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¿Somos un equipo? Parte 9: She's back.

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Continuación del regalo de Alinekiryuu

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Disclaimer: Ningún personaje me pertenece. Solo la trama de esta historia es mía.

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Miss Choco-chips

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Cuando despertó la mañana siguiente, casi deseó no hacerlo. El dolor punzante que la atravesó como una navaja, sumado a la sensación pastosa en la boca, la llevó a preguntarse cómo diablos Tsunade-shishou podía ser tan adepta a beber.

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-Mi cabeza –gimió, suavemente, girando para hundirla en lo más profundo de su almohada-. Nunca más…

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-He oído eso antes, y siempre es mentira.

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La voz la sorprendió tanto, que a punto estuvo de caer de la cama. Qué bueno que no pasó, porque entonces el mareo habría sido simplemente demasiado para contenerlo, y lo último que quería era ponerse enferma frente a Damian.

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-¡Idiota! –gritó, arrepintiéndose al instante en que su propia voz intensificó el dolor. Continuó, susurrando- Casi me matas del susto.

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-Te lo tendrías bien merecido. ¿Tienes idea de la que me hiciste pasar ayer? –cuestionó él, y ella oyó sus pasos acercarse, seguido de algo siendo depositado en la mesilla de noche.

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Pensó durante varios minutos (Inner Sakura aparentemente seguía noqueada, luego de sus intentos fallidos de la noche anterior de mantener sobria a Sakura. Oh bueno, ya luego le preguntaría), para luego sacudir suavemente la cabeza en negación, lo cual obviamente empeoró el asunto. Gimoteó, miserable, sintiendo deseos de arrancarle un brazo cuando lo sintió reír. Claro, el bastardo amargado, que no reaccionaba ante las más chistosas bromas, encontraba entretenido su dolor. ¿Por qué no le sorprendía?

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-Sádico… -murmuró, girando apenas para abrir los ojos y mirarlo. Se sorprendió al notar que su habitación estaba en penumbras. Según sus cálculos, debía ser media mañana- ¿Por qué está todo a oscuras?

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-He visto a Grayson y Todd luego de una noche en fiesta, y a Pennyworth cuidándolos. Sé algunos trucos; como por ejemplo, cerrar las cortinas para que la luz no te queme las córneas y aumente el dolor de cabeza, que muy obviamente tienes. También, lo llamé para preguntarle por ese té que les da, algo sobre calmar el estómago…

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Rotó pesadamente su cuerpo en la cama. Sabía que estaba sentado a su lado, la muy tenue luz que se colaba por las tapadas ventanas bastaba para ver sin lastimarla. Buscó su rostro con las manos y, desde su posición acostada, lo analizó con seria adoración.

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-En estos momentos, en serio te quiero.

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Ella no podía saberlo, la claridad no era completa (y él estaba profundamente agradecido), pero un tenue sonrojo cubrió las mejillas del chico. La posición le recordaba mucho a la de la noche anterior, haciéndole casi imposible apartar la vista de sus labios. ¿Seguirían conservando el sabor de la noche anterior? Los suyos, a fuerza de lamerlos repetidas veces, habían perdido ese gusto a fresas y sake que ella le dejó.

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-'AUTOCONTROL'- se dijo, molesto consigo mismo. Tenía que dejar de pensar en ello. Después de todo, había quedado en que fue algo del momento y el alcohol, ¿verdad?

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Con eso en mente, no pudo evitar preguntar- ¿Segura que no recuerdas nada?

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Tras unos segundos, ella negó (recordándose otra vez consultar con Inner más tarde), nuevamente maldiciendo cuando el movimiento le costó caro.

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-Retazos… Llegué con shishou, me trajiste aquí… ¿me arropaste? Y luego… -pareció esforzarse, pero por el suspiro que soltó, supuso que los resultados no fueron satisfactorios- Debo haberme dormido, porque después está todo negro.

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Él sonrió de lado, satisfecho con su suerte, antes de rápidamente ocultar el gesto.

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-No hay mucho más. Vamos, incorpórate para que bebas el té. Son las diez de la mañana y tienes trabajo luego del almuerzo –mientras hablaba, la ayudaba a sentarse y acomodaba las almohadas a su espalda para que estuviera más cómoda. Nunca la había sufrido, pero sabía lo molesta que podía ser la resaca; y el dolor de Sakura no era algo que particularmente le agradase.

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Agradecida, se dejó hacer, sonriendo en el filo de la taza cuándo se la acercó. Quizás debería ponerse borracha de nuevo, si a la mañana siguiente sería mimada de esa for/

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-¡Puaj! ¡Dios, que asco! ¿Eso tiene desperdicios de perro o algo así? –se quejó, apartando la boca del líquido azulado; fácilmente, lo más horrible que había probado en su corta vida.

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-Yo solo seguí la receta –se defendió, encogiendo los hombros sin alejar el recipiente-. Aunque es muy posible que el sabor sea así a propósito, teniendo en cuenta la campaña personal de Pennyworth para reducir las salidas de los idiotas, y que el nombre del té es "La próxima vez no bebas".

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-Es peor que las píldoras de soldado –siguió maldiciendo, pero abrió obedientemente la boca, consciente de que era su pequeña reprimenda por haberse excedido la noche anterior. Mientras tragaba el remedio del diablo, como lo había apodado, llevó una mano brillante en chakra a su cabeza. Segundos más tarde, relajó sus tensos hombros y suspiró con alivio. Repitió el proceso con su estómago y sonrió engreída cuando el dolor amainó casi del todo. No podía eliminarlo por completo, pero si lo suficiente para sobrevivir la mañana.

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-Eso es injusto para el resto de los borrachos del país –señaló Damian, dejando la taza vacía en la mesilla y tomando el plato con tostadas. Según Alfred, tener algo sólido pero no pesado en el estómago la ayudaría. Con naturalidad, acercó la comida a los labios entreabiertos.

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Sakura, distraída por el asqueroso sabor que permanecía en su paladar, aceptó inconscientemente. Únicamente después de la segunda mordida, se percató de que estaba siendo –nuevamente- alimentada por él.

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El joven Robin, más acostumbrado a ver en la oscuridad que ella, notó fácilmente como su rostro cambiaba de color a uno bordó oscuro. Los ojos verdes estaban abiertos de par en par, y cuando pareció prepararse para gritar, sencilla y sabiamente introdujo otro pedazo de tostada en su boca, en parte para molestarla, en parte para proteger sus propios tímpanos.

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-Piensa bien lo que haces. ¿Crees que tu cabeza, o la mía si vamos por ese lado, pueden soportar tus chillidos?

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Lució ofendida, pero al parecer captó su punto. Furiosa, arrancó el desayuno de sus manos para consumirlo por su cuenta, en silencio. En cuanto acabó con ambas, lo miró con curiosidad, más tranquila.

