Holiss!

Bueno aquí yo, subiendo otra historia XD (Sera un two-Shot) es un NH como ya es de esperarse y se desarrolla en un mundo alterno, Naruto y sus personajes no me pertenecen son propiedad de Masashi Kishimoto.

Oh mmm para aquellos que siguen "Siempre a tu lado" ya he subido el tercer capítulo ^_^, sin más los dejo con esta linda historia!

Nota:

–Diálogos–

"Frases o palabras importantes"

–"Pensamientos"

"Recuerdos"

P.D. Esta historia se la dedico a Liseth tkm, espero te guste, tus reviews me motivan, animo no te rindas vale...Te mando un abrazo grandote!


Capítulo 1

Era Lunes por la tarde en la ciudad de Tokio, un día normal para muchos, aburrido para otros, pero muy importante, para 4 jóvenes estudiantes del colegio Konoha, se encontraban reunidos detrás de las canchas del instituto en pleno apogeo de un suceso que cambiaría su vida.

–Entonces aceptas o no Naruto– pregunto con voz aburrida un chico de cabello negro, sujeto en una coleta, ya estaba fastidiado de tanto drama.

–Pero porque a mí me tiene que tocar la rarita, ¡Esto es injusto Dattebayo!– bufo molesto un rubio de ojos azules.

–Ya Naruto deja de hacer berrinche, será fácil, es tímida y sosa pero es como todas, no se pueden resistir a hombres como nosotros– hablo seriamente un chico pelirrojo de ojos aguamarina, también ya hastiado por las quejas de su idiota amigo.

–Pero porque la nueva...ni siquiera sabía que existía, con Shion sería más fácil, está coladita por mí– replico el rubio, es que acaso sus amigos no lo comprendían, se cruzó de brazos en un gesto de indignación.

–Por dios Dobe está casi en todas tus clases no salgas con la estupidez de que no la conocías– exclamo irritado un pelinegro de ojos negros –Además si te tocaba con Shion ganarías hoy mismo y eso no nos convenía a nosotros, acepta lo que te toco y no seas marica o ¿Es que acaso le tienes miedo? – Le pregunto retadoramente.

–Yo no le tengo miedo a nadie Teme– gruño el ojiazul, señalando acusadoramente al ojinegro – ¡Acepto el trato! – respondió molesto cruzándose de brazos otra vez.

–Ahh que problemático…bueno ya que los 3 están de acuerdo con esta apuesta, entonces, Naruto, Sasuke y Gaara, es momento de que comiencen con su parte del trato, recuerden que como evidencia deben traer algún mensaje, carta o lo que sea donde ellas admitan que tuvieron relaciones y que están profundamente enamoradas de ustedes, tienen una semana empezando desde ahora, el último en entregarme la evidencia en ese lapso de tiempo, pagará el viaje a Europa de los demás. Pero si ninguno lo logra, la apuesta se anula entendido– les explico el de coleta, al ver el asentimiento de cabeza por parte de los implicados prosiguió –Otra cosa nada de trampas y recuerden que nadie se puede enterar de esto comprenden– los tres jóvenes solo se limitaron a asentir.

–Bien, dentro de unos minutos terminaran las clases– dijo el Nara consultando su reloj –Cuando suene el timbre la apuesta comenzará y sus mañas de seducción también, suerte y que gane el mejor.

Apenas hubo terminado de hablar cuando el timbre de fin de clases sonó, en ese instante los 3 apuestos jóvenes se dirigieron al patio central donde esperarían a que su presa saliera y así comenzar su plan de seducción.


Tenía cara de pocos amigos, estaba molesto y maldecía su suerte, porque tenía que tocarle con la nueva, "estúpida apuesta" pensó, pero no se dejaría derrotar tan fácilmente, el ganaría costara lo que costara.

–Ya Naruto quita esa cara, si sigues así lo único que conseguirás será espantarla– hablo el pelirrojo –Mmm pensándolo bien, no hagas nada, de esa manera yo seré el ganador– sonrío con suficiencia.

–No te hagas tantas ilusiones Gaara, yo también estoy en este reto– exclamo el ojinegro –Y soy mejor que ustedes– afirmo con un deje de superioridad.

– ¡Ja! no te creas tanto Sasuke– le respondió el pelirrojo un tanto indignado –Yo tengo mejores armas de seducción que ambos.

–Porque no mejor en vez de estar alardeando quien es el mejor, ponen en práctica sus conocimientos– expreso el rubio sonriéndoles con ironía –Y es mejor que se apuren porque sus chicas ya salieron– les dijo mientras apuntaba en la dirección de sus respectivas parejas.

–¡Mierda!– expresaron ambos, mientras salían corriendo hacia ellas, miro como sus contrincantes intentaban llamar la atención de su presa, suspiro resignado, envidiaba la suerte de sus amigos, a Gaara le había tocado con Shion, una chica muy guapa, rubia, de ojos violeta y de buen físico aunque nunca lo mostraba ya que su religión no se lo permitía y a Sasuke bueno a Sasuke en realidad no lo envidiaba mucho, le había tocado Tayuya una chica bonita, de cabello rojo y ojos cafes, su único defecto era que se vestía y actuaba como hombre y además usaba un lenguaje vulgar, y bueno a él le toco Hinata, una chica que ni conocía, pero por la fotografía que Shikamaru le proporciono, era bajita apenas si alcanzaría el 1.60, de cabello negro, recogido en un molote y un flequillo que le cubría los ojos impidiendo apreciar el tono de estos, usaba lentes, una falda que le llegaba debajo de la rodilla y para rematar, una chamarra lila extremadamente grande de cuello alto, era una chica carente de gracia, y de moda, todavía Shion que era extremadamente religiosa, usaba ropa que la cubriera, pero que se le amoldara al cuerpo, pero Hinata no, por eso sus amigos la llamaron "la rarita sin gracia", pero bueno que podía hacer, si quería ganar tendría que seducirla y el, cómo jamás se retracta de sus palabras, lo haría, salió de sus cavilaciones cuando la vio cruzar el patio, según Shikamaru casi siempre era de los últimos en salir, respiro hondo y se dirigió hacia ella, ya no podía seguir perdiendo el tiempo, el momento de actuar había llegado.

– ¡Hey!– le grito para llamar su atención – ¡Hola! Hinata– saludo con toda naturalidad cuando hubo llegado a su lado, rodo los ojos al verla ahí parada con la cabeza gacha – ¿Si eres Hinata verdad?– le pregunto cuando ella no le contesto.

