Hola a los que me leen y en especial, a todos aquellos que me han participado su apoyo moral, en serio que se los agradezco mucho, más en estos momentos.

Este capítulo se los dedico con mucho cariño a Pink11, PAHUKEAN, mercy-got, ely, lula, Citlali, anne saotome tendo, ZoeyNyx, firefingers27, viviigeraldine, mimi chan, Alexamili, Hakurashin, Guest, Daniela Ivashkov, Sandra Strickland, Milanh, mimichanMC, GRIMMM, Datyi por todos sus reviews, gracias por darse un tiempo para mandarme sus opiniones, creanme que las valoro mucho.

Y de manera especial, se lo dedico a ekida, por actualizar su fic que tanto me gusta, se llama EL ASISTENTE DEL DIABLO, por si quieren leerlo.

Disclaimer: Hey Arnold y sus personajes son propiedad de Nickelodeon y Craig Bartlett. A excepción de los creados por mí para este fanfic.

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INSOMNIO

Tercera Noche: Remojo

La música era lo único que se escuchaba en la fiesta. Los murmullos poco a poco iban tomando fuerza, mientras que Arnold seguía paralizado, consternado por lo que acababa de suceder.

Ni él mismo podía creer lo que había hecho.

Enojado por la interrupción, Erick empuja las bebidas que Arnold llevaba en las manos, cayendo y derramando su embriagador contenido – ¡hey rubio! ¡¿qué diablos te pasa?! – le da un tosco golpe en el pecho, haciendo que Arnold de uno paso hacia atrás – ¡eres un cobarde, metete con un hombre!

– P-pero si yo no quería… – apenas iba a explicarse, cuando de repente siente como alguien más lo empuja de su hombro derecho – ¡oye idiota! ¡¿quién te crees que eres?! – le reclama Dante, ex-novio de la rubia – ¿crees que no vimos como la empujaste?

Ahora las personas alrededor de ellos, observaban con morbo a los tres que discutían, esperando ver quien daba el primer golpe – ¡pelea, pelea, pelea! – vitorean unos cuantos de los presentes.

– ¿Sabes qué? – Dante aprieta los puños, viendo de forma amenazante a su contrincante – creo que me han dado una excelente idea – esta a punto de dar el primer golpe, cuando Arnold siente como alguien lo empuja a sus espaldas, cayendo sin remedio en las aguas turquesas de la piscina.

– ¡Todos a la piscina! – grita Valerie, dando un salto y cayendo cerca de donde cayó su amigo cabeza de balón. Muchas personas le siguieron el juego a la chica y saltaron al agua.

Arnold salió a flote y cruzo miradas con Valerie, ella nado hacia él pero de improviso, el rubio se hundió de nuevo en las aguas cristalinas – ¿Arnold a donde vas?

Bajo el agua, el joven cabeza de balón luchaba por regresar a la superficie, pero algo lo mantenía sujeto con fuerza de la pierna izquierda. Cuando su pierna fue liberada, intento de nuevo salir a flote, no obstante una hermosa figura femenina nado frente a él, extendió sus brazos y apoyo las manos en sus hombros, impidiéndole el ascenso.

Ante sus sorprendidos ojos, vio que era Helga quien lo mantenía sumergido a la fuerza. Su cabello color dorado, se ondeaba con el movimiento de las aguas, dandole una misteriosa y seductora decoración al rostro de la rubia. Él no entendía lo que Helga le quería decir, solo veía el incesante movimiento de sus labios, de donde emergían algunas burbujas, así como el fuerte fruncido de su entrecejo.

Sin embargo, no tenía que escuchar las palabras que ella le "gritaba", para saber que la rubia estaba furiosa. Sus azulados ojos, no solo se veían irritados por el cloro, sino que reflejaban la ira volcánica que estaba a punto de estallar. Aun así, hasta él tenía que admitir que Helga se veía hermosa; sus cuerpos estaban tan cerca, que Helga rozaba sus largas piernas con él accidentalmente, y ni que decir de sus encantos femeninos, Arnold hacía un esfuerzo sobrehumano para mantener los ojos fijos en los fúricos zafiros de Helga.

La falta de aire se presentó en los dos y nadaron a la superficie, dando una gran bocanada – ¡aahh!

– ¡Helga! – gritan cuatro personas al unísono, la rubia voltea y ve que Daniella, Dante, Erick y Eliot le extienden la mano, con la intención de ayudarla a salir de la piscina.

Antes de nadar a la orilla, le da un último vistazo lleno de ira al rubio, cuyos cabellos están escurriendo de forma desordenada.

El ver como la preciosa rubia se dirigía hacia esos chicos, le aflojo la boca al cabeza de balón – zorra.

Esta palabra, la paraliza a medio camino – ¡es todo! ¡TE ASESINARÉ SHORTMAN! – Helga se regresa rápido y le suelta un puñetazo.

– ¡OUH!, ¡CONTRÓLATE PATAKI! – grita Arnold y trata de dominar a Helga, pero la fuerza de ella si que le daba batalla. Grandes salpicadas de agua rodearon a los dos, disminuyendo la visibilidad. La rubia soltó varios golpes, y Arnold tomo su brazo izquierdo con vigor, enredando en sus dedos el largo cabello color cobrizo (oscurecido por el agua) – ¡AAH! ¡SUELTA MI PELO!

