Este sea probablemente el ultimo capitulo
En un principio iba a ser 17 cuentos, cada uno contado por alguno de los tres
pero...no sé, el final de Naruto como que me cortó la inspiración y no me dan ganas de seguir con los fics.
Voy a dar por terminado este, pero tal vez y siga subiendo el resto, de vez en cuando.
Yo no lo daría por hecho, pero tampoco quiero dejarlo tan a la deriva.
Luego veo.
Más licor menos higado, Nanami Hara
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En un tiempo desconocido, de magia y brujas, erase en un antiguo pueblillo en Alemania, una pareja que más que nada en el mundo, deseaba tener un bebé.
Por un golpe de buena o mala fortuna —ellos un no lo sabían—una bruja vivía junto a ellos, en un jardín rodeado de paredes. A poco tiempo el jardín había florecido tanto que algunas de sus flores más exóticas saltaban por las orgullosas paredes de piedra, mostrándose para deleite de la pareja.
El tiempo y tanto las flores seguían engendrando, también lo hizo la esposa, que finalmente estaba embarazada. En tanto en su alegría, ve unas flores pequeñas y rosadas, delicadas y bonitas, estar pidiendo que las recogiera de las ramas que las sujetaban. Unas florecillas no le harían mal, las flores de cerezo siempre habían estado en consideración como sus favoritas. Anhelándolas hasta la muerte, le pide a su marido que le junte algunas.
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—¿Quién es su marido?
—Naruto, no te emociones mucho, además de no ser tú, no tienen nada que ver con la historia.
—¡Ehh!
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Después de cortar algunas y decidirse a llevarlas hasta su esposa, la bruja que hasta entonces no había siquiera reparado en la presencia de la pareja, confirmando la maldad en su corazón, apareció para el peor de los males.
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—Ugh. ¿Lo mató?
—Cállate, baka. No, no lo mató.
—Pero dijiste el peor de los males
—Sí, pero para ellos no era eso lo peor que podría pasarles.
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—¡Ladrón! Tratando de hurtar las flores mágicas de mi jardín
—Mi esposa, son para mi esposa. No pensamos que pudiese molestarle, gran bruja Sai
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—Estoy empezando a sentirme un poco mal por Sai
—Sasuke-kun tú también lo hiciste el malo de tu cuento
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Él le ruega piedad. La bruja con una vena misericordiosa, le da algunas flores ella misma y le dice: —Entonces, llévatelos. Llévalos a tu mujer. Que adornen su hogar y alimenten aquella criatura que crece en sus entrañas—a punto de agradecer el humilde esposo, se retracta de sus intenciones al escuchar el resto de la frase— pero a cambio el fruto de su vientre deberás entregármelo a mí.
—¡No! ¡No por favor, todo menos eso!
—No hay pero qué valga. Pobre de ti y tu familia si no cumplís el trato. No importa hasta que recóndito basurero se vayan a ocultar, ya encontraré yo la manera de hacerlos pagar.
Él desdichado hombre acepta entre lágrimas, entregar en cuanto naciera a la pequeña.
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—¿Qué clase de definición tienes de "misericordiosa"? Esa bruja es una perra. Eso no tiene nada de misericordioso
—Ya lo sé, pero la bruja tenía la idea que lo peor que les podría pasar sería la muerte. Según ella les hizo un favor
—¡El hombre le rogó entre lagrimas!
—Ya, ya, ya, ya, ya. No se me exalten, es parte de la historia.
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El bebé nace, la bruja aparece y se la lleva.
La llama como la famosa flor que causo todo el desenlace y la confina en su hogar.
La cría en su jardín sin la posibilidad de conocer a sus padres, pasando los años encerrada y con la bruja como tutora. La niña crece y se convierte no solo en una bonita señorita, si no en la más hermosa de todas. Con las plantas mágicas que la rodeaban su belleza solo aumentaba con los días y su melena de extraño color rosa crecía a longitudes imposibles. Recelosa de la chiquilla, la bruja la toma del jardín y se la lleva a una torre en medio del bosque. Encerrándola.
