¡Siguiente capítulo! Respondo reviews:

ItzelNox: Tu comentario del llanto de mandrágora me tuvo riendo por horas XD Gracias por leer!

Pauli Jean Malfoy: Yaaay! Qué bueno que te gustó! Espero que este también te haga feliz! :D

DrabreMalfoy: Yaaay! :D

Guest: Sip -w-

Persephone Vulturi Uchiha: Espero que este te haya gustado XD Todo a su tiempo...

Lady Sunny: Yaaay! Haha me gusta que lo odien tanto... XD Me causa mucha gracia.

¡Muchas gracias por leer este fic!

WhereIsTheBlack


La oscuridad de la noche poco a poco se fue aclareciendo, abriendo paso a un brillante sol que alumbraba toda la habitación. Hermione había disfrutado con goce ver la transición de la noche a la mañana desde el ventanal de su dormitorio. Su cama seguía hecha, su uniforme puesto… pero, ¿Quién podía pensar en esas cosas cuando había otras tantas cosas más en qué pensar? Sobre todo si se trataban de un cierto Slytherin.

El encuentro de la noche anterior no cesaba de danzar en su cabeza, dejándola cada vez más contenta y en paz. Repetía la escena una y otra vez en su cabeza con el afán de que se quedara grabada en ella para siempre.

Un ronquido de una de las chicas la sacó de sus pensamientos, sobresaltándola, para finalmente hacerla reír y sacudir la cabeza. El sol se asomaba por entre las montañas cada vez más aprisa, obligándola a dejar la posición en la que se encontraba. Aprovechó las duchas vacías y se dispuso a bajar a desayunar temprano.

Mientras caminaba por el corredor, se quedaba pensando en que desde que había comenzado a tratar a Malfoy, pasaba cada vez más tiempo sola. Cuando pasó a un lado de los jardines y divisó la cabaña de Hagrid, recuerdos de cuando ella, Harry y Ron eran pequeños invadieron su cabeza. Qué simples (y a la vez complicadas) eran las cosas entonces. Eran sólo ellos tres. Inseparables.

Extrañamente la que más había cambiado había sido ella. Si alguien le dijera a los doce años que algún día acabaría enamorada de Draco Malfoy, pensaría que esa persona había perdido la sanidad mental.

El pensar en ello le causaba gracia. Pero en seguida se volvió solemne al contemplar los otros cambios en su vida: pérdidas, dolor, muerte, Voldemort… Alan… Kaeser.

Hermione salió de sus pensamientos.

No.

No iría por esos rumbos. No le traía nada bueno recordar las cosas negativas en su vida.

Continuó con su camino hasta llegar al Gran Comedor, donde se encontró con la profesora McGonagall.

-¡Ah!, Señorita Granger. Buenos días, esperaba encontrarla aquí. Tenga.- dijo entregándole dos sobres. -Se me ocurría que tal vez podría entregarle uno al señor Malfoy.- dijo con prisas.

-¿De qué se trata esto, profesora?- dijo, inmediatamente reconociendo el sello de los prefectos en el papel.

-Nuevo reunión de prefectos. El profesor Dumbledore quiere abordar algunos asuntos.- dijo sin mucha importancia más y dirigiéndose a la salida del Gran Comedor. Fue entonces que observó que Malfoy se había introducido solo en el enorme salón. Al verlo sintió que una extraña sensación de cosquilleos se desenvolvía en sus entrañas, y no pudo evitar querer estar cerca de él en ese momento. El rubio se había sentado en la mesa de los Slytherin con la mirada fija en El Profeta, por lo que no había divisado a la morena.

-Veo que también te han dado la noticia de la reunión.- dijo una voz sacándola de sus pensamientos y sobresaltándola.

Se volvió para observar a Ron, quien la miraba con detenimiento y quien también tenía un sobre en la mano, lo cual hizo que la sensación placentera que sentía su estómago se transformara en un nudo tenso, y sintiera una tremenda pesadez. Definitivamente no quería pasarse el rato hablando con él en estos momentos.

Hermione asintió, pensando que lo mejor sería entregar el sobre a Malfoy después. Se volvió disimuladamente hacia la mesa de Slytherin y se sorprendió al encontrar al rubio con la mirada puesta en ella, sus ojos intensos y fijos.

-¿Hermione?-

-Perdón. ¿Qué decías?- dijo volviendo a la conversación.

-Que sería mejor que fuéramos juntos al Salón de Reuniones. La junta comienza en veinte minutos.-

Hermione frunció el entrecejo, abriendo su carta. Efectivamente, no faltaba mucho para que la reunión comenzase. Volviendo la mirada a Ron, y pensando en las palabras que le había dicho Malfoy en la enfermería con respecto a él, pensó que el que Ron la acompañara definitivamente no podía ser una opción.

-Lo siento, Ron, debo hacer unas cosas antes…- dijo la chica comenzando a ponerse de pie.

