Disclaimer: Naruto no es mío.


Modelo de arte

Parte I


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"¡No es erotismo, es arte; no existe arte sin lujuria. Hacer el amor es danzar con la belleza que exponen los cuerpos desnudos!"

Esa frase tan incrédula rondaba por su cabeza sin despegársele ningún segundo.

Los nervios empezaban a invadirla.

"La desnudez es la ventana del alma. ¡Es arte!"

¡Demonios! Era por más evidente que a su profesor de arte de cabello rubio que concebía por nombre Deidara, era un experto en cuanto a todo tipo de artes se tratara. Con cada palabra formaba una oración en la que irradiaba su vida y su anhelo por el arte.

—Mis queridos pupilos —habló el hombre de porte extravagante, el cual dichosamente era el mismo profesor —. Su trabajo consiste precisamente en eso. Retractar la ventana al alma humana.

Pareciera que su voz se deshacía por la excitación que le surcaba.

—¿Tenemos que dibujar una ventana? —preguntó por detrás de ella un chico que pareciera estar siempre absorto de cualquier clase.

Realmente no entendió la consigna, la desilusión en el rostro de Deidara se dejaba formar. Aquellos jóvenes eran unos ignorantes (por no decir estúpidos). Después de todo, aún tenían 18 años ¿Qué podían saber ellos sobre la vida?

—No Naruto —se frotó el rostro —¿Alguien más creyó que tenían que dibujar una ventana?

Todos quedaron el silencio, pero a cambio la gran mayoría de los estudiantes levantó la mano demostrando su poco interés.

—Umn —suspiró algo irritado —. Tienen que elaborar el retracto de una persona desnuda.

—¿Qué? —ella se exaltó.

¿Era eso posible? Apenas cursaban el tercer año de preparatoria ¿no es ilegal que un profesor te pida aquello? Podría ir a la cárcel ¿cierto?.

Algunos chicos –en general hombres- lo tomaron como una oportunidad para ver cuerpos de mujeres sin ropa y posiblemente tener algo de sexo. Las chicas refutaron –algunas, no todas- con la postura de resguardar su dignidad.

—Es su proyecto final —postuló —se entrega el próximo lunes. Persona que no entregue, no pasa de año.

No existía ninguna ocasión de salvación. Tenía que hacerlo. ¡Diantres, nunca antes había visto a alguien desnudo que no fuera ella misma!

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Terminada la clase corrió a tomar algo de aire libre. Vaciló unos instantes mientras se dedicaba a contemplar el paisaje del patio escolar.

En verdad no tenía escapatoria y no estaba dispuesta a reprobar un año por algo tan retrodato como aquello.

Escuchó a lo lejos las conversaciones de algunos compañeros, que a través de su boca hablaban acerca de la persona que serviría de su modelo.

Ella rodó los ojos. ¿Quién diablos quería posar desnudo?

Una de las indicaciones prohibía el exhibir el cuerpo de alguno de los presentes a la clase, podía ser algún compañero del instituto pero forzosamente tenía que ser ajeno a ese salón. Lo que perdía sentido cuando se acompañaba con el mandato de retractar solamente el cuerpo y no el rostro.

Bufó. Tal vez debió tomar la clase de arte impartida por la profesora Konan en vez de la de Deidara, tal como lo había hecho su amiga Sakura; sin embargo, el simple hecho de que ésta hubiese preferido a Konan se debía a que Sasuke Uchiha había decidido las clases de ella, por tal motivo la peli rosa lo persiguió. Eso, le parecía muy infantil, obligándose a tomar la clase contraria.

Cerca de ella se percató de la presencia de Sasuke, quién se entretenía leyendo un libro. Tan solo como era costumbre.

Por su mente se figuró a él como su modelo.

Era casi imposible que aceptara. No, en realidad era una realidad negativa.

—Hola Sasuke —lo saludó con una sonrisa que embellecía su rostro.

