Él sabía que el tiempo pasaba ya que las hojas de los árboles caían; a la noche le seguía el dia y este daba paso nuevamente a la noche. También el seguía respirando como de costumbre, parpadeaba después de un tanto y sus células seguían funcionando.

Si, estaba vivo.

Pero nunca se había sentido mas muerto que en ese momento.

El reflejo que miraba de él en la ventana no mostraba diferencia con un cuadro muggle. De vez en cuando miraba a Draco llorar en el sillón, o lo escuchaba tomar otro vaso de whiskey, vaciar su contenido de un solo trago, y estampar el cristal contra la muralla.

Ninguno de los dos había salido de la habitación. A ciertas hora la elfa de Severus les traía comida caliente, postres, frutas y dulces, pero la charola quedaba intacta y la pequeña volvia a retirarla, para traer nueva comida a su amo.

La vista de sus jardines era imponente, al igual que él. Los muggles decían que todo se parecía a su dueño, que no había mal que por bien no venga, que no hay pena que dure mil años… y una sarta de estupideces que en ese mismo momento estaba comprobando eran completamente falsas: su jardín mostraba todas sus hojas intactas, mientras que el estaba destruido por dentro, carcomido por la tristeza eterna, primero por Lilly y ahora por Hermione. Su pena duraba más de mil años: toda su vida había sido puro sufrimiento y ahora cuando por primera vez deseó doblarle la mano al destino… había quedado como un perro lamiéndose las heridas en el rincón más oscuro de su mansión.

Permanecería así por siempre hasta que de una vez, la muerte decidiera llegar, o él la llamaría para acabar con esto.

Pero no Draco.

Se dio vuelta y se encaminó lentamente hacia el platinado que estaba sentado en el sillón, con un vaso en la mano.

- Levántate- le ordenó con su usual tono siseante. Draco levantó la vista y soltó un bufido, para luego volver a mirar el mismo punto en el vacío.

Severus lo agarró del cuello de su camisa y lo levantó, colocándolo frente a él. Alzó la voz y lo miró furioso a los ojos.

- ¡Te dije que le levantaras!- gritó, y agarrándolo esta vez de los abrazos lo sacudió mientras decía.- No permitiré que arruines tu vida por una mujer... vas a tomar un baño, cambiarte esa ropa y cuando regreses a esta habitación, entrarás con la cabeza en alto y olvidarás...-

- ¡No!.- lo interrumpió, soltándose de su agarre para tomar un poco de distancia sin quitarle los ojos de encima.- no haré nada de eso, no saldré de esta habitación ¡Nunca!, ¿Me oiste?...¡Moriré aquí mismo!, ¡Quiero morir ya y acabar con esta vida miserable.!

Severus dio un paso hacia él y volvió a enterrar con fuerza sus manos en los brazos del chico.

- Utiliza tu cerebro para otra cosa que no sea quejarte Malfoy.- siseó.- vas a hacer lo que te ordeno sin decir una palabra y...

- ¡Basta!.- lo interrumpió el chico.- ¡Basta Severus!.- Draco se libró de su agarre y comenzó a caminar por la habitación. El profesor lo seguía con la mirada hasta que finalmente el platinado se volteó para mirarlo con los inundados en lágrimas.- ¿¡Cómo vienes a pedirme que siga con mi vida como si nada hubiese pasado!?.- gritó.- ¡La razón por la que viví, por la que aguanté cada crucio, cada misión, por la que arriesgué a mi vida...apareció, tomó mi corazón y limpió el piso con él!.,¿Acaso tu no sientes nada?, ¡Severus!,¡Acaso no entiendes lo que se siente!, ¡No se como te quedas así después de lo que paso con Hermione!...¿¡No sientes nad…-

Severus cortó la distancia entre ellos con dos grandes zancadas y tomándolo de los hombros lo detuvo.- ¡Por supuesto que me duele!.- Draco guardó silencio al observar los ojos vidriosos de su profesor. Jamás en su vida había visto a Severus llorar. Él mismo había exteriorizado una imagen de inquebrantable pero sabía que dentro de su habitación todo era distinto. Si Snape ahora lloraba la poca seguridad que quedaba dentro de él se haría pedazos...si Snape lloraba, ya nada era seguro en su mundo. El miedo lo recorrió por un segundo pero el profesor lo distrajo de sus cavilaciones.- Ella también me destrozó por dentro, también asesinó mi ser y junto con ella...- siseó, pero su voz fue poco a poco fue perdiendo fluidez al dejarse inundar por el llanto que luchaba por salir como sollozos.- junto a ella...se llevó lo que creí era mi felicidad…- Dos lágrimas cayeron por las mejillas del profesor y Draco se congeló. Se sentía como un niño de 3 años que ve llorar a su padre, el que es firme e indestructible...ahora se estaba derrumbando frente a él.- Draco, para mi eres mi hijo… yo sufrí 20 años por la misma mujer...y eso no pasará contigo.- le dijo enfocando los ojos grises.-Porque yo lo permitiré-

