ANHELOS

CAPITULO 18

NOTA: ESTE CAPITULO CONTIENE LENGUAJE EXPLICITO.

Mientras se dirigía a la salida, volvió el rostro con un dejo de nostalgia hacia el salón y vio tanto a Archie como a Stear acercarse a las chicas depositar un beso para enseguida invitarlas a bailar, sonrió al ver a sus amigos tan contentos, hubo dos parejas en especial que en esos momentos llamaron su atención, Elroy y Mervín estaban tomados de las manos y se miraban mas que enamorados, sabía que finalmente Elroy sería feliz al lado del hombre que por años se había visto obligada a olvidar, la otra pareja que había llamado su atención bailaba armoniosa, eran Dororthy y George, quien lo hubiera imaginado, aquella jovencita de tímida sonrisa y aquel hombre de infinita seriedad ahora parecían un par de enamorados, al parecer George le susurraba cosas hermosas a Dorothy pues esta sonreía un poco apenada, Candy soltó un enorme suspiro y se llevo ambas manos al pecho y se dijo a si misma – Bien es hora de ir al lado de mi esposo.

Camino lento hacia el jardín hasta que la música que sonaba en el salón fue sustituida por el fuerte latido de su corazón, en ese momento miro a Albert quien estaba de espaldas, Candy aún no sabia en donde pasarían su noche de bodas pues Albert le había dicho que era una sorpresa, cuando finalmente llego a el dijo –

- Hola… ya estoy lista

- Mi amor, yo también estoy listo, ¿nos vamos? – menciono Albert con una enorme sonrisa

- Claro, cuando tú quieras… Albert

- ¿Qué pasa Candy?

- ¿A dónde vamos a ir?

- ¿Sabes? tenemos una casa cerca de la playa, pedí a los empleados que nos prepararan una romántica bienvenida durante los días que salí de viaje, ya veras que te encantara

- ¿Esta lejos de aquí?

- No tanto, haremos como 3 horas en el auto, pero vamos Candy no demoremos mas

- Espera Albert, yo no llevo la ropa indicada para una playa, es que como no sabia a donde iríamos pues…

- Eso no importa mi amor, allá compraremos lo necesario

- Esta bien Albert, pero no me gustaría llegar vestida así, creo que llamaría demasiado la atención – dijo Candy señalando su vestido de novia

- Tienes razón, ¿te parece bien si llegamos a la cabaña a cambiarnos? Nos queda de paso

- Me parece una excelente idea, ¿y las maletas?

- Ya están en el auto Candy, anda que se nos esta haciendo muy tarde.

Ya dentro del auto Albert la tomo delicadamente por el mentón para enseguida depositar un suave beso en sus labios, la sintió temblar un poco y enseguida arranco el auto, Candy iba demasiado pensativa, no podía evitar preguntarse como debería de comportarse ante el que ahora era su esposo, además la última vez que habían estado en la cabaña se habían regalado caricias algo intimas y las había disfrutado muchísimo, sin embargo no estaba tan segura de cómo debía de comportarse al rebasar esas caricias, sabía que había mas pero no sabía exactamente que, lo imaginaba y eso hacia que su preocupación se acrecentara aún mas, decidió cerrar los ojos para tratar de tranquilizarse, no quería que Albert la notara tan nerviosa, después de unos momentos sintió cuando Albert detenía el auto, y en tono suave le dijo –

- Candy, mi amor ya llegamos

- Ah si, enseguida subo a cambiarme – menciono Candy bajando rápidamente del auto y tratando de abrir la puerta de la cabaña sin éxito

- ¿Qué pasa contigo Candy? – interrogo Albert en tono suave sacando las llaves y abriendo la puerta para enseguida invitar a Candy a entrar

- Nada ¿Por qué?

- Mmm has estado algo extraña desde que te pedí que saliéramos de la fiesta ¿algo te esta preocupando?

- No, ¿Por qué habría de estar preocupada? – interrogo Candy tratando de sonreír

- No lo sé mi amor, es que… te noto algo tensa

- Bueno, tal vez este un poco cansada, pero no te preocupes

- Candy, por favor dime si algo te esta incomodando por favor, no quisiera pensar que ahora que ya eres mi esposa me has comenzado a perder la confianza

- Oh no Albert, por favor no pienses eso, es solo que…

- ¿Qué pasa cariño? – interrogo Albert tomándola de la mano para invitarla a sentarse en el cómodo sofá junto a el

- Es que te voy a parecer una tonta

- Candy no digas eso por favor, anda cariño dime que es lo que te ocurre, vamos pequeña confía en mi por favor

- Albert… tengo miedo

- ¿Miedo a que?

- No se… a no saber que hacer, como debo de comportarme, yo quiero complacerte, quiero ser buena contigo pero… pero no se como, yo no quiero desilusionarte, yo nunca he estado con nadie, bueno tu me entiendes – dijo Candy cubriéndose el rostro totalmente avergonzada.

Albert estaba mas que sorprendido al escucharla, así que eso era lo que tenía su pequeña, por eso había tratado de retrasar lo mas posible el retirarse de la fiesta para estar a solas con el, al verla así, no pudo evitar sentir una infinita ternura, y el que ansiaba tenerla entre sus brazos, hacerla suya, demostrarle todo el amor y la pasión que sentía por ella, sin embargo se dio cuenta que tal vez ella necesitaría un poco mas de tiempo, así que con voz suave y tranquilizadora dijo –

- Mi amor, no te preocupes, tu nunca me desilusionarías, y no quiero que sigas pensando en esta noche, en como debes de comportarte ni nada de eso, todo se dará en el momento que menos lo esperemos, ¿Qué te parece si mejor partimos a la playa mañana temprano?

