Una princesa Valiente

Era verano, por lo que el clima estaba cálido y un poco sofocado en algunas zonas del valle, pero eso no la detenía en practicar con su arco tallado en una madera suave y preciosa. Últimamente pasaba más tiempo con eso, claro, en tan solo un día sería el gran evento que ha estado esperando desde hace tres años. El torneo de arquería. Aquella joven se encontraba muy emocionada, por lo que no desaprovechaba ningún momento libre que tenía para entrenar; como ahora, que se encontraba apuntando hacia una manzana colgada en un punto alto algo distante de ella, era fácil pero aun así estaba sumamente concentrada.

– Cinco…Cuatro… – Murmuró desde los arbustos apuntando hacia su objetivo mientras estiraba el hilo de su arco. – Tres… Dos…

Y se detuvo.

La manzana había caído sin que ella le diera con la fecha que estaba preparando, por lo que se levantó de manera brusca y se dirigió hacia ese lugar. No había visto ningún animal, así que debió haber sido alguien más. Caminó tratando de evitar tropezarse a cada paso que daba, puesto que en el lugar donde estaba era muy uniforme el suelo y era muy fácil de caerse con algo oculto entre el césped y el lodo. Al llegar dónde había caído la fruta se agachó para tomarla y se dio cuenta que en ella se encontraba clavada otra flecha, obviamente no era suya, así que la sacó de ahí y la miró con detenimiento hasta que sintió como le lanzaban a la parte de atrás de su cuello una pequeña roca. Volteó la mirada con el ceño fruncido para ver el causante de eso y soltó un pequeño chasquido al ver el culpable. Frente suyo estaba un joven más o menos de su altura, cabello castaño y despeinado con una sonrisa ladina mientras sostenía su arco de roble.

– Bueeeenas, princesa. – Saludó el joven mientras se acercaba a ella caminando de una manera un poco tosca a pesar de su complexión física.

– Ted… – Contestó un poco brusca la pelirroja mientras rodaba los ojos. – ¿Es que no tenías otra cosa mejor que hacer?

– Uh, estamos de mal humor, Mérida. – Soltó una risa burlona y se encogió de hombros sin dejar de mirar a la chica. – Solo venía a ver qué estabas haciendo, tu madre me…

La chica alzó una mano en señal de que se detuviera, ya sabía lo que le iba a decir, su madre siempre, a pesar de que ya le daba más libertad con ciertos asuntos aun así mandaba a gente, como Ted, a que la vigilaran y no hiciera nada "tonto". Era realmente fastidioso cuando eso pasaba, pero en el fondo agradecía que fuera él a quién mandaban y no a otra persona.

– Ya lo sé. Pero no estoy haciendo nada malo. Solo practico. – Sonrió con orgullo antes de darle un mordisco a esa manzana que pretendía ser su objetivo.

– Lo sé, lo sé. Te veías tan concentrada que no quería interrumpirte. – Soltó una pequeña carcajada mientras se recargaba en un tronco cercano a él. – ¿Cómo vas con eso?

Terminó de comer el pedazo de manzana que tenía en la boca antes de contestar, en teoría iba bien, pero aún sentía que le faltaba algo más.

– Mejorando cada día. Tengo que seguir practicando todos los días, a cada minuto, cada segundo libre que tenga ¡Necesito ganar esa competencia! –Dijo esto con suma emoción y se podía notar en su tono de voz mientras caminaba de un lado a otro con un brillo en sus ojos.

– ¡Hey, hey! Tranquila, princesa. –Alzó las manos para intentar calmarla antes de continuar. – La competencia de este año será muy dura. Hay buenos arqueros.

Mérida movió la mano en señal de no importarle eso, podía tener a veces el ego un poco alto en cuanto al arco. Claro, ella aplicaba la frase de "Si te gusta y practicas, eres bueno."

– No es problema para mí, tengo confianza de que ganaré.

– ¿Segura? Escuché que esta vez hay un nuevo competidor. – Comentó Ted mirando su arco como si éste tuviera mucho interés.

– ¿Ah? –Mérida alzó una ceja. – No importa, sea quien sea, le ganaré.

Ted miró a la chica expectante y de poco a poco formaba una pequeña sonrisa en su rostro la cual, Mérida respondió abriendo la boca y soltando la manzana que tenía en la mano para después, acercarse al chico con rapidez.

– No, no, no. – Movió las manos rápidamente así como la cabeza, se negaba a creer que el otro competidor fuera quién estaba pensando. – Dime por favor que no eres tú el otro competidor.

