milo a quién-sabe-dónde. Se sentó en el sofá del salón, pensando con deteniendo qué haría para matar el tiempo. Una idea atravesó su mente. No sería una total indiscreción, pero le picaba la curiosidad por ver qué cosas tenía Seiya en su antiguo templo.

Paseó de aquí por allá, y entre su escrutinio, se fijó en un librero que tenía muchos artículos. Entre revistas, cómics, manuales de armaduras y otros objetos, encontró un libro que tenía letras grandes que marcaban un nombre: KOGA.

Aioros pensaba una y otra vez en sus numerosos códigos de honor, de que no debía meterse en lo que no le importaba y etcétera. Pero el lomo del libro, con letras hechas con lápiz marcador y decorado con mostacillas brillantes no hacía que su curiosidad bajara. Todo lo contrario. Pidiéndole "imaginariamente" permiso a Athena y cerciorándose con completa seguridad de que nadie, pero NADIE lo estaba viendo, sacó el libro del estante y lo abrió con tanta delicadeza como un niño husmeando una revista para adultos.

Lo primero que constató fue que, en efecto, no era un libro, si no que un álbum de fotos. En él aparecían imágenes de la misma persona: un bebé pelirrojo de grandes ojos castaños. Y las situaciones de las fotos eran innumerables: desde su primer baño, su primera comida, los primeros pasos, cuando lloraba, reía, vomitaba, entre otros adorables momentos. Aioros, sintiendo el corazón reconfortado por el álbum (porque además le traía recuerdos de Aioria cuando era un pequeñín), lo habían distraído los primeros cinco minutos, pero después, su cabeza empezaba a procesar la información que estaba recibiendo.

¿Quién sería ese bebé? El cabello pelirrojo no le daba ninguna pista clara, pero el hecho de que estuviese en el estante de Seiya daba para pensar. ¿Sería un hermano menor? ¿O un sobrino? Recordaba en ese momento que su sucesor no tenía más familiares oficiales que su hermana Seika, así que… ¿podría ser eso último? O tal ve-

¡AIOROS!

Semejante grito hizo que botara el álbum desparramándolo en el piso. A toda velocidad lo reordenó, rogando a todos los dioses que nadie lo hubiese visto con las manos en la masa. Volteó bruscamente para ver a su compañero de la casa de Capricornio, más pálido de lo que su organismo lo permitía y sudando horriblemente, como si estuviese en una película de terror.

—¡Sh-Shura! ¡Qu-Qué tremenda sorpresa! —El aludido solo caminó hacia el anterior Sagitario, como un muerto en vida, con las manos temblorosas que se posaron en los hombros de Aioros.

—¡Necesito tu ayuda! —Al hablar pareciera que el español le transmitió todo el miedo a su compañero. ¿Qué carambas había hecho Shura? El griego ya se imaginaba lo peor, como que asesinó a alguien y quería que lo ayudara a esconder el cadáver. El más pálido tomó una gran bocanada de aire antes de seguir. —¿Tienes pegamento súper fuerte?

—¿Eh?— Fue lo único que logró decir.


Rozan. Hogar de… vamos, ustedes saben.

Era un precioso día en las cinco antiguas montañas. Shiryu trabajaba arduamente en el campo, labrando la tierra para sus cultivos. Aunque el sol estaba en todo su apogeo, no hizo que eso lo desanimara a seguir trabajando, hundiendo con fuerza el azadón en la tierra. Shunrei apareció de pronto, con un saco de semillas que iban a plantar.

—Ah, Shiryu, recuerda que se nos está acabando la leña. —Apuntó la mujer mientras acarreaba una cesta con ropa y la entraba a la casa. Su esposo la escuchó, mientras dejaba de realizar su trabajo,

—Oh, sí. Iré en seguida a cortar un poco. —Claro, porque para qué molestarse en usar un hacha cuando tienes una legendaria espada en tu brazo.

El anterior caballero de Dragón continuó con sus labores, hasta que volvió a alzar la vista, encontrándose con la imagen de dos personas caminando a lo lejos. ¿Visitas? ¿Pero quiénes serían? Concluyó que eran dos hombres, uno más alto que el otro. Y el más bajo de ellos movía la mano enérgicamente a modo de saludo. Su mandíbula cayó libremente al reconocer de inmediato a uno de ellos.

—¿Genbu? —Confirmó con extrañeza al ver al pelinaranja. ¿Qué estaba haciendo en Rozan? ¿Acaso el Santuario estaba en peligro? "¡Qué montón de ingratos!", pensaba luego Shiryu. Les dijo que si ocurría algo debían llamarlo, no ir a su casa con toda calma.

—¡Hey, Shiryu! —Gritaba a todo pulmón el castaño que iba junto a su "hermano menor". Los ojos del aludido se abrieron como nunca y comenzó a sudar frío. Ya lo había reconocido y no podía creer lo que estaba pasando.