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-Estas muy callado… Pensaba que me gritarías por ponerme borracha y causarte problemas.

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Él soltó un suspiro profundo, no molestó sino… ¿Pensativo? ¿Confuso? Era difícil entender cómo se sentía a veces. El torneado cuerpo del héroe se deslizó, quedando sentado en el suelo con su espalda recargada en el borde de la cama. Al inclinar hacia atrás la cabeza, para hacer contacto visual con ella, esta quedó descansando en el regazo de la kunoichi.

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-Todos merecen escapar de la realidad de vez en cuando, para ayudarse a dejar algo atrás. Asique realmente no importa lo que hayas echo para llegar a este punto.

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-Yo…

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Entonces, él hizo algo que volvió el interior de Sakura un remolino de insectos con alas coloridas, nadando en una sensación calurosa, tan complejo y sencillo a la vez: Sonrió de lado, no con arrogancia, sino con sinceridad, una que la tocó más profundo que cualquier palabra de aliento que sus amigos podrían darle jamás.

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-Solo me alegra tenerte de regreso.

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-¡Haruno-san! –Himeno Kyoko, la enfermera castaña de alrededor de 26 años que solía ayudar a Sakura, se les acercó ni bien verlos entrar a hospital-. Tsunade-sama me contó lo que ocurrió. Dijo que te tomarías unos días…

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Sakura, con un vigor que su callado acompañante había extrañado, asintió efusivamente, dejando que la otra mujer la ayudara a colocarse la bata.

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-Hai, pero ya pasé mucho tiempo lejos de mis pacientes. Incluso si… perdí a uno –su rostro se ensombreció, pero agitó la cabeza para alejar esos pensamientos-, hay más que necesitan mi ayuda; no puedo descuidarlos.

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La mayor asintió, observándola con preocupación afectuosa- De acuerdo, pero tómalo con calma, por favor. Si sientes que necesitas un descanso, estoy segura que Shizune-san estará dispuesta a cubrirte.

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Mirando hacia atrás, buscando chocar con la mirada azul de Damian, la doctora peli rosa negó, con más seguridad en sí misma de la que tenía dos semanas atrás. La determinación de no repetir su pasado error relucía en su faz.

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-Gracias, pero no será necesario. Tomé suficientes descansos para dos meses. ¡Ahora, necesito mi agenda!

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-Hai. Como no sabía que regresarías hoy, no tengo una preparada –se disculpó-. Pero, casualmente, Sawada-san se reportó enfermo; podrías tomar sus pacientes del día, además de algunos que vienen por primera vez y aun no tienen un doctor asignado. Oh, y creo haber oído que andan un poco justos de personal en Urgencias.

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Sin más que decir, los tres –Kyoko, Sakura y la 'sombra' de esta- se movieron por los pasillos del hospital, prácticamente cazando enfermos o heridos, dejando tras de sí una metafórica estela de sanación. Varias veces fueron detenidos en los pasillos, por enfermeras en su mayoría y algún que otro paciente de la peli rosa, todos indicándole que la habían echado en falta mientras no estuvo, y que se habían preocupado por su bienestar.

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(Uno de los shinobi más osados, al que Haruno había arreglado la pierna semanas atrás, llegó lo suficientemente lejos para darle una cajita con chocolates. Cierto Wayne jugó con la idea de arruinar el esfuerzo de su amiga, y devolver el miembro inferior del ninja a su anterior estado de rotura)

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Trabajaron durante horas sin descanso, Himeno señalando a los que necesitaban ayuda, Sakura atendiéndoles y él asistiéndola en lo que le pidiera, como se había acostumbrado a hacer. La vitalidad parecía circular por ellos como agua en una fuente, sin duda contagiados la primera y el último por la energía desbordante de la pequeña doctora.

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Alrededor de las ocho, ligeramente cansado (apenas había dormido la noche anterior, y seguirle el paso a una mujer determinada era una tarea que ni Batman podía llevar a cabo impune), se permitió a sí mismo alejarse del panorama médico y centrarse en el personal, en la escena que tenía delante.

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Damian observaba la espalda de Sakura, con su largo cabello rosado agitándose tras de ella, mientras prácticamente corría en Urgencias de camilla en camilla. La miró mientras arreglaba brazos y cortes, recetaba hierbas a ancianos para sus achaques de la edad, corregía deslices de enfermeras… Se recluyó a una esquina oscura, contento con verla brillar, el fuego de su espíritu iluminándola como si estuviera en un pedestal. Y desde este lugar, con un extraño orgullo bullendo en su interior, sonrió.

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Su doctora realmente estaba de regreso.

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Esto se les estaba haciendo una costumbre. No fea, no linda. Simplemente eso.

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Ambos pensaban en ello mientras cruzaban los barrios de Konoha, alumbrados alegremente por los postes de luz. Ligeramente incómodos, pues, por el horario (cerca de las 10 de la noche), las calles estaban a rebosar de transeúntes, que no dejaban de mirar con descaro a la alumna de la Hokague siendo cargada por el extranjero. Incluso algunos llegaban tan lejos como para señalarlos y sonreír con entusiasmo.

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-¿Crees poder hacer una excepción y dejarme caminar? –ya ni intentaba ordenarle bajarla, sabía que él no iba a obedecerle, y aunque tenía la fuerza suficiente para soltarse… bueno, estaba cómoda y sus piernas dolían por el atareado día.

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-Tt.

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-Sí sabes que eso no es una repuesta, ¿verdad?

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-¿Tienes hambre?

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El brusco cambio de tema debió sorprenderla, pero no fue así. Simplemente suspiró, su cálido aliento chocando con el cuello expuesto de Damian, quien absolutamente NO se estremeció (O eso juraba él en su fuero interno).

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-Ahora que lo mencionas, sí, pero no tengo ganas de cocinar. Y no vi a Tim-kun en todo el día, asique no creo que él vaya a preparar algo.

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-Tt –reanudó el camino, doblando en una esquina que, en vez de llevarlo al hogar Haruno, conducía a uno de los sectores más céntricos y turísticos de la Aldea- ¿Qué quieres comer?

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Captó de inmediato la idea. Entusiasmada ante la perspectiva de cenar fuera, comenzó a mecer sus piernas, mientras tarareaba pensativa- Mmmm... mmm… ¡Ya se! Quiero Yakisoba. Hay un restaurante donde lo venden, aquí a dos cuadras, y creo recordar que también tenían uno en versión vegetariana. ¡Y luego, podemos ir a este lugar genial que está cerca del parque, donde venden los mejores helados de toda Konoha!

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Damian rio por lo bajo, sorprendido y divertido por su emoción, pero no dijo nada mientras seguía sus indicaciones para llegar al local. Simplemente, disfrutó el hecho de que la entusiasta personalidad de la doctora hubiera salido indemne de su triste experiencia. Si todo lo que tenía que hacer para mantener esa sonrisa fresca y risueña en su rostro, era ser un caballero (como Dick tanto insistía en que fuera)… así sea.

