Capitulo 1 - Donde todo comienza

¿Como rayos me he metido en este lío?

-Sakura – me dice el viejo borracho de la mesa que estoy atendiendo – traeme más aguardiente y que sea rápido preciosa.

-Enseguida señor – me retiro con los vasos y empiezo a caminar sintiendo su mirada pervertida en mí. "Controlate Sakura" me digo a mí misma una y otra vez. Cuando salga de aquí mataré a Kakashi.

Busco el aguardiente, sirvo en un vaso, saco del interior de mi ropa un pequeño frasco con un líquido blanco, le dejo caer varias gotas en el aguardiente. Con estas bastarán.

Le llevo al viejo su bebida y luego voy hacia la barra. Kakashi esta sentado en uno de los banquillos tomando y leyendo un libro. Se supone que debo pretender que no lo conozco pero debo darle la señal así que llamo su atención al mirarlo fijamente, le guiño un ojo y él asiente.

Veo como se levanta y deja unas monedas en la barra. Las guardo en el cajón del dinero. Cuando vuelvo a mirar hacia él, desapareció junto con aquel viejo. Bueno esa es la señal. Ya puedo salir de aquí. Me dirijo hacia la puerta cuando siento que alguien toca la parte trasera de mi falda de camarera. Me pongo de mil colores. Estoy más que enojada así que giro sobre mis talones y doy un puñetazo a la persona que lo hizo. Un idiota borracho que al instante noqueo.

-¡Hey tú! ¿Qué rayos estás haciendo? ¡Regresa a trabajar!

-¡Renuncio! Y a este idiota díganle cuando despierte que si vuelve a tocar a una mujer de aquí lo buscaré y le tumbaré los dientes.

Dejo a todos los clientes temblando. Salgo hecha toda una furia.

Repito para mi misma "¿Cómo rayos me he metido en este lío?"

-Hace un año-

Otro día dónde el calor me esta matando. Que sed tengo. Camino hacia una pequeña posada en la cual entro, uso mi voz seductora y actitud de chica en problemas.

-¡Oh dios me desmayo! – me acerco al mostrador color caoba abanicando con mi mano y acercandome a un hombre de cabello marrón.

-¿Se encuentra bien señorita? – escucho la preocupación en su voz mientras me tambaleo y simulo estar a punto de desmayarme.

-Ayuda, porfavor – al haberse acercado a mí veo una oportunidad y me lanzo a sus brazos. – Dios tengo tanto tiempo sin comer ni beber agua que creo que... que... ¡ay Dios mío! – la falda se eleva ligeramente y el chico puede sentir la piel desnuda de mi cintura, la camiseta se me ha corrido un poco hacia arriba, perfecto, veo que se sonroja tanto que parece que la cara le va a estallar. Seguro este chico tiene dias sin ver alguna chica bonita.

-No se preocupe señorita, sientese aquí por favor ahora le traigo agua y algo de comer – me coloca con toda la gentileza del mundo en una silla cerca del mostrador, yo abanico con mi mano y veo como desaparece tras una pequeña puerta. Aprovecho en este instante y reviso toda la alacena, metiendo en mi bolso todo lo que pienso que tiene valor, algunas pepitas de oro, y debajo de la alacena, en un pequeño baúl, encuentro un extraño pergamino que, en mi opinión, se ve antiguo. Bien, este me lo quedo también.

Escucho un pequeño ruido de vajilla y pisadas en el suelo. Se acerca el jovén y me entrega una cantimplora con agua, un cesto con algunas frutas y pan. Le doy las gracias tras un efusivo beso en la mejilla, que amable, me ha dejado llevarme esto. Salgo de la tienda encaminándome hacia el camino que da a la salida del pueblo. Mordisqueo un pedazo de pan y esta sabroso, bebo una pequeña porción de agua, debo administrarla bien. Demonios. Estoy empezando a arrepentirme de haberle robado a ese pobre chico.

Meto la comida en mi bolso de cuero que llevo en un costado. Se siente bastante pesado. Robe muchas cosas. Una carreta se acerca con dos enormes longhorn yo me detengo en medio del camino y elevo los brazos para llamar la atención del dueño.

-Disculpe, hola – pongo mi mejor sonrisa empalagosa e inocente.

