¡Gente bonita de FanFiction! Pues posteando el penúltimo capitulo de esta historia que espero les haya causado mucho feeling, pues no creo que tenga mucho que decir, salvo algunas notas al pie de texto. A petición de la señorita Yui tome el descaro de plantear su idea a este capitulo, siento que he plasmado los momentos más "importantes" dentro de la vida paterna de los protagonistas (Me derrito de ver a Levi como papá :3) pero lean ustedes mismos/as

Como dato curioso, este es el capitulo que más me ha costado plasmar, llore literalmente mientras lo escribía, creo que hubo muchos feeling comprimidos, advierto, tiene bastante contenido sentimental. ¡Si no lloras con esto eres un/a insensible! (O yo estoy loca xD)

Disclaimer: Los personajes de SNK No me pertenecen son obra del genocida Hajime Isayama

¡Gracias por tu apoyo y tus reviews!

Sabes que eres bienvenido a dejar tu opinión, disfruta mucho de la lectura

Abaddon Dewitt


Sons of War


Su pecho se contrajo en cuanto escucho el llanto proveniente de la sala contigua a su oficina, hubo un silencio casi asfixiante que lo ahogaba de manera lenta y tortuosa, necesitaba saber que es lo que pasaba, su cabeza solo giraba entorno a las blancas paredes de la habitación que lo engullía, y el Tick Tack del reloj no ayudaba en nada, a su costado solo Erwin con una pequeña rubita que jugaba con una muñeca de trapo, y un Armin que también estaba nervioso. Finalmente la puerta se abrió, mientras Hanji salía cansada y limpiándose las manos «Mami» articulo la pequeña de año y medio que estiraba los bracitos para ser cargada por su madre, pero lo evito debido al estado en el que se encontraba, solo una maternal sonrisa y una mirada llena de orgullo a Erwin que le correspondió de manera amable. Rivaille trago duro mientras trataba de asomarse por la puerta aun entreabierta ¡Malditos problemas de estatura! Por primera vez Hanji no se burlaba de él y suspirando le abrió paso para adentrarse al cuarto.

—Ella esta bien, pero esta muy cansada, felicidades Enano —camino entonces hasta Erwin para robarle un fugaz beso mientras la pequeña Julia arrugaba la nariz por el penetrante aroma a fármacos de su madre —Armin, tú también deberías entrar —lo invito

—No… creo que el cabo debe ser el primero, al menos sé que están bien —concluyo con una de esas sonrisas que siempre imperaban en el rubio

Cuando dio el primer paso dentro de la habitación, poco o nada le importo el penetrante aroma a sangre y medicamentos que se adentro en sus fosas nasales, la luz de la mañana ya bien entrada que se introducía por la ventana daba un espectáculo de luces acorde al momento en el que sus ojos se depositaron en la figura recostada sobre la cama, con algo de horror miro las sabanas manchadas en sangre que estaban revueltas en un canasto al costado izquierdo de la cama junto a una mesa de aluminio con instrumentos varios y distintas botellas marrón con líquidos extraños, luego se volvió a perder en ella.

El cabello negro desaliñado y las ojeras marcadas en los ojos que permanecían somnolientos pero fijos sobre el bultito envuelto en mantas que sostenía entre sus largos brazos «Shhh» era aquello que escapaba de los pálidos y resecos labios de Mikasa, el sargento se acerco lentamente casi como si estuviera esperando ser invitado a ese privado circulo de reunión, apretó los nudillos nervioso y quiso hablar pero nada pudo articular, solo sintió una extraña sensación en su espina dorsal que se extendió hasta su rapada nuca, haciéndolo oscilar.

—Es un niño —al fin escuchaba esa gloriosa voz que amaba tanto

Mikasa no despego los ojos de la pequeña criatura que la mantuvo embelesada desde el momento en que la sostuvo en brazos momentos atrás, recordó la carta de su amado Eren, cuanta razón hubo en sus letras, amaba a ese ser, lo adoraba y lo anteponía aun por encima del mismo Rivaille, en ese momento era su todo, la antitesis de ese amor tan tormentoso y apasionado que hubiera vivido desde adolescente, con el más fuerte de la humanidad, en ese instante ya no importaba siquiera que el cabo le doblara la edad, ni siquiera si poseía un carácter de perro o si era un obseso de la limpieza, para ese instante a Mikasa lo único que le importaba era el gimoteo de ese pequeño hombrecito que sostenía en brazos para calentarlo con su calor corporal.

Se quedo prendando totalmente de la imagen que nunca espero vivir, una vida rodeada de muerte fuego y sangre, se coronaba con el final feliz más cliché que concibió en su mente, tenía su final feliz, y eso era lo que importaba fuera de su forma tan cruda y parca de ver la vida, por vez primera creyó en un ser omnipotente que amaba a todos por igual, que les brindaba las mismas oportunidades de ser feliz o de fracasar, tantos sacrificios habían rendido un fruto maravilloso que había esperado con ansias semanas atrás, si, si dios existía, si dios de verdad existía, entonces Rivaille se volvería un ávido creyente, al darle la oportunidad de poder amar a Mikasa, y a su hijo, aquel hijo que no espero concebir, aquel hijo que pensó solo le traería penurias, pero ahora solo le entregaba un canasto lleno de alegrías.