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-…Y el mío tendrá tres bolas de fresa, con salsa de chocolate y chispas de menta encima, y…

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-Eso es asqueroso –interrumpió, haciendo una mueca, asintiendo al mesero que amablemente abrió la puerta para ellos. Ignorando a los sorprendidos comensales, se dejó guiar a una de las mesas. Eligió la más apartada del resto, consciente que de otra forma, serían analizados toda la cena.

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-¡No lo critiques hasta que lo pruebes! –reprochó ella- De pequeña, pasé una etapa en la que eso era todo lo que quería comer. Mis padres envejecieron muchos años en un mes, tratando de hacerme aceptar otra cosa.

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-Malcriada –bueno, pensó, él lo intento. Eso cuenta… ¿No, Grayson?

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-…dice el pequeño "príncipe del mal".

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-Estás pasando mucho tiempo con Drake –comentó, dejándola en una silla y sentándose en otra justo frente a ella.

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-¿Celoso?

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Aunque la pregunta tenía el objetivo de ser una broma, resultó sorprendentemente incómoda. Ninguno comprendió porque, pero ambos se tensaron en cuanto la palabra salió de sus labios.

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-Esto…- volvió a hablar la kunoichi- Gracias por traerme aquí, realmente no quería cocinar.

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Era un intento muy pobre de desviar la situación, los dos eran conscientes, pero Damian estaba dispuesto a aceptar lo ofrecido y cambiar el tema.

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-¿Entonces está confirmado? ¿La mujer embarazada será ahora tu responsabilidad?

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Volviendo a su humor habitual, le lanzó un pedazo del pan que había en la mesa.

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-¡Ella tiene nombre! Es Mio-san, por si lo olvidaste. Y no. Yo la atendí hoy porque acaba de mudarse con su marido; necesitaba un nuevo médico de cabecera con urgencia, ya que su obstetra está en su antiguo hogar, en Suna. Pero no estoy especializada, cuidar un embarazo, más aun uno de ya siete meses, es cosa seria, asique puede decirse que hoy fui la "suplente", ya que la doctora asignada no estaba de turno.

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-Pero recuerdo que le dijiste "nos veremos el próximo mes".

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-Sí, porque seré la asistente de su nueva obstetra. Tsunade-sama dijo que así podría aprender lo mínimo indispensable, por si alguna vez debo atender un parto o algo por el estilo. De modo que, cuando le toque revisión a Mio-san, me volveré momentáneamente aprendiz de Yuka-san.

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El mesero llegó a tomar sus órdenes, y la plática siguió con naturalidad, olvidado el anterior momento de incomodidad.

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Estaban en el postre cuando Damian soltó la pregunta.

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-¿B-Baile? ¿Cómo en los libros antiguos, con kimonos elegantes y canciones lentas? –los ojos de Sakura se veían el doble de grandes, y su mano apretaba con fuerza los palillos, conteniéndose apenas para no romperlos. Kunoichi o no, seguía siendo una adolescente; más aún, una adepta a todo tipo de lectura, entre ellas, novelas románticas.

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-Exceptuando lo de los kimonos, sí; en Gotham, eso no se usa. Pero los vestidos que llevan las mujeres serían de tu gusto, seguramente –explicó, dando un elegante sorbo a su vaso de agua. Pero, a pesar de su fachada tranquila, algo se revolvía en su interior. ¿Nervios?

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-Yo… no sé qué decir –admitió ella, un ligero rubor subiendo a sus mejillas.

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-Di que sí.

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El sonrojo se acentuó, y los irises jade brillaron con emoción. Pero, un segundo pensamiento cruzó su mente y tornó su semblante deprimido.

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-Yo… No sé si pueda. Tú ciudad no queda cerca, y Tsunade-shishou…

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-El idiota adoptado dijo que se encargaría de convencerla –aseguró, tranquilo-. Padre… quiere conocerte. Solo te vio durante unos segundos cuando nos presentó, y tiene muchas preguntas para ti.

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-No puedo responder nada correspondiente a la Villa, lo sabes.

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-No iba a pedírtelo tampoco; puedes elegir guardar silencio. Y aún no me has dicho nada.

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-Esto… ¿Cuándo es?

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-En tres semanas, pero Padre nos quiere allí en una y media, para tener tiempo de adecuarnos a la ciudad y no volver locos a los paparazzi apareciendo de la nada en plena fiesta.

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-¿Papa-que?

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-Acosadores con cámaras. Te siguen por doquier, con la esperanza de tomar una foto comprometedora o vergonzosa, e inventar una increíble y ridícula historia basada en ella.

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El rostro de la peli rosa lucía repentinamente pálido. Para alguien que nunca había sido realmente el centro de atención, la perspectiva era atemorizante- ¿P-Por qué harían eso?

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-Para que la gente compre las revistas para las que trabajan. Así se ganan la vida.

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-O sea… o sea que si hago algo vergonzoso, como tropezar al bailar o tener comida entre los dientes… ¿T-todo el mundo lo sabrá?

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Damian ladeó la cabeza. Quizás decirle todo eso no era la mejor idea. Se veía asustada, podría ser contraproducente. Aunque, pensándolo bien…

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-No pasará nada. Oracle puede borrar lo que sea, mientras lo tengan en un dispositivo conectado a la red, como un celular o computadora.

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-…No sé, tengo pacientes que atender y/

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-Nunca te tomé por una cobarde –interrumpió él, con un brillo perspicaz en sus ojos, obviamente sabiendo que interruptor tocar en ella para hacerla reaccionar.

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-NO tengo miedo. Pero soy una doctora responsable que/

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-… necesita vacaciones –y era verdad. Incluso si él quería que se negase (sus motivos tenía), sabía que a la joven le vendría bien un descanso. Por lo que se tragó sus intenciones de asustarla y suspiró-. Está dicho. Mañana habla con Himeno y dile que vacíe tu agenda para los días que estarás fuera.

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-Aún no dije que iría.

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Damian solo alzó una ceja. La ansiedad en su rostro cuando le contó del baile era imperdible.

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-Claro –suspiró. Lo más inteligente sería no presionarla… de momento-. Como sea, tienes una semana para pensarlo –se encogió de hombros, indiferente. Luego, alzó la mano para llamar la atención del camarero-. La cuenta.

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Este tardó muy poco en llevarles lo pedido, y sus ojos prácticamente tomaron la forma de un par de Ryû cuando vio la propina. Despidió efusivamente a los adolescentes al marcharse estos.

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Sakura, con el vigor recuperado tras la cena, tomó enérgicamente la muñeca de Damian, en un impulso de emoción. Sonreía amplia y frescamente, de una manera tan brillante que las mejillas del chico comenzaron a colorearse.

