Capítulo 2

FARSA TENTATVA

Intentaba no denotar esa tensión en su semblante inmutable y serio, claro, el cuerpo le delataba por completo.

Itachi Uchiha se había quedado sumido en un silencio incómodo y nervioso. Sus dedos se pasaban tensos sobre el mullido cuero de aquel sillón; los movía y tamborileaba con el ruidoso eco de un "bum-bum-bum" intermitente. Un sonido casi tan odioso como el clickeo de una lapicera.

La mujer detrás de aquel fino escritorio adosado de tropeles de papeles y carpetas, alzó la vista hacia él por un momento, en respuesta al incesante sonido. Sus pupilas hicieron contacto y él no pudo evitar sentir una brevísima aprensión ante aquellos orbes jade, brillantes y expectantes. Un bonito color que él no había apreciado con tanta cotidianidad, y ni qué decir del tono rosáceo de su cabellera... definitivamente aquella dama era algo fuera de lo común… y sabía que le había visto antes.

Ella bajó la mirada, con el ceño fruncido y volvió a escrutar el contrato que había estado analizando durante aquellos últimos, silenciosos y tortuosos veinte minutos.

Ahí quedó la "magia" del momento.

Y no es que a Itachi le importara "familiarizar" un poco las cosas, él no era propiamente un candidato a "el señor sociable del año", sólo que esperaba que la situación no fuese más estresante e incómoda de lo que ya era por si sola.

Durante el último semestre, las cosas en el despacho contable de la bien ponderada familia Uchiha se declinaba en un aterrador sendero de números rojos. Itachi, quien estuvo en el puesto de auxiliar contable desde que terminó la carrera hasta los siguientes dos años, solamente vió el desplegado ir y venir en las acciones y suministros descritos en sus cheques de paga. Por más negocio familiar que fuese, bien podría darse un respiro y buscarse un nuevo horizonte momentáneamente, pero tal y como rezaba el conocido refrán, más valía malo conocido que bueno por conocer… y eso fue un tanto peor.

Akatsuki, más allá de la sutil empresa de exportaciones "mesurada y sencilla" que había visto y confirmado en recomendaciones personales, no terminó siendo más que una madeja de enredos financieros que ni el mismísimo Donald Trump podría levantar. La cosa resultó peor cuando el Uchiha, en un acomedido intento por reestructurar los balances de gastos, terminó envuelto en una caótico intrincado que, según parecía el caso, le cedía por completo el sueldo y prestaciones a la desastrosa empresa de la nube roja.

La demanda no sería una opción… y rogarle a su padre, por la prestación de casi trescientos mil ryo para cubrir los faltantes, era como meter la cabeza en las fauces del león. Totalmente…

—Imposible. —Sakura Haruno levantó la cabeza de la carpeta y le miró con aquella expresión relajada aun para la situación— No hay nada que garantice una contrademanda, Uchiha-san…

Itachi sintió un sutil dejo de alivio… aunque el rostro de aquella mujer parecía expresar lo contrario.

—Entonces podría llevarse a juicio, ¿verdad? Sin riesgos de…

—No, no se puede ni siquiera que un notario revisara esto.

El Uchiha arqueó una ceja, confundido.

—No entiendo.

—No procede ni a demanda, ni a contrademanda, ni mucho menos para una desestimación —Sakura respondió escueta—El contrato se contradice en casi siete cláusulas y ni siquiera tiene los folios completos, creo que un niño de primaria podría haber redactado algo mejor.

Itachi seguía perplejo.

—¿O sea que me han estado amenazando por algo que ni por error podría pasar?

Sakura asintió.

—Se puede proceder a una auditoría —dijo volviendo a repasar fugazmente las páginas—… pero no le garantizo la indemnización, Uchiha-san… Puedo concertar una cita con la corte para esta semana, y ya veremos cómo procede lo demás.

Éste se había alzado de hombros. De una batalla perdida a una a medio ganar o dejada en probabilidades, peor era nada. Y no había dejado de mirar a Sakura, eso se le había escapado por completo.

Y ella lo notó. Con muy poco agrado y nada de humor.

—¿Necesita algo más, Uchiha-san?

Aquello que estaba contemplando tuvo un punto de lógica, sólo que hasta ése momento Itachi pudo atar cabos. Una referencia demasiado oscura y perdida en el recuerdo pero ahí estaba. Recordó aquella fotografía en la alcoba de su hermano, donde se le veía acompañado del grupo de preparatoria… y ahí estaba ella. Con esa peculiar melena rosácea y la expresión típica de una chiquilla cohibida e insegura.