–Ehh…ahh si yo soy Hinata– respondió saliendo de su estupefacción –Hyuga Hinata– se presentó evitando mirarlo, se encontraba sorprendida, muy sorprendida, ella jamás había cruzado palabra con él, y se le hacía muy extraño que de un día para otro le hablara como si fueran conocidos, algo no andaba bien, conocía su fama de conquistador, de las veces que había escuchado a las chicas chismosear en los vestidores, y no es que ella fuera una metiche ni nada de eso, lo que pasaba era que, siendo el, uno de los chicos más populares y guapos del Colegio era imposible no enterarse. Pero aquí la pregunta era ¿Por qué él, le estaba hablando a ella? aunque tampoco era como que le molestara desde la primera vez que lo vio se había enamorado de él, a pesar de ser un seductor ella sabía lo bueno y protector que era con sus amigos, y eso la atrapo irremediablemente, una ligera punzada de decepción atravesó su pecho, el jamás se fijaría en alguien como ella y si así fuera su padre jamás se lo permitiría y hacer enojar a su padre era peor que ser humillada por toda la escuela, por eso ya se había hecho a la idea de ser invisible para él y para todos.

–Mucho gusto Hinata, yo soy Naruto, Namikaze Naruto– dijo mientras le extendía la mano para saludarla, la vio dudar un momento pero al final accedió, sonrío discretamente, con ese apretón de manos ella había sellado su destino, y dentro de una semana su nombre formaría parte de la lista de conquistas de Naruto Namikaze

–Un placer…– murmuro, no tenía ni idea de que decir o cómo actuar y más teniéndolo cerca.

–Mmm te estaba esperando, es que quería pedirte un favor– le hablo con voz avergonzada para llamar su atención.

–Ohh…mmm que clase de favor– pregunto desconcertada por la petición.

–Ehh bueno yo quería preguntarte si podrías ayudarme aaa…mmm estudiar para Matemáticas, es que…mi tutor me comento que eras una alumna muy aplicada e inteligente y la verdad necesito tu ayuda– le pidió suplicante, acercándose más a ella –Pronto tendré un examen y no quiero reprobarlo– siguió hablando al tiempo que ella pegaba un respingo por su cercanía –¿Me ayudarías? prometo ser el mejor aprendiz– le rogó, tomándola de las manos y acariciándoselas levemente, sonrió internamente al sentir como se tensaba y su respiración se volvía un tanto irregular por las sutiles caricias.

–Ahh no…ehh yo no…– respondió palabras sin coherencia, temblaba ligeramente y no comprendía si era de miedo o emoción, se estremeció de solo pensar que lo que sentía era emoción porque él chico de sus sueños le estaba hablando y además acariciando, elimino esos pensamientos cursis y decidió aceptar sin poner ningún pretexto porque sabía de antemano lo obstinado que era, y ella necesitaba irse de ahí cuanto antes. –Está bi-bien Na-Namikaze-san l-lo ayudare– tartamudeo nerviosa por la invasión de él en su espacio personal.

– ¡De verdad! – Exclamo incrédulo, bueno por lo menos no tendría que rogarle –Mil gracias Hinata– le sonrío al tiempo que le soltaba las manos –Y por favor háblame de tú, recuerda que no soy tan viejo y estamos entre amigos ¡Que no!, las formalidades no son necesarias– le pidió con una voz más varonil y "sensual".

–Ehhh…aa ok…Nami…digo Naruto-kun– le respondió un tanto desorientada por el cambio de actitud, dio un par de pasos atrás, la cercanía de él, la estaba incomodando y mucho, tenía que marcharse ¡ya!

–¿Te parece si nos vemos mañana, en la biblioteca, después de clases?– le pregunto regresando al tema principal, al ver que se ponía más nerviosa, no podía dejar pasar más tiempo, pero si intentaba seducirla ahorita, probablemente ella se arrepentiría de ayudarlo y eso no le convenía, lo mejor sería darle un respiro.

–Me parece bien– dijo rápidamente, tenía que marcharse –Mmm…bueno, entonces…te veo mañana– le dijo a modo de despedida.

–Sí, te veo mañana– hablo con fingida emoción y mientras decía esto se le ocurrió que sería bueno acompañarla a su casa y así comenzar a ganar terreno – Oye Hina, que te parece si te…–

La pelinegra hizo un ademan con su mano para acallarlo cuando sintió su celular vibrar en el bolsillo de su chamarra.

–Discúlpame un segundo– lo interrumpió un tanto apenada, mientras metía la mano y lo sacaba, era una llamada de su hermana y se apresuró a contestarle, alejándose unos cuantos pasos de él.

– ¿Qué sucede Imooto?–

–Onee-chan ¿Dónde estás?– le exigió saber su hermana –Te estamos esperando fuera del colegio– agrego un tanto aburrida por la larga espera.

–Lo siento Hanabi-chan tuve un pequeño contratiempo, pero no te desesperes ya voy de salida, dame un minuto quieres– le pidió con voz cariñosa

–Onee-chan papa está molesto por tu tardanza– murmuro despacio la Hyuga menor y con voz preocupada.

La morena se tensó al saber que su Otoo-san había vuelto de su viaje, sintió ganas de abofetearse a sí misma, había olvidado por completo que su padre llegaba hoy, y a él le molestaba la impuntualidad, un estremecimiento le recorrió la columna, cerró los ojos un momento e intento sonar lo más tranquila que sus nervios le permitieran –Solo arreglo mis cosas y salgo, vale. No me demoro más de 1 minuto.

-Ok Onee-chan– fue la respuesta de la pequeña –Pero ni un minuto más, te quiero hermana.

–Y yo a ti peque– y colgó

–Mmm Naruto-kun– lo llamo sin mirarlo –L-Lo siento pero me tengo que ir, es que m-me están esperando– le dijo un poco avergonzada y con el cuerpo temblándole de puros nervios, por saber que su padre había regresado y la estaba esperando

–Hasta mañana N-Naruto-kun– se despidió apresuradamente, pero antes de que diera siquiera un paso, él la tomo del brazo.

–Hasta mañana Hinata– le susurro mientras la jalaba levemente y le plantaba un ligero beso cerca de la comisura derecha.

La chica se sonrojo completamente por la repentina acción del rubio, se soltó y salió corriendo de ahí, con el corazón latiéndole a mil y las piernas temblándole como gelatina.

