Aura Oscura.

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Los pecados son actos imborrables en la vida ni en la mente de una persona, pero ¿si pudiera existir un poder capaz de remendar los daños causados estrías dispuesto a realizarlo sin importar las consecuencias que puedan traerte? Siempre hay que tener en cuenta que cada acción tiene una reacción diferente, así que ten cuidado. Puede que al tratar de eliminar un pecado solo se cometan cientos más en el camino. Au. Ren/KuonXKyoko

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Sip, sip sip. Soy yo de nuevo. Con una nueva historia que ya tenía en mente desde hace ya varios meses y no pude resistir terminar Viaje remoto para empezar a trabajar en esta…. Ya saben como siempre, tiene mis grandes ansias asesinas y aventureras que amo… ok no. Eso lo dirán por su cuenta.

Cerebro-chan se esforzó mucho en la trama de esta historia y me dijo "esperen lo inesperado"

Así que ya saben, también ya saben que adoro la magia y siempre es algo que trato de meter en mis historias aunque en esta ocasión además de Helgrind están muy marcadas.

Bueno me voy y les dejo esta nueva historia que espero les agrade. No lo sabía pero ya llevo un año en Fanfiction *-* junto a mi amado Cerebro-chan

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Un extraño en la noche

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En el sótano reinaba la oscuridad, Kyoko caminaba mecánicamente por el almacén tanteando los objetos con los que se topaba y descartándolos al descubrir lo que eran. Su búsqueda duro poco.

Al meter las manos dentro de una caja encontró el servicio de mesa más fino que existía entre los muros del castillo del rey. Hoy tendría una visita importante, tanto que su majestad se daba el lujo de permitirse tantas molestias.

Levanto la pesada caja por debajo para evitar que en cualquier momento esta cediera a causa del tiempo almacenado dentro de esas mohosas y húmedas habitaciones.

Era bastante pesada pero con trabajo la empezó a llevar por cuenta propia por los pasillos y escaleras que tuvo que recorrer para llegar para llegar hasta el lugar en el que estaba.

No pediría ayuda, ese era parte de su trabajo y si ella no era capaz de realizarlo empezarían a hablar a sus espaldas por no poder llevar a cabo los trabajos dificultando los deseos de su majestad.

El trabajo dentro del castillo era muy duro pero sin importar que clase de trabajo se realizara daba buenos créditos a la familia a la que pertenecieras. Era un honor estar bajo servicio del rey.

Aun recordaba el día que fue anunciado al pueblo que se abrirían audiencias a mujeres jóvenes para obtener un lugar entre la servidumbre del rey y su madre no había desaprovechado la oportunidad y la había mandado mintiendo acerca de la edad de la muchacha para que esta hubiera podido realizarlo. Su madre la había amenazado con que si no obtenía el lugar deseado tendría que abandonar su casa y la muchacha naturalmente, de apenas 14 años completamente asustada, hizo lo suficiente para conseguirlo soportando todas las pruebas a las que fueron sometidas.

Había sido un día demasiado largo y complicado y por poco no lo lograba.

Pero habían sido ya dos años desde ese día y al igual que aprendió a sobrellevar el ritmo de trabajo había olvidado lo que había sido su juventud en el pueblo al lado de una madre que buscaba cualquier pretexto para deshacerse de ella y en cuanto lo había conseguido después de haber cobrado por su hija había desaparecido sin decir nunca a donde se había marchado, abandonándolo todo.

Continuo llevando su pesada carga hasta que llego a la cocina para que alguien más se encargara de limpiarlos, alguien que se encontraba directamente a los servicios del rey. Ella era parte de la servidumbre del príncipe.

Ese día en realidad ella no había sido aceptada pero el príncipe había pedido sus servicios y ella felizmente había aceptado. Muchas veces se ha repetido que había sido un error y que hubiera preferido quedarse sin un hogar al cual regresar que seguir permaneciendo al servicio de un príncipe arrogante que le encantaba meterse con sus criadas.

Se dirigió al patio en donde debía de limpiar los pasillos interiores, hasta la más mínima esquina debía de estar impecable.

Escucho pasos, esos pasos tan acompasados que ya tanto conocía. El hombre se acercó por detrás de la chica y la abrazo por los hombros de manera seductora siendo observados por todas las mujeres a su alrededor, si bien no era algo anormal no era algo bien visto en público.