-Te acompaño. Además, hay algo de lo que quería hablarte.- dijo poniéndose también de pie.

Se escuchó no muy lejos de ellos que un utensilio había sido arrojado contra un plato violentamente. Hermione se volvió para observar a una visiblemente agitada Lavender Brown que al parecer los observaba con detenimiento.

Hermione cerró los ojos, hastiada. Observó de reojo a Malfoy, quien la miraba fijamente con la mandíbula trabada, como si interpretara el dilema que estaba sucediendo.

-En verdad no puedo, Ron.- terminó excusándose. –Cosas de chicas…- añadió apresuradamente sin pensar, escuchando un ligero "oh" de su parte. La chica se dirigió a la salida del Gran Comedor sin esperar otra respuesta, dirigiéndole una mirada sutil a Malfoy, quien asintió una sola vez en su dirección.

En cuanto salió, se dirigió al único lugar en donde sabía que la encontraría, y ese lugar era el balcón de la noche anterior. En cuanto llegó, no tuvo que esperar mucho para divisar la figura del rubio avanzar hacia ella.

Hermione le extendió el brazo derecho, en cuya mano sostenía el sobre. Malfoy lo ojeó con una ceja arqueada.

-Tenemos reunión en menos de quince minutos.- dijo puntualizando cada palabra.

Malfoy tomó el sobre ligeramente, tirándolo tras su hombro. Cuando Hermione trató de protestar, se puso frente a ella, cerca. Casi sin darle espacio para pensar coherentemente.

-¿Qué clase de saludos son esos, Granger?- dijo aún con la ceja arqueada.

Hermione lo miraba como si tuviera tres cabezas, visiblemente desconcertada.

-¿De qué hablas?-

-¿Y mi beso de buenos días?-

Hermione lo observó estupefacta, colorándose a profundidad.

-¿Cómo que beso de buenos días?-

-Sí, mi beso de buenos días.- dijo acercándose más a ella, sin darle espacio alguno para escapar, y encogiéndose de hombros, como si le hubiera pedido que le prestara el libro de pociones.

-Pero… yo...no sé…- dijo observando a su alrededor y notando a diversos alumnos pasar por el pasillo.

Al observar unos instantes la expresión un tanto horrorizada de Hermione debatiéndose a sí misma, inmóvil, con el cuerpo tenso y sin saber qué hacer, el chico comenzó a reír. Hermione, al percatarse de que el rubio había estado bromeando con ella, le dio un golpe en las costillas con el sobre que aún tenía en mano, rodando los ojos y cruzándose de brazos, pero con una sonrisa verdadera en el rostro.

-Tranquila, que sólo bromeo.- dijo envolviendo a la chica entre sus brazos. Hermione se quedó quieta ante la muestra de afecto. No era todos los días que Draco Malfoy la abrazaba. De hecho, nunca lo había hecho de esa manera.

-¿Vas a decirme qué quería ese estúpido?- dijo cambiando inmediatamente de tono a uno más severo.

Hermione se separó de su abrazo y observó algo muy distintivo en sus ojos: celos.

-No fue nada, sólo me preguntó si me acompañaba a la reunión, a lo cual evidentemente dije que no.-

Malfoy asintió, comprendiendo. Hermione esperaba a alguna reacción más grave de su parte, pero no la hubo.

-Anda.- dijo el rubio finalmente dándole un rápido beso en la mejilla, haciendo que la chica se colorara de nuevo. –Vayamos a tu preciada reunión de mierda.-

-No es mi preciada reunión, y no digas que es de mierda. Dumbledore la ha convoca…-

-Sí, sí… lo que digas.- finalizó el chico tomándola por los hombros y encaminándola a la dirección en la que tenían que ir, ignorando las protestas de la morena.


Hermione y Malfoy llegaron juntos a la reunión de prefectos, lo cual había levantado varias sospechas por parte de los prefectos, y de los alumnos que los habían visto a lo largo del día.

Algo había cambiado, y Hogwarts lo sabía. Pero lo había sabido desde hace ya tiempo. Había rumores de que Draco Malfoy ya no estaba disponible, y esto había causado gran desilusión a la mayoría de las chicas. Las bromas pesadas habían cesado, como también los insultos y los hechizos. Los alumnos constantemente se preguntaban qué era lo que había cambiado en el joven mago, pero ninguno se había atrevido a enfrentarlo de alguna manera… claramente porque se trataba de Draco Malfoy. Algunos comentaban que todo lo ocurrido era parte de un plan mucho más oscuro. Otros, que Malfoy se había unido a los mortífagos. Y otros simplemente pensaban que había superado sus días de hacer la vida imposible a otros.