- ¿Y nos quedamos a pasar la noche aquí? – interrogo Candy

- Si, creo que es buena idea descansar hoy pero antes ¿que te parece si vamos a dar un paseo por los alrededores? es una noche hermosa

- Me parece una excelente idea, gracias mi amor, gracias por comprenderme yo…

- Shhh no digas mas Candy, mejor sube a cambiarte, ponte algo cómodo que yo haré lo mismo – menciono Albert depositando un tierno beso en su frente.

Candy se sintió aliviada con la propuesta de Albert, caminar por el bosque le haría bien, estaba segura que eso la tranquilizaría, mientras abría la maleta pensaba – Soy una tonta, deseo estar con el, quiero que me bese, que me acaricie, pero al mismo tiempo tengo miedo, que tontería.

Entonces recordó lo que le dijeron Conny y Renne – Solo déjate llevar.

Saco de la maleta un elegante camisón blanco transparente con un hermoso bordado sobre la parte del pecho, decidió ponérselo a ver que tal se le veía y casi se va de espaldas al ver que no le cubría absolutamente nada, movió la cabeza negativamente y se lo quito para buscar algún vestido cómodo para salir a caminar, de pronto miro otro camisón que iba con una nota que decía –

Con todo mi cariño para mi nieta Candy, hija esta noche es especial para ti, solo déjate guiar por tu esposo, no tengas miedo, es maravilloso irse descubriendo, ir conociendo una de las etapas mas lindas del matrimonio.

Con cariño la abuela Martha.

Candy sonrió y saco el delicado y fino camisón, este era también color blanco pero en seda, tenia un hermoso escote en el pecho que estaba cubierto por un elegante encaje, también se lo puso y le gusto como se le veía, era discreto pero coqueto al mismo tiempo, además era muy suave., de pronto escucho que Albert tocaba a la puerta y preguntaba –

- Candy ¿Estas bien?

- Oh si Albert, es solo que no encuentro que ponerme, pero ya voy no tardo

- Esta bien preciosa, no te preocupes te estaré esperando abajo

- Si Albert, gracias enseguida voy.

Se quito rápidamente el camisón y saco un lindo vestido y unas zapatillas bajas para enseguida cambiarse, antes de salir de la habitación se miro nuevamente al espejo y le gusto mucho su imagen, decidió ponerse un poco de brillo en los labios y un poco de perfume, finalmente bajo y miro a Albert poniendo un poco de leña en la chimenea, se le veía tan guapo con esa ropa tan informal, ese era su Albert, así como lo había conocido siempre, si bien con el smoking se le veía elegante y guapo a Candy le gustaba mas verlo de manera informal, ese era el hombre del cual se había enamorado, no se dio cuenta que lo estaba mirando con demasiada insistencia hasta que Albert se volteo y dijo –

- Que bien que ya estas aquí mi amor

- ¿Cómo supiste que estaba aquí?

- Porque sentí tu mirada, y bueno también porque pude oler tu rico aroma a rosas – dijo Albert guiñándole un ojo

- ¿Qué haces?

- Bueno estaba preparando la chimenea para cuando regresemos encenderla, pero ya termine ¿nos vamos?

- Si.

Ambos salieron tomados de las manos, efectivamente era una linda noche, el cielo estaba especialmente estrellado esa noche y el camino era iluminado por una hermosa luna llena, tanto Albert como Candy iban en completo silencio, no necesitaban de palabras para decirse cuanto se amaban, su corazón y sus manos lo decían todo, Albert acariciaba con ternura su delicada mano, y ella sentía como su pulso estaba mas que acelerado, después de un rato Albert se detuvo y recargándose en un enorme árbol la tomo delicadamente por la cintura y la atrajo hacia el para enseguida clavar sus enormes y profundos ojos azules en los de ella para decirle –

- Te amo tanto pequeña, mi pequeña y preciosa Candy, esta noche estas especialmente hermosa.

El corazón de Candy se acelero aún mas pues la mirada de Albert era diferente, era como si con ello le estuviera prometiendo infinidad de cosas, Albert tomo la mano de Candy para luego depositar un fugaz beso en ella mientras decía -

- Mira Candy, siente como late mi corazón.

Ella se estremeció al sentir el alocado corazón de Albert, era como si fuera a salírsele del pecho, entonces ella cerró los ojos, luego se humedeció los labios con la lengua y enseguida los entreabrió, Albert se quedo maravillado con aquel seductor e involuntario gesto de Candy, lo estaba invitando a besarlos, y eso lo excito bastante, su cuerpo estaba mas que encendido, pero tenia que ir lento, ser muy cuidadoso para no asustarla, así que se agacho y la beso suave, ella correspondió igual, aquello era una deliciosa tortura para Albert, su cuerpo estaba mas que excitado, deseaba ajustarla mas a su cuerpo para que ella pudiera sentirlo, sin embargo se contuvo un poco, Candy respiro profundo y pudo inhalar el delicioso aroma varonil que desprendía el cuerpo de Albert, de pronto Albert sintió como ella se replegaba a el, ella era quien se estaba tratando de ajustar a su cuerpo, entonces Albert dijo con voz ronca –

- Me estas volviendo loco Candy

- Abrázame Albert, quiero que me abraces muy fuerte.

