Disclaimer: Takeshi Konomi es dueño de lo que reconocéis, contenido...mio.


**La Redención de Ryuzaki**

_Capítulo Dos_


-Tomo chan. Se que últimamente

...gomen...quisiera..a-a veces quisiera no herirte cada...vez que abro la boca...por eso deseo hacer las cosas bien...yo...yo hablé con Momo-sempai y...ahora creo que...- Horio la miró tímidamente, tomó su mano pequeña entre las suyas y sonrojandose la miro a los ojos- quieres...ser mi novia?--Y entonces le dije que si Sakuno-chan.

-Awww es tan hermoso- Respondió Sakuno sinceramente, ambas se miraron emocionadas y se abrazaron efusivamente.

-Ya no tengo que preocuparme por mi pareja para el baile- A Sakuno se le entristeció la mirada.- Vamos, estoy segura de que pronto recibirás invitación de algún chico. Desde que viniste con tu cabello suelto no paran de hablar sobre ti y lo guapa que estas.


Ryoma estaba molesto, golpeaba la pelota con demasiada fuerza y a duras penas alcanzaba a recorrer la cancha para no perderla. No podía pensar con claridad desde el lunes y no se dirigía hacia Ryuzaki desde el Martes...y ya era Sábado.

Continuó golpeándola hasta que no pudo contestar el rebote y salió volando hacia los árboles. Caminó lentamente hacia allí donde había caído la pelota y divisó a lo lejos a dos chicas.

-Ya no tengo que preocuparme por mi pareja para el baile- ...- Vamos, estoy segura de que pronto recibirás invitación de algún chico. Desde que viniste con tu cabello suelto no paran de hablar sobre ti y lo guapa que estas-

Ryoma salió de las canchas ofuscado.

*/*/

Ese día de lunes estaba especialmente soleado, todo Seigaku estaba en hora de almuerzo y los chicos de penúltimo año estaban en la cafetería. Ryoma estaba rodeado por sus amigos, Horio, Kato, Katsuo y Momoshiro, habían estado hablando sobre estrategias para lograr que los chicos del equipo no estuviesen tan reacios a jugar dobles pero las ideas flotaban en el aire sin ninguna forma y de cierta manera Ryoma no podía enfocarse al 100% en la conversación debido a sus peleas mentales acerca de su situación actual. Masticó un poco mas su pescado rostizado y miro hipnotizado el tenedor.

-No lo sé, yo aun no se lo pido a Ann, pero ella va a otra escuela secundaria asi que no estoy seguro.

-Yo se lo pedí a una chica del B y aceptó así que yo ya tengo pareja para el baile- Dijo Katsuo.

-oi Horio, tu crees que si...bu...bueno, tal vez, Ryuzaki-san quiera...o ... ¿acepte ir al baile conmigo?-

Ryoma era muy bueno disimulando con su cara de póker, por eso cuando escuchó esa pregunta supo que habian cambiado subitamente de tema y nadie notó como por poco se atraganta y como la venita de su sien sobresalía. Giró su mirada hacia Kato, el más tímido de los 3, pero el autor de la pregunta.

-No lo sé- Musitó Horio pensativo

-Bueno, es Sakuno, seguro te dirá que si para hacer caridad- dijo Momo y todos rieron. Sin embargo el ojiambar pronto se aburrió de la conversación y se fue a recorrer los pasillos de la escuela.

Durante 1 hora durmió en la azotea, ya atardecía cuando emprendió el camino hacia el salón de clases para recoger su mochila, giró unos cuantos pasillos pero una voz lo detuvo.

-Gomen, Ryuzaki-san, me...me preguntaba si...- Ryoma sintió como esa vena volvía a palpitar furiosamente y su entrecejo se arrugaba, no lo entendía, ¿que problema podía causarle que Kato invitase a Ryuzaki a un baile? Se vio a si mismo caminando hasta la pareja para interrumpirlos.

-Ryuzaki, ven conmigo- Dijo con un tono autoritario, ella se sonrojó furiosamente y bajo la mirada al sentirse intimidada. Le sonrió con timidez a modo de disculpa al chico frente a ella y comenzó a seguir al capitán.

