Disclaimer: esta historia no me pertenece al igual que los personajes.
Summary: "Out With a Fang" presenta a Isabella Swan, una were-jaguar solitaria que se registra en la agencia de citas paranormal Midnight Liasions para una cita a ciegas. Cuando llega, descubre que su cita, un vampiro, fue el humano del que había estado enamorada hace cuatro años, pero se vio obligada a dejar por culpa de su padre. ¿Qué les deparara el destino?
Capítulo 1._
Hola. —Una mujer alegre con trenzas negras y cortas, extendió su mano a modo de saludo. — Soy Alice Brandon de Midnight Liaisons. Tú debes ser Isabella Swan.
—Esa soy yo —le dije con firmeza, sacudiendo su mano. Su agarre era tímido, como el de la mayoría de las mujeres humanas, y había un extraño olor en ella que no podía ubicar. Tal vez sólo eran mis nervios. Estaba tan ansiosa que me sentía con ganas de vomitar o salir corriendo por la puerta. Posiblemente ambos.
Alice me dirigió una alegre sonrisa.
—Es muy agradable conocerte finalmente. Tu cita no está prevista que llegue hasta dentro de otros diez minutos, así que pensé en terminar de repasar algunas cosas sobre el servicio de citas contigo, ¿si te parece bien? —Su voz fue incesantemente chispeante.
—Está bien —dije, sintiéndome abrumada a pesar de su actitud eficiente. Cuando me indicó con la mano que avanzara, la seguí como un patito perdido, y me odié a mí misma por ello.
El restaurante que ella había elegido para la cita tenía un ambiente acogedor. Era oscuro e íntimo, con una pequeña lámpara de aceite parpadeando en cada mesa. Las cabinas estaban rodeadas por altos paneles de madera con hiedra verde creciendo en los bordes, haciendo de cada sección privada.
Me senté en la silla y luego froté mis palmas sudorosas sobre mi vestido retro de lino verde. Se ceñía a la cintura y tenía una linda falda acampanada. Mi hermana, Rosalie, lo había elegido cuando se enteró de que había planeado usar pantalones vaqueros y un suéter. "Nunca atraparás a un hombre así", me había dicho.
Tal vez ella tenía razón. No debería ser difícil para mí atrapar a un hombre en absoluto. Como mujer cambiadora, debería tener mi elección, ¿verdad? Sin embargo, aquí estaba, sola y desesperada, y aceptando una cita a ciegas a través de un servicio de citas. Tal vez era por cómo me vestía. Miré el atuendo de Alice. Su camiseta tipo polo era de color rosado brillante y estaba metida por dentro de unos capris blancos con ribetes de color rosado. Sandalias de tacón en rosado y negro completaban el atuendo.
Parecía como si estuviera lista para ir al club de country, y ella se veía muy entusiasmada por mi cita.
No me sentía ni la mitad de lo emocionada que ella parecía. De hecho, había un pozo de miedo en mi estómago que me decía que esto no iba a terminar bien.
—Entonces —dijo con una gran sonrisa—. Así es cómo funciona esto. Iré a sentarme en el otro extremo del restaurante. Es como una cita con chaperones, pero no escucharé.
—Señaló a su oído—. Los seres humanos no pueden oír a través de habitaciones ruidosas. Es sólo para observar y hacer que te sientas segura y cómoda. La cita comenzará y terminará aquí en el restaurante. Si deseas salir con él de nuevo, no será con chaperones, a pesar de que te pediremos que registres cada cita para que podamos hacer un seguimiento de en dónde están y cualquier información de inter especies que quisieras querer compartir con la agencia.
—Ya veo. —Todo esto sonaba un poco controlado. Yo sólo quería una cita con un chico agradable. Un poco de conversación y tal vez algo de coqueteo para romper la monotonía de mi vida. Alguien con quien hablar que no me hiciera sentir tan sola.
Alguien que borrara los recuerdos de mi última relación de mi mente, porque no era capaz de olvidarme de Edward.