Draco se tiró sus brazos apoyando su frente en el pecho del profesor mientras este lo rodeaba con sus brazos. El platinado se largó a llorar desconsoladamente mientras Severus estaba ahí, sosteniendo su cuerpo y llorando por dentro. Cada lágrima de Draco lo martirizaba hasta querer gritar pero él tenía que ser fuerte...tenía que ser fuerte por los dos.

- No lo permitiré.

Harry estaba dando los últimos toques a la cena mientras pensaba en Daphne. Desde lo ocurrido en la madriguera hace una semana se iba directamente desde el ministerio a la casa de los Weasley, dormía allí y en la mañana, a trabajar.

Ron casi le rogó que lo ayudara con las chicas, y es que Ginny y Hermione estaban desconsoladas. No hacían más que llorar y comer helado, ver películas y de nuevo, llorar.

Harry estaba sirviendo los platos cuando Ginny entró en la cocina. Al principio se sorprendió de verlo allí, aunque en realidad cualquier cosa asustaba a la chica que estaba bastante sensible.

- Hola Harry- saludó monótona.- yo solo vengo por un vaso de agua.

- Hola Ginny, ¿lo sacas tú?.- ella asintió y tomó un vaso del mueble. Se sirvió agua y se sentó en la mesa frente a Harry. Este la miró y trató de ser amigable..

- Y bien…¿ Te sientes mejor?.

- Eso creo... - dijo en apenas un susurro. Levantó los ojos hacia él y sonrió.- Sin duda ha sido de mucha ayuda que ustedes estén siendo tan atentos...gracias Harry.

El solo asintió y le dio una sonrisa de vuelta.

- Para eso son los amigos Ginny.

La pelirroja suspiró.

- Todo sería tan distinto si aún estuviéramos juntos.

Harry se quedó en tal silencio que su corazón hacía eco dentro de él. Vació el contenido del sartén en cuatro platos y se acercó al fregadero para lavarlo. Se sorprendió bastante al darse cuenta que esa revelación no ocasionó nada en él. Aquello por lo que había rogado hace unos meses ya carecía de importancia para el azabache.

Cerró los ojos y tomó aire. A medida que el olor de la cena entraba en sus narices el rostro de la razón por la que ya no tenía esa emoción en el pecho ante las palabras de Ginny se fue dibujando en su mente y tras encontrarse con sus ojos verdes, soltó todo el aire de una vez. Colocó el sartén a estilar y se sentó frente a Ginny en la mesa, que le sostenía la mirada

- sería todo diferente si hubiese dicho que sí, que no, que era rojo o que era verde...hicimos millones de elecciones que de ser diferentes quizás donde estaríamos en este momento...pero no fué así.- su voz intentaba sonar calmada y comprensiva, pero Ginny no hacía más que revolverse en su asiento y continuó.- En este momento piensas que si lo nuestro hubiese seguido, no estarías sufriendo como lo estas haciendo ahora, pero eso ni yo te lo puedo garantizar, incluso podríamos haber terminado peor.- alargó su mano y la colocó sobre las manos que la pelirroja movía nerviosamente sobre la mesa.- lo importante Ginny, es que te seas fiel a ti misma… ¿Qué quieres hacer ahora?.- inquirió.- ¿Irte a otro lugar?...¿Quedarte en la habitación…?...o quizás…- dudó unos segundos.- quizás quisieras ir a hablar con Draco sobre..-

- ¡No!.- espetó ella parándose abruptamente de su asiento.- No iré a hablar con él… ya está todo dicho.- dijo bajando su voz hasta casi un susurro y agachó la mirada para salir rauda del lugar tras decir "permiso Harry".

El chico se quedó en su lugar unos segundos y recostó su cabeza sobre la mesa. .

- "Qué estarás haciendo ahora Daphne"

Pansy no tenía muchas amigas. Durante sus años en Hogwarts había sido bastante odiada por todas las Slytherins envidiosas de que ella tuviera la impresionante habilidad de engatusar al hombre que quisiera, además de haber sido la destinataria del premio más anhelado por todas: Draco Malfoy.