Sin demora, los invitados nadaron veloz hacia ellos, separándolos con dificultad (Helga no estaba dispuesta a dejar viva a su presa) – ¡déjenme!, ¡le voy a dar una lección a ese estúpido cabeza de balón! – manotea en el agua.

– Calma bebé, tranquila – Eliot la tiene más cerca de él, a pesar de que al otro costado de Helga, Dante la abraza y Daniella nada detrás de ella – Eliot tiene razón Helga, será mejor que te relajes – señala su amiga.

El fuerte sonido de un silbatazo, les aviso de la presencia del entrenador Johnson – ¡Shortman! ¡Pataki! ¡no crean que no los vi! – al pie de la alberca, el entrenador pone una mano en la cintura y con la otra señala el edificio de dormitorios – ¡la fiesta se acabo para ustedes dos! regresen a sus habitaciones ¡ahora!

Los murmullos de sorpresa, indignación, curiosidad por lo sucedido, etc., invadieron el ambiente de la fiesta, a tal punto que el DJ bajo el sonido de la música – ¡perfecto! me largo, quédense con su estúpida fiesta – expresa la rubia, nadando molesta hasta la orilla de la piscina, donde Erick le extendía las manos para ayudarle a salir – papá créeme, esta chica no tuvo la culpa – mira ceñudo a Arnold, que sale del otro lado – aquel joven con extraña cabeza inicio la pelea.

– ¿Es cierto eso, señor Shortman? – el entrenador le cuestiona extrañado, pues conocía muy bien el carácter de los dos.

– Sí entrenador – sin más rodeos, Arnold admitió ser el causante del altercado, después de todo, él la empujo y le llamo "zorra".

– Entonces, no tengo otra opción más que castigarlo, señor Shortman – busca entre sus bermudas y le entrega un pañuelo – vaya a la enfermería del campus y regrese cuando ya se haya acabado la fiesta, usted limpiará todo.

¿La enfermería del campus? – Arnold baja la vista e inspecciona su cuerpo, encontrando rastros de sangre en su pecho desnudo. Como instinto, eleva su mano a la punta de la nariz y esta queda manchada del vital líquido – entonces, este era el ardor que sentía, vaya y yo que creí que era por el cloro – esta bien – responde sin protestar, cogiendo el pañuelo que este le daba.

Valerie corre tras Arnold y Eduina se les une, para acompañarlo con la enfermera. En tanto, Eliot y Daniella revisan a Helga, para valorar el posible daño que le dejo Arnold – Dios Santo Helga ¿pues que te pasó?

La rubia cruza sus brazos – ¡criminal! ¿y me preguntas a mí? ¿cómo iba a saber que a ese idiota le iba a dar sabrá Dios que cosa?, y se pondría así de grrr… ¡estúpido camarón con pelos! – eleva las manos y las acomoda en la cintura.

Erick mueve la cabeza – no me digas que conoces a ese sujeto.

– ¿Conocerlo? – ríe Eliot, mientras que Dante extiende el brazo izquierdo de Helga – digamos que es un karma que nuestra linda amiga ha traído consigo, desde la escuela primaria.

– Tienes los dedos de Arnold marcados en tu brazo – Daniella posa una mano en su barbilla – y una rasguñada en esta parte del cuello, veo que ahora sí lo sacaste de sus casillas jajaja.

– ¡¿Quién?! ¡¿yo?! – Helga empieza a enrollar su cabello, para exprimir el agua que escurría – que no se te olvide hermana, yo soy la víctima aquí.

– Jejeje si Helga – Daniella exprime también su cabello castaño, pues aunque le llega unos cuantos centímetros por debajo del hombro, le escurría mucha agua – como sea, ¿qué le habrá pasado a Arnold? él no es así, normalmente es amable, caballeroso…

Haciendo ojos al cielo, Helga gira su cabeza y golpea suave el rostro de Daniella con su cabello – y supongo, que esa es la opinión "imparcial" de Daniella Valentine "Shortman" jajaja.

– ¡Cierra la boca Pataki! – sonrojada, Daniella empuja a su mejor amiga. Si en algún momento de su infancia, alguien le hubiera dicho que su mejor amiga, se enamoraría de su más grande y loco amor, posiblemente Helga se habría ahogado de risa, no sin antes eliminar la competencia.

Por fortuna para las dos, Helga no tenía ningún interés en Arnold, por lo menos no cuando esta despierta.

– Es extraño – comenta Eliot – anoche Arnold estaba actuando de una manera muy rara, como si ocultara algo.

– De seguro que no es el único Eliot – Dan pasa una mano por su frente – ha estado haciendo mucho calor en los dormitorios, y eso puede volver loco a cualquiera… y hablando de calor – con mirada siniestra, se vuelve hacia Helga y la carga.

– ¡BAJAME TONTO! ¡AAAH! – Dante se avienta a la piscina con la chica en brazos, Daniella cruza miradas con Eliot y con amplia sonrisa, empujaron a Erick y siguieron a sus amigos al fondo del agua – ¡AAH! ¡son unos salvajes! – grita el joven nerd.