Aquellas palabras lo desarmaron por completo y la atrajo mas hacía si mientras nuevamente comenzaba a besarla, Candy pudo sentir la excitación de Albert, el ritmo de su respiración se comenzó a acelerar, entonces Albert comenzó a acariciar los hombros de ella para enseguida bajar despacio los delgados tirantes de su vestido, Candy suspiro profundamente y se replegó mucho mas a el soltando un leve gemido que termino por enloquecer a Albert, ella se estaba dejando llevar, estaba gozando de aquellas suaves caricias, después de masajear un poco los desnudos hombros de Candy mientras le prodigaba pequeños besos alrededor de cuello Albert se animo a ir un poco mas lejos al ver como ella estaba disfrutando, así que comenzó a acariciar lo senos de ella primero por encima del vestido, después bajo un poco la cremallera de su vestido y pudo tocarlos mejor, poso su lengua sobre ellos y esto ocasiono que Candy soltara un ligero gemido acompañado de un – ohhh Albert, no dejes de hacerlo por favor.

Así que Albert siguió lamiendo con dulzura pero a la vez con pasión y deseo los pezones de Candy, pero mientras hacia esto levanto un poco el vestido de Candy, quería tocarla, quería sentirla mas, era una deliciosa tortura para el, así que metiendo la mano bajo la ropa interior de ella comenzó a acariciar los delicados y húmedos pétalos de su femineidad, después de acariciarla por algunos minutos introdujo un dedo dentro de ella haciendo que esta soltara un enorme suspiro diciendo – ahhhh Albert… me haces tan feliz, hazme el amor, hazme tuya, deseo que me hagas tuya, ahhhh sigue acariciándome mi amor, así mi amor, así me gusta que me toques ahhhh.

Aquello era demasiado para Albert, el quería hacerle el amor en un lugar especial, un lugar romántico, no en medio del bosque, pero sentía que su cuerpo era un volcán en plena ebullición, ¿Cómo detener aquella pasión y excitación del momento? Además Candy comenzó a desabotonar con algo de impaciencia la camisa de el, y comenzó a besar su pecho, se le veía bastante decidida, la Candy temerosa se había esfumado por completo para dar paso a una Candy sensual y seductora con ganas de hacer el amor, estaba totalmente sonrojada y con manos un poco torpes comenzó a desabrochar los pantalones de Albert mientras entre besos decía – acaríciame Albert, no dejes de tocarme, ohhh .

Que mas daba el lugar, ¿acaso no había dicho el que las cosas se darían cuando menos lo esperaran? Pues ese era el momento, y el estaba deseando hacerla suya y ella quería entregarse a el justo ahí y en ese momento, así que no la iba a decepcionar, la deleito un poco mas con sus dedos mientras decía – ohhh Candy eres tan suave, eres tan frágil, tan bella ohhhh cariño me estas volviendo loco.

Después le ayudo a terminar de desabrocharse los pantalones, y Albert la replegó a el mientras acariciaba con deseo sus caderas y al mismo tiempo mordisqueaba y lamia los labios de Candy ella sentía la enorme excitación de Albert y lo miro con ojos llenos de deseo, fue en ese momento en que Albert decidió bajarse los pantalones y cargándola con una rapidez que ella no se esperaba le dio un suave mordisco en el cuello mientras se introducía muy lentamente en ella esto hizo que Candy se abrazara fuertemente a el, cuando comenzó a sentirlo dentro de ella, se quedaron abrazados así por algunos segundos, mientras sus cuerpos se amoldaban, pero después dieron paso a unos rítmicos movimientos que tanto Candy como Albert estaban disfrutando enormemente, finalmente ambos se pertenecían, después de unos minutos de estar unidos y disfrutándose, llego el clímax para los dos, fue como si tocaran el cielo al mismo tiempo, Albert se quedo quieto por algunos momentos al sentir que el cuerpo de Candy iba bajando de ritmo, las contracciones de su pelvis eran cada vez mas relajadas, hasta que finalmente ella también se quedo quieta, Albert se separo cuidadosamente de ella para enseguida recostarse sobre la hierba y atraerla hacia el para enseguida cubrirla con sus enormes y fuertes brazos, le dio un profundo beso y luego dijo –

- Oh Candy, no sabes lo feliz que me has hecho, esto ha sido realmente maravilloso y algo inesperado debo decir

- Tu también me has hecho muy feliz Albert, nunca imagine que hacer el amor fuera así

- ¿Así como? – interrogo Albert en tono pícaro y travieso

- Bueno tu sabes, es como un baile en el que ambos nos entendemos, en el que no se necesita de música para saber que movimiento sigue, nuestros cuerpos simplemente se reconocen y se acoplan sin que nosotros nos lo propongamos, simplemente se unen hasta llegar a la perfección y entonces comienzan a moverse al ritmo que nuestro corazón y amor marcan

- ¡Vaya Candy! me sorprende la manera en que has descrito nuestra entrega, ¿sabes una cosa cariño? Se me han despertado nuevamente las ganas de bailar contigo, pero esta vez en la cabaña al calor de la chimenea, ¿y tú quieres que nuestros cuerpos vuelvan a bailar como hasta hace unos momentos?

