One-shot: Su efecto

La cebolla siempre me hace llorar.

Me seco los ojos con el antebrazo, termino a toda prisa y la echo a la sartén junto con las zanahorias y el resto de verduras que ya había picado antes. Cuando tengo todo preparado para guisar el ganso de Haymitch, añado los trozos que Katniss ha deshuesado y lo dejo hacerse a fuego lento. En mi casa siempre se decía que la comida había que hacerla con mimo y paciencia, mucha paciencia.

Me siento en una silla de la mesa de la cocina a esperar a que se termine, pensando que de un momento a otro Katniss y nuestro mentor deberían aparecer por la puerta. Hace rato ya que ella se fue a por la bebida a casa de Haymitch y como tardaba en volver le pedí a él que fuese a comprobar que todo iba bien. Con éste hielo que lo cubre todo no me fio.

En un vago intento por distraerme y pasar el rato sin preocuparme en exceso por ellos acabo repasando el último mes, que ha sido uno de los más duros tras la Guerra.

Creí que nada superaría a los meses en los que Katniss estuvo desaparecida. Lo pasé horriblemente mal y el hecho de no saber siquiera si estaba viva o no convertía mi vida en un calvario a cada segundo que pasaba sin su ella. Era como perseguir una quimera, como si el destino se hubiese puesto de acuerdo con Snow y quisiera, aun después de todos los horrores que vivimos, ponernos una prueba más.

Sin embargo, desde mediados de noviembre hasta la tercera semana de diciembre ha sido un tira y afloja constante entre Katniss, sus demonios, los míos y yo. Verla tan vacía, casi como cuando volví del Capitolio tras la muerte de Prim y me la encontré al borde de la inanición, ha sido algo muy difícil de tragar. Más aun sabiendo que era cargar con nuestro hijo lo que le provocaba esa desazón. Me volví a sentir tan ruin y egoísta como el día que nos enteramos de que estaba embarazada.

Gracias al cielo, poco a poco ha ido aceptándolo. Sigue teniendo sus días malos, en los que sentir al bebé moverse le recuerda lo frágil y vulnerable que será cuando nazca, y yo sigo teniendo mis flashback, los que me hacen agarrarme al respaldo de una silla y cerrar los ojos para no confundirla con el monstruo que nunca fue.

Lidiar con los terrores de ambos estuvo a punto de acabar conmigo éste mes. Por suerte, Katniss vino en sí antes de que sucediera.

El olor a quemado me saca de mis recuerdos. De dos zancadas estoy junto al guiso, apartándolo como puedo del fuego y pidiendo al cielo que no se me haya quemado del todo. Por suerte solo ha sido un trocito de ajo lo que olía tanto y el guiso está intacto. Alzo la vista al reloj de pared: las diez en punto. Hace más de una hora desde que Katniss se fue y casi cuarenta y cinco minutos desde que lo hizo Haymitch. Les daré quince minutos más. Si para entonces no han vuelto saldré a buscarlos.

Termino de hacer el ganso, más atento al fuego esta vez, y coloco los entremeses que Katniss ha estado preparando sobre la mesa. Cubiertos y platos están en su sitio y ya solo queda servir la cena. Justo cuando me estoy quitando el delantal y estoy a punto de salir a buscar a esos dos inconscientes, oigo abrirse la puerta de la calle.

Suelto un suspiro de alivio y les espero en la cocina sirviendo un poco de sopa como primer plato. Cuando entran por el umbral de la puerta no espero ver los ojos llorosos que ambos traen. Y es precisamente eso, el hecho de que Haymitch también presente signos de haber llorado lo que me alivia y preocupa a la vez. Obviamente algo ha tenido que pasar en casa de Haymitch durante este rato, pero ninguno parece muy estable como para debatirlo ahora, así que conociendo a ambos como los conozco, me limito a darles el espacio que sé que necesitan:

- Llegáis justo a tiempo –les digo con una sonrisa a pesar de que llegan descaradamente tarde.

