Segunda Generación: Viaje en el tiempo.

―Diálogos―

Pensamietos

Invocación o Bijuu hablando

Invocación o Bijuu pensando―

Descargo de responsabilidad: Naruto y sus personajes no me pertenecen, yo sólo los utilizo para el entretenimiento de ustedes, sin ánimos de lucro; las ocurrencias y demás, así como la historia, sí son producto de mi descabellada imaginación.


Capítulo 11: Problemas... y algo más.

Abriéndose paso por largos y estrechos corredores, seis personas se detuvieron frente a una puerta. Ésta se veía antigua y muy desgastada, pero era reforzada por un sello de papel pegado a la madera. Sakura se preguntó por qué se utilizaba aún ese tipo de protección cuando actualmente había una mejor tecnología. Quizás la habitación no se había utilizado durante un largo tiempo.

El Raikage hizo unas señales con las manos, y en un suave "puff" el papel se despegó de la madera y cayó lentamente al suelo. Acto seguido, la puerta se abrió.

El Raikage prosiguió a entrar en silencio, y los otros cinco los siguieron de cerca. Hinata frunció el ceño ante la oscuridad de la habitación; la cantidad excesiva de polvo le causaba cosquillas en la nariz y garganta, y sentía que su Chakra estaba siendo drenado. Aquello llamó su atención, notando así que se trataba de Sellos de Supresión de Chakra.

―A este punto, ustedes habrán notado que su Chakra poco a poco les estaba siendo robado y comenzaron a sentirse débiles ―el Kage se detuvo frente a una pequeña caja sobre una mesa, repitiendo aquellas secuencias de sellos de antes.

―¿Se trata de algún método de seguridad? ―Naruto preguntó.

El Raikage asintió.

―Así es. Los pergaminos de viajes temporales se activan con el uso de Chakra, así que debemos ser precavidos ―se dio la vuelta con un pequeño rollo en la mano, elevándolo un poco a la altura de su rostro para darle una mejor visión de él a los presentes―. No obstante, su uso es específico para usuarios de Fuuinjutsu.

Sasuke frunció el ceño. ¿Qué habían hecho los niños para activarlo?

―Sin embargo, tengo la certeza de que usted, Nanadaime Hokage, puede activar este pergamino sin ningún inconveniente ―el Raikage se volvió hacia el Uzumaki quien asintió con seguridad.

―No debe preocuparse por ello.

Kakashi, reclinado sobre la pared más cercana, entonces habló:― ¿Y qué hay de estos niños? Ellos activaron el sello sin tener realmente conocimientos en técnicas de sellado.

El Raikage suspiró.

―Tengo entendido que es necesario un buen manejo de Chakra, pero...

―Quizá se trata de un sello bastante sensible ―conjeturó Sakura.

―Debió activarse al ser manipulado ―Sasuke agregó.

El Raikage pensó un momento.

―Su uso es único. Sin embargo, si se conoce el tipo de sello se puede crear uno nuevo. Aunque hasta ahora, no hubo usuarios Fuuinjutsu que supieran esa habilidad, ya que, a decir verdad, no quedan muchos de ellos.

―Se puede crear uno nuevo... ―Naruto pensó en voz alta. Sacó de su bolsillo el pequeño rollo ya utilizado, abriéndolo ligeramente para observar sus patrones grises, que originalmente habían sido negros―. Entonces, si supiéramos de qué técnica se trata, ¿podríamos crear un sello nuevo?

El Kage entrecerró los ojos.

―En efecto, pero preferiría que no llegaran a ese punto.

Hinata asintió de acuerdo a ello. Sería un problema si dicha técnica cayera en manos equivocadas. Ellos no deberían saberla tampoco; ya estaba demasiado en juego con ellos tratando de viajar a otro tiempo.

―Confío que ustedes le darán el uso adecuado a este pergamino, después de todo, son los héroes de la Gran Guerra ―el Raikage se volvió bruscamente hacia Kakashi―. ¡Tú y yo hablaremos seriamente cuando todo esto termine!

