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Capítulo IV

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Acercamientos

''Si vale la pena, no dejes de luchar por ello''

Floristería Yamanaka.

Naruto guardó la nota en uno de los bolsillos de su chaqueta. Claro que no necesitaba que le recordaran que no debía rendirse, pero una cosa así venía muy bien. Ya sea con respecto a Akatsuki y Sasuke o con respecto a Sakura. Ella se encontraba comiendo a su lado, con la vista clavada en el combate del equipo diez.

—Bueno, ¿vamos a entrenar?— preguntó el rubio cuando ambos habían terminado de comer hacía un rato.

Ella asintió y lo siguió hasta el campo.

Naruto se concentró totalmente en su hoja y en lo que le había dicho Shikamaru. Imaginó que su chakra era un cuchillo filoso mientras se lo aplicaba a la hoja. Observó los resultados, maravillado. ¡Lo había conseguido!

—¡Sí! ¡Hoja, tú no puedes con el gran Uzumaki Naruto!

Y luego se hundió un poco en su lugar, dándose cuenta de lo estúpido que sonaba eso. Hasta el Kyubi le gruñió molesto.

Kakashi se presentó ante ellos y les recordó que les convenía entrenar con clones de sombra. Y como ambos poseían una inmensa cantidad de chakra, el campo se llenó de clones esforzándose por aprender. Yamato creó una gran cascada para que Naruto practique interrumpir el flujo del agua con su elemento mientras que Sakura continuaba sus intentos de dominar el elemento tierra. Con los clones, a ambos les iba bastante bien y aprendían muy rápido.

No obstante sentían el cansancio. Y a media tarde tuvieron que hacer un descanso. Se recostaron en la grava. Ambos sudaban a gota gorda por el esfuerzo. Desde los árboles, Sai los observaba, esperando el momento oportuno para intervenir, había leído en un libro que, para iniciar una conversación con más de dos personas, era preciso no interrumpir al unirse.

—Deberíamos luchar, ¿no?— propuso Naruto.

Sakura abrió mucho los ojos.

—¿Ahora?— preguntó ella.

Ambos eran ignorantes de la presencia de Sai.

—Sí— afirmó con convicción—. Lee y Gai dicen que cuando estás cansado lo mejor que puedes hacer es seguir trabajando. Tú sabes que son los mejores en el área.

—No creo que eso sea muy saludable…

—¡No lo sabremos si no lo probamos!— insistió, inflexible.

Sakura terminó por rendirse. Naruto podía ser muy insistente y era capaz de defender los argumentos más estúpidos e irracionales. Después de todo, su cansancio podría ser peor. Naruto la ayudó a levantarse del suelo. Y nuevamente ambos experimentaron esa sensación de atracción tan intensa, como si algo los incitara a fundirse el uno con el otro.

Estando los dos en posición de pelea, comenzaron los golpes. A medida que avanzaba la pelea, pura en taijutsu, los movimientos eran más lentos.

Estando a unos centímetros del cuerpo de Sakura, Naruto optó por lanzar una patada lo suficientemente alta para darle a su compañera en el pecho, sabiendo claro, que ella podría bloquearla. Pero al hacerlo, sintió un calambre en el gemelo que lo hizo perder el equilibrio. Tenía tanta mala suerte, que su cuerpo cayó encima del de Sakura, quien no contaba con fuerzas suficientes como para evitar la caída. Uno arriba del otro, se desplomaron en el suelo.

Sai, viendo su oportunidad, caminó hasta ellos.

—Vaya, están tan exhaustos que si no tuvieran ropa— imaginó—, diría que están…

No terminó la oración ya que tenía un puño en su boca.

—Lo has sacado de uno de tus libros raros— aseguró Naruto—. ¡Entiende que no debes hacerles caso! O al menos no decir lo que lees... Mira como has puesto a Sakura-chan.

A pesar de sus palabras, a Naruto le hubiese encantado que lo que Sai había imaginado fuese cierto. Pero no dijo nada, porque de lo contrario, terminaría como él.

—¡Qué libros lees!— chilló Sakura—. ¡A que los ha escrito ese Jiraiya!