El rubio simplemente la vio perderse tras las puertas del instituto, sonrío sínicamente, –"Gaara tenía razón"– pensó –"Tal vez seas tímida y rara, pero nadie se resiste a mis encantos"–, giro la vista hacia las canchas y sonrío con prepotencia mañana comenzaría su plan –"Seduciendo a la rarita sin gracia"–.


–"Mierda"– pensó el Namikaze –"Mierda, mierda, mierda"–, ya era Jueves y aún seguía como al principio, llevaban 3 días viéndose en la biblioteca para "Estudiar", y ya había intentado de todo, miradas, roces, sonrisas coquetas, regalos, halagos, hasta le había dedicado algunos poemas, pero nada, tenía dos suposiciones o esa chica era muy tonta y no se daba cuenta de todas las indirectas que él le enviaba o simplemente lo estaba ignorando, él quería suponer que era la primera opción, porque quien en esta vida ignoraría al Gran Naruto Namikaze, frunció el ceño al observarla, algo andaba mal con ella, el martes cuando se reunió con él en la biblioteca, la noto más pálida de lo normal y se mordía los labios a cada rato como intentando reprimir un quejido, le había preguntado si le dolía algo o se sentía mal pero ella simplemente negó con la cabeza y cambio de tema, y el decidió dejar de insistir y mejor poner en marcha su plan que por desgracia no estaba dando frutos.

Volvió a mirarla por septuagésima vez, y la observo morderse el labio en un acto de concentración o de nerviosismo la verdad no sabría definirlo ya que siempre lo hacía, aunque últimamente ese gesto se le estaba haciendo demasiado tentador, a veces se preguntaba si eso era una clara invitación para probarlos y comprobar si eran tan exquisitos y suaves como se los imaginaba, se abofeteo mentalmente

–"En qué demonios estás pensando Naruto"– se reprendió así mismo –"Concéntrate en la apuesta…concéntrate en la apuesta"– se repetía una y otra vez –"¡Mierda Naruto! Deja de fantasear con los labios de Hinata"–, no podía negar que estar con ella era agradable, a pesar de conocerla solo de hace 3 días, él había descubierto lo reconfortable que era su presencia, la delicadez y suavidad con la que le hablaba para explicarle las cosas lo hacía sentir muy importante pero lo que más le gustaba era su risa, de vez en cuando le contaba algunos chistes con la única intención de escucharla reír, pero eso no quería decir que le gustara la morena "¿O sí?" el sonido de un trueno lo trajo de nuevo a la realidad y observo en cámara lenta como la Hyuga dirigía sus manos hacia sus lentes y los retiraba de su rostro, como los colocaba delicadamente en la mesa y por último, como dirigía su mano derecha hacia su frente y despejaba sus ojos, haciendo a un lado su flequillo, se quedó mudo de la impresión, la azabache tenía unos grandes y hermosos ojos, eran de un color muy extraño, parecían de plata, no, más bien eran del color de las perlas, o, como dos lunas, la verdad no podía definir un color exacto solo sabía que eran los más extraños y hermosos ojos que había visto, enmarcados por unas largas y tupidas pestañas negras, haciéndolos ver aún más increíbles.

–Naruto-kun…creo que hemos terminado por hoy– hablo la ojiperla acomodándose otra vez los lentes y comenzando a levantar las cosas –Es mejor volver a casa…antes de que comience a llover– le sugirió, al no recibir ninguna contestación alzo discretamente la vista hacia él y se tensó al verlo mirándola fijamente entre asombrado y emocionado, eso era extraño él siempre le lanzaba miradas coquetas pero esta era diferente a todas las demás, sacudió ligeramente la cabeza para disipar esos pensamientos y giro la vista hacia otra dirección, había estado fingiendo no darse cuenta de los intentos del rubio por llamar su atención, no es que no le interesara, es solo que eso era lo mejor para ambos, ella tenía prohibido enamorarse algo que por fortuna o desgracia ya había hecho, además quien le garantizaba que el blondo no quiera burlarse de ella como lo hacían todos los demás en la escuela, lo mejor era mantener la distancia,.

–Na-Naruto-kun– lo volvió a llamar pero él seguía sin responder, volvió a mirarlo y a gacho la cabeza en acto reflejo, apretó los parpados, su mirada había cambiado, le había recordado a la de su padre, seria y sin mostrar sus emociones, no soportaba que la miraran tan detenidamente y menos si no podía describir el porqué de esa mirada, miles de recuerdos comenzaron a inundar su mente y su cuerpo comenzó a temblar ligeramente sin que ella pudiera evitarlo, de repente sintió como alguien la tomaba de ambos brazos, la levantaba de la silla y la guiaba hacia un lugar, supuso que era entre los estantes, se dejó hacer sin oponer resistencia pero seguía sin abrir los ojos.

–Hinata mírame– le hablo con voz suave el ojiazul, no le había gustado para nada verla rehuir de su mirada y agachar la cabeza, no entendía porque lo hacía, al principio no le había importado, pero ahora que había visto sus hermosos ojos no le permitiría que lo hiciera en su presencia –Hinata por favor mírame– le suplico, la sentía temblar, frunció el ceño, no entendía la razón por lo que lo hacía o porque actuaba así, la volvió a llamar pero siguió sin contestarle, se desesperó al no ver ninguna respuesta por parte de ella –¡Que me mires!– le medio grito al sentirse ignorado, y se arrepintió de hacerlo al verla pegar un brinco del susto y temblar más, intento abrazarla pero ella opuso resistencia, así que no le quedo de otra que empujarla contra el muro y aprisionarla con su cuerpo sosteniendo con una de sus manos, las pequeñas manos de ella sobre su cabeza, la vio contraer el rostro en una clara mueca de dolor, intento acariciarle una mejilla para tranquilizarla pero ella agacho el rostro.

–Hinata tranquilízate, soy yo, Naruto– le hablo para intentar calmarla pero seguía forcejeando por liberarse, así que la apretó un poco más, lo que ocasiono que pensamientos pervertidos cruzaran por su mente, sacudió la cabeza para disiparlos, este no era el momento ni el lugar para pensar en eso.

