Disclaimer

El magnífico Potterverso pertenece a la fabulosa Jota Ká Rouling.

Este Fic participa del reto "Canciones que inspiran"

Del foro "First Generation: The story before books".

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Café

-Deberías irte. – alcé la vista.

-Púdrete Nott. – a mi espresso le faltaba un sorbo para ser acabado pero, para no perder la costumbre, mi amigo tenía que arruinarlo.

-No puedo creer que sigas esperándola. – Haciendo caso omiso a sus modales el ex - Slytherin ocupó el asiento frente mío sin una invitación. Chico listo. La silla de mi derecha está reservada eternamente solo para ella.

-No puedo creer que eso te sorprenda. – contesté quedamente. - ¿Leíste el diario esta mañana? –Las palabras "Ministro asigna una nueva jefa de departamento de Leyes Mágicas" estaban grabadas a fuego en mi mente desde esta mañana. El castaño asintió levemente.

-Luna me pidió que te diera esto. – tiró un pequeño paquetito al lado de mi taza. Lo tomé con curiosidad, Lovegood siempre había estado interesada en cómo estaba y siempre se lo agradecí. Hice ademán de abrirlo. – Oh, no, no. No puedes abrirlo en este lugar. Espera hasta llegar a tu casa. – enarqué una ceja.

-Tu esposa es rara. – Él simplemente sonrió.

-Especial, ella es especial. – corrigió. Empujó el paquete hacia mí de nuevo para que lo guarde. – Te esperamos el viernes a la hora de siempre, Mina extraña a su padrino. – esta vez sonreí yo. Adoraba a la pequeña hija de ambos, me recordaba un poco a ella. Dulce, cariñosa, divertida.

-Dile que tengo un nuevo libro para ella, pero que no le diré de que se trata. – mi amigo palmeó mi hombro.

-Le diré. Ahora lárgate de aquí, estoy seguro de que quieren cerrar y no lo hacen solo por ti. – me encogí de hombros.

-Les dije su nombre sólo una vez, por si decidía volver. – puse dos galeones en la mesa y lo seguí hasta la puerta de la cafetería.

-De todos modos la esperas todos los días. – en ese momento se percató del libro que llevaba en la mano. - ¿Todavía lo tienes?

-Todavía me pregunto porque te sorprende. – le contesté sonriendo. Acto seguido me desaparecí del Callejón Diagón.

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-Gienah, ya estoy en casa. – anuncié. La gatita color avellana se enredó entre mis piernas antes de intentar trepar por mi pantalón. La alcé divertido mientras acariciaba su pequeña cabeza. – Me parece que alguien tiene hambre. – Pero al revisar su tazón todavía tenía comida. – O quizás no. Quizás solo me extrañaste. – acaricié su cabeza nuevamente.

-Tan cuerdo como siempre, Malfoy. – una voz proveniente de la chimenea me sobresaltó. La cabeza de Potter flotaba tranquilamente en medio de las llamas.

-Quizás se me contagió de estar tanto tiempo contigo en el departamento de aurores. – me acerqué al sofá con la gatita en brazos. El azabache rió.

-Mañana hay una reunión a las 6 pm hurón. – mi cara de felicidad se esfumó. - ¿Ocurre algo? – me debatí entre embarcarme en una discusión con el cara rajada o no.

-Ya lo sabes. – acaricié nuevamente a Gienah. – Todavía sigo esperándola. – mi voz era algo más alta que un susurro, pero al parecer fue suficiente como para que él pudiera escucharla.

-Vaya. – silbó. – No sé porque no me sorprende. – sonrió como si se trataran de buenas noticias. – Voy para allá. ¿Te molesta que lleve a Albus? – lo esperaba, San Potty no cambiaba después de todo.

-Recuerda traer su conejo azul. – él asintió. Hace diez meses tuvo su segundo hijo con la mini pelirroja, siempre había pensado en ese bebé como el inicio de la amistad con Harry. Después de todo el que había acompañado a su esposa en el parto había sido yo.

- Dadaddda. – Mi segundo ahijado apareció junto a su padre.

-Por lo menos se acerca. – tomé al bebé y asentí en dirección a mi jefe. - ¿Quién es el mejor ahijado del mundo? ¡Por supuesto que tú! – el bebé rió complacido como entendiendo lo que le decía.

-Nunca me voy a cansar de ver tu lado humano, Draco. - le sonreí moviendo a mi ahijado de lado a lado.

-Pensé que te habías acostumbrado. – el azabache se sentó en mi sillón agarrando a mi Gienah.