Cuando se dio cuenta, ya estaba sentado en el borde de la cama, a un a pesar de la mueca que no expresaba nada, Mikasa supo que por dentro Rivaille estaba ardiendo de emoción, esos ojos olivo que nunca le mentían revelaban la verdadera faceta calida de su sargento, cuando el pequeño estornudo Mikasa dejo ver una de las más dulces sonrisas y Rivaille respingo, si alguien los viera en ese momento, sería algo surrealista.

—Es… pequeño —alcanzo a decir puesto que fue lo único que se le ocurrió en ese momento entre el nerviosismo y la emoción

—Al menos por primera vez alguien en la legión es más pequeño que tú —susurro

Fuera de molestarse, él dibujo en su rostro lo que parecía una sonrisa, no una de socarronería ni cinismo, era una sonrisa calida y lo suficientemente perceptible para que el corazón de Mikasa se acelerara haciéndole subir el rubor a sus mejillas, la mano de Rivaille se deslizo hasta la manta que cubría la cabecita para al fin conocer a su primogénito, encontrándose con una mata de cabello azabache abundante, y una piel que era casi como la leche, era pequeño bastante pequeño, cabía perfectamente en un solo brazo de Mikasa, e inconscientemente eso le parecía lo más hermoso que sus ojos miraron. Se percato de cómo el cabello caía desde su cabeza hasta la frente e inevitablemente un nudo se formo en su garganta.

—Farlan —mascullo con dificultad

—¿Farlan? —Mikasa despego la mirada del bebé para centrarse en Rivaille, y el estomago se le volvió un ovillo cuando observo la manera en que él luchaba encarnizadamente contra sus emociones

—Se va a llamar Farlan

Farlan Church, alguna vez Rivaille le hablo de él, su compañero… no, su hermano, la familia que tuvo y que le había sido arrebatada de tajo de la manera más injusta y ruin, por la que se había culpado tantas noches atormentándose con la carga de sus muertes, con quien por primera vez, había visto un cielo estrellado, un amanecer de calidos tonos rojizos, y miro lo que había fuera de las murallas a pesar de estar infestadas de titanes, porque Rivaille era humano gracias a su familia. Mikasa comprendió la capacidad de amar de Rivaille, y fuera de sorprenderse, se enterneció.

—Me gusta como suena —se inclino suavemente para acercarse a su pequeño —Mi pequeño Farlan

Rivaille extendió los brazos ansioso por sostenerlo, comprendiendo las palabras de Erwin, si, ser padre era la experiencia más magnánima y fantástica que un ser humano vivía, aun no entendía claramente como algo tan maravilloso había sido obra de él, un asesino violento que pensaba que su única función en la vida era la de cegar vidas ya fuera de personas o titanes, pero estaba ahí tan real como la calida mañana de ese día. Cuando lo sostuvo al fin, no quiso soltarlo, se aferro a él con suavidad pegándolo a su duro pecho, el bebé gimoteo un poco antes de adaptarse a los nuevos brazos que lo cargaban con firmeza, y por instinto pego su cabecita a donde los latidos de Rivaille se sentían palpitar. Respiraciones relajadas y profundas, los ojitos cerrados con las largas pestañas revoloteando suavemente, era una de las contadas veces en las que el cabo se sintió verdaderamente un ser humano.

—Hey pequeño mocoso —tomo el valor para decir —No sé como decirlo sin que suene tan… cursi —Mikasa sonrío y él trago saliva esperando a que las palabras solo fluyeran.

«Nací en un mundo de mierda, y tal vez tú también, no te culpo… pero sabes, quizá no sea tan malo, a veces entre toda la basura de estos muros, encuentras gente por la que vale la pena pelear, por ejemplo toda la bola de idiotas que tengo como escuadrón, incluso el imbecil de Jaeger merecía la pena de arriesgar el pellejo allá afuera donde esta la verdadera libertad.

No espere jamás que un mocoso tan pequeño como tú, me hiciera sentir algo tan grande, te ame incluso antes de saberte concebido, te ame cuando me entere de la manera más extraña que venias en camino, voy a extrañar las noches en que acariciaba el vientre de tu madre esperando ansioso que llegaras, pero más extrañaría el hecho de verte, de conocerte.

Hay tantas cosas que descubrir allá afuera, maravillas que no sé si existan, como el paisaje blanco del que tanto habla Arlert, o el agua de fuego, pero sabes, ahora no me importan, ya no importa si nunca las veo, solo quiero verte crecer, que seas fuerte, enseñarte a ser fuerte.