Fuese lo que fuese, Draco Malfoy se había vuelto el centro de atención para muchos, sobre todo después de lo sucedido en el partido de Quidditch. Pero lo que más estaba en boca de todos, era la constante convivencia entre el rubio y la chica de Gryffindor, Hermione Granger: dos personas que se habían odiado mutuamente desde que se conocían, ahora cooperaban sin estragos para mejorar convivencia de las casas. Ciertamente esto había comenzado a causar muchas especulaciones de todo tipo, pero ninguna se había discutido abiertamente. Lo único que Hermione sabía era que, no importa a dónde fuera, la gente la observaba como si fuera algo interesante, especialmente cuando estaba junto al Slytherin.

Pero no todos pensaban que era interesante. Es más, algunos pensaban que era horroroso.

-¡Hermione!-

El rubio se volvió hacia dónde provenía la voz. Acababan de salir de la reunión de prefectos, la cual Hermione había notado tensa debido a Pansy, quien hacía comentarios sin sentido tratando de llamar la atención de Draco, pero sobre todo por Ron, quien había discutido a lo largo de la reunión con Malfoy, también por cosas que Hermione consideraba insignificantes y sin sentido.

Hermione cerró los ojos al reconocer también la voz. Sabía que el que estuviera junto al rubio traería problemas, pero no sabía que los problemas llegarían tan pronto. Era la primera vez que Malfoy y ella paseaban abiertamente por los pasillos sin armar algún tipo de escándalo. Eso era hasta ahora.

-¿Qué quieres, comadreja?-

A Ron pareció haberle afectado el comentario.

-No te busco a ti, idiota. Busco a Hermione.-

-Vaya, pues me temo que deberás esperar, ahora está conmigo.- respondió sonriendo despectivamente.

Ron sonrió con desdén. Después lo ignoró y se dirigió a la chica.

-Hermione, vámonos, debo hablar contigo.-

La orden causó una reacción tanto en Hermione como en Malfoy. El rubio avanzó hacia Ron, furioso, pero Hermione lo detuvo por el brazo y se le adelantó.

-Ahora estoy ocupada, Ron. Hablaremos más tarde.- dijo decidida y sin más y para no agravar la situación. Tomó a Malfoy por el brazo y se dio la media vuelta.

-Hermione, por favor. No debes sentirte obligada a estar con él. Podemos irnos…-

Malfoy se soltó del agarre de la chica y se posicionó frente a Ron, furioso. –Más vale que te largues, Weasley. Hoy no estoy para juegos.- dijo amenazando con severidad.

-¿Y a ti quién demonios te ha metido en esto?- le espetó Ron, empujándolo hacia atrás, también furioso.

Malfoy sacó su varita a la vez que Ron. Hermione, sin embargo, no perdió tiempo para ponerse entre ellos.

-Basta de esto.- dijo enfurecida. Después se dirigió a Malfoy. –No hagas esto. No hoy.- Malfoy la observó molesto. Pero en cuanto contempló su mirada suplicante, finalmente se retractó. Guardó su varita con dificultad y se cruzó de brazos, con la mandíbula trabada.

Ron, por otro lado, no lo hizo. -No me iré de aquí sin ella. No sé qué demonios le has hecho, pero está claro que ella no está en sus cinco sentidos si quiere estar junto a ti por voluntad propia.-

-Déjame dejarte algo en claro, Ron Weasley.- dijo la chica posicionándose casi violentamente frente a él, al notar que Malfoy estaba a punto de lanzarse contra él y molerlo a golpes. –No quiero que me sigas. No quiero que me "defiendas" y mucho menos quiero que decidas las cosas por mí. Para eso puedo decidir yo misma, y ahora decido que voy a marcharme con Malfoy, te parezca o no.- dijo furiosa.

Malfoy la observaba con una ceja arqueada y media sonrisa, impresionado. Ron también la miraba de esa manera y un tanto decepcionado. En cuanto se percató de lo que hacía, guardó su varita.

-Yo… Hermione, lo siento.- dijo mirando al suelo, avergonzado. –Tienes razón, no es mi lugar, es sólo que…-

-Tienes razón. No lo es.- dijo cortando sus explicaciones.

Hermione se dio media vuelta y se marchó con Malfoy sin despedirse del otro chico, quien ahora sabía que había estropeado las cosas.

-Maldito hijo de puta… no es justo.- dijo Malfoy furioso en cuanto salieron fuera del campo de vista del pelirrojo.

-Lo sé.- dijo Hermione exasperada. –No sé por qué se ha estado comportando así.-

-No, no es eso.-

-¿Entonces de qué hablas?- dijo pacientemente.

-No es justo lo que quiero pedirte. Quiero que estés lo más alejada de él posible.-

Hermione lo observó con sorpresa. –Sabes que no puedo hacer eso. Ron podrá caerme como una úlcera al hígado estos días, pero es uno de mis mejores amigos.-

-¿Ah sí?- bramó el chico. –Pues vaya mejor amigo. ¿Quién demonios se cree ese jodido estúpido como para actuar así? ¡¿Quién demonios le ha dado el derecho?! No es más que un pobre idiota lamentando no tener los cojones como para invitarte a salir.-

Hermione se quedó quieta, más no muy complacida con la forma de expresarse de Malfoy. Sabía se había contenido de hechizar a Ron, y vaya que le había costado. Y es que Malfoy seguía fiel a su perfil de Slytherin: impulsivo, agresivo, seductor e inteligente. No era como si de un día para otro cambiara todas sus emociones y reaccionara de una manera distinta ante las cosas.