Por ello, Daphne no se pudo negar cuando una carta con la tinta corrida por lágrimas le había llegado de ella pidiendo con urgencia una amiga que la escuchara.

Pansy se demoró cinco minutos en llegar al café muggle donde Daphne la estaba esperando. A sorpresa de esta última, la ropa que llevaba Parkinson era calificable como "normal" por lo que nadie las miraría esta vez como un bicho raro.

Se sentó en la silla que estaba frente a ella en silencio y la mesera les tomó la orden.

- Pansy...puedo ver a través de tus gafas oscuras lo mal que están tus ojos…¿Que pasó?.- colocó una mano sobre la de la chica y se inclinó hacia ella.- ¿Pasó algo con tus padres?.

Ella negó con la cabeza.- Daphne...hice algo terrible.- tomó un sorbo del té frente a ella y suspiró.- Amiga...estuve un mes cavando mi propia tumba, y ahora...ahora me quedé sin nada por un capricho estúpido.- Se sacó los anteojos y arrancó las lágrimas de raíz de sus ojos con una servilleta. La rubia le sostuvo la mirada y la animó a continuar.

- Amiga, no hay nada que no se pueda reparar...confía en mí.- le ofreció una sonrisa y Pansy soltó todo.

Daphne escuchó todo el plan mientras quedaba paralizada por el horror. Tenía frente a ella la razón por la que Harry no había aparecido en una semana por su departamento...la razón por la que el chico que le gustaba se había borrado del mapa.

Quería asesinarla con sus propias manos.

Pero su mente de serpiente la obligó a asentir en silencio, consolar a Pansy e intentar tranquilizarla. Cuando llegó el momento, acompañó a la pelinegra a un callejón cercano donde pudo volver a su casa y ella caminó hacia su departamento en silencio.

De verdad lo sentía por Pansy, ella en ese mismo momento estaba experimentando lo que era pasar penas por amor...pero tenía en sus manos información valiosísima que podría incluso mandar a personas a Azkaban. Miró como acto reflejo por sobre su hombro por miedo de que alguien pudiera leer su mente o sospechar de ella, aunque los muggles no conocieran la legeremancia: sentía como si llevara un tesoro en su bolsillo trasero.

Subió rápidamente al tercer piso del edificio y entró a su departamento. Cerró la puerta con llave y se fue directamente al living, paseando nerviosa por la estancia.

- "A quién debo recurrir"...-pensó. Su mente trabajaba lo más fríamente posible para encontrar la mejor solución. La primera opción fue Draco, que claramente sería uno de los más interesados por estar directamente implicado en el tema...pero su reacción sería demasiado impulsiva y podría llegar a matar a Weasley…"que sería lo mismo que yo haría".- pensó.

Se sentó en el sillón mordiéndose nerviosamente las uñas pensando en la persona correcta. Podía hablar con el profesor Snape…"descartado completamente"...Hermione…"demasiado Gryffindor para creerme".

Se dio un golpe en la frente con la palma de su mano y se levantó como impulsada con un resorte. cogió una chaqueta del armario y tomó la varita guardada recelosamente en el último cajón del clóset.

Se alistó y sonrió para sus adentros.-"como no se me ocurrió antes".

Y desapareció hacia su destino.

Luna se colocó su anillo de compromiso y se encaminó al despacho de su futuro marido. Tocó suavemente la puerta y entró, ofreciéndole una sonrisa al ojiazul. Él se levantó del escritorio y fue a su encuentro con un beso.

- Escúchame.- le pidió levantando su barbilla para poder mirarla a los ojos.- si tienes cualquier inconveniente, apuntas el anillo con la varita y…-

- Tú estarás ahí inmediatamente.- le completó la rubia con una sonrisa.- Lo sé, me lo has repetido mil veces Theo…-

- Así lo tienes presente.-

Luna sonrió, pero recordar el motivo de su visita a sus amigas entristeció su semblante.

- Hoy averiguaré qué fué lo que pasó.-

Theo se apoyó en su escritorio y la miró, mientras analizaba la situación.

- Debemos ser precavidos… ¿Por qué no has ido hasta ahora a verlas?

- Porque estaba en un viaje de negocios contigo, nos fuimos urgentemente ese mismo dia.

- Y has sabido algo de Draco o de Severus?.-

- Nada, acabamos de llegar.-

Luna lo miró inocente y lo abrazó. No quería mentirle a sus amigas, pero luego de que Theo llegara destruido al ver cómo estaban sus amigos, habían trazado un plan para descubrir la verdad y conocer a los culpables de esto. Theo tenía buenos contactos en el ministerio que le habían pagado un par de favores, por lo que sabían que hoy, a las seis de la tarde, Ron y Harry se iban de misión fuera del país.

