Bueno primero déjenme presentarme. Soy una adicta a los libros y este es mi primer fanfic. La verdad es que me daba un poco de vergüenza ya que nunca me había atrevido a publicar mis historias. Sin mas que decir espero que les guste y nos leemos mas abajo :) Con cariño Sellie.

PD: El titulo "The Heirs" significa "los herederos" (solo por si las dudas)

PD: Como ya saben los personajes son de Cassandra Clare y bla, bla, bla... ¡Al diablo con esto! (?)

ADELANTE PRIMER CAPITULO! XD

CAPITULO 1

BIENVENIDO A IDRIS.

(SHOPPING, LIBROS Y... OJOS VERDES)

Idris era un lugar sin duda hermoso, desde los inmensos bosques que se extendían por detrás de las casas, y que nadie se atrevía adentrarse en ellos, hasta el puente que llevaba a las afueras de la ciudad.

Idris era demasiado hermoso para hacerle justicia.

Sin embargo para Alec no lo era. Él no quería estar en ese lugar, y mucho menos quería vivir allí precisamente, pero ¿De que servia quejarse? No ganaría nada con ello y jamás se habría puesto en contra de las decisiones de sus padres. Era el hijo perfecto. Tranquilo e inteligente. Su padre estaba orgulloso y eso era lo importante ¿No? La respuesta siempre seria si, aun cuando se sienta disconforme con esta.

Alec observo su nueva habitación. Era hm… perfecta. Espaciosa, con balcón, una biblioteca y un armario lo bastante grande como para que entren seis personas, y muy blanca. Y lo peor de todo, con todos esos lujos y caprichos que le brindaban su familia, es que ese no era su hogar. New York lo era. La gente caminando apresuradamente con tal de llegar a su destino lo más rápido posible, el olor a cemento y ¿sudor?... y por ultimo las pocas personas que eran sus amigos. Ahora, devuelta, tendría que ser el chico solitario y encerrado en su propio mundo.

Suspiro dejando caer la maleta en la cama, esta no era tan amplia pero lucia cómoda. Sin más preámbulos coloco su ropa en los placares, luego camino por el pasillo que daba a las otras habitaciones para tocar la puerta de una de estas.

Isabelle la abrió enseguida dedicándole una media sonrisa.

—Es un lindo lugar —dijo apoyándose en la puerta—espero que los chicos igual —Alec simplemente le dedico una mueca—. Aunque aparentemente no a todos les gusta. Oye se que es un cambio bastante grande pero hay que ver el lado bueno.

—Y ¿Cuál es? —pregunto Alexander cruzándose de brazos.

—En el centro hay un centro comercial muy grande. Además hay rebajas en cualquier cosa rotosa y de origen desconocido —Izzy miro la ropa de su hermano para luego negar con la cabeza.

—¡Oye!

—Es la pura verdad mi querido hermano.

Antes de que Alec pudiera contestar Jace subió por la escalera con cara de hastío.

—¿Saben que es lo peor en todo el mundo? —pregunto molesto.

—La impotencia —respondió Izzy. Jace se relajo y sonrío.

—Al contrario, descubrí que en el baño…

Antes de que terminara Alexander e Isabelle contestaron por él.

—NO HAY ESPEJO.

—A ver explíquenme ¡¿Cómo en una casa que costo demasiado no hay un maldito espejo?!

Izzy simplemente lo ignoro, aunque en su interior le daba la razón, y bajo a la sala principal. Jace la miro estupefacto y luego miro a su hermanastro. Alec se dedico solamente a encoger los hombros y salir de allí lo más rápido posible.

En la sala se encontraban cajas esparcidas por todos lados, los hombres del camión de mudanzas entraban y salían mientras recibían órdenes de Maryse Lightwood. La mujer lucia encantadora incluso a unos cien metros de distancia. El cabello negro y largo esta atado en una coleta prolija y un leve maquillaje adornaba su rostro haciéndola lucir más joven.

—Mamá quiero y, por supuesto, voy visitar la ciudad —dijo Isabelle con una rapidez devastadora —, y como sabemos que no puedo evitar observar las tiendas y el leve deseo de comprarme algo necesito dinero y tú eres el banco personal mas generoso y perfecto del mundo.