Candy sintió como su vientre se contraía de deseo al escuchar la sugestiva invitación de Albert, desde luego que deseaba estar nuevamente con el, deseaba entregarse con todo su corazón a su esposo, deseaba prodigarle mil caricias, deseaba demostrarle que ya no tenía miedo, que lo único que quería en aquellos momentos era volver a pertenecerle, volver a ser suya, entonces dijo -

- Si Albert, si quiero que bailemos nuevamente.

Albert acaricio la desnuda y tersa espalda de ella con su dedo índice provocando en Candy un profundo estremecimiento que hizo que su cuerpo se contrajera y replegara nuevamente su pelvis en la de Albert y este sonriendo le dijo –

- Mmm cariño si vuelves a moverte de esa manera creo que volveremos a bailar aquí, así que será mejor que regresemos ahora mismo

- Estoy de acuerdo contigo Albert, pero antes…

- ¿Antes que?

- Bésame, bésame como hace unos momentos.

- Sera un placer Sra. Andrew – menciono Albert besándola con pasión.

Minutos después Albert le ayudaba a Candy a subirse la cremallera del vestido y luego emprendieron el camino de regreso a la cabaña, muy seguido se detenían a darse apasionados besos hasta que finalmente llegaron a la cabaña, entonces Albert dijo –

- Por fin hemos llegado Sra. Andrew, ahora si es hora de cumplir una de las más viejas y románticas tradiciones que hace un rato olvidamos, pero nunca es tarde para corregir este enorme error – dijo Albert levantando en brazos a Candy, provocando en ella una sonora carcajada.

La subió en brazos hasta la habitación y luego la deposito suavemente sobre la cama, ella miro como los ojos de Albert estaban de un azul mas intenso, su mirada nuevamente estaba cargada de deseo, sin embargo Candy quería que aquella segunda vez fuera mas que especial, quería que la viera mas bella y fresca que hace un rato, así que carraspeando un poco dijo –

- Me gustaría darme una ducha

- Claro Candy, yo también me duchare

- Mmm bueno es que me gustaría ducharme sola, quiero verme bonita para ti

- ¿Acaso estas planeando volverme completamente loco? Eres la mujer mas bella sobre la faz de la tierra Candy, estas bellísima

- Si pero… ya sabes traje ropa especial

- Oh, claro comprendo, bueno te propongo algo, ¿Qué te parece si en lo que tu preparas tu ropa yo me doy una ducha rápida y luego bajo a encender la chimenea y veo en la despensa si hay algo para preparar algunos bocadillos?

- Me parece una excelente idea

- Bien, pues entonces voy a ducharme, no tardo.

Luego de que Albert sacara de su maleta un cómodo pijama y se metiera a la ducha, Candy saco los dos hermosos camisones, miro aquel transparente que no dejaba mucho a la imaginación y de pronto le pareció buena idea ponérselo, quería verse realmente sexy para Albert, quería impresionarlo, luego miro el que le había regalado la abuela Martha y pensó – este es mas elegante y coqueto, quiero jugar un poco con la imaginación de Albert, creo que usare este.

Así que con decisión tomo el de seda que le regalara la abuela Martha, de pronto escucho cuando Albert salía de la ducha y rápidamente escondió el camisón, Albert sonrió al verla que escondía algo detrás de las manos y sonriendo dijo –

- No he visto nada cariño, ya me voy para que te pongas cómoda

- Gracias Albert – menciono Candy entrando rápidamente al cuarto de baño.

Se quedo parada por algunos minutos aspirando el masculino aroma a maderas que había dejado Albert impregnado, cerro los ojos y nuevamente sintió como un deseo hasta hace poco desconocido para ella se apoderaba nuevamente de su cuerpo, se tomo su tiempo para ducharse, pues quería oler muy bien, se unto aceite de rosas que le habían regalado las chicas que la arreglaron, quería que aquel delicioso aroma se le impregnara en el cuerpo, mientras Albert ya había encendido la chimenea y estaba buscando algunos bocadillos en la despensa, no había mucho de donde escoger, solo se encontró una botella con vino blanco, una caja con fresas cristalizadas y una botella con jarabe de chocolate, se arrepintió un poco de no ir al hotel que había reservado en la playa para esa noche tan especial, ahí los esperaba una hermosa bienvenida, pero bueno las cosas se habían dado de aquella manera y tendría que utilizar todo su ingenio para hacer de aquella noche, algo realmente inolvidable para Candy, así que puso el vino en la nevera y se dispuso a poner rápidamente en una rustica mesita que estaba junto al sofá un par de copas altas para en cuanto bajara Candy servir un poco de vino y brindar, luego en un plato ancho y liso puso las fresas y con el jarabe de chocolate las baño un poco, luego con el mismo jarabe dibujo dos corazones con las iniciales de C Y A, se movía como todo un experto en la cocina, cuando tuvo aquellos bocadillos listos los dejo a un lado de las copas y se sentó a esperar a Candy, mientras ella se estaba maquillando un poco los labios y las mejillas, para enseguida cepillar sus rizos, por último tomo la elegante botella de perfume con aroma a rosas para ponerse, pero olio su piel y se dio cuenta que no necesitaba ponerse mas perfume, aquel aceite realmente se había impregnado demasiado bien en su piel, así que se puso el elegante camisón que hacía juego con unas hermosas zapatillas de tacón no muy alto, salió de la habitación mas que convencida de que se veía muy bien y en cuanto Albert la vio se apresuro a recibirla, la expresión que Candy vio en el rostro de Albert la hizo sentirse mas que satisfecha, parecía querer devorarla con la mirada, el se miraba guapísimo con ese pijama de seda color negro, entonces tomando a Candy de la mano le dijo –

- Candy te miras espectacular, ven cariño, encontré algunas fresas cristalizadas y un poco de vino blanco, toma asiento, en lo que voy por el vino

- Gracias Albert.