La primera vez que vi el cielo, fue a lado de tus tíos, Farlan e Isabel, sabes, espero que seas como él, aun que no en exceso, no me gustaría tener que perseguirte por las tres murallas en tus arrebatos, aun que so suena más a Isabel, ja, de cualquier manera, creo que es hora de dejarlos atrás, porque ahora te tengo a ti, y tengo a Mikasa… ¿A que esa mocosa insulsa es hermosa verdad?, lo sé, no pude elegir mejor madre para ti, solo espero que no te herede esa horrorosa bufanda.

Farlan, te prometo que serás siempre mi alas de la libertad, te prometo que no moriré por ti, viviré por ti»

Cuando el discurso termino, las lágrimas de Rivaille ya caían sobre la mantita blanca de Farlan, Mikasa también lo hizo, y con delicadeza lo envolvió en sus brazos.

—Gracias —articulo

—No, gracias a ti, esto es… es mi paraíso

Camino entre los largos pasillos de la legión mientras los soldados lo miraban incrédulos, incluso hasta con cierto punto gracia que se tragaban por miedo a su reacción, llego al comedor donde todo se quedo en un profundo silencio, y entonces un balbuceo infantil rompió la cáscara fría de temor y expectación, mientras hacia burbujas de saliva.

—Oh Farlan no regresare a cambiarte de nuevo —bufo

Al fondo sentado en la mesa de los altos mandos, Erwin sonreía austero como siempre, pero con una pequeña niña sentada en su pierna que jugaba con una cuchara, Hanji fue la primera el soltar la carcajada cuando vio al imponente y poderoso Sargento Rivaille Ackerman, con una cangurera que ocultaba los arneses de su equipo de maniobras, y en él, la menuda figurita de Farlan Ackerman, colgando con su traje de estambre color azul que terminaba en un gorro con orejas de conejo. La escena sacada del más extraño de los sueños, era contemplada por toda la tropa de la legión, y Rivaille dedico una mirada de muerte y sadismo a quien se atreviera siquiera a espetar algo, excepto a Hanji, porque Hanji… bueno era Hanji, camino con un orgullo altivo y prominente hasta su mesa, saco una pequeña caja de pañuelos que se encontraba dentro de una pañalera de color marrón con el emblema de las alas de la libertad, porque aun siendo un padre responsable, Rivaille no se permitiría perder su masculinidad con un bolso poco varonil con tonos pastel y decorado con ositos, salvaría su dignidad con ese oufit digno de alguien como él.

—¿Cómo van las cosas en casa Rivaille? —Erwin preguntó mientras limpiaba los rastros de costra de pan en la boquita de su pequeña

—La pregunta es ¿Cuándo coño regresa Ackerman? —suspiro —No es sano que Farlan pase tanto tiempo lejos de su madre —se quejo mientras sacaba al susodicho de la cangurera y lo acomodaba en su regazo

—Mikasa fue quien pidió esa misión, tenerla seis meses encerrada, eso si que no era sano, enano —espeto Hanji y Rivaille le devolvió una mirada dura

—Apenas son tres días, en tres más la tendrás de regreso, míralo como pasar tiempo de calidad con tu hijo ¿verdad Hanji? —la mencionada asintió

—Una vez tuve que dejar a Erwin dos semanas con Julia, cuando regrese, no quería despegarse de ella, incluso la llevaba a la oficina —suspiro —Sabes, creo que es mejor que Mikasa regrese cuanto antes, o le vas a pegar tus mañas extrañas a mi hermoso sobrino

—¿Sabias que Sasha Braus esta en estado? —Erwin hablo

—¿Braus? ¿Me estas jodiendo? —enarco una ceja —Y quién es el pobre idiota ¿Springer?

—Nope —Hanji dio una sonrisa y señalo a una mesa

—Debes estar de joda… ¿Kirschtein? —frunció el entrecejo y suspiro hondo —Un caracaballo jr capaz de dejar a la legión sin provisiones, o una niña patata con temperamento de mierda, cualquiera de las dos será intolerable, espero estar retirado para cuando eso suceda

—Solo espero que no sea varón —Erwin apretó el borde de su taza y Hanji enarco una ceja

—¿Y eso por? Oh espera, ¿el cejotas caraculo es un padre sobre protector y celoso? —Rivaille se burlo a su manera mientras Erwin suspiraba

—Si Farlan hubiera sido mujer pensarías lo mismo —se excuso sereno pero con cierta incomodidad —Además mi pequeña Julia es demasiado partido para esos muchachos —pronuncio indignado y Hanji ahogo una carcajada

—A mi hijo no lo metes en ese saco cejotas de mierda —Rivaille le miro con rencor

—¿Farlan vale más que un pelotón de ositos de peluche, enanin? —la científica se expreso abiertamente —Cuando Julia tenga edad de elegir, ni Erwin ni yo vamos a oponernos, que eso quede claro, Julia Smith tiene derecho a elegir lo que quiera —indico haciendo un énfasis en sus palabras que Erwin capto dejándolo en silencio

—Espero nunca tener una hija, solo imaginar que pueda ser acosada por el hijo de Kirstchtein me eriza la piel

Se froto los ojitos de color azul con sus pequeñas manos, mientras bostezaba y luego trataba de enfocar la vista en el enorme escritorio, papá continuaba escribiendo, se levanto sin hacer mucho ruido y sus torpes pasos lo condujeron hasta tocar las piernas de su padre, que desvío la mirada a él y con un gesto amable lo tomo entre brazos, pero antes de darle esos mimos que solo en la privacidad de su oficina se permitía expresar, miro el piso lleno de pintura de colores y las líneas de crayón en la pared, su rostro palideció por momentos antes de fruncir el ceño.