—Estuviste en el mismo grupo que Sasuke, ¿verdad? —Itachi habló rápido, como si de un estornudo se tratase. Luego recobró la compostura, se aclaró la garganta y reanudó la oración—Usted, ehm, disculpe, Haruno-san… quería decir, que…

—Si, y recuerdo a Sasuke Uchiha —Sakura aminoró la sequedad en su tono de voz a un aire un poco más afable—Aunque no he hablado con él desde hace casi un año.

—Así es mi problemático hermano menor. Esta bien, algo atareado con el empleo que tiene en la seguradora de Otogakure, y manteniendo a dos familias… pero esta bien. —Itachi sonrió levemente. —De hecho él me recomendó.

Ahora el ambiente ya estaba más animoso. Itachi lamentó internamente no haber iniciado la conversación con aquel tema desde que llegó; no solo para cortar la hostilidad formal y renuente de Sakura, sino porque le había gustado aquella suave sonrisa en ella.

—Bueno, le asesoré con su último divorcio —musitó ella con un aire divertidamente culposo—Los dos, mejor dicho.

Pff, Sasuke siempre se metió en líos con las mujeres menos apropiadas… conocí a Tayuya, asi que no me pareció raro lo del divorcio, pero Karin, bueno, eso si fue una sorpresa.

Ambos sonrieron. Sakura simuló ocultar una risa entrecortada, más por educación que por simple sinceridad. Itachi, todo lo contrario, le gustaba verle reír y le gustaba que ella no usara ese gesto tan severo hacia él… y ¿porqué no admitirlo?, había algo que le atraía sobremanera. Ya ninguno de los dos era un colegial, asi que ¿porqué no dejar las fruslerías ñoñas de los jovenzuelos y proceder como cualquier adulto maduro?

Itachi tomó el riesgo.

—Je… bueno, entonces… ehm.. Haruno-san, —tal vez amplió demasiado la pausa o se detuvo demasiado entre palabras, como para que ella le contemplase extrañada— ¿Podríamos continuar con esta charla, fuera del despacho? Conosco una excelente cafetería…

—No, gracias, Uchiha-san —la respuesta fue corta, rápida y certera… como una buena cuchillada o un disparo a quemarropa—Tengo un compromiso en la tarde. Además, ya estoy saliendo con alguien.

Silencio incómodo; y a Itachi le hubiera encantado que el linóleo de la cuidada oficina se abriese como boca de demonio y se lo tragase en ese mismo instante.

Emulando una sonrisa corta –como si se hubiera mordido por accidente el labio— Itachi se pasó una mano por detrás de la nuca.

—Oh, entiendo… —dijo—, disculpe mi atrevimiento. Ehm… ¿Y referente a mi caso…?

—Le llamo en tres días, necesito la autorización de la auditoria y mínimo es un día por investigación —explicó ella apuradamente.—Pero no creo que haya problemas, posiblemente en dos semanas quede resuelto.

Itachi expresó una afirmación corta y ella respondió con aquella sonrisa de mera cortesía. No hubo una despedida más explayada. Un simple apretón de manos formal, y nada más. Salió, con el saco de su traje colgando del brazo y en un silencio meditabundo, directo hacia su auto estacionado en la acera de enfrente. Se dejó caer en el asiento, exhalando un suspiro largo.

¿Realmente me oí tan estúpido?, se dijo pasándose una mano por la frente. Incómodo, tal vez, patético, posiblemente, pero aquello no fue estúpido, fue desesperado. O se escuchó desesperado. Y el mismo Itachi comenzó a creerlo así.

Cuando su hermano le dio el contacto, él esperaba a una señora cuarentona, casada, ataviada con esos trajes bleizer y mirada insidiosa bajo el marcado sombreado del maquillaje; Sakura Haruno, simplemente le tambaleó toda perspectiva e idea preconcebida con la que había llegado al despacho aquella mañana.

Y él, pese a sus actuales cuarenta y su rebatida soltería –el trabajo le consumía hasta esos menesteres últimamente- no había dejado de ser un hombre, y como tal, de tanto en tanto tendía a sucumbir ante estos peculiares arrebatos. Por lo menos podía agradecer que no era una costumbre… o de lo contrario ya estaría peor que Sasuke.

Tal vez el asunto de la auditoria haría que el asunto se olvidase por completo. Sólo una vez más… y jamás volvería a verla.

O al menos eso era lo que él esperaba.

Y estaba tan ensimismado, que no se percató de aquella mujer rubia que estaba contemplándole fijamente.

—¿Uchiha… Itachi Uchiha?

—¿Si?

Ella tendió la mano a modo de saludo desenfadado.

—Ino Yamanaka… —se presentó, con aquella amplia sonrisa que el Uchiha sintió que era la misma mueca manipuladora de un extorsionador—…¿sabes? Tengo una proposición interesante para ti…

Éste parpadeó confundido.

—0—

—No sabía que había vuelto a llamar… en serio —resolló Sakura desde el otro lado de la línea— ¿qué le dijste?