-Pues lo quieras o no, Ron sigue siendo mi amigo. Y no porque haga tonterías las cosas van a cambiar.-

Malfoy se pasó los dedos por el cabello, estresado. Se contuvo varias veces de decir algo que ambos sabían que lo harían arrepentirse, por lo que finalmente y con la voz ácida respondió.

–Bien.-

Hermione lo miró enternecida. Sabía que estaba haciendo graves esfuerzos por contener su ira. –No tienes por qué perder el control de esa manera. Deberías confiar más en mí.-

-Confío en ti.- dijo firme. –Es en él…-

-En quien no confías, lo sé.- terminó la oración.

Ambos optaron por pasea un rato para después introducirse en el aula de la siguiente clase.

-Además, no creo que Ron sea capaz de invitarme a salir. Acaba de terminar su relación. Se vería bastante mal de su parte si lo hiciera.- dijo sentándose a un lado del rubio y provocando que varios alumnos giraran en su dirección, pero como Hermione no compartía esa clase con Harry, Ron, Ginny o Parvati, no le preocupó, ya que sabía que no se armaría ningún escándalo.

Malfoy bufó. –No creo que le importe un comino cómo puedan verlo los demás, Granger.-

Fue en eso que la expresión de Malfoy cambió en un instante. Se reincorporó de su posición casi acostada en el pupitre y se volvió a Hermione, con una sonrisa de gato.

-¿Qué tienes?- preguntó la morena algo precavida.

-Tengo la solución.-

-¿La solución?-

-Exacto. La solución a que la comadreja deje de estar sobre ti todo el tiempo.- Esto pareció interesar a Hermione, por lo que finalizó: -Saldrás conmigo.-

Hermione lo observó varios segundos, inmóvil. -¿Qué dices?-

-Si sales conmigo, cuando Weasley te invite a salir no podrás mentirle. Y nos dejará en paz y no querré hacerlo un maldito puré cada vez que lo vea.- dijo apretando los puños ligeramente.

Hermione parpadeó unas cuantas veces antes de asimilar lo que había escuchado.

-¿Me estás invitando a salir?- susurró por lo bajo.

El chico tragó saliva y miró a su alrededor de manera sutil, pero su expresión no cambió. -¿Y por qué no?-

Hermione se quedó pensativa unos instantes. Le parecía que era una idea bastante buena. ¿Pero, qué dirían los demás de esto? Sus amigos definitivamente no podían saberlo.

-¿Y qué hay de los alumnos? ¿Qué crees que dirán al respecto si salimos juntos?-

-A la mierda los alumnos. Estoy cansado de esconderme detrás de una máscara que no soy. No soy un insensible, y no soy un idiota como para no cuidarme la espalda.-

Hermione observó la decisión en su rostro. -¿Saldremos en secreto?-

Malfoy se encogió de hombros. -Si así lo quieres. Sabes bien que soy capaz de cumplir lo que me pidas.-

-Lo sé, Draco. No se trata de cumplir una prueba.- después lo miró fijamente. –El que salgamos no es una prueba personal que debes superar. Debe ser algo que quieras por gusto propio.-

-Y lo quiero.- dijo sin estragos.

La morena se debatió internamente. No era que le preocupara lo que dijeran de ella… sino de él. Sabía cómo podían afectarle estas cosas, por mucho que él lo negara o se resistiera.

-Hermione Granger,- la chica se volvió a él. -¿Te gustaría salir a una cita conmigo?-

Al verlo tan sincero y con ilusión, no pudo pensarlo dos veces:

-Me encantaría.-


Esto de salir en secreto había resultado ser un poco más complicado para Hermione de lo que esperaba. Sentía la necesidad de pedirle a Ginny algunos consejos, y preguntarle a Parvati acerca de qué usar. Así que cuando sacó su atuendo para salir esa noche a Hogsmeade, que es donde habían acordado salir, (además de que los alrededores de Hogwarts no daban muchas opciones) tuvo que arreglarse sola y sin ser vista por nadie. Optó por algo casual en caso de que los pillara alguno de los chicos, por lo que se puso unos jeans, una blusa de color azul, un suéter café y botas. Se arregló ligeramente el cabello más de lo normal con un broche dorado, se maquilló un poco y se puso algo de perfume. Se miró en el espejo: Sabía que si alguno de sus amigos la observaba más arreglada, sospecharían el porqué. Sin embargo, suspiró y salió por la puerta, decidida.