—No vuelvo a traerte a la oficina mocoso —reprendió al niño que solo aplaudió mientras articulaba torpes palabras

—Mocoso —dio una carcajada —Papi —hablo en un tono efusivo que hizo que Rivaille se olvidara de su molestia

—¿Quieres leche tibia con vainilla? Vamos seguro no hay nadie en la cocina —le beso las mejillas y estrecho contra su pecho —Eres un enano insufrible

—Enano —contestó Farlan —Papá es un enano —un tic nervioso se formo en la ceja de Rivaille que tuvo que contar más allá de diez

—¿Quién carajo te enseño eso? —lo miro fijamente

—Tia Hanji —anuncio con una naturalidad abrasadora

Para los casi dos años de Farlan, era un niño vivo y de rápido aprendizaje, no era de admirar que a veces recurriera al uso de su encantadora sonrisa y de sus ojitos cobalto para que Mikasa, por más dura que quisiera ser, le complaciera en sus caprichos, o para que con un puchero Rivaille terminara llevándolo a la oficina aun que dijera por centésima vez que no lo haría más, gracias a las obras de arte que pintaba con su estuche de pinturas regalo de Erwin. Pasar tiempo de calidad juntos era más seguido, debido al reciente nacimiento de la pequeña Uriel, que tenía a Mikasa demasiado ocupada como para lidiar con un torbellino como lo era Farlan, a veces Rivaille se preguntaba de dónde es que ese enano había sacado tanta energía y facilidad para hacerlos rendirse en la cama hasta el día siguiente, solo esperaba que Uriel no fuera así.

—Hay galletas con chispas ¿quieres? —preguntó y el niño agito los brazos efusivamente como respuesta

—Para ti un biberón con leche de vainilla, y para papá una taza de te negro

El sonido de Farlan masticando las crocantes galletas y Rivaille sorbiendo de su taza, era lo único que se escuchaba, cuando terminaron, Rivaille limpio el desorden, y Farlan lo miraba curioso, nuevamente lo tomo entre brazos y camino de regreso a la oficina, percatándose de que era tarde, debían volver a casa, preparo la pañalera y acomodo los papeles en el cajón con llave de su escritorio. Observo los dibujos esparcidos por la pared, algunos viejos de hacia algunos meses cuando empezaba a llevar a Farlan a la oficina y otros recientes, ninguno tenia sentido pero extrañamente a pesar de su obsesión por lo pulcro, prefería tenerlos ahí, dándole color a ese lugar sombrío.

El regreso de esa tarde fue a pie, había notado que a su hijo, le gustaba mirar todo lo que lo rodeaba, y era verano, así que no se preocupaba por mantenerlo tan cubierto como en invierno, el fresco del atardecer dejando ver las primeras estrellas era algo que le gustaba disfrutar en compañía de su mocoso, lo llevaba en los hombros y Farlan trataba de abrir los ojos lo más que podía para detallar cada lugar de la ciudad.

—Papi, papi —Rivaille alzo la mirada y movió suavemente el cuello para divisar al niño que señalaba al cielo

—¿Es hermoso verdad?... No esta mal —Farlan asintió maravillado y Rivaille se detuvo

Esas palabras habían sido como un vistazo a un pasado muy distante, su corazón se encogió y Rivaille tuvo la imperiosa necesidad de bajar al niño de sus hombros y abrazarlo con fervor, mientras una idea cruzaba por su mente de forma fugaz, desviando el camino a casa y tomando su caballo, para avanzar hasta la recuperada muralla Maria, Rivaille nunca se aprovechaba de su puesto, pero esa noche merecía la pena, y con autoridad pidió subir a lo alto de la enorme construcción, al llegar camino con Farlan en brazos hasta una distancia prudente de la orilla, el viento movía sus cabelleras y la capa de la legión con la que Rivaille cubrió a Farlan, mientras miraban el estrellado cielo perdidos en lo maravilloso de ese mundo, todo estaba en total paz, ningún avistamiento de algún titan, solo la tenue oscuridad y las estrellas brillando en ese firmamento que pareciera no tenía fin.

Se preguntó cómo es que Eren estaría con Historia, según el ultimo informe, estaban vivos aun, ambos tenían su libertad allá donde el sol terminaba, pero él, tenía su libertad dentro de esos muros, a lado de esa familia que esta vez no iba a perder por nada.