Cuando los ánimos se calmaron un poco, Sai les entregó unas píldoras de soldado, que ellos agradecieron.

[...]

Claro que deseaba evitar esa situación. ¡Joder! Lo peor era que esa conversación era muy necesaria. Tsunade y Sakura caminaron juntas hasta la casa de esta última. La de cabello rosa se había ausentado de la casa durante las últimas noches, diciéndole a sus padres que se ausentaba por entrenamiento. Ahora era el momento de explicar el por qué de esos entrenamientos.

Las dos mujeres entraron a la casa y se quitaron los zapatos. Los padres de Sakura las recibieron con alegría. Invitaron a la hokage a sentarse. Y era el momento de la conversación difícil.

—¿A qué se debe su presencia, Tsunade-sama?— preguntó Mebuki.

—Sakura se ha ofrecido a llevar al demonio de dos colas.

Mebuki y Kizashi se miraron entre sí, espantados. Sakura apretó los dientes ante las reacciones de sus padres y el poco tacto de su maestra.

—Si tú lo quieres así…—comenzó su padre.

—¡No!— interrumpió su madre—. No te damos el permiso. No serás como Naruto Uzumaki, el demonio.

—¿¡Pero qué estupideces dices!?— chilló Sakura. A pesar de todo, le dolía discutir con sus padres. Pero no podía dejar que su madre llamase ''demonio'' a Naruto, cuando era una de las mejores personas que ella conocía.

Tsunade se levantó de su silla para llamar la atención y poner orden.

—Sakura lleva el Nibi en este momento— comunicó con firmeza—. Hizo un gran sacrificio por la aldea, pues de lo contrario, el demonio podría haber destruido Konoha.

Mebuki se llevó las manos a la boca pero no dijo nada. Kizashi la abrazó.

Tsunade se despidió. El señor Haruno y Sakura la acompañaron a la puerta. La joven moría de ganas de preguntarle qué era esa atracción que sentía cuando estaba cerca de su mejor amigo. Ya se había olvidado de preguntárselo cuando iban a la casa. Y en ese momento no podía hacerlo, con su padre ahí le daba una vergüenza tremenda.

Quizás ese día no había conseguido la respuesta a lo que buscaba. Pero al menos sus padres ya conocían la verdad. Su padre la entendió y le brindó su apoyo. En cambio su madre no. De cualquier manera, la entendía, y sabía que con el tiempo Mebuki la entendería.

Salió por la ventana, rumbo a la torre de metal a un lado de la casa de los Hyuuga. Ese ya comenzaba a ser su lugar preferido.

[...]

Al otro día se decidió a darse un respiro. Camino entre las calles hasta la tienda Yanamaka. Dentro, Ino se sorprendió de verla. Sakura se sentó junto a ella, detrás del mostrador, como usualmente hacía cuando iba a visitarla.

—¿Qué me cuentas?

—Pues… Shikamaru. Ya sabes, de a poco comenzó a gustarme. Ayer me dijo que yo le gustaba— contó la rubia—. Hoy lo veré.

Sakura rió por lo bajo.

—Vaya gustos tiene ese chico— comentó sólo para molestarla.

Aunque no se esperaba la réplica:

—Naruto también tiene unos gustos muy extraños, mira que esa frente...— se carcajeó Ino.

A Sakura le llevó un poco de tiempo darse cuenta de lo que su amiga insinuaba. Ino sólo la miraba con una expresión pícara.

—Para Naruto no soy más que una amiga— contestó ella con mucha convicción.

—Para Naruto eres mucho más que eso. Si tú no quieres verlo, pues allá tú— y sonrió de una manera terrorífica para Sakura—. Y a ti también te gusta.

Le hubiese pegado un gran golpe si no hubiese sido por un cliente, que entraba oportunamente a la floristería. Claro que no quería hacer quedar mal el negocio de su amiga.

Una hora después se despidió de su amiga, dejando el diálogo inconcluso. Sin embargo, eso siguió dando vueltas en su cabeza.

Se dirigió al campo de entrenamiento. Allí vio a Naruto, quien tenía lo que parecía una gran técnica de color azul que giraba sobre sí misma. Se lo quedó viendo. Si que podría protegerla… Sus mejillas se colorearon muy levemente. Pero en el momento en el cual se dio cuenta de sus pensamientos los mandó a volar.