-Hola señorita, ¿necesita ayuda en algo? – contesta un hombre de cabello blanco. Tiene una coleta y una extraña verruga justo encima de su nariz.

-Sí, me preguntaba si usted podría decirme como llegar al pueblo de Uchiko. Creo que estoy algo perdida – coloco inocentemente un dedo en mi mentón, a los hombres les gustan las bobas según mi experiencia y este se ve que es menudo mujeriego. Lo noto por como mira mis piernas.

-Bueno, estás de suerte jovencita, estoy de camino hacia Konoha y me queda de camino, debo llevarle algo a un pariente. Si quiere usted puede acompañarnos.

-¿Acompañarlos?

-Sí, a mi y a unas compañeras. – de la parte trasera de la carreta, sale una señora de coletas bajas rubias, con una proporción de senos enormes, junto a otra de cabello negro corto no tan agraciada como la anterior.

-Jiraiya ¿qué te toma tanto tiempo? – pregunta impaciente la de cabello rubio.

-Tsunade, esta chica nos acompañará, ofrecí darle un aventón.

-Mucho gusto y lamento los inconvenientes pero se los agradezco – saludo con un gesto de la cabeza. Ella me mira sospechosamente y luego entra a la carreta.

-Hola pequeña chica, mi nombre es Shizune y la otra chica es Tsunade, este viejo pervertido es Jiraiya ¿cómo te llamas?

-Sakura.

-De acuerdo Sakura, sube, tenemos un largo camino que recorrer.

-¿Ah sí? ¿Cómo cuanto tiempo?

-Solo un par de horas, puedes ir adelante conmigo o en la parte trasera con las chicas. – Miro al viejo de cabello blanco que tiene cara de pervertido y a la chica de cabello rubio que me mira con cara de pocos amigos. Lo pienso bien antes de contestar.

-Prefiero ir delante, gracias – puedo manejar con más facilidad a un viejo pervertido que a una chica con mal genio, terminaría arruinando mi apariencia de chica buena haciendo que pierda todos sus dientes de un buen golpe. Oh sí, tengo un muy mal genio, pero no puedo permitirme demostrarlo, sería toda una tragedia para mí.

Nos ponemos en marcha, taca taca taca, las pezuñas de los animales resuenan en el suelo. El viaje pasa más rápido de lo esperado y en segundos estoy a la entrada del pueblo, me despido de las personas que me han ayudado.

Caminando llego hasta la puerta de una casa de madera. Toco la puerta y espero. Se oye una voz femenina pedir unos segundos así que dejo caer mi sombrero hacia atras, este queda suspendido por una delgada linea de cuero que rodea mi cuello en caso de que el sombrero caiga. Respiro hondo y justo en ese momento la puerta se abre.

-¿Si? – una señora me recibe con una sonrisa obviamente fingida, cabello rubio corto, los ojos estan cerrados pero sé que son de color verde.

-¿No hay abrazo para mí? – la mujer abre los ojos tanto que parecen pelotas de golf observándome y con sorpresa se lleva ambas manos a la boca.

-¿Sakura? ¿E-eres tú? – asiento divertida con una gran sonrisa. La mujer grita y me abraza con fervor mientras ternura destella en sus ojos.

-Mebuki ¿que sucede porque tanto alboroto? – un hombre de cabello violeta y ojos verdes se queda helado al verme.

-Kizashi, es nuestra niña, Sakura ha vuelto – ella hace espacio para que mi padre me vea.

Él está tan anonadado que no puede creerselo, da pequeños pasos hacia mí con la boca colgando de su cara. Luego se acerca y me abraza tan fuerte que me saca el aire.

-Hija has vuelto. – Se me hace un nudo en la garganta y trago con todos esos sentimientos dentro de mi para poder deshacerlo

-Sí, estoy feliz de regresar ¿como han estado las cosas por aquí? – trato de cambiar el tema porque no quiero ponerme emocional.

-Bueno, las cosas siguen igual en este viejo pueblo. – me mira de arriba a abajo con mirada analizadora – Dios hija pero que flacucha estás, iré a prepararte algo para que comas.

-Genial, comida de mamá – extrañaba tanto esto.

