XII

Aquella mañana cuando Draco despertó, los rayos del sol entraban tímidamente por las cortinas, el viento ya no se sentía afuera, y pudo ver que la linternaen el velador aún seguía encendida. Su corazón bombeó fuerte cuando fue consciente de los brazos ajenos rodeando su cintura y los colores se le fueron al rostro cuando notó que pese a estar tapado con las mantas, aún estaba completamente desnudo.

Las alarmas de pánico llegaron inmediatamente a su mente, y con cuidado retiró los brazos que reposaban alrededor de él, jalando de la sábana lo suficiente para sacarla y envolverse en ella. Sabía que se veía completamente ridículo, pero si era lo suficientemente rápido, podría llegar hasta su ropa que estaba sobre el escritorio pulcramente doblada, e internarse en el baño para darse una ducha y salir vestido sin que Harry lo viera.

— ¿Draco? — Por supuesto, tenía que salirle mal, evidentemente. — ¿Qué haces en el suelo cubierto con esa manta? — Harry había estirado su mano al velador, para apagar la linterna y colocarse los lentes.

Draco se volteó, tenso, la sábana apenas si dejaba ver su cara, al escuchar la voz de Harry automáticamente se había agachado en el suelo junto al escritorio.

— Nada… — Su voz sonó dudosa, e hizo una mueca al ver que Harry alzaba una ceja tal cual él lo solía hacer.

— Ven a la cama, hace frío.

— No. Estoy desnudo y pegajoso, quiero bañarme. — Su voz sonó más cortante de lo que había querido.

— ¿Quieres que nos demos un baño juntos? — Volvió a intentar, y Draco tomó aire para obligarse a rechazarlo, desviando la mirada al suelo con notable incomodidad.

— No creo que sea una buena idea.

Harry suspiró cayendo en cuenta entonces, seguramente Draco aún se sentía incómodo y avergonzado de enseñarle sus piernas. Se levantó de la cama y se acercó al closet, sacando dos toallas y una muda de ropa, una de ellas la dejó junto a la ropa de Draco.

— Iré a bañarme al baño principal, tomate el tiempo que necesites y nos vemos abajo para el desayuno, ¿sí? — Se agachó y besó ligeramente su frente por sobre la sábana que la cubría para después salir de la habitación.

Draco suspiró, mirando el lugar donde minutos antes estaba Harry para luego levantarse y, aún envuelto en la sábana, meterse al baño.

Luego de acabar de bañarse y vestirse, Harry bajó a la cocina, encontrándose con Remus y Snape desayunando, la luz había vuelto, por lo que la pequeña televisión de la cocina se hallaba encendida con las noticias.

— Buenos días, Harry, ¿Draco aún duerme? — Remus lo saludó sonriente, llevando la taza de café a los labios.

— No, está tomando un baño yo… las he visto — Harry se sirvió un poco de café, y diciendo lo últimoen voz más baja, fijó su mirada en Snape, quien frunció el ceño y abrió la boca para decirle algo pero Harry lo detuvo. — Ha sido él quien me las ha enseñado, así que agradecería que tuviera un poco más de confianza en mí.

Remus puso su mano sobre la del mayor, quien soltó un suspiro y asintió.

— Aun así, te tendré vigilado, Potter.

— ¿Por qué vas a vigilar a Harry?

Draco entró por la puerta de la cocina, vestido y con el cabello ligeramente húmedo.

— Draco, no te dejes el cabello mojado, pescarás un resfriado.

— Sev, deja mi cabello en paz, los secadores lo queman.

— Chicos, siéntense a desayunar — Remus se puso de pie, sonriente, la situación lo ponía feliz, era como si todos fueran una familia.

Draco fue a sentarse a la mesa junto a Harry, quien le dio una mirada preocupada, la que Draco respondió tomando su mano y sonriéndole, se separaron de golpe cuando oyeron la tos de Severus interrumpiendo.

— Veo que han arreglado sus… asuntos.

Draco rió ante la expresión compungida de Harry y su notorio sonrojo, volviendo a tomar su mano sobre la mesa, miró a su padrino divertido.