Jace y Alec miraron a las dos mujeres al mismo tiempo para luego observarse entre ellos y levantar una ceja. Izzy a veces era cruel y astuta. Sin embargo, Maryse lo era más.

—Hija en este momento no tengo lo que pides —Maryse tecleo en su teléfono ignorándola completamente.

—No lo pido, lo exijo.

—¿Si? Recuerdo habértelo dado hace una semana —Maryse finalmente levanto la vista y frunció el ceño —. Además recuerda que yo no manejo el dinero hija, por lo que no vengas a derramar tus lágrimas conmigo ya que seria una perdida de agua salada y no queremos ver a tus ojitos quieres dinero… ve con tu padre.

Eso marco el final de la conversación. Isabelle enojada y con Alec y Jace detrás fueron hasta la puerta para irse a "pasear", lo cual era una tortura para Isabelle. Antes de salir Maryse agrego:

—Alexander.

—¿Si? —pregunto este.

—Tienes la cremallera baja.

Las mejillas de Alec se tiñeron de un rojo puro al escuchar la risa de uno de los empleados que traía una caja. Izzy y Jace también se , y con la cremallera subida, se dirigió a la salida.

El resplandor del sol cegó sus ojos por lo que intento acostumbrar un poco su vista para observar el amplio vecindario, donde ahora seria su nuevo "hogar", que se extendía por los alrededores. El verde de los árboles y el suelo estaba presente por todos lados. El cielo sin nubes y la brisa suave provocaron un escalofrío en su cuerpo. Se podría decir que en Idris todo era perfecto, y eso es justamente lo que no le gustaba. Lo perfecto le hacia recordar que él no lo era y la falsa persona en la que se había convertido con los años.

Las viviendas de los habitantes eran demasiado grandes, incluso la suya propia. Todos los habitantes de Idris eran personas importantes en el mundo de la política, farándula y empresarial. Cabía decir que eso no era muy reconfortante y cómodo, por el simple hecho de que el no era sociable y era pésimo para las tres categorías, aunque aparentaba serlo. Se pregunto si alguna vez podría mostrarse tal cual era y si lo hacia tendría consecuencias. El orgullo de su familia se vería arruinado si lo decía siquiera.

—¡Ey! —grito Jace y con Izzy a su lado. Cuando llegaron hacia él le mostraron la tarjeta de crédito, que supuso era de su padre —. La tenemos. Fue mas fácil de lo que creíamos, simplemente teníamos que decirles que íbamos a comprar los materiales para el colegio.

Sorprendido, Alec recordó que pasado mañana seria su primer día de clases en el Instituto de Idris, en el cual solo se admitían a familias importantes y aquellos estudiantes que entraban con una beca, los cuales eran pocos. Alexander tenia una y esta le daba el permiso de que sus hermanos ingresaran con el sin pagar una exagerada cantidad de dinero. Sus padres no dudaron en rechazarla ya que había sido obra suya inscribir a su hijo, y este no tenia ni idea. Aunque tenía entendido que aun si no obtenía la beca de todas formas Robert y Maryse iban a ingresarlos a ese Instituto. «La familia Lightwood siempre tiene lo mejor» ese era el lema y lo que lo había apartado de su vida.

—Es verdad —dijo con tristeza.

Sus hermanos lo observaron sabiendo el peso que tenia que llevar el hijo mayor de una familia como la suya, donde el orgullo y prejuicio esta por sobre todo. La felicidad quedaba en segundo plano.

—Hermano no te preocupes, de seguro hay personas como tú —inquirió Jace.

—¿Cómo yo?

—Claro. Con lo aburrido y nerd ¿captas?

—Capto —Jace sonrío —. Capto lo idiota e engreído que eres Jonathan.

La sonrisa de este se esfumo al escuchar su nombre completo. Alec sabia lo que provocaba en el, ya que su ex novia le decía todo el santo día «Oh Jonathan bésame. Oh Jonathan…»

—Sabes que no me gusta que me llamen así.

—Discúlpame Johnny —se burlo con voz de mujer. Izzy se río a más no poder.

Sin dejar que Jace replicara, Alec comenzó a caminar. La vecina de enfrente sonrío mientras regabas las plantas de su jardín. La anciana tenia una piel muy clara y las arrugas en su rostro le daban un toque delicado, su vestido liso de un verde pálido le sentaba encantador junto con su cabello oscuro. Incluso, parecía amigable.