-Buenos días Kyoko.

-Buenos días majestad.

-Vamos Kyoko ¿Cuántas veces eh de decirte que me llames por mi nombre?

-Siento mucho no poder cumplir sus demandas pero creo que no es correcto que yo ose llamarlo por su nombre.

El joven bajo sus manos recorriendo desde los hombros hasta la punta de los dedos de la muchacha quien ya empezaba a sonrojarse por tal desfachatez y desconsideración por parte del príncipe. Siempre se sentía indignada cuando algo así ocurría pero no podía ir en contra de los deseos de su príncipe pues ella tenía el deber de servirlo.

-Vamos Kyoko, no seas así. Le diré a mi padre que te deje libre un tiempo y así podremos disfrutar de un tiempo juntos en la casa de campo en las afueras de la ciudad tú y yo solos…

-Yo…Lo siento mucho, pero por ahora hay mucho trabajo dentro del castillo y hacer algo así sería demasiado arrogante por mi parte. Además disculpe la intromisión pero creo que debería mejor planear algo así con su prometida.

-Ja, esa mujer fea no puede ser mi prometida. Me interesan más chicas como tú, tan guapas y majestuosas.

El joven levanto el rostro de la chica haciendo que esta lo viera a los ojos. Como odiaba ese rostro con esa sonrisa tan falsa. Odiaba estar en esas clases de situaciones que ya por dos años las había soportado.

-Creo que no debería hablar de esa forma de su prometida, ahora bien. Si me disculpa tengo trabajo que hacer.

La muchacha giro la cabeza soltándose del agarre del joven y rápidamente tomando los trapos con los que fregaba el piso salió corriendo de ahí para no ser alcanzada por el príncipe.

Esa clase de acciones eran cosas de todos los días, el príncipe era un mujeriego y siempre iba de criada en criada en búsqueda de una que cayera en sus redes, algo que usualmente siempre ocurría pero para Kyoko un acto así sería demasiado deshonroso y siempre buscaba con algún pretexto salir de la mirada del joven príncipe.

Durante el resto del día siguió haciendo sus deberes y durante la noche, en el momento en que el invitado que era tan esperado por su majestad se presentaría ella y una gran parte de las mujeres del servicio habían sido mandadas a sus aposentos para que no surgiera algún imprevisto y solo unos cuantos serían los encargados de servir ese día al rey y a su invitado.

Por la mañana continuaron sus actividades normales y durante la hora de la ducha todos murmuraban acerca del tan famoso visitante que por momentos tenían irritada a la joven.

-Disculpa pero ¿De quién se trata el invitado que tuvo anoche el rey? –Al final la muchacha tampoco había podido resistir la tentación.

-Oh, Kyoko-chan ¿No lo sabes?

-No Okami-san, solo sé que es alguien muy importante, pero no sé realmente de quien se trate.

-Nadie lo ha visto más que los que estuvieron de servicio por la noche, se dice que se trata de un famoso brujo que tiene intenciones de convertirse en un aliado del rey y ya sabes que esa unión beneficiaria muchísimo al reino, siempre es bueno tener un brujo de aliado.

La chica asintió y siguieron su camino. Un brujo, sin duda alguna tenía razón al creer que se trataría de alguien importante pero nunca habría imaginado que era algo como tal.

Los brujos eran personas respetadas en todos los reinos, respetadas como temidas.

Siempre habían existido varias reglas y entre ellas era la de nunca enfrentar a un brujo ni causar la ira de alguno pues se decía que te lanzaban maldiciones y que era imposible ganarle a alguno. Sin duda alguna seres demasiados tenebrosos.

Lo que empeoraba la situación es que existen muy pocos y solo unos de entre esos pocos tenían una verdadera fuerza. Había unos que se decían capaces de convertir un objeto en algo o en hacer que se movieran objetos. Había otros de los que se decían capaces de controlar la mente y adueñarse de los secretos más profundos de las personas, otros se cuentan con la habilidad de observar más allá de lo que el ojo humano permitía atravesando muros y bosques enteros. Pero hay otros que se dicen capaces de hacer todo lo anterior y capaces de controlar mar y tierra a su antojo.

Los brujos son seres demasiado respetados y en los 5 reinos existentes solo se tenía conocimiento de unos 20 de los cuales la mayoría ya se había vendido a algún rey o simplemente había desaparecido.