Sai la bruja, iba a visitar a Sakura, todos los días, pidiéndole que para poder subir a la torre, dejara caer su largo cabello rosado, la luego trepar hasta la torre.
—¿Es acaso que nunca saldré de aquí?
Esa misma tarde, el príncipe, el hijo del rey del reino, oye a Sakura cantar desde lo alto de la torre. Curioso como siempre fue, se acerca y busca una puerta por la cual subir a admirar a la ninfa que estuviese cantándole al vacio del bosque. Pero sin encontrar ninguna forma de entrar, decide quedarse a escucharla hasta el ocaso.
Prendado de la dulce voz de la torre, regresa todos los días a escucharla al pie de la fortaleza, buscando siempre una manera de encontrarse con la doncella. La rutina de la búsqueda sigue varios meses, hasta que una vez ve a la bruja llegar y subir por un largo y hermoso lazo rosa.
—Sakura, Sakura, deja tu larga cabellera caer
Siguiendo lo aprendido, se acerco debajo de la ventana, cantó. Sakura, desconociendo la voz duda un momento en dejar caer su cabello, pero siendo que la canción es la misma, tal vez fuera la bruja malvada disfrazada de algún aldeano al que le había hecho alguna fechoría.
Celebrando su éxito, ve las hebras caer por el costado. Le sorprende la belleza y delicadeza del cabello de la joven. Era realmente largo y hermoso.
Pobre, no pudo prepararse para conocer a la preciosa Sakura
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—Te estás excediendo
—Es mi maldito cuento y yo soy la reina del universo si se me da la gana
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Silenciado por su perfección le pide que se casen. Como era de esperarse la chica lo rechazo al ser un extraño el que trepó.
—¿Quién rayos eres tú?
—Ah ¿yo? Soy el príncipe Naruto y regresaré. Todos los días hasta que aceptes.
Si bien en un principio el príncipe le pareció infantil y tonto, con el paso del tiempo, fue cayendo bajo el mismo hechizo del amor. Frecuentándola, hablándole del reino de su vida diaria finalmente, sedujo a la chica.
—Después de esto no puedes decir que no eres mía—con el pulso acelerado y la respiración errática la acercó a él.
—No podría ser de otra manera—la bella chica acomodo su cuerpo desnudo contra el del príncipe, buscando su calor después de semejante acto de amor carnal.
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—¡SAKURA-CHAN!
—Ay, ya Naruto. Como si de verdad te fueras a quejar
—…
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Casi por la fuerza —no es cierto— acepto casarse con él.
A la misma bruja le sorprendía que la chiquilla no se volviera loca de tanta soledad. Por supuesto que la malvada bruja no sabía en absoluto del príncipe.
Juntos planean una forma de sacarla de la torre: él irá todas las noches, evitando a la bruja que la visita de día, y llevará seda, con la que Sakura tejerá hasta formar una escalera.
Una noche, poco antes de poder efectuar la huida de la feliz pareja, Sai la bruja, apareció por la noche en la torre para llevarse a su protegida a otra torre fuera del reino en donde pasarían el resto de sus días. A lo lejos visualizo una cabellera brillante contrastante con la oscuridad de la noche bajar de la torre aferrado a las hebras rosas. No había duda era el príncipe Naruto.
Profanando a su Sakura.
Regresó sobre sus pasos, tomando una decisión.
A la mañana siguiente, mientras Sakura seguía durmiendo, la bruja tomo una navaja y se acercó con cautela hasta su cama. Tomó su melena y la cortó.
Asustada, la prisionera se levanto, con una extraña ligereza en la cabeza.
—¡Ay no! ¡Ay no, no, no, no, no, no!—se llevó las manos a la nuca, sintiendo el final de su cabello con las puntas de los dedos. —¡NO!
La bruja, asqueada por la miserable imagen de la chica, la monta en su escoba entre gritos, suplicas, peleas y llantos.
—Esto te lo has buscado tú, chiquilla. Has dejado que un hombre profanase tu espíritu, ahora has de pagar las consecuencias con la muerte.
Sin siquiera una mirada sobre el hombro o alguna duda en la mirada, la malvada abandonó a Sakura en un campo desierto. A su suerte, con panorama a la muerte.