Theo estaba seguro que en esto estaba la mano de esos dos.

La chica se soltó del abrazo y de la mano de Theo se encaminó a la salida de la mansión. Le dió un beso de despedida y tras decir "te amo", la vio desaparecer frente a él. Guardó las manos en los bolsillos de su pantalón y se encaminó de vuelta a su despacho. El sonido de una aparición lo hizo sonreír de medio lado y se giró diciendo.

- Que se te quedó mi olvidadiza… ¿Daphne?.- Preguntó extrañado y con el ceño fruncido, pero de inmediato una sonrisa se formó en su rostro.- ¡Daphne! que gusto verte nuevamente.-

La chica sonrió y se acercó a él.

- Te aseguro que te dará mucho gusto esta visita.

Theo abrió los ojos de par en par ante la insinuación de la chica.- Ehm, Daphne yo estoy comprometido… yo no..-

La platinada se ruborizó a más no poder al ver lo que el chico había entendido.- ¡No!, o sea Theo yo no…- sacudió su cabeza para volver a la seriedad.- hay algo muy importante que debo decirte Theo, es un asunto serio.

El ojiazul al ver que sus pensamientos habían viajado en una dirección completamente equivocada la invitó a entrar a su casa y la condujo a su despacho.

- Y bien, ¿De qué se trata lo que me tienes que contar?.

Daphne se removió en el asiento y suspiró.

- Sobre la trampa que le pusieron a Draco y Snape.

Luna miró la madriguera y avanzó con su paso tranquilo hasta la puerta. Tocó suavemente y esperó, mirando distraídamente las maderas del techo bajo el que se encontraba hasta que sintió como la puerta era abierta.

- ¡Luna!.- la saludó Harry alegremente.- ¡que gusto verte!, hace mucha falta tu presencia en estos momentos.- dijo mas para si mismo abriéndole el paso a la rubia.- pasa por favor.

La chica se quedó en su lugar más de lo necesario e hizo su mejor esfuerzo por sonreír. Entró con paso nervioso y tragó saliva.

- Hola Harry Potter, también es un gusto verte.- le sonrió nerviosa.- ¿no deberías estar en una misión?.

El ojiazul la miró extrañado.- y tu como sabes que tenía una misión…?.-

Luna abrió los ojos haciéndolos ver más grandes que de costumbre y soltó- Porque... es tu trabajo.

- Claro, evidentemente.- dijo el azabache meneando su cabeza.- disculpame Luna, es que esta semana ha sido de locos, ya ni sé donde tengo la cabeza… de hecho hoy el ministro pasó mis misiones a otro grupo por mi "comportamiento distraído".- dijo apesadumbrado.

- No estés tan triste Harry, pronto se solucionará todo, ya verás.- Le ofreció una sonrisa, que el chico respondió.

- Extrañaba tu optimismo Luna...gracias, de verdad…- dijo sincero.- ¿Vienes a ver a Hermione y Ginny?.- la chica asintió con la cabeza.- Están en la habitación de Ginny, puedes subir si quieres, yo las acompaño en un rato.-

- Muy bien Harry, te esperamos en un rato entonces…- dijo tranquila mientras se levantaba para ir en busca de sus amigas.

Tres golpes en la puerta interrumpieron las ensoñaciones de Hermione.

- Adelante…-

Ron entró por la puerta con una pequeña taza de café en la mano. - Hola Hermione… ¿Te sientes mejor hoy? te traje un café para que tomes algo caliente.- Ron esbozó su mejor sonrisa, pero Hermione ni siquiera le había dirigido la mirada. Avanzó hasta ella que estaba sentada en la cama con la espalda apoyada en la muralla y la vista perdida a través de la ventana, se sentó junto a ella y extendió su mano para colocarla sobre la de la castaña pero esta rehusó el contacto

- Ron, por favor… quiero estar sola.-

El pelirrojo bufó molesto.- ¿Sola? pasas todo el dia aqui, sola sentada y mirando a la nada…¿No ves que estoy aquí por ti?,¿No ves todas las cosas que he hecho por ti?

- No te lo he pedido…- replicó cansada

- ¡Hasta te hice un café!.-

- ¡Basta Ronald!.- gritó mirandolo fieramente a los ojos.- Te pedí que me dejaras sola…¿¡No puedes respetar eso!?.

Ron se levantó abruptamente de la cama pero en vez de dirigirse a la puerta, se colocó frente a ella.