Esa gigantesca estructura que se alzaba delante de él DEFINITIVAMENTE no podía ser un centro comercial. Alexander se espanto cuando la imagen de su hermana comprando, compulsivamente, vino a su mente. Tendría que sacarla de allí y no por las buenas. Observo a Isabelle y vio la gigantesca sonrisa que iluminaba su rostro.

—Chicos, preparen sus piernas, porque de aquí no saldremos en un largo tiempo.

Jace asintió feliz. Él era otro comprador compulsivo. La idea de Jace probándose ropa y mirándose en el espejo preguntando "¿Cómo me veo?, si lo sé soy muy sexy" le dio un escalofrío espantoso. Era su primer día en su nuevo hogar y ya la estaba pasando fatal ¿Acaso el karma se burlaba de él?

—Podríamos solo dedicarnos a comprar lo que necesitamos e irnos de una buena vez —sugirió Alec ganándose los rostros de desaprobación de sus hermanos.

—Alec… deja de ser tan aguafiestas y relájate —le reprocho Izzy para luego tirar del brazo a los dos muchachos y obligarlos a entrar al edificio.

Pensar que podría encajar en un mundo como ese era simplemente una entupida ilusión que producía su cerebro para subirle la autoestima. Nada en él podría siquiera encajar con el perro a su izquierda, y el canino lucia demasiado elegante con la chaqueta de cuero que traía encima ¿Por qué torturar a un animal indefenso? Alexander se deshizo de esos pensamientos y siguió caminando, topándose con las miradas de varias personas. Eso sin lugar a dudas lo puso muy colorado y nervioso. En cambio, Izzy y Jace parecían cómodos y acostumbrados a que los observaran por su belleza. Isabelle por vestir ropa cara y ajustada, además de los tacos de aguja de Christian Louboutin… un momento ¿Desde cuando él sabia de eso?

—Debo conseguirme amigos —dijo para si al darse cuenta de que izzy lo había contagiado con "moditis".

Luego estaba jace… y bueno él era genial por donde lo vieras. Sus cabellos rubios y ojos dorados le daban el aspecto de un ángel. Vestido de cuero, levemente bronceado con músculos que resaltaban en sus brazos y hombros y su metro ochenta y cinco. Y por ultimo estaba Alec, delgado pero no demasiado, con una piel tan blanca como la leche, el cabello tan negro como la oscuridad misma y los ojos azules cual zafiros.

Cuando levanto la vista del suelo observo asustado a ambos lados, dándose cuenta de que se había perdido.

—Dios… bien hecho Alec, ahora tus hermanos irán a recepción y te llamaran por el parlante —se dijo a si mismo revolviendo su cabello con la mano.

Camino un poco recorriendo y subiendo escaleras, mirando las vitrinas y evitando las miradas de los desconocidos. Entonces, fijo su mirada en el local de Giorgio Armani. Este estaba lleno de gente y Alec por simple curiosidad se acerco a chismear.

Los empleados del local estaban alrededor de un hombre. Una de las muchachas a su costado tomo un metro y medio en largo de su espalda, la cual estaba sin camisa. El corazón de Alec se acelero.

—Es tan sexy —dijo una de las tantas mujeres que observaban al hombre.

—Por supuesto que lo es. Es el heredero del hotel Zeus.

¿Zeus?, pensó Alec haciendo una mueca divertida, Que nombre más raro.

Salio de allí notando lo aburrido que era estar observando a un hombre con el torso desnudo y que su corazón estuviera apunto de salirle por la boca… sin duda muy aburrido.

Alexander concéntrate, pensó para sus adentros. Y siguió caminando.


Todo eso lo estaba cansando. Desde la mujer que tocaba su espalda "casualmente" hasta la gente que lo observaba afuera del ño recordándose porque estaba allí. Su muy jodido abuelo y padre decían que las apariencias lo eran todo. Tenían razón. Si no fuera por su estatus social, económico y atractivo ya estaría por los suelos. Los viejos eran inteligentes, a pesar de sus arrugas y el mal humor.

—Ya hemos finalizado señor Bane —concluyo el modista. Magnus se arreglo la camisa y acomodo su cabello. Se coloco el reloj de oro de su bisabuelo y poniendo sus manos en los bolsillos del pantalón dijo:

—Estupendo. Carga el dinero a mi cuenta.

