Hola queridas lectoras, había prometido a una querida lectora que le escribiría un capítulo debido a que mis últimos escritos son cortitos. Bien, sé que dirán que nuevamente traigo una historia sin haber terminado las que ya tengo, pero como últimamente he actualizado me dije que podía hacerlo. Ahora: subo nuevo capítulo de acuerdo a los pedidos que me hacen, por lo cual doy prioridad a los más leídos, por eso no sé cuándo llegue el siguiente episodio de esta historia.

Estaba hablando con una amiga acerca de los problemas de rentar departamento, cuarto o casa por la escuela y de allí surgió toda esta idea, espero les agrade mi propuesta. Sin más qué decir, ¡bonita lectura!


Observó por milésima vez la dirección dada en el periódico y la que estaba frente a ella, corroborando que no se había equivocado. A pesar de eso se preguntó si acaso los números no estaban mal debido a que el precio pedido en el papel y el pequeño departamento ante el cual estaba parada no correspondían en nada, simplemente se veía demasiado ostentoso para poder ser pagado. Notó entonces que debía tener más de una habitación y que por lo mismo era perfectamente entendible que fuera subarrendada a otros estudiantes como ella. Se acomodó un mechón de cabello rebelde detrás de la oreja y suspiró sabiendo que el siguiente paso a dar era quizás el más grande en su vida.

Haruhi no quiso pensarlo por más tiempo, tocando el timbre de la puerta del apartamento 3A con suavidad, la misma se abrió con un suave click revelando a un azabache con lentes. La castaña notó de inmediato la ropa de marca que usaba así como el costoso reloj en su muñeca, indudablemente se trataba de un niño rico y mimado por lo cual se cuestionó nuevamente si no se había confundido de dirección.

–Perdone, creo que me he equivocado –hizo una reverencia.

–¿Viene por el departamento? –preguntó seriamente.

–¿Ehhh? –le miró confusa.

–El departamento, ¿quiere rentarlo? –señaló el periódico que tenía en la mano derecha.

–Bueno, sí, pero, ¿el precio es correcto? –no creía que los ceros allí estipulados fueran adecuados.

–Sí, ahora, ¿quiere pasar a verlo? Imagino que se trata de una persona seria, ¿no es así? Si después de conocerlo no le interesa no habrá problema alguno.

El chico se hizo a un lado, permitiéndole el paso. Haruhi quedó asombrada con apenas la sala de estar, se trataba de un espacio amplio con un cielo raso precioso, los muebles eran modernos en tonos oscuros que contrastaban con el blanco de las paredes e indudablemente eran de diseñador como todo lo que allí se encontraba, incluso el chico que le atendiera parecía salido de un catálogo de modelos. Haruhi entró lentamente, observando con mayor detenimiento el lugar sin mostrar su emoción en su rostro, no quería que el chico le cobrase más si veía cuánto deseaba quedarse allí y no por el lujo presente, sino porque era lo suficientemente amplio para llevar a cabo sus trabajos y al encontrarse tan cerca a su facultad se ahorraría el autobús si caminaba todos los días.

–Lo siento, no me he presentado, soy Fujioka Haruhi –le comunicó al adolescente.

–Ootori Kyouya –dijo a su vez.

Sólo en ese momento Haruhi se permitió mirar con un poco más de detenimiento al chico, era realmente apuesto, debía tener cerca de 20 años, de tez muy clara y cuerpo delgado pero en el cual se notaba que hacía ejercicio. Sus cabellos oscuros caían sobre su frente en un peinado moderno pero ordenado, sus ojos oscuros se ocultaban tras unos lentes de marco plateado. Usaba una playera verde con los últimos tres botones abiertos y un pantalón oscuro, un reloj Rolex confirmaba que pertenecía a una familia pudiente. Sin embargo, el chico permaneció serio, como si estuviera cansado de mostrar el apartamento sin hallar un compañero adecuado. Además, debajo de sus ojos podían apreciarse unas marcas oscuras, indudablemente se desvelaba por estudios ya que el trabajo estaba descartado.

–Deje que le muestre el resto del sitio –habló seriamente, comenzando a andar por el lugar esperando le siguiera.

Haruhi fue conducida a la cocina, la cual era mucho más amplia que la que compartía con su padre, además de que todos los electrodomésticos parecían ser los usados en un restaurante cinco estrellas. Las alacenas eran enormes y el refrigerador era tres veces más grande que el suyo, todo parecía ser lo mejor de lo mejor, preguntándose para qué querría alguien tanto lujo en cosas tan sencillas pero se abstuvo de mencionarlo en voz alta. El comedor no se quedó atrás, si bien sólo tenía seis sillas, era de la mejor calidad.

