AMORTENTIA

Por supuesto, la Amortentia no crea amor.

Es imposible crear o imitar el amor.

Sólo produce un intenso encaprichamiento,

una obsesión.

Prólogo

¿Qué tiene de malo?

La sala común estaba bastante tranquila; eso era normal, considerando la poca cantidad de estudiantes que quedaban en la casa de Slytherin. Después de la guerra, hace casi más o menos medio año, la gran mayoría de las serpientes habían optado por dejar la escuela o estudiar en el extranjero. No era algo que sorprendiera a muchos, en realidad, considerando el puesto que varios miembros de esa casa habían tomado durante la guerra: desertores o mortífagos. La lista de alumnos que habían permanecido a luchar por lo que era correcto era indudablemente mucho más grande pero, afrontémoslo, a casi nadie le importaba esa cifra. Todos siempre están hambrientos por señalar un culpable.

La escuela en general estaba casi desierta en comparación a los años anteriores. Aun había partes del castillo en ruinas, y debido a ello muchos padres habían decidido no enviar a sus hijos a asistir a clases. El número de alumnos para primer año había sido menos pequeño de lo que Minerva McGonagall había esperado, pero todo el gran salón había permanecido en silencio durante toda la ceremonia de bienvenida. Era ese el efecto que la guerra había tenido en todos: lo que reinaba en el Gran Salón no era un simple silencio, era un luto tácito, era la memoria del horror.

Ahora las clases tenían cerca de un mes y medio de haber comenzado, y todo parecía recuperar su ritmo natural poco a poco, las heridas se cerraban poco a poco. La gran mayoría de los alumnos de último grado habían regresado a terminar su curso como era debido y, de una u otra forma, era esa la razón porque la sala de Slytherin estuviera tan silenciosa esa tarde de viernes.

Sentado frente a la chimenea, con una mirada ausente y expresión distraída, se encontraba nada más y nada menos que Draco Malfoy, el hijo del mortífago, frotándose las manos en un intento de disminuir el frío que siempre le hacían sentir las mazmorras. Luego de los juicios y los reportajes, la familia Malfoy había salido relativamente bien parada al término de la guerra, pero aún quedaban ciertos recelos hacia ellos, ciertos comentarios respecto a cómo Draco y Narcissa habían salvado la vida de El Elegido… y de los horrores que Lucius había cometido. Una dicotomía con la que no todos sabían cómo manejar. Cada vez que Draco salía de su habitación y se sentaba en el mismo lugar de la chimenea, la gran mayoría guardaba silencio, no muy seguros si lo hacían por temor, respeto o asco. Lucius se había opuesto a que Draco regresara a Hogwarts, pero Narcissa había insistido en que sería mejor actuar con normalidad: no eran culpables de nada, después de todo… o por lo menos Draco no lo era, así que no tenía por qué comportarse como tal y exiliarse como había decidido hacer Lucius. Su padre había aceptado a regañadientes, así que Draco no opinó nada al respecto. Hasta cierto punto estaba aliviado por recuperar un poco de cotidianidad en su vida. Luego del término de la batalla y de las vacaciones de verano, había pensado en tantas cosas… la guerra también había dejado sus efectos en él, como en todos, y en cuanto tuvo ocasión de regresar a Hogwarts, lo aceptó como un regalo. Poco a poco, Draco comenzó a sentirse tranquilo dentro de esta renovada seguridad; ahora era un adulto y tenía un nuevo comienzo. No había muerto. Estaba ahí, vivo, sentado en su lugar de siempre, pero la persona sentada ahí ya no era la misma. La persona que extrañaba su silla había muerto en las llamas, en la Sala de Menesteres. La persona sentada aquí y ahora era un neonato, un fénix sin plumas. Era un Draco al que Harry Potter había salvado una vez más, a pesar de todo. Era un Draco en deuda y, peor que todo eso junto, era un Draco que seguía enamorado de Harry Potter tal y como lo había estado desde sexto año. Ahí, observando las flamas en la chimenea, no dejaba de pensar en el momento en el que Harry por fin le había aceptado la mano, en el que había juzgado que aún quedaba en él algo digno de ser salvado.