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-¡Vamos! ¡La heladería no queda lejos, pero debe estar llena de gente! –instó, comenzando a correr y arrastrándolo detrás de sí. La espontaneidad del movimiento lo tomó por sorpresa, y en un intento de no trastabillar, deslizó su mano para sujetar la de ella, afianzándose a esta a modo de sostén.

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Al estar ambos entrenados en la gracia y el sigilo de los ninja, no tropezaron. El Wayne se acopló al paso, de modo que iba a su par. Los aldeanos los veían pasar con sonrisas conocedoras, a las que ellos eran ingenuos. Incluso, un ojo celeste (el otro estaba tapado por un mechón de cabello dorado) captó la escena, un brillo de apreciación y esperanza en su pupila.

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En un momento, luego de dos calles, disminuyeron el paso. Sin ninguna razón particular, más que el deseo inconsciente de hacer durar el momento. Tranquilamente platicando sobre gustos de helado y como afilar armas correctamente, avanzaban bajo la noche llena de estrellas.

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Ninguno mencionó el hecho de que sus manos seguían unidas, aunque ambos fueran perfectamente conscientes de esto.

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El heladero ya conocía, al parecer, a Sakura. Ni bien verla llegar, comenzó a preparar su pedido.

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-¿Lo usual, Saku-chan?

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-Hai, Yukio-san –asintió, feliz. Volteó a ver al chico, su sonrisa amplia y emocionada-. ¿Y tú?

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-Lo mismo que ella –pidió, haciendo un gesto con la cabeza para señalar a la peli rosa-. ¿Qué? –Preguntó, cuando sintió su mirada asombrada- Dijiste que no lo insultara hasta probarlo.

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Las mejillas de la joven se sonrojaron, del mismo color que su helado, pero no dijo nada. Sus dedos se apretaron un poco más en torno a los del moreno, tentativamente. Eran largos, fuertes, con unos cuantos callos por el uso continuo de armas. Y, sobre todo, cálidos.

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-Aquí tienen –indicó Yukio, extendiéndoles su compra. Ambos tomaron el que le correspondía con las manos libres, pero aún quedaba algo por hacer: pagar. Cuando el hombre mayor vio que Damian amagaba con soltar a la doctora para hacerlo, lo detuvo con un movimiento de cabeza-. La casa invita. No sería correcto cobrar a Sakura-chan la primera vez que viene en una cita.

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Ambos pares de ojos se abrieron de par en par, los de ella menos disimuladamente, cuando la realización de la imagen que daban al resto les cayó cual balde de agua helada. Los adolescentes se tornaron de un furioso carmesí, repentinamente autoconscientes de su situación.

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-Yo… nosotros no… esto…

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-No, no le expliquen a este viejo. Vamos, vayan a disfrutar el resto de la noche, que es tan joven como ustedes –los despidió el señor, sonriendo afablemente a los avergonzados amigos.

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Sin saber bien que decir, y por alguna razón hallando innecesario sacarlo de su error, Sakura giró en dirección a la salida. Apenada, dejó que sus falanges se deslizaran entre las de él, lentamente dejándolo ir; no quería hacerlo pasar vergüenza. Inner, increíblemente callada durante todo el día, pareció comenzar a despertar, haciendo notar su presencia como un molesto susurro en su subconsciente, sin hacer aún sus usuales comentarios escandalosos.

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Pero, grande fue su sorpresa cuando los dedos de Damian capturaron los suyos antes que pudiera soltarlo del todo, reafirmando el agarre que mantenían segundos antes. Negándose a mirarla, degustaba su helado, tirando de ella suavemente hacia el parque. Unos pasos detrás, la joven podía notar la punta de sus orejas de un muy suave rosado, casi imperceptiblemente, como si tratara de contenerlo.

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La banca que eligieron para sentarse era muy similar a aquella en la que Sasuke la hubiera abandonado, pero el pensamiento no pasó ni una vez por su cabeza, concentrada como estaba en su acompañante.

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El silencio se extendió durante varios minutos, increíblemente cómodo, mientras ambos acababan sus respectivos postres (segundos de la noche, si se cuentan los del restaurante; excesivo en opinión de Damian, pero, ¿Cómo decirle que no, cuando hace poco debía luchar para que comiese?). La noche era tranquila, interrumpida únicamente por el distante barullo de la gente recorriendo las calles. Las estrellas, como era usual en la Villa, iluminaban el amplio firmamento.

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Sakura suspiró, embelesada por la paz que sentía en ese momento.

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-En tu ciudad… ¿Gotham, no? Me dijiste una vez, que las estrellas a penas se ven.

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-No desde cualquier sitio, pero es posible si tienes un telescopio.

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-Ah, en la Academia hay uno, aunque no es muy útil; cualquier cosa que desees ver, puedes hacerlo con solo alzar la cabeza.

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-Hmm…

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-Oh, hablando de ello… Tim me explicó cómo funciona la educación en tu país. ¿No te preocupa retrasarte en tus estudios?

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-Padre arregló todo. Cada mes, nos envían carpetas con ejercicios que debemos completar y enviar de regreso. ¿Recuerdas hace unas semanas, que no bajé a cenar cuando habías echo Curry? Estaba trabajando en ello.

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Ella asintió, complacida con la respuesta- Debe ser complicado, tener que resolver en tan poco tiempo lo que tus compañeros hacen en un mes.

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-Tt. No lo creas. Realmente, es vergonzoso que yo, que no estoy en clase para aprender la teoría, pueda hacer más fácil y correctamente lo que a los tontos que van conmigo a la escuela les toma 30 días.

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-Engreído.

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-Más bien, consciente de mis propias habilidades.

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Ella rodó sus ojos jade, acercando el helado nuevamente a su rostro. Al estar distraída, la crema helada colisionó con la mejilla en lugar de su boca. Damian, que ya había terminado su prostre, sonrió de lado, genuinamente divertido.

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-Eres una torpe.

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Nuevamente sonrojada (¿Cuántas veces lo había hecho en lo que iba del día?), lo fulminó con la mirada, el líquido de un suave rosado descendiendo hasta su mentón.

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-¡Cállate! –gruñó, molesta y apenada.

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Él soltó una risa, incapaz de contenerla- Parece que tuvieras seis años.

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-¡Damian Wayne! ¡No soy una niña!

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-Aún no te limpias –señaló él, tranquilamente-, y el rostro lleno de helado no te ayuda a construir una fachada madura, déjame que te diga.

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Sakura se vio en un predicamento. En una mano tenía lo que le quedaba de helado; No podía tirarlo (¡Sacrilegio!), ni dar cuenta de él en un instante. En la otra…

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Miró a Damian entre sus pestañas. Sus dedos se removieron lentamente entre los de él, entrelazados firmemente con los suyos.