Katniss, que me había sostenido la mirada durante los milisegundos que he estado valorando la situación, me sonríe con una gratitud muy impropia de ella. Me mira con amor, y en ese momento sé que he hecho lo correcto dejándolo correr.

Cenamos tranquilamente, con la atmósfera menos cargada de lo que en un principio hubiese esperado. Relleno los silencios con conversaciones tontas e insustanciales. Lo suficientemente livianas como para evitar la carga emocional de lo que sea que haya pasado dentro de aquella casa. A pesar de todo, no me cuesta nada llevarles por donde quiero y es todo gracias a Katniss. Cuando consigue estar tranquila, serena, irradia un aura de confianza y seguridad que se contagia a todo el que la rodea. Automáticamente, crees en ella más de lo que nunca hayas creído en ti mismo. Y a pesar de todas las muestras de ello que ha tenido y sigue teniendo, aún no es consciente, y dudo que alguna vez lo sea, del efecto que ejerce sobre los demás.

Tras la cena, Paylor se despide por televisión del año que dejamos atrás con un discurso muy emotivo que llega a los corazones de todo ciudadano. Brindamos cuando el reloj marca las doce en punto y salimos al jardín a contemplar los fuegos artificiales.

La noche pasa rápido entre llamadas telefónicas al Distrito 4 y alguna que otra sorpresa desde el Capitolio. Haymitch se va a casa pasadas las tres y Katniss y yo nos quedamos sentados al calor del fuego, disfrutando de las primeras horas de este nuevo año, juntos, como debe ser.

El cómodo silencio nos envuelve a ambos durante largo rato y siento un par de veces la necesidad de comprobar que todo es real, que no es ningún macabro juego de Coriolanus Snow en el que pronto todo se convertirá en sangre, suciedad y muerte. Donde Katniss se convertirá en mi verdugo.

Como llamada en silencio por ese lazo invisible que nos une, Katniss gira su cabeza hacia mí y me susurra "te amo" prácticamente al oído. Sus palabras hacen que todo mi interior salte de alegría a pesar de las veces que las he oído ya salir de sus labios.

Mirando a esos ojos grises, le doy un beso con toda mi alma puesta en él, como todos los que le doy siempre. Y cuando creo que la noche ya no puede dar más de sí, que no existe nada sobre la faz de la Tierra capaz de provocarme tanta felicidad como sus labios sobre los míos, alcanza un par de rebanadas de pan que no había visto sobre la mesa y tira de mi hacía el fuego.

Entonces lo comprendo todo, comprendo lo que quiere hacer, y alcanzo un clímax emocional que sé que solo superaré el día que nazca nuestro hijo.


FU... FUU... *sopla enérgicamente el polvo sobre el teclado* ¡Atchis, atchis! *estornuda por el polvo en suspensión (idiota...)*

¡BIENVENIDOS, BIENVENIDOS!

¡Bienvenidos al one-shot conmemorativo por superar las MÁS DE MIL ALMAS en Facebook!

¿Alguien se aventura a adivinar de qué capítulo es paralelo éste one-shot que escribí hace más de un año y medio? (Que se dice pronto...)

Aún después de tanto tiempo, que siga habiendo gente que lee éstas palabras me parece tan mágico y tan alentador que no puedo sino agradeceros con unas cuantas líneas más todo el cariño que siempre he recibido de vosotros. No tengo mucho más que deciros, salvo que todo me va de maravilla, que sigo viva y con un par de proyectos en marcha. Deseo que a vosotros os vaya todo tan bien o más que a mí y si alguien tiene ganas de hablar/comentar que no dude ni un segundo en hacerlo. Como es tradición, os contestaré A TODOS.

Muchas, muchas, muchísimas gracias. Por cambiarme a mí, por cambiarlo todo.

¡Un abrazo!