—Como usted ordene —inclino la cabeza y camino hacia el encargando de la tienda.

Magnus observo a la multitud y se encamino hacia ella. Unas señoritas sonrieron coquetas cuando él se acerco. Magnus sonrío levemente y toco el cabello rubio de una de ellas.

—¿Cómo has estado Camille querida?

Esta sonrío y agarro la mano de Magnus entrelazo con sus dedos con los de él.

—Cariño, aun no me has visitado —dijo sonando triste. Sin embargo la tristeza se le fue al sentir los labios del hombre susurrándole en la oreja.

—Sabes lo mucho que me gustaría tener debajo mío, preciosa. Pero he tenido asuntos que arreglar en las vacaciones —aclaro con voz seductora para luego darle un beso en la boca a Camille.

—Comprendo. Entonces, ¿esta noche?

Magnus sonrío.

—Esta noche.


Alexander traía consigo una pila muy grande de libros. Sin importar como lo miraran los demás camino hasta el mostrador con una gran sonrisa.

—Quiero estos —dijo sin poder ocultar la emoción en su voz, y es que si de libros se trataba no se compraba ciertas cosas… como por ejemplo un par de jeans.

—Muy bien —dijo la joven detrás del mostrador. Él le entrego su tarjeta de crédito que le habían dado en caso de emergencias y sin querer toco los dedos de ella, estaba sonrojada y nerviosa por el simple toque de Alec. Pero el nunca lo noto.

Observo a sus libros y los contó mentalmente. Alrededor de cinco libros, dos de ellos de Agatha Christie, los otros dos de Alfred Hitchcock y uno de romance que había visto por allí. Sin duda ese seria un buen comienzo para una semana aburrida.

—Gracias por su compra —le entrego su tarjeta de crédito y Alec se retiro complacido. Abrió la bolsa para mirar los libros adentro de esta. Estaba muy feliz, los libros sin duda alegraban el día. Aun así debió mirar adelante.

—¡Oye ten mas cuidado! —se quejo el desconocido chocando con Alec. Este termino en el suelo con los libros esparcidos por el piso.

—Lo… lamento —se disculpo recogiendo los libros.

El hombre bufando le ayudo.

—¿Estas bien? —le pregunto simplemente por costumbre.

—Eh… si fue mi culpa.

—Lo sé pero en realidad yo también debí haberme fijado.

Alec sonrojado y realmente avergonzado choco su mano con el hombre en un intento por recoger el último libro. Ambos levantaron la vista.

Magnus quedo realmente helado al ver el rostro del otro.

Ojos verdes brillantes y ojos azules zafiros chocaron entre si, perdiéndose en la mirada del otro. Alec fue el primero en desviarla.

—Realmente lo lamento —Alexander en un instinto protector acerco la bolsa con los libros a su pecho.

—No pasa nada —dijo Magnus quitándole importancia. El sonrojo y ojos del otro le habían ablandado el corazón.

—Bueno… Adiós.

Alec salio de allí a paso apresurado sin poder dejarle al otro preguntarle su nombre siquiera. Sus mejillas ardían y el corazón estaba a punto de salirle. El hombre era mucho más atractivo de lo que pensaba.

Cuando finalmente encontró a sus hermanos se sintió tan aliviado y feliz, corrió hasta ellos y le toco el hombro a Izzy. Esta reacciono tan rápido que le dio una cachetada a Alec haciéndolo caer al suelo. La suerte no estaba de su lado, es mas empezaba a creer que nunca existió una fuerza mística que aparecía cuando quisiera y mágicamente diga: "Hoy te toca la buena fortuna". Era irracional.

Isabelle se tapo la boca con la mano y ayudo a levantar a su pobre hermano.

—No debiste haber hecho eso, pensé que eras un acosador —se excuso. Dejo las bolsas llenas de ropa a un costado y toco la mejilla de Alec con delicadeza.

—Izzy recuérdame no volver a hacerlo y… tu has estado con tantos hombres que ya me es imposible creer que te hayas asustado.

Jace se río y paso un brazo por lo hombros de su hermano.

—No fue tan malo.

—A ti nunca te ha golpeado —dijo intentando zafarse de su agarre.

Cuando por fin lo hizo pregunto un tanto avergonzado.

—Ey Iz.

—Dime.

—¿Cómo se llama el heredero del hotel Zeus?

