Nota: Ni Sherlock ni sus personajes me pertenecen a mi, le pertenecen a Arthur Conan Doyle.

Resumen: Teen!Lock. Mycroft come demasiadas tartas de chocolate, Lestrade se preocupa por su salud. One-Shot

Advertencias: Lima, suave.

Tata De Chocolate

Fue besando su cuello suavemente, mientras el pelirrojo tocaba sin un poco de vergüenza el cuerpo que estaba sobre el, que ya había explorado tantas veces con sus dos manos. El de pelo negro, cubierto levemente por algunas canas que no se ven fácilmente, desabrochaba la camisa de costosa de Mycroft Holmes, ya habían tenido sexo mas de una vez, ya habían hecho el amor mas de una vez, y a Greg Lestrade parecía darle igual su obesidad, pero sin dudas a veces Mycroft trataba de no comer tantos dulces para no engordar aun mas y que ya Lestrade se hartara de su cuerpo horrible y se fuera. Holmes nunca demostraba ese sentimiento, siempre se mostraba frío, exceptuando la hora del coito. Obviamente estas inseguridades, no nacen de el, nacen de las burlas de su hermano de 5 años, Sherlock. Y de las burlas que recibía de sus compañeros, por gordo, y por raro, porque le gustaba leer en la biblioteca libros todo el día que hacer deportes.

Ante aquellos pensamientos, Mycroft solo se aferro mas a Lestrade, sus manos se fueron hacia la cola bien formada de Greg apretándola, sacando un fuerte y ronco gemido que salio de la garganta del mismo. Un gemido que solo hizo que su erección creciera todavía mas. Escucho unos pasos, ni importancia le dio Mycroft, se arrepintió, porque apareció su hermano menor, abriendo, sin tocar, obviamente su puerta. Mirando con curiosidad, mientras su rizos estaban mas despeinados de lo normal, pegados a su frente, estaba abrazando a su peluche de un pirata. Pesadilla.

- Sherlock.. - Mycroft dijo tratando de incorporarse con sus codos.

- Iban a tener sexo - dijo demasiado tranquilo para tener la edad que tenia.

Greg rápidamente se paro, mirando al pelirrojo, luego al niño.

- le contare a mummy y a padre.

- No, Sherlock, por favor.. No digas nada... Jugare contigo a los piratas si te mantienes callado. - dijo Mycroft sabiendo que su hermano aceptaría esa oferta.

- No entiendo que tiene de malo, madre ya sabe tu atracción por los hombres.

Mycroft se sonrojo y Gregory aprovechó para hablar.

- Bien, creo que debo irme, son las diez de la noche ya. - se apresuró.

El amante de los dulces sabia que el menor de los Holmes no iba a irse a dormir temprano, cada día Sherlock dormía menos, pero lo que menos quería ahora era que se vaya. Sin embargo, tubo que aceptar que se vaya para que sus padres no sospecharan nada. Con un ultimo, suave y tierno beso se despidió Lestrade.

Eran vacaciones, entonces dentro de dos días Greg decidió visitar a su novio. Cuando fue hasta el comedor de la residencia enorme de los Holmes, encontró a su novio rompiendo la dieta, comiendo esa tarta de chocolate que tan buena pinta tenia y había hecho seguramente la abuelita Holmes, con sus propias manos. Para ser sincero, se sorprendió, Mycroft era centrado, y la dieta la estaba haciendo al pie de la letra pero seguramente esto había podido con el, pero no estaba enojado, para nada, se le hacia dulce verlo comer, y después mirarlo con vergüenza a los ojos.

- El gran Mycroft Holmes, ¿rompiendo su dieta por una tarta de chocolate? - sonriendo pícaramente.

- Lo siento, Lestrade, se que te prometí adelgazar pero esta.. Tarta - trago saliva, después de sus sinceras disculpas - la hizo mi Gran-Mummy.