Eran después de las diez de la noche, que era cuando la mayoría de la actividad en Hogwarts cesaba. Se había disculpado de antemano con Tonks de que no asistiría a la sesión de ese día, cosa que no pareció agradarle mucho. Pero en fin. Esta era su noche, y al salir de la Sala Común se había prometido que no iba a pasarla mal por sentirse culpable o por salir a escondidas.

Descendió las escaleras y se encaminó a la salida de Hogwarts, en donde se encontró con Malfoy. En cuanto lo vio no pudo evitar pensar lo apuesto que era: Portaba una chaqueta de cuero color negra y jeans holgados. El cabello lo tenía ligeramente despeinado, pero le sentaba de manera perfecta. Hermione lo vio recargado contra una de las columnas y observando al exterior. En cuanto Hermione hizo un ruido al pisar, el chico se giró para observarla. Se enderezó al contemplarla, y Hermione se daba cuenta de que la recorría de pies a cabeza, lo que la hizo sentirse un poco incómoda. Tal vez debía de haberse arreglado más.

En cuanto llegó hacia donde estaba, el chico no perdió tiempo en envolverla en brazos.

-Estás preciosa.-

La chica sintió alivio y no pudo evitar sentir que se derretía en su abrazo. Si por ella fuera, le gustaría que la cita sólo fuera eso: Estar en los brazos de Draco Malfoy.

Desafortunadamente para ella, Malfoy se separó, evocando en ella un pequeño quejido que no fue desapercibido por él y lo hizo reír.

-¿Estás lista?-

-Totalmente.-

-Bien, espero que no te moleste mucho despeinarte un poco el cabello.- seguido de esto, extrajo detrás de él dos cascos de motocicleta, que dejaron a Hermione paralizada.

-¿Cascos?-

-Sí.- dijo el chico decidido, y dirigiéndose hacia una motocicleta lujosa de color negro que estaba estacionada en el jardín principal.

-No estarás diciendo que quieres que me suba.- dijo Hermione como si se tratara de una broma.

-Eso es exactamente lo que quiero que hagas, Granger.- dijo con una sonrisa con dientes.

Hermione paseó los ojos de la motocicleta a Malfoy y viceversa. –Pero, ¿Por qué? ¿Qué no somos magos y podemos aparecernos donde y cuando nos plazca?- dijo la chica casi desesperada.

Malfoy se acercó a ella, divertido. –Vamos, vive un poco. Sólo quiero aprovechar que la noche está tranquila para dar un paseo.-

Hermione seguía con expresión dudosa, por lo que Malfoy finalmente se acercó a ella.

-Sabes que no dejaría que nada te pasara. Además, son bastante seguras.- dijo casi implorando a la chica.

Hermione continuaba cruzada de brazos y examinando a la motocicleta como si se tratara de una creatura extraña. Sin embargo no pudo evitar notar por la marca de la motocicleta que no se trataba de una cualquiera. Sino de una de último modelo y que no lucía barata.

Antes de que siguiera su línea de pensamientos, el chico ya se había posicionado frente a ella.

-No te pasará nada, lo juro.- dijo dando un ligero beso en la sien de la chica.

Hermione finalmente suspiró y sacudiendo la cabeza tomó el casco, susurrando acerca de qué tenían los chicos con las motos.

Malfoy se montó en la moto seguido de ella, quien sujetó con ambas manos el asiento por la parte de atrás.

-Será mejor que te sujetes de mí… a menos de que te guste caer a la mitad del recorrido.-

Hermione le dedicó una mirada entrecerrada. –Ya veo por qué querías ir en la moto.-

Malfoy sonrió. –No me culpes de poder aprovecharme.-

Hermione rodeó el torso del chico y enseguida se sujetó con más fuerza en cuanto la moto arrancó, dejando un rastro de polvo a su detrás.

Hermione escondió la cabeza en la espalda del rubio, con los ojos cerrados con fuerza. ¿Por qué había accedido a subir en la maldita moto? Claro… porque no podía negarse cuando le pedía las cosas de esa manera. La chica se culpó en ese instante por no tener fuerza de voluntad cuando se trataba de él.

Malfoy dio una vuelta algo cerrada, lo que hizo que abriera los ojos, sobresaltada y se sujetara más a él. Pero fue cuando los abrió que se dio cuenta de que la noche verdaderamente era perfecta: las estrellas iluminaban el tanto el cielo como los lagos que se podían divisar desde lo lejos. El olor a humedad y a césped le provocó una cierta tranquilidad y sobretodo el estar sujeta al chico que tanto quería causó que finalmente se sintiera segura. Poco a poco comenzó a suavizar su agarre lo cual provocó una sonrisa en Malfoy. Hermione nunca había paseado en moto, pero si pasear en moto se sentía de esta manera, definitivamente iba pedirle al rubio que la transportara en moto a todos lados.