Suspiró. Era ridículo. Si bien Potter y Weasley ya no estaban juntos, eso no quería decir que Harry fuese a correr directo a sus brazos, muerto de amor…

-¿De nuevo con Potter?- preguntó Blaise, sentándose frente a él. Él, como otros pocos miembros de Slytherin, había formado una especie de amistad con Draco luego de iniciado el nuevo curso.

-¿Acaso soy tan obvio?- preguntó Draco, con una sonrisa cansada, recargándose en el respaldo de la silla.

-Un poco, sí. Siempre haces esa cara cuando piensas en él.

-¿Cara? ¿Cuál cara?- preguntó, alzando una ceja.

-Ya sabes esa expresión de "alguien-me-acaba-de-patear-las-pelotas", hum… ¿cómo explicarlo? Como si te acabaran de enterrar un dardo muy amargo en la lengua…

-Eso no tiene sentido, ¿te das cuenta?

-Tal vez,- dijo Blaise, encogiéndose de hombros –pero es la expresión que haces. ¿Por qué no lo invitas a salir?- preguntó de pronto, mirándose las uñas.

-Lo dices en broma, ¿no?

-Vamos, ¿por qué no? Abogó por ustedes en los juicios, ¿no?

-Eso no significa nada, Blaise- dijo Draco, cansado. –Sería más fácil envenenarlo que…

-¡Eso es! ¿Por qué no lo intentas?- exclamó el moreno, abriendo los ojos.

-¿Envenenarlo?- preguntó Draco, frunciendo el ceño.

-¡No seas tonto! ¡Podrías usar una poción en él! Apuesto a que en sortilegios Weasley todavía venden esos frascos de Amortentia. Podríamos conseguir uno y…

-¿Y qué? ¿Hacer que se enamore de mí por un par de semanas hasta que termine el efecto? ¿Y luego qué? Va a odiarme más que nunca si le hago eso…

-¡Oh, ahí está la expresión de nuevo!

Draco lo fulminó con la mirada, haciendo que Zabinni alzara las manos, como si intentara proteger de la oleada de furia que el rubio emanaba.

-Sólo digo que te vendría bien tener un tiempo con él. Si no lo puedes tener como quieres porque, según tú, no hay manera posible de que Potter se fije en ti, entonces bien podrías robar un pequeño trozo de paraíso. No es como si Potter vaya a echar de menos un par de semanas, de todos modos. Creo que agradecería la distracción, en realidad.

-No seas ridículo, Blaise. Además, ni siquiera conocemos los efectos que eso podría tener. Podrían expulsarnos por hacer algo así. Porque, te lo digo de una vez, Zabinni, si me atrapan haciendo algo como eso, me aseguraré de hundirte conmigo.

Blaise rió un poco, sacudiendo la cabeza. Era esa vieja altanería lo que había hecho a Blaise fijarse en Draco en primer lugar: el hecho de que la guerra no lo hubiese destruido por completo, que hubiese resistido a los horrores que tuvo que presenciar… Bueno, le habían hecho ver que quizá el rubio valía la pena. Y, hasta ahora, no lo había decepcionado.

-Sólo digo que lo pienses, Draco, no es como si quisieras tenderle una trampa. Sólo quieres tener una pequeña oportunidad con él, ¿qué tiene eso de malo?

Y con eso Blaise se levantó, dejando a Draco solo con sus pensamientos.

Blaise tenía razón hasta cierto punto, tenía que admitir, no era como si quisiera a Potter a su merced para hacerle daño o tenderle una jugarreta… Sólo quería saber qué se sentía ser la persona más querida de Harry, ¿era eso tan malo? ¿Era eso tan cruel?

Con otro suspiro, se levantó y se dirigió una vez más a su habitación, escuchando como un leve ruido de conversaciones volvía a alzarse a sus espaldas, mientras cerraba la puerta.


Hola a todos! Es fantástico estar de vuelta en el fandom, ¡lo he echado tanto de menos! Aquí les traigo un nuevo fic drarry, espero que les guste o les llame la atención :3 Está planeado para tener unos 5 caps, pero podrían ser más, podían ser menos.

Muchas gracias por pasar y leerme, no tienen idea de la falta que me ha hecho hacer estas cosas, seguir en contacto con todos ustedes... estos últimos meses no han sido de lo mejor, así que espero que el fic no se lea muy horrible... En fin, espero que tengan una semana excelente, chane~