La traviesa de Helga nada hacia él, lo toma de los hombros y lo hunde – jajaja ay por favor, trata de ser menos amargado y diviértete estirado jajaja.

Con esto, la fiesta recupero su ritmo y los presentes disfrutaron de una velada bastante amena.

Al mismo tiempo, Arnold recibe un taponamiento nasal temporal, por parte de la pasante de enfermería – bueno muchacho, será mejor que no te lo retires en media hora, cuando pase el tiempo, lo extraerás con sumo cuidado para no lastimar más tu nariz; en caso de que regrese el sangrado, puedes ponerte uno de estos – le entrega un pequeño paquete, con algo parecido a dos algodones tubulares.

– Muchas gracias enfermera – Valerie y Eduina ayudan a Arnold a ponerse de pie.

La enfermera escribe unas indicaciones en la receta – no vayas a cargar nada en lo que queda de la noche, trata de dormir con dos almohadas y sobre todo, no te vayas a agachar, tienes que mantener la cabeza erguida.

– ¿Tan severa es la lesión? – Eduina recoge la receta con las indicaciones, revisándolas – esa chica se ve que tiene un buen gancho derecho.

Al escuchar esto, la enfermera despega la vista del escritorio y baja sus anteojos, fijando sus ojos verdes en los azulados de Eduina – ¿me están diciendo que esto fue obra de una chica?

De inmediato, Valerie frunce el ceño – ¿chica? olvídelo enfermera Emerald, esa mujer es el mismo demonio – abraza a Arnold y tratando de no lastimarlo, le da un beso en la mejilla – mire como dejo a mi pobre Arnold.

Despacio, Arnold agarro la mano de Valerie y planto un beso en sus dedos – hacía ya muchos años, que Pataki no me golpeaba.

De repente, la enfermera se largo a reír de forma casi descontrolada, retiro los lentes y se recargo en el sillón – jajajajajaja aaah vaya, jajaja hablas de Helga Pataki, ahora entiendo todo – limpia las pequeñas lagrimas por la risa y deja los lentes en el escritorio – esa señorita Pataki, me ha dado más trabajo en pocos meses, del que he tenido en los últimos años de estudio.

Los tres jóvenes quedan boquiabiertos – oh no por favor jajaja, no me malinterpreten, no es que atienda a chicos como tú todos los días, pero si he recibido uno igual al menos una vez por mes – se vuelve a poner los lentes – si estuviera en tu lugar, no buscaba más problemas con ella, por lo menos en lo que queda de fin de semana.

– Si bueno, gracias por el consejo – Arnold lleva una mano a sus cabellos – ¿podría darme una pastilla para el dolor? me duele mucho la cabeza.

Con una curiosa sonrisa, la joven pasante de enfermería le muestra una ampolleta – tengo algo mejor que cualquier pastilla, si sabe a lo que me refiero joven Shortman.

La cara que puso Arnold, le causo bastante gracia a sus féminas acompañantes, riendo por debajo de sus manos – jajajaja.

c - c - c - c

Horas más tarde, ya de vuelta en el edificio estudiantil, Eduina se había adelantado para disfrutar del resto de la fiesta y así dejar al par de tórtolos solos en el salón de descanso. Ahora están sentados en el sillón rojo canela, y con dulzura Valerie acaricia el desordenado cabello rubio, mientras le da pequeños besos en la boca – pobrecito de mi dulce Arnold – mua – tu naricita – mua – tu mejilla – mua – ¿aun te duele?

– Pues, ahora me duele más mi… – señala su glúteo derecho, sacando risas divertidas a Valerie – jajaja.

– Pero hay algo que no entiendo ¿qué te pasó en la piscina? – Valerie se recarga en el hombro de Arnold – tú eres el sinónimo de la paz, jamás he visto que discutas con alguien de forma grosera, o siquiera iniciar una pelea, y mucho menos estar en una – pasa una mano por sus cabellos – solo cuando es por causas justas, como en San Lorenzo.

– Lo sé, lo sé, y de verdad siento mucho haber arruinado la noche – pasa un brazo atrás de ella y la junta más hacia él – se que tenías muchas ganas de refrescarte en el agua, así que si quieres unirte a los demás, no te culpare, ni me enojare.

La hermosa latina niega con la cabeza – no seria lo mismo sin ti, y lo sabes – ambos intercambian un largo y cálido beso francés, tratando de no rozar mucho la nariz de Arnold – pero aun así quiero saber ¿por qué la empujaste?

Esta pregunta dejo a Arnold sin respuesta, ¿cómo explicar que todo fue un accidente? cuando ni él estaba seguro de eso, pues la verdad le dio mucho enfado estar tan cerca de ellos. Y por extraño que parezca, el pelirrubio esta convencido de que había tropezado o resbalado con algo, y sus manos (ocupadas con las bebidas) terminaron en la espalda de Helga – ¿me creerás si digo que fue un accidente?

La chica se separa de Arnold, para apreciar sus serenos ojos verdes – ok, puede que no sea tan descabellado, y digamos que te doy el beneficio de la duda – entrecierra los ojos, mirándolo de manera acusadora – ¿pero por qué la llamaste zorra?

Sorprendido, Arnold abrió grande los ojos, pues nunca imagino que alguien lo hubiera escuchado (que lo haya oído Helga, también fue por error) – n-no se, es que Pataki… bueno, ella me saca de quicio.