EL hecho de que un brujo llegara con intenciones de estar al servicio de nuestro rey nos traería ventajas en especial si su magia es de ayuda para el pueblo. Pero la estadía de un brujo casi siempre traía problemas por lo que solamente en ocasiones eran requeridos y cuando no lo eran se les pedía que abandonaran el pueblo y que aguardaran a su llamado.

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Varios días habían pasado desde que el brujo había llegado al castillo, por lo que sabía la muchacha, el brujo no salía de la parte más cercana a la salida del castillo, por lo que la muchacha evitaba con toda posibilidad el evitar esos lugares para no entrar en contacto con alguien así.

Ese día el sol alumbraba las flores de una forma hermosa y la chica se había quedado pensativa mirándolas.

Sin duda alguna era bastante relajador solo permanecer en esa posición sin nada más en que pensar o nada más que hacer. Con suerte ese día podría tener el resto de la tarde y noche libres y podría darse una vuelta por el pueblo a comprar cosas que necesitaba.

Sin duda alguna de los días que más apreciaba, siempre era bueno relajarse y darse una vuelta olvidándose por momentos de su responsabilidad dentro del castillo.

En cierta forma algo que anhelaba era poder dejar ese lugar y marcharse a conocer cosas que nunca había visto, siempre había deseado aprender a leer y comprender las palabras que estaban escritas cuidadosamente entre los pergaminos de las grandes bibliotecas del castillo. Pero una mujer lo tenía estrictamente prohibido, en especial si se trataba simplemente de una criada.

Siempre ahorraba el pago que se le daba y solo gastaba para lo esencial pues tenía planeado que cuando tuviera lo necesario se marcharía y tal vez visitaría otros reinos.

-…dora

Kyoko se giró sobresaltada hacia la voz que provenía de alguien a sus espaldas.

-Oh, Príncipe. ¿Le puedo servir en algo?

-Así es mi dama soñadora. Deseo tus servicios esta noche…si gustas puedo pagarlos como algo extra, claro si tu servicio me resulta grato…

Como lo odiaba, odiaba sus insinuaciones y odiaba la forma en que se le acercaba como si fuera una lapa hambrienta.

Nunca lo entendería. Era un príncipe demasiado complicado.

Pero en esta ocasión había algo extraño en él, su mirada estaba ligeramente perdida y su rostro estaba acalorado además de que su respiración era demasiado rápida.

-¿Se encuentra bien, majestad?

-No, Kyoko. Es por eso que necesito de sus cuidados. Solo los tuyos.

El hombre jalo a la muchacha hasta uno de los muros exteriores y jalo sus brazos hacia arriba de su cabeza inmovilizándola. Era la primera vez que el joven la tacaba de esa forma y la chica completamente atónita no podía pedir ayuda. Su orgullo se lo impedía.

El hombre se acercó a su rostro besándola agresivamente. Apestaba a hidromiel, lo cual le daba a entender su extraño comportamiento a la chica. Estaba fuera de sí.

Cuando este empezó a desabrochar las ataduras de su espalda del vestido que llevaba, está asustada se contorsiono hasta conseguir soltar sus brazos y con un duro golpe lo alejo de ella mientras que con una de sus manos le soltó una cachetada en el rostro.

Oh valla torpeza había cometido, ¡había golpeado a su príncipe! La persona de la cual estaba a su cuidado desde los últimos dos años.

Vio la ira reflejada en el rostro del joven y este furioso volvió a tomar agresivamente a la chica, siendo más brusco con sus movimientos. Pero la muchacha era hábil y ágil por lo que nuevamente lo esquivo y salió corriendo de ahí con el vestido completamente suelto y los brazos moreteados.

Si de todas formas tendría un castigo por su atrevimiento no permitiría que ese hombre la tocara ni un segundo más. En verdad como lo repudiaba. Si él quería, que hiciera eso con las criadas que estaban locas por su belleza, pero que a ella no la tomara por una idiota enamoradiza.

En verdad lo odiaba mucho.

Se acomodó rápidamente el vestido y salió apresurada del castillo, simplemente olvidaría lo ocurrido por esa tarde y disfrutaría como tenía ya planeado de su visita al pueblo.

Se tardó todo el día visitando personas importantes para ella y también realizando las compras que tenía planeadas.

Tardo más de lo debido pues lo menos que quería era regresar al castillo en donde lo más probable la aguardaba un severo castigo.