Kyouya la llevó al baño, notando que estaba perfectamente equipado con una ducha y una tina, así como dos lavamanos y un enorme espejo, incluso había un gabinete con todo lo necesario para un baño relajante con espuma, sales, aromas e incienso.

Después le condujo a unas puertas cerradas a las que presentó como los dormitorios, abriendo aquél que sería el suyo. La castaña contempló la cama matrimonial con sábanas en color crema, un amplio ventanal que se iluminaría cada mañana con los primeros rayos del sol, un enorme clóset en el cual cabía el cuarto de su padre, dos burós a ambos lados de la cama y el pequeño candelabro en el centro de la habitación.

Sin embargo, Kyouya había reservado lo mejor para el final, llevándola a una amplia terraza con algunas plantas y un banquillo para pasar una tarde relajante viendo los edificios de Tokio y el parque cercano. Haruhi quedó ensimismada contemplando las azoteas cercanas carentes de vida mientras ese hermoso espacio parecía gritar que se quedara, que rentara en el acto. Sin embargo, todavía quedaba discutir si el precio le convenía o era sólo una treta para atraer a posibles inquilinos, dio media vuelta topándose con la seria mirada del Ootori.

–Veo que le ha gustado.

Bien sabía que sí, era imposible que el lugar no le agradase a alguien, aunque a decir verdad ella prefería los sitios más sencillos. Lo que realmente le hacía querer quedarse era el precio dado en el periódico y su cercanía a su campus, lo demás era bono extra.

–Disculpe, Ootori-san, pero simplemente no puedo creer que el precio pedido sea correcto, este piso vale mínimo cinco veces más –habló sinceramente.

–Así es –le invitó a sentarse en la sala, siendo seguido por la castaña–. Como ha podido ver, posee tres recámaras, es por eso que se renta a más de un inquilino.

–Entonces debería compartir el piso con otra persona aparte de usted, ¿no? –se sentó frente a él.

–Otros dos chicos.

–Pero… –titubeó.

–No hay problema, comparto habitación con un antiguo compañero de instituto. Nuestro roomate se mudó hace poco, por eso decidimos rentar el tercer cuarto. Si le preocupa el hecho de vivir sola con tres hombres puedo asegurarle que ninguno de nosotros intentaría nada indebido, después de todo no nos conviene y el beneficio tampoco nos favorece de sobre manera.

Haruhi no supo si agradecer sus palabras u ofenderse por las mismas, pero le quedó claro que estaba a salvo de cualquier agresión, Kyouya no parecía ser el tipo de chico al que le gustasen los escándalos y definitivamente no permitiría nada de esa índole bajo su mismo techo. Su mente gritaba que aceptara, si cerraba el trato tendría un ahorro muy grande al dividir los precios del gas, la luz, el Internet y el piso entre cuatro personas.

–De acuerdo.

–Muy bien –le enseñó el contrato sobre la mesa, indudablemente a ese chico le gustaba tener todo bajo control–. Puede ver que el trato es muy favorecedor, no se permite música fuerte ni ruidos de ninguna índole después de las once de la noche, la renta se paga el primero de cada mes junto con la luz y el Internet, el cable es opcional pero generalmente todos contribuimos al mismo, están prohibidas las fiestas y de preferencia no traiga muchos amigos, nos gusta la tranquilidad debido a que todos somos estudiantes y tenemos trabajos que entregar, supongo que usted lo entiende. Finalmente: no traiga novios a este sitio, si desea pasar la velada con él puede ir a su departamento o un hotel.

Las últimas palabras casi le dieron ganas de romper el papel enfrente de sus ojos, ¿cómo podía ese chico decir tal cosa cuando apenas le conocía? Haruhi no era ese tipo de personas, acababa de iniciar la carrera de Derecho y estaba demasiado ocupada con la misma y su trabajo de medio tiempo como para salir con alguien, incluso si Mei opinaba lo contrario. Sin embargo, si los otros chicos eran igual de responsables que el sujeto que acababa de conocer no habría problema alguno. Kyouya y ella terminaron de ultimar algunos detalles, siendo informada de los otros aspectos importantes a considerar con respecto a su convivencia y cerrando el trato en el acto.

Haruhi se despidió respetuosamente del azabache y salió de allí, caminó al ascensor para bajar con mayor rapidez mas el mismo se abrió antes de llegar a él, del mismo descendió un chico de cabello naranja realmente guapo que siguió su camino sin siquiera voltear a verla, llegó frente a la puerta de la cual saliera ella y sacó su llave para abrirla. Acababa de conocer a otro de sus compañeros, se preguntó cómo sería el tercero.