– ¿No será, que continúas pensando en ese extraño sueño tuyo? ¿o me equivoco?

– Valerie, si hubieras visto como llego Pataki a molestar a mi habitación – alza las manos – hasta tú misma la hubieras empujado a la piscina.

– ¡AJÁ! – la divertida chica lo señala – creo que acaba de confesar un delito, señor Shortman.

El acusado se encoge de hombros y jala a Valerie, sentándola en las piernas – tendré que convencer a la fiscal, para que reduzca la sentencia – le da un pequeño beso en la nariz.

Con mirada coqueta, la trigueña lo rodea del cuello – ¿acaso intenta sobornar a la fiscal? muy mal señor Shortman, esto puede agregarle años a su sentencia.

– Si la fiscal aquí presente va a vigilar mi sentencia – le da un beso – la tomaré gustoso – sin más que decir, ambos intercambian varios besos, que por la nariz lesionada no pueden subir de tono, pero poco les importo para pasar un romántico momento, por lo menos hasta que sus amigos los interrumpieron.

– ¡Hey Arnold! – grita Julius con sonrisa socarrona, al ver como los dos se separan de un brinco – los chicos de derecho penal trajeron un proyector, y dijeron que van a poner varias películas.

Haciendo un tierno puchero, Valerie se gira hacia Arnold – ¿ahorita? diles que lo hagan mañana, tenemos todo el domingo libre.

– Vamos Valerie, suena divertido – le habla Grace – además que no se han bañado, tienen que quitarse el cloro de sus cabellos.

– Bueno, en eso tienen razón – indica Arnold, volteándose hacia sus amigos.

– ¡Por Dios Santo amigo! – Julius queda impactado y Grace cubre su boca, al ver como quedo la enorme nariz del ojiverde – esa Pataki si que tiene fuerzas – menciona el chico.

Su novia afirma asustada – todavía no entiendo, porque te masacro de esa manera.

Valerie vio la incomodidad en Arnold y decidió mejor cambiar de tema – er… ¿saben qué?, será mejor irnos a bañar para estar más frescos a la hora de las películas – se levanta junto con Arnold y lo jala a los dormitorios.

– ¡Hay que bañarse por separado! – grita Julius, siendo escuchado no solo por Arnold y Valerie, sino por algunos estudiantes que de a poco iban llegando, provocando que los involucrados se ruboricen al extremo – ¡cállate Julius! – contesta el rubio.

Ya en su habitación, Arnold ingreso al baño, con mucho cuidado se quito el taponamiento nasal y confirmo que ya no sangraba. Se dio una ducha, procurando de no agacharse mucho y cuando salió, se puso una bandita adhesiva en el puente de la nariz, para disminuir la terrible apariencia – maldita seas Pataki – dice al verse en el espejo – espero no tener que volver a lidiar contigo, nunca más.

Termina de peinar su pelo, se pone una camiseta blanca, unas bermudas color verde y unos tenis tipo converse en color gris, con unos tines blancos. Sube al piso de señoritas y se topa con Eduina y Valerie, ambas con diferente vestimenta; están cerrando su alcoba – listas Arnold, vamos a la sala – dice Valerie y toma la mano del rubio.

Van por el pasillo platicando de cosas banales, cuando su amigo Albert les da alcance – oye Arnold, el entrenador Johnson dijo que fueras a limpiar la piscina.

– Es cierto – da un cansado suspiro y cruza miradas con Valerie – estoy castigado.

El recién llegado, rubio y de ojos azules, anima a Arnold y le da una palmada en la espalda – no te preocupes amigo, muchos estuvimos recogiendo una parte; yo personalmente estuve retirando la basura del agua – le sonríe – ya esta clorada la alberca, solo falta levantar algunas cosas, terminarás a tiempo para ver películas.

Los compañeros de Arnold ayudaron con la limpieza del lugar, para no dejarle tanto trabajo a su amigo, ya que todos lo conocían y muchos se preguntaban qué le había pasado.

Más animado, el rubio le sonríe agradecido a Albert – cielos hermano, muchas gracias – le devuelve la palmada en la espalda.

– Yo te acompaño amor – Valerie apresa el brazo del chico – así terminaremos el doble de rápido.

– Oh no, no quiero meterte en problemas linda – Arnold se suelta y toma sus manos – si nos ve el entrenador, seguro te castigará a ti también.

Cabizbaja, Valerie se encoge de hombros – bueno, mientras termines a tiempo para estar con nosotros, creo que está bien – le da un pequeño beso.

Eduina abraza de lado a Valerie y la lleva rumbo a la sala – ¡mejor date prisa Arnold! yo cuidare de Valerie.

Con andar perezoso, el rubio encamino sus pasos al almacén del edificio, para sacar escobas, recogedor y bolsas para basura – ¿donde diantres está el recogedor? normalmente hay dos, pero ahora no hay ninguno – busca sin agacharse, pues la enfermera había sido bastante explícita al respecto, y no quería que regresara la hemorragia – ¡mierda!, tendré que ir a preguntarle al conserje – observa las bolsas de basura en sus manos – mientras iré separando la basura.