―¿Hmm...? ―Kakashi pasó una mano por su cabello y miró hacia otro lado, fingiendo desinterés.

Naruto sonrió y levantó el pulgar hacia arriba.

―¡No te preocupes, sólo déjenoslo a nosotros, 'ttebayo!

―Cuanto menos tiempo permanezcan en otro tiempo, mejor. Cuento con ustedes.


Bolt se encontraba sentado en el suelo y abrazando sus rodillas cuando alguien le dio ligeros toques a la puerta de aquél pequeño cuarto de lavado. El niño levantó la vista y abrió ligeramente la boca, pronunciando un corto y apagado "¿Quién?", sin esperar realmente una respuesta.

―Bolt, soy Sarada.

El rubio suspiró y continuó en su actual postura.

―¿Qué quieres?

―El desayuno está listo ―respondió― ¿... Está todo bien?

Entonces, Bolt abrió la puerta, y Sarada no pudo pasar por alto un detalle.

―¿Estabas llorando? ―ella preguntó, haciendo que rápidamente el rubio limpiara cualquier rastro de lágrimas de su rostro.

―No lo estaba ―negó él, mirando hacia otro lado.

Sarada miró al suelo, sintiéndose avergonzada.

―Lamento lo de antes. Yo... debí investigar un poco más antes de decirlo.

Bolt se volvió a ella, sorprendido. Se sentó en el suelo junto a la pared y comenzó a dibujar círculos con el dedo en la madera del mismo.

―No te preocupes por eso. Ellos... son muy parecidos después de todo ―dijo tranquilamente―. No podría culparte...

Sarada estaba sorprendida. Se sentó a su lado, sonriendo ligeramente.

―¿Crees que... ellos vendrán a buscarnos? ―Bolt preguntó, esperanzado.

―Sí lo creo ―respondió con seguridad―. No sé cómo, sin embargo.

―Sí, supongo que es imposible de saber ―reflexionó.

Sarada se mantuvo un momento en silencio antes de hablar.

―¿Sabes? Tú eres muy alegre y escandaloso, y es extraño no verte sonreír.

Bolt infló las mejillas ante eso.

―¿Qué estás diciendo? ¿Quieres que sonría en un momento como este?

―Por favor.

Luego de eso hubo silencio, seguido de un resoplido y unas carcajadas unos segundos después. Sarada estaba desconcertada.

―¡Es extraño que tú me lo pidas dattebasa! ―el niño exclamó entre risas.

La Uchiha hizo un puchero, sonrojada.

―¡Es escalofriante, y lo sabes!

―Ah, supongo que lo es ―poco a poco detuvo las risas, limpiando las lágrimas de sus ojos.

Sarada flexionó sus piernas, esbozando una pequeña sonrisa.

―Entonces, ¿lo harás?

―¿Qué cosa? ―Bolt ladeó la cabeza. Sarada suspiró.

―Sonreir. Quiero que sonrías.

El rubio miró hacia otro lado, sintiéndose de repente un poco molesto.

―¿Por qué querría hacerlo? Las circunstancias no lo requieren ―refunfuña él.

―Mm... quizás ―Sarada miró al techo pensativa. Bolt la observa de soslayo―. Pero... aunque se trate de un momento difícil, yo creo que lo mejor es sonreír. ¿No crees que es algo bueno?

Bolt arqueó una ceja en cuestión. ¿Qué demonios?

―¿Desde cuando crees eso? ―cuestionó.

―¿Desde cuando haces tantas preguntas? ―ella preguntó.

―Desde que actúas extraño 'ttebasa―declaró Bolt.

―¡No estoy actuando extraño, idiota! ¿Qué te hizo pensar eso? ―negó Sarada con molestia.

Bolt suspiró.

―Olvídalo, creo que lo imaginé ―hizo un gesto con la mano para restarle importancia. Sarada no pudo evitar mirarlo con curiosidad y confusión.