El castaño alzó una ceja sin quitar su risa que ahora estaba más amplia, incluso había elevado la barbilla para mostrarse altivo, sería la primera vez que él competiría contra ella. Su amiga. En ese momento se estaba esperando una reprendida.

– ¡No puedes participar! – Expresó un poco exaltada, no podía, más bien, no quería competir contra él. – ¡Ni siquiera sabes sobre arco! ¡Nunca te…! – Se detuvo al ver nuevamente la expresión del chico de suficiencia. Ahora recordó todas las veces que le pedía entrenar juntos, él siempre se negaba. Todo tenía sentido, quería darle la "sorpresa" de que sí sabía manejar el arco. – Eres…

Ted se encogió de hombros restándole importancia, acción que hizo que la pelirroja se sintiera más frustrada. Ella entrenando como loca mientras que él estaba tan tranquilo.

– No tendré compasión contigo. – Advirtió tratando de que se echara para atrás, pero al parecer eso no iba a pasar.

– Tampoco te estoy pidiendo que lo hagas, Mérida. – Dijo con mucha tranquilada mientras le daba a la espalda y empezaba a caminar, sin antes de mirarla de reojo y seguir hablando. – Anda, vamos. Es hora de tu merienda y si no vas…

– Ya sé, ya sé. Mi madre me regañará. – Soltó un pequeño chasquido por debajo antes de seguirlo por atrás rumbo al castillo.

El camino hacia el castillo fue en teoría largo y aburrido, ninguno de los dos se dirigía algunas palabras, salvo algunas veces, pero después se mantenían en completo silencio. Inclusive aunque fueran "amigos" era un poco complicado para ambos mantener una conversación de que no fuera una discusión. Aún recuerda cómo se conocieron. Ted se presentó a los reyes para estar a sus servicios. Y una tarde en dónde Mérida se encontraba asaltando la cocina se topó con el castaño. La pelirroja sonrió un poco divertida al recordar ese momento, fue demasiado gracioso la actitud de ambas.

Yo… Soy Mérida y vengo por una manzana.

Yo soy Ted… Y… hola.

Ted al mirar la expresión que puso la chica iba a preguntarle, pero justo en ese momento llegaron al castillo, por lo que se guardó la pregunta para otro momento que pasara lo mismo, aunque lo dudaba. Abrió las puertas para que entrara ella, quién con una mirada esperó a que él lo hiciera primero. Y así fue unos minutos de puras miradas para ver quién entraba primero, al final ganó el chico a pesar de Mérida. Se despidieron de manera torpe, como siempre. Moviendo la mano en forma de despedida y cada uno se fue al lado contrario del otro.

Mérida entró al castillo con cuidado, no quería en ese momento encontrarse con su madre puesto que ya se podía imaginar lo que le iba a decir.

– ¿Hiciste…?

– ¿…Tus deberes?

Eso mismo quería evitar. Apretó los labios con un poco de fuerza y dejó caer los hombros soltando un gran suspiro mostrándose cansada mientras se daba media vuelta para ver directamente a su madre.

– Sí, los hice. – Contestó con pesadez la pelirroja el cuál, su madre respondió con una sonrisa orgullosa.

– Bien, te dejaré por hoy descansar. Solo porque mañana es el gran día y tienes que estar preparada. – Agregó con el mismo tono de antes, la reina en el fondo se veía que estaba muy orgullosa de que su pequeña, o no tan pequeña, hija participara en el torneo de arquería contra grandes competidores.

Mérida sonrió de la misma manera que su madre, aunque un poco menos "formal", como ella decía y se dirigió hacia su habitación.

Lo primero que hizo al llegar fue tumbarse a su cama como un costal de papas pesado, estaba totalmente exhausta por hoy y tenía que recuperar todas las energías para mañana. Les demostraría a todos lo que ella era capaz. Le daba igual el premio, solo quería ser reconocida como lo que es. No pudo evitar soltar una pequeña risa emocionada mientras se removía en las sábanas de su cama.

– Mañana es el gran día… – Soltó un suspiro muy profundo antes de cerrar los ojos para poder descansar. – Ganaré… Lo sé. Y podré ser reconocida de verdad…

Y con esas últimas palabras cayó en los brazos de Morfeo por completo.

Los rayos del sol empezaron a iluminar su habitación y de poco a poco tocaron el rostro de la joven que se encontraba dormida como había caído anoche. Empezó a murmura un poco incómoda al sentir la luz sobre ella y trató de ocultarse de ella con una almohada, aunque ya estaba casi despierta y hubiera seguido de esa manera si no fuera por el golpe que estaba en la puerta y una voz que la llamó.