—Ahora, ¿quieres que instaure una llamada de rescate? —Sus ojos azules se centraron en mí.
—¿Llamada de rescate?
—En caso de que la cita esté yendo mal —dijo Alice, sacando su teléfono y escribiendo—. Puedo llamarte a los cuarenta y cinco minutos de la cita y decirte que te necesitan en el trabajo. Puedes optar por responder como quieras, pero te daré una salida.
—No, está bien. Creo que estaré bien.
Me guiñó un ojo alegremente.
—También creo que lo estarás. Todo el mundo ama a Valjean.
—¿Valjean? —Me reí—. ¿Quieres decir, como el del musical?
—¿Del musical? —Se veía confundida.
—No importa. —Adiviné que la alegre Alice no pasaba mucho tiempo escuchando algo con lo que no podía trabajar—. Sólo pensé que era un nombre raro.
Ella sonrió.
—Llegaremos a él muy pronto. Pero primero tengo que terminar de llenar tu perfil.
— ¿Puedo ver tu tarjeta de identificación de la Alianza?
Saqué mi billetera de mi diminuto bolso. Otra de las brillantes ideas de Rosalie, un bolso verde pequeñito y diminuto a juego, en lugar de mi habitual y útil maletín marrón —Aquí tienes.
Alice la miró, y luego escribió algo más en su iPad.
—Está bien, correcto. Parece que no rellenaste tu profesión en tu perfil.
—Oh, sí. —Pude sentir como mis mejillas se ruborizaban—. Eso es porque realmente no tengo una oficial.
Alice inclinó su cabeza hacia mí, confusa.
—¿No tienes una? —Bajó la mirada hacia las notas en el iPad, a continuación la movió de nuevo hacia mí—. Pero puedo ver aquí que tienes veintiséis años y tienes algo de educación universitaria. ¿Qué haces para ganarte la vida?
Odiaba esta pregunta.
—Soy guardia de seguridad en una instalación de almacenamiento de la Alianza.
Me miró parpadeando como si no lo procesara, y su mirada se desvió por encima de mi estructura de un metro con cincuenta y dos centímetros y mi cuerpo un poco demasiado curvilíneo. Su respuesta fue un educado
—¿Oh?
—Es la nariz —le dije sin convicción, señalando a mi cara.
Alice parecía aún más confusa.
—Mi sentido del olfato —aclaré. Dios, esto era tan vergonzoso—. Me contrataron por mis instintos depredadores. Somos buenos persiguiendo cosas con la forma de cambiador. Cazadores. Depredadores —murmuré.
La sonrisa de Alice fue brillante una vez más.
—Oh. Por supuesto.
Dios, me sentía estúpida. Y baja.
—Bueno… —Alice continuó alegremente, dando golpecitos con los dedos en el iPad.
— También dejaste la número veinticinco en blanco. "¿Qué te hizo decidir ponerte en contacto con Midnight Liaisons?" Es una cuestión puramente opcional, pero nos gustaría tener una idea de lo que lleva a la gente a usar el servicio. Espero que no te importe que pregunte.
¿Qué me hizo decidirme a ponerme en contacto con una agencia de citas sobrenatural?
Tenía veintiséis años y estaba sola y no podía salir con humanos debido a las reglas de la Alianza. Trabajo en un trabajo sin futuro y no veo a nadie excepto a mi jefe cuando cambiamos de turnos. A los pocos lugares a los que iba regularmente, la biblioteca, el cine, el supermercado, no podía escoger un tipo al azar. Tenía que ser aprobado por la Alianza antes de que pudiera salir con él. Los hombres en mi vida tenían que tener una cola o colmillos o ambos. Y como los seres sobrenaturales vivían bajo un bajo perfil, estaba esencialmente limitada a mi círculo de amigos.
Lo que prácticamente dejaba a mi hermana y mi jefe. No conocía a gente nueva con facilidad, y los were-jaguares eran solitarios por naturaleza.