Ella se pierde en la cocina dejándonos a mi padre y a mí solos en la sala. Él empieza a hacer sus chistes y contarme anécdotas de la aldea. Ninguno me pregunta dónde he estado ni que he estado haciendo y se los agradezco en silencio.

Esa noche duermo tan bien que ni me lo puedo creer, tenía días sin dormir tan bien. Me doy un baño y puf estoy como nueva.

Después de desayunar y conversar con mis padres decido dar una vuelta por Uchiko. Mi madre me acompaña, dice que ha cambiado un poco así que no quiere que me pierda. Igual ella hace compras y yo deambulo cerca de ella.

El sol está picante, gracias a Dios esta vez llevo vaqueros y una camisa amarrada a la cintura. Mi pistola esta en la cartuchera que dejé en la casa, mamá insistió en que era peligroso y no debía andar con ella. Suspiro. Esta vida de pueblerina es muy aburrida. Fingir sonrisas y oir los chismes no es lo mío, soy más una chica de acción.

-¡Sueltame! – escucho a una señora gritar – ¡Auxilio!

Me apresuro para ir a ayudarla, al girar en una esquina choco contra alguien. Parece ser un chico pero pide disculpas y sale corriendo. Extraño. Me apresuro hacia la señora de cabello blanco que está en el suelo, la ayudo a ponerse de pie y veo que le falta el bolso.

-Es un ladrón

-¿Quién?

-Él chico con el que tropezaste, se ha llevado mi bolso.

No he terminado de oírla y ya estoy corriendo. Ese maldito. Salgo en su búsqueda, es rápido, pero no más que yo. Corro tan rápido que las personas se sorprenden.

-¡Hey tú! – vocifero hacia el chico, el cual voltea su cabeza, luego emite un sonido que demuestra que está asustado. Acelera el paso y yo también.

Alcanzo al chico y los dos caemos al suelo. Luego lo sujeto por las manos y le quito el bolso de cuero. Él se pone de pie en un intento por luchar contra mí. Pobre chico ¿En serio quiere enfrentarse a mí?

Se lanza hacia mí, lo esquivo con gracia, con una mano le doy un golpe certero detrás de la nuca y ¡zas! Cae inconsciente en el suelo.

Cuando me encamino siento que alguien me observa y doy la vuelta pero no veo a nadie. Que extraño. Me encojo de hombros y continuo con lo que hacía.

Encuentro a la señora y le devuelvo el bolso, a cambio ella quiere darme algo de dinero y yo me rehuso, luego me obsequia un cesto de frutas, no quiero aceptarlo pero insiste tanto que al final acepto, dice que es dueña de una pequeña granja no muy lejos de aquí y tiene más de estos. Bueno supongo que puedo hacer luego un pie con esto.

Regreso hacia donde me espera mi madre. Ella quiere regresar a la casa pero yo no, así que quedamos en que llegaré a la hora de la cena. Le doy la canasta junto con un beso en la mejilla y luego me dispongo a disfrutar de mis alrededores. Llego hasta un pequeño parque donde me meto entre unos arbustos. Nuestro pueblo es famoso por su vegetación, es algo increíble pero es así. Escondida entre unos matorrales me dispongo a ver el pergamino que le había robado al chico en el pueblo anterior pero no logro abrirlo. Necesita una especie de llave. Suspiro. Que basura, lo arrojo al suelo y me recuesto en la hierba. Que brisa más cálida y acogedora, me abrazo al pergamino y caigo en un sueño profundo.

Cuando despierto puedo ver que es tarde ¡Demonios! Mi madre debe de estar esperándome, falta poco para que se ponga el sol. Entro el pergamino en mi bolso de cuero y luego salgo disparada hacia mi casa. Por un momento me pongo a dar vueltas sin saber a donde ir, genial, estoy perdida.

De repente empieza a correr gente en sentido contrario a mí. Todos llevan cubetas de agua y gritan asustados, reconozco a algunas pocas caras. Decido ir hacia donde se dirigen todos. Me apresuro y cuando estoy llegando al sitio veo humo y destellos de color naranja. Fuego. Algo está incendiándose.

Veo la estructura y sé que es una casa, veo que una señora grita, es la misma que ayudé está tarde. Me acerco a ella.

-¿Sucede algo? – pregunto con calma en mi voz.