Comieron juntos donde lo habían hecho la vez pasada. Claro que Naruto se quejó por la sopa de miso y la falta de ramen; Sakura le pegó, como usualmente pasaba.

Ambos vieron, del otro lado de la cerca, una escena muy íntima. Ino y Shikamaru compartían un beso profundo.

—Oh, Ino me lo dijo hoy… Estaba cantado.

—Ya quisiera eso— suspiró Naruto.

Sakura abrió sus ojos como platos y alzó su puño amenazante.

—¡¿Que quieres qué cosa con Ino?! ¡Repite eso!

—No, no me golpees, Sakura—chan. Yo decía que… pues…—la verdad acarrearía un golpe—. Que querría hacerlo contigo.

Ella, sorprendida y halagada, no pudo detener del todo la velocidad de su puño, que ya había sido lanzado. Le golpeó lo más suave que pudo y aún así el chico quedó en el suelo.

—¡Lo siento, lo siento!

Ella le curó un poco. Y también grabó esa frase dentro de su cabeza con una felicidad que no podía explicar.

[...]

Naruto consiguió dominar la técnica del rasen-shuriken esa misma tarde. Estaba muy orgulloso de su logro y de su nueva creación.

Debía hablar con Shikamaru. Preguntarle qué se sentía, si le había gustado, cómo lo había conseguido, qué consejos le daba para hacerlo con su Sakura-chan…

[...]

Sakura se presentó ante Kiba, Hinata y Shino. Kurenai aún no había llegado. Akamaru la recibió con unas cariñosas lamidas. El Inuzuka sonreía hacia ellos. Se notaba el gran aprecio que le tenía al perro.

—¿Qué haces aquí, Sakura?— preguntó Kiba con amabilidad.

—Kurenai-sensei me enseñará algunas técnicas.

Hinata y Kiba sonrieron mientras que Shino permaneció imperturbable. El Inuzuka se acercó hasta ella. Le indicó que se inclinara hacia él. Ella, intrigada, lo hizo.

—Creo que…— dijo en secreto—. Me gusta Hinata.

Sakura esbozó una sonrisa y miró a la Hyuga.

—¡No seas tan evidente!— le reclamó el chico.

—Lo siento— rió—. Igualmente, estoy segura de que no tiene sospechas, vamos. Digamos que probablemente esté pensando en...Bueno, otra cosa.

—No tienes porqué callarlo, está pensando en Naruto. Y por eso mismo te cuento esto— señaló—. Quiero que me des algún consejo, ya sabes, tú eres mujer y todo eso.

Sakura no pudo contener una carcajada. Hinata los miró y se extrañó de lo cómplices que se veían.

—Sólo sé tú mismo, de nada sirve que hagas lo que le guste. Que ella se enamore de tu verdadero ser— le recomendó.

—¡Pero eso no me sirve!— chilló casi con voz de niño.

Hinata se acercó hasta ellos. Y con su voz suave y baja preguntó:

—¿Qué sucede, Kiba—kun?

El Inuzuka abrió los ojos de golpe, espantado de escucharla detrás suyo habiendo dicho hace unos pocos minutos que ella le gustaba. Se volteó hacia ella muy despacio. Y una vez más se maravilló con su belleza.

—Nada, nada— titubeó.

—Eres un desastre, Kiba— pronunció Sakura—. Hinata, este chico de aquí te quiere mucho, aprovéchalo.

Los dos aludidos se sonrojaron. Para el alivio de estos, Kurenai llegó en ese mismo segundo. Saludó y enseguida los cuatro comenzaron el entrenamiento. Kiba y Shino perfeccionaron las distintas técnicas con sus animales e insectos. Hinata practicó una serie de puños ligeros en un árbol. Sakura fue la que mayor tiempo pasó con Kurenai. Ella le enseñó diversas técnicas de fuego que obviamente no pudo dominar la primera vez, pero que le quedaría para seguir practicando otro día y sin su presencia.

