Capítulo 1 -Hermanos

Estaba a salvo. Ya llevaba tres días por su cuenta, y la verdad su antes voluntad incólume estaba deteriorándose, resquebrajándose de a poco tras cada hora; recordaba cuando les había dicho a sus antiguos compañeros, de años, que podría vivir sin ellos, y que se fueran a la mierda con su modo de vida; que ya no planeaba continuar fingir que estaba bien consigo mismo, que aquél 'bien mayor' valía la pena y todo lo que había tenido que hacer. Todo eso se desvanecía, y lo peor es que no quería olvidarlo, pero sentía que una parte dentro de sí lo hacía por él, y de a poco iba desapareciendo aquella voluntad.

La verdad es que Ethan había renunciado a seguir siendo un cazador, y había abandonado a su grupo, tras cinco años viviendo manchado en sangre ajena. Pero la vida, como de costumbre, no había sido amable con él, y aquellos tres días se repartían entre ser perseguido por otro grupo que había encontrado en una ciudad vecina, o caminar con cada paso silencioso y viendo si en la próxima esquina no hay un centinela buscando nuevas víctimas; en tres días había dormido un total de cinco horas, y su cuerpo de a poco le demostraba que le estaba exigiendo más de lo que podía. Había evitado cualquier edificio que se viera muy oscuro por temor a encontrarse con chasqueadores o acechadores; nunca se había enfrentado a esas criaturas solo, y no quería descubrir cómo le iría.

Todo el contorno de sus ojos le dolía, la molestia se extendía alrededor de su nariz y tenía la boca seca. No había estado así desde hacía varios años; en todo su tiempo como cazador jamás pasó más de dos días sin dormir. Sobre la comida no difería, pues sólo había comido unas sobras que se había llevado al irse del edificio que antes era su hogar.

La noche ya estaba cayendo, y parecía que aquel camión que lo había estado persiguiendo se había ido finalmente. Tomó un tiempo para recuperar el aliento y descansar, sentado en el suelo en lo que hace muchos años hubiera sido una tienda de alimentos, las estanterías estaban vacías, y lo poco que había era inservible: ni siquiera latas a medio abrir, sólo escombros y polvo. Se puso de pie y recordó lo peor; no sabía dónde ir, no tenía una dirección fija sino que sólo avanzaba, pero hasta el término era ambiguo. Sólo sabía una cosa, y eso era que no quería estar más rodeado de gente que él definió como malvada, veinte años había sido suficiente para remover casi todo rastro de moral de la tierra, pero él había conocido aquél mundo que, si bien no era perfecto, era muy distinto del actual: cariño, amabilidad, o amor incluso, no eran más que términos que podías ver expresados pero nunca perpetuados, así como había dejado a sus compañeros de cinco años de una vida compartida con ellos, había ocurrido infinitas veces en infinitos lugares. La imagen que quedaba del mundo lo desalentaba, pero algo lo movía a seguir caminando: no podía ser el único, no podía ser el único que después de dos décadas aun pudiera aferrarse a sus ideales y convicciones. Era hipócrita hablar de respeto a la vida, pues sus manos no estaban limpias y había hecho cosas horrendas, pero no podía ser el único que tuviera una idea de vida distinta a la que veía a diario. No podía ser así, pensaba, no podía ser que la humanidad hubiera descendido tanto. Eso lo movía. Tenía que encontrar a gente como él, gente que aún tuviera fe en la humanidad.

Fue durante la noche que finalmente su llamado fue respondido. Estaba explorando una salida que podía llevarlo fuera de ese infierno, cuando se encontró con dos personas, fue justo tras entrar a una habitación de un edificio desde el cual se podía ver a los centinelas desde un buen ángulo. Apenas los vio sacó su revolver Colt, pero sólo era un blufeo por su vida, su cara estaba tensa, al igual que sus brazos, mientras apuntaba, aquél hombre también le apuntaba de vuelta, pero no fue sino hasta que, de la oscuridad del rincón, pudo ver mejor a su acompañante que titubeó de seguir sosteniendo su arma. Era un niño. Había convivido cinco años con cazadores, y si algo sabía era que tanto su grupo, como los incontables grupos contra los cuales se habían enfrentado por territorios ricos en comida o armamento, no aceptaban niños. Era una de las primeras reglas que se establecían al unirse; los niños no tenían gran fuerza física, no solían ser pacientes y podían arruinar varios planes por pedantería; no eran más que un estorbo. Finalmente bajó el arma, cuando notó que aquél hombre de color se dio cuenta de lo que estaba pasando por la cabeza de Ethan al ver a quien probablemente era su hermano menor.