Regreso rapidísimo y enseguida sirvió una copa para Candy y otra para el para luego decir –

- Por nosotros Candy, por esta noche tan maravillosa, porque me has hecho el hombre mas feliz

- Por nosotros Albert, porque me has mostrado un tipo de cielo que me era totalmente desconocido – menciono Candy mientras chocaba con delicadeza su copa contra la de Albert.

Albert tomo un ligero trago y luego deposito una fresa bañada con el jarabe de chocolate sobre los labios de Candy, un poco de chocolate quedo en la comisura de los labios de ella y esto hizo que la imaginación de Albert se desbordara, se acerco a ella lentamente y con su lengua comenzó a lamer los pequeños restos de chocolate, Candy enseguida sintió como el deseo se comenzaba a apoderar de ella, y se volvió hacia el entreabriendo los labios para permitirle a Albert que introdujera su lengua en su boca, finalmente sus lenguas se encontraron y juguetearon por algunos momentos, entonces Albert sintió como ella acariciaba su pecho y tomando sus manos las llevo hasta sus labios y comenzó a besar la punta de sus dedos, esto hizo que Candy se estremeciera y sintiera como sus pezones se endurecían por el placer que Albert le estaba causando con aquel simple movimiento, de pronto Albert tomo uno de los dedos de Candy y lo comenzó a succionar, Candy cerro los ojos y ahogo un gemido ante aquella sensación tan deliciosa, de pronto se comenzó a sentir demasiado excitada, quería mas, y tomando la mano de Albert la coloco en medio de sus muslos para enseguida decir –

- Ohhh Albert, hazme el amor

- Mmm espera un poco cariño, no seas impaciente, tengo preparadas algunas sorpresas – menciono Albert comenzando a acariciarla.

Albert tumbo suavemente a Candy sobre el enorme sofá y enseguida puso otra fresa en su boca para que ambos comenzarán a comerla al mismo tiempo hasta volver a unir sus bocas, después comenzó a bajar muy lentamente los tirantes del pijama de Candy hasta dejar totalmente descubiertos sus senos, Albert tomo la botella del jarabe de chocolate y puso un poco sobre los pezones de Candy para enseguida comenzar a succionarlos, esto hizo que el cuerpo de Candy se contrajera por aquel ardor que comenzaba a invadirla violentamente, trato de ahogar un grito de placer pero lejos de eso se escucho decir – ahhh que rico, mmm sigue Albert, se siente ahhh muy bien.

Albert estaba más que satisfecho al escucharla gemir y decir aquellas cosas tan ardientes de forma tan desinhibida, eso quería decir que iba bien, de pronto sintió como Candy tomo su mano y comenzó a lamer eróticamente su dedo medio, entonces fue el turno de Albert de emitir un muy prolongado gemido – ohhhhhh Candy, no me hagas esto, siento, ohhhhh siento que voy a explotar cariño, ahhhh y todavía no es tiempo, ahhhh espera un poco mas por favor.

Candy dejo de lamer el dedo de Albert pero no pudo evitar sonreír con satisfacción al ver el rostro de Albert totalmente sonrojado por el deseo, eso aunado a que estaba temblando como un indefenso gatito, Albert se coloco encima de ella para que pudiera sentir como estaba de excitado, y cuando Candy sintió aquella palpitante y enorme erección su corazón latió con mas furia que antes, entonces con desesperación le quito la camisa del pijama dejando al descubierto una imagen que jamás olvidaría, admiro por algunos segundos el ancho pecho de Albert y sus musculosos y fuertes brazos, y también pudo admirar lo que se encontraba debajo de los delgados pantalones del pijama, era imposible no ver cuan excitado se encontraba el, entonces Albert termino de quitar el camisón de Candy dejándola totalmente desnuda, parecía un angel, pues sus largos rizos caían sobre sus pechos cubriéndolos, comenzó a recorrer lentamente su cuerpo con su lengua y con sus dedos, quería ir descubriendo sus punto débiles, quería torturarla, quería volverla loca de pasión y deseo, y lo estaba logrando pues el cuerpo de ella no dejaba de agitarse seguido de violetos gemidos pidiéndole mas, Albert se coloco detrás de ella después de bajarse los pantalones, sintió como Candy se le replegaba para poder sentir su erección en el trasero, el al sentir como Candy se le estaba replegando dijo con voz ronca – ohhh Candy cariño, eso se siente muy bien, ahhh sigue moviéndote.

