Dalia
(Dahlia spp.)

Planta de jardín de tallo herbáceo y ramoso, hojas opuestas y partidas en cinco o siete hojuelas ovaladas, con el margen dentado, flores terminales o axilares y semillas cuadrangulares, de color negro. Sus flores presentan colores vistosos con el botón central amarillo rodeado de una corola grande, circular, de abundantes pétalos, dispuestos regularmente. En el lenguaje de las flores, las dalias simbolizan nuestra gratitud hacia alguien.


Prólogo

Valeria Messaline, 34 años

Mañana del día de la cosecha previa al primer Vasallaje de los 25, Distrito 12


El viento silba cuando se cuela por entre los numerosos agujeros del tejado del Quemador, haciendo que la lluvia no caiga en el caldero de abajo tal y como debería suceder. El resultado, cientos de charcos y barro en el suelo. Más agua fuera de las viejas cacerolas que dentro.

Cuando Misha entra, una ráfaga de aire helado y húmedo entra con ella, haciendo que la piel de mis brazos al descubierto se erice.

—Diablos... me pregunto cuándo va a mejorar el tiempo. No es normal en ésta época del año —se queja la anciana empapada de pies a cabeza.

—El distrito rechaza a los capitolinos que han venido por la cosecha. ¿Los has visto? Estaban colocando cámaras y demás en la plaza ésta mañana, quejándose del frío. Pobrecitos —contesto mudándome de sitio, junto a la chimenea ennegrecida donde la fogata que calienta el lugar está ardiendo.

Sacando el paquete de tabaco del interior de mi sostén, tomo un cigarro y lo acerco a las llamas antes de llevármelo a la boca.

—No me he acercado al pueblo hoy —dice de mal humor— más les vale que no vengan a llevarse a mi nieta. Malditos sean todos ellos.

—¿Tu nieta, Misha? —digo, riéndome del comentario— pero si es un ángel. ¿Quién le va a votar a la criatura? No. Ella estará bien. Es alguien más quien me preocupa...

Dahlia. Ella tiene enemigos.

Misha vuelve a sus labores, acomodando las verduras que cultiva ella misma en su casa sobre la mesa de madera y yo me pierdo en mis pensamientos. Hace una semana nos hicieron votar a todos los habitantes del distrito de más doce años. Mientras esperaba en la fila, no podía dejar de pensar en el chico al que le iría a votar. No quería votar a nadie. ¿Qué chico merece ir a los Juegos del Hambre? Pero aún así, la opción de abstenerse no era contemplable. Era obligatorio votar por un chico y una chica. Así que durante el minuto en el que estuve encerrada en la cabina, seleccioné del menú del panel táctil traído del Capitolio dos nombres al azar. Era la opción menos mala. Si una cosecha es al azar, ésto también lo sería.

Desde entonces no he parado de pensar. ¿Qué ocurriría si saliera alguno de los dos chicos? Es como si los hubiera señalado con el dedo para el pelotón de fusilamiento que les va a colocar una pistola en la sien. Una pistola con veintitrés balas en el tambor y un agujero vacío. Una ruleta rusa muy peligrosa.

La imágen vuelve a mí. Yo era muy pequeña cuando sucedió. Casi diez años. Aquellos agentes de la paz vestidos completamente de blanco frente a los hombres en fila. Rebeldes. Uno de ellos era mi padre. Sabía lo que le iba a pasar. Iban a ejecutarlo e igual, no quería perderme sus últimos segundos de vida. Él me miraba y yo lo miraba a él mientras susurraba algo que no alcancé a oír pero lo leí en sus labios... "mi princesa". Entonces, ellos dispararon y todos los que estaban en fila fueron cayendo al suelo uno tras otro.

Mis memorias de aquel instante son algo confusas, recuerdo que grité, y aún sabiendo que sería mi perdición, intenté ir hacia él. Socorrerlo en todo lo que pudiera. Una vecina me tomó del hombro y lo impidió. Se escuchaban gritos y lamentos del resto de los congregados, gente de todas las edades, agentes de la paz reprendiendo a aquellos que osaban retarlos o armaban más escándalo. Una pesadilla.

Aún a día de hoy, mi cerebro rechaza el uniforme blanco de los agentes. Hace que se me anude el estómago y sienta el sabor de la bilis en mi garganta. Lo cual es una faena, porque algunos de mis mejores clientes son agentes de la paz, y a muchos les gusta... llevarlo puesto mientras realizo mis servicios.

La puerta se abre de nuevo, haciendo que el fuego se alborote. Es Dahlia, que se quita la capucha mojada y comienza a avanzar hacia la chimenea, saludando a todos los comerciantes que encuentra, a Jude el Manco, a Misha, a Lulu y Gregg y finalmente a mí.

—Bonito día —dice calentándose las manos en el fuego— pobres extranjeros, desde luego la suerte no está de su lado.

—¿Vienes del pueblo? —pregunto.

—Sí, he ido a la plaza a echar un vistazo. Creo que he conseguido una cita para después de la cosecha. Hay que aprovechar cuando vienen, los ricos siempre pagan bien.

—Vaya, no has perdido el tiempo entonces... ¿Cómo es él?

—Pelo castaño y morado, maquillaje morado y pequeñas gemas verdes bajo sus ojos. Olvidé su nombre. Tesius, Travius algo así.

—No está mal.