Entonces la Uchiha se puso de pie, dándole la espalda al niño. Acomodó sus lentes antes de hablar:― Iré con los demás. Minato-san dijo que hoy podríamos observar el entrenamiento con su equipo; deberías apresurarte y reunirte con ellos también, o te dejarán atrás ―se giró un poco hacia él―. ¡Ah! Y no olvides lo que dije antes.

Con eso, Sarada se marchó hacia la cocina, dejando solo al pequeño niño con un aire pensativo. Pasó una mano por su cabello rubio y dejó escapar un sonoro suspiro, curvando sus labios en una pequeña sonrisa.

―Lo... lo tendré en cuenta dattebasa.

Mientras Minato se preparaba para el entrenamiento del día, Sarada y Himawari se encontraban desayunando. La más pequeña observaba atentamente a la Uchiha mientras bebía de su vaso de leche, esperando a que ella dijera algo.

―¿Dónde está mi hermano? ¿Él está bien? ―Himawari preguntó.

―Lo está ―respondió Sarada, dándole una mordida a su galletita. Y como si sus palabras lo hubieran llamado, Bolt llegó a la escena con su alegre expresión de siempre; Sarada no pudo evitar suspirar aliviada: él parecía mejor. Sin embargo, se sintió extraña al demostrar abiertamente su preocupación, confundiendola y haciéndole creer que estaba actuando fuera de sí.

―¡Nii-chan, volviste! ―Himawari vitoreó mientra daba brincos desde su asiento. Bolt puso una mano sobre la cabeza de su hermana.

―¡Por supuesto que he vuel...!

Se detuvo al ver una mancha roja acercándose a gran velocidad desde las escaleras, y de un segundo a otro todo se había vuelto escandaloso. Minato se alarmó.

―¡Hola! ¡Yo, Kushina Uzumaki, estoy completamente recuperada 'ttebane!

―¡Kushina-san! ―la más pequeña exclamó feliz.

―¡Hima-chan, te ves tan adorable hoy! ―Kushina dijo mientras hacía movimientos exagerados.

Minato rápidamente se posicionó junto a ella con preocupación.

―No deberías estar aquí, tienes que descansar y reponer fuerzas ―el Namikaze dijo cauteloso. Kushina se crispó.

―¡He dicho que estoy...! ―ella sintió un pequeño mareo, tambaleándose ligeramente hacia ambos lados antes de caer hacia atrás, siendo atrapada a tiempo por Minato. Risas de nerviosismo escaparon de los labios de Kushina luego de lo sucedido― ¿... bien?

Todos le quedaron mirando.

―Kushina-san, debería volver a la cama ―sugirió Sarada.

―No se ve del todo bien ―apoyó Bolt.

―¿Qué le pasa a Kushina-san? ―preguntó Himawari inocentemente. Su hermano se giró ligeramente hacia ella, pensando cómo pudo haberlo olvidado.

Minato estuvo de acuerdo con los niños, sin embargo, tratar de convencer a la Uzumaki sería uno de los mayores retos. ¿Cómo hacer para que ella simplemente vuelva a la cama?

Mientras él pensaba en alguna posibilidad que garantizara su integridad física, Kushina ya se había librado de su agarre y se encontraba burlándose de él por descuidado.

―Minato, ¿qué clase de Jounin ''elite'' eres si no puedes siquiera contenerme? Bueno, nadie puede hacerlo ―ella alardeó. Los niños simplemente le quedaron mirando; ella era bastante ruda a decir verdad.

Minato no tenía algo para decir, después de todo, él había sido descuidado. Sin embargo, no debía darse por vencido; no permitiría que ella se hiciera daño.

―Iré con ustedes para el entrenamiento. Como ven, ya estoy muy bien 'ttebane ―ella se volvió hacia Minato con molestia―. Tú... no intentes detenerme, ¡ya no molestes!

Bolt y Sarada iban a decir algo, pero nada salió de sus bocas; Himawari simplemente ladeó la cabeza.

¿Eh?

