EPÍLOGO

Una cuestión de tiempo

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No soy ajeno al amor y no estoy esperando por ti,

porque creo que renaceremos, porque creo en

todo, y creo en que nos volveremos a encontrar

y sufriremos juntos de nuevo.

-Richard Siken, Lillian Gish goes to hell.

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Harry abrió las ventanas de su habitación, dejando entrar el viento helado de la noche. Sintió cómo le recorrió un escalofrío por todo el cuerpo, pero no le prestó atención. Estaba demasiado viejo como para preocuparse por el frío.

Dio un par de pasos hacia atrás, sentándose en el filo de su cama, apretando el bastón negro con que se ayudaba a caminar (un regalo que le dio Lucius mucho antes de que ninguno de los dos lo necesitara de verdad, pero él siempre decía que era un símbolo de estatus). Ahora lo menos que le importaba a Harry era el estatus. Hay pocas cosas que le pueden importar a un viejo como él, en realidad. Como sus fotografías, por ejemplo.

Toda su habitación estaba cubierta con fragmentos de momentos vividos en su juventud. Todos rostros sonrientes en lugares distintos, cientos de monumentos que permanecerían en pie por más tiempo que todas las personas que saludaban a la cámara. Durante sus viajes conoció a muchas personas, pero Inglaterra era el lugar para él.

A sus cuarenta años, cuando por fin se cansó de recorrer el mundo, decidió que era momento de formar una familia. Llevaba un tiempo pensando en ello, pero fue 'Cissa quién terminó de convencerlo. Ese año, con afiliación a la pareja Malfoy, Harry fundó la Casa Hogar Lily Evans. De esos años eran el resto de fotografías en sus paredes: cientos de niños sonriendo, saltando o saludando a la cámara. Harry les había tenido mucho cariño a sus muchachos, pero ahora todos ellos eran adultos.

A sus ciento ochenta años, Harry había visto miles de cosas. Había visto, por ejemplo, cómo crecían los hijos de sus mejores amigos, cómo envejecían sus propios amigos… Ron, irónicamente, lo había hecho con más gracia que todos los demás. A pesar de su calva prominente y de su enorme barriga, era el único abuelo que todavía podía corretear a los chicos. Harry duras penas podía caminar ahora; después de todo, ser auror cobra su factura a partir de determinada edad y, para cuando cumplió los noventa y perdió la movilidad de su pierna derecha, decidió que era mejor dejar la Casa Hogar a cargo de alguien de confianza y comenzó a vivir para la familia. Para ese entonces, 'Cissa y Lucius ya llevaban ocho y cinco años de muertos, respectivamente. Había sido un golpe muy duro perderlos, pero al menos se habían ido en paz. En realidad, Harry sintió alivio en el momento en que Lucius se fue… Después de perder a Narcissa, no había vuelto a ser el mismo, y él mejor que nadie pudo comprenderlo.

Su tocador estaba lleno de objetos curiosos; muchos replicas en miniaturas de palacios y pirámides, otros pequeños regalos que le habían dado viejos amigos, nuevos amigos, extraños en el metro… todo lo que estaba ahí tenía un valor para él.

Pero en ese momento Harry no miraba ninguna de esas cosas. Había llegado el momento en el que solo le importaba una cosa, y esa cosa en especial ya estaba entre sus dedos: una vieja hoja de papel desgastada, con una tinta apenas visible, con una letra cursiva que él conocía de memoria. Era la segunda vez en toda su vida que veía esa carta, pero jamás había olvidado una palabra. Ahora, con el viento removiéndole suavemente su escaso y canoso cabello, volvió a leer su contenido. Con el paso de los años su vista fue empeorando mucho, pero en ese momento pudo leer cada palabra con la claridad de un joven de veinte.

Acarició el papel con los dedos y alzó la vista, paciente, sin soltar la hoja. Había esperado mucho por este momento y por fin era hora. El corazón le palpitaba despacio, pero estaba emocionado, casi feliz.