Se decidió por preguntarle, y cuando menos lo esperaba ya estaba frente a él.

—Hmp —ni si quiera volteó a verla.

—¿Cómo estás?

—Hm —dio vuelta a la página de su libro —¿qué quieres Ino?

Habló sin prestarle importancia.

—Em pues… eres perfecto.

Le dedicó una mirada rápida.

—¿Hum? —la miró de reojo y con egocentrismo afirmó —. Lo sé.

Ella se cruzó los brazos.

—Bien je —continuó —¿podría verte desnudo? —sonrió con inocencia.

Claramente no se daba cuenta de la gravedad de sus palabras, provocando que el muchacho dejara caer el libro que sostenía, esta vez mirándola con asombro.

—¿Qué?

—Eh ¡No! —se mordió el labio inferior. Comenzó hablando mal —Quiero decir… que ¿si querrías ser mi modelo de arte?

—¿Estás loca?

—Es el proyecto final, consiste en dibujar a alguien… desnudo.

—Sí, estás loca —su expresión de asombro no cambiaba —.Eso no está permitido.

—Deidara –sempai lo pidió.

—Hmp —retomó el libro —¡Vaya idiota! ¿Crees que yo aceptaría algo tan vergonzoso como eso?

Ella recordó la frase que el profesor siempre repetía.

—No es arte… es erotismo.

Al parecer la recordó mal.

Él enarcó una ceja.

—Tú lo que quieres es verme desnudo.

—¡No! ¡Es arte no erotismo! —corrigió mientras inflaba las mejillas.

—Da lo mismo. Busca a alguien más.

—¿A quién?

—Naruto.

Ella negó.

—No puede ser alguien de la clase.

—Entonces Sakura.

—Sería traumante ver a una mujer desnuda.

La observó con cierta exaltación.

—Y a un hombre ¿no?

—Sí pero… —se molestó —estúpido.

—Me da lo mismo. Busca a alguien de por tu casa y ya.

—No conozco a nadie.

—Entonces dibuja un cuerpo de internet.

—No soy pervertida —posó sus manos en sus caderas.

—Sólo deja de fastidiarme.

—¡Bien! —le gritó —el arte es belleza y tú… tú eres horrendo.

Le sacó la lengua y se marchó. Era un idiota por no prestarse a ser una herramienta de inspiración estética.

La artesanía estaba lejos de cubrirse de timidez, comenzaba a comprenderlo.

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Precisamente intentaba ahora plasmar la musa de la hermosura con cada trazo, llenando de codicia el objetivo oculto de la sensualidad que portaba el arte.

Es decir, con pronunciar únicamente la palabra "arte" bastaba para hacer vibrar el corazón y movilizar las emociones más ocultas de los seres que lograban entender la completa extensión de tan majestosa virtud.

Era un don, las culturas más poderosas y místicas lo forjaban.

Su profesor Deidara lo recitaba e Ino lo absorbía.

—Disculpe profesor —entró al aula, la cual se encontraba deshabitada.

Únicamente ellos dos.

—Ino ¿no te había dicho que puedes llamarme senpai? —inquirió sin quitarle el ojo de encima.

—De acuerdo senpai —recalcó.

Deidara no era un hombre realmente mayor. Si acaso tendría unos 23 o tal vez 24 años. Todos los profesores que habían ingresado para ese semestre lucían muy jóvenes. Ino realmente se sentía en confianza, era un superior pero contaba con la certeza de la cercanía de entablar una amistad. Después de todo, solo se llevaba 5 años de diferencia.

—¿A qué viniste? —acomodó su cabello.

—Pues —chasqueó la lengua —senpai ¿quiere ser mi modelo de arte?

Lo contempló. Por su lado él abrió los ojos.

—¡Por supuesto! —dejo ver sus dientes blancos en una enorme sonrisa.

Ni si quiera se dio tiempo de pensarlo, era tanto su fanatismo que cualquier cosa relacionada con arte lo obligaba a reaccionar con impulso.

