Disclaimer: los personajes usados para este fic son propiedad de J.K. Rowling.

Este fic ha sido creado para los "Desafios" del foro "La Noble y Ancestral Casa de los Black". En este desafio tenia que incluir una serie de objetos magicos

en cada capitulo: en el primero he puesto el objeto Camara, en el segundo La Piedra Filosofal y en el tercero La Varita de Sauco


CAPITULO 1

Se despertó sobresaltado, intranquilo, y todo debido al sueño que había tenido. Hacía muchísimos años que no pensaba en los acontecimientos de su primer año en Hogwarts, el primer año que tuvo fuera de la casa de sus tíos, fuera de la falta de cariño que había tenido mientras crecía, de abusos y malas acciones y palabras dirigidas a él.

En ese año aprendió lo que significaba la amistad, el tener a personas cercanas que se preocupaban y cuidaban de él, que no lo abandonaron cuando las cosas se pusieron difíciles, esa fue la época en la que todo cambió para él.

Fue en ese tiempo en el que pasaron muchas cosas en su vida, muchos cambios, algunos buenos, otros malos, pero todos le hicieron crecer hasta convertirse en la persona que era en la actualidad, una persona de la cual se sentía orgulloso, a pesar de todo lo que había pasado en su vida.

Tan perdido como estaba en sus recuerdos no oyó el ruido de la puerta al abrirse, ni sintió como alguien se tumbaba encima suyo.

— ¿Estás bien? — preguntó una vocecilla aguda.

— ¡Eyy, cariño! ¿Qué estás haciendo aquí? ¿No es muy temprano para ti?

—Nop, mi despertador ya sonó.

Todavía algo confundido por el sueño, se giró a ver su despertador y gimió, ya iban tarde.

—Hay que darse prisa cariño, vamos tarde y no podemos llegar tarde, recuerdas que…

—…los primeros en llegar, los primeros que se van, ¡Si! Venga papi, date prisa, tenemos que ganar a Ion, sino estará todo el día recordándomelo.

El se rio del repentino cambio de actitud de su hijo y le empujó suavemente para que fuera a hacer las cosas antes de salir de casa. El mismo salió de la cama y siguió con su ritual mañanero, lo primero fue mirar la foto que tenía en la mesita de noche, y que no pasaba un día que no la observara y recordara.

En ella estaban sus padres, junto con Remus, Sirius, Hermione, Ron, Ginny, Dean, Seamus y Neville, había conseguido, mediante un fotógrafo, hacer un collage de muchas fotos distintas y que quedara como una, y ahí, en ese trozo de papel, quedaba lo único que tenia de la gente que él consideraba su familia y sus amigos más cercanos, de la gente por la que había luchado y ganado. Solo tenía ese objeto en su casa de su vida pasada, ya que tanto su varita, la escoba que le había regalado su padrino, el mapa de los merodeadores y la capa de invisibilidad de su padre, los objetos que él mas quería por su significado y por la persona a la que habían pertenecido, estaban a buen resguardo en una cámara acorazada que había construido especialmente para eso en su casa de Los Ángeles, ya que aunque no los utilizaba y la mayoría de los días no se acordaba de esos objetos, eran tan queridos para él que quería tenerlos cerca, tanto por nostalgia como por la necesidad de llegar a necesitarlos, uno nunca era lo suficiente precavido, y él había aprendido a base de errores a serlo. Por otro lado, todo su dinero, joyas y reliquias familiares seguían en Inglaterra, en la cámara que sus padres habían abierto para él cuando aún era un bebe y que había utilizado en sus días de estudiante.

El único dinero que había utilizado de su herencia había sido lo necesario para poder matricularse en la universidad y poder alquilar una habitación en un piso con otros jóvenes, ya que después de vivir ahí unos meses, consiguió un trabajo en una librería a tiempo parcial, con el que podía vivir más o menos holgadamente y sin problemas ya que lo único que él quería, era desligarse de todo lo que había vivido durante toda su vida en Londres y de las personas con las que había convivido, para él era demasiado duro recordar a la gente que estuvo y que por unas ideas absurdas ya no estaban.

— ¡Vamos papá! ¡Se nos está haciendo muy tarde!

El solo sonrió ante el ánimo de su hijo, era bueno verle de esa manera.

— Ya voy, ya voy.

Se fue al baño a darse una ducha rápida, todavía pensando en la foto de su mesita, o más bien en las personas que en ella aparecían.

Al salir se vistió con unos vaqueros y una camiseta, se peinó el rebelde pelo, que ni con productos muggles conseguía domar, y fue a ayudar a Arkaitz con su propia ropa y aseo.

—Quiero tortitas para desayunar, papi.