-No eres uno de ellos, ¿verdad? –preguntó Ethan; durante su vida sabía que el engaño era pan de cada día, pero estaba dispuesto a jugarse la vida esta vez. Valía la pena jugarse la vida si había encontrado a alguien como él, si es que sus sospechas resultaban ser ciertas

El desconocido lo miró, y también bajó el arma, y por un instante se pudo notar claramente cómo dejó salir un suspiro que probablemente había tenido guardado durante todos esos tensos segundos.

-Realmente me tuviste en la orilla –respondió el desconocido, con un tono un tanto alegre, si es que no burlesco, para luego dirigirse al niño –Sam, ven, no hay problema; no es uno de ellos

Entonces el niño se dejó descubrir entre la oscuridad, no podía tener más de catorce años, por lo cual había escogido bien: esas dos personas no eran cazadores.

-Mi nombre es Henry, y éste es mi hermano, ¿tu nombre si no te molesta?

-Ethan –respondió, con una leve sonrisa dibujada en su rostro –Ethan

Por primera vez en tres días se encontraba con alguien que no tenía intenciones de matarlo, pero de nuevo: en el fondo era una apuesta, una apuesta en la que jugaba con su vida. Cinco años de horrores, valía la pena intentarlo, incluso si acababa con una bala en el pecho botado en el suelo.

-Bueno, Ethan, aparte de casi hacerme dispararte, ¿qué haces por aquí?

-Estoy intentando salir de aquí, de esta ciudad… estaba en las cercanías cuando un jeep empezó a perseguirme, obligándome a esconderme entre los edificios, de ahí en adelante no ha sido más que eso

-Suena como una mierda de vida –respondió Henry, con un tono un tanto cómico; Ethan no sabía si era para animarlo, o porque siempre era así –nosotros tuvimos la gran idea de venir a la ciudad para encontrar suministros… algo para mantenernos con vida, lo último que recuerdo de ellos es que nos juntaríamos en un teatro más al norte, ahí compartimos destino; aquel jeep nos emboscó y terminamos separándonos. Hemos intentado llegar allá, pero avanzar con esos afuera es difícil… ¿y tú no tienes a nadie?

Entonces Ethan tuvo un pequeño recuerdo: Mike había estado en contra de que se fuera, quería que se quedara en el grupo. Mike era parecido a él, pero se había rendido con tal de sobrevivir; pese a todo igual le dolía, pues si había tenido un amigo para el resto de su vida, ése era él.

-No –respondió finalmente –no tengo a nadie

-Debes estar loco, amigo mío –Henry sólo lo miró entre desconcertado y burlesco, pero sin malicia alguna –con todo eso afuera, o vives en manada, o no vives simplemente, te diré algo, con Sam planeamos ir al teatro a ver si podemos encontrar a nuestro grupo, ahí seremos más; de ahí puedes decidir si te nos unes o sigues solo, de cualquier forma el teatro está un tanto cerca de otra de las salidas, pues ésa que ves por la ventana pasa custodiada las veinticuatro horas del día –le dijo, apuntando con el dedo a la ventana que antes había observado

Tras pensarlo bien, la idea de Henry no sonaba para nada mala; ambos ganaban, pues él era hábil evitando problemas, y a veces enfrentándolos, y Sam no podía ser mucho menos si había sobrevivido en un mundo así durante más de una década. Ya sin titubearlo, decidió su camino.

-Iré con ustedes –respondió al fin, haciendo que Henry lanzara una pequeña sonrisa -¿tienes unas cuantas balas para darme?

Lo bueno de la noche es que era más fácil escabullirse entre los cazadores, por lo cual podían pasar por varios sitios abiertos sin temor a ser vistos por algún centinela, y si evitaban edificios en muy mal estado también podían mantener alejados a los chasqueadores o infectados normales. Era secreto, a veces incluso para él mismo, pero le aterraban los infectados, cuando ya sus caras eran irreconocibles, y era así porque incluso cuando los mataba a disparos no lo tenía en su mente, pero cada vez que se ponía a pensar en ellos, se aterraba, tanto de ser uno de ellos, o el solo hecho de ser atacado por uno y no sobrevivir.

