-¡Únanse a nosotros, o morirán!

El grito del Señor Tenebroso retumbó en cada oído presente en el colegio en ruinas.

Draco respiró hondo y sintió como su corazón palpitaba a mil por hora. Era el momento. Tragó saliva y se abrió paso entre la multitud; este era el momento decisivo, el momento de tomar parte y actuar. Caminó hacia Voldemort sin lograr ocultar el creciente miedo que lo abordaba... y es que cómo no sentirlo?; Severus, debatiéndose entre la vida y la muerte, su madre en riesgo, su amada en riesgo y él, en riesgo, caminando casi literalmente hacia la muerte.

Draco, mi querido Draco …- Escuchó en silencio y rígido la bienvenida mientras sentía como esas sucias manos recorrieron el camino hacia su espalda, en algo así como un intento de abrazo. La adrenalina comenzó a tomar lugar en sus venas a medida que movía sus manos a través de la túnica para devolverle el gesto al señor tenebroso, pero al momento de terminar su recorrido, todo el mundo se congeló.

-Fiel a su estilo, mi señor- dijo Draco al oído de Voldemort mientras desenterraba su varita de la espalda de este; con un brusco movimiento lo apartó de él y lo miró con burla, mientras la cara pálida y deforme que lo enfrentaba cambiaba desde la tranquilidad al espanto, y del espanto a la furia.

Tom levantó la varita y Draco cerró los ojos, sabía que era el final, pero al menos había hecho lo correcto…una vez en su vida.

-¡Un momento Voldemort!- gritó Harry corriendo mientras empujaba a todo mortifago que se cruzara por delante, que al verlo, huían del lugar lo más rápido posible. Voldemort volteo a verlo sin bajar la varita y se encontró solo, sin aliados, y su cara fue mutando levemente a una mueca de disgusto y miedo.- Te llego la hora Tom…- dijo el pelinegro mientras levantaba su varita. Tom apuntó la suya hasta Harry mientras que el desafío de sus miradas parecía eterno, hasta que ambos, perfectamente al unísono, gritaron: AVADA KEDAVRA!

Dos rayos se encontraron en medio de su camino, pero aquel proveniente de la varita de sauco comenzó a avanzar peligrosamente en dirección a Harry. Todos miraban conmocionados la escena hasta que un fuerte grito rompió el shock.

-AVADA KEDAVRA- gritó Neville, mientras su rayo se unía al de Harry potenciando el ataque

-PAR DE IDIOTAS!- les desafió Voldemort, mientras que con un gruñido su rayo se hacía más potente y volvía a avanzar.

-Draco, me haces los honores? - Theodore Nott tomo el hombro de su amigo aun en shock y le sonrió. Draco lo miró, sonrió de lado y ambos giraron la cara hacia el causante de todos y cada uno de sus males.

-Damas primero, Nott- le respondió mientras alzaba su varita.

-Entonces que esperas?- preguntó el ojiazul divertido de la cara de Draco con un fingido mohín.

-AVADA KEDAVRA!- gritaron ambos y Voldemort vio como cuatro poderosos rayos avanzaron rápidamente hasta impactar en su pecho, abriendo más la herida hecha por la varita del menor de los Malfoy para finalmente partir en dos el pecho del oscuro mago.

Un silencio sepulcral reinó en el lugar hasta que los primeros en reaccionar lo hicieron con gritos de victoria que contagiaron a todos. Finalmente, Voldemort había caído.

En otro lado del castillo una castaña lloraba desesperadamente mientras veía como el profesor de pociones no respondía a su llamado.

-Profesor Snape! SNAPE!...- lloraba mientras lo recostaba -Severus por favor…- le rogaba mientras acariciaba la pálida mejilla del profesor ya empapada en lágrimas de la joven. Hermione tomó su varita y comenzó a recitar aquel hechizo oscuro que Malfoy le había enseñado. Había sido demasiada información en las últimas semanas: Draco iba a traicionar a Voldemort, Snape siempre de doble espía y las extenuantes clases de magia oscura impartidas por el platinado para poder salvar a los heridos por su traición. Desde ese momento, había visto el otro lado de la guerra, el otro lado de Malfoy, de Theo... y el otro lado de Snape, aunque ella no lo necesitaba: ya hace mucho tiempo que sabía que Snape no era malo, que todo era una careta, una mentira, un escudo ante la imposibilidad de ser feliz… y así se había enamorado de él.

Cuando finalizó el hechizo y había aplicado las lágrimas de Fénix guardadas personalmente por Dumbledore, La herida de Snape estaba cerrada, pero él aún estaba muy grave. Hermione se levantó del piso para mirar por una ventana hacia el patio en donde la batalla se estaba desarrollando, pero no vio nada. Solo abrazos y alegría.

-Murió, Voldemort murió- dijo entre sollozos, mientras el profesor esbozaba su primera sonrisa en mucho tiempo