Mientras Candy se movía sugerente en la erección de Albert, este derramaba una cascada de besos por sus hombros para enseguida subir a su cuello, de pronto Candy sintió como Albert comenzó a deslizar su mano en su entrepierna e introdujo sus dedos dentro de ella, haciendo que Candy se moviera un poco mas rápido, Albert se dio cuenta que ella estaba mas que preparada al sentir la tibia humedad de su intimidad, entonces cuidadoso retiro sus dedos de ella para comenzar a levantar nuevamente su entrepierna y comenzar a introducirse en su intimidad y nuevamente poseerla, Candy ahogo un gemido al sentirlo dentro, y entonces comenzaron a moverse al uní solo, los espasmos de Candy eran cada vez mas fuertes con cada embestida de Albert, este al mismo tiempo masajeaba los pezones de Candy y succionaba su cuello, cosa que hacía que Candy estuviera mas excitada, ambos estaban totalmente perdidos en aquel remolino de sensaciones, finalmente ambos explotaron de placer, estuvieron un rato quietos, sin decir una sola palabra, solo se escuchaba el crepitar del fuego y sus agitadas respiraciones que poco a poco se fueron calmado, Albert tenía a Candy abrazada y besando con ternura sus hombros le dijo –

- Eres una mujer sorprendente, estas llena de pasión, me encanta tu aroma, me fascina tu sabor, eres tan exquisita Candy, estoy gratamente sorprendido, te amo Candy, te amo como ni siquiera puedes imaginarlo

- Tu me haz hecho la mujer mas feliz Albert, yo me siento perdida entre tus brazos, es una hermosa sensación, tu me haces ser otra persona, yo jamás pensé que me sentiría tan llena de vida y al mismo tiempo tan desvalida entre tus brazos

- Tanto tiempo soñando este momento mi amor, tanto tiempo anhelándote, deseándote con desesperación, y la manera en que te me has entregado ni siquiera se acerca a lo que yo imaginaba cuando vivíamos juntos

- ¿Tú te imaginabas amándome?

- Si Candy, ahora te lo puedo decir libremente, tenía sueños de este tipo contigo, pero lo que mi cuerpo sentía en aquellos momentos en que te amaba, no se acerca ni por poquito a esta hermosa realidad, soy el hombre mas afortunado del mundo.

Después de algunos minutos se quedaron profundamente dormidos y abrazados, de pronto Albert sintió algo de fresco, y se levanto, el fuego se había consumido y por eso empezó a refrescar, miro que Candy estaba hecha ovillo y la cobijo con su camisa, esta se movió un poco y Albert decidió que lo mejor sería ir a la habitación, entonces dándole un suave beso la despertó diciendo - Candy, cariño será mejor que vayamos a la habitación aquí esta haciendo algo de frío, no quiero que te vayas a enfermar

- Mmmm no hace tanto frío Albert, mejor ven y cobíjame con tu cuerpo y veras como rápidamente entramos en calor – menciono Candy coqueta

- ¡Vaya! me gustaría saber donde quedo aquella Candy tímida – dijo Albert sonriendo

- Bueno, aquella Candy se esfumo en el momento en que le hiciste el amor en el bosque y le hiciste tocar el mismo cielo

- Me halagas cariño, pero ya en serio creo que será mejor que vayamos a la habitación, este no es el lugar mas cómodo para pasar la noche

- Tienes razón Albert – dijo Candy mientras jalaba un poco a Albert para besarlo.

Después de un breve pero intenso beso Candy se puso de pie junto a el completamente desnuda, Albert recorrió con suavidad su cuerpo y le dijo –

- Eres hermosa, tienes un cuerpo maravilloso, me gustas muchísimo, me encanta mirarte así, tan natural y sensual, pero será mejor que te ayude a ponerte el pijama – dijo Albert tomando el delicado camisón de Candy que estaba sobre el suelo

- Me gustaría mejor ponerme tu camisa – dijo Candy tomándola para comenzar a ponérsela

- ¿Prefieres ponerte la camisa de mi pijama a este coqueto camisón?

- Si, es como si te llevara sobre mi cuerpo – menciono Candy mientras terminaba de abrocharse la camisa de Albert que le llegaba un poquito mas arriba de las rodillas y las mangas le quedaban enormes

- Bueno he de decir que me encanta como se te mira mi camisa, te miras sexy

- ¿Te parece que soy sexy?

- Muy, muy sexy Candy.

Candy se sintió sumamente halagada al escuchar aquellas palabras de Albert y sentir como este la rodeaba con sus enormes y fuertes brazos, luego la cargo y subió con ella las escaleras hasta llegar a la habitación que abrió fácilmente con el pie, luego la deposito en la cama y se recostó junto a ella para comenzar a besarla nuevamente mientras le susurraba - nuevamente tengo ganas de ti Candy

- Yo también Albert, bésame, bésame hasta hacerme perder el conocimiento – dijo Candy mordisqueando el lóbulo de Albert

- Mmm eso se siente muy bien Candy, mmm espera un momento no tardo.

Candy lo vio salir completamente desnudo y se quedo algo sorprendida, no había duda de que Albert era un hombre con muchos atractivos, era un hombre demasiado atractivo y varonil, cerró los ojos y sonrió al recordar lo que hacia algunos momentos habían vivido, suspiro mas que enamorada, se sentía como en un estado de ensoñación, era como si estuviera flotando, su cuerpo se sentía diferente, su cuerpo se había mezclado con el aroma de Albert, aspiro profundo y sonrió con satisfacción, de pronto abrió los ojos al sentir que Albert se colocaba a su lado diciendo –

- Lo que yo daría por saber que esta cruzando por esa linda cabecita

- ¿Qué me ofreces? – interrogo Candy coqueta

- Mmm ¿Qué es lo que quieres?

- Que me ames de una forma distinta

- ¿Qué tan distinta?

- No lo se, sorpréndeme nuevamente

- ¡Dios! ¿acaso te estas convirtiendo en una mujercita insaciable?

- Tu me haces desearte Albert, has despertado en mi sensaciones que ni te imaginas

- Entonces cierra los ojos y quédate muy quieta Candy.