Llevaban recorriendo los pasillos de la escuela por un buen rato pero el chico parecía no querer detenerse o siquiera hablar, Sakuno, en su desespero abrió la boca para poder preguntar. Sin embargo la cerró inmediatamente, pues, ¿que bueno podría decir ella con el historial de sucesos de las ultimas semanas? Estaba por finalizar el invierno y esa era una de las razones por las que tal vez se sentía triste, un baile para darle la bienvenida a la primavera era solamente permitido desde penúltimo año de secundaria, eso quería decir que jamas había asistido y por eso anhelaba tanto que alguien la invitase, no era estúpida para creer que estas semanas con el príncipe iban a hacer que el la invitase al baile, por eso no se ilusionaría con esta larga caminata, pues no tenia sentido que el la fuese a invitar después de no hablarle por casi 7 días. Pero...¿quien contaba los días?.

-Buchou, Ryuzaki-san, que bueno que los encuentro, estoy buscando a Kato-kun, ¿lo han visto?- Preguntó una chica del salón B a la que Ryoma no reconocia.

-Oh, Takedo-san, hace un minuto estaba hablando con él, pero...la verdad ahora no se donde está.- Dijo Sakuno parpadeando mientras intentaba pensar en donde podria estar su compañero de clases

-Bueno, si lo ves, dile que lo busco- Takedo se quedo mirándolos un segundo, luego miró hacia ambos lados y susurró- Se que es muy tímido, pero...por eso quiero ser yo quien le diga - rió bajito- que si quiere ir al baile conmigo- Sakuno enrojeció por completo y sonrió dulcemente, él escuchó como Ryuzaki la animaba a que se lo dijera pronto y Takedo salia corriendo hacia la estructura de Seigaku. Luego se giro hacia la pelirroja, quien lo miraba dubitativa...debía actuar rápido antes de que hablaran o surgieran situaciones incomodas para los dos. La miró a los ojos un segundo y se hizo el confundido.

-Lo siento Ryuzaki...pero...no recuerdo para que te llamé- Luego puso sus brazos en la cabeza y salió caminando tranquilamente. Ryuzaki lo miro incrédula y sonrió con ironía, más no le dijo nada y lo vio caminar hasta que lo perdió de vista, extrañamente, no se sentía agobiada por la sensación que le producía saber que muy probablemente Ryoma ya no estaría interesado en continuar con aquello. Pronto lo superaría y ella debía ser fuerte para cuando dejarán de hablar definitivamente.


Esa semana intentó mantenerse lo más alejada posible del chico para no tener que soportar la incertidumbre.

Por otro lado, Ryoma estaba dentro de su rutina, como en las ultimas semanas, él se sentó en la mesa de siempre, con Kato a su lado derecho, Horio y Katsuo en frente y Momo en su silla individual, a su derecha, al fondo, podía ver la fila que se armaba para recoger los almuerzos de la barra, en realidad no tenia hambre, pero allí había algo que le llamaba la atención, la chica con la que Ryuzaki había hablado hace unos cuantos días sostenía la bandeja del almuerzo y hablaba con las cocineras amablemente, sin pensarlo, él se levantó y se dirigió hacia la fila, no había tantas personas así que fue fácil escabullirse entre ellas para quedar a unos pasos de Takedo, quien al verle susurró un sorprendido Buchou y le hizo una breve inclinación de cabeza. Ryoma no se movía, la miraba de frente y le estorbaba el paso sin saber que hacer, ella le miró extrañada y el instintivamente movió su mirada gatuna hacia la mesa, ella lo siguió con sus ojos, luego ambos se miraron pero ella aun no entendía, entonces Ryoma volvió su mirada nuevamente hacia su mesa e inclino su cabeza.

-¿Podrías...reu-La chica se aclaró la garganta- reunirme con él?- Le preguntó suavemente, Ryoma asintió y se alejó.

-Kato- El llamado sorprendió a los otros chicos, quienes aparentemente hasta ahora se daban cuenta de que el azabache no había estado en la mesa desde hacia unos minutos. Kato asintió- Acompáñame- Le pidió lo mas cortésmente que pudo y empezó a caminar, pronto notó como una tercera persona los seguía pero no se detuvo hasta llegar a la biblioteca.