– ¡Mérida! ¡Despierta! ¡Te tienes que probar tu bello traje que mandé a confeccionar!

Mérida hizo un sonido cansado, no quería ponerse ese vestido. Lo más seguro es que era apretado e incómodo, como al anterior. Pero ni modo, tenía que aceptar las condiciones que le había puesto su madre para que pudiera participar en este torneo. Se levantó un poco brusca para dirigirse a la puerta y abrirle a su madre quién traía entre sus brazos un hermoso vestido color turquesa, casi parecido al anterior. La pelirroja hizo una mueca al ver la anchura de éste, esperaba poder entrar y respirar ya una vez puesto.

Y así empezó la tortura para ella, aunque fueron minutos parecieron horas mientras le trataban de poner el vestido, entre quejidos y reclamos de parte de ambos al fin pudo estar conforme su madre y bueno, ella prefirió no opinar. Solo estaba esperando a que empezara el evento.

Se podía escuchar el público hablar y gritar en los alrededores del campo de tiro, la gente se encontraba exaltada por el evento, los reyes estaban sonriendo con orgullo del éxito que parecía tener la competencia, los pequeños trillizos incluso jugaban alrededor mientras empezaba. Y Mérida, ella se encontraba preparándose mentalmente así como su arco. Diciéndose palabras de apoyo a sí misma.

– Vamos, Mérida. Tú puedes. Demuestra lo que eres capaz. – Repetía esto varias veces con los ojos cerrados hasta que una voz la interrumpió.

– ¿Nerviosa? – Preguntó Ted detrás suyo, quién tenía una sonrisa amplia en su rostro y no mostraba nada de nervios.

Mérida volteó y le correspondió de la misma manera asintiendo.

– Un poco, pero estoy bien.

Ted puso una mano sobre la cabeza de la chica para revolverle el cabello con cariño.

– Si pierdo, ojalá sea por ti.

La chica no pudo evitar sonrojarse ante las palabras del chico, a veces podía ser demasiado amable que hacía que pasara eso. Murmuró un pequeño "Gracias" y desvió la mirada para dirigirse a su arco que estaba colgado.

– Deberías irte a preparar. En nada comienza esto.

El castaño asintió y se dispuso a irse, pero antes se acercó a la chica y con cuidado acarició el rostro de la joven mientras le dedicaba una sonrisa dulce que provocó que la princesa se estremeciera y se sonrojara casi del mismo tono que su cabello.

– Suerte, su majestad. – Dijo estas palabras en un pequeño susurro solo lo suficiente alto para que ella lo escuchara y luego le dio la espalda para alejarse de ella dejando a Mérida sumergida en sus pensamientos.

Y qué pensamientos tenía. Ella nunca fue como las otras princesas que pensaban en encontrar a su príncipe ideal, de hecho, nunca pero nunca pensó en salir con una persona, hasta que conoció a Ted. Claro, no fue nada a primera vista, solo lo conoció y ya. Pero conforme pasaba el tiempo se había vuelto de alguna u otra manera cercanos, o eso es lo que parecía a veces. Principalmente por parte de él, quién de vez en cuando le dedicaba gesto de cariño como anteriormente y ella, bueno, solo se dedicaba a recibir y a agradecer. ¿Qué más podía hacer? ¿Hacer lo mismo? No, ella no sabía sobre esos temas. Además, a Ted solo lo veía como un amigo y nada más. No podía imaginárselo de otra forma, por muy lamentable para ambos. Pero para ella, solo había un héroe en ese cuento y era quién en este momento tenía estos pensamientos y se iba a demostrar a sus padres, más preciso a su madre, lo que era capaz.

Caminó entre la multitud, todos los de su reino la apoyaban con muchos ánimos y eso la hacía sentir más confiada. Iba a ganar, eso tenía asegurado y no por ser la princesa, si no por lo que es ella. Mérida. Llegó a lado de los otros competidores y les echó un vistazo, había cinco en total y más ella, eran seis. Entre ellos estaba Ted, que era el único al que podía reconocer.

"Bien, Mérida. Pudo ser peor." Pensó la chica al ver a los demás. Tenía que concentrarse, así que repitió las mismas palabras de antes sin prestar atención a lo que su madre empezó a decir.