Ella obedeció, y de pronto sintió como Albert le colocaba una venda sobre los ojos para enseguida colocar algo fresco en cada uno de sus pezones y después en su ombligo para terminar en su intimidad, después sintió como algo liquido resbalaba por su cuerpo, aunque tenía los ojos vendados se dio cuenta que era el jarabe de chocolate por el fuerte aroma, Albert la miro ahí inmóvil con las fresas sobre su cuerpo y bañada en el jarabe, trago seco al mirarla de aquella forma tan sensual, después de algunos segundos de estarla admirando se le fue acercando lentamente y con su lengua fue quitando las fresas y el jarabe, sentía como Candy se movía con desesperación pues lo tomo por los cabellos diciendo su nombre, y sintió mas la desesperación de ella cuando llego a su intimidad y comenzó a lamer con erotismo el jarabe que había puesto ahí, el introducía su lengua en ella con maestría y Candy gemía suplicante – ohhh Albert, por favor me estas volviendo loca, ahhh.

Albert sonreía satisfecho al verla tan rendida ante el, de pronto Candy se quito la venda de los ojos y tomando la mano de Albert comenzó a lamer su palma, haciendo que Albert cerrara los ojos lanzando un pequeño gemido, no había duda de que Candy era una mujer llena de pasión, y el estaba loco por ella, así que nuevamente comenzaron a amarse.

Eran las ocho de la mañana y la feliz pareja dormía plácidamente después de una noche llena de pasión, de pronto Candy se despertó y miro a Albert, le gusto despertar a su lado, se sentía tan bien estar juntos, comenzó a acariciar con delicadeza su cabello para después admirar por un buen rato su rostro, se le veía bastante relajado y tenía una ligera sonrisa, rozo con algo de cautela los labios de el para no despertarlo, enseguida intento levantarse pero unos fuertes brazos se lo impidieron, Albert la tomo por la cintura diciendo –

- Mmm ¿a dónde crees que vas? – interrogo Albert con voz ronca

- Buenos días Albert, iba a ducharme

- Quédate un rato mas aquí conmigo cariño

- ¿No vamos a ir a la playa?

- Ouch la playa, lo había olvidado – dijo Albert tallándose con desgano el rostro

- ¿Entonces?

- Entonces supongo que tienes razón Candy – dijo Albert bostezando

- ¿Qué pasa contigo Albert? nunca te había visto tan desganado

- Cariño, déjame recordarte que anoche casi terminas conmigo

- ¿Yoooo? – interrogo Candy en tono inocente

- Si usted Sra. Andrew, es un verdadero remolino

- Bueno tu me provocaste, yo solo respondí, además déjame decirte que yo me siento llena de energías así que arriba flojo

- Mmm otro ratito Candy, por favor

- ¿Es en serio Albert?

- ¿Solo un ratito mas si? – suplico Albert

- Esta bien, quédate un rato acostado en lo que yo me ducho

- Gracias cariño.

Candy se metió al cuarto de baño y comenzó a ducharse, cuando de pronto sintió que Albert la abrazaba por detrás dándole pequeños besos en el cuello, enseguida Candy sintió la dura erección de Albert entre su espalda y su trasero, y volviéndose a el le dijo –

- Veo que te recuperas rápido

- Tu haces que me recupere rápido Candy – menciono Albert comenzando a masajear los pechos de ella.

Después de esas breves palabras en el cuarto de baño solo se comenzaron a escuchar los gemidos de una feliz pareja de recién casados, después de volverse a amar, terminaron de ducharse, se arreglaron y emprendieron el camino hacía el lugar donde pasarían su luna de miel, pero antes llegaron a un pequeño restaurante para desayunar pues ambos se encontraban muy hambrientos, las palabras no eran tan necesarias en esos momentos, sus miradas llenas pasión lo decían todo, de pronto Albert tomo de la mano a Candy y le dijo –

- Candy, no quiero que haya secretos entre nosotros

- ¿De que hablas? – interrogo Candy un poco intrigada

- ¿Sabes? un día antes de nuestra boda los chicos me tenían preparada un fiesta de despedida

- ¿Cómo es que yo no me di cuenta de eso?

- Bueno… es que no fue en la mansión

- ¿Entonces donde fue?

- En un lugar bastante desagradable, aunque ahora que lo recuerdo solo me ocasiona risa – dijo Albert tallándose un poco el rostro y volviendo a sonreír

- ¿Qué sucedió Albert?

- Mmm déjame contarte cariño, pero no te vayas a molestar por favor

- Todo depende de lo que me cuentes – dijo Candy bastante seria.

Albert le relato lo sucedido en aquel lugar con aquellas enormes mujeres y como fue que termino su despedida de soltero, Candy lo miraba bastante sería, de pronto Albert pensó que no había sido una buena idea haberle contado sobre la dichosa fiesta, de pronto miro como Candy comenzaba a sonreír diciendo –

- No puedo creer lo que me acabas de contar

- ¿No estas molesta Candy?

- Debo decir que no me agrado en absoluto el que fueras a ese lugar y menos que una mujer se sentara sobre tus piernas, pero supongo que fue inevitable

- Suena ilógico pero así fue Candy, se lo puedes preguntar a George o al Sr. Callagham

- Sería divertido preguntarle a George que sintió cuando le tocaron el trasero jajajajaja

- ¡Candy!

- No te preocupes Albert, que no lo voy a hacer, solo te voy a pedir que no vuelvas a ir a un lugar así

- Prometido, ¿Me creerías si te dijera que nunca lo había hecho?