Pero había una diferencia entre solitaria y sola.
—Mi hermana sugirió el servicio. Dice que ha conocido a un montón de chicos a través de Midnight Liaisons, y ha pasado un tiempo desde que tuve una cita.
—Por supuesto —dijo Alice con simpatía.
—Tuve un novio durante un tiempo, pero no... funcionó —añadí, sintiendo la necesidad de explicarme o podría pensar que algo andaba mal en mí—. En cierto modo terminamos en malos términos.
Hizo ruidos simpáticos en su garganta, asintiendo con la cabeza hacia mí.
—Por supuesto. Los hombres pueden ser unos idiotas.
Tal frase vehemente proviniendo de un humano tan alegre.
—De hecho —le dije, sintiendo que mi corazón se tensaba dolorosamente por milésima vez desde aquel día—, él era un tipo muy agradable. Yo acabé con ello.
—¿Por qué es eso?
No podía decirle que había estado saliendo con un humano, ya que estaba prohibido. Se suponía que los humanos no debían saber nada acerca de las personas a las que les crecían colas y cosas que se volvían protuberantes en la noche. Un humano podría enloquecer y contárselo a otros, y luego apareceríamos en las páginas del Enquirer.
Salir con un humano ponía a todos en peligro.
Pero había estado tan enamorada de Edward. Guapo, divertido, sexy. Dios, tan sexy. Había tenido una dulce sonrisa que aparecería en su rostro lentamente al verme, como si al verme inmediatamente hiciera de su mundo un lugar mejor. Había sido adicta a él y pasé la mitad de mi último año prácticamente viviendo en su dormitorio.
Una vez que mi padre se enteró, se puso furioso. No por las clases que me había estado saltando o mis calificaciones empeorando sino porque había roto una regla sagrada. Los humanos eran una aventura de una noche, y sólo si no podía evitarse. Y lo que tuve con Edward no podía interpretarse como otra cosa que no fuera una relación.
Mi padre me había amenazado, y cuando había ignorado sus amenazas, había amenazado la vida de Edward en su lugar. No había tenido más remedio que poner fin a la relación, y rápidamente. La había terminado lo suficientemente mal como para asegurarme de que no hubiera ninguna posibilidad de volver a estar juntos nunca más.
—No fue su culpa —le dije—. Me descubrió con otro hombre.
—Oh —dijo lentamente—. Ya veo.
¿Por qué no podría mantener mi nerviosa boca cerrada?
—Fue hace mucho tiempo. Cuatro años. No fue gran cosa.
—Por supuesto —dijo Alice con dulzura, luego me dio unas palmaditas en la mano.
— Entonces, ¿estás lista para oír algo acerca de tu cita de esta noche?
Mi estómago dio un pequeño vuelco en señal de protesta.
—Por supuesto.
Alice prácticamente saltó de su asiento por la emoción.
—Veamos, dijiste que estabas dispuesta a salir con todo tipo de hombres.
No recordaba eso, dado que lo había llenado en el estado aturdido de después del turno de trabajo. Sólo Dios sabía lo que había escrito.
—Eso está bien. No me importa qué raza de cambiador sea él.
Alice sonrió.
—Déjame contarte un poco acerca de Valjean. Él es el miembro más reciente de la Alianza. Fue a la misma universidad que tú, lo que es un gran terreno común. Creo que realmente te va a gustar.
—¿A qué se dedica?
Ella echó un vistazo a su hoja.
—Me han dicho que es un inversionista. Le encanta viajar. Creo que recientemente pasó unos años en Europa.
La envidia quemaba a través de mí. Siempre había querido viajar a Europa, antes de que la vida real me desmoralizara y sofocara mis sueños.
—¿Alguien que viaja por el mundo? No sé cuánto tendremos en común, entonces. Nunca viajo.
Alice sonrió brillantemente.
—¡Entonces disfrutarás de sus historias! Estoy segura de que ustedes dos se llevaran muy bien.
—¿De qué raza es?
