Hola a todos los que lean este primer capítulo.

Aquí esta una loca idea que surgió mientras platicaba con una de mis amigas en facebook, todos la conocen como Black Rose -IMZ, girl gracias por darme la idea, sabes que te amo demasiado y eres mi lado perverso.

Por cierto dejen sus comentarios y sugerencias y no olviden pasar por mis otras historias. Recuerden que adoro sus comentarios y sugerencias, eso me motiva a escribir cada día más rápido y hacer un excelente capitulo mejor que el anterior.

Kung Fu Panda pertenece a la franquicia de Dreamworks y Jennifer Yuh


Se sentían preparados y emocionados, habían planeado su próxima broma que según ellos "superaba todas las anteriores de la semana" aunque claro, primero tenían que recuperar lo que necesitaban para que su broma maestra de la semana se llevara a cabo. Ahora se encontraban en una habitación donde el maestro Shifu confinaba sus objetos cuando estaban castigados, estaban tratando de recuperar unos polvos pica picas y una sustancia de dudosa procedencia.

"Vamos Mantis, apúrate que en cualquier momento puede venir el maestro Shifu." Susurró Mono vigilando desde la puerta mientras que Mantis se encontraba brincando de un lado a otro tratando de localizar el dichoso polvo que era lo único que le faltaba.

"Ya voy, ahora si se esforzó el maestro en esconderlo demasiado bien." Le contestó mientras revisaba las últimas repisas que le faltaban. "¡Lo encontré!"

"¡Apúrate que escucho que alguien viene!" Susurró Mono mientras escuchaba los pasos cada vez más cerca.

Mantis volteó para coger la bolsita con el polvo pica pica, pero no recordaba de qué color era ¿la roja o la anaranjada? No le importo en lo más mínimo y tomo la que estaba más cerca antes de subirse en el hombro del simio y salir de ahí como el alma que se lleva el diablo.

¿Que tenían de diferente? Pensó el insecto, ambas contenían lo mismo después de todo. ¿Que podría pasar?

Pudieron continuar continuando festejando su victoria mirando el botín y riéndose entre dientes de no ser porque se toparon con el resto de sus amigos y compañeros, tratando de no golpearse contra ellos tropezaron ligeramente pero eso fue suficiente para tirar el polvo que tenía Mantis en su bolsita ensuciando a Tigresa de pies a cabeza.

"¡Oye! ¿Pero que...?"

"Lo sentimos mucho Tigresa, no era nuestra intención." Dijeron los dos rápidamente tratando de evitar una golpiza de la más radical de todos.

"Ugh, da igual." Contestó la felina mientras se sacudía el polvo que le había caído encima. "Iré a darme un baño a quitarme esto. "Y les lanzó una mirada que les heló a los dos la sangre, sabía que se los usaría como saco de entrenamiento mañana.

"Fue un gusto conocerlos chicos, les haré una pintura en su honor."

"Y yo les llevaré flores si no sobreviven mañana, si es que sobreviven."

"No creo que Tigresa sea tan mala, a lo mucho no sentirán una que otra extremidad." Contesto distraídamente Po antes de sonreírles. "Como sea, iré a preparar la cena." Y como si esa fuera la palabra mágica entraron todos a la cocina a ayudarlo a poner la mesa mientras el preparaba su deliciosa comida.

Todos en la cocina estaban hablando animadamente; Mono y Mantis al parecer tendrían que cambiar un poco los planes para su broma ya que los polvos ya no estaban y solo tenían la sustancia de dudosa procedencia que a todos les daba pavor saber su verdadero origen, Grulla al parecer quería buscar nuevas técnicas para su dibujo, Víbora estaba haciendo una lista mental de lo que necesitaría para su próxima visita al pueblo y Po contaba historias sobre las aventuras en el restaurante de su padre.

Tigresa llegó justo cuando empezaban a servir la cena, se podía decir que había tomado un baño gracias a su pelaje levemente mojado, había cambiado su fiel chaleco rojo por una blusa roja con las mangas hasta los codos y se podía oler un pequeño toque de jabón por donde pasaba.

Le agradeció a Po cuando él amablemente puso su plato frente a ella, tomo sus palillos y empezó a comer después de ver mal a Mono y a Mantis que solo se encogieron al verla, escuchando la plática que se desarrollaba en la mesa e incluso soltaba ligeras sonrisas al escuchar las alocadas y raras anécdotas del panda mientras los demás soltaban sonoras carcajadas.

Después de un rato el maestro Shifu decidió unírseles para cenar mientras decía algunas palabras sobre sus rendimientos y como podrían mejorarlos con el entrenamiento que recibirían mañana después del calentamiento. Por alguna extraña razón Tigresa se empezaba a sentir poco a poco cansada hasta llegar a un punto de dejar de escuchar a su maestro y padre adoptivo y soltar un bostezo que fue silenciado por su mano.

"…Creo que esa es su señal para que se vayan a descansar." Señalo Shifu al ver a su alumna e hija bostezar. "Mañana les espera el entrenamiento y no descansaran hasta que les salga bien o hasta que se oculte el sol."

"Si maestro Shifu."

"Ahora me retiro a descansar y les sugiero que hagan lo mismo. Hasta mañana alumnos." Y con esa despedida de parte de su maestro, salió rumbo a su habitación.

"Ya escucharon al maestro, es hora de ir a descansar." Dijo Tigresa mientras se levantaba de la mesa y ponía su plato en el fregadero. "Además, mañana dos de ustedes serán mi pareja de entrenamiento."

Y con esas palabras salió del lugar, dejando a dos maestros temblando y los demás dándoles el pésame mientras terminaban de limpiar la cocina.