—No tenemos tiempo, cariño, nos tendremos que conformar con unos cereales con azúcar de esos que tienen muñequitos.

El niño se quedó pensando un momento y sonrió.

—Vale, también me gustan mucho.

Harry sonrió a su vez, para él era toda su vida verlo sonreír, desde la primera mirada hacia él, su vida tal y como la conocía cambió, si antes, en su juventud había luchado por sus amigos y familia que no conocía o no era tan próxima a él, ahora, por su hijo, el haría hasta lo imposible por mantenerlo a salvo, pero no tenia que preocuparse por esas cosas, eran parte del pasado.


— ¡Bien! Conseguimos llegar antes que Ion. — exclamó el niño nada más entrar a la guardería.

La guardería a la que asistía se llamaba Días Felices y le encantaba, había hecho un montón de amigos en el tiempo que llevaba allí, y aprendía un montón de cosas de un modo divertido, con juegos y canciones que lo hacían más fácil, pero lo que en verdad le gustaba, era que su padre trabajaba en el edificio, no le daba clases, pero siempre podía hablar con él, contarle cosas o comer juntos, su padre era su persona favorita y sabía que siempre podía contar con él.

—Creo que tengo un par de multas de velocidad por eso, campeón.

Pero Arkaitz no lo estaba escuchando, estaba más ocupado en sentarse en su sitio, y en sacar las cosas que iba a necesitar para sus clases.

Negando con la cabeza, Harry se dirigió hacia su oficina. En realidad, Harry no solo trabajaba ahí, también era uno de los socios que la fundaron, el otro era Darion Floyd, su mejor amigo allí en EEUU.

Viendo alrededor, Harry se sintió muy bien al ver lo que había conseguido en esos años allí. Recordando cómo llegó y como estaba ahora…

Él había llegado deshecho de la guerra, sin querer apegarse a nadie por miedo a la pérdida, pero Darion, sin conocerlo de más que de verlo en las clases de la universidad, que además eran las mismas, por que se habían matriculado en los cursos requeridos para ser profesor de preescolar, consiguió alejarlo de esa creencia, le tomó muchísimo tiempo que se abriese a él, que le contara algo de su vida, cuando él ya sabía toda la de Darion, de que lo dejara entrar en su vida. Y lo consiguió, después de dos años, Darion y Harry eran inseparables, estudiaban y trabajaban juntos, hacían los trabajos juntos y además eran los mejores de la clase, y con el tiempo, Harry volvió a ser ese niño rebelde que había sido antes de la guerra. Ese niño que creía haber perdido.

Harry se despertó bruscamente de su ensoñación al impactarle una pelota de goma en la cabeza.

—Muy gracioso Floyd, te felicito, pero llegamos antes.

El otro hombre hizo un puchero y se encogió de hombros.

—Ya llegara mi día, por cierto, ¿Qué vas a hacer esta noche?

—Supongo que lo de todas las noches, ¿por qué? ¿Has pensado en invitarnos a tu mansión?

—Ja, ja, ja, muy gracioso— contestó, volviendo a lanzarle la pelota, pero esta vez no llegó a su objetivo, Harry tenía buenos reflejos, e hizo gala de ellos— en realidad os pensaba invitar todo el fin de semana a San Francisco.

—Nos quedaríamos con tus padres — ante el asentimiento de Darion empezó a hacer planes sobre el fin de semana— a Arkaitz le irá bien ver a sus abuelos, hace mucho que no los ve, y Dios sabe que necesito relajarme un poco… Vale, cuenta con nosotros para el viaje.

— ¡Si! Gracias, amigo, me ahorraste unas horas aburridísimas de viaje y todo el fin de semana con mis padres, tú y yo iremos a quemar las discotecas, amigo mío, tendremos niñeras para el pequeño y tiempo para nosotros, ¿que hay mejor?

— Ya sabía yo que tu invitación venia por algo…

Darion solo se encogió inocentemente de hombros y se alejó tarareando. Harry ante eso negó con la cabeza y empezó a planear sus clases.

Tiempo más tarde, después de haberle dicho a Arkaitz que iban a ir a ver a sus abuelos y que estuviese en su cuarto jugando, empezó a prepararlo todo para el viaje, era en esos momentos en los que más echaba de menos la magia, le llevaría mucho menos tiempo tanto organizar las cosas como el ir hasta allí, pero esa época había quedado muy atrás.

O eso pensaba él. Nunca se iba a imaginar lo que encontraría en ese fin de semana.


Llevaban dos horas de viaje, en las cuales Arkaitz había estado contándoles a ambos su día y algunas cosas más, una forma bastante amena de pasar el viaje, hasta que cayó completamente dormido.

—Menos mal, sino, cuando lleguemos no podrá ver a sus abuelos del sueño que tendrá.

