Como correr en el aire

Historia original de Eleventy7

Traducción de Dulzura Letal

Por supuesto, los personajes originales son de JKRowling y de quienes posean los derechos.

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Llegamos al final

¡Gracias a todos!

jess Granger s, Acantha-27, Kuroneko1490, yumeatelier, Christine C, Amai Star of Darkness, sinideas, coqui luna3, Dolce, mariposa de cristal, vic, xonyaa11, estrella Blank, Bea1258, laugab993, Lunatica Drake Dark, Caroline MP, lisicarmela, Markltz-TributeNephilimVAddict, Pain-99, Ryuketsu no Fuyu, Kokoa Kirkland, Lemniscata, Nancy, Kokusai79, nadi, Innaluu, mellitacullen, lucas1177, Nais24, Velia Vasari, , aoki ashia, Thundery, MMDD, Perla, soyguru, zilfyks, Vane, Princes-Slash, toxica666, Gabriela Cruz, Beanforever, I'm Dreams of a Violet Rose, Kristy SR, mESTEFANIAb, 1, Y y los que comentaron como Invitados.

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Epílogo

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Harry conocía el viaje de memoria. Era como respirar, como decir su propio nombre, como internarse en la noche para mirar las estrellas.

Era como su primer viaje, o como el último, o como cada viaje. Todos los pequeños detalles familiares iban abriéndose paso en su corazón como viejos amigos. Las luces de la ciudad iban pasando a cada lado, borrosas, en una brillante corriente interminable. Pero, él no necesitaba las luces, no necesitaba ver. Él sabía cuál era el camino, él siempre supo cuál era el camino a casa.

Las luces iban menguando en los suburbios, el rocío se iba juntando en los bancos de las plazas y en los asientos de los columpios. Si miraba hacia arriba, parecía que el cielo iba a explotar. Todas esas estrellas estallando en el cielo de tinta. La luna colgaba baja, plateada y redonda como una moneda. Podía pensar en las estrellas, en la luna, en nada o en todo lo que alguna vez soñó. No tenía que concentrarse, ni siquiera tenía que recordar qué esquina era la próxima, o qué ruta. Este mapa estaba garabateado en su piel, con miles de pecas y cicatrices diferentes y constelaciones. No tenía que recordar absolutamente nada.

Giró en una esquina y las luces se diluyeron; giró en otra esquina y ya no hubo más que oscuridad y estrellas. Los campos estaban allí, y le traían todos esos recuerdos del verano, de todas esas veces que condujo y condujo, y las flores de canola brillaban contra un cielo del color de las llamas de propano.

Giró en otra esquina, el recuerdo del verano brillante desapareció, pero no importaba. Ahora iba camino a casa. Derecho, sin más esquinas, solo una ruta recta que se desplegaba, interminable.

La grava crujió bajo los neumáticos del automóvil. A Harry le recordó la nieve, blanca y crujiente, quebrándose bajo los pies. Siempre amó los inviernos. Y los veranos.

Uno o el otro, le dirían sus amigos, pero para Harry estaba perfectamente bien amar dos cosas a la vez.

Cerró la puerta del auto con un golpe. Avanzó por el pequeño sendero serpenteante, pasó junto a las flores silvestres que se escapaban de sus lechos, pasó junto a las plantas de jazmín -cuyas flores blancas brillaban bajo la luna-. Llegó a la puerta principal pintada de verde oscuro, el mismo color de la enredadera que se encaramaba por las paredes de piedra arenisca.

Abrió la puerta, dejando salir el brillo de una luz suave y entró.

Del otro lado de la sala, las llamas destellaban en la chimenea. Draco, acurrucado en un sillón, con un libro, levantó la vista.

-Ya estás en casa -dijo.

Harry cruzó la habitación, se inclinó y lo besó.

-Sí -dijo-. Estoy en casa.

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Más tarde, en la profunda oscuridad de la noche, Harry soñó con largas autopistas y campos oscuros, con rutas interminables que lo conducían a un amanecer del color de los campos de canola, del color de las hojas de otoño, del color de una tarde tranquila de verano. Allí, miró hacia el resplandor del cielo sin nubes y avanzó.

Se agitó, dormido, y Draco lo acercó más a su cuerpo.

Fin

Xxxxxxxx Dulzura Letal, 24 de enero de 2016 xxxxxxx