Se puso de pie rápidamente, apartó la silla de su escritorio y ágilmente comenzó a desvestirse. Primeramente se deshizo de la playera.

Ahí estaba, con un perfecto pectoral al descubierto. Ino se sonrojó plenamente, su profesor estaba muy bien elaborado. Se preguntaba si realizaba algún ejercicio para tener ese abdomen tan marcado.

El calor comenzó a indudar el salón.

—Se-senpai —intentó no mirar, pero era imposible.

—¿Umh? —trataba de desabotonarse el pantalón con algo de dificultad.

—Aquí no —su rostro seguía rojo —podrían mal interpretar las cosas.

Deidara entendió el punto.

—Tienes razón —se detuvo —podrían despedirme —se aterró.

Ino movió la cabeza testificando la ocasión.

—Bien —se acercó a ella —entonces podrías venir a mi casa en la noche y… dibujarme desnudo.

—¿Eh?

¿Acaso esa insinuación seguía conservando la bondad del arte?

Entró en un largo trance de duda y la mirada pervertida que su senpai le dedicaba la hacía poner más nerviosa.

—¡Ino!

Escuchó a una persona pronunciar su nombre, pero también fue capaz de oír a su profesor rezongar con desagrado.

Se giró para sesionarse de la identidad del chico quien la había salvado del momento más incómodo de su corta vida.

—¿Sasuke? —preguntó asombrada.

—¿Qué haces aquí? —se dirigió a la escena.

—Llegó en cuestión de preguntarme sobre su proyecto final —lo encaró Deidara.

—¿Y para eso se quitó la camisa… profesor?

—¿Tú eres Sasuke, verdad? —tomó la parte superior de su ropa para volver a colocársela.

—Vamos Ino —le ordenó.

—Ino —Deidara la retuvo —no te olvides de tu trabajo.

Ella solo espetaba lo transcurrido.

—Lo siento profesor —habló Sasuke —ella ya tiene un modelo.

El corazón de ella latió fuerte.

—Ino vámonos.

La tomó de la muñeca y tirando de ella se la llevó consigo hasta alejarla de ese pervertido, porque para Sasuke eso era su profesor. Un pervertido que se aprovechaba de su vocación para obtener algo más allá.

Cuando insinuaba el erotismo en el arte, no se refería a otra cosa más que al libido de las obras.

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—¡Sasuke! —chilló.

Una vez que estuvieron lejos del maniático artesanal la soltó con brusquedad. Se le miraba irritado, tal vez enojado.

—¿Qué demonios hacías con él?

—¿Qué?

Ella no lo entendía.

—¿Fuiste a pedirle a Deidara que posara para ti desnudo?

—Creí que me rechazaría.

—Tonta —crujió los dientes —ese pervertido es lo que busca ¿eres tan estúpida que no te das cuenta?

—¡Oye! —subió el tono de su voz, nadie salía vivo si se atrevía a insultarla —¿Por qué te molesta tanto? ¡Gracias a ti me quede sin modelo! ¡Puedo reprobar el año!

—Hmp —sonrió de lado con cinismo —¿de verdad te importa eso?

—Claro que sí —volteó el rostro.

—¿Aún si él pretendiera abusar de ti?

Se sobresaltó.

—¿Abusar? —susurró.

Él calmó volviendo suave la intensidad de su voz.

—Debes tener cuidado con los hombres, no en todos puedes confiar.

—¿Puedo confiar en ti? —alzó la vista para encontrarse con sus ojos oscuros.

—Hm…

No respondió, no hacía falta. La mirada que le regaló expresaba un derroche de sinceridad que pudo caer enamorada. El aire que respiraba cerca de él la refugiarla en protección, entonces descubrió que podría desconfiar de todos los hombres en el mundo, pero de él no.

Sasuke era un caballero… estaba creyente con firmeza de esa idea.

—Esta tarde en mi casa—apartó la mirada —. Yo seré tu modelo.


Continuará.