- ¡Eres tu la que no tiene un mínimo de consideración conmigo!...he hecho todo para agradarte y para que te des cuenta de que nunca debimos dejar lo nuestro, ya deja de una vez por todas de llorar por el murciélago ese y mirame a mi... ¡Ni siquiera has mirado el café!

- ¡Yo no tomo café!.- gritó levantándose de la cama.- ¿¡Me viste alguna vez tomándolo en Hogwarts!?.- Ron solo calló.- ¡Nunca!, porque a tu nunca miraste a mi lado, ¡Ni siquiera me conoces! y lo siento Ronald, pero el hecho de que…- Hermione no pudo seguir hablando, volteó la vista para que Ron no viera sus ojos vidriosos y saltó por sobre ellas.- Eso no es razón para que nosotros retomemos algún tipo de relación.

Ron apretó con fuerza los puños mientras su cara se mimetizaba con su cabello.- ¡Razona Hermione!... ¿Acaso no escuchaste todo lo que te dijo Snape?, él no te ama, es más le das asco tu y tu sangresuci…-

Ron no terminó el insulto. Antes de poder pronunciar la "a" su cabeza se volteó casi el noventa grados a su derecha y en su mejilla se extendió rápidamente el ardor del dolor. A medida que Hermione bajaba su mano, apretó fuertemente el puño y tomaba aire para decir.

- Después de esto Ronald Weasley, date por enterado que serías el último hombre de la tierra que escogería para tener a mi lado...ahora, lárgate de una vez.-

El pelirrojo se llevó una mano a palpar el dolor y con la furia en sus ojos se dió media vuelta hacia la puerta, dando un fuerte golpe al salir.

Hermione se lanzó a la cama a llorar. Se sintió profundamente humillada cuando el idiota de Ron le restregó en su cara como el que creía el amor de su vida la había pisoteado por el suelo. Por ello, cuando sintió la puerta abrirse, no pudo más que incorporarse abruptamente de su lugar.

- ¡Te he dicho que te fueras Ro…!- Iba gritando hasta que enfocó los ojos saltones de Luna.

- Creo que me has confundido.- dijo tranquila, esbozando una sonrisa. Se acercó lentamente hacia ella y sentándose en la cabecera, colocó la cabeza de la chica sobre sus muslos, acariciandole el pelo. Hermione se lanzó a llorar ahora en confianza, con el apoyo que necesitaba y se desahogó.

- Tranquila Herms... - le dijo Luna.- yo estoy aquí.

Luna acariciaba su pelo mientras esperaba pacientemente a que terminara de llorar. La castaña lloró intensamente durante unos minutos hasta que sus sollozos fueron decayendo hasta que ya no cayeron más lágrimas desde la castaña.

- Mejor?- Hermione movió lentamente su cabeza arriba y abajo.- Bien Herms...ahora explicame…¿Que fué lo que pasó?.

Theo se levantó abruptamente de su escritorio y golpeó la mesa con su puño, sobresaltando a la rubia.

- Daphne… supongo que sabes lo grave que es lo que me estas diciendo.- su tono se había vuelto amenazantemente tranquilo, casi imitando la viperina lengua de Severus.

- Lo se perfectamente.- respondió segura- por algo he venido a contarte lo que sé.

Theo se llevó las manos al pelo y se agarró la cabeza. Avanzó hasta el sillón donde tenía su chaqueta cogiendola y avanzó hasta la puerta. Daphne se levantó detrás de él y lo siguió en silencio hasta el salón principal.

- ¿A donde vas Theo?.-le preguntó entre jadeos, ya que el ojiazul casi corría por la mansión.

- A donde vamos querrás decir.-

Daphne lo agarró del brazo y lo volteó, deteniendo su avance.- Theo, yo no quiero involucrarme en esto...llevo mucho tiempo lejos del mundo mágico y…-

Theo asintió.- lo entiendo Daphne...ahora no es necesario que me acompañes, pero requeriré tu ayuda pronto.- la chica apretó sus labios en gesto de frustración y luego asintió.

- Esta bien Theo, te lo debo por todo lo que has hecho por mi... - se sonrieron mutuamente. Al recordar esos viejos momentos en la casa de Salazar, un aire verde y plata los envolvió a ambos. La rubia lo miró con una chispa de malicia y sonrió de medio lado.- Y...que tienes planeado hacer?

Theo se colocó la chaqueta y se dirigió a su chimenea.

- Voy a hacerlos pedazos…- lanzó los polvos e indicó su destino. las llamas se tornaron verdes y entró al lugar, dirigiendole la última mirada a Daphne.- pero no lo haré solo.