–Por favor Hinata, abre los ojos– le dijo mientras la tomaba del mentón –Por favor, mírame– le volvió a incitar levantándole poco a poco su rostro, se le hizo un nudo en la garganta al ver como algunas lágrimas comenzaban a escapar de su cautiverio, le retiro los lentes, e intento limpiarlas pero ella volvió agachar el rostro, y fue ahí cuando se dio cuenta de algo, por el forcejeo anterior las mangas de su chamarra y saco se habían bajado y parte de su piel blanca había quedado expuesta y por ende unas marcas rojas en sus muñecas y brazos, su mente quedo en blanco.

– ¿Que te paso en las manos?– le pregunto serio.

–N-na-nada– susurro temerosa, abriendo de golpe los ojos.

–Me crees idiota, por dios Hinata ¿Quién te hizo esto?– le exigió mientras le hacía ver sus propias manos.

–Na-nadie, no es nada.

–Acaso tu misma te lastimas– pregunto incrédulo, eso era algo que jamás imagino que ella hiciera.

– ¡N-No! Yo nun-nunca haría a-al-algo a-si– semi grito la morena, tenía que salir de ahí cuanto antes.

– ¡Entonces! aparecieron por arte de magia no– hablo con sarcasmo –Dime que te paso Hinata.

–P-por fa-favor suéltame, m-me ha-ha-haces da-daño– pidió en un susurro casi inaudible, no quería llorar, no debía llorar pero se sentía impotente y débil como tantas veces. Sintió como poco a poco el, comenzaba a aflojar su agarre, se quedó quieta un instante tratando de recuperar un poco de aire, cuando se sintió con un poco de energía, empujo con todas su fuerzas al rubio haciendo caer de bruces, corrió hacia el lugar donde estaban, metió todas sus pertenencias en su mochila y salió corriendo de ahí hasta la salida sin detenerse a pesar de que había comenzado a llover.

Se retranco un instante en el portón para regular su respiración y limpiar sus lágrimas, se dirigió hacia la parada de autobús, saco su celular y comenzó a marcar el número de su casa para que mandaran al chofer a recogerla, mientras esperaba a que tomaran la llamada giro la vista hacia el portón del instituto y sintió como se le helaba la sangre al ver salir al rubio un tanto alterado y dirigirle una mirada furiosa, temió por su vida y como toda presa salió disparada huyendo de su depredador.

Corrió hacia el cruce más cercano y atravesó la calle sin importarle si el semáforo estaba en alto, pero en el proceso su celular cayó en un charco, lo recogió hábilmente y siguió su carrera aunque tuvo que bajarle a la velocidad ya que la lluvia se había vuelto una tempestad, cuando por fin hubo corrido toda la cuadra volvió a cruzar la calle y siguió en línea recta, una fuerte punzada le recorrió la espada, pero eso no la hizo detenerse camino por un rato más al fin y al cabo estaba ya completamente empapada que más daba si se refugiaba o no, estaba cansada, adolorida y por sobre todo asustada, no conocía para nada esos rumbos ni ningún otro, siempre la llevaba y traía el chofer, y su padre no le permitía salir de casa, intento prender su celular pero era inútil, su IPhone había pasado a mejor vida, –"Oh no…Otoo-san estará furioso"– pensó temerosa, su padre la reprendería por su falta de educación y responsabilidad y no quería otra reprehenda, dio un respingo del susto al escuchar como alguien gritaba su nombre, giro la vista hacia la voz y frunció el ceño

– ¡Hinata!– grito una rubia de ojos azules desde un elegante auto –Que haces ahí mojándote ¡Ven acá!– le exigió –Soy Ino, vamos juntas en la clase de química– le recordó, al ver su cara de desconcierto –Anda sube, que no te de pena.

Cuando hubo llegado hasta el automóvil la rubia le abrió la puerta incitándola a tomar asiento, dudo en hacerlo estaba completamente mojada y no quería ensuciar, estaba a punto de replicar cuando sintió un ligero jalón.

–No te preocupes por el coche no pasa nada Hina– le hablo la rubia sonriéndole, se sintió un poco más segura, se acomodó mejor intentando no quejarse por el repentino dolor que la asalto y cerró la puerta. – ¿Pero dime que hacías ahí afuera mojándote como si nada?– le pregunto desconcertada.

–Ehh yo…pues mmm me perdí y…bueno mi celular se descompuso y no tenía como llamar a casa– susurro apenada. Alzo la vista hacia los asientos de enfrente y vio a un señor rubio de ojos azules y piel bronceada, ese rostro se le hacía familiar, pero se vio interrumpida cuando una mujer de cabello rojo y ojos violetas le hablo.

–Toma cariño– le dijo extendiéndole una toalla –Para que te seques por lo menos el cabello– y le sonrió.

–Hinata ellos son mis padres Minato y Kushina, papá, mama, ella es Hinata, Hyuga Hinata– dijo la rubia señalando a modo de presentación, vio la cara sorprendida de su madre al escuchar el apellido de la azabache pero le restó importancia –No te preocupes Hina mi casa está a unos minutos de aquí cuando lleguemos te asearas para evitar que cojas un resfriado, estarás segura ahí, y podrás hablar a tu casa vale– le hablo mirándola cariñosamente.


Después de unos minutos observo como el coche se detenía frente a un portón de roble, miro el lugar con curiosidad, era una mansión no muy grande pero lo suficientemente elegante para dejar con la boca abierta a cualquiera, se sintió un poco nerviosa cuando se adentraron hacia la imponente edificación y sus nervios aumentaron cuando la pelirroja la condujo hacia la entrada principal de la residencia, se quedó boquiabierta frente al vestíbulo, era hermoso, con pisos de mármol blanco, las paredes de un color entre hueso y marfil de las cuales colgaban hermosos lienzos, también observo una pequeña salita con sillones de cuero negro y una elegante mesa de centro, cerca de un gran ventanal que daba al esplendido jardín, pero lo que verdaderamente llamo su atención y la hizo alzar el rostro, fue la elegante araña de cristal, que colgaba de una hermosa cúpula hecha de vitrales coloridos, colocados estratégicamente, formando así una bella rosa multicolor, sonrío involuntariamente.

–Su casa es muy hermosa Kushina-san– susurro con admiración sin dejar de observar el vitral –Irradia una calidez muy agradable y reconfortarle– se sonrojo y agacho la cabeza de inmediato al darse cuenta de que había pensado en voz alta.

–Muchas gracias por los halagos cariño– le respondió la pelirroja acercándose a ella y tomándola del mentón –Nunca agaches la cabeza– le susurro con ternura, levantándole el rostro para que ella la mirara –Tienes unos hermosos ojos los cuales el mundo debería admirar, no los ocultes– le sonrío cálidamente haciendo que la joven la mirara agradecida y le devolviera la sonrisa.