Fue tras una hora de caminar entre pasillos cercanos a la calle, y correr entre autos arruinados que les servían de cobertura, que llegaron a una tienda abandonada, en donde decidieron tomar un breve descanso antes de continuar. Más que el recorrido, más que la falta de sueño, era la tensión la que más los cansaba, uno puede vivir en continuo estrés, pero no puede ignorar los efectos que causan.

-¿Qué planean hacer luego de encontrar a sus amigos? –Decidió preguntar entonces Ethan, ya con más confianza, pese a que con Sam no había intercambiado más que órdenes al recorrer la ciudad –supongo no es simplemente seguir sobreviviendo a la deriva

En parte esa pregunta en ese momento se la estaba haciendo a él mismo, y buscaba ayuda en Henry, sin hacérselo saber. Necesitaba algún tipo de guía en esos momentos, pues tampoco sabía qué haría tras salir de la ciudad; no podía dejar de pensar que tendría algo que ver de todos modos con Henry y Sam.

-La verdad, planeamos reunirnos con los Luciérnagas, establecernos allá, y colaborar para acabar con toda esta mierda en la que vivimos, ¿no te parece, amigo?

-La verdad… sí

Ethan había escuchado de los Luciérnagas desde hacía ya muchos años, pero con el tiempo dejó de creer en sus palabras; no hallaba luz a la que seguir, y cuando decidió unirse a su grupo de cazadores ya toda esperanza dentro de sí había desaparecido, sobre pensar en una cura, sobre concebirla siquiera. Pero algo había ahí, en la voz de Henry, o en su tono, que hizo que reconsiderara su decisión de dejar a los Luciérnagas de lado.

-¿Una vez que salgamos de aquí, puedo unirme a su grupo? También quiero ir con los Luciérnagas… si buscan una cura, no pueden ser tan malos

Sin saberlo, había definido su futuro. Sí, era cierto que no habían hallado ninguna cura en todos esos años, pero si la buscaban, si querían ayudar a la humanidad, no podían ser peor que los cazadores; podía ir con ellos y hallar su lugar. Hallar un hogar al que pertenecer, y en donde no se sentiría culpable.

-Por supuesto –respondió enérgicamente Henry –nunca viene mal un nuevo ser humano que valga la pena rescatar de todo esto, le agradarás a los demás

Ethan se sintió bien en ese momento, y eso hizo más amena la siguiente caminata, continuando sus pasos rápidos entre calles oscuras, y evitando a los pocos grupos de cazadores que patrullaban la zona, comparado a lo que era de día; al menos podía estar seguro de que no saldría aquel jeep a perseguirlos.

Mas ambos tuvieron un revuelo cuando de una ventana oscura, apareció un chasqueador; justo Ethan le había indicado a Henry que era seguro avanzar, por lo cual los tres se hallaron frente a la criatura. De a poco se hicieron a un lado, caminando sigilosamente, hasta que Sam tropezó con una botella de vidrio y quedó paralizado. El chasqueador inmediatamente empezó a caminar rápidamente hacia Sam, Henry instintivamente corrió a tomar a Sam y alejarlo, a la vez que Ethan acabó con el monstruo a balazos, pero eso sólo atrajo tanto a chasqueadores como a cazadores que estaban en las cercanías; tras correr por varias cuadras hasta un resguardo, los tres descansaron en el suelo; el sueño ya los estaba derrotando.

-Sam, no vuelvas a hacer jamás eso, un chasqueador va hacia ti, y o corres o le disparas, no te quedas simplemente quieto esperando a que te muerdan –le decía Henry, en tono de reprimenda; por poco había perdido a su hermano menor, y no podía estar más preocupado

-Lo sé, lo sé… es la regla, pero… -Sam también se regañaba, pero algo detuvo su respuesta, y lo cierto es que Ethan detectó perfectamente que era lo que seguía

-¿Nunca te habían estado persiguiendo? –Preguntó entonces, recordando sus más secretas pesadillas –te aterran, ¿no?

Sam lo miró durante unos segundos en silencio antes de asentir con la cabeza, Ethan le explicó su temor en común, pero a la vez le contó sobre todas las veces que se había encontrado con ellos, y que si bien había estado con algunos de sus antiguos compañeros en esos momentos, igual había estado aterrado, pero que no debía permitir que ese temor le impidiera actuar; tenía que dominarlo. Sam de alguna forma, se sintió tocado con sus palabras, y le agradeció la visión; el temor podía y debía ser vencido.