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Finalmente, el Wayne comprendió. Ya no podía fingir que no notaba sus manos unidas; incluso si ambos pretendían ignorar este hecho a favor de no auto avergonzarse más, la peli rosa necesitaba limpiarse. Y para ello, debía soltarlo. Una acción tan directa los dejaría a ambos en evidencia (aunque eran perfectamente conscientes que el acto iba más allá de los límites de un par de amigos, fingir demencia por ambas partes les ahorraría tener que explicarse al otro; simplemente, navegarían en la negación. Podían hacer eso, tenían práctica), cosa que deseaban fervientemente evitar. Ninguno quería volver este pacífico momento, algo incómodo.

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Asique Damian hizo lo único que podía para resolver el predicamento: Hundió su mano libre en el estuche de armas amarrado a su pierna, tomando de este una gasa (que Sakura les obligaba al idiota adoptado y a él cargar en todo momento), para luego dirigirla al rostro sonrojado de su compañera. Tensó los músculos de su brazo, concentrado en no temblar cuando frotó gentilmente la tela contra su suave piel, limpiando el helado con delicadeza.

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El aliento escapó bruscamente de los fríos labios de la kunoichi. Sorprendida, con sus ojos abiertos a su máxima capacidad, lo observó alejarse una vez cumplido su objetivo.

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-Ten más cuidado –indicó él con una tranquilidad que tapaba perfectamente bien su agitado interior.

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Sin saber como reaccionar, giró el rostro, en silencio. Se preguntaba como el helado no se derretía, de lo caliente que sentía las manos. Especialmente, la que él sujetaba. Lo miró de reojo, como tecleaba en su teléfono furiosamente (un brillo de ira enmascarando casi perfectamente una vergüenza que le picó la curiosidad), sintiendo en su estómago algo que llevaba tiempo –desde sus días de Academia- sin padecer.

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Mariposas… ¡Las muy desgraciadas! ¡Alguien que le dé un insecticida!

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Mientras tanto, en las Oficinas Wayne, en Gotham…

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Richard Grayson estaba aburrido. No del tipo "analicemos la mosca que acaba de entrar por la ventana", sino más bien algo así como "estoy a punto de asesinar a alguien solo para aliviar el tedio".

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Pero, oh desgracia, no podía hacer nada. Estaba atrapado en esa (aburrida) sala de juntas, con los (aburridos) socios de la empresa y su (ABURRIDO NIVEL DIOS) padre. Hablando de estadísticas, compra-venta, marketing…

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Quería llorar. No estaba hecho para eso, pero a falta de Timmy (¿Cómo es que podía aguantar esas reuniones? Le robaban la vida, la juventud, el alma…), alguien debía acompañar a Bruce. Y Jason casi le hizo tragar una granada cuando sugirió que fuera él.

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Asique allí estaba, viendo destrozado como su niño interno huía por las praderas ante tal tedio. ¿Qué hacer? ¿Qué hace/?

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Sintió el móvil vibrar en su bolsillo. Un temblor corto, no los continuados que sugieren una llamada o varios mensajes.

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Curioso, sacó el aparato y, bajo la mesa, disimuladamente, lo desbloqueó. El símbolo de FaceHeroBook lo saludó, con una estrella simbolizando una notificación adornándolo.

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Su noche acababa de dar un inesperado y emocionado giro. Curioso, tocó la pantalla para ver sobre que era el aviso. Lentamente, sus ojos comenzaron a brillar, como dos fuegos artificiales, para la estupefacción de aquellos que lo rodeaban. Sin poder contenerse, soltó un pequeño y agudo grito. Los accionistas y socios lo observaban, incrédulos ante el cambio. Minutos antes, el hijo del jefe imitaba la seriedad de este; ahora… parecía una fanática en la entrada de un concierto. Incluso cuando luego intentó componerse, sus pupilas como estrellas y la tensión en su boca al contener una sonrisa hablaban por él.

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Solo Bruce, que miró de reojo lo que arruinó la fachada de Dick, entendió lo que ocurría. Suspiró, molesto. Luego tendría una larga charla con Richard. Ahora, debía concentrarse en la reunión, y en ahogar tanto su fastidio como la curiosidad que despertó en él ante lo que leyó en el celular del joven Nightwing.

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"RedRobin ha subido una foto."

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Interludio 8.

(Face-Hero/ Bat-book)

(RedRobin y Robin a través de sus celulares, ya que no hay computadoras en Konoha)

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RedRobin ha subido una foto.

Miren lo que me encuentro volviendo a casa… Qué bueno que decidí usar el atajo del parque.

[Damian y Sakura sentados en el banco, comiendo helados y mirando en direcciones opuestas. La oscuridad no deja ver sus manos unidas, pero si lo cerca que están.]

A NightWing, RedHood, BatGirl, Colin y 40 personas más les gusta esto.

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Colin dice: Oh God! Damian tiene novia! Es oficial!

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NightWing dice: ¡Mi bebe está tan grande! Pero, primero necesito una charla cara a cara con la chica, para poder aprobarlo.

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RedRobin dice: Créeme, D, ella está muy por encima de cualquier cosa a la que el demonio podría aspirar. Es un milagro absurdo que realmente él tenga posibilidades, cuando sus pacientes se rinden a sus pies.

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Batman dice: ¿Pacientes?

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RedRobin dice: Ya sabrás cuando la veas, Dad. Paciencia.

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NightWing dice: Puede ser Timmy, pero siento que conozco muy poco de mi cuñadita. Cuando hablo por teléfono con Little D por las noches, casi no la menciona. Es raro, antes lo hacía todo el tiempo. Ahora… es como si la ocultara.

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RedRobin dice: Ah, eso. Debe ser para que no sospeches de su obvia atracción.

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RedHood dice: Ya nada tiene sentido en esta vida…

A Arsenal, JaiWest, SuperBoy, GreenLantern y dos personas más les gusta esto.

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KoriAnders dice: Amigas heroínas, ¡esto es glorioso! ¿No les parece una gran OTP? Creo que serán mi favorita, incluso sobre el TimxConner.

A SuperBoy y RedRobin les gusta esto.

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BatGirl dice: Difícil decisión, pero… tienes razón. Lo siento, bebé.

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RedRobin dice: ¿Por qué te disculpas? Me alegra que dejes por fin esa tontería de que te uso de tapadera…

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BatGirl dice: Oh, no, sigo pensando eso. Solo digo que el TimxConner pasó a ser mi segunda OTP favorita. Ahora, la top one es… ¿Cuál era el nombre que habíamos elegido?

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NightWing dice: DamiSaku.

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Robin dice: ¿quieren dejar de escribir tonterías? Haruno solo es mi amiga.

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Colin dice: Dami… ¿Por qué no me cuentas de ella? Se supone que somos amigos…

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Robin dice: No hay nada que contar.