Pasaron los minutos, cada vez causándole más desconcierto el transcurrir de ellos. Hogsmeade no quedaba tan lejos. Si ese era su destino, ya habrían llegado ahí hace tiempo. Estaba segura de que seguían en el mundo mágico, ya que Hermione veía luces que se suspendían afuera de las casas para iluminar las calles.

Fue entonces cuando Malfoy apresuró su camino hacia un pequeño bosque. Pasaron varios árboles y arbustos por un rato, dando un sentido de tranquilidad a la morena, hasta finalmente detenerse. En cuanto Malfoy apagó el motor, la chica se quitó el casco de la cabeza contemplando su destino.

Se trataba de una casa. Más bien, una mansión.

-Pensé que iríamos a Hogsmeade.-

-Ligero cambio de planes.- respondió con un guiño.

-¿Qué es este lugar?-

Malfoy tomó las manijas de la moto y la condujo de pie hasta aparcarla en un costado de los jardines extensos que adornaban el edificio.

-Donde vivo.-

Hermione se quedó inmóvil. -¿Ésta es tu casa?-

Malfoy asintió de manera desinteresada.

Hermione estaba verdaderamente asombrada. La mansión era moderna y destellante, como la de algún artista famoso. Nunca le había dado vueltas a la idea de que Malfoy tenía posesión de inmensas cantidades de dinero y propiedades… sobretodo porque el chico nunca lo había comentado abiertamente.

-Es hermosa.- dijo exhalando.

El chico soltó un bufido. –Era de mi abuelo. Mi padre me la regaló el día de mi cumpleaños 17.-

-¿Quieres decir que esta mansión es solamente tuya?-

-Lo es, pero estoy muy poco en ella. Fue uno de los muchos regalos que me ha hecho mi padre cuando no supo cómo arreglar las cosas entre nosotros.-

El hablar de su padre le traía una combinación de emociones extrañas reflejadas en su rostro. Hermione sabía desde el año pasado que al parecer había desaparecido y que muchos lo daban por muerto, incluyendo al chico. Pero lo que pocos sabían era que verdaderamente Malfoy y su padre no se habían llevado del todo bien. Cosa que Hermione llegó a aprender en cuanto fue conociendo al Slytherin.

Hermione tomó la mano de Malfoy. -¿Me das un recorrido?-

El chico se limitó a sonreírle.


Hermione no sabía cómo funcionaban las mansiones, pero definitivamente no estaba preparada para ser recibida por un mayordomo, ni que hubiera actividad en la casa. Desde la entrada Hermione visualizó que había sirvientes en todos los pisos, listos para recibir alguna orden del joven mago. Hermione notaba por simple vista que los empleados sinceramente estimaban a Malfoy. Se notaba que se conocían entre ellos, y que Malfoy los conocía desde hace ya varios años, debido a sus expresiones en cuanto vieron entrar al rubio. La chica se percató de que algunos comenzaron a cuchichear entre ellos al verla.

-Señor Malfoy, buenas noches. Hace tiempo que no pasaba por estos rumbos. ¿Me permiten sus abrigos?-

-Buenas noches, Robert.- respondió Malfoy tomando su chaqueta y el suéter de Hermione y entregándolos con delicadeza.

-¿Hay algo que pueda hacer por usted? ¿O por la señorita?- dijo dirigiéndose a Hermione como si se tratara de algún personaje de la realeza.

-Ciertamente. Me gustaría charlar con la señora Samuels.-

-Enseguida, señor.- respondió el mayordomo para después retirarse.

Todo en la casa se desenvolvía perfectamente. Hermione notaba que no había nada fuera de su sitio, y todo estaba perfectamente limpio. El lugar era tan inmenso para ella que casi le costaba moverse. Sin embargo, el lugar estaba lleno de vida y una cierta alegría. Era como si el lugar transpirara tranquilidad y confort.

-Acompáñame.- dijo sonriente.

Hermione se volvió para observar su mano extendida hacia ella, la cual tomó algo extrañada. Malfoy los condujo hacia el cuarto piso, donde se introdujeron en un pasillo repleto de distintos retratos que se movían. Eran retratos de la línea Malfoy, ordenados de mayor a menor… desde los antecesores hasta llegar a Malfoy, quien hasta ahora era el último de ellos.

Malfoy la condujo a lo largo del pasillo hasta llegar a un par de puertas, las cuales abrió por completo. Se trataba de un balcón que daba vista al bosque. Hermione se paseó por el lugar maravillada. Simulaba a una pequeña cabaña, pero con una de las paredes de la habitación ausente, haciendo el lugar un espacio abierto. Había varios sofás y pequeñas mesas, un librero extenso, una hamaca y una chimenea. El lugar estaba adornado con pequeñas luces suspendidas por la magia aparentando ser velas. El rubio de inmediato se dejó caer en el sofá más extenso, trayendo a la morena consigo, quien soltó un pequeño grito.

