Casi dos años después…

-¿Estás listo? – le preguntó Misa a L desde la habitación de al lado.

El chico se echó un momento la mano al bolsillo para asegurarse de que lo llevaba todo.

-Sí, ¿y tú? – contestó él.

L iba vestido como siempre, pero Misa había aprovechado para ponerse su yukata rosa con flores estampadas, lo cual hizo que el chico se enrojeciera cuando la vio aparecer arreglada.

-Estás guapísima – acertó a decir.

-Gracias – le sonrió ella.

Ambos salieron de su casa, la cual se habían comprado poco después de aquel cumpleaños de L en el que Misa le regaló la bufanda hecha a mano, y se dirigieron hacia un típico festival de verano que se celebraba esa misma noche cerca de allí.

-Bueno, ya estamos aquí. ¿Adónde quieres ir primero? – preguntó L al llegar a la zona del festival.

-Me da igual, ¿qué tal si vemos los puestos de esta zona? – propuso ella.

Los chicos estuvieron mirando las tiendas y comprando algunas cosas cuando se detuvieron enfrente de uno de los puestecillos.

-¡Vengan e intenten ganar en nuestro juego! – exclamaba la tendera – Chicos, ¿os hace una partidita? – les preguntó al ver que se habían detenido a observar – Tenéis que encestar el mayor número de pelotas en la canasta en tan solo un minuto. Cuantas más entren mayor será vuestra puntuación y mejor será el premio que podréis llevaros.

-Parece muy divertido – dijo la rubia – Ryuzaki, vamos a intentarlo.

-Vale – asintió él – ¿Qué premio te gusta? – le preguntó y ella los observó más detenidamente.

-Ese perrito de peluche – contestó la chica al fin tras decidirse.

-¡Guau! Mucha suerte – les deseó la chica del puesto – Ese es uno de los premios más difíciles de conseguir. Necesitáis encestar al menos veinte canastas – añadió señalando un cartelito que había bajo el peluche y que indicaba la cantidad.

-Perfecto. Pues vamos a por él – respondió L.

Se puso en marcha un cronómetro y entonces entre L y Misa lanzaron todas las pelotas que pudieron a la canasta durante un minuto, al cabo del cual sonó una alarma que indicaba el final del juego.

-¡Vaya! ¡Sois geniales! – exclamó la chica del puesto impresionada – ¡Entre los dos habéis encestado treinta en total! ¡Felicidades! Aquí tenéis vuestro premio – añadió dándoles el perro de peluche.

-¡Qué bien! – exclamó Misa aceptándolo.

-Bueno, ¿qué hacemos ahora? – le preguntó entonces L a la rubia.

-Tengo algo de hambre. Podríamos ir a comprar bolitas de pulpo y algunos dulces – contestó ella.

-De acuerdo.

Por el camino fueron viendo algunos puestos más hasta que llegaron primero a uno que vendía caramelos y más tarde al de las bolitas de pulpo.

-Hola, chicos – los saludaron Sayu y Matsuda a la vez.

-Hola – contestaron L y Misa.

-También habíamos pensado comprar bolitas de pulpo nosotros – dijo Sayu – Qué casualidad, ¿no?

-Sí – le sonrió Misa.

Entre los recién llegados las cosas también seguían bien. Tenían previsto casarse al año siguiente, y además la madre de la chica lo adoraba a él y seguía defendiendo la relación.

Después de cenar se aproximaron al templo y antes de llegar se encontraron con las otras tres parejas, las cuales también seguían unidas tal y como estaban. Además, al día siguiente de que L y Misa decidieran comprarse una casa, Yuko y Mello ya habían adquirido la que estaba justo al lado, Near y Linda la de enfrente y Matt y Sakura la que estaba al otro lado.

-¡Hola! – los saludó Yuko – Mello y yo hemos parado en el puesto en el que hay que sacar las bolitas del agua con un gancho – añadió mostrando las que habían conseguido.

-Son muy bonitas – le dijo Sayu.

-Primero Mello ha sacado esta verde con rayas rosas, y luego he decidido conseguirle yo para él la azul oscura con estrellas amarillas dibujadas – explicó – Y viendo nuestro éxito hemos seguido jugando y al final hemos terminado cogiendo ocho más.

-¡Qué bien! – exclamó Misa – Pues tu hermano y yo hemos conseguido esto – añadió mostrando el peluche.

-Y nosotros hemos hecho una parada en el puesto de los peces dorados – les contaron Linda y Sakura a la vez.

Ambas llevaban varios peces de colores en sus respectivas bolsas.

-¿Habéis pensado ya qué nombres les vais a poner? – les preguntó Yuko.