— Severus, no seas cotilla, pero sí, para que te enteres Harry y yo estamos en una relación en la que esperamos no te entrometas, ni que lo hagan otras personas.

— ¿Otras personas? — Preguntó Harry, pero fue totalmente ignorado.

— Se acabarán enterando, lo sabes, pero puedo asegurarte que no será por mí.

— Draco, de quién…

— Mis padres, harán un lío sobre esto, Harry, aún estás a tiempo de retractarte. — Harry sintió como el agarre sobre su mano se hacíamásfuerte, y como el ceño de Draco se frunció y sus músculos se tensaban.

— No digas estupideces, estoy enamorado de ti, no de tus padres, no me interesa lo que ellos tengan que decir al respecto, no me alejarán de ti.

— ¿Lo dices enserio? — Draco se volteó a mirarlo, juntando su frente con la del moreno.

— Oh por favor, quiero terminar mi desayuno sin vomitar.


— No puedo creer que esté haciendo esto, no puedo creer que me hayas obligado a hacerlo, Potter — Su voz jadeante expresaba su clara molestia, mientras unas gotas de sudor caían por su frente.

— Vamos, ya casi acabamos, muévete — Harry le sonrió, con la voz igualmente jadeante.

— ¡Pero estoy cansado! Y me duelen las piernas, hazlo tú por mí — Bajó la cabeza dejando salir un suspiro agotado de sus labios.

— Ja ja, no seas ridículo, ¿qué pasó con la buena condición física con la que presumías cuando estábamos en el equipo? — Harry le dio una suave palmadita en la baja espalda.

— Se fue, ahora seré un gordito muy sexy, ¿vas a quererme así, Harry?

— Oh, te querré aunque peses doscientos kilos — Harry se estiró un poco para besar suavemente su mejilla, pero Draco se volteó lo suficientemente rápido, para que sus labios se posaran sobre los suyos y compartieran un suave beso.

— Me has dado una horrible imagen mental sobre mí mismo, no vuelvas a decirlo — Se quejó sintiendo la fría nariz de Harry sobre su cuello.

— Pero si fuiste tú quien sacó el tema — Dijo entre risas, para a continuación separarse de él. — Vamos, acabemos con esto rápido, hay que limpiar la entrada de nieve antes del almuerzo, ya no siento los dedos de los pies.

— Bueno, para empezar, fue tu idea — Draco volvió a tomar la pala, imitando a Harry quien había comenzado otra vez a sacar la nieve de la entrada del garaje.

Luego de acabar de quitar la nieve de la entrada, se apresuraron para entrar en la casa, instalándose frente a la chimenea, mientras Remus les servía un poco de chocolate caliente y les informaba que ya estaba casi listo el almuerzo.

— Después de comer volveremos a casa — Le informó Severus para luego perderse en la cocina con Remus.

— ¿No puedes quedarte más tiempo?

— Harry, no he traído más ropa que la que traigo puesta, y es jodidamente incómodo estar sin calzoncillos.

—Te hubieras puesto los mismos.

—Acababa de ducharme, ¡no seas guarro! — Le reclamó medio en broma mientras se terminaba su chocolate.

— Hay cosas que tengo que terminar además...aah y supongo que tengo que llamar a mi madre.

Harry no sabía si preguntar realmente cuando vio que los ojos del rubio se posaban en el fuego, pero si éllo había mencionado, tal vez le estaba dando el pase para poder preguntar.

— Draco… tú…¿tú y tus padres no se llevan bien?

El ojiplata se tomó su tiempo en responder, lo que tensó un poco a Harry quien ya se estaba planteando disculparse, cuando lo vio negar con la cabeza.

— No, hay cosas… que pasaron que nunca se las podré perdonar… al menos, no me siento listo para hacerlo… sé que lo hicieron porque creyeron que era lo mejor, siempre han sido así, pero a veces simplemente se equivocan… — Sus ojos se clavaron en Harry. — Yo sé, que quieres saber… pero... no es tan sencillo.

Harry suspiró, lo sabía, habíacosas que tampoco él había hablado con Draco, sabía que seguramente no se comparaban con lo suyo, pero podía entender a qué se refería, había muchas cosas que no eran fáciles de decirle a las personas que se quieren, sintió un pequeño calorcito en el estómago al pensar en que Draco realmente le quería.