Sintió algo cálido recorrer todo su cuerpo al escuchar esas palabras, la hacían sentir especial, escucho la puerta principal abrirse y vio como la hermosa pelirroja fijaba la vista en el recién llegado, cambiando su semblante alegre a uno de preocupación y ¿Enfado? Giro la vista en la dirección a la que miraba la mujer y abrió los ojos como platos, ahí a unos cuantos pasos de ella se encontraba el chico del que había estado huyendo, –"Esto no me puede estar pasando, acaso me siguió hasta la casa de Ino"– pensaba la ojiperla intentando encontrarle lógica a este asunto, trato de calmarse y se mordió la lengua para acallar un grito de desesperación, que intentaba escapar de su boca.

– ¿Se puede saber el motivo por el que vienes en esas fachas jovencito?– exigió saber la pelirroja.

El rubio se quedó shockeado, y ni la voz seria de su madre lo saco de su estado de estupefacción, había desistido de la búsqueda de la Hyuga después de perderla de vista, estaba furioso con ella por su extraño comportamiento pero también preocupado y jamás se imaginó que al llegar a su casa la encontraría parada en el vestíbulo.

Flashback

El ojiazul estaba furibundo y completamente mojado había intentado darle caza a la ojiperla pero tenía que admitir que era rápida, muy rápida –"Arrgg estúpida apuesta"– pensó maldiciendo la hora en que acepto, mientras caminaba de regreso al instituto, para recoger sus cosas y marcharse a su hogar, le importaba una mierda lo que fueran a decirle los demás pero prefería pagarles el maldito viaje a seguir con la estupidez de seducirla –"Se suponía que ella tenía que enamorarse de mí y no yo de ella"– pensó –"Un momento, ¿Yo enamorado de ella? pero que mierda estoy pensando, debo de estarme volviendo loco"– cerro los ojos e intento olvidar todo lo referente a la azabache pero eso le era imposible porque el recuerdo de su preciosa mirada no podía borrarlo –"¿Por qué actúas así Hinata"– suspiro resignado lo único que quería ahora era descansar y aclarar sus sentimientos.

Fin del Flashback

– ¡Te hice una pregunta Dattebane!– medio grito la pelirroja, al tiempo que se acercaba a su hijo y le daba un golpe en la cabeza para que reaccionara.

– ¡Auch! 'ttebayo– se quejó el blondo, miro a su madre de mala manera –No tenías por qué hacer eso– le dijo molesto, al ver su mirada inquisidora, suspiro cansado.

–Estaba con Sasuke en el parque, la tormenta nos tomó por sorpresa y pues terminamos empapados– dirigió su vista hacia Hinata y la miro seriamente, como queriendo decirle que se quedara callada y fingiera no conocerlo.

La pelirroja se avergonzó al notar la mirada escrutadora de su hijo sobre la ojiperla, había olvidado que la chica se encontraba allí, rápidamente jalo al blondo hacia la Hyuga quedando ambos peligrosamente cerca.

–Naruto, te presento a Hinata Hyuga, es amiga de Ino…Hinata– llamo a la joven que se encontraba mirándolos confusa por la extraña situación –Él es Naruto, mi hijo– dijo como si nada sonriéndoles a ambos, mientras los chicos se miraban con sorpresa, la Hyuga por enterarse que estaba en la casa del chico del que había estado huyendo y el rubio por saber que su hermana la conocía.

–S-su h-hi-hijo– tartamudeo sin poder evitar un estremecimiento, –"no, no, no y no, eso no puede ser"– pensó agobiada la chica, dio un respingo al sentir como alguien posaba su brazo en su hombro.

–Así es Hinata, Naruto es mi hermano mellizo– le aclaro la rubia sonriente –Aunque aquí entre nos, no es algo con lo que este muy conforme…es un dolor en el trasero– le susurro cerca del oído para que su madre no la escuchara, frunció el ceño cuando la sintió temblar y ver como comenzaba a palidecer, se dio un golpe mental al haber olvidado en qué condiciones se encontraba la ojiperla.

–¡Dios Hina! estas temblando, anda vamos a mi habitación para que te quites esa ropa y te des un baño con agua caliente, no queremos que te resfríes– le dijo mientras la incitaba a ir con ella –Anda, anda que entre más tardes en quitarte esa ropa más daño te puede hacer– le reprendió mientras la jalaba hacia su habitación.

Cuando las hubo perdido de vista, suspiro aliviado, por un momento creyó que su madre se había dado cuenta de que ellos se conocían y que habían estado juntos y no quería imaginarse el teatrito que se hubiera armado.


–Tu habitación es muy linda– susurro la ojiperla

–Gracias, mmm mira este es el baño– dijo la ojiazul mientras abría una puerta –Aquí podrás encontrar todo lo necesario para que te asees, vale…mmm rayos no tengo toallas limpias– suspiro frustrada mientras revisaba los estantes –Tengo que ir por algunas toallas mientras tanto vete poniendo cómoda si, y por la ropa no te preocupes yo te presto–

–Pe-pero– intento objetar la ojiperla

–Nada de peros Hina, es mejor que me hagas caso si no te enfermaras– le hablo al tiempo que la llevaba hacia la tina –Esta llave es para agua caliente y esta para la fría ok, puedes tomar mi IPod, voy rápido no tardo– y dicho esto salió del baño dejando a una mojada, confundida y avergonzada morena.


– ¿Cómo esta Hinata?– pregunto la pelirroja

–Completamente mojada, jejeje… mamá necesito unas toallas limpias por favor.

–Muy graciosa señorita…ok voy por ellas, mientras podrías ir a ver que tengan ya lista la cena.

–Claro– respondió sin más la ojiazul.

Decidió darle un tiempo a la ojiperla para que se relajara, así que dejo pasar alrededor de 30 minutos antes de volver a su habitación, toco varias veces sin recibir ninguna contestación, volvió a llamar esta vez mas fuerte pero nada, dejo las toallas en el suelo e intento abrir la puerta, –"Tiene seguro"– pensó frustrada, – ¿Hina, estas bien?– pregunto pegando el oído a la puerta "silencio" –¿Hinata?– nada, se sintió presa del pánico al pensar que algo malo le hubiera sucedido así que bajo corriendo hacia la sala para pedir ayuda a sus padres.