Tan distraído iba caminando hacia la piscina, preguntándose si el conserje sabría el paradero de los recogedores, que no notó a la persona que continuaba allí hasta que llego, y fue tal su impresión, que dejo las bolsas de basura en una silla cercana.

Parada delante a la mesa de bocadillos, hay una preciosa rubia de larga y lacia cabellera, engalanando un delicado vestido playero de algodón, color rosa pastel, con apertura a los costados, dejando entrever un sostén color negro y cuya falda de amplio vuelo, llega a nivel de las rodillas.

Eso era lo único que llevaba encima, no hay adornos en el cabello, no hay excéntrica joyería, nada. Y es que realmente no necesitaba nada más. Las curvas de la tela a nivel del pecho, delataban el buen tamaño de sus senos, en tanto los huecos en el vestido, demostraban que era dueña de una cintura pequeña, y el viento nocturno elevaba la falda, presumiendo unas delgadas pero muy bien tonificadas piernas. Arnold estaba tan envuelto, admirando la belleza de la joven, que no se dio cuenta de lo cercano que estaba, hasta que en una inspección más minuciosa, se percato que anda descalza, y las uñas de sus pies tienen una decoración de cielo estrellado, con esmalte azul noche y glitter – no puede ser – perplejo, eleva la vista y sus ojos le confirman la identidad de la chica de larga cabellera – ¿Helga?

Helga por su parte, parecía no haberse dado cuenta de que alguien había llegado, ya que le daba la espalda. El volumen de los auriculares (ocultos en el cabello), no le permitían escuchar ruidos del exterior, aparte de que estaba absorta en su labor de limpiar la mesa, vaciando en una bolsa ecológica restos de comida, para meterla en el contenedor de basura orgánica.

Mmm num ba dah

Dum bum ba beh

Doo buh dum ba beh beh

Entre los dos, solo la refrescante brisa de verano hace acto de presencia, agitando y elevando el vestido color rosa, revolviendo sus largos cabellos rubios al viento.

Pressure

Pushing down on me

La nariz de Arnold comenzó a latirle, como si tuviera un pequeño corazón en su interior. Da un largo trago de saliva – Helga yo… quisiera hablar contigo.

Pressing down on you

No man ask for

La rubia niega con la cabeza.

Under pressure

That burns a building down

Splits a family in two

Puts people on streets

– ¡Rayos Helga! no es momento para ponerte orgullosa – Arnold aprieta las manos y su rostro se enrojece, sintiendo coraje – ni siquiera se, porque quiero disculparme contigo.

Mmm ba ba beh

Mmm ba ba beh

– Como quiera – prosigue el molesto rubio – yo recibí la peor parte.

Bee de dah

Ee deh da, that's okay

– ¡That's okay! – dice Helga, siguiendo la música en sus oídos.

It's the terror of knowing

What this world is about

Esta respuesta Arnold no la esperaba, aunque por el hecho de ser Helga G. Pataki tampoco le extrañaba – entiendo… pues sabes que ¡olvídalo! ¿me oyes?

Watching some good friends

Screaming "let me out"

Al no recibir respuesta, Arnold se acerco a Helga y puso una mano en su brazo – ¡¿me estás escuchando?!

Pray tomorrow

Gets me higher

Pressure on people

People on streets

– ¡Aaah! – este inesperado contacto en su piel, hizo que Helga diera un gran salto y al girarse, apoyo su peso en el borde de la mesa, inclinándola hacia adelante, y el largo mantel que cubría las tres mesas se precipito junto con toda la loza de vidrio, causando un ensordecedor ruido de cristales quebrándose.

Deh deh dep

Mmm, mmm

Dah dah dah bah buh

Okay

El celular de Helga (que también estaba en la mesa), se desprendió de los auriculares y también fue arrastrado al piso por culpa del mantel, quedando peligrosamente próximo al borde de la piscina, sonando la canción de Queen en alto.

(Ooh) Chipping around

Kick my brains 'round the floor

These are the days

It never rains, but it pours

Ante este ruidoso incidente, los dos mantenían la vista fija en el otro. Helga esta hiperventilando, ciertamente la había espantado y debido al salto, quedo mal parada. Su pie izquierdo no era problema, pero solo apoyaba los dedos del pie derecho – no te vayas a mover – Arnold eleva sus manos hacia ella, al notar que los dos están rodeados de vidrios.

Ee do ah buh

Ee dah buh bah bop

Mmm do bop

Beh la

– ¡¿Crees que no lo sé?! – la pierna derecha le empezaba a doler – ¡maldita sea camarón con pelos! ¡¿nada más viniste a espantarme?! – ve a su alrededor y solo hay vidrios – ¡no te quedes ahí parado como burro! ve por mis sandalias, están abajo de aquella silla – señala una silla lejana.

People on streets

Dee dah dee dah deh

People on streets

Dee dah dee dah dee dah dee da

– Gracias a ti, no me puedo agachar – le mira con ceño fruncido – me volvería a sangrar la nariz.

It's the terror of knowing

What this world is about

Watching some good friends

Screaming "let me out"

Arnold se acerco a ella y le extendió las manos – solo se me ocurre una solución, apoya tus pies en mis tenis, yo te sacaré de los vidrios.