―Yo sólo me preocupo por ti ―Minato murmuró con voz lastimera.

―¡Ya no lo hagas, es irritante! ¡Yo puedo valerme perfectamente por mí misma, no necesito depender de ti!

Es verdad...

Ella tenía razón, porque, a pesar de su actual estado, Kushina era una persona fuerte y capaz de hacer todo por sí misma. Quizás él la había subestimado, o tal vez había confundido ambos conceptos de preocupación y sobreprotección. Quizás era él el que dependía de ella.

La mirada de Minato se ensombreció. Colocó su bolso sobre su hombro y se dio la vuelta ante la expectante mirada de los niños.

―Entiendo ―musitó él, sonriendo imperceptiblemente―. Entonces ya no lo haré. Puedes venir si así lo deseas.

Kushina no supo qué decir, había actuado completamente fuera de carácter.

La pelirroja nunca cuestionó sus acciones, ni ha medido nunca sus palabras; la verdad es que no creía que aquello influyera en alguna persona. Pero, ¿por qué había dicho eso?

¿Por qué había dicho semejante cosa? ¿Qué fue realmente lo que la impulsó a hacerlo?

―Deberíamos irnos, o los otros se molestarán mucho ―Minato dijo en voz baja. Los niños asintieron, un poco preocupados, y lo siguieron hasta la salida de la casa.

Kushina suspiró y caminó en un profundo silencio.

/

Tres niños esperaban en el campo de entrenamiento número siete, y uno de ellos se movía en círculos de forma impaciente. Kakashi trataba de no prestarle atención al azabache y continuó jugando con su Kunai, asiéndolo girar en sus dedos. Rin suspiraba.

Obito gruñó y pateó una piedra, seguido de ello comenzó a caminar en dirección opuesta al de antes.

―¡Se están tardando mucho! ―se quejó el Uchiha. Kakashi bufó molesto, aunque de acuerdo.

―Debe de haber una buena razón para que Minato-sensei se retrase ―dijo Rin.

Kakashi, quién en ese momento se encontraba sentado sobre un árbol, clavó con fuerza el Kunai en la madera y comenzó a rasgar la corteza.

―O quizás ocurrió algo ―opinó él―. Un gato negro se habrá cruzado en su camino.

Obito lo miró.

Kakashi continuó:― Seguro una abuela necesitaba su ayuda con sus compras. Oí que hoy había ofertas en comestibles...

Obito hizo un puchero. Rin no pudo evitar reír ligeramente.

―Gracias Kakashi, fue muy gracioso ―gruñó nuevamente el azabache.

―De nada.

―¡Siento el retraso!

Los niños divisaron a su Sensei, quien se acercaba acompañado de Bolt, Sarada, Himawari y Kushina.

Obito y Rin suspiraron. Kakashi brincó del árbol con una mirada de indiferencia.

―Minato-sensei, ¿ocurrió algo? No suele llegar tarde a los entrenamientos ―indagó Rin, preocupada.

―Eh... es sólo que una abuela necesitaba mi ayuda...

La niña le quedó mirando.

―E-en fin ―Minato negó con la cabeza, poniéndose en movimiento―. Comencemos con el entrenamiento.

Sarada se sentó bajo la sombra de un árbol y observó con atención la persecución que había dado inicio. Bolt trató de subir al árbol pero no pudo, y en su lugar, cayó aparatosamente al suelo. La Uchiha cubrió su boca para no reír, mientras que Himawari, preocupada, ayudó a su hermano a levantarse.

Bolt se sentía frustrado: su manejo de Chakra era del asco. Él realmente deseaba aprender a controlarlo y así realizar diversas técnicas y trepar árboles. Sin embargo, él había sido el peor en su clase de la Academia, pero aún así no se daba por vencido.

―No puedes medir la cantidad adecuada. Debes canalizar una cantidad justa de Chakra en tus pies; ni más ni menos. Inténtalo.