Era el Maestro Dohko.

Y Genbu ya preveía lo que iba a pasar.

—¡E-espera Shiryu! ¡NO TE DESMA-!

Muy tarde.


Cámara del Patriarca

No quería admitirlo, pero a Shion ya le habían dolido un poco los pies luego de la excursión con su "sucesor" del cargo de Patriarca. Definitivamente ya no estaba para esos trotes. Y para distraerse, decidió volcarse a su lado nostálgico e ir a su antiguo despacho, que ahora era propiedad de Harbinger. Entró a la oficina, para su disgusto, llena de documentos por el suelo, estantes que ya no daban abasto y el escritorio REPLETO de bolsas con frituras y manchas de gaseosas.

—Dioses, denme paciencia… porque si me dan fuerza… —Mascullaba el anterior mandamás.

Como no tenía nada que hacer y de verdad, no aguantaba el desastre que era la oficina, decidió que podría ordenar un poco para tratar de hacerlo ver decente. Comenzó con sacar las frituras del escritorio y de limpiarlo hasta que su rostro se reflejara en él. Luego, continuó con los estantes, una tarea para nada fácil mientras sacaba varias carpetas apretadas en el mismo compartimento. Cuando por fin pudo retirarlas, el mueble tambaleó bruscamente, dejando caer un… ¿casco de fútbol americano?

El pobre Shion sintió que le habían dado un martillazo en la cabeza y cayó con gran estrépito al suelo. Y cuando la estancia era de nuevo envuelta en el silencio, solo unos ágiles pies hacían camino en la estancia sagrada, llegando hasta el trono donde el mandamás del Santuario se sienta y da órdenes como el amo y señor del universo.

Esta persona observó para todos lados, esperando que nadie se diera cuenta de lo que estaba a punto de hacer. No le importaba si eso se podía considerar maligno o perverso, le daba igual. Lo haría aunque todos los dioses del Olimpo lo castigaran. Se sentó en aquel sacro sitio, disfrutando de la comodidad de la acolchonada pieza. Esa incomparable sensación había vuelto.

Soltó una risita malvada… y su cabello cambió de color.


Casa de Acuario

Hyoga acarreaba unas cajas dentro de la casa, cuando su maestro apareció después de la visita por los alrededores. El mago de hielo tomó asiento en el salón, permitiéndose unos minutos de relajo, captando así la atención de su discípulo, quien se acercó con calma.

—¡Maestro Camus! ¿En dónde estuvo?

—El Patriarca Harbinger nos llevó a una visita guiada por el Santuario. —Hyoga abrió los ojos sorprendido, en primer lugar, porque el caballero de Tauro había accedido a tal tarea (suponiendo que debió ser impuesta por Athena), y segundo, porque no imaginaba qué clase de tour les había dado a los anteriores dorados.

—Ya veo… ¿y qué le pareció?

—Si… pues… hay cosas novedosas, otras no tanto… —Respondió algo dubitativo. —¿de verdad los aspirantes a caballero de bronce deben pelear contra él? —Aprovechó para aclarar esa duda, ya que aún no le cabía en la mente esa medida.

—Eso parece… —Contestó, rascándose la cabeza, sin entender cómo es que lo habían permitido. —Aunque presiento que no será por mucho tiempo… —Camus demostró un semblante más calmado ante esa aclaración.

—Cambiando de tema, ¿qué es lo que llevas ahí, Hyoga?

—Estos son algunos de los libros que le pertenecen. —Señaló las cajas, a las que Camus se acercó sacando uno u otro tomo para verificar lo que decía su pupilo. Sin embargo, el anterior Acuario se percató de algo, y como si le hubiese leído la mente, el rubio se apresuró a contestar. —S-sé que faltan libros, Maestro. Estos son los que pude encontrar en los armarios de Acuario. Pero los demás están en Capricornio. —Ante la mirada helada que le dirigió Camus, Hyoga prosiguió. —Ya le había comentado esto, pero pierda cuidado en preguntarle a Ionia por ellos. Se los entregará de inmediato.

—Está bien. En cuanto lo encuentre, hablaré con él.

—Iré a Rodorio a entregar un encargo. Usted puede quedarse acá Maestro, y es libre de hacer lo que guste. —Ante el "está bien" musitado por el de cabellos azules, el rubio se dirigió a la entrada del templo. —Volveré en una hora. Nos vemos. —Camus se despidió de él, moviendo suavemente su mano.

Después de eso, volvió al salón, echando un rápido vistazo a los alrededores. Estaba algo cansado así que decidió que lo mejor era buscar alguno de esos libros que Hyoga había recuperado y distraer un poco su mente con la lectura.

—Al menos Hyoga se esfuerza en mantener el orden en la casa, y la armadura de Acuario brilla más que nunca. —Comentó al aire, dejando salir a flote sus verdaderas impresiones sobre su discípulo, al ver que nadie más estaba cerca.