La felina llegó hasta su habitación, era raro que se sintiera tan cansada, la única vez que se sintió así fue cuando empezó a entrenar por primera vez el kung fu. Pensó que con el baño relajaría los músculos pero al parecer solo había logrado darle más sueño. Se sentía adolorida, cansada, agotada y ligeramente entumida del cuerpo.

Soltó un gran bostezo mientras se tallaba los ojos que cada vez pesaban más a cada minuto que pasaba, se sentó en la cama mientras se tallaba ligeramente la cara tratando de alejar un poco el sueño pero al parecer no funcionaba, se dejó caer de espaldas sin importarle en lo más mínimo arrugar su ropa y se acomodó en su cama para estar más cómoda antes de cerrar los ojos y caer rendida a los brazos de Morfeo un segundo después.

Sin ser consciente de lo que le pasaría una vez que volviera a abrir los ojos y cambiaria drásticamente tanto para ella como para los demás.

La noche paso como cualquier otra; las estrellas acompañando a la luna antes de ocultarse para darle la bienvenida al nuevo día con la llegada de los primeros rayos del sol.

Apenas cuando el sol apareció en el cielo se pudo escuchar el sonido del gong anunciando un nuevo día de trabajo para todos los habitantes del Valle de la Paz y anunciando un nuevo día de entrenamiento para los maestros que vivían en el Palacio de Jade.

El gong sonó como de costumbre haciendo que los guerreros saludaran a su maestro en el pasillo, fuera de sus habitaciones para ser más exactos, aunque pudieron observar que uno no estaba ahí. Y sinceramente era de la persona que jamás habrían esperado.

La maestra Tigresa, la más disciplinada y radical del palacio no había salido de su habitación.

Todos se miraron unos a otros, con la duda reflejada en sus rostros. ¿Por qué Tigresa no había salido de su habitación?

El maestro Shifu fue el primero en recuperarse de la impresión, con paso firme se dirigió hasta la habitación de la felina hasta quedar frente a su puerta, toco tres veces esperando alguna contestación de parte de su hija adoptiva pero no hubo respuesta alguna.

"Tigresa ¿puedo pasar?" Pregunto el panda rojo. No hubo ninguna respuesta.

Extrañado por la conducta de su alumna e hija adoptiva decidió entrar, sin importarle lo más mínimo que sus alumnos estuvieran detrás de él o incluso de no recibir la autorización de la dueña de la habitación.

Abrió las puertas de par en par, viendo la habitación iluminada por los rayos del sol y pudo ver con claridad. El lugar estaba ordenado: las lámparas estaban encima de una mesita junto con algunos rollos y unos pinceles, la ropa estaba doblada y ordenada encima de una silla, lista para ser usada por su dueña.

Lo único fuera de su lugar era la cama.

Y no porque estuviera atravesada en medio de la habitación en una posición extraña o algo por el estilo, no que va, la cama estaba en su lugar como de costumbre. Lo único fuera del lugar era que en la cama había varias mantas hechas bola, como si la persona que estuviera durmiendo hubiera tenido una mala noche.

El maestro Shifu entro a la habitación con paso lento pero seguro, preparado si era un ataque sorpresa o algo por el estilo, pero nada de eso paso. Al contrario, la habitación estaba en silencio tal y como entró, pero conforme se acercaba cada vez más a la cama se podían escuchar pequeñas respiraciones, casi superficiales si era del todo sincero consigo mismo.

Vio las mantas moverse casi superficialmente, gracias al dueño de aquella respiración suave, se acercó hasta quedar a solo milímetros. Tomo las mantas con ambas manos y de un tirón las aparto lanzándolas al aire mientras ponía una pose de batalla pero con lo que vio se quedó tan sorprendido que literalmente quedo congelado en su lugar mientras sus ojos mostraban asombro.

Los demás decidieron entrar cuando las mantas tocaron el suelo y comprendieron una fracción de segundo después la reacción de su maestro, incluso ellos compartían aquel sentimiento de sorpresa.

Esperaban cualquier cosa, un enemigo, una broma de mal gusto o incluso a una Tigresa enferma pero nada los preparo para lo siguiente: sobre la cama, donde debería estar Tigresa, solamente se encontraba una pequeña felina de 3 años a lo mucho.

La pequeña estaba dormida de lado, casi dormida sobre su estómago, con su boca ligeramente abierta mientras abrazaba la almohada, su pelaje ligeramente despeinado y con una blusa demasiado grande para ella, tanto que parecía un vestido.

La misma blusa que había usado Tigresa la noche anterior para ser más precisos.

Todos trataban de asimilar lo que sus ojos les mostraba: una Tigresa dormida de tan solo 3 años donde se supone que tendía que estar una Tigresa que todos conocían.

Se miraron unos a otros, tratando de confirmar que eso no era una jugarreta de sus mentes o era un loco sueño donde después se ponen a bailar pero al parecer no lo era. Estaban más que despiertos y trataban de recuperarse de la impresión inicial.

Podían haberse quedado así por horas, pero un bostezo y un movimiento de parte de la pequeña los había sacado de sus trances.

Al parecer ya estaba despertando.

La pequeña soltó un sonoro bostezo mientras se tallaba con su puñito izquierdo uno de sus ojos mientras que con la otra mano abrazaba la almohada para más tarde enfocar su mirada en los 6 adultos que estaban en la habitación.

"¿Qué hacen aquí?" Preguntó con voz cantarina mientras hacía una pequeña mueca, un puchero, mientras fruncía ligeramente el ceño. "¿Por qué están más grandes?"

Vieron que fruncía más el ceño, podrían esperar que les gritara o algo por el estilo pero al parecer Tigresa tenía otros planes. Soltó un hipido para un segundo más tarde ponerse a llorar.