Bolt miró hacia arriba, encontrándose con Kushina sobre la rama donde él había querido subir anteriormente. Sarada y Himawari miraron con curiosidad.

―Lo... lo he intentado pero es algo imposible para mí ―murmuró el niño.

―Nada es imposible. ¡Anda, con ese pensamiento no lo lograrás nunca, 'ttebane!

Bolt se quedó en silencio. De repente, su rostro reflejó auténtica determinación.

Mientras tanto, a un par de metros más adelante, una batalla de Kunais había iniciado. Minato trataba de esquivar los ataques de sus alumnos, pero a muy duras penas lograba hacerlo ya que no estaba prestando la debida atención. Un Shuriken roza su mejilla derecha, haciéndole un pequeño corte que rápidamente comenzó a sangrar. Minato se sorprendió ante eso.

«¡Yo puedo valerme perfectamente por mí misma...!»

El rubio se crispó.

«Yo puedo...»

Puedo...

Puedo...

Puedo...

«No necesito depender de ti»

―¡Sensei!

En cuanto Minato reaccionó a aquél grito, un Kunai se había clavado a sus pies, cerca de herirlo. Kakashi se cruzó de brazos con molestia.

―Sensei, está muy distraído hoy ―se quejó.

―Es cierto. ¿Ocurrió algo? ―preguntó Rin.

Minato se rascó la parte posterior de la cabeza, negando ligeramente.

―Eh... Um... No realmente ―tartamudeó. Fue tan poco creíble.

Obito entrecerró los ojos, y, de repente, una enorme sonrisa algo retorcida surcó sus labios:― Seguro que Kushina-san tiene algo que ver con esto.

El rubio respingó.

―Oh... Obito, eso fue demasiado inteligente como para venir de ti ―el Hatake se burló.

―Soy mucho más de lo que crees.

―Obito sólo dijo lo obvio ―suspiró Rin.

―¿Obvio?

―Se lo preguntaré a Kushina-san.

Minato se alarmó. Diablos, ¿era así de transparente? Ciertamente había estado muy distraído y había saboteado el entrenamiento de sus alumnos, pero definitivamente no deseaba llegar a esta situación. Debía impedirlo.

―¡E-esperen!

Patético.

Kakashi no le prestó atención y siguió caminando en dirección a la pelirroja. Ésta lo miró con curiosidad cuando el niño se acercó con rapidez al lugar.

Bolt había logrado trepar dos metros al árbol, lo cual era un gran avance, y todo gracias a Kushina. Himawari estaba bastante sorprendida.

―¿Qué sucede? ―preguntó Kushina, observándolo atentamente.

―¿Ocurrió algo entre Sensei y tú, Kushina-san? ―inquirió Kakashi con una mirada de supuesta indiferencia.

Kushina sudó frío.

―Etto... bueno...

―Lo sabía. Lo que sea que haya sucedido no permite a Minato-sensei concentrarse y hacer debidamente su trabajo.

Kushina se quedó en silencio, recordando lo que había pasado esa mañana. Un sentimiento de culpa la embargó, junto con confusión y enojo hacia sí misma. Realmente no lo comprendía: ¿Por qué lo había dicho en aquél momento? Aquellos no fueron sus verdaderos sentimientos, y debido a ello hirió los de Minato. ¿Quizás... el Kyuubi haya influido en su comportamiento?

¿Pero cómo? El sello no puede estar debilitándose, ¿o sí?

Un escalofrío recorrió su cuerpo. Eso no era bueno.

Levantó su camisa ante la sorprendida mirada de los demás, y, tras un suave toque por encima de su ombligo, un enorme sello apareció. Éste, sin embargo, no se veía fuera de lugar.

―Bien... todo parece estar en orden ―ella murmuró.

―¿Kushina-san...? ―llamó Kakashi, confundido por su extraño acto.

―¿Qué está pasando? ―inquirieron Bolt y Sarada al unísono. Himawari ladeó la cabeza, sin ser del todo capaz de comprender la situación. Los tres se encontraban sentados en el suelo, y el rubio, con sus brazos cruzados y un rostro berrinchudo, pensaba que todos ellos eran "gente demasiado extraña".