¿Verdad?

—Sí, no había estado tan brillante des- —Ni pudo terminar al notar que le contestó alguien… o mejor dicho, algo.

Camus volteó a ver de dónde provenía esa siniestra voz, quedando inmovilizado al percatarse.

Era su propia armadura dorada.

Estoy deslumbrante, ¿no? —Habló de nuevo aquella burlona voz, dejándolo tan helado como si hubiese recibido uno de sus propios ataques. Ay no, aquí venían de nuevo. Sus millones de interrogantes.

"¿Qué?"

"¡¿Qué?!"

"¡¿QUÉ?!"

Oh… lo que les espera a todos.

En serio… ¿de verdad, verdad, verdad se murió el amor—digo, Amor? ¿Qué hará Camus ante esta sorpresita? ¿Qué pasará cuando Shiryu se despierte? ¿Cómo solucionará Shura el problema en el que se metió? ¿A qué lugar de mala influencia llevará Harbinger a esos pobres (sí claro, como no) dorados? ¿En qué estará Mycenae que tanto desconfía Aioria? ¿Descubrirá Aioros quién es el misterioso bebé de las fotos? ¿Qué diantres hará Saga en la Cámara del Patriarca? ¿Alguien encontrará al pobre de Shion inconsciente? ¿Esta perezosa autora podrá actualizar antes de que pase el siguiente cometa Halley?

¡Sintonicen el próximo capítulo –espero que pronto- para desenredar todas estas locuras!

Continuará…


¡Okay! Ya ha concluido este capítulo, pero que ha dejado miiiiiil y una incógnitas para ustedes! Veamos qué sucederá en el siguiente, y espero no tardarme tanto porque ya lo tengo algo avanzado. Ah, sí, la muy tarúpida de su servidora, descubrió finalmente cómo se usan los guiones para el diálogo… ¿hurra? xD

Ahora, al inicio pedí que leyeran hasta el final y es debido a que realizaré un pequeño segmento pregunta-respuesta donde plantearé algunas dudas que se tienden a repetir en los reviews y que me gustaría dejar en claro:

P: ¿Cuándo actualizarás?

R: La verdad es que, como vengo explicando desde hace dos capítulos, mis tiempos se han visto reducidos en parte, pero todo es RELATIVO (gracias Einstein). Pero ya tengo más clara la trama para este fic y espero que la escritura del mismo no tarde taaaaanto como en este capítulo. En síntesis, la respuesta es NO SE. Puede ser pronto o más tarde, pero de que actualizaré, ACTUALIZARÉ. :)

P: ¿Cuándo aparecerá(n) (inserte nombre de personaje)?

R: La respuesta es muy simple: cuando tengan que aparecer. Si no aparecen, es porque no son parte de lo que propongo de la historia, pero no tiene que ver con que me desagrade algún personaje porque no es así.

P: ¡Podrías hacer una escena que sea como (inserte descripción de escena)!

R: En primer lugar, agradezco sus comentarios, son muy buenos y me gusta saber qué les gustó o no del fic, pero en cuanto a lo que aparezca en él pues… soy yo quien decide eso. Insisto, les doy infinitas gracias por las sugerencias, pero esta loca historia está hace tanto tiempo en mi cabeza que tuve que planificarla en un cuaderno, y ahí está –desde hace MUCHO rato- casi todo lo que va a aparecer en el fic. Ahora, esto no quita el hecho de que coincidentemente algunas de sus ideas se vean acá. Si es así, pues, ¡genial! :D

P: Me gustaría que estuviese la pareja de (nombre personaje A) con (nombre personaje B).

R: Ay… este temita lo abordaré con rapidez y sin anestesia. El romance NO ES, repito, NO ES el fuerte de este fic. Está catalogado como humor y por lo tanto me dedicaré a hacer reír y eso. ¿Puede haber romance y/o interacción cercana entre dos personajes? Sí, pero consideren que eso no es lo primordial acá. Lo digo porque no quiero discusiones sobre que no te gusta tal o tal pareja. Les pido que sean corteses y fomentemos el buen ambiente por acá :)

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Espero que no se molesten por estas respuestas, pero necesito que entiendan y respeten los giros que se den en la historia. :D Aunque puede ser que varias de las cosas que me han recomendado, coincidan con lo que ya tenía planeado hace rato.

Después de esta larga aclaración, no me queda más que agradecer una y otra vez sus palabras, me hacen tan feliz T_T Espero que este asqueroso retraso no los desaliente para seguir el fic y seguir comentando al respecto :D El capítulo 6 ya va en proceso, porque también quiero saber qué ocurrirá con los dorados xD

Gracias de nuevo por leer y espero (mucho, mucho) vernos pronto en el siguiente capítulo.

¡Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo!

Un abrazo muy cariñoso a tod s :)

Solefald