—Bueeeeno. —Ella inclinó su cabeza y se encogió de hombros un poco—. Es un vampiro.
Parpadeé.
—¿Me concretaste un cita con un vampiro?
—Un vampiro de la Alianza —aclaró, y luego levantó una mano para evitar mis objeciones.
—Sé lo que estás pensando, pero cuando los vampiros se unen a la Alianza, tienen que firmar una estricta política de confidencialidad y no acoso. Te aseguro que es muy seguro.
Me froté el lado de mi cuello.
—Sabes, no estoy muy segura de que un vampiro sea una buena idea…
—Bueno, marcaste "cualquier cosa" en tu formulario —dijo Alice en un tono serio.
—Después de esta cita, puedes modificar tu formulario como creas necesario, pero hasta entonces, creo que deberías darle una oportunidad.
Suspiré. No fue culpa de Alice, supuse, pero no me gustaba la idea. Los no muertos eran simplemente un poco... no de mi tipo.
—Está bien.
—¡Bien! —Alice sacó un pañuelo de seda y lo puso sobre la mesa, entre nosotras.
—Hay otra condición para esta cita de la que no te he hablado.
Oh, no.
—¿Qué?
—Él está un poco incómodo con la cosa de vampiros. Dice que los colmillos incomodan a la gente, y miran su boca cuando habla. Dice que no será capaz de relajarse a menos que no puedas verlo.
La miré fijamente, luego al pañuelo negro.
—Estás bromeando.
¿Esto iba a ser una cita a ciegas literalmente? Gruñí bajo en mi garganta.
—Es sólo por esta noche —dijo Alice apresuradamente—. Sé que es una petición extraña, pero él es un tipo muy agradable, y estaré en la sala todo el tiempo. Eres una cambiadora, y te guías por el olor de todos modos, ¿no? Así que lo de la venda de los ojos debería ser insignificante.
—No es insignificante —gruñí—. Tienes que estar bromeando.
—Me gustaría —dijo con un pequeño suspiro paciente—. Pero, por desgracia, Valjean realmente quiere que te pongas esto. Les he conseguido una mesa privada en la parte de atrás del restaurante, y nadie verá que lo llevas puesto, excepto Valjean. Te prometo que es totalmente seguro.
—No —le dije rotundamente.
—Sólo está nervioso por sus dientes —suplicó. Sus ojos estaban muy abiertos, como si yo estuviera de alguna manera siendo irrazonable—. Puedes entender eso, ¿no es así? Esta es la primera cita que has tenido en mucho tiempo, y él está ansioso por conocerte.
Dudé.
Sintiendo mi vacilación, Alice se aprovechó.
—¿Cuántos sábados por la noche tienes la oportunidad de estar con un millonario inmortal que quiere invitarte a cenar? ¿No es mejor que quedarse en casa?
Ella empujó el pañuelo hacia mí.
Maldita sea.
Pensé en ello durante un momento más, luego la miré a ella.
—Será mejor que sea sexy.
—Es hermoso —me aseguró, poniéndose de pie—. Vamos. Te llevaré a tu mesa.
Agarré mi pequeño bolso y, con Alice a mi lado, me acerqué a la mesa como si fuera a morder. Me senté con un golpe, mi corazón martillando. Ella tenía razón, la mesa estaba en la esquina más lejana de la sala, oscura y aislada y escondida de las otras mesas.
Mis fosas nasales recogieron el aroma de la última pareja que se había sentado allí, ambos humanos. Ningún vampiro en la proximidad, tampoco. Había olido dos de ellos en reuniones de la Alianza una vez, tenían un olor extraño y picante que era imposible de sacar de la nariz. Me habría dado cuenta si hubiera estado allí. Puse mi bolso en la mesa y puse mis manos inquietas en mi regazo.
Tal vez debería echarme atrás. No estaba realmente dispuesta a salir de nuevo con nadie, incluso después de cuatro años. Edward había sido perfecto para mí, salvo que no había sido un cambiador. Si todavía estaba pensando tanto en él, no estaba lista para seguir adelante.