Minato, apresurado, llegó a la escena. Se encontraba agitado, y Obito y Rin lo seguían a una prudente distancia. Entonces él comenzó a hablar rápidamente y sin darse cuenta:― ¡Kushina! ¿Qué ha pasado? ¿Estás bie-?

Ella lo miró y al instante se detuvo; se percató de que ningún sonido salía de su garganta reseca. Miró al suelo por un momento: Sus palabras, ¿hasta qué punto influyeron en él? ¿Por qué se vio tan afectado?

Podía parecer ridículo, pero realmente estaba dolido.

Preocuparse no era algo malo, ¿o sí? Y aún así no pudo evitar pensar en aquél comportamiento, tan inusual en ella, llegando a la conclusión de que tal vez no había tenido una buena noche. O quizás aquellos habían sido sus verdaderos sentimientos.

―¿Minato? ―Kushina saltó del árbol, aterrizando en el suelo de manera impecable. Lentamente cubrió su ombligo con su camisa y miró al rubio un tanto conmocionada.

Minato elevó la mirada con una expresión que Kushina no pudo identificar. Y tan rápido como sus ojos se habían posado en ella comenzó a hablar.

―Kushina, sé que ahora mismo estás enfadada conmigo y lo entiendo porque he sido bastante molesto, pero, no dejaré de preocuparme por ti, ¿sabes? Además…

―¡Minato!

Kushina le dio una bofetada y lo tomó de los hombros, dejándolo desconcertado.

―Minato… ―la pelirroja lo zarandeó― ¡¿Pero de qué demonios estás hablando?!

―… Lo que oíste…

Kushina le dio otra sacudida, aún más violenta. El rubio ya estaba mareado.

―Escúchame, pedazo de alcornoque, no estoy enfadada contigo, ¡¿me oyes?!

―¿Eh…? ―Minato estaba completamente confundido―. ¡Tú fuiste la que dijo todas esas cosas hirientes esta mañana!

―¡Por supuesto, no voy a negarlo! ¡Pero puedo asegurarte que no fue con esa intención, 'ttebane!

―¡¿Entonces por qué lo has hecho?!

Los niños observaban a una prudente distancia.

―Vaya… han comenzado a discutir ―suspiró Rin―. Y justo cuando creía que las cosas se resolverían.

―Yo creo que la situación es muy divertida ―rió Bolt, pero fue callado por una bofetada en la parte posterior de la cabeza de parte de Sarada.

Obito se rascó la cabeza con confusión.

―Deberíamos intervenir antes de que Sensei sea despojado de sus extremidades ―sugirió el azabache―. A Kushina-san ya se le inflaron cuatro venas en su cabeza.

―No… ―Kakashi, sobre un árbol, pasó una página de su libro―. Déjalos ser.

Al final… ninguno de ellos intervino.

―Yo no quise decir eso, de verdad, no fue mi intención ―Kushina murmuró con un hilo de voz―. Pero, por alguna razón, aquello salió de mí sin ningún pudor. No fueron mis verdaderos sentimientos, te lo aseguro, 'ttebane.

Minato no supo qué decir. La verdad es que él tampoco deseaba iniciar esa discusión y herir sin querer los sentimientos de Kushina. Pero, ahí mismo, veía como la alegre y enérgica pelirroja se caía a pedazos… ¿y todo por su culpa?

―Kushina…

Haha, humana inútil, ¿siquiera puedes controlar tus propios sentimientos? ¡Dejándote vencer por ellos fracasarás en tu patética vida!

Kushina se sorprendió al oír la voz del Kyuubi. Pero, ¿cómo era eso posible?

―¿Lo que oigo son palabras de aliento? ―la Uzumaki se burló mientras secaba sus lágrimas.

¡Por supuesto que no! ¿Por quién me tomas mocosa?