Ambos rieron, y Hermione no pudo evitar besarlo. Ambos estuvieron así varios segundos, hasta que se escuchó que alguien se aclaraba la garganta. Hermione salió casi disparada hacia el otro extremo del sofá, avergonzada y con el corazón latiéndole con fuerza.

Malfoy rió y se puso de pie.

-Hermione, te presento a la señora Samuels. Es la encargada de manejar la casa.-

La señora Samuels era una señora pequeña y ya algo mayor. Tenía el cabello gris corto, y tenía el aspecto de ser una persona muy alegre y gentil, debido a que tenía una mirada jovial y divertida.

-Veo que por fin has regresado a tu hogar, Draco.- dijo sonriente y arqueando una ceja.

-Será sólo por un rato. Debemos regresar a Hogwarts antes del amanecer. Señora Samuels le presento a Hermione Granger.-

Hermione de inmediato se incorporó, ruborizada, y tomó la mano de la señora, quien en lugar de sacudirla, la tomó para después envolverla en un abrazo.

-Así que tú eres la chica de la que Draco no ha parado de hablar. Encantada.-

-El placer es mío, señora.-

La señora Samuels después de abrazarla se quedó pensativa, mirando a Malfoy. Después le sonrió. –Veo que has cambiado tus rumbos, Draco.- dijo volviendo a observar a Hermione, quien no tenía idea de lo que estaba pasando.

Malfoy se encogió de hombros con media sonrisa. –Supongo que así es.-

-Excelente. ¿Hay algo que pueda hacer por ustedes?-

-Nos gustaría cenar aquí.- dijo el chico decidido.

-Si es posible…- añadió Hermione con un tono más amable, evocando una mirada de simpatía en la señora Samuels.

-Definitivamente escogiste a una chica encantadora.- dijo mirando a Malfoy. –La apruebo.- dijo asintiendo una única vez. Después salió indicando que la cena no tardaría en llegar, dejándolos nuevamente solos.

-¿Por qué me ha observado de esa manera? ¿Cómo si me conociera?- preguntó la morena mientras se sentaba junto al rubio en el sofá.

-La señora Samuels es vidente. Puede detectar con el tacto si una persona es de familia mágica o muggle.-

-¿Entonces se ha dado cuenta de que soy…?-

-¿Muggle? Sí, ahora lo sabe.-

-¿Y no está en desacuerdo?- dijo Hermione extrañada.

Malfoy sonrió ligeramente. –No todos los que conozco son tan crueles con los muggles. La señora Samuels tiene familiares muggles a quienes aprecia bastante.-

Hermione tomó su mano de nuevo al notar la expresión algo decepcionada de sí mismo. –Pero recuerda que has cambiado, y que maltratar a los muggles está en tu pasado.- dijo dándole un pequeño beso en los labios. –Eres diferente ahora.-

Ambos permanecieron un momento en silencio hasta que Hermione se puso de pie y comenzó a recorrer la amplia habitación.

-¿Por qué nunca me habías hablado de este lugar? ¿Ni de tus posesiones?- dijo con curiosidad.

-No lo sé. No lo creí importante en lo que concierne a los dos.- dijo con simpleza. -¿Para ti es importante?-

-No. Esto no cambia nada entre nosotros. Simplemente eres rico.- dijo soltando una risa, examinando varias flores pequeñas en distintos floreros.

Malfoy se levantó y se colocó tras ella, besando su hombro por encima de la tela de su blusa, haciéndola temblar ligeramente.

-¿Te molesta que hayamos cambiado de planes?-

La chica se volvió hacia él. –No.- dijo poniendo ambos antebrazos en sus hombros, formando un candado con las manos detrás de su cuello. -Quiero conocer todo lo que tenga que ver contigo. Quiero conocer tu casa, tu familia, tus empleados. Quiero conocerlo todo.-

-Me temo que no podremos hacer todo eso esta noche. Nos llevaría mucho tiempo.-

Hermione se encogió de hombros y sonrió. –Tenemos todo el tiempo del mundo.-

Malfoy le devolvió la sonrisa y volvieron a besarse. Hermione extrañamente se sentía en casa. Siempre lo hacía cuando estaba con él. Y ahora, no quería marcharse de este lugar nunca.

-Tiene razón, ¿Sabes?- dijo el Slytherin después de unos minutos. –La señora Samuels.- dijo al notarla confundida.

-¿Sobre qué?-

-Sobre ti. Definitivamente acerté contigo.-


Una vez que terminaron de cenar y de charlar acerca de cosas sin importancia, ambos yacían en el sofá descansando. Hermione, que ya se estaba quedando dormida, tenía la cabeza recargada en el pecho del chico quien contemplaba tranquilamente el paisaje que tenían frente a ellos. Después de un rato, suspiró.

-Será mejor que regresemos. Son las 2 de la mañana.-

Hermione se retorció ante el comunicado. No tenía ni el más mínimo deseo de moverse de donde estaba, pero sabía que habría problemas para ambos si no regresaban a Hogwarts antes de que comenzaran a preguntarse dónde estaban.