- Si Albert, se que no eres un hombre que guste de ese tipo de diversiones

- Perdóname Candy, debí quedarme en casa aquella noche

- Ya olvídalo, y mejor hablemos de nosotros

- Tienes razón mi amor, es solo que no quería que hubiera un solo secreto entre nosotros

- Y yo te agradezco el que me lo hayas dicho – dijo Candy acariciando el rostro de Albert.

Albert estaba muy agradecido de que Candy se lo hubiera tomado de aquella manera tan tranquila, ahora tenía otro motivo para admirarla mas, tomo su mano y deposito un suave beso en ella mientras decía -

- Déjame decirte cariño que cada baile contigo se vuelve mas interesante, esta mañana fue delicioso bailar nuevamente, solo espero no haberte defraudado

- Desde luego que no me has defraudado Albert, eres un excelente bailarín – menciono Candy sintiendo su rostro arder

- No tanto como tu Candy

- Eso es porque tu eres un muy buen maestro

- Pues déjame decirte que eres una alumna muy aplicada.

Ambos sonrieron cuando un joven mesero que pasaba por ahí al escucharlos hablar sobre "baile" se acerco interesado a ellos para preguntarles que si eran maestros de baile, pues a el le interesaba mucho aprender, esto ocasiono que Candy se atragantara con el jugo y Albert sonriendo amable le dijo al mesero –

- No joven, no somos maestros, bailamos por amor y placer

- Es una lastima, porque en verdad que me interesa tomar clases y ustedes se ven tan profesionales que yo pensé… en fin disculpen si los moleste

- Ya llegara el momento en que aprenda a bailar jovencito, no se desespere, ahora bien ¿me podría traer la cuenta?

- Claro Sr. enseguida se la traigo.

Cuando el mesero se retiro Candy estaba mas roja que un tomate, aunque Albert había manejado perfecto la situación ella casi se ahoga por tratar de contener la risa por la pregunta tan inocente del mesero, si el hubiera sabido a lo que se referían Candy y Albert con eso del baile tal vez el mesero sería el que se hubiera botado de la risa, finalmente salieron del restaurant carcajeándose ante la mirada sorprendida de los demás comensales., subieron al auto y tomaron el camino que los llevaría hasta la playa.

Después de casi dos horas, finalmente llegaron, Candy se quedo maravillada ante la bella vista del mar, definitivamente aquel lugar era el mismo paraíso, llegaron a la casa a dejar las maletas, la habitación estaba decorada muy romántica, sin embargo Candy estaba mas que ansiosa por ir a conocer la playa y abrazándose a Albert le dijo –

- Me gustaría dar un paseo por la playa ¿podemos ir?

- Desde luego que si Candy ¿quieres que vayamos a comprarte ropa para la playa?

- No, solo deseo dar un paseo

- Esta bien cariño, pero antes quiero darte un regalo muy especial

- ¿Qué es?

- Ya lo veras cariño, solo espera un momento.

Candy vio que Albert sacaba un sobre de la maleta y enseguida se lo entrego, lo abrió ansiosa, miro los papeles y sorprendida dijo –

- Pero… pero si son las escrituras del apartamento de Chicago

- Así es Candy, es todo tuyo es mi regalo de bodas

- Oh Albert, es un regalo maravilloso, ese departamento significa muchas cosas para mi, ahí vivimos momentos maravillosos

- Lo sé Candy, por eso le dije al Sr. Tomas que me lo vendiera

- Gracias mi amor, gracias por este hermoso regalo

- Bien cariño, ahora si vamos a la playa.

Salieron de la casa tomados de las manos para dirigirse a la playa, en cuanto llegaron Candy se agacho a tocar la suavidad de la arena y no pudo controlar el impulso de quitarse las zapatillas para poder sentir la arena bajo sus pies, entonces comenzó a correr como una chiquilla gritando –

- Albert, quítate los zapatos y alcánzame, esto es realmente maravilloso.

Este sonrió travieso y la obedeció, parecían un par de chiquillos correteando por la playa hasta que Albert la alcanzo y la tumbo sobre la arena que ya se mezclaba con el agua del mar y con voz ronca y seductora le dijo –

- ¿Quieres bailar?

- Oh si, claro que deseo volver a bailar.

Y ambos comenzaron a besarse.

FIN.

Gracias por apoyarme con sus lindos comentarios chicas, y más aún por su paciencia, mis más sinceros agradecimientos a todas.

Gracias

Sabrina Weasley Vanessa sol

Chicuelita Candice ledezma

Sakura-shara19 Angdl

Serena Candy Andrew Graham Pazuzu

Maiira Huiir Paulayjoaqui

Norma Angelica mgoh

Mary Andrew Lune-Foncee

Noukinav18 Paulline-yabrough

Stormaw irma

Guest Melissa Reyes

Liovana elizabethpadillapazm

Mercedes hnsn1991

Usagihell34 Kanoys

Luz BloodyDarkRose9

Sayuri1707 Ysabel487

Black Cat2010 Carmenlv

Calimoon28 BrendarVazquez

Jimenezindirajo Saraandrew

Serenatsukin20 .351

Gina Riquelme .7792

monica Lucre Lpez

Glenda brigge

Mayra Exitosa Melissa Reyes

Skarllet northman Deicj89

Carolinamaciaslandaeta Tania Lizbeth

Josie Maryel Tonks

Krutzladee

Gracias a todas.

Con cariño su amiga Demonyc