"¡Bienvenidos al gran torneo de arquería! Este año nos honra tener la participación de grandes arqueros y claro, de nuestra princesa ¡Mérida…!"

"Como ya saben las reglas…"

– Vamos Mérida, tú puedes.

"¡Y para este año tenemos un gran premio a su elección, además de claro de…!"

–Honor, orgullo… – Repitió Mérida en murmuros para ella misma.

"¡Y que el gran torneo empiece!"

Fueron estas palabras las que hicieron que se despertara de sus pensamientos y empezara a prestar atención al torneo. El primer participante tenía un traje que parecía hecho de piel de algún animal peludo que ni sabía si así era de robusto o bien, era a causa de tantas capas de ropa que tenía. El hombre carraspeó para que le pusieran atención y sacó su flecha mientras lo acomodaba en su arco de color oscuro, casi como negro.

Cerró un ojo dirigiendo su mirada hacia el blanco que se encontraba a varios metros de ellos, el público había silenciado sus gritos de euforia y ahora prestaba mucha atención al próximo movimiento del hombre.

Uno.

Dos…

Mérida miraba atentamente, parecía demasiado confiado y seguro de que le atinaría y eso mismo creía ella hasta que…

¡Casi! Pero ese casi dice que… Suerte para la próxima.

El hombro arrojó con fuerza su arco al suelo, se notaba demasiado enfadado puesto que su flecha ni a la orilla de la diana había acertado. Soltó un suspiro profundo. Uno menos, solo quedaba con ella cinco. Y uno de ellos era Ted. Ese era su más grande preocupación.

¡Ahora! ¡El siguiente participante viene de las montañas de Norte! Esperemos que su "leyenda" de ser el más hábil en la arquería sea cierta…

El siguiente participante era a diferencia del anterior, un hombre muy delgado y no traía demasiadas capas de ropa encima. Como lo hizo el anterior, preparó su arco y su flecha, parecía demasiado pesada y no comprendía cómo es que esa cosa podría llegar al blanco. Y efectivamente, como lo pensó, no llegó. Pero a diferencia del anterior esta flecha llegó más cercana al centro. Solo restaba que los demás fallaran para que él quedara.

–"Vamos, Mérida. Tú puedes." – Repitió constantemente. Solo dos participantes más y seguía ella.

–Si esos son los buenos, no quiero imaginarme los malos. – Susurró Ted en el oído de la pelirroja haciendo que ella diera un pequeño sobresalto a causa de eso, además de soltar una pequeña risa por el comentario.

Era cierto, no era tan buenos como ella creía que serían, es más la única persona que le tenía un poco de miedo sería la que estaba a lado suyo en ese momento, bueno... Él y...

– ¡Hey! Hola, "Princesa".

Mérida volteó frunciendo el ceño al escucha ese tono de voz. Sí, en efecto era ella. Annie, una chica castaña que siempre llevaba una trenza. Siempre que practicaba ella ganaba, siempre. Además de que también le presumía de sus logros. Era con la única en la que podía comportarse como una princesa y decirle que se callara. Algo que muchas veces no lograba.

– Annie... Eh, no sé qué haces aquí. Pero el campo de práctica es del otro lado. – Dijo Mérida fingiendo estar un poco confundida el cual, Annie respondió con una mirada evasiva mientras preparaba su arco.

– Ya veremos quién vuelve al campo de práctica. – Respondió Annie antes de darle la espalda y dirigirse hacia el punto exacto para poder tirar la flecha. Claro, sin antes de dedicarle una sonrisa a la pelirroja de confianza e intimidación.

Sonrisa que funcionó, puesto que Mérida tuvo que mirar hacia el blanco para comprobar que fallara.

–"¡Y hasta ahora, Annie queda en primer lugar! Aunque el lugar dónde cayó la flecha puede sacarla de ese primer lugar.

Aun así, la castaña sonrió orgullosa de su lanzamiento, solo quedaban tres participantes y según ella, serían igual que los dos primeros. Pan comido. Se acercó a Mérida quien permanecía con un semblante tranquilo, no tenía que preocuparse. Ella lograría que su flecha cayera en el centro.

– Ahora es mi turno... – Susurró Ted nuevamente alejándose de ella para ir a su posición y prepararse. No sin antes de escuchar un "Suerte" de Mérida.