Pero retroceder ahora sería grosero. Tal vez simplemente estaba siendo cobarde. Tal vez este Valjean sería realmente agradable.
Pero él era un no-muerto. Quiero decir, yo estaba desesperada pero no pensaba que estuviera tan desesperada.
Alice alzó el pañuelo hacia mí justo cuando un camarero humano colocó un vaso de agua sobre la mesa y me sonrió. Echó un vistazo al pañuelo, y su sonrisa se desvaneció un poco.
—¿Las damas están listas para pedir?
Acerqué el vaso, sin hacer contacto visual. Supongo que iba a hacer esto después de todo. Mi estómago se estremeció incómodamente.
—Todavía no. Estoy esperando a mi cita.
Él asintió con la cabeza y se trasladó a la mesa de al lado, su mirada parpadeó sobre alice de nuevo.
Cuando se fue, suspiré.
—Él piensa que somos raras.
—Sólo dale una buena propina. A él no le importará.
Me quedé mirándola mientras ella me entregaba el pañuelo de nuevo.
—Realmente aprecio que seas transigente con esto —dijo, con una sonrisa evidente en su voz cuando me tapó los ojos con el pañuelo. En combinación con la iluminación tenue, esto aseguraba de que no sería capaz de ver a nadie. Grandioso.
—Está bien, ¿cuántos dedos estoy poniendo? —preguntó alice, agitando su brazo delante de mi cara y haciendo flotar su perfume en el aire.
Suspiré.
—Uno.
—Tres. Bueno. Voy a estar justo al otro lado de la sala, así que no te preocupes en lo más mínimo. Todo esto es totalmente seguro.
—¿Qué pasa si tengo que ir al baño?
—Oh. Um. —Pensó por un momento—. Simplemente no bebas mucho.
Buena idea, llenarme con la fuerza del alcohol.
Yo tamborileaba los dedos sobre la mesa, tentada a arrancarme la venda. Si él tenía extraños dientes protuberantes, me gustaría ver eso, ¿verdad?
Pero había accedido a esto, y alice tenía razón: estaba sola. No tenía nada mejor que hacer esta noche que acurrucarme con una película. La idea era deprimente.
—Ve por ellos tigre —dijo alice, y me dio una palmada en el hombro—. Estaré al otro lado de la sala, si me necesitas.
Había oído suficientes bromas de gatos para que me duren tres vidas, así que no dije nada. Oí sus zapatos taconear sobre el suelo de madera mientras se movía hacia el otro extremo de la sala. Con los ojos cubiertos, mis otros sentidos, ya agudos, cobraron vida.
Alguien en el bar se reía en voz baja y ronca y se tambaleaba como si ella hubiera bebido demasiado. Un hombre murmuró al oído de la mujer borracha. Podía escuchar el golpeteo de los dedos de alice teclear en su teléfono mientras ella enviaba un mensaje a alguien. Oí a otra persona dejar caer el tenedor al otro lado de la habitación.
Escuché a alguien en la mesa más cercana, todavía a una buena distancia, susurrando sobre las carteras de valores. Mi sentido del olfato se había acentuado también, aunque yo estaba haciendo mi mejor esfuerzo para ignorarlo. Los olores de todos los que habían caminado más allá de la mesa. Todo mezclado en un cóctel abrumador que mi cerebro no podía procesar sin llegar a ser sobrecargado, así que me centré en las cosas pequeñas. El chisporroteo de fajitas en una mesa en algún lugar de la sala.
Eso olía bien. Tal vez ordenaría eso, siempre que pudiera comer cualquier cosa con los ojos vendados.
Dios, esto era tan estúpido.
Bueno, era sólo una cita. Yo amablemente superaría la noche, y luego nos iríamos por caminos separados, y tal vez saldría con un agradable were-hiena la próxima vez.
