Podía oír el sonido de de sus pasos alejándose con toda claridad, resonaban en sus oídos, en su ser... y luego el avión despegó...

Se despertó sobresaltada, tuvo que mirar la habitación a su alrededor para poder tranquilizarse, hacía mucho tiempo que ya no pensaba en aquel suceso y que su rebelde cerebro se lo recordara no era agradable. Se dio cuenta de que su reloj despertador estaba sonando, ¡Eran las 7.45!

- ¡Ay! ¡Es tarde! ¡Es tarde!- dijo la joven levantándose de un salto, comenzó a quitarse el pijama y a colocarse las medias blancas que utilizaba para sus clases. El tercer cajón de su escritorio se abrió, dejando ver un muñequito amarillo con su gorrito de dormir rosado, se frotaba el ojo derecho, somnoliento.

-Desde hace diez años todas las mañanas son iguales- comentó Kero.

-Tendré que comprar un despertador que suene un poco más fuerte.

-No creo que sirva de algo Sakura, duermes como un...- se cayó al ver la expresión espeluznante que ella estaba haciendo mientras se cepillaba el cabello castaño que le caía en los hombros. - ¿Tienes clase de gimnasia hoy?

-Sí, la profesora modificó el día porque mañana no podrá vernos por un asunto personal- Sakura tomó su bolso rosado y su abrigo negro para poder salir de su habitación. -Kero te dejaré el desayuno en la nevera, ayer preparé un pastel de chocolate con fresas que te encantará.

- ¡Viva! ¡Pastel! ~Gracias Sakurita, que te vaya bieen~

Corrió escaleras abajo y se encontró con su hermano y su padre, quienes preparaban la mesa para que pudieran desayunar, por desgracia era tarde y no podría comer nada, a pesar de que los sandwiches que estaba haciendo su papá se veían tan apetitosos... La chica sacudió la cabeza y enseñó su mejor sonrisa para no preocuparlos.

-Buenos días papá, buenos días hermano-

-Buenos días Sakura- contestó su padre siempre amable.

-Buenos días... ¿Y qué pasó esta vez? ¿Te comiste el despertador monstruo?- aunque se repetía que era una joven adulta, que trabajaba y estudiaba en la universidad aquel comentario continuaba molestándola.

-Ya hermano... somos grandes...

-Peor, una adulta monstruo asusta más que una niña monstruo...- aprovechando que Fujitaka estaba de espaldas ella le dio un pisotón a Touya.

-Lo siento pero tengo mucha prisa, así que comeré en el camino- Sakura tomó un sandwich de la mesa y se despidió de su familia antes de que su hermano hiciera otra broma como la anterior. Colocándose su gorro y bufanda blancos salió a las nevadas calles de Tomoeda.
Andar en bicicleta, aún en invierno, era agradable, le permitía relajarse, aún cuando había tenido ese sueño tan inquietante que le traía recuerdos tan tristes del pasado. Nuevamente sacudió la cabeza un poco para alejar sus pensamientos. "Apártate de las sombras" se dijo, luego volvió a sonreír.
Una vez que llegó al centro de actividades en el que practicaba gimnasia se encontró con Tomoyo que la esperaba en la puerta, como siempre estaba muy elegante y bonita, con su abrigo blanco e increíble cabello ondulado.

-Sakura, buenos días - la saludo al verla.

-Buenos días Tomoyo, ¿Me esperabas hace mucho?- preguntó la chica de ojos verdes.

-Solo cinco minutos- sonrió su amiga - ¿Te quedaste dormida?

-Sí... jiji, es que... bueno, tuve dificultades para dormir anoche... tuve ese sueño... otra vez- la voz de Sakura se fue apagando poco a poco.

-Oh Sakura, aparta las sombras y anímate ¿Verdad? Tu eres una persona muy alegre.

-Gracias, ¿Entramos?- Tomoyo ingresó al centro pero al momento en que la otra joven la iba a seguir percibió a sus espaldas una sensación extraña, aunque al voltear no había nadie allí más que las personas que caminaban. ¿Habría sido su imaginación? Como fuere, lo olvidó y se dirigió a su clase antes de que fuera la última en llegar.