Harry le colocó como pudo las mantas y se volvió a Darion.

—Gracias por la invitación, Kaitz ya estaba preguntando por sus abuelos.

—Ya sabes que podrías ir sin mí, mis padres te quieren más que a mí.

—Es normal, yo por lo menos hablo con ellos y les ayudo en lo que necesiten, también les conseguí un nieto.

—Ya, tú eres el hermano serio, bueno y responsable y yo el rebelde y maleducado, pasa en las mejores familias.

Harry solo sonrió, sabía que era una broma, pero no por primera vez, deseó que fuese real, que en verdad tuviese familia, y que ésta se preocupase por él.

Llegaron a San Francisco 4 horas después, ya que habían parado y tampoco tenían prisa por llegar, por lo que se tomaron su tiempo. Una vez ahí se dirigieron a la casa de los padres de Darion, que vivían en las afueras, en un barrio tranquilo y bastante espacioso, tal como la casa de los Floyd, una pequeña mansión, como siempre bromeaba Harry con ellos.

Despertaron a Arkaitz ya que aunque era muy pequeño para estar despierto a esas horas, tenía que saludar a sus abuelos antes de poder ir a la cama y llamaron al timbre. Les contestó una mujer de unos 50 años, bajita y con una sonrisa enorme.

— ¡Abu Loren! — nada más ver a su abuela, Arkaitz saltó de los brazos de Darion y se lanzó a los de la mujer, que lo cogió riendo.

— ¡Mi niño! ¿Qué tal has estado, cariño?

—Bien, pero los extrañaba mucho, mucho, mucho. — por cada palabra que decía le daba un beso, haciendo reír a todos los adultos por su comportamiento— ¿Dónde está el Abu Dan? ¡Quiero enseñaros mis nuevos juguetes y contaros mi día en la guardería de papá y el tío!

Con una sonrisa, Loren se llevó adentro al niño, dejando que los chicos llevaran el equipaje a la casa y lo acomodaran en las habitaciones que les correspondían, ya tenían una propia, así que solamente se dirigieron a ellas.

—Entonces, ¿Nos vamos esta noche de marcha? Mira que te conseguí unas niñeras con mucha clase.

—No sé, ¿no estás cansado?, condujiste todo el camino hasta aquí.

—Mi querido hermano, de lo único que estoy cansado es de no ir.

Ante ese comentario se echaron a reír, ya que era raro el fin de semana que Darion no salía.

—Vale, cenamos con tus padres y nos vamos, y antes de que digas nada, quiero comer la comida de Loren, esta deliciosa y hace mucho que no la pruebo. Y además sabes que es grosero que nos vayamos antes de que al menos conversemos un poco con ellos, que sé que tampoco los llamas a menudo y te extrañan.

—Vale, vale.

Y eso hicieron, al acabar de cenar, se quedaron un rato conversando con Dan y Loren, Arkaitz ya en la cama durmiendo, las emociones del día le superaron, y a la medianoche, se despidieron para salir un rato.

—Tened cuidado, chicos, y no bebáis mucho, que si no mañana no aguantareis el día que hemos preparado para todos.

—No te preocupes Loren, me encargare de eso— le dio un guiño cariñoso a Darion y salieron de la casa en dirección a la zona de marcha.

—Hoy podemos volver a casa temprano, pero te prometo que mañana nos quedamos toda la noche, ¿trato?

—Me sorprendes mi hermano— contestó Darion mientras tomaba la copa que había elegido en la discoteca en la que habían entrado— no me esperaba ese comentario de tu parte, no es propio de ti.

— A mí también me gusta la marcha, D, solo que no tanto como a ti, y como bien me has dicho, tenemos niñeras.

Era en esos momentos en los que Harry parecía un chico de su edad sin problemas en los que Darion se preguntaba por el pasado de Harry, en el cambio que se percibía en él, en esa tristeza que mostraban sus ojos de vez en cuando y en esa mirada pérdida que tenía a menudo. Porque aunque había logrado que saliera de su concha para él y tal vez sus padres, seguía siendo el joven impasible que conoció en la universidad, un poco más relajado, quizás, pero poco.

— ¿En qué piensas? Te has quedado callado de repente.

—En ti, en cómo nos conocimos, en como eras y que en estos 10 años apenas has cambiado.

—Que emocional estas hoy, entonces— Harry intentó bromear, pero al ver la mirada seria de Darion, se mordió el labio nervioso, sabía lo que iba a venir a continuación y no le gustaba nada.

—Acábate la copa, y vámonos a una cafetería, quiero hablar contigo.

—Pero vinimos aquí por ti, por la fiesta y…

—Harry, por favor.