-Mi sobrina, mi sobrina está ahí.

-Quédese aquí. Yo la traigo, ayude a los demás a apagar el fuego.

-No, es peligroso niña deja que...

-Solo dígame donde se encuentra – la interrumpo. Ella me mira por unos segundos viendo decisión en mis ojos, suspira y cierra los ojos.

-Debe estar en su cuarto en el segundo piso, es la tercera puerta.

Pero no termina de hablar cuando ya me he lanzado hacia la casa. Algunos hombres tratan de frenarme pero yo no les permito que me agarren, los esquivo a todos. Entro a la casa tras derrumbar la puerta.

-¡Hola! – justo ahora viene a mí el pensamiento de que no puedo llamarla por su nombre. No pregunté como se llamaba.

Subo con rápidez y mucho cuidado por las escaleras. Algunos escalones se caen. El fuego se levanta alrededor de mí y yo tapo mi con el pañuelo que tenía en mi cabeza. No debo aspirar el humo. Estoy tosiendo. Debo apresurarme. Corro por el pasillo, la escalera se derrumba detras de mí junto con una porción del techo. Cuento las puertas, una, dos... ¡Tres! Aquí esta.

-¿Hola? Voy a tumbar la puerta, si estás ahí necesito que te alejes de ella.– No espero respuesta, simplemente la derrumbo, esta caliente y el fuego se levanta a mi espalda, pero caigo al suelo. Veo a mi alrededor pero no encuentro nada. De repente una puerta de un armario de madera se abre y de ahí sale una chica de ojos azules asustados. La tomo por la mano y miro a mi alrededor. Debo buscar la forma de salir de aquí. La puerta está en llamas, la estructura se está cayendo. No hay forma de salir, a menos que... Miro hacia la ventana y arrastro a la chica conmigo.

-Debemos saltar hacia ese tejado ¿Crees poder hacerlo? – ella no responde pero asiente con su cabeza. – Bien.

Con mi pie rompo la ventana de madera y le indico como debe de saltar. Primero lo hago yo, luego le pido que lo haga y coloco mis brazos hacia adelante indicando que la atraparé. El tejado no está muy lejos de la ventana ni a muy baja altura, para mi fue pan comido, espero que esta chica lo logre. Ella cierra los ojos y luego se lanza hacia mí. Mierda, no sé si vaya a llegar debo correr hacia ella. Pero cuando creo que no la podré alcanzar de la nada sale una persona y la atrapa en el aire para luego llegar hasta mí ¡Vaya!

-¿Está bien? – le pregunto a la chica y ella no contesta. Miro al hombre que está frente a mí y le toco el cuello a la chica para sentir su pulso.

-Ella está bien, solo se desmayó.

Suspiro en alivio y le doy las gracias al hombre de cabellera blanca delante de mí. Es algo misterioso, lleva su boca cubierta con una especie de bufanda que está atado a su cuello y su ojo izquierdo tiene una cicatriz que lo atraviesa. De arriba hacia abajo, sin embargo su ojo está ahí.

-No debiste dejar que se lanzara así, no sabes si la chica es tan apta como tú.

-¿Qué más podía hacer? No podía cargarla.

-Esperar por ayuda ¿no crees? – cruzo los brazos en mi pecho haciendo un resoplido. Pero quién se cree este para darme sermones. Ni siquiera lo conozco. – Bueno no hay que ponerse así tampoco, vamos, debemos bajar.

Resoplo de nuevo y empiezo a caminar, observo que él entrará por una ventana para bajar desde adentro, yo simplemente voy a dejarlo sin palabras. Una sonrisa asoma mis labios. Me niego a hacer lo que él dice y me lanzo desde el techo hacia el suelo, donde espera toda la gente aglomerada. Llego hacia la señora y le indico que su sobrina está bien.

-¿Y dónde está?

-La trae un jóven, me ayudó a rescatarla, espero que no importe.

-¿Un jóven? ¿Cómo era ese jóven? – algo me alarma al oir su tono de voz, suena algo asustada.

-Bueno, cabello blanco, tiene la mitad de su cara cubierta con una especie de pañuelo. – Pánico inunda sus ojos.

-¿De casualidad ese jóven tiene una cicatriz en su ojo izquierdo? – su voz tiembla con temor.