Luego de aprender las técnicas de fuego y retenerlas en su mente, se dirigió al campo de entrenamiento. Allí vio a Naruto, acostado en el suelo, mirando al cielo. Y por alguna razón desconocida, no pudo apartar su vista de él. Más allá de esa atracción del demonio que ardía en su vientre, se sentía muy compenetrada con él.

Naruto, alertado por la misma ardorosa y desconocida atracción, volteó la vista hacia ella, observando su piel iridiscente. Sonrió ampliamente al ver como ella daba pasos hacia su dirección. La miro casi embelesado cuando ella se recostó en el césped junto a él, sin tocarlo pero haciéndole compañía.

—¿Que has hecho hoy, Naruto?

El sol comenzaba, de a poco, a esconderse. El cielo se teñía de ese color naranja tan especial.

—¡He completado la técnica!— le respondió con mucho entusiasmo—. Cuando lo desees te la muestro— le dijo muy orgulloso.

A ella le brillaron los ojos.

—¿Y tú?— le preguntó él.

—He ido con Kurenai a que me enseñe las técnicas de fuego. Es justamente lo que Sasuke maneja— pensó en voz alta—. Quizás nos ayude para traerlo de vuelta. En cuanto a tu nueva técnica, sí, quiero conocerla— hizo una pausa—. También me he encontrado con Kiba hoy… Parece que le gusta Hinata. ¿Qué has hecho para gustarle a ella? Así podré transmitirle el mensaje.

—¿Le gusto a Hinata?

—Eres un estúpido— aunque en parte se alegraba de su estupidez. Simplemente que Hinata y Naruto estuviesen juntos era una idea que, por alguna razón, no le agradaba para nada.

Luego de eso hubo un silencio.

En parte, Sakura se encontraba triste. Si él había terminado de entrenar… No la acompañaría en los entrenamientos. Y eso era muy egoísta de su parte.

—No te dejaré sola— dijo él, como si le hubiese leído la mente.

Naruto se puso de pie, seguido por Sakura, muy sorprendida por su última frase, ¿qué significaba eso? ¿Que se quedaría allí por ella?

—Mira mi técnica, Sakura-chan— dijo entusiasmado.

Los clones aparecieron a su lado en un segundo y ya comenzaron a preparar el rasen-shuriken. Fue en ese momento cuando Sakura vio, entre los destellos celestes, el líquido rojo que caía del abrazo de Naruto.

—¡Detente!— le gritó agobiada, ya sintiendo húmedos sus ojos.

Corrió hacia él a pesar de que la distancia que los separaba era poca. Naruto deshizo su técnica viendo el ya conocido chakra verde en su mano sangrante.

—Ven, vamos al hospital.

Él estuvo a punto de protestar, pero cuando la terquedad de su compañera no lo iba a dejar ganar de ninguna manera. Además, siempre le había gustado la forma en la que ella se preocupaba por él. Le brillaban los ojos y hacía las cosas en una velocidad mayor a lo normal. Y, vaya, eso sólo por él. En esos momentos quería abrazarla. Sus brazos se movieron solos y Naruto se dio cuenta que la rodeaba cuando sintió el algodón de la ropa roja. Sakura se quedó inmóvil por unos segundos, en los cuales él se preparó para un golpe. Se le abrió la boca de la sorpresa cuando ella le correspondió.

El contacto no duró mucho, porque ella en seguida se separó alegando que debía seguir curándole.

Lo ingresaron en el hospital, diciéndole que únicamente pasaría allí un día y que también le vendarían la mano. La enfermera encargada de ello ingresó a la habitación. Naruto se encontraba tendido en la cama del hospital, todavía un poco aturdido por el anterior abrazo. Su mano lucía mucho mejor. Sakura, a su lado, le pidió a la enfermera ser ella quien lo vendase. Sonrió.

—Dame tu mano, Naruto.

Ella comenzó a ocultar poco a poco la piel con la tela blanca. No sabían porqué pero aquello les pareció una escena bastante íntima. Lejos de incomodarlos, ambos lo disfrutaron sin articular palabra.

Naruto acabó por dormirse. Esa noche, el Kyubi se le apareció en sueños. Las imágenes eran borrosas, pero lo único que pudo recordar era una pregunta que el zorro había formulado.