O tal vez no. Ese era el problema de ser un depredador de la cúspide. Las criaturas más pequeñas tenían problemas con la dominación. Cuando había estado alrededor de otros chicos, ellos no habían estado interesados en un cambiador que era decenas de veces más fuerte y más peligrosa en forma de gato que ellos. Hacía cosas terribles al ego masculino. Y seguro como el infierno que no iba a restar importancia a mi fuerza o pretender ser una mujer simplona para apaciguar el ego inseguro de algún tipo.
Nunca había sido capaz de ser sólo yo misma con un hombre. Yo tenía que mantener una distancia en muchas cosas, incluso con Edward. No le había presentado a mi familia cuando él lo había pedido. Ellos eran complicados, le había dicho. Cuando me invitó a vivir con él, había declinado. Necesitaba la capacidad de ir y venir donde el instinto depredador me llamara. Había sido una novia de mierda para él, pero había sido paciente y comprensivo.
Hasta el día en que mi padre me dijo que terminara con Edward, o acabaría con él para protegerme. Fue idea de Rosalie que él me atrapara en la cama con otro hombre, y ella había ofrecido de voluntario a un novio de ocasión, Royce. Entonces Rosalie le tendió la trampa a Edward, a quien invito a ir a mi dormitorio esa noche para una sorpresa.
Había visto una sorpresa, muy bien. Había arrojado la llave al suelo y había declarado que habíamos terminado, cerrando de golpe la puerta. Ver su rostro marcado por la traición me había destruido. No había escuchado mis sollozos mientras se iba por el pasillo, sollozos que cualquier cambiador habría oído. Y yo había sabido eso, así como había sabido que era por su propio bien.
Tomé un trago de agua, tratando de desalojar el nudo en la garganta. Cuatro años, y todavía no lo había superado. Tal vez porque me he pasado tanto tiempo sola en mi trabajo. En los momentos de soledad pensaba en él. Me preguntaba qué estaba haciendo. Yo lo había buscado en línea en todos los sitios web de redes sociales, pero no estaba por ningún lado.
Tal vez si pudiera encontrarlo, viéndole calvo, el vientre panzudo, en una foto con una esposa y dos hijos, eso me curaría de mi obsesión.
Fruncí el ceño. ¡Qué triste y patético que estuviera bebiendo los vientos por un humano, un ser humano! Tal vez tenía que ser más como Rosalie. Al menos ella tenía gente a su alrededor. Y salía con todo, lobo, león, tigre. Lo que fuera.
Bueno, pensé con una mueca, nada de vampiros. Rosalie trazó la línea en eso.
Oí pasos, el roce de la ropa que me decía que alguien se acercaba. El aire se movió, y capté un nuevo atractivo aroma: picante, con un toque de dulzura, mezclado con el perfume de carne humana. De inmediato me puse rígida.
Mi cita vampiro estaba aquí.
—Tu mano —murmuró una voz baja. Había una cualidad extraña en su voz, como si se hubiera modificado de alguna manera.
¿Los colmillos? ¿Tal vez él fue convertido recientemente y luchaba por controlarlos? Me imaginé a un vampiro con dientes de conejo y sofoqué la risa histérica que se levantó en mi garganta.
Esperó, así que levanté la mano y me sorprendió cuando él se inclinó sobre ella para besar la parte posterior de la misma. Sentí el roce de dientes y la aparté.
—Yo no te mordería sin permiso —dijo con voz áspera, su voz era un susurro.
—Vas a tener que perdonarme por estar nerviosa —dije secamente—. Yo no soy un fan de la venda.
—Sin embargo, aprecio el gesto.
—Deberías —le dije, mi tono agudo—. Lo siento. Estoy un poco nerviosa. Nunca he salido con alguien que se negara a dejar que le viera la cara.
Escuché la silla ser sacada y su ropa crujiendo mientras se sentaba. Su mano tocó la mía sobre la mesa, como si quisiera sostenerla.
Me aparté, al notar que su piel estaba más fría que la mía.
—Eso es un poco adelantado para una primera cita, ¿no? ¿Qué tal si hablamos primero?