Dio unos pasos dentro y luego paró su caminar. Su amigo se estrelló contra su espalda.

-¿Que sucede Ryoma-chan?-

-Betsuni, espérame aquí, olvidé algo- Salió en el mismo momento en que una chica de cabello rubio entraba y saludaba a Kachiro.

*/*/

Unos días después de que le sucediera esa extraña situación al príncipe, le ocurrió algo igual de raro a sus compañeras de clase. Cuando Sakuno y Tomoka estaban hablando frente a su salón, vieron una chica rubia corriendo como un rayo, que de repente se detuvo y las miró emocionada, trotó un poco hasta llegar donde ellas y les habló como si se conociesen.

-Sakuno-chan, ya se lo he pedido, y me ha dicho que si- Dijo la rubia emocionada y nuevamente echó a correr, Sakuno se miró extrañada con Osakada pero pronto a su mente volaron los recuerdos y tuvo que contarle a su amiga de que la conocía y la razón por la que ella había dicho eso.

-Bueno. Ahora solo faltas tu de pareja, así que como sabemos que conseguirás, debemos ir a comprar tu vestido.

Ella se dejó guiar desde la escuela hasta el centro comercial, recorrieron cada tienda y se detuvieron en algunas, Sakuno no podía evitar fijarse siempre en el tono cobrizo, Tomoka la hacia probarse colores celeste, verde, negro, amarillo y hasta fucsia, pero sentía especial atracción por los colores vino tinto.

-Vamos Saku-chan, tu cabello es de ese color, tus ojos son de ese color, prácticamente tu eres de ese color cuando te sonrojas- Sakuno se sonrojó- No puedes ponerte un vestido de ese tono y esperar que combine bien.

-Demo...no me has dejado probar ninguno-

-Esta bien, pruébate...mmm. este, para que veas que no te quedará también como los vestidos que ya te has probado- Cedió la castaña y eligió un vestido que imaginó, su amiga no se pondría.

Pasaron unos minutos más observando vestidos en los escaparates de las tiendas, ajenas al par de ojos ámbar que las observaba de lejos.

*/*/

Era una casualidad que él fuese a ese centro comercial después de la escuela a acompañar a su madre a recoger unos vestidos de la tienda de ropa donde se encontraba, en donde también por casualidad había escuchado una risa estridente demasiado conocida como para no ignorarla, reconoció rápidamente la dirección en la que se hallaba Osakada y estaba a punto de esconderse cuando divisó a lo lejos su compañía pelirroja. Las observó unos cuantos segundos hasta que su madre le llamó para retirarse.

Esa última semana en casa estaba convirtiéndose en un martirio, no podía dejar de pensar en todo lo que había hecho en esos días y no había dejado de recriminarse acerca de las razones por las cuales había ayudado a una completa extraña a acercarse a uno de sus amigos, esta era la hora en la que Kachiro no tenía ni idea de para que le había pedido que lo acompañase a la biblioteca...tampoco es como si su amigo lo recordara o si quiera le hubiese preguntado, pero a él mismo se le hacia demasiado extraño estar inventando excusas para que una chiquilla del B estuviese a solas con uno de sus amigos. Tampoco ignoraba el hecho que había dado comienzo a ese incidente, pues recordaba con todo detalle las sensaciones que habían recorrido su cuerpo el día en el que escuchó tanto a las dos chicas como a Kato hablar acerca del baile de Primavera que se celebraría en dos días. Decidió no pensar más acerca de eso y se acostó a dormir.

A la mañana siguiente, consiente de lo poco que había descansado decidió tomarse un café...esa era la peor cosa que había probado en su vida.

A unas cuantas calles de la casa del príncipe, se encontraba Ryuzaki, desayunando rollos de pollo con huevo en la misma mesa con su abuela, quien le hablaba de lo mucho que le alegraba que su nieta por fin pudiese asistir a un evento tan especial como lo era el baile de Primavera de la Seishun Gakuen y de lo expectante que estaba por conocer al que sería su pareja de baile...si su abuela supiera...