—Vale, vale— a regañadientes le dio un sorbo a su copa, rumiando la terquería de su amigo y su propia y poca predisposición para contar nada.

Se giró para no ver los ojos de Darion, en esos momentos no quería que él supiese nada, pero al ver a la multitud, su cara palideció de golpe, y tropezó, agarrándose a su amigo para no caer.

— ¿Qué pasa, H? ¿Harry?

Pero el estaba con la mirada perdida en la multitud, no creyendo lo que veía. Salió de su ensoñación ante el zarandeo que le dio Darion y lo único que pudo hace fue abrazarse fuerte a él. En ese momento era su tabla de salvación ante todos los recuerdos que le aparecían en su mente.

Darion por su parte no pudo hacer nada más que sostenerlo, bastante sorprendido por su reacción, pero no dijo nada, esperaría hasta que su amigo hablara. Lo que no sucedió en un rato.

—D, ¿podríamos irnos a casa, por favor? No quiero estar aquí más tiempo.

—Si, claro, vámonos, de todas formas íbamos a irnos pronto.

Se encaminaron hacia la salida, cuando un cuerpo se interpuso entre ellos.

— ¿Harry? — preguntó una voz masculina con sorpresa y congoja a la vez.

Ante esa voz, Harry solo pudo cerrar los ojos y que varias lágrimas cayeran.

—Vámonos D.

—Pero H…

— ¡Vámonos!

— ¡Harry!

Harry cada vez se iba poniendo más nervioso, entre la situación, que Darion ya lo había puesto un poco melancólico, ver entre la multitud a una persona que no creía volver a ver en su vida y encontrarse de frente con ella, se estaba resquebrajando, y lo peor era que su magia siempre había estado muy ligada a sus emociones, y al tenerla todos estos años reprimida y la intensidad de sus sentimientos, estaba empezando a salir y no de muy buena manera.

Harry en esta ocasión no esperó por ninguno de los dos, solamente salió corriendo fuera del pub, dando gracias a que estaba en una gran explanada y no había nada en los alrededores, porque en esos momentos, su magia estaba a punto de salir y quien sabe lo que podría ocasionar. Intentó respirar lentamente, con tranquilidad, pero era tal la ansiedad que tenia que no funcionaba nada, y un brillo empezó a salir de él justo cuando los dos hombres se le acercaron.

— ¿Qué está pasando, Harry? ¿Quién es este tío? ¿Y por qué estas así? ¿¡Harry!?

El hombre desconocido para Darion solo suspiró y se acercó a Harry, se arrodilló a su lado, abrazándole con fuerza y le empezó a hablar en su oído.

—Shhh, Shhhh, acuérdate de tu zona segura, el campo verde, con el lago de fondo, el haya donde te gustaba sentarte, venga Harry, recuerda, sigue mi respiración, concéntrate en mi, venga cariño.

Darion no podía creer lo que veía, su mejor amigo estaba de rodillas en el suelo, sujetando fuertemente el cuerpo del hombre que a su parecer había causado todo el lio, mientras éste lo acariciaba tiernamente y le hablaba al oído de una forma que denotaba cariño y confianza, lo que más le sorprendía era que Harry era muy suyo en ese sentido y apenas le gustaba que la gente le tocase, y menos abrazase de esa manera. Entonces se le ocurrió: ese hombre era del pasado de Harry, de ese que nunca quería hablar y que le dolía solo su mención. Pero este no era ninguno de los chicos que salían en la foto que su amigo tenía en su mesita, y sabia que esa gente era la más importante para él, así que todavía estaba más confundido que antes.

Con el tiempo Harry dejó de temblar, su magia se tranquilizó al igual que su respiración, pero aún así no se soltó del abrazo. Y por la cara de ambos, los dos estaban muy a gusto con la muestra de cariño, como si hubiesen pasado muchas horas de esa manera, con confianza y amor de por medio.

Darion se limpió la garganta después de un rato, quería saber lo que estaba pasando con su amigo y por la pinta de los otros dos hombres, no parecía que fuesen a separarse pronto.

—Harry, me preguntaba unas cosillas, ¿Qué te pasó en el pub? ¿Quién es este tío? ¿Qué pasó cuando saliste?

Harry solo pudo empezar a reír, la situación era demasiado surrealista. Con cuidado, y sin soltar al otro hombre se levanto del suelo.

—Nunca cambiarás, D — se le quedó mirando un rato y al final se decidió— ¿Todavía quieres tomarte ese café?

—Creo que ahora más que nunca.

— ¿Te molestaría acompañarnos?

—Ahora que te encontré no me voy a separar de ti, tenlo en cuenta.

—Creo que vas a tener que luchar por ello

Harry solo sonrió y dejó que Darion les guiara.