– ¡Okaa-san!– semi grito alterada– Hina no me contesta y la puerta está cerrada temo que algo malo le hay pasado–. Apenas hubo terminado de decir la frase cuando su madre ya iba de camino hacia su habitación –Naruto, pídele las llaves a tu padre, ¡Pero ya!– le grito la pelirroja desde las escaleras.

Entro a la habitación de su hija y se dirigió hacia el baño, intento abrir la puerta pero en efecto estaba cerrada, llamo insistentemente pero nada, no se escuchaba absolutamente nada, estaba pensando seriamente en tirar la puerta a patadas cuando el rubio menor aparecido a su lado extendiéndole el juego de llaves, busco rápidamente hasta dar con la indicada, se apresuró a abrir y al momento de poner un pie dentro del baño, una exclamación de sorpresa escapo de sus labios, sonrió enternecida al ver a la ojiperla completamente dormida, con los auriculares puestos, se veía tan linda y tierna, giro bruscamente la vista cuando vio a su hijo entrar en el baño, una venita apareció en su frente.

–Naruto sal de aquí si no quieres quedarte sin descendientes– Gruño por lo bajo mientras levantaba un puño en señal de advertencia –Y me importa un comino si me quedo sin nietos– recalco su amenaza, cuando el ojiazul despareció de su vista se acercó hacia donde estaba la chica, intento despertarla pero ella solo se removió levemente dándole la espalda, sintió un escalofrió recorrerle la espina dorsal al tiempo que una incontrolable ira la invadía, "Pero qué demonios" pensó furiosa, tuvo que reprimir las ganas de gritar cuando su hija se adentró en la habitación.

– ¿Kaa-san Hinata está bien?– pregunto preocupada la rubia.

–Tranquila cariño solo se quedó dormida– le respondió al tiempo que se colocaba frente a la Hyuga –Ino podrías decirle a tu padre que venga, para que lleve a Hinata a un lugar más cómodo, pero antes pasarme una bata para vestirla.

–Si quieres puedo ayudarte– le dijo mientras le entrega la prenda solicitada.

– ¡No! Yo puedo sola, tú ve a donde te mande, anda– le ínsito para que saliera de ahí, la observo marcharse un poco molesta pero eso era lo mejor.

Cuando hubieron pasado a la ojiplata una de las habitaciones, fue directo hacia el despacho de su marido y busco en el directorio un número en particular tomo el teléfono y comenzó a marcar, estaba furiosa, indignada y no permitiría que ese tipo de actos se siguiera repitiendo, le importaba un reverendo comino lo que ese tipo pensara de ella.


Se despertó desorientada, no recordaba donde estaba, esa habitación no era la suya, respiro profundo intentando tranquilizase, echo otro vistazo a la habitación pero no lograba ubicarse, una oleada de pánico la asalto, se levantó de la cama y su pánico aumento, solo traía puesta una bata de baño, busco su ropa pero no había nada, giro su vista a la ventana que tenía a un lado y movió la cortina, empezaba a amanecer, cerró los ojos e intento hacer memoria pero su mente estaba completamente en blanco –"¿D-Dónde estoy? ¿Cómo llegue aquí? ¿Y mi ropa? ¿Acaso m-me han secuestrado?"– pensó temerosa, miles de dudas inundaban su cabeza.

Se dirigió hacia la puerta y la abrió con mucho cuidado, la habitación se encontraba al final del pasillo, tomo una bocanada de aire y salió, camino despacio hacia el otro extremo, cuando estaba a punto de llegar, escucho unos pasos dirigirse hacia ella, se tapó la boca en acto reflejo y su instinto de supervivencia la hizo emprender la carrera hacia el lugar donde estaba al principo, pero antes de llegar la puerta de la habitación contigua se abrió repentinamente y de ella salió una horrible criatura de color verde, un grito aterrador escapo de su garganta y después todo se volvió negro.


Entrecerró la mirada cuando la luz le dio de lleno, un ligero dolor en la cabeza le hizo quejarse, sentía que todo le daba vueltas, se incorporó lentamente del lugar donde estaba recostada.

– ¡Hinata! Por fin despertaste– exclamo con un suspiro de alivio una voz femenina.

Giro la vista y se encontró con una chica rubia que la miraba alegremente, frunció el ceño, su rostro se le hacía muy familiar, de repente abrió desmesuradamente los ojos, ya sabía dónde estaba y porque había llegado ahí, se sonrojo violentamente por los pensamientos tontos que había tenido y las idioteces que estuvo a punto de hacer, aunque había algo que no encajaba, un escalofrió la hizo abrazarse a sí misma.

– ¡I-Ino-san!, ¡H-hay un monstruo horrible allá afuera!– exclamo exaltada al tiempo que se escondía bajo las sabanas.

– ¿Un monstruo?- pregunto la rubia desconcertada, –"Que demonios"– pensó, tal vez el golpe le había afectado demasiado –Hina, no hay ningún monstruo aquí, tranquila– le dijo mientras la destapaba.

– ¡Y-Yo lo vi! Es verde y peludo…e-es horrible– lloriqueo la susodicha, apretando las sabanas contra su pecho

– ¿Verde…y peludo?– la miro detenidamente como queriendo averiguar su estado mental –¿Verde y peludo?– repitió en un susurro, una estruendosa carcajada escapo de su boca al darse cuenta de que hablaba la Hyuga, intento tranquilizarse pero le era imposible, así que siguió riendo hasta que le dolió el estómago.

–Ay Hina lo que viste no era un monstruo- susurro entrecortadamente –Era yo…– hablo como pudo, intentando controlar los espasmos de otro ataque –Ayer me puse una mascarilla de aguacate y un tratamiento para el cabello... y mi pijama es verde y peludita– termino de explicar el malentendido –Pero no soy horrible eh– expreso con fingida molestia, cruzándose de brazos.

–Ohhh…yo…entonces no…l-lo lamento Ino-san– no sabía que decir, estaba que se moría de la vergüenza, si alguien se llegaba enterar de lo que estaba intentando hacer antes de desmayarse seguro seria el hazme reír del mundo mundial. Quería que la tierra se la tragara.

–Tranquila Hina solo bromeaba, aunque, mmm me preguntaba ¿Qué hacías levantada a esas horas y porque corrías?

–Ahh…yo, este… bueno, veras– ahora si estaba en apuros, era una pésima mentirosa –Mmm bu-bueno yo es-estaba b-buscando un baño…y este…e-es-escuche un ru-ruido mmm y m-me asuste e-e intente re-regresar al cuarto.