Ella solo pudo suspirar tristemente, se dirigió a la azotea, no tenia muchas ganas de ir al salón, pues al ser 27 de marzo, un día antes de que el baile sucediese, lo único que tenían encargado hacer eran decoraciones y delegar estaciones, la estación del ponche, de los aperitivos, de la comida principal y muchas otras cosas en las que ella no se podía permitir pensar pues estaba realmente preocupada por no haber podido conseguir una pareja. Es decir, era tímida, eso lo sabía, pero también sabía que en años anteriores algunos chicos la habían pensado como candidata a pareja de no ser porque no tenía permiso para asistir al ser de un curso menor.

Esa mañana estaba especialmente fría, se acercó a la reja para sentarse y se abrazó a si misma, sus ojos estaban un poco llorosos y de sus labios salió un pesado suspiro.

-¿Qué te sucede?- Vio una figura borrosa de pie junto a ella pero su voz fue inconfundible.

-Ie...no te importa- Dijo a la defensiva

-Ryuzaki- Susurró mientras se sentaba a su lado y le ofrecía de su ponta. Ella tomó la lata con timidez, hace mucho no se encontraban tan cerca, lo que causó que al rozar sus manos soltase otro suspiro lastimero. -¿Qué sucede?- Preguntó otra vez, en ese tono de voz mas bajo y grave que antes.

-Yo...quiero...ir- Suspiró profundamente para hablar de corrido a pesar de los nervios que él le producía- No tengo pareja para el baile- Él capitán apretó los ojos con fuerza y se levantó. Caminó unos pasos alejándose de ella y miro hacia la puerta de la azotea.

-No es razón para llorar- Sakuno ni lo miró, sabía que eso era una pérdida de tiempo desde el momento en el que abrió su boca- Puedes...ir conmigo- Ella abrió muchísimo los ojos, su color rojizo contrastaba demasiado con ese día gris, la tez de sus mejillas lentamente se cubría de un rosa llegando al cobrizo y sus piernas la levantaron del piso. Sentía como Ryoma poco a poco tensaba los músculos y sabia que pronto él saldría por esa puerta y olvidaría sus palabras si ella no hacía algo en ese mismo instante para que él no se arrepintiera de las palabras que acababa de pronunciar. Así que dejó que sus piernas las llevasen cerca de él, le entregó la lata intacta en sus manos y se puso de puntitas, suavemente depositó un casto beso en la comisura de los labios del príncipe mientras lo miraba por un momento directo a los ojos, le sonrió dulcemente, y como alma que lleva el diablo salió corriendo de allí.

Ryoma estaba molesto, otra vez, sin embargo, tomó su teléfono y se puso de cuclillas, masajeaba su sien con una mano y con la otra sostenía el móvil.

-Ryo-chan, ¿que ocurre hijo, estas bien?-

-Madre...por favor...¿podrías alquilarme un traje para mañana? Tenemos un baile-

-Jo jo jo, Shonen, dinos, ¿de que color es el vestido de tu pareja?- Preguntó con tono de burla su padre, como si supiese que su hijo jamás llevaría una chica o mencionaría un baile siquiera en toda su vida.

-Vino tinto- Nunca debió haber contestado.


Cerró con impaciencia sus ojos una quinta vez, la música estaba fuerte y las conversaciones de las personas que lo rodeaban se producían a gritos, pero no era eso lo que le inquietaba, acomodó su corbata halándola hacia abajo para que no le asfixiara y tomó un sorbo de su ponche...esa era la segunda peor cosa que había probado en su vida. Sentía el sabor del alcohol quemándole la garganta, pero aun así lo bebía porque no había refrescos en aquel sitio y porque era la bebida que menos alcohol contenía.

-Te noto impaciente, Echizen-

-La verdad es que estoy ansiosa por ver quien es tu pareja-

Ryoma miró a la pareja a su lado, Ann y Momoshiro habían olvidado su besuqueo solo para tenerlo a él como fuente de diversión. Recorrió la mirada de izquierda a derecha en aquel salón y su mirada se detuvo drásticamente en la mitad, frente a él.

