KILLER LOVE

Renesmee Cullen es la heredera de una organización de asesinos creada por su familia en el Londres de la Edad Media; como fachada usa el nombre de Vanessa Wolfe y es solo la asistente de Esme Cullen la encargada de la oficina de Actividades Comerciales y Culturales de la Embajada Norteamericana en Francia.

La chica ama su trabajo y es buena en el... en ambos.

Una noche en la cual estaba lista para realizar su trabajo como Renesmee, conoce a Jacob Black, el nuevo niño estrella de la Interpol. Para Renesmee, Jacob solo fue una distracción y coartada en el momento adecuado y una nota en su informe, pero Jacob quiere ser algo más para Vanessa e insiste en verla cada vez que tiene oportunidad. Y por órdenes de su Jefa, Renesmee acepta continuar viendo a Jacob para vigilarlo.

Su relación solo es sexual y él solo conoce a Vanessa, la chica linda que conoció en un bar; para el no existe Renesmee la mujer asesina que no tiene remordimientos cuando jala el gatillo...

La vida de Renesmee y Jacob jamás se cruza, hasta que él se convierte en uno de los objetivos de Renesmee y ella de Jacob.


Capítulo 1

Crucé la pierna y balanceé mi pie derecho usando mis pumps YSL negros de un tacón asesino. Ja, asesino. Fue un chiste sin querer. Bebí de mi martini sucio y continué disfrutando de las conversaciones en francés a mí alrededor. Mi… cliente, tenía buen gusto respecto a bares lounge se refiere. Gente bonita me rodeaba vistiendo hermosa ropa de diseñador. Yo no desentonaba en mi lindo vestidito negro, zapatos altos y pendientes de diamantes. Mi bolso tipo clutch alargado contenía el elemento más importante en mi trabajo.

Continué balanceando mi pie al ritmo de la música y miré a mi alrededor de nueva cuenta, miré las paredes de ladrillo rojo iluminado por luces de colores en el suelo para la ambientación, los sillones y sofás de gamuza negros y las bajas mesas que eran cubos blancos con cambiantes luces de colores que combinaban con la amplia barra a mi posterior derecha. Bebí de mi martini y miré de nuevo a mi objetivo, pero un chico alto, moreno y vestido con un caro traje CK se acercó a mí luciendo una hermosa y gran sonrisa blanca contrastante con su piel de caramelo.

-¿Hola, me puedo sentar aquí? - señaló el asiento vacío a mi frente derecho. Su francés tenía un claro acento americano.

Así que decidí hablarle mejor en nuestro idioma para que no se avergonzara más.

-¿Sentarte ahí? ¿Que no estás viendo a Michelle? ¿Puedes creerle a este tipo? - le hablé al asiento vació que el señaló.

¡Su cara no tuvo precio! Dio un respingo, me miró a mí y al asiento vacío.

-Um... yo... ¿Qué?

-Grant dile a este tipo que se largue - miré a mi izquierda y señalé al chico con mi pulgar.

-Um... ¿con quien estás hablando?

-Con Grant y Michelle.

-¿Quién?

Solté a reír.

-Debes ver tu cara. De acuerdo, no saliste corriendo, puedes sentarte.

-Esteee...

-Solo bromeaba, Dios, solo siéntate - señalé el asiento a mi derecha.

El obedeció como un lindo cachorrito entrenado.

-Soy Jacob.

-Mucho gusto, Jacob.

Nunca digas tu nombre mientras trabajas, es una de las reglas básicas.

-¿Cuál es tu nombre?

-¿Cual quieres que sea? - descrucé las piernas y me incliné hacia el de manera seductora.

-Ah... Eres... eres... -miró hacia todos lados antes de acercarse a mí y susurrar-: ¿Eres una prostituta?

-¿Me veo como una? - me senté derecha, ofendida.

-No, no, es decir... En las películas eso es lo que ellas dicen. Además estas aquí sola... eso es raro dado por como luces.

-¡En las películas! -solté una carcajada y luego otra hasta casi las lágrimas y el solo bajó la mirada. Para recomponerme un poco y bebí de mi martini antes de explotar una aceituna en mi boca-. Estoy sola porque soy nueva en la ciudad.

-¿En serio? -eso lo animó-. ¡Yo también! Es... extraño, ¿cierto? El cambiar de ciudad y más al otro lado del mundo - murmuró el sonriendo con nostalgia.

Vagué la vista de nuevo por el local mirando a mi objetivo, aún seguía en su lugar emborrachándose. Miré de nuevo a Jacob y le sonreí.