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JaiWest dice: ¿Soy el único en notar que, de hecho, la llamó su "amiga"? El único otro ser viviente no animal que reconoce por ese título es Colin, y cuesta hacer que lo admita. Con ella, fue instantáneo.

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Robin dice: Son los únicos que acepto porque el resto de personas que conozco son idiotas, demasiado mayores para mantener una amistad, o ambas.

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Batman dice: RedRobin, ¿has hablado con ella sobre la fiesta?

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RedRobin dice: Eh, el mocoso pidió hacerlo él. Como los encontré en el parque, con la misma ropa que usaban esta mañana, asumo que cenaron en algún restaurante y que allí se lo dijo.

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Batman dice: ¿Robin? Tu informe.

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Robin dice: Tt. Lo hice, pero aún no decide que hará.

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NightWing dice: Apuesto lo que sea a que no quiere presentárnosla por miedo a que la asustemos, y le habló de los Paparazzi o algo así para ponerla nerviosa y que elija no venir.

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Robin dice:… claro que no. Inventas cosas.

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Colin dice: Eh, conociéndote… seguramente eso pasó.

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RedRobin dice: Aunque coincido con Dick en que esa pudo ser su intención inicial, estoy seguro que trató de convencerla de venir al final.

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Oracle dice: Pero Tim, ¿lo conoces lo suficientemente bien para decir eso?

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RedRobin dice: No. Pero sé cómo es con ella. Esta es una oportunidad, de hacer que se relaje y olvide su mala experiencia de la semana pasada, que él no va a perderse. ¿Me equivoco?

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Robin dice: Tt.

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BatGirl dice: ¿Mala experiencia?

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Robin dice: No te interesa. A ninguno de ustedes.

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RedRobin dice: Solo digamos que se encerró a pan y agua por tres días, hasta que el mocoso perdió la paciencia y la drogó para obligarla a comer.

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RedHood dice: ¡Maldito mocoso! ¿Ahora abusas de niñas? ¿Qué no sabes que mi especialidad es matar a traficantes y violadores? Espera a que pongas un pie en Gotham…

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NightWing dice: Little D… eso es excesivo.

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Batman dice: ¡Damian! ¡Eso es un crimen! ¿No te enseñé que la justicia es lo más importante, que debes respetarla siempre y hacerla cumplir?

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ThaliaAlGhu dice: Ese es mi hijo… estoy muy orgullosa*.

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CatWoman dice: Es oficial… Batman, cariño, echaste a perder a otro Robin. Deberías cuidarlos más.

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Batman dice: Son mis compañeros, no juguetes. Y no los "rompo"; vienen así de fábrica.

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RedHood dice: Y el horror continúa… Bats acaba de hacer una broma. Alguien sáqueme los ojos.

A NightWing, Arsenal, GreenLantern, GreenArrow y cinco personas más les gusta esto.

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Colin dice: Dami… ¿En serio? No puedo creerlo, debe ser mentira… Dime que es mentira.

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Robin dice: ¡Lo es! Bueno, no, sí puse hierbas en su bebida; ¡pero era para que no muriera de inanición! ¡No soy un pervertido! El único trastornado aquí es Drake, que me sigue y fotografía como un chiste de paparazzi.

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Batgirl dice: Te tiene ahí, cariño.

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RedRobin dice: No es culpa mía que hagan cosas cursis a plena vista, frente a mí.

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CirstKent dice: ¿Soy el único en notar que Robin está comiendo algo rosa, marrón y con pintitas verdes? ¿Fresa, chocolate y… no sé, ¿chispas de menta?

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Robin dice: No lo insultes hasta probarlo.

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RedHood dice: Tiene rosa y verde. ROSA Y VERDE. ¿A quién podría gustarle algo con esos colores?

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RedRobin dice: A Damian e.e

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Oracle dice: Tanto en un helado como en un ser humano.

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Robin dice: ¿Es que nadie tiene une vida aquí? ¡Métanse en sus asuntos!

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Fin del Interludio.

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Si Damian pensaba que la noche no podía ser más vergonzosa, nunca había estado tan equivocado.

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Un heladero metiche, podía tolerarlo. Que el idiota adoptado publicara una foto de él y Sakura, también (siempre y cuando ella no leyera lo que opinaban los otros usuarios). Pero … Ninguna cantidad de entrenamiento, ni años y años de sorprenderse con las rarezas del mundo, podía haberlo preparado para esto.

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-¡Mi bella flor de cerezo, tu hermosura arde con una llama de la juventud única!

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-¿Qué carajo…?

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Decir que Sakura estaba sonrojada era minimizar. Sus ojos iban de su mano –aun unida a la de Damian-, al rostro impactado del chico, y de ahí a los recién llegados. Sin saber muy bien como proseguir, dejó que la educación la dominara e inclinó la cabeza a modo de saludo, tratando de no hundirse en pánico.

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-Neji-san, Tenten-chan… Lee-san, hola.

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-Sakura-chan, que coincidencia –comentó feliz la kunoichi de rodetes, sonriendo amigablemente. Desde que salvó su trasero, había elegido a la peli rosa como médico de cabecera y una bonita amistad comenzaba a formarse entre ambas-. Ah, hola, Wayne-san

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El Hyuuga devolvió el gesto a la doctora, permaneciendo tras sus compañeros, sin desear realmente involucrarse en el drama que, sabía (por las manos unidas de Sakura y Damian), pronto se formaría.

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-¡Mi hermosa flor! ¡Tanto tiempo sin verte desacostumbro mis ojos a tu belleza; incluso si fue por entrenar, pasé demasiado tiempo lejos de tí! ¡Te fallé como tu caballero al no ir a verte antes, y como disculpa, si lo deseas, correré mil vueltas alrededor del parque en un solo pie!

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Damian parpadeó. Y luego volvió a hacerlo. Un solo pensamiento se repetía como en un ciclo en su mente.

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'¿Qué carajo…?'

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-No, no, está bien, Lee-san –indicó rápidamente, mirando nerviosamente a su amigo de reojo, deseando que la tierra la tragase en ese instante-. Yo también estuve ocupada últimamente.

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-Oh, mi brillante princesa, ¡tú bondad me/! ¿Quién es tu acompañante? –se detuvo en plena oración, recién notando al chico sentado junto a la doctora, con apenas dos palmos entre ambos.

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-A-Ah, él… es mi amigo, Damian Wayne. Es un extranjero. Seguro has oído hablar de él.

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-Oh –el muchacho de espesas cejas sonrió, mostrando su perfecta (y brillante) dentadura. Damian, que aún no acostumbraba sus ojos al ajustado traje verde (¡Que incluso dejaba los spandex de los héroes en vergüenza!), hubo de entrecerrarlos para no quemar sus córneas-. Ya recuerdo, Gai-sensei me comentó de ti, y sé que fuiste a aquella misión con mis compañeros, esa en la que estuve ausente. ¡Me han llegado puros halagos a tu fuerza! –felicitó, alzando un pulgar.