Pray tomorrow gets me higher, higher, high

Pressure on people

People on streets

La pierna derecha de Helga no iba a aguantar más, pues esa posición le estaba generando un calambre. Cogió las manos de Arnold y lentamente puso ese pie en el tenis izquierdo de Arnold, haciendo los mismo con el derecho.

Turned away from it all like a blind man

Sat on a fence, but it don't work

La distancia entre ellos era casi nula. La rubia mantenía los ojos en sus pies, por lo que Arnold solo veía las largas y espesas pestañas de la chica, así como su nariz y mejillas enrojecidas – vas a moverte a mi compás ¿entiendes lo que quiero decir?

Keep coming up with love, but it's so slashed and torn

Why? Why? Why?

(Love)

(Love)

– No soy una idiota, melenudo – contesta sin levantar los ojos. Las manos de Helga se aferraron a los hombros de él, mientras que las manos de Arnold, se posaron en la cintura de Helga, tocando su piel por el diseño del vestido.

Insanity laughs under pressure we're cracking

Can't we give ourselves one more chance?

Hacen un par de intentos, y Helga se equivoca – jajaja lo bueno es que entendiste jaja – esta burla era la venganza perfecta, la rubia odiaba que se rieran de ella.

Why can't we give love that one more chance?

– Cierra el pico Shortman – lo intentan una vez más, pero ahora Arnold va indicando el paso en voz baja – mueve tu pie izquierdo, ahora tu derecho, izquierdo, derecho… – los vidrios crujían bajo los tenis.

Why can't we give love, give love, give love, give love

Give love, give love, give love, give love?

Sin querer, empezaron una peculiar y extraña danza. La respiración de ambos se sincronizo, y con cada paso que daban, sentían el roce de sus cuerpos. El viento elevaba los finos cabellos de Helga y acariciaban el rostro de Arnold; la falda también chocaba con las rodillas de él.

Muy despacio, Arnold caminaba hacia atrás, ya que adelante había restos de frutas y temía resbalarse – tranquila Helga, tranquila… – se dice la rubia mentalmente – tu respira con normalidad, no hagas contacto visual – las uñas de ella se clavaron más, arrugando la camiseta a nivel de los hombros – quizás, así no se de cuenta de las fuertes palpitaciones.

'Cause love's such an old fashioned

Word and love dares you to care for

The people on the edge of the night

And love dares you to change our way of

Caring about ourselves

Al mantener la vista en el piso, Arnold vio de reojo el reflejo de los dos en las tranquilas aguas turquesa, junto a la luna, que coronaba el cielo en esos momentos. La ventisca eleva insistente su falda, y desde esa perspectiva, podía ver más allá de las rodillas – ¿qué tanto miras, zopenco?

This is our last dance

En el reflejo del agua, Arnold cruza miradas con Helga, y por fin los dos elevan sus ojos. La ruborizada Helga queda boquiabierta, al ver el magullado rostro del pelirrubio.

This is our last dance

Sin saber porque, Arnold sintió que lo invadían los nervios. El magnetismo de esos profundos y enigmáticos ojos azules, tan azules como el agua del manantial más puro o el cielo más despejado; esos ojos que desde hace muchos años no había vuelto a ver así de cerca, lo mantenían en un suave trance. Baja la vista y lo mismo sucede con los labios color cereza, trayendo a su memoria los intensos besos que Helga le dio la noche anterior, por lo que bajo más la vista y solo el delgado cordón de los audífonos, le limitaba el panorama del escote, pasando saliva.

This is ourselves

Los ojos de Helga siguieron en todo momento, las bellas esmeraldas de Arnold, sintiendo un escalofrío al ver en donde se detuvieron – ¿A-Arnold, puedo b-bajarme ya? – la voz de Helga es baja, con un toque de ansiedad.

Under pressure

Under pressure

Pressure

¿Escuche bien? – baja la mirada y reanuda el paso – ¿no hay cabeza de balón? ¿melenudo? ¿bucko? – solo unos pasos más.

En la cabeza de Helga, un torbellino de ideas se empezó a formar, todas en relación a Arnold y la cruel tortura de tenerlo en sus brazos, aunque sea unos momentos – ¡criminal!, ¿por qué me tenía que pasar esto a mí? ¿por qué tenías que crecer más alto que yo? y sobre todo ¿por qué tenías que ponerte tan varonil y sexy? – da una inspiración profunda – hasta tu esencia es perfecta… ¡Dios!… si tan solo yo… – la mano derecha de Helga rodea lentamente el cuello del rubio, deteniendo sus pasos.

Congelándose en el acto, Arnold levanta la vista al sentir que ella lo rodea también con el otro brazo – e-e… e-estás m-más alta…

La chica solo asintió y sus azulados ojos se dilataron, oscureciendo un poco su color y al mismo tiempo, aumentando su brillo. Arnold soltó la cintura de Helga y de forma pausada, la rodeo en un abrazo, pegando más sus cuerpos – le gustas a Daniella – confiesa Helga en susurro, humedeciendo sus labios.

Por el desnivel de sus propios pies, Helga queda ligeramente más alta que él, algo que poco les preocupaba. Otra melodía comenzó a sonar en el celular de Helga y Arnold no le dio importancia, a diferencia de ella, que al oírla fue como si le cayera un balde de agua helada – ¡no! me están llamando.