Cuando el sol empezó a ocultarse detrás de las montañas había emprendido marcha de regreso. Caminaba lentamente pero al final había terminado adentrándose por las grandes puertas saludando a los guardias que custodiaban la entrada.

Trato de pasar desapercibida hasta llegar a sus aposentos pero lamentablemente en el segundo patio había sido descubierta justamente por la persona que menos deseaba encontrarse en ese momento.

En cuanto estuvo en su rango de agarre el príncipe tomo a la chica por el cabello jaloneándola por todo el pasillo y arrastrándola hasta la mitad del patio quedando en frente de una de las estatuas bien cuidadas del príncipe.

-Bien bien Kyoko, ¿Qué creías haciendo una acción como tal? El ir en contra del príncipe es ir en contra del mismísimo rey, que te quede claro y esto no se va a quedar así.

-Yo..lo siento mi príncipe, yo solo…

-¡Estoy harto de escuchar tus quejas! Siempre me esquivas ¿Es que acaso no gustas de mí? ¿Por qué no eres como las demás y te dejas adiestrar correctamente?

-Yo…

-No te eh permitido hablar. Tendrás tu castigo así que vete preparando ¿Has entendido? Le comentare al rey tu atrevimiento y será él quien imponga tu castigo.

El joven lanzo a la chica contra la estatua caminando de nuevo hacia el interior del castillo.

En verdad como deseaba salir de ese lugar. Kyoko se quedó un buen rato sentada en frente de la estatua magullada sobándose el hombro que había recibido el impacto.

Se preguntaba qué clase de reacción tendría el rey al saber que su hijo predilecto había sido rechazado y golpeado por una de sus criadas. Sí, claro que el rey sabía lo que su hijo hacía con ellas, el mismo también en su tiempo lo había hecho. Tan podrida estaba la nobleza.

Fue entonces cuando alguien apareció en el campo de visión de la chica.

Apoyado de codos en el barandal del piso superior un joven de cabello negro como la noche la observaba. Llevaba una camisa con los botones del cuello desabrochados. Tenía marcado arriba del ojo izquierdo un extraño símbolo y en las orejas llevaba adornos de oro que también brillaban en sus dedos a causa de los anillos que llevaba.

Todo eso lo proceso rápidamente la muchacha antes de ser impactada y completamente absorbida por sus ojos. Los ojos más extraños que nunca hubiera visto, eran tan bellos que no parecían humanos, eran más bien unos ojos felinos.

No supo cuánto tiempo se quedó en babosada observando esos ojos plateados completamente incapaz de quitar la vista de ellos, hasta que algo más en el joven llamo su atención. Una ligera sonrisa se asomó por sus suaves labios y el joven le tendió una ligera inclinación con el rostro haciendo que el hechizo que la atenazaba se rompiera por completo.

Ahora que lo miraba mejor el joven parecía un arrogante por lo que la chica con todas sus fuerzas aparto la vista del muchacho y se adentró corriendo sintiendo unas tremendas ganas de regresar y mirar esos ojos para siempre.

Llego a sus aposentos decidida a no hacer nada hasta que su castigo fuera decidido.

Y así había sido por la mañana cuando había sido llamada por el mismísimo rey. Se vistió lo más elegante que pudo, algo irónico sabiendo que iba a vestirse de esa forma ante su verdugo y con paso firme fue hasta la habitación en donde la esperaban.

En cuanto estuvo en frente del rey le dio a este una inclinación tan grande que por poco su cabeza tocaba sus rodillas.

-Tranquila, levántate muchacha.

La suave voz del rey lleno la habitación, si bien el rey llego a ser igual que su hijo durante sus días como príncipe, como monarca supremo del reino manejaba adecuadamente todo y de manera justa. Su voz siempre había agradado a la chica. Además de que era un monarca justo y benévolo con el pueblo lo que muy pocos reyes hacían ya en esos días. El monarca siempre se había interesado en los problemas de su pueblo y su gente, sería una verdadera lástima el día en que tuviera que dejar su lugar a su hijo que era completamente diferente a él.

-Tengo entendido que golpeaste a mi hijo, has de saber que agredir a tu príncipe, en especial si le sirves es un acto que merece la muerte. ¿Lo sabes?

-Lo sabía y lo sé.