— Lo sé, y he pensado mucho sobre estas cosas, ¿sabes? Creo que de alguna forma estaba… estoy algo asustado de las cosas que no sé acerca de ti… pero no es porque tema a lo que son — Se apresuró a decir cuando vio temor en los ojos del rubio — Es porque temo que pueda ser algo que te esté causando daño, y yo no pueda estar allí para ti.

— Tienes un enorme complejo de héroe ¿sabías? — Le dio un suave codazo y apoyó su cabeza en su hombro mientras volvía a mirar el fuego.

— Eso me han dicho.


— Oh Draco, has venido — Narcissa se permitió abrazar a su hijo aquella noche del treinta y uno de diciembre, llevaba un elegante vestido de noche, en un suave color crema, y el cabello tomado en un delicado moño que dejaba al descubierto los hombros que sólo estaban cubiertos por el encaje que sobresalía del vestido.

— Madre… no estaré mucho tiempo, sólo me quedaré hasta las once y media — Draco se soltó un poco incómodo, llevaba puesto un traje completamente negro, incluyendo la camisa.

— Lo importante es que has venido, tu padre estará tan contento, ven.

Narcisa lo arrastró a lo largo del salón, saludando a cada invitado que se cruzaba en el camino, Draco sentía que el estómago se le hacía un nudo, y su corazón golpeaba fuertemente en sus oídos.

¿El bebé Malfoy tiene miedo de papi?

Oh, joder.

No.

— Draco, hijo, me alegra tanto que estés aquí. — Lucius lo abrazó diplomáticamente, y aprovechó para presentarle a los hombres con los que estaba hablando en ese momento. Ellos no lo conocían tan bien, pero Draco podía notar a kilómetros la incomodidad de su padre. Estaba seguro de que él no lo quería allí y que todo solo había sido idea de su madre.

Por supuesto que no te quiere aquí, ¿qué clase de padre querría que una pequeña vergüenza como tú le dirija la palabra a importantes socios?

— Cierra la puta boca — Masculló molesto, llamando la atención de su padre y los hombres junto a él.

— ¿Disculpa?

— Yo… tengo que hacer una llamada.

— ¡Draco!

El rubio escuchó el llamado de su madre, pero aun así rápidamente se alejó de allí, dejando el salón, caminando por la mansión a lo que había sido su viejo cuarto.

¿De qué estás huyendo? Sabes que no puedes huir de mí.

— Déjame en paz. — Cerró de un portazo la puerta de su habitación, sus cosas estaban allí como si nunca se hubiera ido, y las luces automáticas se encendieron apenas el entró a la habitación.

Oh miren al pequeño bebé Malfoy, ¿vamos a pasar año nuevo solos los dos?

Sus piernas cedieron, y su respiración se cortó, cuando las frías manos tocaron su rostro,y la horrible figura le miraba divertida.

Mira lo patético que eres, lo asustado que estás. ¿Crees acaso que Potter te querrá cuando se entere de lo verdaderamente cobarde y sin valor que eres?

— ¡No! ¡Cállate! ¡Cállate! ¡No metas a Harry en esto!

Draco arrojó la lámpara de pie que tenía junto a él, la que atravesó la figura y se estrelló contra el suelo.

— ¡Draco! ¡Abre la puerta! — La voz de Narcissa resonó autoritaria al otro lado de la puerta, llenando al rubio de pánico.

Nos llevará a ese lugar de nuevo, Draco, no me importaría, si puedo tener más intimidad contigo.

— ¡No! ¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate!

Los gritos seguían, Narcissa angustiada intentaba abrir la puerta, mientras podía oír a Draco arrojando cosas y gritándole a su bestia invisible. De alguna forma todo se volvió peor cuando el pasillo se comenzó a llenar de invitados curiosos y finalmente Lucius trajo a uno de los criados, para abrir con la llave maestra la puerta. Draco estaba en un rincón de la habitación, temblando y cubriéndose la cabeza con las manos.

— Oh, mi niño — Sollozó Narcissa.


Muchas gracias a Bellatrix_2009 y Meliza Malfoy por el beteo

Besos

Mono