Cuando Helga giro su cabeza, el rubio comprendió la razón de su histeria, apretando su abrazo – ¡oh no Helga, no lo harás!

Luchando por librarse de su captor, Helga empujaba con fuerzas a Arnold – ¡suéltame Arnoldo! ¡aún puedo llegar al teléfono!

El teléfono continuaba sonando y vibrando, mostrando en la pantalla la foto de Eliot y Helga, moviéndose cada vez más hacia el borde de la piscina – ¡Helga te vas a lastimar! – los pies de Helga bailaban en el aire, en un intento por salir corriendo a rescatar su celular – ¡no vale la pena! – se inclina y la carga, al mismo tiempo que el celular cae al fondo de la piscina.

– ¡NOO! ¡Bob va a matarme!

Sin pensar en lo que hacía, Arnold corrió y deposito a Helga en una silla, se quito la camiseta blanca y se lanzó al agua – ¿pero que diablos estoy haciendo? – se preguntaba, mientras nadaba hacia el luminoso objeto. Apretó los dientes por el fuerte ardor en la nariz debido al exceso de cloro, y reinicio su sangrado; en un último esfuerzo, logra alcanzar el aparato.

– ¡Ah! – sale a flote, con una línea roja saliendo de la nariz. Rueda los ojos y ve a Helga con el entrenador y el conserje – ven chico, es hora de que salgas del agua – le extienden la mano y los tres le ayudan a salir de la piscina.

– Ven acá hijo, siéntate aquí y aprieta tu nariz – el conserje le pasa una toalla de papel, pero los ojos de Arnold están en Helga – toma tu celular – le extiende el teléfono – y… disculpa por las marcas en…

– ¿Arnold? – los cuatro se voltean al escuchar que le llaman – ¿qué sucedió? – Valerie fue a buscar al rubio para ayudarle, y se topo con algo que no le gusto. Frunce el ceño y mira enojada a Helga – ¿qué le hiciste?

– ¿Hacerle? – la rubia también se enoja y va en busca de sus sandalias – ¿por qué no le preguntas a él? por su culpa estuve a punto de cortarme – se agacha y calza sus pies con unas femeninas sandalias blancas, decoradas con flores rosas y un lazo en los tobillos.

– Te lo advierto rubia – Valerie abraza a Arnold, que sigue sentado presionando su nariz – deja en paz a MI Arnold.

La otra se aleja dando pasos agigantados y sin voltear, les muestras el dedo de en medio – ¡oh! si es una vulgar – se inclina hacia Arnold y toma cuidado de él.

– Muy bien señor Shortman, le levanto el castigo – el entrenador agarra una bolsa de basura y le entrega un recogedor al conserje – ya no queremos más gente herida.

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La joven latina acompaño a Arnold hasta su habitación, y en el camino, él explico el accidente con la vajilla. Ya en su alcoba, se baño de nuevo, cambio sus ropas y puso otra bandita adhesiva en el puente nasal, por fortuna esta dejo de sangrar – ojalá sigan proyectando películas.

– Por eso no te preocupes amor, los chicos tienen muchas películas en su computadora – se toman de las manos – y espero que la próxima vez, lo pienses dos veces antes de arrojarte al agua para rescatar un celular – hace un gesto de disgusto – y menos si es de Pataki.

– Es lo menos que podía hacer – lleva una mano a su nuca – por mi culpa, cayo en la piscina.

– Es extraño que Helga se haya quedado a limpiar – analiza Valerie – tal vez sintió culpabilidad, y quiso echarte una mano – Arnold enarca una ceja – jajaja ok, seguro no fue su caso.

En tanto, en un salón más grande que el de descanso, los universitarios trasladaron los muebles a esa sala, y algunos bajaron los suyos de las habitaciones, siendo acomodados como una sala de cine y allí, proyectaban las películas. El ambiente esta impregnado con olor a palomitas, gaseosas, bebidas alcohólicas y botanas, cuyos aromas son esparcidos por los dos abanicos de techo.

Daniella y Helga están recostadas sobre un enorme puff – ¡yeeii! ¡muchísimas gracias Helga! – la castaña abraza con emoción la camiseta blanca de Arnold, y de nuevo pega la prenda en su cara – y todavía huele a él… oh Helga, en serio no se como agradecerte.

La joven Pataki rueda los ojos. Ahora lleva su cabello en una coleta alta, y los huecos del vestido están cerrados parcialmente por unos botones – criminal, si la sigues olfateando así, la vas a gastar más rápido – coge un puñado de palomitas y le pasa el tazón – recuerda hermana, si el idiota de Shortman me la pide, se la vas a tener que entregar.

Agarra el tazón y toma palomitas, antes de pasarlo hacia atrás – no importa, ese va a ser un buen pretexto para hablarle – mira sobre su hombro y le hace señas a Helga al ver que Arnold ingresa al salón, como ráfaga esconde la camiseta bajo su cuerpo.

– ¡Arnold, Valerie, vengan acá! – Julius sube a Grace en sus piernas, para que sus amigos se sienten con ellos. El sillón esta ubicado, unos lugares atrás de Helga y Daniella.