Allí estaba, nuevamente peleando contra su peor enemigo, ya había cambiado innumerables veces a Farlan tiempo atrás, y no se dejaría vencer por Uriel, pero es que ¿cómo carajo una niña de tres meses podía defecar de esa forma?, aquello era inconcebible, era… aterrador, si, era hermosa, la criatura más bella que la tierra tuviera la fortuna de ver, los ojos de un color gris claro y el cabello negro heredado de la familia Ackerman eran sinónimo de belleza, pero toda esa belleza escondía algo escabroso, y era que Uriel Ackerman, defecaba como una vaca… o eso pensó Rivaille cuando detecto el pesado pañal que debía cambiar mientras las inquietas piernas de su hija se movían sin darle tregua.

—Vamos no seas quisquillosa mocosa —gruño por cuarta vez —Sabes, tu hermano era menos impertinente —frunció el ceño y la niña solo babeaba

—¿Problemas con la cadete Sargento Rivaille? —Mikasa se asomo por la puerta ocultando sus ganas de reír a carcajadas de su esposo que apenas lograba mantener quieta a Uriel

—¿Se puede saber qué coño le diste de desayunar a mi hija? —molesto, dejo caer sus brazos a los costados —Eso no es normal —señalo con asco el abultado pañal

—Oh vamos Sargento, solo es un pañal, cambiaste a Farlan por meses —la mujer camino hasta un costado de Rivaille mientras depositaba un beso en su mejilla —No es tan… oh por las murallas —Mikasa abrió los ojos y se cubrió la nariz al detectar el aroma —Creí que los hijos del pulcro Rivaille olían a flores y lavanda —se alejo de la escena abandonando a un frustrado Rivaille que peleaba con su fuero interno por el dilema ahí plasmado

—Carajo no huyas Ackerman, cobarde, mocosa de mierda regresa —exhalo otra vez y debatió —Muy bien somos tú y yo soldado, esto debe ser menos asqueroso que estar dentro del estomago de un titan —mascullo

Y la batalla más encarnizada de su vida comenzó, aun más encarnizada que la que experimento con el titan simio, trato de ser veloz, y de tocar lo menos posible esa bomba biológica que su hija había creado como la aberración más ruin de la humanidad, y cuando estuvo por tener la victoria en sus manos, cuando al fin alcanzaba el triunfo, una brusca patada de esos piecitos inquietos, no solo terminaron embarrados del espeso producto de un color verduzco, si no, que hizo que el pañal saliera disparado hasta la camisa recién lavada, planchada y limpia de Rivaille, que se quedo estático, pero sobre todo horrorizado.

—Ay no es cierto Uriel Ackerman —gruño con un tic nervioso y escucho una carcajada contenida a sus espaldas —¿Me estas jodiendo?

No hubo respuesta, solo se detuvo a observar la escatológica escena, mientras Uriel soltaba una risa que lo hizo calmarse y pasarse las manos por el rostro.

—Voy a llegar tarde por tu culpa mocosa —la tomo entre brazos —Juro que cuando tengas edad voy a castigarte por esto —frunció el ceño mientras se adentraba en el cuarto de baño —Ackerman prepáranos ropa limpia

—A sus órdenes Sargento —hizo el saludo militar por burla más que seriedad y preparo las prendas.

Ya limpio y con una pequeña Uriel durmiendo en su regazo, se dirigió a la cocina.

Miro el espectáculo que lo hizo satisfacerse internamente, Farlan había hecho un batidillo con la harina y la leche que Mikasa estaba ocupando, había huevos desparramados en el piso y ni que decir de la tintura vegetal que adornaba con manchones de psicodélicos colores las paredes, si Farlan era un artista, la pobre Mikasa palideció, los martes ella era quien se encargaba de la limpieza, bendito Karma, Rivaille no expreso nada, pero ella sabía que dentro de él, en esa zona cruel y ruin, reía a carcajadas de ella, dulce venganza.

—Al parecer los hombres de esta casa también tenemos nuestras mañas —se burlo mientras buscaba en la alacena un trozo de pan para llevárselo a la boca —Bueno mi amada esposa —con socarronería camino hasta una Mikasa que hervía de enojo y le dio un beso en los labios —Es hora de irme a trabajar, quiero esta cocina reluciendo de limpia y a los mocosos también

—No cantes victoria enano —frunció los labios

Rivaille le entrego a Uriel a los brazos de su madre, y se encamino hasta el perchero junto a la puerta de la casa de los Ackerman, tomando su chaqueta y acomodándola listo para salir, amaba a su familia.

No se había avistado a un titán en años, no desde que Jaeger recuperara la muralla Maria, la paz y la calma se respiraban, la legión aun así se mantenía en forma, pero… no estaban preparados para esa noche. Las campanas de alerta sonaron, no se trataba de un simulacro, no, era peligro real y latente cuando una estruendosa explosión despertó a toda la ciudad de Shinganshina, y los gritos de la gente reinaron en el caos desatado.