¿Por qué crees que ella te atrae de esa forma justo después de convertirse en portadora del dos colas?

[...]

Para cuando salió del hospital las estrellas ya eran visibles. Saltó por los tejados con el deseo de que la Hokage aún se encontrase en su oficina. Entró al edificio y subió las escaleras. Shizune la recibió con una sonrisa. Era una de las pocas que sabía lo que había en su interior.

Le anunció a su maestra que los entrenamientos intensivos ya habían terminado.

—Muy bien— mencionó la Hokage—. Naruto y tú tendrán una tarea más —dijo mientras rebuscaba entre montones de papeles sobre su escritorio. Dentro de poco ya debería conseguirse uno más grande—. Iruka piensa que deberíamos brindar clases de RCP en la academia. Efectivamente, es una idea excelente. Esa será su misión mañana.

¿RCP? Sakura pensó que quizás, en la demostración tendría que…

—¿Por qué con Naruto? —preguntó—. Puedo ir yo sola.

Tsunade sonrió de lado.

—Lo necesitas para hacer demostraciones —alegó la rubia.

[...]

A la mañana siguiente, Sakura fue a buscar a su compañero al hospital. La noche anterior había tenido serios problemas para dormir preguntándose qué era lo que sentía por Naruto. Todo había cambiado el día que lo volvió a ver después de esos dos años y medio. A pesar de que seguía siendo un niño, había madurado. Hasta se había sonrojado. Estaba muy confundida. Ella amaba a Sasuke, ¿no? Claro que sí… Pero Naruto… ¿qué sentía por él? Y a medida que pasaba el tiempo, tenía menos esperanzas de volver a ver a Sasuke. Pero si había algo que ella siempre iba a tener, era a Naruto. Él estaba. Y Sasuke no.

Atravesó la puerta del establecimiento que ya se estaba haciendo bastante conocida. Naruto ya estaba completamente curado, gracias a su bijuu. ¿Matatabi funcionaría igual?

El rubio aceptó con muchísimas ganas el trabajo asignado por Tsunade. Lo vio como la oportunidad para darle un beso a Sakura. Aunque a él le hubiese gustado más otro tipo de beso. Cuando llegaron dieron las clases primero con los chicos más pequeños. Lo único que consiguió fue a Sakura haciendo movimientos en su pecho mientras explicaba.

Al problema (o a la suerte), lo encontraron en los grupos de niños con más edad.

—Deben apretar con ambas manos así —mientras ella explicaba ponía las manos en su pecho. Naruto sonrió—. Lo hacen treinta veces en un minuto. Y luego se acercan y le dan respiración boca a boca. Después aprietan el pecho para que el aire salga y lo repiten una vez más para volver a las treinta veces. ¿Quedó claro?— preguntó Sakura.

Los niños miraban con atención y tomaban nota. Uno de ellos, con mirada pícara levantó la mano.

—¿Cómo debo exactamente darle la respiración?

Sakura alzó la ceja, algo molesta. Eso era justamente lo que no quería que le preguntaran.

—Tomas todo el aire que puedes y lo expulsas con fuerza en la otra persona— explicó.

—¿Podría mostrarnos?

La de ojos verdes sabía que no tenía salida. Aunque a decir verdad aquel niño estaba más concentrado en un posible beso que en el sentido de todo eso.

—Por favor, sensei —pidió una niña con gafas—. Queremos aprender a hacerlo.

Ella al menos estaba interesada en aprender.

Sakura miró a Naruto. Hicieron contacto visual. Y esa maldita atracción que se instalaba entre ambos era tan extraña y potente… Ella comenzó a acercarse al rostro del rubio. El corazón de Naruto se aceleró. Y el de ella también.

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¡Hola! Sé que me tardé muchísimo. Pero por alguna razón no tengo las inspiración para este fic. Espero que eso cambie. Deben saber que nunca abandonaré un fic, los terminaré como sea. Se lo quiere mucho, gracias por la paciencia.

Disculpen si hay errores ortográficos, pero es que hoy ando muy apurada como para revisar. Corregiré en una semana (cuando vuelva a tener una buena computadora).

Besos a todos.

14/02/2014