Vio la luna llena un instante, plateada contra la noche oscura, y sonrió, dejando escapar un suspiro. La fuerza se le fue yendo de las manos poco a poco, hasta que la hoja cayó de ellas y dio contra el piso. El cuarto estaba completamente vacío de no ser por la presencia de Harry, pero miraba a la luna como si mirara a alguien más. Quizá, después de todo, no estaba solo en la habitación, quizá había alguien más para escuchar las últimas tres palabras del viejo, antes de que sus labios callaran para siempre:

-Ya era hora.


Harry, cariño:

Estos últimos meses he hecho recuento de todo el conocimiento que poseo… y me horroriza darme cuenta de lo escaso que es.

Hay muchas cosas que ignoro del mundo, que no sé de ti y ya no podré saber. No sé qué harás dentro un año y mucho menos dentro de diez… pero me he tomado un tiempo para pensar en lo que sí sé, en lo que no puedo ignorar, y me he dado cuenta de que son verdades que ni siquiera tú puedes cambiar.

Sé que voy a morir. Sé que es una cuestión de tiempo y, en realidad, creo que le temo más a esta cuenta regresiva que a la muerte por sí misma. Después de todo, todos vamos a morir algún día. Pero no todos tienen que vivir sabiendo dentro de cuánto será.

Sé que no hay nada que pueda hacer, y que no puedo quejarme de mi situación porque ni siquiera creí que llegaría a los diecinueve y porque he sido más feliz de lo que jamás me atreví a imaginar. Quién sabe, quizá no fui hecho para ser feliz, quizá esta es la forma en la que el mundo recupera su balance, su orden natural o lo que sea. De cualquier forma, lo cierto es que renunciaría a mil vidas con tal de vivir la fracción de una contigo.

Sé que te amo. Sé que esto te está matando –quizá de una forma peor y menos literal que a mí-. Sé que las cosas serán difíciles para ti de ahora en adelante. Sé que me amas, y porque me amas sé que desde que comenzó esta situación he estado haciéndote daño. Pero no voy a disculparme por eso, porque es un dolor con el que los dos decidimos cargar juntos, hasta el final.

Tampoco puedo pedirte que te olvides de mí, porque sé que si tú me pidieras lo mismo, no harías más que reforzar tu recuerdo. No, en lugar de eso, quiero pedirte que vivas por mí, que hagas todo cuanto yo no pude y a cambio, cuando llegue tu hora, cuando los huesos ya no puedan con tus cansadas piernas, prometo venir por ti y escuchar todo lo que viviste.

Así que llénate de historias para contarme, no tengas prisa. Aquí estaré yo, esperándote hasta que sea el momento correcto.

Nos volveremos a ver, Harry… solo no planees hacerlo en un futuro cercano, ¿de acuerdo?

Si algo aprendí de la vida, es que absolutamente nadie vive para siempre; ni siquiera tú, Niño que vivió, así que no te apresures, hazme esperar el mayor tiempo posible.

Volveremos a vernos, no es más que una cuestión de tiempo.


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N.A: Y eso fue todo.

Ha sido un verdadero placer compartir otro fic con todos ustedes. Muchísimas gracias por su apoyo, por leerme, por comentar, por seguirme o poner en favoritos... incluso por leer sin hacer nada más, con eso basta y sobra. Todos ustedes son una de las principales razones por las que escribo y me alegra mucho que podamos seguir en contacto. En estos días he estado leyendo los fics que hice hace un par de años y... bueno, fue toda una experiencia... ahaha Así que quería agradecerles por haber seguido conmigo todo este tiempo a pesar de que las historias no eran taaaan buenas como quería que fueran (me estoy planteando reescribirlas en algún punto xD).

Peeeeero basta de cursilerías. Ha llegado el momento de los comerciales xD Tengo una comedia en mente (drarry, como siempre xD) y sería bonito verles por ahí también uwu (para compensarles tanto angst xD). Será un AU-No mágico y tendrá el número "20" en el título (?) por si lo ven xD hehe... ahhh los abrazaría a todos si pudiera, de verdad.

Espero que les haya gustado este fic, ¿qué les pareció? ¿Les gusta que ponga citas en los capítulos? ¿Me odian por haberles hecho sufrir?

Tengan un bonito fin de semana, nos leemos pronto l3 Chane~