Oyó a Ino suspirar hastiada.

—Pues nada, que estabas ocupada, que regresabas en la noche o que habías muerto y el forense no se dignaba a llamarla porque no encontraban tu enorme cabeza...

—¡Ino!

Una carcajada suave por parte de la rubia.

—Ya, lo de la muerte no lo dije, sólo esperaba que reaccionaras… uff… que poco aguante para las bromas. —musitó Ino—Pero ya en serio, ¡es tu madre! ¿Porqué simplemente no le dices las cosas como son y ya?

—Yo lo haré en su momento y lo sabes

—Si, cuando el infierno se congele… bueno, te esperaré temprano en casa. Sólo debo atender los últimos pedidos y ya esta —Ino respondió con el mismo tono animado con que le había llamado.

Sakura simplemente asintió y antes de que le preguntara a Ino el porqué de la peculiar llamada, ésta había colgado.

Para en la tarde, cuando regresó al apartamento, Ino salió a recibirle a la puerta. Sakura se quedó con la boca abierta. La rubia llevaba el sujetador de tul que tanto le gustaba a ella, unas diminutas pantaletas semitransparentes y nada más.

—Ok… ¿a qué se debe la artillería pesada?

—Digamos que, creo que es bueno tener una tregua ¿no crees?

Sakura arqueó una ceja.

—¿Por lo del trabajo o por lo de mi madre?

Ino le abrazó. Sakura notó un leve perfume. ¿Esencia de rosas?

—Por todo. —resolló la rubia.

Sakura la rodeó con sus brazos, primero por el talle, luego deslizó una mano hacia las nalgas, mientras la lengua de Ino danzaba ligeramente sobre sus labios y penetraba en su boca, explorando.

Cuando, por fin, se deshizo el beso, Sakura preguntó con la voz en un jadeo:

—¿Tú eres la cena?

—El postre. —Ino empezó a mover lentamente el vientre, apretándose contra la Haruno—. Pero te prometo que no vas a tener que comer nada que no te guste.

Sakura trató de sujetarla, pero ella se escabulló y le tomó una mano.

—Sube —dijo.

Le preparó un baño caliente, le desnudó despacio y le empujó hacia el agua. Luego, se puso el guante de toalla que estaba colgado de la ducha, y que casi nunca usaba, le enjabonó y le aclaró. Sakura sentía relajarse la tensión de aquel día. Ino se había mojado y las pantaletas se le pegaban al cuerpo como una segunda piel.

Sakura fue a salir de la bañera, pero Ino le sujetó.

—¿Qué...?

Entonces, el guante le asió suavemente..., muuuy suavemente sobre el clítoris, pero con una fricción casi insoportable, con un lento vaivén.

—Ino... —Sakura estaba sudando y no era sólo por el calor del baño.

—Ssssh.

Aquello parecía durar una eternidad. Cuando ella estaba a punto, el guante casi se detenía. Pero no del todo, sino que oprimía, soltaba y volvía a oprimir, hasta que Sakura se corrió con tal violencia que le zumbaron los oídos.

—Ino… —murmuró cuando pudo hablar—. ¿Dónde rayos has aprendido a hacer eso?

—En las "girl-scouts" —dijo ella, muy seria.

—0—

Ino había preparado un sukiyaki que estuvo cociendo a fuego lento durante el episodio del baño, y Sakura, que a las ocho de la noche habría jurado que no volvería a probar bocado hasta la víspera del fin de semana, tomó dos platos.

Luego, Ino le llevó otra vez arriba.

—Ahora veamos qué puedes hacer tú por mí.

Vistas las circunstancias, Sakura estimó que había estado a la altura.

Casi al caer de las diez, y abatida por tan peculiar actividad (inusual, tomando en cuenta que era entre semana), Sakura pensaba que le costaría dormirse, como le ocurría cuando estaba de practicante y el día había sido movido. Pero se sumió suavemente en el sueño, como si resbalara por un tobogán de poca pendiente.

Ya casi había caído cuando oyó decir a Ino, a lo lejos:

—...pasado mañana.

—¿Mmmmm?

—Itachi Uchiha, el pelele ése , el de las ojeras… y le dije a tu madre que estas saliendo con él y con eso podremos quitárnosla de encima por un tiempo. Dijo que pasaría por aquí pasado mañana.

—Ah... —Sakura bostezó, y el sueño estuvo a punto de llegar…

Las frases se conectaron, como piezas que embonan en un rompecabezas.

Tu madre…

Le dije…

Que salías con Itachi…

salir, claro, claro…

—¡¿QUÉEE?!


CONTINUARÁ


N/A: Leeemon! ok, esto va a ir de colchón en toooodo el fic xDD (o a este paso lo irá xD) En fin, un poco de humor negro para rematar xDD

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