–Mmm bueno como sea, lo importante ahora es que estas bien ¿Verdad?

–Ehh si estoy bien…mmm Ino-san ¿Qué paso anoche? es que…no recuerdo como llegue aquí– pregunto en un susurro la morena.

–Mmm veras, después de encontrarte completamente mojada te trajimos a casa para que te asearas mmm y bueno te quedaste dormida en la bañera, supusimos que estabas muy cansada así que no quisimos despertarte, y papa te trajo a esta habitación para que descansaras.

–T-tu p-papa me trajo…el me vio…– intento preguntar pero su vergüenza era demasiado notoria

–Oh no, no, no– exclamo sorprendida negando con la cabeza –Mi mamá fue la que se encargó de vestirte, no dejo que yo la ayudara, mientras tanto yo fui a decirle a mi padre que te llevara a mi cuarto, pero mi madre se opuso dijo que estarías mejor aquí– explico encogiéndose de hombros.

–Ahh comprendo, pero y mi padre sabe que…–

–No te preocupes mamá ya había hablado antes con él, diciéndole que te quedarías a dormir en mi casa, y tu padre tuvo que aceptar, mi madre es muy insistente cuando se lo propone, bueno basta de tanto bla, bla, bla, hay que darnos prisa para asistir al colegio, anda levántate, vamos a mi cuarto para que te des un baño y te cambies– ordeno tomando de la mano a la Hyuga y llevándosela a su alcoba

–Ehh espera es que…– intento replicar mientras era llevada a rastras –mmmm yo n-no tengo ropa– susurro mordiéndose el labio cuando hubieron llegado.

–No tienes de que preocuparte yo te puedo prestar un uniforme, tengo varios.

–Oh no…yo no quiero causarte más molestias.

–No es ninguna molestia Hina, y no acepto ninguna negativa así que entra al baño y date una ducha, mientras yo alisto las cosas y por la ropa no te preocupes ok…a y no pongas seguro ayer casi me da un infarto cuando no me abrías.

"Ok" y "l-lo siento" fueron sus únicas respuestas acompañadas de un inmenso sonrojo y después desapareció dentro del cuarto de baño, mientras tanto la rubia se dedicaba a buscar el uniforme, cuando por fin lo hubo encontrado, entró al baño, lo coloco en la repisa y se retiró sin hacer ruido para no incomodarla.

Cuando la Hyuga salió de la ducha se encontró una sexy ropa íntima de encaje negro y un uniforme demasiado pequeño, se sonrojo demasiado, ella jamás usaría algo así, suspiro resignada, en esta ocasión no le quedaba de otra más que usarlos.

Una vez cambiada se miró en el espejo y sintió pánico, todo mundo la observaría y eso no podía pasar, ella no quería ser vista, unos golpes en la puerta la hicieron reaccionar, respiro hondo y salió del baño temblando de nervios.

–Qué bueno que sales Hina, ya me estaba impa…– su frase se quedó inconclusa al ver salir a la Hyuga, ella sabía que era una chica agraciada aunque nadie lo notara, pero el verla así, era más que eso, era muy, muy bonita y tenía un cuerpo de infarto. Un único pensamiento cruzo por su mente, hoy la transformaría y le callaría la boca a todos esos idiotas que se burlaban de ella, incluido los amigos de su tonto hermano.

–Te ves lindísima Hina, deberías de vestirse así más seguido– le sugirió –Ven siéntate aquí te hare un cambio de look– le dijo señalando una silla cerca del tocador.

–Ino-san no creo que…

–Anda Hina, no será nada extravagante lo prometo.

–Ok– suspiro abatida, no tenia de otra, así que se dirigió hacia donde estaba la rubia, se sentó y cerró los ojos, no quería ver lo que le haría.


– ¿Cuánto más tardaran en bajar?– pregunto la pelirroja a la nada –Espero y no mucho, ojala Hinata ya se encuentre mejor, pobrecita ha sufrido mucho– se auto respondió, sin importar que su hijo la mirara con una gota tras la nuca, a veces su madre hacía y de decía cosas extrañas pero era mejor no decir nada si querías seguir vivo.

El rubial se comenzaba a impacientar, su padre le había dicho antes de irse, que tendría que llevar a su hermana y a la Hyuga al colegio porque él tenía una junta importantísima y no podía llevarlas, suspiro frustrado mientras desayunaba, si ellas no bajaban en 5 minutos se iría sin importar lo que le dijeran sus padres, no iba a estar como un idiota esperando a que las señoritas terminaran de embellecerse, bueno al menos su hermana, Hinata era harina de otro costal. El sonido de la puerta del comedor al abrirse le hizo alzar la vista para encontrarse con algo que jamás de los jamases imagino.

Ahí parada en la entrada del comedor se encontraba la criatura más hermosa que haya visto, sintió un cosquilleo nacer en su estómago y recorrer cada centímetro de su ser, exhalo el aire que había estado conteniendo y parpadeo varias veces intentando vanamente deshacer la ilusión, pero era tan real que no podía apartar la vista de ella, la ojiplata traía unos lindas bailarinas lilas con tonos negros, unas medias negras que le llegaban arriba de la rodilla y una falda que le llegaba unos centímetros debajo de la mitad del muslo.

Era la primera vez que admiraba la falda escolar del colegio, ósea una simple falda de satín, circular de pretina ancha en color negro, pero, es que tenían que entender, que esa falda en ella, se le veía increíble, se ajustaba perfectamente a su cuerpo delineando su estrecha cintura, su vientre plano y sus amplias caderas además de mostrar una pequeña parte de sus esbeltas y blancas piernas, siguió su escrutinio ahora con la blusa de color lila y fue ahí cuando se sintió muy acalorado, –"Santa mierda"– pensó, al igual que la falda, la blusa hacia resaltar en demasía sus atributos y que atributos, se le amoldaba perfectamente al torso resaltando todo lo "bueno" de ella, se sonrojo levemente por sus pensamientos morbosos, sacudió levemente la cabeza y fijo la vista instintivamente en sus muñecas pero la blusa era de manga larga así que era imposible ver las marcas, por ultimo examino su rostro y fue ahí cuando se sintió desfallecer, jamás había visto a la Hyuga con el cabello suelto, era largo hasta sus caderas y de un color singular, negro con destellos azules como el manto nocturno, a mitad de cabello traía unos cuantos bucles y usaba un listón lila como diadema, un par de mechones a cada lado enmarcaban su angelical rostro además su flequillo había sido recortado dejando ver así sus hermosos ojos y sus largas pestañas, ahora risadas y con un poco de rímel haciéndolas ver más enigmáticas y por ultimo un poco de brillo labial para resaltar sus rosados y carnosos labios, sintió la imperiosa necesidad de besarlos y morderlos, se dio una bofetada mental al darse cuenta el rumbo que estaban tomando sus pensamientos y decidió enfocarse en terminar su desayuno.