-Sí ¿por qué?

-Porque esta señora es la que he estado buscando hace más de una semana. – escucho la voz del jóven de cabello blanco.

La señora ni trata de escapar, sabe que no podrá, el peliblanco ya está detrás de ella poniéndole las esposas. Veo que tiene una estrella dorada en su chaleco. Ah, ¿entonces es un policia? ¿De aquí?

Lo miro intrigada y él me sonríe, sé que lo hace aunque tenga el pañuelo en su boca.

-Mi nombre es Kakashi, mucho gusto, tú debes de ser Sakura.

-Espera ¿cómo sabes mi nombre?

-Todo a su tiempo... – se lleva a la señora y se la entrega a una persona que tiene la cara cubierta con una capa luego ella me mira me dice algo con los labios. Yo no la entiendo pero se suelta de las manos de su captor y en secreto me murmura "Esto es una trampa, la llave está en el cesto que te dí, encuentrala y no se la des a nadie. Guardala, cuando llegue el momento, entenderás todo." Luego el oficial la aparta de mí y se la lleva en una carreta. La chica de cabello azabache, y ahora que me fijo bien sus ojos no son azules más bien son de un tono blanco, se me acerca con más confianza.

-Gracias por salvarme, esa señora me ha secuestrado hace unos días y me tenía escondida, tú me has salvado. Casi muero por que ella tenía la puerta cerrada con llave.

-Eso es terrible. Me alegro de haber estado aquí para ayudarte. Pero ¿por qué te tenían secuestrada? Si puedo preguntar. – ella mira hacia el llamado Kakashi, el cual asiente, luego me mira y con extrema timidez me responde.

-Vengo de un pueblo llamado Konoha, ahí mi familia es muy conocida y especial, esa señora quería que le diera datos de mi familia porque pertenece a una pandilla enemiga del pueblo.

Imagínense mi soprpresa al escuchar todo esto. Niego con la cabeza, cruzo los brazos en mi pecho y me alejo. De pronto Kakashi se acerca a mí.

-Tenemos ordenes de protegerte.

-¿A mí? ¿Por qué? – lo escucho suspirar.

-¿Sabes cuál es el pueblo de Konoha? – asiento con la cabeza, es uno de los pueblos principales. – Bueno debemos ir allá.

-No, ahora debo ir a casa, mis padres deben estar preocupados.

-No puedes ir a casa. – Algo en su tono de voz despierta una alarma en mi cabeza. Empiezo a correr en dirección hacia mi casa. – Espera, vuelve aquí.

Empieza a correr pero yo ya llevo la delantera. No podrá alcanzarme. Acelero con todas mis fuerzas. Él cactus gigante, la casa de color azul, giro en la esquina y al fondo se supone que debe estar mi casa. Lágrimas nublan mi vista y tropiezo, justo en los escalones de la entrada. Veo hacia arriba mientras el cálido líquido sale de mis ojos al ver la puerta de entrada rota. No no no. Me pongo rápido de pie mientras busco en el interior. Adentro veo sangre, cosas rotas, hubo una pelea aquí. Corro hacia la cocina busco a mis padres pero no los veo ¿Dónde están?

-Tus padres han sido llevados al hospital – escucho la voz cargada de compasión del sujeto peliblanco detrás de mí. – Ven, voy a llevarte a verlos.

Lo siguiente que siento es nada, me siento atontada, como si mi mente ya no funcionara y solo soy un cuerpo en modo automático. Una máquina haciendo su trabajo. Kakashi me lleva en un caballo hacia el hospital y yo me sujeto con fuerza de su cintura. Líquido se derrama de mis ojos y humedece su chaleco. Busco protección en él y veo como contrae su rostro pero no me importa. Tengo que ser fuerte así que cuando llegamos al pequeño hospital de Uchiko no puedo permitirme llorar, y cuando digo pequeño es porque lo es, es una especie de estructura con algunas habitaciones y una sala para emergencias, este pueblo, por lo general, es pacífico y casi no se necesita asistencia médica, tambien existe el hecho de que está lleno de doctores, casi todos en Uchiko poseen conocimientos médicos.