La pelirroja puso atención al chico, quería ver que tan bueno era en eso. Quizás solo estaba alardeando como siempre o quizás no. Pero ahora lo vería. No esperó demasiado para verlo, tan solo llegó a su lugar y preparó su flecha para que en unos segundos más la lanzara y dejara a Annie en el segundo puesto. Así de veloz había sido todo, que ni siquiera supo si gritar, aplaudir o qué. La flecha había dado justo en el centro. Ahora quedaba ella y otro más. Aquí se decidía quién quedaba en uno de los tres primeros lugares. Aunque solo el primero se llevaba el premio.

En cuanto a Annie, ella lanzó su arco al suelo y se retiró hacia otro lado más lejano sin perder de vista el torneo, se notaba molesta por eso y a la vez nerviosa como ella.

Ahora era su turno y tenía que demostrar lo buena que era en eso. Tenía que ganarle a Ted. Por mucho que fueran amigos, en ese torneo ahora eran rivales. No le iba a quitar el honor de demostrarles a todos que ella podía. Que no era solo una princesa. Cerró sus ojos para tomar un respiro mientras apuntaba con su arco la flecha hacia el blanco y repetía constantemente las palabras de siempre.

Uno…

Dos…

.

.

.

.

Tres.

Lanzó la flecha con los ojos cerrados, confiando que así saldría, pero tuvo que abrirlos cuando no escuchó nada, ni un murmullo de su madre. Abrió primero uno y luego otro para luego que una sonrisa amplia apareciera en su rostro. Le había ganado a Ted, no quedó en el centro, pero casi. Estaba a pocos centímetros del blanco y eso la ponía feliz. Solo quedaba uno, pero dudaba que le ganara. Por lo menos quitarle el primer lugar que llevaba al momento.

¡Vaya! Y como todos esperábamos, Mérida lleva la delantera. Solo queda nuestro último participante y veremos cuál será el desenlace de este gran torneo.

Mérida regresó con su andante hacia Ted, estaba ahora más feliz y tranquila que antes y más cuando le dedicó una mirada burlesca a la castaña quién soltó un chasquido y desvió la mirada. Ahora solo se dedicaría a ver al último participante quién por cierto, se había mantenido distante de todos. La pelirroja frunció el ceño notablemente al ver a aquella persona, poseía una armadura extraña. Una que nunca había visto antes, además parecía muy alto y tosco. ¿Cómo iba a poder ver con ese casco de metal? Pues su pregunta iba ser respondida cuando aquella persona lanzara la flecha. Grave error, su sonrisa había desaparecido al instante que aquel hombre misterioso lanzó la flecha. Incluso Ted había abierto más los ojos de sorpresa y Annie, bueno, ella no daba crédito a lo que había visto. Pues eso pasó.

¡Vaya! ¡Qué final más inesperado tenemos! ¡Annie ha sido eliminada automáticamente para dar paso a los siguientes lugares! En tercer lugar a nuestro muchacho, Ted. En segundo lugar a nuestra hermosa princesa Mérida y en tercer lugar a…

– ¡No! – Exclamó Mérida aún pasmada, no podía haber perdido, no, tantos años en entrenamiento, tanto para esto. ¡La flecha era tan simple! ¿¡Por qué no le dio en el centro!?

Su madre carraspeó puesto que varios había volteado hacia la joven, una vez que todos lo hacían prosiguió con su discurso. Ella tampoco había creído ese final, pero bueno. Al fin y al cabo es una competencia y no podía darse el lujo de favoritismo y darle una segunda oportunidad. Por mucho que desee.

– ¿Y bien? ¿Cuál quiere que sea su premio, hombre? – Preguntó la reina con un tono cordial y de gratitud por haber participado en su torneo.

Aquel hombre se reincorporó puesto que se había acercado a la reina para dar una leve inclinación y ahora contestar volteando la mirada hacia la pelirroja que se encontraba con una expresión de disgusto por haber perdido.

– Si me permite, quisiera una audiencia con la princesa.

Todos los de alrededor se quedaron estupefactos, principalmente Mérida y su madre quien preguntaron al mismo tiempo.

– ¿Yo?

– ¿Ella? – La reina soltó un suspiro antes de continuar. – Bueno, si usted desea esa reunión como premio, adelante, señor.

Y así acabó el torneo. Mérida perdió, es parte de un premio, Ted se la pasó burlándose de ella a causa de eso, Annie andaba más insoportable que antes y su madre, bueno, digamos que ella la estaba "arreglando" para esa reunión importante. Aún ninguna de las dos podía comprende por qué había pedido eso en lugar de lo clásico, oro, armas, incluso un puesto dentro del castillo. Pero ya estaba, hecho, hecho está. Y ahora solo tenía que ir hacia allá y ver qué era lo que quería. Para Mérida no era muy agradable tener una conversación con el hombre quien le quitó su puesto de primer lugar. No, no era para nada lindo.