Esa misma noche, el príncipe como todos los días llego al pie de la torre, pidiendo las largas trenzas para poder subir una vez más. La bruja, preparada para recibirlo, con el cabello, dejó subir al rubio.
Sorpresa que se llevo al ver al extraño tipo pálido con su traje de bruja, riendo maquiavélicamente.
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—Ugh. Qué horror eso si da miedo
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—Buscas a Sakura. Ella se fue, ya no está y no la volverás a ver.
—¿Dónde está?
—No te lo diré, de todos modos para este momento ya deberá estar muerta
— ¡Tú! ¿Qué has dicho? ¡Cabron!—tomó la solapa de su túnica y con un movimiento de mano, la bruja lo mando lejos, cayendo por la ventana.
Desesperado, cae de la torre sobre unas espinas que había abajo, quedando ciego.
Pensando en rendirse, el joven acepta que nada puede hacer, ahora que ya no ve más.
Sakura, mientras tanto, pasadas unas horas vagando en el desierto, encontró una choza no muy lejana, abandonada. Triste, sola y desilusionada piensa en dejarse morir ahora que está sin su Naruto, y desamparada en el árido desierto en una casucha sucia y vacía. A duras penas, recobra un poco el sentido y pasadas las semanas aprende a sobrevivir de las plantas, semillas y agua subterránea. Algo crecía en su interior. Podía sentirlo.
Estaba embarazada.
Con nuevas fuerzas, y pensando más que nunca en sus pequeños, pasa los meses con la poca fortaleza que tiene y con la esperanza del fruto del amor. Da a luz dos gemelos, sola en el desierto.
El príncipe, triste y estropeado, vive sus días en soledad y oscuridad. Paseando por los abandonados rincones del reino.
Meses de silencio lo llevaron a merodear en la calma del desierto, en donde tropieza por casualidad con Sakura, quien rebuscaba por la sabana, por alimento.
El pobre ciego, no repara en ella, pero ella, con agudeza, distingue el inconfundible cabello de su amado.
—¿Naruto?
Guiado por su voz, el chico levanta la vista vacia.
—¿Sakura?
Con lagrimas en los ojos corrió hasta colgarse de su cuello, clamando por él y lo mucho que lo amaba, recibiendo una respuesta similar. Más tranquila la chica se separa para poder admirar la belleza de su príncipe. Belleza desgastada y desconsolada. Con ojos de un zafiro envidiable, vacios a la nada.
—¿Naruto?—el chico sonrió, pero su mirada seguía sin enfocarla.—¿Naruto?—esta vez la voz se fue perdiendo y quebrando por el miedo.
Desfalleciendo de tristeza la chica se levanta a besarle los parpados, los labios y las mejillas.
—Naruto, debo decirte algo.
—Espera un minuto, déjame estar así contigo solo un poco.
—Ni un minuto más debe pasar. Tienes que saber, cuando la bruja me dejó aquí, yo estaba embarazada.
La realidad golpea al príncipe hasta dejarlo en lágrimas.
—Gemelos. Tenemos gemelos, mi querido príncipe. Vayamos a que los veas
Consciente de su estado llora frustrada de dolor; las lágrimas de Sakura caen en los ojos del apuesto príncipe.
—¿Sakura?—parpadeo un par de veces contra la empapada mejilla. Visualizando la palidez de su piel.
Guiada por el amor, lo admira, esta vez con una mirada vivaz y alegre.
—¡¿Naruto?!
—Mira tu cabello, es un desastre
—Idiota—y por muy difícil que se quiera hacer no podría ser más feliz.
Entonces, finalmente, Naruto y Sakura se van al reino con sus hijos, se casan y son felices para siempre.
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—Me gustó hasta la parte de la ceguera
—¡Teme!
—Tranquilo Naruto, al final recobraste la vista y te quedaste con la chica— giggle.
—Bueno…no me voy a quejar, por ahora.
—Basta de cursilerías, me van a hacer vomitar
—Cálmate Sasuke-kun, que lo de ciego te quedaba más a ti
—Jaja te adoro, Sakura-chan
—Tonta
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Bye-bye.