A sólo dos días de haber firmado un contrato con el mismo diablo la castaña ya había dejado todo dispuesto. Se despidió de Mei, con la cual había compartido cuarto hasta el momento, mas la distancia y el precio de la renta le habían obligado a buscar un nuevo lugar para quedarse. Su amiga de la infancia le despidió con tristeza mientras prometía darse una vuelta algún día, aunque Haruhi sabía que el mismo tardaría mucho en llegar considerando que debía entregar diversos trabajos. Le dio la nueva dirección a su padre para que no se preocupara y que la próxima vez que fuera a visitarla supiera a dónde ir. Finalmente le informó a un par de compañeras con las cuales solía intercambiar apuntes y hacer algunos trabajos en equipo. Guardó sus pequeñas pertenencias en una sola maleta y caminó a su nuevo hogar temporal.

Nuevamente se quedó parada en la entrada del edificio sin poder creer que viviría allí por sólo la quinta parte del precio incluyendo ya los servicios básicos, jaló su pequeña maleta y entró. El viaje en el ascensor le pareció un poco más lento del habitual debido a los nervios que tenía, las puertas se abrieron anunciando que habían llegado a su destino y Haruhi hubo de repetirse que era cierto, que desde ese momento vivía allí. Tocó el timbre debido a que Kyouya aún no le daba una llave, esperando unos segundos antes de que la puerta volviera a abrirse; era ya el atardecer, por lo cual los rayos del sol que se colaban a través de las ventanas del sitio la deslumbraron ligeramente, el chico que le abrió se encontraba rodeado de un extraño brillo que se complementó con una sonrisa de ensueño.

–Buenas tardes, tú debes ser la nueva compañera, ¿no es así? –preguntó encantadoramente.

Haruhi asintió con la cabeza, ella no era el tipo de chica que se enamoraba a primera vista, nunca se había considerado dentro de esos grupos tan "cursis y ridículos" pero al instante se sintió ligeramente atraída por el apuesto chico frente a ella, tenía el cabello rubio ligeramente ondulado, unos mechones rebeldes caían sobre su frente, sus ojos de un ligero tono violeta brillaban al hablar, su nariz era recta y fina, vestía una camiseta azul con algunos detalles en blanco y pantalones grises.

–Lo siento, no me he presentado apropiadamente –se hizo a un lado para que pasara–, mi nombre es Suou Tamaki, seré tu compañero.

–Fujioka, Haruhi –se presentó adecuadamente–, ocuparé la tercera recámara.

–Sí, eso me dijo Kyouya –le sonrió.

–Me alegra ver que ya se conocieron.

Haruhi volteó detrás de sí, topándose con el mismo chico que le atendiera un par de días atrás, al parecer acababa de salir de la ducha, pues tenía el cabello mojado, usaba apenas un pantalón y tenía el torso desnudo, sobre los hombros llevaba una toalla, iba descalzo y no parecía especialmente afectado porque la chica le viera a medio vestir. Se acercó a ellos y abrió un cajón del buró de la sala.

–Aquí está tu llave, no la vayas a perder –avisó seriamente.

–¿Crees que podrías ponerte algo más encima, okaa-san? –pidió el rubio con incomodidad– Estás enfrente de una dama.

–¿Okaa-san? –le miró extrañada la chica.

–No veo que a ella le moleste –se colocó los anteojos, los cuales descansaban sobre la mesita frente a ellos–. Estaré en mi habitación, debo entregar una evaluación de riesgos para el martes, no me molesten.

El azabache dio media vuelta, caminando hasta el que la castaña pensó que sería su cuarto, cerrándolo detrás de él. Tamaki suspiró ante la actitud de su mejor amigo, luego volteó a ver a la chica frente a él con una sonrisa.

–Disculpa, su padre es Médico, así que está acostumbrado a ver gente desnuda, pero no te preocupes, en el fondo es buena persona.

–No hay problema, realmente no me incomoda.

–Está bien, deja que te ayude a desempacar.

El rubio tomó su maleta, sorprendiéndose de que no hubiera más equipaje con ella, de todas las chicas que conocía la gran mayoría llevaría consigo tres o cuatro y el resto más de eso. Haruhi le siguió hasta el cuarto que anteriormente Kyouya le mostrase cuando fue a ver el departamento, todo estaba igual que aquella vez, excepto que olía ligeramente a menta, al parecer los chicos se habían esmerado por darle una adecuada bienvenida. Tamaki dejó sus cosas a un lado de la cama.

–Si necesitas algo más dímelo, ¿de acuerdo?

–Claro, muchas gracias –hizo una reverencia.

