Disclaimer: Percy Jackson y los Dioses del Olimpo son propiedad de Rick Riordan Tal como lo son, los Héroes del Olimpo.


Siente como todo el cuerpo le duele. Intenta abrir los ojos, pero los parpados le pesan demasiado. Un olor, como a de hospital le llega al cerebro, a través de las fosas nasales. Frunce su nariz, intentando eliminar el olor. Entonces, recuerda.

Zeus arrogando su rayo maestro contra Luke, Percy interponiéndose, el olor a ropa quemada y carne chamuscada, Nico y él intentando que no se muriese...

Abre los ojos.

Will se incorpora. Sus ojos se entornan por culpa del sol. Gime molesto, maldiciendo a su padre. Mirando a su alrededor, se da cuenta de que se halla en el templo de Apolo, en la enfermería. Aparte de él, solo habían otras dos personas en la habitación, una dormida y la otra despierta. Percy Jackson y Nico di Angelo.

Percy se halla tumbado en unas de las camas, dormido (o al menos Will cree que es eso.) Nico, por su parte, se encuentra sentado en una silla, al lado de su cama, contemplando el rostro dormido de Percy.

Will se puso de pie, acercándose ha donde estaban los dos primos.

—¿Cómo esta? —preguntó Will a Nico.

—Bien —respondió Nico—. Apolo dice que tendría que despertar pronto.

Will asiente, sentándose junto a Nico. No hablaron por varios minutos.

—¿Puedo hacerte una pregunta, Nico? —preguntó Will, mirando al hijo de Hades. Este gruñó, así que Will lo tomó como un sí—. ¿Estás enamorado de Percy?

Will puede saber la respuesta, sin que Nico se la diga. Lo puede notar en la dureza de su mirada, y la tensión en sus músculos. Nico es gay, y esta enamorado de Percy.

—¿Cómo... cómo te has dado cuenta? —susurra Nico.

—No es muy difícil hacerlo —dijo Will, encogiéndose de hombros—. Creo que por la forma en que lo miras.

Nico no dice nada. Sigue con la vista al frente, mordiéndose el labio inferior. Will no necesita saber que esta pensando Nico.

—No creo que nadie más se haya dado cuenta —murmuró Will, ganandose una mirada del hijo de Hades.

—Tú lo has hecho —apuntó Nico. Will bufó.

—No lo digas como si fuese un inútil —se quejó Will. Sonrió de medio lado—. No tienes que preocuparte, Nico. Eres una persona increíble.

—Hablo con los muertos —replicó Nico.

—Eso es guay —dijo Will—. Puedes hacer aparecer el fantasma de Freddie Mercury, y dedicar un concierto en exclusiva.

—Nunca he escuchado nada de Freddie Mercury —confesó Nico.

—No puede ser —replicó Will—. Cuando volvamos, te aseguro que te sabrás al dedillo todas las canciones de Freddie Mercury.

Nico rodó los ojos, y Will le paso un brazo por el hombro. Nico se tensó durante unos instantes, pero después se relajo.

—No te preocupes, tu secreto esta a salvo conmigo —le aseguró el hijo de Apolo.

—¿Qué secreto? —preguntó una voz.

—¡Percy! —exclamaron los dos, al ver al hijo de Poseidón despierto—. ¿Cómo te encuentras? —preguntó Will.

—Cómo si la Cara Pino me hubiese sacudido una descarga eléctrica —respondió Percy, en un murmullo—. ¿De qué secreto habláis?

—Es un secreto, Sesos de algas —replicó Nico, poniéndose de pie—. Voy a avisar que te has despertado.


Percy, si se quitaba el hecho de que un rayo le había abierto el pecho, se encontraba bastante bien. Le dolía un poco el pecho, y su cuerpo se resentía, pero quitando eso, se encontraba fresco como una rosa.

Apolo le había hecho un chequeo rápido, y había declarado que no hiciese esfuerzos forzados. Algo difícil, pensaba Percy, si tenía que estar aguantando abrazos tritura huesos de la gran mayoría.

Después de desayunar, Percy tomó el camino hacía el palacio principal. Annabeth había querido quedarse con él, pero Percy le convenció que no hacia falta. Iba paseando, mirando a su alrededor, que no se percató que alguien se había colocado detrás suyo, hasta que le oyó hablar.

—¿Por que lo hiciste?

—No sé de que hablas, Luke —respondió Percy, con tranquilidad—. He hecho varias cosas, que me harían encerrar en un psiquiátrico.

—¿Por qué te pusiste en medio del rayo? —aclaró el hijo de Hermes.

—¡Ah, eso! —exclamó Percy, como si recién se diese cuenta—. Por tres motivos. El primero, es que eres inocente y es injusto acusarte por algo que no has hecho. El segundo, es que Annabeth y Thalía ya han sufrido bastante —algo se removió dentro de Luke—. Y el tercero, es que necesitas estar vivo, para ver lo que hiciste.

Luke no dijo nada, y Percy siguió caminando.

—Espera. ¿A qué te refieres con que Annabeth y Thalía ya han sufrido bastante? —preguntó Luke a gritos.

Percy se encogió de hombros.

—Tendrás que leer para averiguarlo —respondió Percy, como si nada. Luke maldijo, y siguió a Percy a la sala de los tronos.


Después de que todos estuviesen instalados en sus sitios, Zeus cogió con disimulo su rayo maestro, y apuntó a Luke.

—¡Papá! —exclamó Thalía, al ver a su padre.

Entonces, hubo un destello de luz, y las tres Parcas aparecieron.

—¡Dioses! —dijeron al trío—. Jurasteis no atacar a nadie por el río Estigio... ¡Más os vale mantener vuestra promesa! Decidimos mandaros estos libros, para que no cometieseis los errores que salen en ellos. Y la mayoría de semidioses que salen aquí, son importantes en mayor o menor medida. Así que nada de atacarles. Y eso también va por ti, Zeus.

—Sí, señoras —dijeron los dioses.

Hestia suspiró.

—¿Quién lee primero? —preguntó Hestia, cogiendo el segundo libro.

—Yo mismo —respondió Teseo, cogiendo el nuevo libro—. Percy Jackson y los Dioses del Olimpo II: El mar de los monstruos.

—El único mar que odio —gimió Poseidón—. Teseo, empieza a leer.


Hola gente,

primer capítulo, iniciando una nueva parte de estos fics.

Ya sé que es corto, pero no es más que un capítulo introductorio, así que no pidáis demasiado. Los que esperaban más momento, Orión/Artemisa, los habrá. Pero por ahora, están manteniendo lo suyo oculto para casi todos... *cofcofAfroditacofcof*.

Bueno, espero que os haya gustado.

Se despide,

Grytherin18-Friki.