Con suma aburrición y fastidio se adentró a la sala, no sin antes de que su madre la volviera a tomar para hacerle unos últimos arreglos y repetirle lo que tenía que hacer y decir en caso de algunas situaciones posibles. Esperaba que el hombre se había aburrido y cambiado de opinión para no estar ahí, pero no fue así. Se encontraba de pie esperándola. Y con su armadura puesta. Esto sería más difícil de lo que ella pensó.

– Bueno, j-joven… S-señor, lo que sea. ¿Qué era lo que quería? – Preguntó la pelirroja un poco incómoda por la situación.

El hombre se recompuso y miró detrás de su armadura a la chica.

– La necesito, para que nos ayude a una batalla. – Así de simple y sencillo dijo aquel comentario que dejó atónita a la joven y con una expresión con la boca entreabierta y el ceño fruncido.

– Ah, sí… Lamento informarle que se equivocó de persona. Si gusta les puedo hablar a mis padres. Ellos estarán encantados de mandarles tropas y esas cosas para las guerras.

Aquella persona negó suavemente mientras empezaba a caminar de un lado a otro del salón, de vez en cuando daba uno que otro salto pequeño, algo que se le hizo raro y chistoso a Mérida pero trató de disimular.

– No, no. La necesito. A usted. Para que participe en ella. –Dijo mirándola directamente y hablando despacio para que pudiera entender a qué se refería, pero ella no daba crédito a lo que escuchaba.

¿Cómo le pedía eso? ¿Es que no veía que no podía? Bueno, nunca había participado en una batalla, pero sabía que era algo peligroso y aunque le atrajera la adrenalina, sabía sus límites. Y ese era uno de ellos. Por lo que tuvo que negarle amablemente a esa persona su petición.

– Lo lamento mucho, señor. Pero… ¡Vaya que día! –Soltó un suspiro exaltado empezando a caminar de un lado a otro un poco eufórica. – Primero, entro durante mucho pero mucho tiempo para ganar esta competencia, luego de regaños y reclamos de mi madre como "Recuerda que no debes de dejar tus deberes, no olvides practicar y blablablá", luego uno de mis mejores amigos entra en la competencia cuando ni sabía que él sabía usar el arco. Luego de todo eso, quedé en segundo lugar y fui reclamada como premio. Me pides que participe en una guerra así como si me pidieras que fuéramos de paseo… ¿¡Qué más!? ¿Eh? – Volteó la mirada cansada de hablar y lo que vio la dejó más pasmada, el "hombre" se había quitado la armadura y ahora podía ver claramente que de hombre no tenía nada, por lo menos humano. Frente a ella estaba un conejo grande, demasiado y la miraba un poco aburrido esperando a su posible reacción. – Bien, ahora le agrego a que un conejo me pide estar en una batalla. ¿Es que se pelean por las zanahorias? – Preguntó un poco burlesca a lo que el Conejo se acercó a ella con el ceño fruncido.

– Mérida, es un asunto serio. Necesitamos de tu ayuda.

– ¿Quiénes? – Preguntó con un poco de resignación, aunque aún no aceptaba participar en eso. Fuera lo que fuera.

– Todos nosotros.

Mérida volteó la mirada un poco ¿Por qué le habían pedido tal cosa? Tantos guerreros y justo ella. Aceptaba que podía vivir en el bosque, comer lo que había, entrenar, lo que fuera. Pero no participar en una guerra. O batalla, lo que fuera.

– Sé lo que piensas. Pero te diré una cosa. – Se detuvo un momento antes de continuar hablando, sabía cómo se sentía la joven, pero no era tiempo de andar de dramas y no aceptar. El tiempo era valioso. – Cuando uno le pide un favor a alguien, es porque sabe que puede. Ya solo es cuestión de la otra persona demostrarle que no estuvo equivocado.

La chica torció los labios, de verdad quería probar experiencias nuevas. Sentirse como lo que era. Probar su valentía. Pero había un gran problema. Su madre.

– No puedo… M-mi madre no me dejaría. –Dejó caer sus hombros abatida, sabía que si aceptaba, su madre la encerraría en su habitación. – De tan solo imaginarse de que voy a una guerra o batalla. Con suerte me dejaría salir a comer. L-lo lamento. Pero como dije, si gusta…

–No. – Interrumpió Bunny* – Esto es algo que tú sola debes decidir. Ya eres mayor, Mérida. Es tu decisión… Te daré todo este día para que lo recapacites. – Golpeó con su pata el suelo para aparecer un gran agujero que lo hizo que "desapareciera" al instante, dejando sola a la chica con sus pensamientos.