Tal vez Greg no hiciera brillantes deducciones como Mycroft o Sherlock, pero había acertado. Río de buena manera, se le hacia completamente tierno la forma de llamar a sus parientes que tenían. Aunque se notaba que con su padre no se tenían mucho afecto. Nunca pregunto. Por si hería a Mycroft, de todas maneras Greg se quedo en la mansión Holmes hasta el día siguiente. Despertó, y el pelirrojo no estaba, había despertado mas temprano, ya sabia donde iba a encontrarlo. Efectivamente, en la cocina comiendo la tarta, se encontraba el Holmes.

- Myc, ¿porque no me despertaste? - le dio un beso en la mejilla, se colorearon un poco ambas mejillas al sentir ese beso el pelirrojo.

- Quería dejarte descansar...

En eso de que Greg se sentó a acompañarlo llego Sherlock, con un té con leche, se sentó al frente de ellos y empezó a tomar, ignorándolos olímpicamente.

- Sherlock deberías comer - dice Mycrotf, eso hizo que sintiera mucha ternura, después de todo, Greg sabia como se preocupaba por su hermano.

- Y tu deberías dejar de comer, Mycroft.

El pelirrojo lo vio claramente ofendido e indignado. Lestrade río un poco, ganándose una mirada fea de su novio, le agarro de la mano. Diciéndole con los ojos que no valía la pena discutir, cosa que sabía Mycroft, pero igual, esa mirada lo reconfortaba.

Pasaron los días. El pelirrojo había dicho que iba a dejar la tarta y seguir con su dieta. Pero Gran-Mummy Holmes tenia mucho tiempo en casa y es tiempo que usaba haciendo las mas que deliciosas tartas estas, de paso consentir a su nieto mas glotón. Obviamente, Myc no podía negarse a comer esas tartas. Habían pasado como dos meses, y esto a Greg le sorprendido, porque el pelirrojo iba mas que bien con la dieta. Hasta que llego su abuela al ataque con el chocolate. Antes de eso había bajado mas o menos cinco o seis kilos, ahora los había aumentado, seguramente. A Greg no le interesaba tanto su físico. No le importa tanto que este gordo, le importaba también un comino los chicos que lo molestaban en la clase a su pelirrojo preferido, porque cuando los veía acercarse de dos patadas los mandaba a la mierda. Lo que le importaba de verdad era su salud, obviamente, los extremos son malos, si sos muy flaco, como Sherlock, es malo, tiene sus riesgos, sus peligros, igual que ser demasiado gordo como Mycroft, su salud iría empeorando cada día mas si no hacia tampoco ningún deporte y, perder a su novio, le aterraba de una manera inimaginable. Que muriera el pelirrojo, esa idea, lo mataba por dentro, lo hacia sentir tan depresivo, y hasta podía considerar suicidarse. Pero luego lo niega, de ninguna manera... No iba a suicidarse porque no iba a pasar, no señor Mycroft Holmes no podía morir y dejarle solo.

Greg toco la puerta de la casa de los Holmes, le abrieron y el fue directo a buscar a Mycroft, tenia que comprobar que estaba bien. Cuando lo voy le dio un gran abrazo.

- Me tenias preocupado...

- ¿Pasa algo, Gregory?

- Pasan muchas cosas Myc..

Greg empezó a contarle los peligros, y las posibilidades de una vida mas corta a Mycroft, todo para que recapacite y vuelva a su dieta. El pelirrojo acepto y dentro de unos días, cuando fueron a visitar a su abuelita, fue Mycroft el que le tubo que explicar, que debía dejar de hacer esas tartas, Gran-Mummy casi llora al pensar que la tarta de chocolate que preparaba era fea, pero Myc le explico bien, que amaba su tarta, pero no podía comerla mas.

Pasando dos años, Mycroft esta muy delgado para lo que sabia ser, tenia poca panza, y hasta había considerado hacer un deporte, luego del primer intento con el rugby se rindió, y provocó una risa sincera pero no de burla por parte de Greg y unos comentarios bastante ofensivas de su hermano menor.

Ahora ya no había riesgos de que Myc muriera.

Ahora solo había un problema, y tal vez era peor de lo que había imaginado, Greg temblaba al pensar que podía perder a Mycroft...

Tenia celos. Ese pequeño problema se llamaba Anthea.