Hombre, los vampiros eran raros, y al parecer yo tenía a uno manoseador.
—Te ves muy bien esta noche, Bella.
Incliné un poco la cabeza, perpleja. Su tono sonaba un poco más íntimo del que debería tener un extraño. ¿O estaba imaginando cosas?
—Gracias. Yo te diría lo mismo, pero… —Me señalé la venda.
Él se echó a reír, y el sonido hizo que mi cuerpo picara con placer.
Whoa. Abajo, chica.
Había oído que los vampiros pueden ser muy tentadores, pero esto era... alarmante.
Un incómodo silencio cayó de nuevo.
—Háblame de ti —dijo finalmente—. Por favor.
¿Tenía un dejo de acento británico? ¿Cómo era posible que no notara eso? Desvié la conversación, con ganas de oírle hablar más.
—Oh, yo sólo soy tu chica promedio con una cola.
Él se echó a reír de nuevo.
—Creo que tengo que pedirte tu identificación para confirmar eso.
Abrí mi bolso, pasando mis dedos por encima de las tarjetas en mi cartera hasta que encontré una que no tenía números y se la ofrecí.
—Eso es ya sea licencia de conducir o mi identificación. ¿Mis ojos están abiertos en la foto?
—Lo están. —Él sonaba divertido.
—Entonces ésa es mi tarjeta de identificación de la Alianza.
Hubo un momento de silencio.
—¿Were-jaguar?
—Sí —le dije a la defensiva. Esto era lo que hacía a los hombres por lo general correr hacia la puerta. Era difícil citarse cuando tu lado cambiador estaba en la cima de la cadena alimenticia.
—¿Es eso un problema?
—No, solo estoy sorprendido. Yo habría pensado que eras algo más pequeño... más suave. Así como un were-conejo.
Me ericé. ¿Quién se creía este hombre que era?
—No es gracioso.
—Entonces me disculpo —dijo con esa misma voz extraña que no podía entender.
—Uh-huh. Me gustaría pedir tu identificación, pero parece inútil, ya que me vendaron los ojos.
—Alice lo ha investigado antes de nuestra cita. Y la identificación no hará ninguna diferencia. Los vampiros no salen en fotos, y un dibujo no me hace justicia.
—¿Cómo puedo confirmar que eres uno?
—Dame tu mano otra vez, y lo podrás notar.
A pesar de mi malestar con él, extendí mi mano sobre la mesa, con la palma hacia arriba. Tendría que poner su mano en la mía, no al revés. Ahí estaba el depredador cúspide en mí otra vez, siempre necesitando ventaja. Para mi sorpresa, él puso su mano
en la mía y esperó. Sus dedos estaban fríos contra mi piel, su olor me envolvió, y era imposible pensar que él fuera cualquier cosa menos vampiro.
Su pulgar rozó el interior de mi mano en una caricia.
Sobresaltada, tiré de mi mano. ¿Eran todos los vampiros tan tocones? Me resistí a la tentación de sacar mis garras para asustarlo y en su lugar puse la mano en mi regazo.
Me aclaré la garganta.
—¿Cuánto tiempo has sido un vampiro?
—Cuatro años. ¿Cuánto tiempo has sido un were-jaguar?
Forcé una sonrisa en mi cara, todavía me sentía un poco molesta.
—Siempre lo he sido. La mayoría de nosotros somos cambia-formas de nacimiento. Es raro que alguien sea cambiado.
—Ya veo —dijo en un tono extraño.
Había algo que no me estaba diciendo, pero por mi vida, yo no podía entender lo que era. Era como si supiera algo que yo no sabía y estuviera juzgando mis respuestas de acuerdo con eso. No me gustaba. Además, la maldita venda me estaba volviendo loca.
Tiré del pañuelo.
—¿Puedo quitarme esto para que podamos tener una conversación real?
—Preferiría que la mantengas —dijo Valjean—. Como un favor para mí.