– ¡Hinata! Querida que hermosa estas– semi grito la Uzumaki al tiempo que se paraba y caminaba hacia las chicas –Dios te pareceres tanto a Hana, ven siéntate aquí a mi lado.

–G-gracias Kushina-san– respondió la chica avergonzada –disculpe ¿Usted conoció a mi madre?- pregunto una vez sentada.

– ¡Claro!, fuimos compañeras en el instituto, éramos grandes amigas al igual que Mikoto Uchiha, la mama de Sasuke Uchiha– sonrió al recordar viejos tiempos, un suspiro escapo de sus labios –Pero cuando se casó con tu padre, Hiashi, perdimos contacto, lo único de lo que me entere es que se habían ido de la ciudad– susurro melancólica –Pero cuéntame cómo ha estado– pidió con los ojos brillantes de emoción.

Se mantuvo callada y con la mirada gacha unos segundos antes de responder –Mi madre…f-falleció hace 12 años– susurro con la voz un poco ronca, carraspeo para aclararla y prosiguió –C-Cuando dio a-a luz a mi hermanita, su-sufrió una hemorragia interna y-y los doctores n-no pu-pudieron hacer n-na-nada– un quejido ahogado escapo de sus labios, a pesar de haber pasado tantos años aun le costaba hablar de su madre.

– ¡Dios santo! Yo no sabía nada– expreso la pelirroja abrazando a la ojiperla –L-lo siento mucho Hinata– le susurró al oído, acariciando su cabello intentando así trasmitirle seguridad, pero ella se encontraba igual o peor que la azabache, una lagrima descendió por su rostro, –"Trece años"– pensó, –"Ni siquiera eso pudo decirme…maldito bastardo"– alzo levemente la vista y observo a sus hijos mirarlas con tristeza, hizo un gesto negativo cuando el rubio hizo el ademan de querer acercarse a ellas, lo que la ojiperla necesitaba era sentirse segura no recibir condolencias. La fue soltando poco a poco cuando la sintió más relajada, sus ojos perlas se encontraban brillantes por las lágrimas retenidas y su rostro refleja una tristeza infinita, sintió admiración y aflicción al ver el esfuerzo de la ojiluna por no llorar, por guardar sus sentimientos y penas para ella misma.

–No estás sola cariño– le susurro tomando su pequeño rostro entre sus manos –Ahora me tienes a mí, yo te protegeré– le limpio una lagrima rebelde –No llores bonita o se arruinara tu maquillaje– sonrió involuntariamente al verla reír apenada.

–Gra-gracias– le respondió sonriendo levemente.

–No agradezcas pequeña, mejor porque no me platicas de tu hermanita como es.

–Mmm Hanabi-chan es muy alegre y un tanto explosiva, físicamente se parece mucho a Otoo-san igual que Neji-Nii…–

– ¿Neji? ¿Quién es Neji?– pregunto la pelirroja

–E-es mi hermano mayor– respondió con orgullo, adoraba a su Niisan era un ángel, un ángel que hacía tiempo no veía.

– ¡Tienes un hermano mayor!– medio grito la rubia – ¿Cómo es, alto, guapo, sexy? ¿Cuántos años tiene?– pregunto emocionada la rubia

–Ahh yo no…bu-bueno es alto y tiene el cabello castaño mmm es un año mayor que yo– respondió un poco confundida por el interrogatorio.

–Pero es guapo– insistió la ojiazul

–¡Ya Ino! por dios cálmate, y ahora vámonos que ya se nos hizo tarde– expreso serio el blondo, odiaba cuando su hermana se ponía en ese plan –Papá me pidió que las llevara, tenía una junta muy importante y no podía llegar tarde, así que andando y nada de peros– dijo cuando vio a su hermana fruncir el ceño.

Se dirigieron hacia la entrada principal y mientras el ojiazul sacaba su auto del Garaje la Hyuga se volvió hacia la pelirroja.

–Gracias p-por el hospedaje Kushina-san, espero verla pronto– le dijo haciendo un reverencia

–Estoy aquí para lo que necesites– le respondió mirándola tiernamente –Hina necesito hablar contigo de algo muy importante, ven esta tarde a tomar el té.

–Lo siento Kushina-san, pero padre no me dejara…debe estar muy enojado.

–De eso es de lo que quiero hablar– se acercó un poco más a ella para que nadie más escuchara –Las he visto y créeme que no permitiré que eso siga sucediendo.

No sabía que decir, estaba sorprendida y atemorizada, tenía miedo de lo que sea que le fuera a decir y no quiso imaginar a que se estaba refiriendo, asintió torpemente y con una última reverencia se dirigió a toda prisa hacia el auto donde ya la esperaban los mellizos, se sentó en la parte trasera y suspiro aliviada

–De que quiere hablar mi madre contigo Hina– pregunto la Namikaze girándose en el asiento de enfrente para poder verla, mientras el blondo la observaba por el espejo retrovisor.

Sintió sus mejillas arder al ser el objetivo de 2 pares de azulinos ojos –Ehh pues…de mi familia– respondió esquivando la mirada de ambos, se sentía mareada y perdida, habían pasado tantas cosas en poco días que no sabía si todo era un sueño o delirios de su loca mente, de lo único que estaba segura era que si las cosas seguían así, terminaría en un manicomio. Cerró sus ojos intentando relajarse y poco a poco se quedó dormida.


Hasta el primer capítulo!

¿Qué les pareció? ¿Les gusto? ¿No les gusto? ¿Me doy un tiro? … nose ustedes díganme esperare ansiosa sus reviews, favorites y followers.

Como ya había mencionado al principio serán solo dos capitulitos n.n, tal vez piensen "Ah ya apareció otra loca con la misma historia de siempre" pero que quieren a está loca le nació la inspiración un día como hoy lluvioso y aburrido u.u bueno al menos donde yo vivo ^_^

¡Hasta el próximo capítulo!

Besos!