Al oírla hablar no puedo evitar sentir remordimientos basados en una punzada de envidia. Dahlia es joven, tiene dieciocho años y es la más demandada de entre nosotras. Si yo pude hacerme un hueco en el Panem de la post guerra fue debido a mi belleza, la cual aún conservo aunque haya entrado en su fase de declive. Nunca podré, no sentirme un poco madre en lo referente a Dahlia. Yo la acogí tres años atrás, salvándola de una paliza que se estaba llevando por robar fruta. Yo le hablé de mi vida como prostituta y ella se interesó. Yo le enseñé lo que sabe, cómo complacer, cómo fingir, cómo desempeñar un papel. Chica tímida y desvalida, o chica ruda y cruel. Ella es buena, e incluso diría que lo disfruta pero nunca se sabe. No sé qué se pasará por su cabeza, cómo se sentirá al tener que vender su cuerpo siendo tan jóven. Nunca da su opinión al respecto, tan solo habla de sus ganancias. Además, me consta que como actriz nadie tiene nada que envidiarle. Ha hecho sentir a algunos hombres como si fueran los mejores amantes del mundo cuando en verdad son orugas paralíticas. Jerga de la profesión.

—He recibido otra nota —dice en voz baja—. Mi hermano la ha leído.

La miro a los ojos y veo preocupación en ellos.

—¿Qué decía?

—Que ya me avisaron tres veces... y no hice caso. Se despedía con un "Felices Juegos del Hambre".

—Asqueroso —contesto.

—Val... voy a ir a los Juegos. Me han votado. Todas ellas. No es mi culpa que sus maridos busquen en mí lo que ellas no les dan. ¿No?

Ante eso, no sé qué decir. Este año no será una cosecha normal, es la conmemoración del veinticinco aniversario desde el fin de la guerra. El nombre del tributo está ya decidido, y en unas horas será anunciado.

—No dejes que te echen abajo. Lo que ellas quieren es verte hundida.

—No las dejo. Lo que puedan llegarme a decir no me importa. Pero que metan a mi familia en mis asuntos con ellas, eso es otra cosa. Dejarán de reírse en cuanto vuelva coronada.

¿Estará creyendo ella misma lo que está diciendo o estará dándose ánimos? De todos modos, es bueno saber que se sabe con posibilidades.

—Eso es. Tienes muchas cualidades que te podrían hacer volver. Sé que podrías aprovecharlas bien —digo, colocando la mano en su hombro—. Ha sido un buen año para nosotras.

Lo cual es verdad. La victoria de Isadora trajo un poco de esperanza a este lugar, junto con los regalos mensuales. La solicitud de teselas ha alcanzado bajos históricos.

—Quizá es lo mejor. Verlo todo por el lado positivo. Ahora iré a casa a ducharme y maquillarme. Si me va a ver todo Panem, será mejor que empiece por lucir lo mejor que pueda. Llamar la atención desde el principio.

—También ayudaría que parase de llover, para variar.

Ésta vez, Dahlia sí sonríe.

—Oh no, eso sí que no. Cuanto más tiempo estén los extranjeros a remojo, más satisfacción personal sentiré. Por cierto. ¿Me prestas tu medallón? Creo que me vería bien con él.

—¿Es eso lo que te vas a llevar de amuleto? —contesto intentando abrir el broche tras mi nuca.

—Quiero algo tuyo. Me recordará quién me ayudó a seguir luchando cuando todos los demás me dieron la espalda.

—Aún no sabes si tú serás el tributo.

—Gracias —dice cuando se lo paso—. Te lo devolveré cuando venga del Capitolio. No te olvides de venir a despedirme.

—Quiero pensar que no tendré que llegar a eso.

Ella se da la vuelta y se marcha tras hablar un poco con Lulu, dejándome con una preocupación aún mayor. Dahlia tiene a su madre y sus hermanos, pero a veces se siente como si nosotras las prostitutas fuéramos una segunda familia. Nunca tendremos a nadie, porque nadie quiere amor de tercera mano. Pero nos tenemos a nosotras. Es un futuro bastante deprimente que a Dahlia le llegará también, algún día pero que si es seleccionada y gana, tendrá la oportunidad de cambiar. En este distrito de gris y de muerte, el más alejado de la gran capital y que nada más que parece querer fabricar viudas y huérfanos, no hay muchas posibilidades de alcanzar la cima. Pero tenemos el fuego. Está en nuestra sangre. Somos los supervivientes, los olvidados.

La lluvia y el viento no parecen haberse calmado y para contrarrestar un escalofrío que siento, agarro unos cuantos pedazos de carbón, los echo a las llamas y mientras las observo crecer formulo un deseo.

Que ella esté bien.


este será mi siguiente longfic. Y este es su prólogo. Forma parte del reto "Pidiendo Teselas" del foro El Diente de León y fue propuesto por Elenear28. Estaba precisamente buscando una idea para mis siguiente fanfic sobre juegos, ahora que en el de Wiress hemos llegado casi al top 10, y narrar sobre el primer Vasallaje de los 25 me pareció muy interesante.

De ahora en adelante, los capítulos serán desde el POV de Dahlia. Pero siendo ésto el prólogo, quería darle un poco de contexto desde el POV de otra persona.

La historia será una desviación de mi propio universo paralelo, al que he bautizado como "Alphaverse". En el canon del Alphaverse, Aprilia gana ésta edición de los juegos pero eso no significa que en este fic la ganadora sea Aprilia o incluso que ella aparezca porque quiero darle al menos una oportunidad a Dahlia de probar que es digna de esa corona. También he decidido cambiarle el nombre original el cual era Larissa. Quería otro con un significado más bonito. Una flor muy bella como es la dalia, enmedio de ese distrito tan feo, en un día tan horroroso.

Muy pronto más y mejor. Espero que les haya gustado. ¡Feliz año a todos!

Los Juegos del Hambre y sus personajes pertenecen a Suzanne Collins.