-Parece que eres mejor en esto de charlas motivacionales que yo –respondió Henry, después de que Ethan dejara de hablar –pero… si no te molesta, ¿qué fue de tus compañeros?

Su grupo había sido grande, pero siempre recordaba a Mike, a Howard, a Pat, incluso a Francis, con quien peor se llevaba. Recordó entonces que si bien había decidido irse, también había tenido ciertos momentos que eran agradables de recordar, algunos, poquísimos que, incluso en un mundo como ése, podían alegrarle el día, sin la necesidad de derramar sangre inocente.

-Están muertos, o infectados

Henry lo observó por un segundo; ciertamente no cuestionaba la respuesta de su nuevo compañero, así que hizo un pequeño gesto dando a entender un pésame por Ethan.

-No sabría qué hacer si alguien importante para mi acabara así –agregó entonces, mirando a su hermano, quien inmediatamente se sintió incómodo e hizo una cara de rechazo –pero acabaremos bien, lo sé, saldremos de ésta, y nos uniremos a los Luciérnagas

Para el amanecer finalmente llegaron al teatro, pero no encontraron a ninguna persona. No habían notas, tampoco sangre; nada. No había nada que pudiera decirles dónde estaban los compañeros de Henry, nada en absoluto. Tanto él como su hermano entonces cayeron al suelo, con expresiones que daban a entender que estaban a punto de aceptar lo peor: los cazadores tenían un dominio casi total de la ciudad, inspeccionando cada calle.

-Puede que aún no lleguen –dijo Ethan, para animar a Henry, para no acabar ahí; no podía ser así -o que estén repartidos en distintos sitios de la ciudad, o simplemente están reunidos en otro lugar, después de todo los turistas por lo general se reparten al escapar

En ese momento Ethan no lo notó, pero al ver la mirada de Henry supo que algo no andaba bien, y no fue sino hasta que escuchó las primeras palabras que notó el error que había cometido desde un principio. No era el mejor momento, sino el peor para haber dicho eso.

-Tus compañeros, esos que estaban muertos, ¿a qué se dedicaban antes? –el tono que tenía no era para nada agradable, de hecho hasta estaba agitado, enojado. Era rabia – ¿Eran cazadores también? ¿Mataban a gente inocente?

Ethan se quedó inmóvil, con una cara que lamentablemente lo delataba, y el silencio de cinco segundos fue más que suficiente para confirmarlo. Henry llamó rápidamente a Sam para que se escudara detrás de él, mientras levantaba su pistola con expresión de rabia.

-¡Tú y tus amigos son prácticamente los mismos que nos tienen metidos en esta mierda!

Ethan podía ver que le dispararía; que la persona con la que iba a viajar a ver a los Luciérnagas le dispararía, y que moriría ahí, solo y tras haber encontrado a alguien como él. Pero su pasado era más fuerte que él; había sido un cazador, y había matado a gente que sólo había sido incauta al tratar de sobrevivir.

Henry entonces bajó el arma, pero su expresión no cambió para nada, en vez de eso se remitió a hablar.

-La cosa es simple, ¿eh? Fuiste un cazador y ahora eres el cazado, ¿se siente mal? Todas esas personas que valían la pena y acabaste… así estás ahora, ¿sabes? Jódete, y muere a manos de los que siguieron el mismo camino que tú, no mancharé mis manos con alguien como tú

Tomó entonces a Sam por el brazo y se empezó a alejar, no sin antes lanzar una amenaza; si Ethan avanzaba un paso hacia ellos, no dudaría en dispararle. Lo habían dejado a morir en manos de los cazadores, y lo peor es que parecía justo, parecía justo morir. Pero si lo era o no, no tenía idea en ese momento. Muy probablemente lo era, dado que lo que Henry había imaginado en ese momento, y que lo había enojado tanto, había ocurrido.

Y había ocurrido hacía poco, cuando Ethan había asesinado a un niño no mucho mayor que Sam, después de que sus compañeros mataran a tiros a su padre. Todo porque llevaban una mochila llena de latas de comida.

Lo merecía, pese a que lo lamentaba con todas sus fuerzas, lo merecía.

Pese a que ésa había sido la razón por la que había dejado el grupo. Lo merecía.