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El otro seguía sin saber que pensar. Miró a Sakura, perdido.

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-Él es Rock Lee, compañero de Tenten-chan y Neji-san –explicó-. Es… Muy efusivo y… energético –explicó cómo pudo, luchando con las palabras. Luego, una sonrisa suave curvó sus labios-. Salvó mi vida una vez; es increíblemente fuerte.

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El mentado se sonrojó, avergonzado y claramente feliz de poseer su reconocimiento.

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-¡Ni lo menciones, mi bella flor! ¡Juré protegerte con toda la fuerza de mi amor, y lo haré hasta el final de mis días!

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Eso llamó la atención de Damian. Hasta el momento, había querido pensar que los apodos se debían simplemente a que el chico era, en efecto, raro. Pero ahora, no tenía dudas; a él le gustaba Sakura.

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Claro que no se sorprendía. ¿Qué tenía de extraño? La chica poseía varias aptitudes atractivas; era valiente, bondadosa, determinada, bonita… no que él se fijara. Pero incluso sabiendo que era inevitable que tuviera pretendientes, el hecho de que ella apreciase tanto a uno (había un brillo afectivo en sus ojos jade; estaba en deuda con ese chico, y realmente lo valoraba), incluso como mero amigo… le dejaba un sabor amargo en la boca. Y su mano, que reposaba flojamente sobre la de la peli rosa, la apretó con fuerza. Sus ojos se entrecerraron y se tensó, pero todo tan imperceptible que solo el sagaz Hyuuga lo notó. Alerta, se acercó dos pasos, dispuesto a respaldar a su compañero si una pelea se iniciaba.

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-Etto… Gracias… supongo –susurró lo último, nerviosa-. Más importante, ¿Qué hacen aquí? –y le lanzó una mirada a la castaña que rogaba "¡Haz que pare!".

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-Venimos de una cena en equipo. Gai-sensei insiste en que tengamos una a la semana para mantener nuestra unión –explicó ella, sonriendo como disculpa-. No queríamos interrumpir su cita.

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Y el Armagedón fue desatado.

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Los ojos ya de por si grandes y redondos de Lee se expandieron al doble de su capacidad, notando recién en ese momento la unión de sus manos. Sakura, recordando esto también, soltó a su amigo con fuerza, alzando ambas extremidades (la otra ya libre de helado) como haría un criminal atrapado en pleno acto malicioso.

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-¡N-No! ¡No es una cita! -trató de negar, sacudiendo la cabeza, con las mejillas arreboladas. Damian sintió que también se sonrojaba, pero no apartó la mirada del chico de traje verde, ni rechazó las palabras de la castaña.

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-¿Es cierto eso? –preguntó Lee, extrañamente serio, a Damian, quien se encontraba tan sereno y silencioso como una pantera al acecho.

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El joven pensó unos segundos. Había un talante casi amenazador en la voz del Cejas espesas. Entrecerró los ojos, su ego masculino alzándose ante el reto.

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Entonces, solo por fastidiar al niñato, sonrió de manera engreída y algo ácida, torciendo la boca hacia un lado con desdén calculado, y pasó un brazo perezosamente sobre los hombros de la joven médico.

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-¿Y que sí así fuera?

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Error 404, Sakura not found.

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-¡Damian! –chilló, la realidad de lo dicho finalmente cayendo en ella. Su rostro, cuyo color natural últimamente era el bordó, se sonrojó aún más. Luego debía investigar si aquello era médicamente posible.

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Lee y sus compañeros, por su parte, también parecían en un gran shock. La primera en recuperarse fue Tenten, que ya comenzaba a planear con quien ir primero para esparcir más rápidamente el rumor (Ino era una buena opción). Neji sacudió la cabeza, perdiendo interés (o eso quería creer él), pero sin poder dejar de lanzar miradas de escondido asombro al brazo del Wayne rodeando a la pelirrosa.

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La bestia verde de Konoha era otro cantar. Escrutaba en silencio el rostro del extranjero, en un estado que variaba del shock total a la depresión. Su reacción, cuando llegó, no sorprendió a nadie.

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-¡MI BELLA FLOR FUE TOMADA EN MI AUSENCIA, Y ES CULPA MÍA POR DESCUIDARLA! ¡GAI-SENSEI, LE HE FALLADO! ¡COMO CASTIGO, DARÉ DOS MIL VUELTAS ALREDEDOR DE KONOHA SOBRE MIS MANOS, EN REVERSA!

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Y tan rápido como vino se fue, corriendo de cabeza como indicó, dejando en el suelo un camino de lágrimas y gimoteos. Para el final de la noche, pensó Sakura, media Aldea lo habría oído lloriquear y comenzaría a formarse conclusiones erradas. De solo imaginarse la expresión de Tsunade por la mañana, cuando fuera a su entrenamiento medico de todos los sábados… Hizo una mueca y miró suplicante a Tenten.

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-¡Es todo un malentendido! Damian es un bastardo retorcido que ama jugar con las mentes de los inocentes. Solo le gastaba una broma a Lee-san. Por favor, ¿podrías…?

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-… ¿alcanzarlo y explicarle todo antes que comiencen los cotilleos? –Comprendió la castaña, sonriendo divertida- Claro, lo intentaré. Después de todo, por culpa de mi comentario sobre la cita se inició todo.

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-Gracias –suspiró, más relajada. Pero la otra kunoichi no había terminado.

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Mientras se giraba, con su compañero Hyuuga a un lado, para comenzar la caza de la bestia verde, Tenten la miró sobre el hombro. Le lanzó un guiño divertido.

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-Pero, si no están en una, definitivamente deberían tenerla pronto. ¡Lucen muy bien juntos!

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Con eso se marchó, saltando hacia el techo más cercano, alzando un brazo sin voltear a modo de despedida.

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En el parque, aún lado a lado, aún semi abrazados, quedaban la peli rosa y el extranjero. Él lucía satisfecho de sí, incluso divertido, mientras que ella se debatía entre desmayarse, o desmayarlo de un puñetazo.

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Al final, inclinándose más por la última, se sacudió su brazo de encima y lanzó un derechazo (sin chakra pero igualmente fuerte) a su hombro.

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-¿¡Por qué hiciste eso!? ¡Para mañana, media Aldea pensará que somos… que tenemos algo!

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Siseó. A veces se olvidaba que la chica a su lado era capaz de lanzar arboles como si fueran aviones de papel.

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-Chica** violenta –masculló-. Él se estaba metiendo en mis nervios.

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Deteniendo su enfado unos minutos, frunció el ceño.

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-"Chica"… ¿Es Español, no?