Una vez más, ese extraño acento que parecía ir y venir. ¿Algo que había adquirido en Europa?
—Bien —dije después de un momento—. Pero sólo quiero que sepas que no estoy disfrutando esto. No puedo estar cómoda con los ojos cubiertos.
—Creo que estarás más cómoda en torno a mí con eso puesto —dijo enigmáticamente.
Una punzada de simpatía me atravesó.
—Si se trata de los dientes, te aseguro que no es una gran cosa para mí. Estoy acostumbrada a grandes colmillos colgando de mi propia boca.
—Sin embargo, esto es lo que prefiero. Me permite posar mi mirada sobre ti sin preocupación.
Me retorcí incómoda, mis pezones pinchando con el pensamiento. Esperaba que no se diera cuenta de eso. Yo también esperaba que no fuera a pasar la noche entera mirando mis tetas.
—Eres muy hermosa —dijo con una voz suave y ronca que hizo que un escalofrío recorriera mi cuerpo—. Cualquier hombre se consideraría afortunado de estar sentado en mi silla ahora mismo.
—Gracias, pero no puedo salir con cualquier hombre —le dije, con un dejo de amargura en la voz—.Tengo que citarme sólo con miembros de la Alianza.
Silencio incómodo. Probablemente no es la cosa más sabia que decir. "Es por eso que estás soltera", podía oír a rosalie decir. "Estás demasiado colgada de ese tipo humano. Olvídate de él".
—Háblame de ti —le dije, apresurándome en el incómodo silencio—. ¿Es Valjean un apellido? ¿Un apodo? ¿Tienes debilidad por los musicales?
—Es un nombre que elegí. Lo consideré oportuno.
—¿Cómo es eso?
—Un hombre traicionado por todos lados, forzado a vivir una doble vida… — Sus palabras se fueron apagando
—¿Traicionado? —Tuve que preguntar.
—Es una historia larga, y otra para otro día.
Rodé los ojos bajo la venda. Este tipo Valjean necesitaba superarse a sí mismo.
—Sólo pensé en preguntar. Es un nombre poco común.
—¿No lo sabías? Los vampiros asumen nuevas identidades. Nos ayuda a romper nuestros lazos con nuestra antigua vida.
Había algo en él que me molestaba, incluso mientras lo encontraba atractivo. Incliné mi cabeza, tratando de encontrar el por qué sus respuestas eran inquietantes para mí.
Mientras me movía, le oí inhalar con fuerza sobre la mesa.
Me quedé helada. ¿Estaba encendido por la visión de mi cuello? Todo mi cuerpo se estremeció con alarma... y un toque de excitación. Que mi más leve gesto pudiera afectar a un hombre tanto era extraño y embriagador.
No un hombre, me corregí. Un vampiro. Eso cambiaba todo.
Tal vez yo había entendido mal su reacción, sin embargo. La venda hacía difícil confiar en mis sentidos, ya que había un contexto que me estaba perdiendo. Como prueba, incliné mi cabeza más y me sacudí el pelo largo y rizado sobre un hombro, dejando al descubierto la garganta. Incliné la barbilla lentamente, moviéndola a un lado y al otro como si me estuviera estirando.
Escuché la más mínima insinuación de un gemido, y él se movió en su silla, ajustando su ropa. Como si se hubiera puesto de repente... ¿demasiada tenso en un área?
¡Ese pervertido!
—Bueno, eso es todo —dije con firmeza, poniéndome de pie. Tiré del nudo en la parte posterior de mi cabeza—. Puedo lidiar con un montón de cosas, pero no me voy a sentar aquí en la oscuridad mientras te estás excitando por esta maldita venda de los ojos.
—Bella, no… —comenzó el vampiro, su acento perdido de repente, su voz sonándome extrañamente familiar.
Abrí mis garras, corté la tela, me saqué la venda, y me quedé mirando a mi cita.
Edward.
Esta es mi nueva historia una adaptación de ''Out With Fang'' escrita por Jessica Sims.
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