Aun iba ajustándose las correas del equipo cuando caminaba apresuradamente hasta su caballo acompañado por Jean que le llevaba la horrorosa noticia.

«Un Titan cambiante se adentro a la ciudad y dejo entrar a varios más, planean retomar el muro Maria, si no hacemos algo, perderemos otra vez la muralla»

Sin Eren Jaeger, la situación pintaba de la peor manera, recordó aquella noche en que todo comenzó, la razón de tantas perdidas, de muertes injustas, y el escalofrío le recorrió todo el cuerpo al recordar que había dejado a Mikasa y los niños en casa, aun que sabía que ella era fuerte, que una Mikasa madre enojada era peor que la convencional, peleaba como una fiera por sus crías y nada la detendría en pos de protegerlos, pero la sola idea de poder perderles era inconcebible.

—Regresa y dile a mi mujer que lleve a los niños al interior de Rose, que se quede con ellos, por nada del mundo debe venir al campo de batalla —exigió mientras salía a todo galope en su caballo en dirección al cuartel para tomar el mando de sus hombres

Mikasa permaneció inmutable, mientras preparaba las mochilas de Farlan y Uriel que solo la miraban con desconcierto, una mirada calida y una sonrisa dulce calmaba sus pequeños corazones, papá se había ido apresurado y algo molesto, eso los preocupaba, pero más, que mamá se estuviera acomodando las correas de su equipo, ya tenían ocho y seis años, comprendían mejor el mundo, pero aun no entendían por qué papá y mamá actuaban de esa manera.

—¿Están listos? —preguntó y ambos agitaron sus cabecitas —Bien es hora de irnos, ¿Farlan ya fuiste al baño?

—Si mami —contestó

—¿Uriel? —la niña solo asintió

Los tomo de sus manos y los aferro a ella, había temor, expectación, desconcierto, todo estaba pasando demasiado rápido, la ultima vez que se había enfrentado a un Titan, había sido hacia más de tres años, tener uno frente a ella nuevamente la hizo amedrentarse, no por el temor a morir, o porque no pudiera enfrentarlos, era más bien por el hecho de que estaba sola con dos niños indefensos, suspiro esperando que Rivaille y el pelotón de elite de la legión, lograra contener y exterminar el caos. Al salir de casa se encontraron con Jean que rápidamente llevo el caballo de Mikasa y ayudo a los niños a subir a él con presura

—El Sargento me pidió que te llevara hasta la frontera con Rose, allá también se encuentra Sasha con Altair

—Ese enano idiota —gruño —Quedamos en que llevaría a los niños a donde Armin y Sasha para cuidar de ellos, no voy a quedarme de brazos cruzados —objeto

—¡Mikasa! —Jean la reprendió y la miro fijamente con dureza —Te necesitan, necesitan a su madre, además solo tú puedes protegerlos ¿Qué crees que pasaría si ambos llegan a caer?

Agacho la mirada con derrota y suspiro, acomodo a ambos pequeños frente a ella indicándoles que se sostuvieran con fuerza mientras avanzaban en dirección a un lugar seguro.

El galope de su caballo acallaba el bullicio a sus espaldas, mientras abandonaba la ciudad, se trago las lágrimas, volviéndose fuerte, por sus hijos, por Rivaille y la promesa de regresar, él era el soldado, el esposo, el padre más fuerte de la humanidad. Pero el destino es cruel y caprichoso, seis poderosos estruendos se escucharon a su alrededor, entonces el grito agudo de Uriel la hizo mirar la aberrante escena, viéndose rodeada por seis titanes cambiantes, su cabeza no pensó en nada más que no fuera mantener a salvo a sus dos hijos, y con un golpeteo indico a su caballo acelerar el paso.

—¡Sosténganse con fuerza! —vocifero y los niños se aferraron al caballo

El desespero de su paso se vio truncado cuando un enorme trozo de escombro cayo frente a ellos, frenando a tiempo al equino, y los niños rompieron en llanto, los titanes se acercaban cada vez más mientras soldados de las tropas estacionarias y algunos de las filas de la policía militar, caían como moscas ante las horrorosas bestias, Mikasa tuvo que tomar una decisión, una forzada y muy arriesgada, si fallaba nunca se lo perdonaría, no, si fallaba ella iba a morir.

—Farlan, mi amor, toma el mando, falta muy poco cabalga hasta la muralla, yo voy a cubrirlos, no volteen por nada del mundo, solo avancen.

—Pero mami —Farlan se aterro con la idea —Tengo miedo

—¡Farlan Ackerman! —grito con autoridad —¡Eres el hijo de Rivaille Ackerman, el soldado más fuerte de la humanidad, y también eres mi hijo, ambos deben ser fuertes me escucharon!

—¡Si mamá!