-Bien pero también por parte de mi hijo se me fue informada la situación por lo que se dio tal hecho, por eso creo que la muerte no es el castigo apropiado.

EL rey se levantó y empezó a caminar hacia la muchacha mientras hablaba.

-Mogami, ese apellido siempre me ha gustado. Cuando conocía a tu madre siempre fui consiente de ese apellido. Fue una lástima en verdad lo que le paso.

-Di..disculpe mi atrevimiento majestad…¿Pero qué es lo que ha ocurrido con mi madre?

-Oh, valla ahora mismo ni yo mismo lo sé, de lo que hablo es de algo que ocurrió hace muchos años. Pero si es algo que esa mujer no te contara no tengo ningún derecho a revelártelo ni a ti ni a nadie. Pero regresemos al punto principal.

El rey llego hasta ella y completamente intimidada la chica no sabía de qué forma actuar, ni siquiera sabía de qué forma debía pararse o hasta de qué forma respirar.

-Creo que mi hijo gusta de ti, pero causaría demasiadas habladurías el hecho de que un príncipe se meta con una criada. Así que chica te propongo un trato. Claro después de recibir el castigo apropiado. Ya lo eh hablado con mi hijo y deseo que ambos se comprometan.

Kyoko se quedó completamente muda, no podía rechazar algo así, no tanto por lo que significaba sino porque aunque ella no lo deseara sabía que no podía negarse. Y lo peor de todo es que debía aceptar como si aquella situación le causara felicidad.

-Pero hablaremos de ellos más tarde. Pasaras un mes entero con poca agua y comida dentro de los calabozos. En cuanto se cumpla el mes te prepararas para recibir educación y un rango verdadero de nobleza para poder realizar el acto de casamiento. Eso es todo.

El rey se alejó de nuevo hacia su asiento y con dos aplausos de su parte unos guardias acudieron corriendo y le colocaron unas argollas metálicas en las muñecas a la chica y la empezaron a arrastrar fuera del salón en dirección a los calabozos.

Cuando depositaron a la chica dentro de las oscuras habitaciones y cuando descubrió que ya no había nadie a su alrededor que pudiera escucharla empezó a llorar lamentando su suerte y deseando con más fervor el salir del lugar. Por instantes llegaban a ella destellos de los ojos plateados de aquel joven que había visto, pero solo era por poco tiempo antes de que un nuevo lamento se hiciera presente en sus labios. Lloro demasiado tiempo, hasta que se había quedado sin lágrimas y ya no tenía idea de que más maldecir.

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Ya habían pasado las cuatro semanas desde el día de su encierro. La chica ya había olvidado por completo su dolor y para ese momento ya se había resignado a ello. No tenía opción de negarse ni mucho menos de desaparecer.

Durante algunas noches el príncipe le pagaba a los guardias y se asomaba con una antorcha que lastimaba la vista a la chica solo para contarle lo bien que lo pasarían desde entonces según lo que el príncipe pensaba, pero para la chica todo era demasiado torturante y tampoco salía de su percepción las miradas lascivas que el príncipe le daba. Qué bien que aun permanecía dentro de los calabozos. Por un instante había deseado morir en aquel lugar, pero tampoco le daría esa satisfacción al maldito príncipe arrogante.

Cuando fueron por ella sus ojos eran lastimados por la luz solar después de tantos días de oscuridad. Lo primero que hicieron con ella fue darle una ducha y alimentos. Además de que todos la trataban de forma diferente tal vez acorde a su nuevo rango. Como la irritaba. Después la habían vestido con un vestido demasiado lujoso que llevaba un corsé de colores claros y una falda que le llegaba hasta los tobillos y que cubrían los hermosos zapatos que la habían obligado a usar.

Durante la tarde había sido llamada para comer junto con el rey, por fin sabría a lo que se atendría.

Cuando llego al gran comedor se sorprendió de ver no solo al rey y a su hijo sino que también se encontraba el joven de ojos plateados disfrutando de un buen vino de la más alta calidad.

-Oh, ¿Qué tenemos aquí? Sin duda alguna toda una belleza. Oh pero no te quedes ahí querida, te hace falta una buena comida.

EL rey le había indicado un asiento al lado del príncipe y en frente del joven de ojos hermosos.