-Aún no – contestó Sakura.

-¡Yo sí! – exclamó Linda – Les voy a poner nuestros nombres.

-¿En serio? – le preguntó Near.

-Claro. Mira, por ejemplo este que es rojo será Matt. Y este que parece que tiene cara de mala leche se llamará Mello – se los fue señalando la chica.

-¡No me fastidies! ¡Ese es el más feo de todos! – se quejó el rubio y todos los demás se empezaron a reír.

-Lo siento, ya está decidido – respondió Linda – A cambio, al más bonito le pondré Yuko – añadió chocando los cinco con la aludida.

-Eso sí me parece bien – contestó Mello.

-Eh, ¿y a cuál le pondrás mi nombre? – preguntó Near.

-Muy fácil. A este, que parece el más tranquilo – le sonrió ella – También es muy bonito.

En ese momento llegaron a las inmediaciones de un templo. L agarró a Misa por el brazo para retenerla junto a un árbol de la entrada mientras los otros avanzaban hacia dentro.

-Eh, ¿pasa algo? – le preguntó la chica – Pareces un poco nervioso – añadió con una sonrisa para tranquilizarlo.

-Yo… lo he estado pensando mucho y… – empezó a decir mientras se buscaba algo en el bolsillo del pantalón – ¿Quieres casarte conmigo? – le preguntó poniendo una rodilla en el suelo mientras se sacaba una cajita y la abría para mostrarle el anillo.

Ella lo miró en shock, ya que no se esperaba eso. Sin embargo, al momento sonrió y se agachó para abrazarlo.

-Pues claro que quiero casarme contigo – contestó.

Al momento escucharon aplausos y ambos se pusieron colorados, ya que los demás se habían dado cuenta de su ausencia y al volver para buscarlos habían escuchado la conversación.

-¡Bien! – aplaudió Yuko.

-¡Enhorabuena! – los felicitó Sakura.

-Gracias – respondieron ambos.

Entonces la pareja volvió a ponerse en pie y el chico sacó el anillo de la caja.

-Déjame tu mano un momento – le pidió L.

Misa se la tendió y él le puso el anillo en un dedo.

-¡Qué bonito! – exclamó observándolo más de cerca. Era de platino con zafiros incrustados.

-¡Ah, qué romántico! Ya puedo imaginármelos casados y dándose un paseo con un par de niños – comentó Sayu en ese momento.

-Sí, a mí me gustaría que fueran un niño y una niña – opinó Linda.

-¡A mí también! – coincidió Yuko – E incluso un tercero no estaría mal… Aunque, ¿qué opináis vosotros? – les preguntó a su hermano y a Misa.

-Dos o tres están bien… – murmuraron ambos tratando de imaginarse la escena.

-Sabía que diríais eso – se rió la morena – Pues venga, pidamos en el templo por la felicidad de todos nosotros – añadió cogiendo a Mello de la mano.

-Claro – asintió el rubio.

Tras esto todos ellos fueron hasta el templo y allí formularon sus buenos deseos para el futuro. En ese momento la explosión de los primeros fuegos artificiales hizo que se iluminara el cielo, así que se dirigieron hacia un parquecillo desde el que se podían ver estupendamente. Una vez allí, todos se sentaron en el suelo para verlos más cómodamente.

-Kawaii! ¿No opinas lo mismo? – le preguntó Misa a L.

-¡Bu! – se giró él. El chico se había comprado en uno de los puestos una careta con un demonio dibujado y ahora la llevaba puesta.

-¡Qué tonto! – exclamó ella haciéndose la enfadada mientras se la quitaba.

El chico se empezó a reír por la expresión de fingida seriedad que había puesto Misa, pero al momento la chica no pudo aguantarse más y también se rió.

-Arigatou – murmuró apoyando su cabeza en el hombro de él. Le agradaba que el chico la hiciera reír – Gracias por demostrarme que existen las segundas oportunidades y que merece la pena seguir luchando.

-De nada – le contestó L mientras la besaba en la boca.

Los fuegos artificiales continuaron un rato más pintando el cielo nocturno de multitud de colores, mientras todos ellos disfrutaban de esa visión con una sonrisa en sus caras.

¿FIN?


Y bueno, ahora sí, colorín colorado este fanfic se ha acabado.

Espero que hayáis disfrutado de este largo viaje literario de la misma manera que yo. Ya había escrito otras historias antes, pero ha sido mi primer fanfic y creo que he aprendido mucho de estos personajes, ya que te obligan a adaptarte tanto a la historia original como a sus propias personalidades.

En fin, ¡hasta pronto!