Izzy lo miro asombrada, al igual que Jace.

—¿Lo viste? —chillo feliz.

—En realidad no, solo vi como la gente empujaba por verlo en la tienda Armani.

Isabelle asintió complacida y respondió:

—Se llama Magnus Bane.


Magnus camino hasta su Audi sin poder quitarse a "ojos azules" de la cabeza. Ese chico con ropa horrible que podría ser de segunda mano tenia los ojos mas hermosos que jamás había visto. Incluso su voz, cabello, y las mejillas sonrojadas le habían quitado el aliento. Dejo de pensar en él cuando recibió un mensaje en su teléfono.

"Te veo en el Hotel. Habitación 304. Hasta esta noche.

Camille"

Sonrío cuando recordó a esa despampanante mujer. Camille era lo que importaba ahora y "ojos azules" era simplemente una persona mas.

Así seria.


Luego de alrededor de dos largas horas… por fin compraron lo que necesitaban, útiles escolares. Al diablo con eso ahora lo que Alec tenía en mente era a ese hombre de ojos verdes. Juraría por todos los cielos que sus ojos echaban chispas. Chispas que hacían caer a cualquiera en sus redes, y Alec cayo muy rápido.

Recordó lo alto que era el hombre bronceado en comparación con el.

—Tal vez mida un metro noventa y cinco —susurro no tan bajo ya que Jace se giro a verlo.

—¿Qué dijiste?

—¿Eh?... no nada, estaba pensando lo hambriento que estoy.

—Si yo igual vamos a buscar a Iz.

Cuando por fin llegaron, eran como las ocho de la noche, tuvieron una larga charla acerca de mentir a los padres y las consecuencias que recibirían. Sin dinero por dos meses. El berrinche de Isabelle superaba al de Jace por mucho. Alec no decía nada, su mente estaba muy lejos de allí.

Comieron en silencio, uno casi enfermizo.

Al terminar se fue a su habitación y se recostó en la cama, sin percatarse de que todas las cajas estaban esparcidas por el piso. Solo quería dormir, dormir y recordar el primer día en su nuevo vecindario.

Antes de caer en un sueño profundo la puerta de su habitación se abrió y su madre se sentó en el colchón.

—Alexander, ¿Hijo? —pregunto con su tono maternal y una suave sonrisa en el rostro.

—¿Si?

—Se que este es un gran cambio y lamento lo que te hicimos tu padre y yo, pero déjame decirte lo orgullosa que estoy de ti.

Alec cerró los ojos tapándose con la almohada, su hermana le habia dicho lo mismo "es un gran cambio". Todos y cada uno de ellos estaban orgullosos de Alexander Lightwood no de Alec. Todo era nada más que una mascara, un maquillaje que ocultaba que él era gay y tímido. Pero eso no importa le diría a su madre la verdad, le diría lo que el era, una deshonra. Sin embargo se limito a contestar:

—Gracias mamá.

—Bueno, te dejo para que descanses. Mañana ya es domingo y tienes que recuperar tu energía. Buenas noches Alexander.

—Buenas noches.

Y durmió.


Camille empujo a Magnus al sillón y se subió a horcajadas a él. Lo besaba salvajemente, con necesidad y combatía con la lengua de Magnus. Este último llevo sus manos a la espalda de Camille y en un movimiento rápido le quito la blusa violeta, arrojándola a quien sabe donde. Camille gimió en la boca del hombre y Magnus la atrajo hacia él. La necesidad de tocar su piel era desesperante. Camille lo miro y paso un dedo por sus labios, invitándolo a jugar.

Magnus sonrío pervertidamente y la tiro a la cama del hotel. Frunció el ceño cuando la imagen fugaz de "ojos azules" le vino a la cabeza. Intento olvidarse de él… pero le fue inútil.

Maldijo el momento en que choco con él y nunca pudo olvidar esos ojos que lo miraban con demasiada inocencia.

Continuara...

Sin duda continuara. El siguiente capitulo tal vez lo suba el domingo, si mis estudios me lo permiten claro.

Quiero aclarar que Camille es el personaje que mas odio y por eso no dude en introducirla a la historia, por el simple hecho de que la matare... okno XD... quizás mas tarde.

Espero comenten si les gusto. Nos leemos el domingo. Hasta pronto y besitos invisibles :)