—También tengo miedo —susurro sin que ellos la escucharan —Ahora toma las riendas y yo los cubriré, cuando lleguen a la muralla busquen a la tia Hanji, o a un conocido, quédense en un lugar seguro y… Farlan… por favor cuida de Uriel

Bajo de su caballo y tomo las empuñaduras de su equipo embonando un par de cuchillas, respiro profundo y frunció el entrecejo —¡Ahora! —El caballo arranco con toda su potencia en dirección a ese lugar seguro en Rose, ella les siguió detrás mientras miraba a los titanes cada vez más pisándole los talones.

Un manotazo casi la hizo perder el equilibrio y caer pero logro evitarlo, su corazón palpitaba con una fuerza casi sobrehumana y se aferraba a la vida por ellos, si no era fuerte, se asustarían aun más y su plan fracasaría.

En un momento, en un segundo en el que sus ojos perdieron contacto con el caballo, entro en desespero, Mikasa se aterro al no ver al par de niños y eso fue suficiente para recibir un golpe que la lanzo varios metros lejos del camino, desviándola de manera tosca y haciéndola caer pesadamente sobre el suelo, casi noqueándola. Apenas podía mantenerse conciente, y se levanto con toda su fuerza de voluntad buscando una torre o algo que pudiera servir como guía para encontrar a sus hijos, se maldijo mil veces por su decisión. Finalmente subió a lo alto de una iglesia y enfoco la mirada en todo el caos para tratar de rastrearlos, hasta que finalmente los encontró, tal como ella pidió, ninguno de los dos volteaba atrás, por segundos se sintió orgullosa, ese par eran demasiado valientes.

Retomo el camino para ir a donde ellos. «¡Mami!» ese grito era el de Uriel y Mikasa casi tuvo un infarto, estaban rodeados por tres titanes, indefensos y aterrados, la azabache abrió los ojos asustada, y exigió más de ella y su equipo para llegar hasta ellos, antes de ser interceptada por dos titanes, los cuales trato de evadir sin éxito, los muy desgraciados eran inteligentes, por momentos, juro ver retorcidas sonrisas intencionadas cuando escuchaban los gritos agudos de los niños que no tenían salvación.

—Nadie va a tocar a mis hijos malditos hijos de puta —salió disparada —¡Farlan Uriel, tienen que correr! ¡Corran! —quiso llorar recordando a Eren ¿Dónde estaba Eren? ¿Dónde estaba Rivaille?

Cerceno brazos y piernas sin centrarse en la nuca, en ese momento la prioridad era sacar de ese infierno a sus niños, el tiempo corría de manera angustiante y Mikasa se desesperaba.

Farlan bajo del caballo junto a Uriel y corrieron con todo lo que sus pequeñas piernas daban, pero era inservible cuando sentían en sus nucas el aliento putrefacto de las bestias que los perseguían, se adentraron en una casa como ultima opción esperando fuera un lugar seguro pero solo hubo más terror cuando uno de los titanes desprendió el techo con una facilidad aterradora.

—Vete Uriel —articulo Farlan temblando —Lárgate de aquí mocosa —trato de tener ese carácter inquebrantable de su padre —Vamos huye, yo lo voy a distraer —la empujo pero ella solo se aferro a él asustada

—No, no lo hare

—Mocosa idiota —las lágrimas salían de sus ojitos quemándole las mejillas

Una gigantesca mano los tomo a ambos y el oxigeno les falto, los titanes no distinguían de genero, color, ni edad, la escena era indigesta, se aferraron uno al otro cerrando con fuerza sus ojos, era el final, papá y mamá no estaban, Mikasa, trato de moverse pero ya no había gas en su equipo, contemplo todo en cámara lenta, gimió de dolor dejando que sus ojos se cubrieran de amargas lagrimas, sus pequeños, su razón de ser…

Rememoro las mañanas en que la despertaban brincando sobre la cama, cuando Rivaille les hacia cosquillas, cuando los cuatro se tiraban sobre el pasto, los besos en sus frentes antes de dormir, y los cuentos de Armin que tanto le gustaba escuchar. Mamá Carla, recordó a mamá Carla muriendo a manos de un titan… ¿Así debió sentirse Eren?... sus piernas reaccionaron… ¡corre! Grito su subconsciente ¡corre Mikasa! Reitero con desespero y ella accedió, su ultimo aliento su ultima oportunidad sería por ellos.

«Mami…» «Mami te amo»

Cuando Rivaille miro en su avanzar la escena, se desvío de todo sus hombres, sin atender las ordenes de Erwin, Erwin se podía pudrir en el infierno, nada, nadie iba a arrebatarle su familia, no otra vez, su pecho se vació, sus movimientos fueron de manera instintiva, corto las nucas de quienes se interpusieron a él, los pequeños ya estaban en las fauces de esa bestia y Rivaille enfureció. No más muerte, no más sangre inocente en su conciencia, sus hijos vivirían así el tuviera que morir por ello, aun que su promesa de vivir se fuera en el viento, tembló mientras el terror trataba de ganar terreno, pero se repuso con la determinación de salvarlos.