-Sí, es un poco raro al principio -asentí recordando la infinidad de veces que he viajado alrededor del mundo, pero esta era la primera vez que me establecía en otro país-. Así que... Jacob... ¿a qué te dedicas?

-Soy... um... consultor - respondió antes de beber su Heineken-. ¿Y tú?

-Adivina - me acomodé lejos de él, apoyando mi codo izquierdo en el descansabrazos y posé mi cara en la mano.

-Um... -pasó la lengua por sus labios haciendo que notara que tenía unos labios gruesos y besables. Me miró de arriba a abajo un segundo-. Modelo.

-¿En serio? - vaya, esa era la primera.

-¿Por qué no? Eres hermosa, tienes unas piernas preciosas, un rostro que es más bello que cualquier modelo de Victoria's Secret, todo ese cabello rizado que se ve suave y sedoso... ¿Por qué no? - se encogió de hombros.

-Vaya... Me alagas, pero no. Soy simplemente una asistente - me encogí de hombros imitándolo.

-¿Asistente? Vistes demasiado bien para ser una asistente.

-Debes ser asistente de la persona correcta para vestir así - alisé las inexistentes arrugas de mi Dolce negro.

-Oh.

-Si - le guiñé el ojo antes de mirar de nuevo a mi objetivo y vi que se tambaleaba camino al baño, sin acompañantes. Perfecto-. No te muevas de aquí, Jacob, enseguida regreso.

Con elegancia me levanté tomando mi bolso y moví mi trasero sabiendo que él estaría mirando y sigilosamente me moví entre los cuerpos que bailaban por aquí y por allí, entre los que hablaban hasta por los codos sin importarles si estaban estorbando en el camino de los meseros. Miré a mi alrededor y en lugar de entrar al baño de mujeres entre al baño de hombres. Estaba vació, a excepción de Claude Bautiste, el cerdo rey de la venta de niños para prostitución en Francia.

-Bonjour, Claude -saludé en francés acercándome coquetamente a él. No se inmutó-. Frédéric m'a envoyé pour vous donner un petit cadeau(Frederic me envió a darte un pequeño regalo).

Lo tomé del hombro alejándolo de los mingitorios y empujándolo juguetonamente hasta uno de los compartimentos. Él no se opuso, para él era común que uno de sus amigos o conocidos le enviara a una chica para que le hiciera una mamada en el baño, por eso siempre iba solo; yo ya sabía su rutina.

Lo senté en el inodoro cerrado en el espacio de discapacitados y con su asqueroso pene de fuera él sonrió de manera lasciva imaginando lo que le iba a hacer. Sí, claro. Abrí mi bolso y saqué mi calibre 22 con silenciador y le di un tiro limpio y certero entre los ojos. Su cuerpo se desplomó de inmediato quedando sentado como un muñeco de trapo.

El bastardo ni siquiera lo vio venir.

Poniéndome unos guantes quirúrgicos que tomé de mi bolso me los puse y cerré la puerta del cubículo por dentro, luego me deslicé por la apertura del suelo, sacudí mi ropa y guardé los guantes junto al arma.

Oh, espera, espera. Sí, soy una asesina. La ONU me paga bien. Si, la ONU como en Organización de las Naciones Unidas, esa ONU. Ellos recurren a mi cuando esos malditos bastardos se salen con la suya al tener todo limpio en sus negocios de pantalla, se esconden tras políticos y demás gente influyente y se vuelven intocables... Ahí es cuando entro yo, para terminarlos de una manera simple, limpia y rápida, sin que nadie se pregunte como es que pasó.

La puerta del baño se abrió sobresaltándome, pero solo era el que se podría llamarse mi asistente de esa noche, él había observado mis movimientos como yo los de Claude para ayudarme si algo no salía bien. Tomó el arma le quitó el silenciador y lo guardó junto con mis guantes en el bolsillo interior de su saco. Sin decir una palabra, se marchó.

Empujé la puerta de vaivén del baño con mi cadera haciéndome un moño en lo alto de mi cabeza que até con un lazo de satén negro y encaminé a mi mesa donde Jacob aun me esperaba.

Oh, entonces no duré tanto haciendo mi pequeña travesura, el seguía ahí.

Bien hecho, Renesmee.

-Hola, de nuevo Jake - me senté a su derecha ignorando mi bebida. Consejo para todas las chicas que estén leyendo esto: JAMAS BEBAN DE NUEVO DE UNA BEBIDA QUE DEJARON SIN SU SUPERVISIÓN POR NADA DEL MUNDO.

-Hola - saludó con una sonrisa.

-¿Tengo hambre, quieres ir por algo? - utilizando mi sonrisa de hoyuelos incluidos trate de engatusarlo, le pregunté cerca del oído oliendo su aftershave.

-Ah... claro.

Jacob se puso de pie tendiéndome la mano caballerosamente.

Wow, el realmente es alto y eso que mido uno setenta. Con mis stiletos apenas si le llegaba al mentón. ¿Cuánto media él? ¿Dos metros?

Yo necesitaba salir de ahí, salir antes de que alguien se diera cuenta de que había un muerto en el cubículo de discapacitados en el baño del bar. No quería a la policía deteniéndonos tanto tiempo e interrogándonos. Dejar la escena del crimen era imperativo.

Tomados de la mano caminamos hasta la puerta y salimos hasta la fresca noche de verano en París.

Ah, París... Juro que podría acostumbrarme a vivir en la hermosa Ciudad Luz.

Caminamos uno junto al otro pasando por los bares y restaurantes de la zona, sin hablar, solo disfrutando de la noche.

-Así que... Jacob... ¿qué te trajo a París?

-Trabajo. ¿Y a ti? - miró hacia abajo y sonrió como si se estuviera burlando de mi altura. Maldito, yo media uno setenta y el que... ¿tresmetros?

-Igual. ¿Hace cuánto que estas aquí? - necesitaba distraerme y cuanto antes mejor.

No soy de las que se traumatizan cada vez que ponen una bala en el corazón o cerebro de alguien, pero si necesito distracción inmediata para olvidarme por un momento de lo que soy.

No es que reniegue de mi trabajo, me gusta mucho en realidad. Desde que tengo memoria fui entrenada, a los cinco años entré a karate, tae kwon do, jiu jitsu, krav maga y cualquier arte marcial que se te ocurra. Soy cinta negra en todos y cada uno de ellos, a los diez comenzó mi entrenamiento con arma blanca y a los trece con arma de fuego. Mi primer trabajo fue en mis Dulces Dieciséis y lo amé. Maté al líder de una pandilla de Chicago. Recuerdo la adrenalina que sentí al meter una bala en su corazón luego de engañarlo de que íbamos a tener sexo.

Mi mejor arma es mi rostro, mi cara bonita me ha dejado entrar en cualquier lugar, las personas se sienten atraídos por mí y confían en mí por mis adorables hoyuelos cuando sonrío.

No siento remordimiento de lo que hago, porque sé que está bien. En mi currículo hay una larga lista de personas a las que he asesinado, empezando con líderes de pandillas de los barrios bajos de varias ciudades, hasta líderes de carteles de droga latinoamericanos y ahora un cerdo animal asqueroso dueño de la más grande red de prostitución infantil en Francia.

No mato personas inocentes, solo personas malas, monstruos más horribles que los que aparecen en las pesadillas de los niños. Pero no soy la única, somos una red mundial que se dedica a ello. Somos pocos los asesinos, que en verdad no importamos mucho, los verdaderos genios de esto son las personas que se encargan de la investigación durante meses y que solo nos llevan el trabajo a nuestras manos para que solo jalemos el gatillo.

Nuestra organización es un secreto bien guardado y mi familia fue quien lo inició siglos atrás. Todo esto inició en Londres, alrededor de 1650 con un pastor anglicano, más o menos por el periodo del gobierno de Cromwell, cuando los protestantes subieron al poder el pastor se unió a la caza de los católicos y demás personas pertenecientes a otros credos... o eso es lo que parecía. El mataba a las personas malas, a los ladrones, a los corruptos... O tal vez simplemente estaba loco, porque también cazaba brujas, licantropos y vampiros. Nos infiltramos en los gobiernos en puestos y oficinas que no son tan importantes, pero que nos permiten viajar y tener buenas coartadas. Tenemos puestos de trabajo que no son importantes pero esenciales que nos dan acceso a lugares, expedientes, recursos y personas.

-Un par de semanas -respondió Jacob a mi pregunta-, es un nuevo trabajo.

-Oh. Yo llevo un poco más de un mes y me encanta - sonreí- mi... jefa fue trasladada a Francia y me trajo con ella.

-¿Piensas quedarte mucho tiempo?

-Eso depende de mí jefa. Viajamos mucho, siempre estoy de allá para acá -viajando a matar personas malas-. Esta última semana estuvimos en calma -solo un par de asesinatos locales-, no sé cuánto tiempo dure sin salir de nuevo.