Ann, quien lo había estado observando detenidamente tuvo que guiar sus ojos al frente para ver que captaba la atención del capitán de Seigaku. Allí, a muchos metros de distancia se encontraba una mujer con un vestido hasta las rodillas, con unos tirantes que subían por sus hombros y se perdían cuesta abajo por detrás, aquella tela llegaba hasta la cintura y dejaba la espalda delicadamente al descubierto solamente cubierta por su cabello suelto que a pesar de ser cobrizo sobresaltaba gracias a los detalles brillantes que se distinguían entre sus hebras... y en su cuello, un hermoso colgante con piedras blancas que la hacia contrastar con la oscuridad del recinto y con el hermoso tono vino tinto de sus ropas.

Entonces Ann miró el atuendo de Echizen, un traje color blanco, pulcro, a excepción de la corbata que era del mismo tono que el de la chica. Sonrió tiernamente mientras se aseguraba de que su novio no arruinara el momento.

La joven caminó hacia ellos delicada, saludó cortésmente a la pareja y con Ryoma se le encendieron las mejillas y se le trabó la lengua. Él se veía tan incomodo que no le sorprendió verlo huir a paso lento hacia la salida a los jardines de atrás.

-Ryoma-kun-

-Nande-

-Sé...que no estás aquí- Tomó un respiro hondo- Sé que no estás aquí a gusto y...quería agradecerte que...hagas esto por mí.

-Betsuni-

Ella lo miró unos segundos, sus ojos estaban suavemente maquillados con rímel así que sus pestañas se notaban mas largas y espesas. Su mirada lo perturbaba.

-Lo que ha pasado...yo no...quiero que cambie nada entre nosotros- Lo miró de reojo y continuó- Pe...pero...ti...tienes- Ya empezaba a tartamudear-

-No acostumbro a hacer esto- Le respondió de repente en tono molesto- Yo no se que sucede, no quiero que siga pero...tampoco se como detenerlo- La miró a los ojos y se le acercó a un palmo de distancia.

-No lo detengas...por favor-

Se miraron unos segundos sin demostrar demasiadas emociones, pactando en silencio, Ryoma fue el primero que avanzó nuevamente al baile y ella lo siguió, sonriendo con timidez recibió el ponche que le ofrecía el príncipe.

Esa noche ella bailó poco, pero pudo tener una noche amena rodeada de sus amigos, charlando cosas triviales y bebiendo del alcohol que le ofrecía su amiga Tomoka...todo lo poco que ese sabor amargo le permitía poner en su boca. Se sintió extrañamente feliz y decepcionada...pero sobretodo esperanzada porque sabía que por lo menos tenía una oportunidad después de la breve conversación que ambos habían tenido.

*/*/

Les habían dado un fin de semana extrañamente largo, ese miércoles primero de Abril se levantó sin esfuerzo y al estar listo salió de su casa, por primera vez en muchos años se desviaba de su rumbo unas cuantas calles más. Llegó en 10 minutos a su destino, con nerviosismo, algo poco común en él, tocó al timbre de la vivienda y unos minutos después le abrió la puerta una pequeña pelirroja de 17 años, quien le sonrió radiante y sorprendida ante su presencia y le saludo con un Ohayo, Ryoma-kun. Caminaron juntos hasta la escuela esa mañana.

-He pensado...que tal vez- Ella se removió las manos mientras seguía caminando hacia el salón- Podríamos ir a...la parte del lago en el receso - Susurró no muy segura de si la escucharía- Sé que...podremos-Tragó saliva, muy penosa de lo que diría a continuación- estar a solas- El asintió y trató de sonreír, pero ese tipo de sonrisa sincera era algo en lo que le tocaría practicar, pues lo único que había logrado era que ella lo mirará como un bicho raro.

Mas tarde ese día Sakuno guió a Ryoma hacia el lago, donde en realidad era un espacio tan grande que ella no mentía cuando decía que en realidad nadie se daría cuenta de que se encontraban allí.

El azabache se sentó cerca del tronco de un árbol, mientras Sakuno se acomodaba a su lado con timidez, después del baile, era la primera vez que estaban a solas y la verdad estaba muy nerviosa ya que a pesar de que no habían tenido contacto durante esas semanas estaban los recuerdos de los furtivos besos que ella le había dado el mes pasado y eso hacía que cada vez que lo mirase tragara saliva y desviase la mirada con tal de que él no notara cuanto añoraba volver a sentir ese contacto.