—¡Farlan Uriel! —vocifero como una bestia que despertaba de su letargo —Quítale tus asquerosas manos de encima a mis hijos

Los niños abrieron los ojos y miraron a su padre acercarse a una velocidad inhumana, y… llorando, ni siquiera él lo había notado, estaba llorando, empuño con fuerza las cuchillas y corto la carne del titan con saña, no importo que la sangre caliente lastimara sus manos y rostro, evaporándose de manera dolorosa, el dolor físico no se comparaba con el dolor de ver a sus hijos morir en esas asquerosas fauces, Mikasa se quedo estática observando incrédula lo que pasaba. El sargento ajusto su equipo girando de manera cerrada para alcanzar a los niños que caían al vacío cuando el titan se desvanecía al piso, y los tomo en sus brazos mientras aterrizaban en el suelo.

De rodillas sin moverse, los abrazo con todas sus fuerzas, sollozo con impotencia mientras el fuego y el humo se disipaba a lo lejos, por primera vez, Rivaille lloraba con fuerza, desahogándose, gimiendo con un dolor acumulado por los años y liberado cuando miro a las personas más importantes de su vida casi morir ante sus ojos. Mikasa acudió de inmediato y se lanzo a su familia envolviéndolos de igual manera en un abrazo grupal. El miedo aun estaba ahí.

No era correcto traer niños al mundo, ese mundo terrible, pero ellos ya estaban contemplándolo, viviéndolo, y no les quedaba nada más que protegerlos, si Rivaille no hubiera llegado a tiempo… se aferro más a ellos.

—Papi —Uriel mascullo —Eres mi héroe…

Sus bracitos rodearon el cuello de papá, consolándolo, haciéndolo sentir menos miserable, porque el mundo valía la pena por ellos, porque ellos eran su mundo.

—Estoy aquí… ya estoy aquí —repitió más para él que para su familia —No voy a dejarlos solos nunca más —hizo más fuerte el agarre de ese abrazo —Nunca, nunca

—Rivaille —Mikasa temblaba aun asustada —Esta bien tener miedo

—Lo sé…

Sus manos se encontraron para entrelazarse, aun en medio de un infierno como ese, había un vestigio de pequeñas acciones de amor que les brindaban la fuerza para continuar caminando, para pelear. Se levantaron y Rivaille cargo a Uriel, no iba a volver a donde Erwin hasta ver segura a su familia, miro el equipo de Mikasa ya sin gas y el suyo con apenas un atisbo.

—Voy a lanzar una bengala, necesitamos recargar —se seco las lagrimas recomponiendo su pose inmutable —Muy bien mocosos, estoy orgulloso de ustedes —se inclino y en un acto de afecto le beso la frente —Dios están asquerosos —los niños rieron por la ocurrencia y Rivaille lanzo la bengala.

Cuando la mañana llego, caminaron entre escombros, Uriel corrió soltándose de la mano de su padre hasta llegar a donde una muñeca de trapo debajo de una pequeña roca, se inclino para recogerla mientras sus ojitos estuvieron fijos en ella, Farlan la siguió inclinándose para colocar su manita sobre la pequeña espalda, suspiraron y se miraron. Rivaille llego hasta ellos, se contuvo con ese rostro de estoicismo seco, su peor miedo se había cumplido, y al mismo tiempo truncado de forma casi milagrosa.

—¿Me la puedo quedar? —preguntó Uriel

—Esta sucia —hablo con un desgane diferente al acostumbrado

—La voy a lavar, le pediré a mamá que la lave —apretó el juguete con sus dedos

Mikasa se poso frente a ella arrodillándose y acariciando su cabellera, asintió con la cabeza antes de abrazarla calidamente manteniéndola pegada a su pecho, los latidos de su corazón la tranquilizaban, mamá.

«We drink to our youth, for days come and gone, for the age of aggression is just about done, we'll drive out the soldiers and restore what we own, with our blood and our steel we will take back our home»

Una canción de cuna que Mikasa cantaba todas las noches a los niños antes de dormir, antes de darse cuenta Uriel ya había caído rendida en sus brazos pero aun aforrándose a la muñeca, parlan se restregó los ojos y Rivaille lo cargo.

—Vamos a casa —indico el sargento cansado y aliviado de ver que todo había terminado

Dando la media vuelta y sosteniendo a los niños con un solo brazo, ocuparon el libre para tomarse de las manos, dando la espalda a la escena de destrucción, sin mirar atrás comenzaron a caminar, y ahí al fondo, miraron a sus amigos, el resto de su familia esperando por ellos.


Notas finales:


La canción de cuna que canta Mikasa se llama 'Age of aggressions' y es parte del Ost de Skyrim

Las cangureras como se conocen en México, son una especie de "Mochilas" [wut] en las cuales se carga al bebé

¿Alguien noto que amo a Farlan Church? xD Debía acomodarlo en mis locuras, es que es tan... gosh tengo un crush con él c: