Disclaimer: Los personajes de este fic le pertenecen a M. Kishimoto.

Notas de autor: ¡Heeeeey, aquí estoy de vuelta! Con muchas ganas de no irme nunca. En mi lucha día a día, la disciplina y la constancia. Pero crean que en verdad, no me quiero ir pronto todavía. Les tengo fics pendientes para continuar hasta que la musa no se espante. Lo bueno, es que aquí está el capítulo 7. Creerán, que ya lo tenía a la mitad, sólo terminé de darle un cierre. Oh, y le hice una portada. Véanla. Sí, soy una amateur en cuestión de diseño, pero estuvo entretenido hacerla. Iré mejorando, es mi plan. Como sea, les dejo leer la continuación, espero que mis lectores anteriores se den una vuelta, y que los nuevos disfruten de inicio hasta aquí este fic. No se fien tanto de este sorpresivo triángulo amoroso, las cosas que vendrán después se pondrán interesantes. Léanme, disfruten.

Advertencia: Ligero contenido sexual.

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Contradicción

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Halloween: Parte II

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Por Lux Lunar

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Neji salió a la pequeña terraza del edificio. Era mediodía, el sol estaba en su punto, justamente arriba de su cabeza. Hizo un intento fallido por cubrirse de los rayos solares levantando el brazo sobre la frente. Arrugó el ceño y prefirió cerrar los ojos. Podía regresar al interior del edificio, pero la idea de retornar al círculo de sillas que habían formado sus colegas en la sala de juntas, le fastidió por mucho. Las intimidades se habían vuelto foco de la conversación, y él no estaba interesado en revelar las suyas.

En el bolsillo de su pantalón, Neji palpó su cajetilla de cigarros y los cerillos. Se tentó a tomar uno, para calmar los repentinos nervios, hecho que no reconocería a consciencia. Sin embargo, la duda en contra de la tentación se impregnó en él. No era un fumador ávido, no tenía un hábito que pudiera generarle alarma. Siempre dejaba su cajetilla en el cajón de su escritorio, porque creía que llevárselos a casa podría ser más problemático. Para una persona tan controladora como él, era un caso extraño no saber cómo lidiar con ese hábito.

«Sólo uno y a la mitad», pensó, mientras tomaba el cigarrillo. Se lo colocó en los labios, y cuando estuvo a punto de encenderlo, la puerta de la terraza se abrió de improvisto. Neji se arrebató el tabaco de la boca con una rapidez no ordinaria y giró la vista a su interruptora. Sakura apareció con su llamativo disfraz de villana verde, observándolo con suspicacia.

—Así que éste es tu refugio.

Neji no respondió. Ya se había guardado el cigarro en el bolsillo del pantalón.

—¿Por qué te fuiste? —cuestionó la pelirrosa, una vez que estuvo más cerca del Hyuga.

—Por nada. Sólo quería… un momento de silencio.

—¿Te molesta que hablemos tanto?

«¿Hablemos? Parece que estás recitando el monólogo de tu vida», mentalizó Neji.

—Pueden hacer lo que les venga en gana.

—Uhm, eso quiere decir que sí te molesta.

—Eso quiere decir que no me importa.

—Oh… —sonrió Sakura, mirándolo asombrada, como si acabara de descubrir algo—. Ya veo.

—¿Qué es lo que ves? —preguntó, receloso.

—Tu intolerancia encubierta —comentó, sonriendo.

—¿Mi qué? —Levantó una ceja.

—Tú, actuando como si nada te importara, siendo cortés, no quejándote, cuando la verdad es que desearías estar en otro lugar, o planeta, lo que sea menos este sitio.

—Ahora me conoces a la perfección —dijo, sarcásticamente.

—Sé honesto —Le pidió Sakura, parándose frente a él—. ¿Estabas cómodo escuchándonos hablar de cómo dormíamos cuando éramos niños o en realidad deseabas desaparecer? Que, ahora que lo pienso, elegiste la segunda opción.

Neji la miró, un poco incómodo por la cercanía. Ella tenía brillantina en los labios, y un poco más en los hombros. Parecía una de esos personajes televisivos de programación infantil donde una adulta se hace pasar por una niña, con ropa llamativa y rasgos tiernos. Y pensar que esta persona estaba trabajando en su misma oficina.

Neji desvió la vista hacia la izquierda, donde la ciudad estaba llena de movimiento.

—Creo que no es el lugar adecuado para hablar de esas cosas.

—¿Y el otro día, en el bar? —cuestionó sin moverse del mismo lugar—. No hablaste mucho. ¿No se supone que esa clase de sitios son lo suficientemente adecuados para esa clase de conversaciones? Ya sabes de qué hablo. Como cuando contarnos las veces que hemos estado a un paso de la muerte por nuestra falta de sentido del peligro, o cuando le echamos la culpa a otro de alguna travesura realmente malvada que nosotros cometimos.

—Es diferente —La encaró nuevamente—. Te estaba haciendo un favor.

—Oh, ¿en serio? ¿Lo hacías por cortesía? —Le miró extrañada—. Y yo que pensaba que te caía un poco bien.

—No quise decir eso…

—¿Qué cosa?

—No… no me desagradas. Sólo digo, que esa noche cuando fuimos a ese bar, no iba con la intención de contarte los detalles sobre mi infancia.

—¡Oooooh! —Los labios de Sakura emitieron una sonrisita divertida—. Entonces, ¿ sí te agrado?

Neji hizo una pausa, notando claramente el brillo malicioso de sus ojos y cómo quería persuadirlo a poner sus palabras en su boca.

—Parece que te interesa mucho saberlo.

—Por supuesto. Porque si no te agradara —Sakura se acercó más a él, y esto tensó a Neji repentinamente. La tenía a unos centímetros, y lo único que atinó a hacer fue quedarse como estatua, mirándola fijamente a los ojos, esperando algo—, no me darías uno de estos.

Sakura sostenía en sus manos la cajetilla de cigarros. Neji frunció el ceño y se dio cuenta que la suya ya no estaba en su pantalón. «¿Pero cómo…?», pensó, sin comprender cómo había logrado sacárselos sin darse cuenta de ello. Inmediatamente ella se hizo para atrás, sonriendo, mientras agitaba la cajetilla, comprobando que aún tenían contenido. No es que fuera una fumadora ávida, pero en ese momento le dieron ganas.

—¿Quién pensaría que este era tu secreto?

—Es esporádico.

—Todos dicen eso.

—Quédatelos si quieres.

—Con uno es suficiente —dijo, sacando un cigarrillo y arrojándole la caja. Él logro cachar en el aire.

Sakura se colocó el cigarro en los labios y se inclinó frente a él, mirándolo con una señal de ojos. Neji entendió y metió la mano en su otro bolsillo para sacar los cerillos. Encendió uno y luego puso el fuego en el cigarrillo, alzando la vista por un momento a sus ojos, pero ella no lo miraba. La Haruno dio una larga calada y luego expulsó el humo hacia arriba, donde no molestaba a nadie. Amplió los ojos, sorprendida, y se le quedó viendo al cigarrillo.

—Wow —Lo observó a él entonces—. Sí que te gustan de los fuertes —Le dio otra calada y sintió el raspón en su garganta—. Ok, no, lo siento. Demasiado para mí —dijo, apagando el cigarro en una de los cubos de metal para la basura.

—Los fumo para tranquilizarme.

—Debiste estar muy alterado.

—No —La miró con poca gana, porque intuía que ya venía uno de sus juegos de palabras—. Es que no puedo trabajar, y… esto no estaba en mis planes.

Sakura lo observó algunos segundos.

—Necesitas relajarte, ¿sabes?

—¿Así como todos ustedes? —cuestionó, echando un vistazo a su disfraz.

—Sí, te ayudaría. Pero sin disfraz, es difícil. Lo mínimo que puedes hacer es acompañarnos. ¿No te cansa ser el tipo inadaptado que no puede encajar en ningún sitio? —Neji frunció el ceño, confundido, como si quisiera decir «¿De qué cojones hablas? ¿Inadaptado yo? ¿Tú me dices "inadaptado" a mí?», resopló sonriendo, por lo irónico, e iba a replicar, pero Sakura prefirió detenerlo. Le agarró la mano derecha y lo arrastró de vuelta al interior—. Ven, socialicemos un poco. Shizune trajo una botella de vino. Intentemos sedar un poco tu amargura.

Neji no intentó soltarse, pues Sakura seguía bromeando sobre su «coraza de hierro» y él sólo intentaba callarla diciendo que ella era un libro «abierto y sin algunas páginas». Sin embargo, cuando iban a llegar al pasillo que daba a la oficina, Tenten «la chica charleston», apareció frente a ellos, ya que también estaba buscando a Neji. Inmediatamente, el Hyuga soltó la mano de Sakura. Ella se percató de aquel gesto, pero entendió por qué ni tampoco le dio mucha importancia.

—Hey, te estaba buscando en el estacionamiento —Le habló al Hyuga, y luego se dirigió a Sakura—. Pensé que se había encerrado en su carro para no tener que lidiar con nuestra genial fiesta. Ese es su modus operandi.

—¿Ah sí? Pues creo que cambió su escondite, ahora lo puedes encontrar en la terraza del noveno piso.

—¿Qué? —dijo la castaña, asombrada y con un tono quejoso, entonces clavó la mirada de nuevo en Neji—. No me digas qué… —En ese instante, él rodó los ojos, sabiendo que ella estaba a punto de hacer una escena sobre el mismo tema. Tenten se quejó con más ímpetu—. ¡Neji! Prometiste que ya no ibas a fumar.

—No fumé, ¿bien? ¿Puedes bajar la voz?

—Tú nada más vas allá arriba cuando quieres fumar. Te conozco bien.

Sakura se puso una mano cerca de la boca para evitar que él notara la risa que se estaba aguantando.

—Tenten, déjalo así —Le pidió el muchacho con gesto mosqueado, y empezó a caminar hacia la oficina, con la esperanza que la castaña no continuara y además, esperando que Sakura no decidiera unírsele. Comenzaba a entender que la pelirrosa tenía un creciente gusto por burlarse de él.

—Creí en tu palabra, Neji Hyuga —indicó Tenten, exagerando el sentimiento de decepción y yendo detrás de él, al igual que Sakura, que sólo quería ver cómo el chico trataba de escapar.

Al volver a la oficina, Shizune salió con que el encargado de mantenimiento había arreglado el fusible de la luz. Dijo algo como que había mucha carga eléctrica en el edificio y la planta se calentó. El sistema estaba de vuelta. Sin embargo, la asistente invitó a todos a que fueran a la sala de juntas para brindar con un poco de vino. Tenten arrastró a Neji hasta allá, a pesar de que el Hyuga intuyó que era una orden de Shizune más que una sugerencia. Aunque después, la asistente les permitió trabajar. Obviamente, Neji fue de los primeros en volver a su cubículo.

La jefa no llegó a la oficina en todo el día, cosa que no extrañaba a nadie. Tsunade tenía un largo record de faltas, y como no tenía el hábito de organizarles fiestas a sus empleados, le daba igual ausentarse en días festivos. Sakura le insistió para que no faltara, dándole la opción de no usar un disfraz por lo menos, pero la mujer le volvió a repetir, con un tono más exasperado, que ya tenía planes ese día. Sakura no le creía que visitara a alguien en un hospital.

—No lo sé, Sakura —Le dijo Shizune, cuando hablaban cerca del ventanal de la sala de juntas, mientras algunos otros andaban por ahí conversando también—. Tal vez piensas que Lady Tsunade me lo cuenta todo, pero en realidad, se reserva mucho.

—Pero eso es nuevo, ¿no crees? —Sakura sostenía su segundo vaso con vino—. ¿A quién visita en el hospital? Parece que oculta algo.

Shizune suspiró.

—Siempre he creído que Tsunade es una mujer misteriosa.

Pocos minutos después, Tenten y Shiho se reunieron con las dos mujeres para comenzar a charlar de lo divertido que será comenzar a planear la próxima posada navideña. Y sí, nunca habían tenido una posada navideña. Tsunade solía compensar ese detalle dándoles una bonificación extra.

Antes de las seis, la hora de salida, la mayoría había apagado su computador, y estaban cerca de la recepción, con bolsos en mano, esperando que los demás terminaran. Tenían un plan, y por alguna razón, esperaban que Sakura estuviera de acuerdo. Oh, sorpresa, fue escuchar que ella no pensaba acompañarlos. Sí, ya tenía otros planes —con su novio, pero eso no pensaba decírselo a nadie. Le sorprendió un poco la insistencia de todos, aunque también se sintió enormemente halagada. «Anda, Sakura, ven con nosotros, iremos por mojitos, te van a encantar», decía uno, «si vienes, yo puedo llevarte a casa de regreso», decía otro.

—Chicos, ya me hicieron sentir mal —comentó, mientras se ponía la chaqueta de piel negra sobre el disfraz—. Les juro que si no tuviera este compromiso, voy con ustedes. Pero en serio, no lo puedo cancelar —hizo cara de deprimida.

Los compañeros cabizbajos parecían incapaces de seguir insistiendo y no tuvieron de otra que aceptar la ausencia de la Haruno. En ese instante, Neji había terminado de ordenar sus carpetas. Un día completamente productivo no fue, aunque logró cerrar una venta. Sin embargo, desde su sitio había escuchado toda la conversación que se daba alrededor del escritorio de Sakura. Mientras se colocaba la chamarra, miró la escena, incrédulo. No iba a decir nada. Se dirigió a la salida, y sin querer, su mirada se cruzó con la pelirrosa. Ella iba a sonreírle, a modo de despedida, pero frenó el gesto, pues notó cómo el «Ángel de la Muerte» parecía aguantarse una risita burlona, como si estuviera mofándose… de ella. Sakura frunció el ceño y rápidamente le dijo adiós a todos para escapar por la misma puerta que Neji había utilizado.

Con pasos apresurados, Sakura logró alcanzar el elevador. Neji, con las manos en las bolsas del pantalón, la miró intrigado. «¿Qué no segundos antes estaba siendo persuadida como una celebridad?». Sakura se plantó a él de frente, frunciendo ligeramente el ceño, cuestionante. Sin embargo, Neji la miró escéptico, como si no fuera responsable de nada.

—¿Qué fue eso? —Le cuestionó la pelirrosa, con la peluca rojiza cubriéndole la cabeza.

—No sé de qué hablas —dijo él, inclinando su cuerpo hacia enfrente para presionar el botón de cerrar puertas del elevador. Luego, volvió a su posición anterior, fingiendo indiferencia. No contaba con que Sakura podía ver ese gesto escondido en la comisura de los labios.

—Esa sonrisita rara de hace un minutos atrás, la que estás tratando de esconder ahora.

Neji apretó los labios para no sonreír, y la observó. La verdad era que sí se había chasqueado, pero no necesariamente de ella.

—Eso fue algo… ridículo.

—¿De qué «algo» hablas?

—Tu nuevo club de fans.

—¿Fans? ¿Quiénes?

—Olvídalo, Sakura.

—¿Hablas de todos allá en la oficina? —comenzó a entender, pero no encontraba lo ridículo en ningún lado, hasta que algo hizo click en su cabeza—. ¿Es por la invitación a salir esta tarde? —Neji la miró fijamente, alzando una ceja, dando a entender que había dado en el clavo. A Sakura le pareció tan absurdo—. ¡Claro que no! Sólo quieren ser amables. Soy la nueva en la oficina, es obvio que quieran invitarme a salir. Además, ¡es Halloween!

—Estaban a un paso de suplicarte de rodillas.

—¡Que no, así no fue! —Sakura chasqueó la lengua por lo absurdo del argumento—. Eso lo hace todo el mundo cuando alguien nuevo es contratado. Apuesto que lo hicieron contigo también.

Neji resopló. La puerta del elevador se abrió y él salió tranquilamente, como si no hubiera escuchado lo último que dijo. Sakura lo siguió hasta el estacionamiento, ya con una sonrisa en los labios, mientras veía a Neji presionar el botón del seguro de su coche. Las luces delanteras se encendieron, mientras Sakura se detenía cerca.

—No te pongas así, Neji —Le dijo mientras él caminaba a su vehículo—. Estoy segura que les hubiera encantado invitarte a salir así, pero supongo que tu «coraza de hierro» los ahuyentó tanto que temieron volver a insistir. No te preocupes, algún día te ganarás su corazón.

—Adiós, Sakura.

El Hyuga escuchó la risita burlona de Sakura alejarse. Cuando giró la cabeza hacia atrás, la vio dirigirse a la calle que conectaba a la avenida principal. No le prestó demasiada atención. Subió a su coche. Se hizo el cabello hacia atrás, metió la llave y echó a andar el coche hacia la avenida. Era hora de ir a casa. Dormir. Dormir. Dormir… Ah, qué la rutina de este ángel.

Sin embargo, se desubicó cuando vio a Sakura andando sola por la calle mientras la noche estibaba su cercanía. No hubiera sido alarmante sino estuviera portando aquel disfraz tan revelador, pues sólo estaba cubierta por una chamarra de piel. Ahí iban esas piernas tan descubiertas. «¿Qué no tenía sentido del peligro?», pensó, incrédulo. Se orilló y detuvo el coche cerca de ella. La pelirrosa se asomó para comprobar que era él y luego se acercó a la ventana del coche.

—¿Busca alguna dirección, señor? —dijo en broma, sonriendo.

—¿Alguien vendrá por ti? —ignoró lo anterior, sólo quería comprobar que tan loca estaba esa mujer.

—Uhm, no que yo sepa. Pensaba tomar el autobús.

—Qué idiotez. Súbete.

—¿Por qué? El autobús que pasa por la avenida me deja a una cuadra de mi apartamento —dijo, apuntando a la calle.

—Te llevaré a tu casa.

Sakura lo meditó unos segundos; se encogió de hombros y soltó un simple «OK», antes de subirse al vehículo. Una vez dentro, le sonrió, aunque no entendía la repentina amabilidad. Neji puso en marcha el coche y se dirigió a la dirección que recordaba. Sabía dónde vivía, la había llevado a su casa la noche que el coche se descompuso. Sakura se puso el cinturón de seguridad y aspiró el olor a coche limpio, sintiéndose admirada por la pulcritud del interior. El coche de su madrina tenía olor a queso, y el de Sasuke a gasolina.

Neji iba callado, mirando al frente. Sakura no sabía qué decir, estaba un poco extrañada.

—¿Y qué harás esta noche?

—Ir a casa y descansar —indicó Neji, sin virar el rostro.

—¿No harás algo divertido? —preguntó con cierto asombro compasivo.

—No.

—Oh, qué raro… —comentó, ampliando los ojos, como si fuera increíble. Neji frunció el ceño pero prefirió mantenerse callado. Sakura miró por la ventana, observando cómo pasaban los establecimientos de la urbe de Konoha. Luego notó la pantalla del coche—. ¿Puedo poner algo de música?

—Si quieres.

Al presionar el botón de radio, se encendió la estación de rock alternativo. En ese momento, se escuchaba la letra de una canción que Sakura conocía bien. Sonrió y le subió levemente al volumen. Me and you, going nowhere, I'm right beside you… You be my passerby, I'll be your one to pass through… murmuró la letra. Neji la miró un momento, curioso de su expresión al cantar, aunque pronto volvió su concentración a la carretera.

—Me encanta Foo Fighters —reveló, con una sensación agradable. Neji pensó en decir «A mí también», pero como solía suceder, prefirió reservárselo. Ella continuó—. Una vez conseguí boletos para ir a verlos en Suna, en el tour de One by One. Pero mi mamá se enfermó en ese tiempo y tuve que revenderlos —suspiró, volviendo la vista afuera, con aire melancólico—. Fue una lástima.

Escucharla hablar de su madre, revolvió la cabeza de Neji por un momento. Fue quizá que Sakura era esa clase de persona que no tendía a frecuentar en su diminuto círculo de amigos. Era ajena a su mundo. No había conocido a nadie tan contradictoria. Claro que no pensaba que era una molestia. O sea, sí, era algo entrometida y escandalosa, pero no lo suficiente como para mantenerla lejos de su perímetro. Le seguía sorprendiendo descubrir cosas sobre ella, y sin lugar a dudas, tenía cierta curiosidad. Más claro estaba ahora, que se preguntaba qué clase de familia tuvo para ser quien era ahora. Neji pensaba que el tipo de núcleo familiar de una persona decía mucho de ella. Eso lo hacía comprender las razones de las acciones de la gente. Aunque oír «mi mamá se enfermó y tuve que vender los boletos» sólo le hacía creer que llegaron a tener problemas económicos.

Cuando llegaron al edificio del apartamento de la Haruno, ella sonrió.

—Gracias por el aventón. Eres un chico amable, después de todo —se burló, mientras abría la puerta del coche.

—Sakura —dijo, con tono serio. Ella lo miró mientras seguía en el asiento del coche, esperando lo que fuera a decirle. Neji quería encontrar la forma más sencilla de decírselo, no quería sonar paternal ni regañón—. Ten más cuidado a la próxima, ¿bien?

—¿Cómo? —dijo, con el rostro confundido.

—Sólo —No, no iba a darle sermón. ¿Quién era él para eso? —. Se cuidadosa. Konoha es una ciudad segura, pero a veces, algunas personas pueden tener otras intenciones.

La mirada de la pelirrosa se achicó, como si luchara por comprender a qué venía todo eso. La puerta del coche seguía abierta, lo que la alarmó: debía bajarse. Sólo respondió un «Está bien» cuando en realidad, no había logrado descifrar el contexto de ese consejo. Neji optó por ahorrarse otro comentario.

Cuando estuvo parada en la acera, Neji puso en auto en marcha. Sakura lo vio perderse en la calle, hasta desaparecer. Subió las escaleras a su piso pensando en lo anterior. «Yo sé que hay gente loca en todos lados, ¿de dónde viene su advertencia?», pensó, pero pronto entró a su apartamento, le fue perdiendo importancia.

Sakura llamó al celular a su novio para saber a qué hora llegaría, y él le dijo que en menos de 40 minutos estaba en el apartamento. De prisa, la pelirrosa comenzó a preparar la pequeña salita con algunos adornos de la época que ya tenía guardados previamente: papel fosforescente en forma de calabazas que pegó en el televisor y en las paredes. Prendió algunas velas, que puso en la mesita de la sala, en la cocina, y otras en el cajonero cerca de la puerta de entrada. Sacó una botella de tequila, partió limones, vertió un puño de sal en un plato y lo llevó todo a la mesita.

Sasuke no llegó tan pronto como dijo, sino una hora después. Cuando entró al apartamento, Sakura estaba tendida sobre el sofá, mostrando aquel esbelto cuerpo con el pequeño bikini del disfraz de Hiedra Venenosa. La luz eléctrica estaba apagada, pero todas las velas lograban iluminar el interior de la casa suficientemente, logrando mantener un clima íntimo.

—Bienvenido sea, señor Uchiha —dijo en tono seductor. En los labios de Sasuke se dibujó una sonrisa, mientras se quitaba la chamarra y la colgaba en el perchero que estaba en la entrada—. Le tengo buenas noticias… Batman está muerto.

Sakura tomó dos caballitos con tequila y se puso de pie para entregarle uno. Él no había dicho nada aún, sólo la contemplaba con inquisición. De inmediato se bebió el interior del caballito y Sakura lo imitó al mismo tiempo. Al dejar los vasitos en la mesa, Sakura se acercó a él y en una rápida maniobra, Sasuke la sujetó, logrando que ella enrollara sus piernas sobre su cadera. La besó, y luego volvió a dejarla en el suelo.

—¿Así estabas vestida en la oficina? —cuestionó de inmediato, mientras se sentaba en el sofá.

—Claro. Fui todo un éxito —sonrió, dándose una vuelta completa. Sasuke la jaló de una mano y ella se echó encima de él a ahorcadas. La miró al rostro, serenamente, mientras le acariciaba las piernas sobre las medias verdes que las cubrían.

—No vuelvas a ponerte algo así cuando salgas de casa… ¿Está bien?

Sakura se quedó quieta mirándolo. No parecía enojado, sólo le estaba dando una… ¿indicación?

—Nada más es un disfraz de Halloween —comentó con suavidad, pensando que eran simples celos de novio—. Se usa una vez al año, aunque la gente divertida suele usarlo más —rio.

—Tú no lo hagas —esta vez su tono fue más firme.

Sakura volvió a tener esa sensación incómoda al escucharlo dar esa «petición». Era como si la armonía de la velada se cuajara de improviso. Ya no entendía si le había gustado verla así o no. Sin embargo, Sasuke sabía contrarrestar esa sensación a su antojo; le sonrió, tomó su rostro entre las manos y volvió a besarla. Al separarse, Sakura no tuvo ganas de volver a hablar del tema. Le parecía algo desapacible, y ella sólo quería pasarla bien esa noche.

Sirvió más tequila. Dos limones ácidos después, Sasuke encontró la forma de quitarle ese disfraz rápidamente. Sakura le arrancó la camisa, luego le bajó la bragueta para sacar su pene erecto. Se meció sobre él mientras levantaba el rostro al techo. Gimió tenuemente. La peluca carmín le hacía cosquillas el su trasero desnudo. Poco después, él la recostó sobre la alfombra de la sala, y ahí la penetró numerosas veces, mientras ella comenzaba a llenar la estancia de gemidos más fuertes. Cerró los ojos, mientras sentía la fibra vieja de la alfombra raspar su piel desnuda, anudándole que en el cambio de posición, ella había quedado doblada de una forma extraña para conseguir una penetración profunda. Sakura se deleitó con ese exquisito dolor que Sasuke siempre lograra inferirle a su cuerpo cuando tenían relaciones sexuales. Sin duda, era parte de su sello personal. En el sexo, en todo lo que Sasuke representaba.

Poco después, Sakura se llegaría a preguntar, qué era aquello que realmente la mantenía unida a Sasuke. Una y otra vez.

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Eh, ¿qué les ha parecido? ¿Qué piensan de Neji, de Sasuke, de Tsunade, de Tenten? ¿Qué piensan de Sakura y sus elecciones? ¿Y esa creciente relación que tiene con Neji? ¿Y sobre su relación con Sasuke? ¡Opinen! Lo que deseen.

Nos leemos en la siguiente entrega. Porque la habrá.

Hasta pronto.

—Luxie