Los mencionados se abrieron paso entre los asistentes, ya que el salón esta bastante concurrido – gracias Julius – Arnold desvía la vista hacia Helga y Daniella, y estás cubren sus bocas riendo por lo debajo.

El hijo del entrenador ingresa al salón y le entrega un traste lleno de arroz a Helga, previo a sentarse junto a ella – aquí tienes hermosa, la humedad de tu celular, el chip y la pila la va a absorber el arroz, solo no lo enciendas hasta el lunes.

– Gracias chico listo – la rubia abraza el tazón que contiene su teléfono, y Erick la toma de la mano. En todo momento, Arnold la estuvo observando, entrecerrando los ojos al ver como ella le sonríe y cruza sus blancas piernas, moviendo los pies de forma juguetona.

– Shhh, silencio niñas – llega Eliot corriendo, acomodándose entre Daniella y Helga, abrazando a las dos y la rubia se recarga en su hombro – ya va a empezar la película.

Durante toda la velada, Helga no le dirigió ni una sola mirada a Arnold, ignorándolo como si nunca hubieran estado a punto de besarse en la piscina. Para él, esto fue una clara señal de que cualquier interacción con Pataki había finalizado. Por una parte se sentía aliviado, ya que no sentía el deseo de lidiar con esa mujer, que (según él) le desagradaba. Valerie permaneció sentada en sus piernas y ambos intercambiaron un par de besos, teniendo cuidado de no lastimar su nariz.

Ya entrada la madrugada, solo algunos jóvenes permanecían en la sala de cine improvisada, entre ellos Arnold y Valerie, quien se había quedado dormida en sus brazos – pst, pst, pequeña es hora de dormir.

– Nooo – se acurruca más en el pecho de Arnold – aquí estoy muy cómoda.

Sonriendo de lado, Arnold la besa en la frente y la carga – nada de eso, tienes que dormir, es tarde.

Haciendo pucheros, la chica se baja de los brazos de Arnold – no puedes cargar nada, mejor vámonos a dormir – y así, el rubio la acompaño hasta su alcoba, y se despidieron en la puerta de Valerie.

La temperatura en el edificio, es hasta cierto punto sofocante, por ello Arnold se recostó en su cama vistiendo solo la ropa interior – ¡diablos! ¿cuando pensarán arreglar el clima? – acomoda las dos almohadas, siguiendo las instrucciones de la enfermera, quedando un poco más elevado de lo normal.

Los minutos pasaron, y a pesar de que Arnold estaba cayéndose de sueño, el calor no lo dejaba dormir; además que a esa hora, el efecto de la ampolleta ya estaba pasando. Se levanto, fue al baño y se sirvió un vaso de agua para ingerir el analgésico (todavía tenia las aspirinas de Valerie). Posterior a esto, mojo una pequeña toalla y la paso por su tórax desnudo, para refrescarse – espero poder conciliar el sueño.

Apago la luz de su pequeño baño, abrió la única ventana de su pieza y se volvió a acostar, cerró los ojos y de inmediato cayó en un profundo sueño.

De pronto, un inesperado y suave calor se apodero de sus labios, y dicha sensación fue aumentando de intensidad, despertándolo. Frunció un poco el entrecejo, al sentir de repente un peso extra sobre él. Abrió perezosamente los ojos y no vio nada – ñamh, de seguro estoy soñando.

– Me gustas… – abre los ojos de golpe al escuchar eso y baja la vista a su pecho, pues las almohadas lo mantenían en una posición semi sentado – mmmh… me gustas mucho… – Helga deposita pequeños besos en el cuello de Arnold, y lentamente aproxima su rostro hacia él, observando desconcertado esos zafiros, que parecen extraviados – mantecado – vuelve a juntar sus bocas y Helga le da un fogoso y poco inhibido beso, mordiendo con dulzura el labio inferior de él.

Se separa de él y le da una bofetada, antes de caer dormida sobre su pecho.

De nuevo, Helga Pataki ha allanado su alcoba, vistiendo solo el sostén negro y unas bragas color de rosa, con estampado en flores – ¡ay no! ¿otra vez? – soba su adolorida mejilla y posa su mano en la frente.

La temperatura de la habitación se incremento de manera súbita, y una vez más Arnold no podrá descansar, el resto de la noche.

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ConTinUarA…

Sin siquiera buscarlos, Arnold se ha metido en muchos problemas y ha terminado con una lesión en la nariz, y por más que quiera, no puede culpar de todo a Helga, ya que aunque no la empujo intencionalmente; si le llamo zorra, desatando la ira de Helga G. Pataki.

Ambos habían pasado la mayor parte de su adolescencia y juventud ignorándose el uno al otro, por esta razón, ninguno de los dos se percato de lo bien que la madurez los había transformando. La belleza de Helga deslumbro a Arnold, al igual que la masculinidad de Arnold encanto a Helga, llevándolos al punto de querer compartir un beso, que no se consumo (al menos, no estando Helga despierta)

En cuanto a Helga, bueno ella lo abofeteo por llamarla zorra, aunque esto sea desconocido para él.

La canción que esta escuchando Helga es "Under Pressure" grabada por Queen y David Bowie (Q.E.P.D.)

Nos leemos después, no olviden los reviews para cualquier duda, queja o sugerencia.

MaRyMoRaNTe:)