–Te dejaré desempacar, la cena es en una hora, hemos pedido pizza, espero te guste.

–Cla-Claro –no quiso rechazar su ofrecimiento aunque la verdad es que ella prefería la comida casera.

Apenas Tamaki salió Haruhi comenzó a sacar sus cosas con cuidado, colocando en primer lugar una foto de su madre en el buró junto a la cama, luego sacó otra en donde aparecían ella y su padre en su graduación de la preparatoria. Como no tenía mucha ropa rápidamente acomodó sus pantalones y camisetas en el enorme ropero destinado a su uso. Mei se hubiera vuelto loca de la emoción al tener tanto espacio para ella sola, pero a Haruhi sólo le importaba que pudiera realizar sus trabajos en su propio espacio para no molestar al resto de sus compañeros, especialmente al azabache.

A la hora Tamaki fue a verla para avisar que fuera a comer con ellos; no podía decirse que realmente cenaron juntos ya que Kyouya tomó un par de rebanadas y una taza de café negro antes de volver a desaparecer tras las paredes de su cuarto, por lo cual se quedó sola con el rubio pues su misterioso tercer compañero no se había aparecido. Tamaki era muy alegre y fácilmente le contó un poco acerca de ellos, así, supo que el azabache estudiaba Administración de empresas debido a que pensaba algún día estar al frente de los negocios familiares, Tamaki era mitad francés y estaba cursando su segundo año de carrera, el último chico con el cual compartiría el piso se llamaba Hikaru y estudiaba Diseño gráfico, aunque el rubio no sabía mucho de él debido a que no pasaba mucho tiempo con ellos y hablaba poco respecto a su vida.

Haruhi también compartió un poco de su vida. Se había mudado a la capital cuando era pequeña con sus padres, su madre murió cuando tenía ocho por lo cual había aprendido a ser muy independiente, estudiaba Derecho en la Universidad de Tokio y trabajaba a medio tiempo para pagar algunos gastos de su colegiatura.

Después de la cena Tamaki se retiró al mismo cuarto que el de Kyouya, al parecer compartían habitación por lo cual el misterioso tercer compañero tenía la última, en el centro de las otras. Haruhi se puso unos pantalones cortos y una camiseta azul marina que le quedaba grande para poder trabajar a gusto en su cuarto, se recogió el cabello en una coleta para que los mechones no le estorbasen y comenzó a hacer sus deberes escolares. Era cerca de media noche cuando salió por una taza de café debido a que el sueño comenzaba a afectarla, fue a la cocina a prepararse una bebida muy cargada y de regresó notó que la luz del cuarto de Kyouya y Tamaki todavía estaba encendida pues se veía el brillo bajo la puerta por lo que indudablemente el azabache seguía trabajando al igual que ella.

Continuó con su tarea hasta las dos de la mañana, debía avanzar en las noches debido a que por las tardes trabajaba y no podía disponer de dicho tiempo, desde una hora atrás la otra habitación había quedado en silencio, por lo que Kyouya de seguro ya estaba durmiendo. Haruhi apagó su laptop, bostezó debido al cansancio y se talló los ojos dispuesta a dormir, se puso un pijama ligero de color rosado y entró en la cama. Llevaba media hora dormida cuando de pronto la puerta de su cuarto se abrió.

Una figura entró tambaleándose suavemente, la habitación estaba sumida en penumbras por lo cual no notó las cosas recién traídas por la chica, se quitó los zapatos con pesadez y arrojó la camisa al otro lado del cuarto sin preocuparse de dónde caía. Se metió en la cama cuando notó que había otra persona a su lado. Haruhi despertó inmediatamente al sentir el tacto del desconocido, iba a gritar debido a la sorpresa cuando sintió las lágrimas escurrir por su espalda, la persona estaba llorando.

–Ka-Kaoru… –le llamó– lo siento, no quise decir esas cosas… perdóname.

Lo siguiente que supo es que el desconocido le abrazaba por la espalda con suavidad.


¡Vaya forma de conocerse! ¿No lo creen? El próximo episodio será más largo, lo prometo. También, quiero decirles que ésta será la primera vez que trate de hacer un fic un poco más realista, por lo cual podría llegar a contener alcohol, tabaco, drogas, sexo, violencia y palabras altisonantes, aunque no sé bien en qué medida. De cualquier modo, si esto sucede cambiaré el rated a M para no generar confusiones y avisaré en el capítulo anterior para que sepan dónde buscarlo. Por cierto, no estoy segura del título, así que quizá lo modifique. Perdonen si tiene faltas de ortografía, las corrijo en un momento, sólo que me emocioné mientras escribía y no paré.

¡Nos estamos leyendo!