-¿De quién eres asistente? - preguntó con curiosidad apretando ligeramente mi mano. Oh si, seguíamos tomados de la mano, era increíble, era la primera vez que caminaba de la mano de un chico.

Con mis "antecedentes" en las ciudades en las que viví, cambiando constantemente de "casas de acogida", no era muy social, además siempre estaba entrenando para ser lo que soy ahora, no tenía tiempo de andar por ahí tomada de la mano con nadie.

-Si te lo dijera tendría que matarte - respondí juguetona, pero era en serio. Tendría que hacerlo.

-Oh, vamos.

-En serio, Jake.

-Bien, bien, no preguntaré. ¿Qué quieres cenar? Ese restaurante se ve bien, ¿no? - señaló un lindo restaurante con mesas con sombrilla en la acera llenas de franceses alegres que degustaban deliciosa comida y fumaban al mismo tiempo.

-No, he comido mucha comida extranjera últimamente, quiero -miré a lo lejos en la avenida-. ¡Quiero ir ahí!

-¿En serio? - el agraciado rostro de Jacob se tornó desconfiado al ver los arcos dorados.

-Sí.

Minutos más tarde, entramos al local con olor a grasa.

Hogar dulce hogar.

Me paré frente a la caja y sonreí tratando de decidirme sobre que ordenar.

-Quiero dos hamburguesas con queso y tocino, sin cebolla. Dos órdenes de papas fritas... no, tres órdenes de papas fritas, una 7Up y una malteada de chocolate... ¿Tu que vas a ordenar, Jacob?

-Um... ¿en serio te vas a comer todo eso?

-¿Me estas llamado gorda? - me puse las manos en las caderas.

-¿Qué? ¡No! Solo digo que... bueno nunca he visto a una chica comerse dos hamburguesas.

-Bueno, pues estas a punto. ¿Tú que vas a ordenar?

-Lo mismo - respondió de inmediato.

-Genial. Entonces -me giré de nuevo al cajero-. Cuatro hamburguesas con queso y tocino, sin cebolla, seis órdenes de papas fritas dos 7Up y dos malteadas de chocolate.

-¿Quoi?

-Oh lo siento, lo siento -me reí de mi estupidez-. Quatre cheeseburgers au bacon, oignons pas, six ordres de frites, deux 7Up et deux shakes au chocolat - sonreí a manera de disculpa y el chico trago saliva.

Si, lo sé, soy atractiva. Supéralo, tráeme mi orden y hazte una paja después.

Saqué con cuidado mi tarjeta de crédito con el frente hacia abajo para que Jacob no viera mi "nombre" y dijo:

-Oh, no, yo pago.

-No, yo invito. Puedo permitírmelo, ¿sabes? - podría comprar una franquicia de McDonals si quisiera con solo chasquear los dedos. Me pagan muy bien por mi trabajo.

-Ese no es el punto, el punto es que no es... caballeroso de mi parte dejarte pagar... - insistió Jacob.

-Imagina que esta noche eres mi Boytoy. Calla.

-¿Tu Boytoy? - soltó una carcajada.

-Calla y compláceme - refunfuñé por que se seguía riendo de mí.

No te reirías mucho si supieras que puedo asesinarte con mi menique con manicura francesa.

.

Sorbí lo último que me quedaba de la malteada de chocolate haciendo un ruido desagradable, pero no me importó. Jacob hizo lo mismo y después se limpió sus apetitosos labios con una servilleta.

-Lo admito, esta cena estuvo mejor que lo que hubiéramos comido en ese restaurante - se sentó hacia atrás en las incomodas sillas rojas y amarillas posando su brazo izquierdo sobre la silla contigua, dándome una linda vista de su cuerpo vestido en Calvin Klein.

-Oh, pego el señoguito queguia ig a comeg a un guestaugrant de lujo - hablé con acento francés después de que miré al mi alrededor para no ofender a nadie, pero el local estaba vacío a excepción de nosotros y los del Drive Thru.

-Eres graciosa... ¿No me vas a decir tu nombre?

-Nop -negué con la cabeza sonriendo-, si lo supieras tendría que matarte.

-Bien, si no me lo vas a decir al menos dime en que trabajas.

-Nop.

-¿Por qué no?

-Porque tendría que...

-Matarme, lo sé. Bueno, al menos dime... ¿eres... una... asesina en serie?