Pongo la cara más seria que puedo al bajar del caballo y camino a un paso regulado. Mis padres son fuertes, sobrevivirán, lo sé. Kakashi me guia por los pasillos, aún sigo un poco desorientada y al parecer se me ha olvidado como hablar. Llego hasta una pequeña habitación donde veo a mi padre en una cama. Corro hacia él.

-¡Papá! – no puedo evitarlo pero las lágrimas caen en cascada por mis ojos. Se ve tan herido y cansado.

-Hija, no me queda mucho tiempo, debes escucharme. – lo miro, lo miro y luego seco mis lagrimas asintiendo. – Hija, Kakashi es un viejo amigo mío, él te va ayudar, busca a tu madre.

Él coloca su mano en el ovalo de mi cara y yo pongo mi mano sobre la suya. Cierro los ojos ante su caricia.

-Lo lamento hija, pero debes ser fuerte. Te quiero.

-Y yo a tí, papá.

Lo veo sonreir y yo sonrío. Se recuperará o eso espero pero entonces cierra los ojos y su mano en mi cara ya no se sostiene, yo la sostengo.

-¿Papá? ¡Papá! – empiezo a gritar y moverlo pero entonces Kakashi me levanta con sus brazos, y yo... yo lo abrazo y entonces grito, lloro, sufro. Estoy hecha un desastre en los brazos de este hombre que es un completo desconocido para mí.

Todo sucede en pocas horas, en tan solo un día lo he perdido todo. No es que haya sido muy unida a mis padres pero este pensamiento que tengo me consume. Debí de haber pasado más tiempo con ellos. Ya hace una semana de su muerte y yo ya no soy la misma. Kakashi ahora se encargará de mí según tengo entendido es una promesa que le ha hecho a mi padre.

Ahora estoy sentada en la cama de una pequeña posada en la que se hospeda Kakashi pues resulta que él no vive aquí. Vive en el pueblo de Konoha así que tengo que trasladarme allá. Suspiro estoy exhausta, miro dentro de un gran bolso de cuero donde llevo mis pocas pertenencias, Kakashi ha recogido mis ropas y algunas cosas en cajas de madera y las ha subido en la carreta. Yo estoy solo admirando unas viejas fotografías que encontré. Además de un collar que tenía mi madre. Ahora nunca me lo quito, en él están los anillos de mis padres.

Abro un cajón del armario que estoy usando mientras tanto y recojo lo poco que tengo allí. Ahí encuentro el pergamino y la llave extraña que me dio la señora. Aún no le he dicho nada a Kakashi, no quiero que lo sepa.

Cojo mis cosas y me dirijo a la carreta. Los caballos estan un poco alborotados, Kakashi me saluda pero no espera respuesta, sabe que no lo haré. Desde la muerte de mis padres no he hablado con nadie. Respiro hondo en lo que emprendemos nuestro camino. Siento como me observa de reojo. Espera una reacción loca de mi parte. Supongo que cree que lloraré o no sé.

-Quiero ir a despedirme – detiene la carreta y me mira. Vaya esa reacción no me la esperaba.

-Hasta que porfin hablas, – su tierna sonrisa me derrite un pequeño pedazo del corazón. – ¿Dónde quieres despedirte?

-Espera aquí. – me bajo del carruaje y en la entrada del pueblo, justo en la puerta de entrada, dejo unas flores que tenía guardada en el bolso. Él se sorprende y sonríe ligeramente.

Dejo las flores en la esquina de la enorme entrada, junto las manos, cierro los ojos y rezo. Me despido de mis padres, de mi pueblo, de mis orígenes, le digo adiós a todo mi pasado.

Cuando termino abro los ojos, agua salada caen de ellos y siento una mano en mi hombro.

-Es hora, Sakura, debemos irnos – la voz ronca del peliblanco me hace ponerme de pie y subirme en la carreta. Nos vamos hacia mi nueva vida, un futuro diferente, donde ya mis padres no estarán, cierro los ojos y me dejo llevar por la carreta.

Gracias por leer el primer capítulo de mi historia

Bueno ¿Que les pareció?

Espero poder leer sus comentarios y que me digan que piensan, acepto consejos, sugerencias y perdonen si hay alguna falta ortográfica, luego puedo arreglarlas.

Este es mi primer fic y espero que lo disfruten