Se sobresaltó cuando parpadeó y al enfocar la mirada vio a Ryoma observándola con curiosidad pero a muy corta distancia, sus mejillas se tornaron color carmín y empezó a tartamudear mientras el sonreía burlonamente.

-Na...nani-

-Betsuni-

Ella lo miró con curiosidad pero luego sus ojos se mostraron tristes, él alcanzo a darse a cuenta de eso y esa fue la razón por la que tomó su mentón y la presionó para que hablara solamente con la manera en la que la miraba.

-Yo...si...siento que...mou- Retorció sus manos apoyadas en la falda- ¿Por qué lo haces? - Apretó los ojos y lo dijo a toda velocidad.

Ryoma entornó los ojos y desvió su vista hacia el lago. Le incomodaba la pregunta pero aun así sabía que ella necesitaba una respuesta o se pondría a llorar, cosa que a él la verdad le incomodaba más pues cada vez que por alguna razón ella lloraba todo el equipo de tenis se enteraba y le hacían pedir disculpas aun cuando no era su culpa o no estaba enterado.

-Ya lo dije-

-N-no- Susurró ella un poco molesta. Él la miró detenidamente.

-Si...en la fiesta-

Sakuno recordó ese momento en el baile, sin embargo las palabras "Yo no se que sucede, no quiero que siga pero...tampoco se como detenerlo" no le decían absolutamente nada de lo que ella deseaba escuchar, no esperaba una confesión de amor, pero sabía que si él aceptaba sus besos, si él había iniciado en un par de ocasiones algunas acciones significaba que al menos algo despertaba en él.

-I...e- Se maldijo así misma por no poder expresar todo lo que sentía solo por los nervios que ese chico serio provocaba en su cuerpo.

Él también se maldijo por la mala suerte de tener que buscar palabras adecuadas cuando siempre las escogía cuidadosamente para pronunciar solo las necesarias. Entonces se dio cuenta...

-¿Por qué lo haces tu?- Preguntó con malicia y ella pronto se dio cuenta de su trampa, frunció el ceño en un gesto pensativo.

-Y..yo...bu...bueno...desde hace años que...tú-Parpadeó extrañada, no sabía como expresarle sus sentimientos.

-También me gustas- Dijo Ryoma en una carrera, ella vio como sus mejillas se tornaban un poco rosas, lo que causó que las suyas se arrebolaran mucho más.

-I...e- Negó con su cabeza suavemente y sonrió con ternura- No es eso...yo...-Respiró hondo y lo miró a los ojos- T...te quiero- Sus ojos no soportaron ver como el la miraba con arrogancia y su sonrisa se ladeaba. Él no dijo nada al respecto pero se notaba un poco nervioso por lo que él acababa de admitir, la pelirroja se relajó, sabía que era un avance que ambos estuviesen hablando más de lo debido.

-¿Quieres un dulce?- Le preguntó cambiando el tema mientras de su maleta sacaba unas golosinas. Ryoma no contestó así que ella asimiló que no deseaba...puso uno de esos dulces en su boca, entonces sintió algo cálido, diferente al dulce en ella, abrió un poco los ojos y con vergüenza vio a Ryoma muy cerca de su rostro, posando sus masculinos labios sobre los suyos, los cerró nuevamente, entonces su boca se vio invadida sutilmente y tan rápido como empezó, se acabó.

-Si quiero- Le sonrió socarronamente.

Ryuzaki por fin pudo suspirar en paz, al estar con él...por fin después de tantos años...sentía como su corazón poco a poco se liberaba del dolor...el rechazo en el que él sin saberlo la había tenido pero que acababa de terminar. Se sentía muy, muy feliz porque él ahora estaba con ella...aunque no fuese expresivo...aunque aún no se amaran.


Notas finales: Lamento muchísimo haber tardado más de un año en terminar esto, sin embargo traigo esto a modo de disculpa y espero que sea de su agrado aunque sea más corto, acá como ven, explico por qué es el nombre y sobretodo doy a entender que son unos niños, que si bien Sakuno siempre se ha sentido atraído por él, el azabache jamás le dio motivos para amarlo y por eso hasta ahora...recién iniciando su "relación" es cuando sabe que valió la pena la espera.

Besos.

Mari.