Entonces Kushina levantó la vista hacia un consternado Minato y le dedico una de sus más amplias sonrisas. El rubio sintió que su pulso repentinamente se aceleraba con una mezcla de desazón y extrema alegría, y de repente se sintió incapaz de reaccionar.

―Tenías razón, fui dura contigo y herí tus sentimientos, pero quiero que sepas que… ―Kushina cerró sus ojos con fuerza, tratando de decir esas palabras tan difíciles para ella― Yo…

Minato la abrazó sin previo aviso, antes de que ella siquiera pudiera decir algo.

―No tienes que decirlo, lo entiendo. Me disculpo también… espero puedas perdonarme.

Rin dio un brinco de felicidad.

―¡Kyaaa! Ellos son tan lindos, ¿verdad chicos?

―No ―Kakashi, Obito y Bolt dijeron al unísono.

Sarada sonrió.

Puaj, que asco. Asquerosos humanos ―gruñó el Kyuubi.

―Sí. Yo… ―en cuanto Kushina notó que estaba siendo observada por los niños y que se encontraba en una situación algo vergonzosa, su cara se volvió completamente roja y apartó a Minato de un empujón.

―Ya… ¡Es suficiente! ¡No te dejes llevar, Minato! ―exclamó la pelirroja completamente sonrojada.

El rubio simplemente rió por su comportamiento, tan usual en ella. Sin embargo, a pesar de que todo parecía haberse solucionado, el hecho de haber dicho esas cosas aquella mañana y que el Kyuubi era capaz de hablar con ella, era aún un misterio para la Uzumaki y no le permitía estar tranquila.

Fue entonces cuando unos extraños ruidos se oyeron; se trataban de crujidos y gruñidos que provenían de entre la maleza. Esto hizo a los presentes alarmarse, pero había algunos que creían que solo se trataba de algún animal salvaje.

―¿Qué está pasando? ―preguntó Sarada al ver que los mayores repentinamente se ponían serios.

―No estamos solos ―gruñó Kakashi. Sacó un Kunai y estaba a punto de atacar cuando Minato lo detuvo.

―Iré a investigar, tú quédate aquí ―ordenó el Sensei, sacando su propio Kunai.

El Hatake chasqueó la lengua y obedeció sin más.

Esto apesta ―el zorro se quejó.

Kushina no supo a lo que se refería, pero prefirió no preguntar al respecto.

Lentamente Minato se acercó al origen del ruido, y empuñando su afilada arma dio el último paso. Pudo oír un par de voces y éstas parecían estar discutiendo.

En un movimiento rápido el Rayo Amarillo apartó la maleza, pero se detuvo al instante al descubrir a cinco personas que lo miraban con una expresión de confusión y sorpresa.

Fue entonces cuando, un rubio de extraños bigotes en sus mejillas, dejó escapar un sonoro "Ups" de sus labios.

Minato parpadeó.


N/A: Hola! ¿Cómo están? ¡Ha pasado tiempo! Un muy largo tiempo, de hecho…

Ejem, realmente lo siento por la tardanza pero, como verán, mi computadora ha sufrido un muy… serio accidente, ¡y eso me pasó por descuidada! He estado un largo tiempo sin ella y recién, hace unos pocos días, pude recuperar algunos documentos. Gracias a ello pude continuar escribiendo, aunque desde una tablet, así que lamento si ha habido errores.

En este capítulo decidí poner algún ligero SaraBolt junto con un poco de drama barato. Espero que no haya sido demasiado para sus ojos porque a mi vista quedó demasiado raro y feo xD

Tal vez se pregunten qué fue lo del final. Pues… se explicará en el siguiente capítulo, haha.

Bueno, espero que el capítulo les haya gustado… o al menos entretenido un poco. Quiero decirles que por más que tarde en actualizar, no abandonaré esta historia así que no se preocupen, y agradezco mucho la paciencia de todos ustedes y sus comentarios, me pone tan feliz n.n

Bueno, ahora corro a actualizar otros fics...

Matta ne!

~MH99