En cuanto la chica se sentó sintió la mirada penetrante del joven que la miraba un tanto sorprendido pero nunca sin dejar esa sonrisa tan calmada que tenía, como lo envidiaba. La muchacha se dio el lujo de observar con más detalle el rostro del joven que se podría decir que era igual o hasta más atractivo que el propio príncipe; de nariz recta, labios de trazo sensual y de hombros anchos, sin mencionar los ojos brillantes que poseía.

Comieron un rato sin decir nada, pero cuando llevaron ante ellos unos postres con aromas a especias el príncipe mando una de sus manos a los muslos de la chica y esta no pudo evitar mostrar su disgusto en su rostro.

-¿Ocurre algo, Mogami?

-Eh, ah no. Disculpe su alteza. Lo siento alteza.

-Disculpe, pero creo que no nos han presentado.

Kyoko por primera vez escuchaba su voz y había descubierto que era igual de misteriosa y atrayente que sus ojos. El rey lo miro apenado y continuo con sus peticiones.

-Lo siento, lo había olvidado. Como llevo muchos años observando a esta dama pase por alto que usted no la conocía. Permítame presentarlos. Cain-sama, ella es Lady Kyoko, la prometida de mi hijo y él es…

EL joven se levantó con el rostro ligeramente fruncido.

-Disculpe su majestad pero creo que deberíamos dejar el postre para después. Hay un asunto urgente que debemos de tratar.

-Oh eso no lo veo necesario, ambas personas son de confianza.

-No lo digo porque me preocupe que la información sea divulgada. Yo mismo soy cociente de ello, pero creo que el asunto que debo tratar con usted no es algo que ellos dos deban escuchar.

-Insisto mi buen joven que deberíamos escucharlos todos, además pronto la joven será de la familia.

-Eso me temo que será imposible, ya que si insiste en que debo de tratar este asunto con todos los presentes permítame decirle que ya encontré lo que estaba buscando y se encuentra dentro de esta habitación.

-Disculpe, pero no le entiendo, no hay nada diferente de otras ocasiones.

-oh, sí que lo hay. No podrá negarse a mi petición si desea que me ponga su servicio como el brujo del reino de flamberg.

-Lo entiendo, no sabe cuan deseosos estamos de obtener sus servicios si es de esa forma cumpliremos con las condiciones que nos había impuesto y también cumpliremos su petición.

-Entiendo, en tal caso me temo que el casamiento de su hijo no podrá realizarse ya que me temo que lo que había estado buscando se encuentra dentro de esta muchacha.

El príncipe se levantó altanero y golpeando la mesa.

-Ja, lo único que usted vio en ella fue su belleza, no permitiré que se lleve a mi prometida.

-Lo que eh encontrado o no en esta chica no es de su incumbencia. Ya di mis requerimientos y solo está en sus manos el decidir aceptar o no a mis peticiones.

La situación se estaba saliendo de control, el príncipe se había alejado de su asiento con intenciones de rodear la mesa e ir tras el joven que decía ser un brujo. El rey que por primera vez mostraba un rostro de temor los miraba a ambos como si con los ojos pudiera detener la escena y la chica no sabía que pensar.

-No, no lo permitiré.

-Me temo mi príncipe, que eso no será posible.

-No. Ya eh dicho. Así que por que no mejor sale de este lugar por su propia cuenta maldito charlatán, antes de que mande a llamar a la guardia para que lo saque a patadas de aquí.

-¿Me está retando?

-Que más importa. No hay ninguna prueba de que usted sea un brujo, si usted no lo es no hay por qué temer a las maldiciones.

De pronto el lugar se había empezado a ponerse demasiado tenso, parecía como si estuvieran dentro de agua por que costaba trabajo respirar. Los ojos del joven brujo empezaron a brillar como la plata al contacto del sol y pareció como si todo se hubiera salido de su lugar.

-Lo entiendo, me llevare a esa chica sin importar que… pero lo entiendo. Lo haremos a su modo. Lucharemos por ella.

EL brujo se retiró sin voltear su vista ni una sola vez. El brujo llevaba una verdadera sonrisa en su rostro. Por fin lo había encontrado, su búsqueda había terminado y haría lo que fuera para obtenerlo. Eso ya se lo había dicho a sí mismo. No importaba lo que tuviera que hacer, pero al final lo conseguiría, no importaría el método.

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Quieren continuación...D: ?

Lady Cerebro-chan Rodará cabezas si no dejan Rview con su opinión...

No se crean, Yo los salvaré !

Hika;)