Renuncia: yo sigo siendo yo y Hiro Mashima, una perra.

Prompt: #019 [Los Cuervos de las Navidades Pasadas; Fandom Insano]

Dah, lo prometido es deuda y por fin edité este fic. Que lo leí de pasada y la versión 1.0 era una aberración aberrante. No tiene mucho que ver con el original, pero es más decente, creo yo. Lo que importa es que fue un regalo a Misari por las fiestas. Para ti, guapa :D


Tiene la costumbre de desbordarse, como un grifo roto, que inunda todo a su paso y crea mares internos de emociones pululantes y exageradas. Todo ella lo vuelve lo más importante así sea lo más nimio.

(Y sus sonrisas son más enormes que el océano, y más frescas también).

(Y sus lágrimas son más desgarradoras que un diluvio, y más duraderas).

Porque Juvia es muy pura, muy sincera. Y efectúa cada acción, dice cada palabra, y saborea cada alimento con una pasión incomprensible a ojos ajenos—ojos grises, cuchillas de hielo profundo, tal vez.

Ojos por los cuales se siente desfallecer aún si hay sangre que todavía corre por sus venas, y por los cuales piensa a menudo que el afecto también es tangible, que puede ser abrazado y que tiene un olor a cigarrillo impreso en él y cabellos de ónix con tacto de terciopelo.

Pues es de las que creen que si tienes amor en tu vida debes vivir—que el amor es salvador, y puede manifestarse en una mano sujetándote cuando estás a punto de caer al vacío, una media sonrisa más brillante que los rayos del sol, dedos que se aferran a tu hombro y te dan fe y voluntad, una frase: «Yo estoy contigo».

Es el amor el que le ha quitado el dolor por los cielos nublados y muñecas de trapo y noches solitarias. Y que pinta su mundo entero de gris (gris por todas partes), sin necesidad de ser artista. Es el mismo sentimiento que le ha hecho ver que incluso si pierde las batallas siempre puede ponerse en pie una vez más e intentarlo de nuevo. Miles de veces.

Y se le confiesa cada día, cada semana, cada mes. Cada segundo. Que le adora, que le quiere, que para ella es lo más cálido del universo, pese a ser frío para otros.

Y Gray la escucha, la observa, está al pendiente. Y no lo admite (para él, para nadie) pero la procura y la cuida. Porque él sabe que ella tiene la costumbre de desbordarse, como un grifo roto. Porque Juvia, contrario a la creencia popular, no es ninguna llovizna.

(Sino la sensación del agua corriendo a través de sus palmas, llenándole—a él, un cuerpo seco. Insuflándole vida. Y es arrebatadora, perenne. La oportunidad de bailar (bajo la lluvia) con ella, entre besos húmedos y labios ardiendo. Mujer huracanada).