Pensamientos que duraron toda el día hasta la cena, esto era un poco complicado. Sí, podía demostrar lo que era capaz, sentirse libre. Dejarse de ser tratada como una princesa, puesto que sabía que si iba allá, la tratarían como un igual, nada de coronas, modales. Sería Mérida. Así que tomó una decisión. Le preguntaría a su madre, o más bien, le avisaría… O por lo menos trataría.

La cena, pasó tranquila y normal como siempre, uno que otro comentario de su padre, los regaños de su madre hacia sus pequeños hermanos, todo normal. O bueno, salvo ella que se mantenía un poco distante a su familia, en su mente estaba tratando de idear como tocar el tema de hace unas horas con el Conejo extraño, incluso se había imaginado en dónde le decía a su madre y se convertía en oso nuevamente para luego encerrarla en una torre y matarla de hambre. Bueno, cuando estaba nerviosa a veces podía pensar de más. No fue hasta que su padre notó que estaba muy callada y le preguntó:

– Hija mía ¿Te pasa algo? Has estado muy callada. – Y era cierto, normalmente en la cena le hacía uno que otro comentario acerca de su entrenamiento con el arco o bien, cómo pasó la tarde. Pero esta vez no.

Su madre que no se había percatado del silencio de su hija hasta que lo comentó su esposo, soltó una pequeña carcajada.

– De seguro sigues triste por el torneo, no te preocupes. Habrá otros.

Mérida soltó una risa incómoda, sentía cómo si la estuvieran presionando para que hablara. Y eso justo iba a hacer en ese momento. Si no era ahora, no sería nunca.

– Ah, madre… De eso te quería hablar.

– ¡Cierto, cierto! No nos has dicho que quería el hombre. – Exclamó la reina con fervor.

– Bueno, me preguntó sobre algo…

Y no pudo terminar, puesto que su madre había soltado un pequeño grito y aplaudió con mucho entusiasmo, algo que dejó a todos los de la mesa sorprendidos. Al darse cuenta de su actitud, carraspeó antes de hablar.

– ¡Lo sabía! Sabía que era algo así. Lo sospeché.

Mérida alzó una ceja y pestañó varias veces seguidas.

– ¿Ah, sí? ¿Y qué piensas? –Preguntó con algo de temor. – Es algo que podría cambiar mi vida.

– Totalmente.

– Es como comenzar algo nuevo.

– Estoy de acuerdo. Es crecer.

– ¡Sí! ¡Crecer!

– Demostrar que ya no eres una niña.

– ¡Exactamente! – Se levantó de su asiento para dirigirse a su madre y darle un gran abrazo. – ¡Lo sabía! ¿Entonces me dejarías?

Su madre le dio unas palmaditas a la espalda de su hija antes de seguir hablando. – Claro, adoro organizar bodas.

Pareció que le dio un tic a todos los presentes al escuchar la palabra "boda", incluso Mérida que pasó de eso a hacer una cara de asco de tan solo imaginarse casada con ese conejo extraño.

– ¡No, no! ¡No me pidió casamiento! – Se alejó de ella para darle la espalda, ya era momento, por lo que tomó un respiro antes de continuar. – Me pidió… Que participara en una batalla. – Cerró los ojos esperando el grito de su madre, pero al contrario de eso, escuchó una sonora carcajada, por lo que abrió los ojos y volteó a ver a los demás integrantes de su familia quienes, su padre estaba con la boca abierta con un muslo de pollo en la mano y sus hermanitos con un pan en cada mano y de igual manera, con la boca abierta, su madre era la única que reía como si hubiera contado un chiste.

– Oh, por favor, Mérida. No creo que te haya pedido eso. Es algo… Absurdo.

La chica miró un poco dolida a su madre antes de preguntarle algo respecto a eso. – ¿No crees que sea buena para que me ofrecieran eso?

La reina miró con un poco de consolación a su hija.

– Mérida, eres una princesa. Nunca fuiste entrenada para una batalla. No a tal manera.

– Pero si me escogieron debió ser por algo.

Elinor se levantó de su asiento con una mirada firme por la actitud que ella consideraba irresponsable de su hija.