Malfoy se puso de pie con cuidado, y, tal como lo había hecho cuando la acompañó a la enfermería, pasó los brazos por debajo de sus piernas y la sostuvo contra ella. Hermione trató de protestar, pero el rubio la interrumpió.

-Shhh. Duérmete, princesa.- la tranquilizó.

-No quiero irme.-

Malfoy besó lo alto de su cabeza.

-Tampoco yo, pero después habrán problemas.-

Antes de que pudiera protestar de nuevo, ya habían aparecido en la entrada del Colegio, ya que Malfoy no vio conveniente regresar en moto a esas horas. Malfoy caminó con Hermione en brazos por el jardín principal, donde sabría que nadie los descubriría. Pero en cuanto llegó a la puerta principal del castillo sabía que tenía que despertarla.

-Hermione, hemos llegado.-

La chica abrió los ojos para encontrarse con unos grises que la miraban intensamente. Sonrió cansada y se dejó posicionar por el chico en la tierra, quien la sujetaba de la cintura para no dejarla caer. Ambos caminaron por los pasillos ya oscuros a excepción de algunas luces de emergencia, con Malfoy iluminando el camino con su varita. Acompañó a Hermione hasta la entrada de la Sala Común de Gryffindor y se despidió de ella.

-¿Te ha gustado la cita?-

-Es la mejor que he tenido.- dijo con sinceridad. –Tendrás que despedirme de la señora Samuels y tu mayordomo.-

-No te preocupes. Saben que nos iríamos tarde. Además, estoy seguro de que les caíste bien.-

-No me despido sólo para caerle bien a las personas, Draco.- dijo con una pequeña risa.

-Lo sé. Te quiero.- dijo finalmente dándole un beso.

-Yo también te quiero.- respondió la chica.

-Ahora entra. Esperemos que tus amigas no se despierten.-

Malfoy se retiró a su Sala Común dejándola extremadamente contenta. Era verdad cuando decía que esta cita había sido la mejor que había tenido. Había sido tranquila y sin expectaciones de ningún tipo.

Llegó al dormitorio de las chicas sin pasar desapercibida y se introdujo debajo de las sábanas con cuidado y poco a poco comenzó a quedarse dormida, deseando soñar con la única persona que la hacía sentir…viva.


La mujer comenzó a caminar por entre las casas en la oscura noche. Buscaba algo… o alguien, y no se iba a marchar hasta conseguirlo. Buscó entre los números de las casas, y se detuvo hasta encontrar su objetivo. Se introdujo sigilosamente y subió las escaleras, buscando su objetivo. En cuanto llegó a la habitación, se descubrió el rostro de la capucha que lo cubría. Era una chica rubia y joven, de aproximadamente 23 años. Se quedó unos instantes quieta mirando un punto fijo, para después acercarse a la cama donde los esposos descansaban. No perdió tiempo en levantar su varita y apuntar en su dirección, sus ojos cargados de malicia.


Hermione se levantó de golpe, empapada en sudor y jadeando. Trató de tomar aire, pero sentía que el miedo la ahogaba. Sabía que era lo que había visto. Sabía que era lo que esa chica quería.

-¿Hermione, estás bien? ¿Qué sucede?-

La voz de Ginny se coló meramente por sus oídos. Estaba aterrada. No podía pensar. Temblaba de pies a cabeza y sentía que los escalofríos recorrían su espalda. Quería correr… quería llorar, pero no podía moverse.

-¿Hermione qué te sucede? Me estás asustando.-

Ginny enseguida encendió las luces, para el desagrado de sus compañeras. Hermione seguía con la mirada fija y con la mandíbula trabada. No quería pensar en ello. No podía. Se sentía petrificada. Escuchó voces en la habitación distantes que al parecer le hablaban a ella. Observó cómo Ginny se posicionaba frente a ella, mirándola fijamente, pero no pudo responderle. Parvati intentó llamar su atención de la misma manera.

Una mano la sujetó por la mandíbula con fuerza, obligando a mirar la pelirroja.

-Hermione, háblame.-

La chica se concentró un poco en sus alrededores.

-¡Llamen a Madam Pomfrey, está teniendo un ataque!- escuchó distantemente.

Pero no estaba teniendo un ataque. Había tenido una visión. Se volvió a Ginny quien la miraba expectante.

-Ginny… quiere a mis padres… ha vuelto.-

-¿De qué hablas?-

-La chica ha vuelto… McGonagall debe saberlo ahora.-

-Hermione, tranquilízate.- insistió Ginny al notar que quería ponerse de pie.

En ese instante la morena devolvió el contenido de su estómago en el suelo, temblando con más violencia. Sentía que se desvanecía.

-¡Ayúdenme a llevarla a la enfermería ahora!-exclamó Parvati frenéticamente.

Eso fue lo último que llegó a escuchar antes de que todo se volviera oscuro.


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