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Durante el último mes, mientras retaban sus intelectos frente al tablero de ajedrez por las noches, Damian instruía a Sakura en Inglés (su idioma paterno), un poco de árabe (idioma materno) y español. La facilidad con la que aprendía era chocante, siendo ya casi completamente fluida en el primero, al ser aquel en el que más se enfocasen, y demostrando grandes avances en los otros dos. Podía decirse que estaba orgulloso de ella. Incluso Drake se había atragantado cuando, una mañana, la doctora lo saludó con un alegre "Good Morning". El objetivo del Wayne menor era que, al llevarla a Gotham, las palabras brotasen de su boca con naturalidad en el idioma de la ciudad.

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-Ajá.

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Sacudió la cabeza, regresando al tema- Como sea. No puedes ir por ahí diciendo esas cosas, Dami. No está bien.

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Ladeó la cabeza, alzando una aristocrática ceja- ¿Por qué no?

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Parecía realmente confundido, lo cual apenó aún más a la joven. ¿Es que no entendía?

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-Porque la gente comenzará a murmurar cosas sobre nosotros siendo novios…y no es verdad.

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'¿Y tan malo sería que así fuera?', quiso preguntar él. '¿Tanto te desagrada la idea?'

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En cambio, suspiró.

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-¿Otro helado?

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Un segundo cono después, las cosas habían vuelto a la normalidad y se encontraban caminando en dirección a la casa por la vía larga, disfrutando la quietud y paz de la noche. Solos, completamente cómodos con la presencia del otro. Sakura inhaló el perfume de Damian, que al estar tan cerca suyo la envolvía.

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'No quiero que esto cambie, que se vuelva algo tenso o penoso. Hace mucho no me siento tan…'

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'¿Feliz?'

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Tal fue su sorpresa, que casi detuvo su andar. Si su compañero notó el pequeño sobre salto que tuvo, no lo comentó.

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'¡Inner! Pensé que habías vuelto a desaparecer, a estas alturas. Has estado tan callada hoy…'

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'Es por todo el maldito alcohol que tomaste. Absorbí gran parte, para ayudarte a perder rápido la resaca y mantener seguras tus memorias de lo que pasó esa noche.'

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'Mis… ¿memorias? ¿O sea que puedes ayudarme, hacer que recuerde lo que ocurrió ayer?

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'Seh… aunque, no se si no preferirías que no lo haga. Conociéndote, seguro estás mejor sin saber.'

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'No, por favor… Tengo el presentimiento de que me estoy olvidando de algo grande. Dami… estuvo raro esta mañana. Quiero entender que sucedió.'

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'Bien, como quieras. No digas que no te advertí.'

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Llegaron, en completo y cómodo silencio. Siendo muy tarde para seguir la rutina del ajedrez y clases de idioma, decidieron hacer una excepción por esa noche. Se despidieron en el pasillo, cada cual entrando a su habitación. En el fondo de su mente, Sakura sentía a Inner revolviendo sus memorias, buscando aquellas que tenía borrosas.

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Mientras esperaba, se dejó caer en la cama, mirando el techo, pensativa. Ese día habían ocurrido tantas cosas… se sentía más unida a su amigo que nunca. Realmente, tenía suerte de tenerlo. Podía ser un gruñón engreído; pero también, si deseaba, era capaz de mostrar amabilidad, preocupación, protección, fuerza, inteligencia…

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'Aquí, ya los encontré. Pero, te advierto algo; no te los enseñaré todos. Hay uno en especial… que realmente, estás mejor sin saber. Al menos por ahora.'

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Hizo un puchero, pero suspiró resignada al final. Inner sabía lo que hacía, seguro.

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Y cuando comenzó a recibir imágenes del joven Wayne cuidándola durante su borrachera, supo que no estaba equivocada en su anterior descripción del muchacho. Las mariposas en su interior (¡Las muy bastardas!) aletearon con más fuerza. Sintió las comisuras de sus labios tirar, sonriendo tontamente ante una frase en específico.

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"-Tt, idioteces. No deberías agradecerme por tenerte respeto, cuándo te lo ganaste por tu cuenta, lo cual es difícil que pase."

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-Damian… -susurró para sí, como un mantra o algo precioso. Una burbuja de calidez explotó en su pecho, e inconscientemente, reprodujo en su mente los hechos de esa noche; de la no-cita.

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Y por primera vez en meses, no tuvo pesadillas con su equipo. Estaba demasiado ocupada soñando con un par de manos unidas, imitando los labios de dos jóvenes que se querían sin saberlo aún.

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Notas de autora.

Sip, no más interludios por hoy. Sucede que quiero subir el capi ahora y, además, creo que gasté mi cuota de inspiración de la semana. Sé que prefieren interludios más largos, pero el capi tuvo tanto fluffy damisaku que espero que compense.

*Thalia Al Ghu, me olvidé de ella en el interludio pasado, cuando dije que no había villanos aquí. Aclaro, ella tiene una cuenta en FaceHeroBook, pero Oracle se encarga de bloquear ciertos comentarios de su vista. Los que ponen en riesgo las identidades de los héroes, o aquella información que pueda resultar peligrosa en manos equivocadas, Oracle impide que las vea. Thalia en un futuro será una gran villana, y estoy segura que haré que la odien. Pero, de momento, la necesito como factor cómico en los interludios.

**Recuerden que están hablando en japonés, la lengua materna de Sakura, la mayor parte del tiempo. Los idiomas maternos y paternos de Damian son árabe e inglés, respectivamente, pero sé que también entiende español. Que suelte cada tanto palabras en otro lenguaje me pareció atractivo.

Ahora, ¿Qué les pareció? Vomité unicornios y chille mientras escribía este capítulo, los momentos tiernos DamiSaku son tan pastelosos y hermosos de escribir! Creo que ya hacía falta fluffy, no pueden seguir en negación mucho más tiempo, ¿nee?

¡El baile se acerca! No sé si entrará en el próximo capítulo o en el siguiente a ese, depende como esté mi inspiración… Ya quiero escribir sobre ello, estoy muy emocionada. Y no se quienes recuerden, pero un mes luego del baile, nuestros protagonistas harán otro viaje, este dentro de las naciones ninja, para un acontecimiento importante al que Tsunade necesita enviar un embajador. ¿Alguien recuerda? El que acierte, podrá pedir un pequeño spoiler (aquellos que tengan cuenta y les pueda enviar un PM, por supuesto).

Creo que es todo por hoy. Como dije (y digo cada capitulo XD) no tuve tiempo de corregir, mis ansias de actualizar me ganaron. De modo que sean pacientes si ven algo incorrecto.

Y como siempre, les pido que colaboren salvando al mundo.

Sin RR, no hay autoestima para autoras.

Sin autoestima para autoras, no hay ganas de escribir.

Sin ganas de escribir, no hay fanfics.

Sin fanfics, es el fin del mundo.

Salva el mundo: comenta.