–Ese caballero no es de aquí, claramente es una trampa. ¡Ni siquiera nos dijo de dónde viene! La respuesta es no.

Mérida soltó un chasquido, claro, no iba a decir que era un conejo. Eso lo único que provocaría sería un escándalo mayor. Estaba cansada de que su madre tomara sus decisiones nuevamente, quizás sí era una trampa o quizás no. Pero fuera lo que fuera, solo lo sabría si aceptaba. Así que esta sería su decisión que rompería el lazo que la unía con su madre en cuanto a no poder crecer como ella quería.

Y así fue, solo escribió tres cartas que las dejó con sus respectivos destinatarios, a su madre, a su padre y a Ted. Donde en todas decía lo mismo, pero el final diferente.

"Madre, es tiempo que crezca y no puedo si te sigo preguntando qué hacer. Volveré, lo prometo."

"Padre, cuida a mamá. Que no me busquen por favor… Los quiero."

"Ted, si necesito algo sé que podré contar contigo. Cuando vuelva espero que me puedas decir lo que siempre me quieres decir pero nunca lo haces. Adiós. Cuida a mi familia."

Sonrió con algo de tristeza, sabía qué hacía mal haciendo eso, pero era momento de tomar sus propias decisiones, demostraría ahora sí lo que era capaz. Ya no sería más una princesa, sería solo Mérida.

Acariciaba con cariño el lomo de Angus con una pequeña sonrisa, mientras le susurraba pequeñas frases como "Es momento" "Demostraremos lo que somos capaces" hasta que llegó aquel conejo extraño como ella lo había bautizado.

– ¿Lista?

Mérida asintió un poco nerviosa tomando las riendas de su caballo y montarse en él con ayuda de eso.

– ¿Hacia dónde vamos a ir?

Bunny la miró de reojo con una pequeña sonrisa y levantó un poco la pata antes de contestar.

– Al polo Norte.

La pelirroja alzó una ceja sin entender. ¿Al polo norte? ¿Estaba loco? No tenía ropa para eso, además tardarían mucho en llegar ahí. Sin contar que cruzar el hielo, le daba un poco de miedo.

– ¿Disculpa? ¿Y cómo? ¿Sabes cuánto tardaremos?

Bunny terminó de dar el golpe en el suelo abriendo nuevamente un agujero pero un poco más grande para que entrara ella y el caballo.

– Le calculo que unos cinco minutos. – Y antes de que dijera algo, la tomó con un poco de fuerza para que entrara en el agujero, puesto que sabía que no se iba a meter en el.

Y así empezó el reclutamiento de los Elegidos, la primera fue aquella princesa que tenía que romper los lazos que le impedían crecer como debía, tenía que demostrar lo que ella era capaz y hacerle ver a su madre que no era una princesa nada más. Era una princesa valiente.


¡Al fin les traigo el nuevo capítulo! Lamento mucho haber tardado más de lo que esperaba, pero estaba en finales y cuando tenía tiempo libre me distraía con algunas cosas, pero no dejaba de escribir en ningún momento por lo menos una línea. Muchas gracias por sus bellos comentarios :) Me alegra mucho que no vaya tan mal en la historia.~ Yo sé que esperaban ver ya a Jack y a Elsa aquí, pero tendrá que esperar, primero daré la entrada a los otros personajes antes que a ellos dos, pero tranquilos. No es mucho. Ojalá les haya gustado este capítulo.

Comentarios de no registradas:

Marina04: Sí, habrá otras parejas a parte de Jelsa. Normalmente no me gusta centrarme en un personaje, así que como habrás visto, tocaré a varios personajes y habrá otras parejas.

Otro aviso.

En twitter, unas chicas y yo estamos llevando a cabo un rol sobre este mundo de crossover, por si alguien está interesado en unirse, nos falta los personajes de Rise of the Guardians -excepto, Bunny, Jack y Tooth.- y los de Frozen -Excepto Elsa.- si alguien está interesado, me podría mandar un mensaje y les ayudaré a más o menos orientarse. Y otro aviso. Hay ask JELSA :D Para los que quieran hacer preguntas a estos dos. Los links se los dejo a continuación. No es necesario estar registradas para hacer una pregunta.

ask. fm / jackteresponde

ask . fm /SnowElsa_

¡Nuevamente muchas gracias por sus comentarios y espero comentarios, tomatazos, observaciones en este!

PRÓXIMO CAPÍTULO: "La chica del cabello dorado."

PD. Si hay una falta, según lo revisé pero siempre se me puede pasar uno que otro.