Me reí, asesina si, en serie no. Porque no mato a un tipo específico de personas, como solo matar hombres, o personas de cierta raza o credo. No, mato a personas malas, sean blancos, de color, asiáticos, hombres, mujeres, jóvenes, viejos.

-Tal vez - respondí con media sonrisa.

-¿Vas a matarme?

-No... Aun no - si resultas ser mi objetivo algún día... con todo el dolor de mi corazón, sí. Pero sería una gran pérdida.

Jacob es realmente atractivo y si tuviera un tipo el seria el molde.

-Aun no... Bien, me conformo con eso - sonrió ampliamente.

-¿Listo para salir de aquí?

-Claro - se puso de pie de inmediato y recogió nuestra basura para lanzarla a los contenedores.

-Iré a lavarme las manos o iré por la vida oliendo a papas fritas.

-Yo también.

.

Salimos del local de comida rápida con nuestras manos limpiecitas y continuamos caminando por París, una vieja iglesia apareció unos silenciosos momentos después y crucé la calle corriendo antes de que el semáforo se pusiera en verde. Había sido mi punto de tiro el lunes cuando le di con un rifle a uno de mis objetivos.

-¿Oye, a dónde vas? - preguntó Jacob tras de mí, corriendo.

-Ven, te va a gustar.

Caminé hacia la parte posterior de la iglesia rodeada de árboles y florecillas -era una linda iglesia- y encontré la rejita negra para entrar al jardincito posterior, tomé impulso y la crucé de un salto sosteniéndome con mis manos, cual gimnasta olímpica en el caballo.

-Vaya, eres ágil - me insultó un poco el que Jacob sonara tan sorprendido.

-Gracias. Ahora tú.

Jacob me imitó y sonrió sacudiendo sus manos de la pintura negra desconchada que se le pegó a las palmas.

Caminamos por el pequeño jardín y encontré la puerta que nos llevaría al campanario.

-Nos vamos a meter en problemas - susurró Jacob con tono paranoico.

-Si no hablas nadie nos encontrara, así que ¡shh! - susurré.

El me frunció el ceño a la luz de la débil farola del jardín.

Los escalones de madera del campanario rechinaron con cada paso que dábamos y Jacob murmuraba sabrá Dios que cosa, lo único que entendí fue sacrilegio.

-¡¿Sacre Bleu, quieres callarte?! - mascullé al final de la escalera. Luego encontré otra puertita y salimos al exterior, hacia el techo de la iglesia. Podíamos ver gran parte de la ciudad, a lo lejos veíamos la punta de la Torre Eiffel.

-Vaya - susurró Jacob a mi espalda.

-¿Te gusta? - pregunté desviando mi mirada de la vista panorámica y Jacob asintió.

-Es muy... Vaya...

Sonreí antes de dejarme caer en el techo para sentarme, me quité los zapatos y comencé a balancear mis pies en el aire.

-¡Oh Dios... no hagas eso... vas... vas a matarte! - exclamó Jacob aun pegado a la puerta.

-¿Le tienes miedo a las alturas? - cuestioné burlona sobre mi hombro.

-No es a las alturas a lo que le temo... es a la caída.

Me reí de él un instante.

-Vamos, no seas cobarde... ¿Me vas a dejar aquí solita? - hice un puchero y ojitos de cachorro.

-No hagas eso... no es justo.

-¿Hacer qué?

-Esa cara que sabes que las personas harán lo que tú quieras - masculló enfadado acercándose a mi tentativamente.

-No sabía que esa cara funcionaba, pero funcionó contigo. ¡Excelente!

.

Abrí la puerta del taxi, con Jacob tras de mí.

-Gracias por esta noche, Jake. Me divertí mucho.

-Igual yo.

-Un gusto conocerte... Adiós - me moví para subirme al taxi.

-Espera...

-¿Si?

-Te iba a decir que me dieras tu número... para verte de nuevo, pero... no me has dado ni tú nombre - Jacob, un chico apuesto, en sus veintes tardíos o tempranos treintas, con un costoso traje... lucia como un adolescente con sus manos en los bolsillos de sus pantalones y la punta de su zapato golpeaba la llanta del taxi.

Era un hermoso espectáculo que por primera vez en mis veintisiete años... me causó mariposas en el estómago.

-Vanessa, mi nombre es Vanessa - me acerqué a él y poniéndome de puntitas le di un pequeño beso en sus labios.

Sin decir nada subí al taxi y apresuré al conductor a que me llevara lejos de Jacob antes de hacer una tontería.