-A veces me sigues sorprendiendo. ¡Albus no le tires de la camisa! – tomé la manito del niño entre las mías para evitar quedar desnudo.

-Déjalo Harry, es solo un bebé. – volví a mecerlo. - ¿Ginny estaba cansada?

-No te imaginas lo estresada que está. – suspiró. – Agradeció que me llevara a Albus, James está algo enfermo. Los dos te mandan saludos.

-Por suerte sólo soy padrino. – sonreí.

-Por el momento amigo, por el momento. – oh, no se avecinaba la charla. – Llegarás a ser padre antes de lo que crees.

-Por favor, Potter. Para eso primero necesitaría una esposa, o una novia por lo menos. Y los dos sabemos muy bien porque es que no tengo ni una ni la otra.

-"Porque solo en esa silla donde se sentó quedó con su aroma y dulzor, sin un corazón fue como te dejó y es por eso que sigues esperándola en ese café." – recitó de memoria.

-Exacto. – miré a Albus nuevamente. – creo que alguien está por dormirse. – el pequeño de cabello cobrizo cerraba sus manitos frente a sus ojos y bostezaba.

-Y alguien intenta evitar una charla. – respondió el azabache agarrando a su hijo. – Lo dormiré para que no tengas excusa. – Dicho esto sacó del bolso un biberón, supuse que con leche tibia, y acostó al pequeño en la cuna que hizo aparecer antes de darle la botella. Albus se durmió poco después.

-Si no te conociera diría que la paternidad te hizo más blando Potter. – mi jefe apareció una botella de Whisky de fuego y dos vasos. Acepté el vaso y él lo llenó. – Pensé que tomaríamos chocolatada. – El rió.

-James es el que toma esas cosas. – dimos un sorbo a nuestros vasos perdiendo nuestras miradas en el crepitar del fuego. – Deberías buscarla. – murmuró.

-Ya te dije que no. – tomé un poco más y noté como el vaso se llenaba nuevamente. – Ella tiene que tomar la decisión, después de todo ella es quien se fue.

-Sabes que lo hizo porque pensó que era lo mejor para ti. – sonreí por lo irónico: sin ella no estaría bien nunca. - ¿Qué esperabas que hiciera? Lucius le dio suficiente inseguridad sobre lo de ustedes. – gruñí recordando a mi padre. ¿Inmiscuirse en mi vida laboral? Vale, lo acepté porque necesitaba ayuda, pero mi vida amorosa solo me correspondía a mí.

-¡Pues esperaba que usara el magnífico cerebro que tiene para darse cuenta de que la amaba como a nada en este maldito mundo! Di la espalda a todo por ella y hubiera dado todavía más. – el intentó hablar, pero se lo impedí. – Si, ya sé que ella tampoco lo tuvo fácil con la comadreja o contigo, ¡Pero vamos! Ustedes la aman y veían lo feliz que estaba, solo era cuestión de tiempo, ¡Al igual que con mi madre! - bufé antes de tomar más whisky. – Y ella escuchó a la única persona que podría acabar con lo nuestro: mi padre. Ambos sabemos que mi padre no tiene corazón y que le importaba una mierda siempre y cuando no manchara el apellido. – Esta vez él bufó. – Este departamento muggle para él es un insulto al apellido. – palpé mi abrigo buscando calmar mis nervios, entonces di con el pequeño paquete de Luna.

-¿Qué es eso? – di vuelta el paquetito entre mis manos mirándolo.

-No lo sé, me lo dio Lunott. – el azabache rió tontamente ante mi apodo. – Theo me dijo que lo abra en casa. – empecé a rasgar el paquete.

-Quizás sea un vociferador. – titubeé ante esa posibilidad, no se me había ocurrido. Terminé por abrirlo y un pequeño sobre rojo se levantó entre nosotros, la mejor cara de "Te lo dije" apareció en su cara.

-¡DRACO LUCIUS MALFOY! ¡NO ME CREO LO MAL AMIGO QUE ERES! ¡DESDE HACE DOS SEMANAS NO TE PASAS POR CASA! ¡MINA ES FELIZ CUANDO LA RETIRAS DEL COLEGIO, PERO CENAR CON NOSOTROS ES CASI UNA TRADICIÓN! ¡¿ME ESCUCHASTE HURÓN?! SI NO APARECES ESTE VIERNES USARÉ TU ESTUPIDO CABELLO ALBINO PARA AHORCARTE. – Miré a Harry un tanto asustado, ambos sabíamos de lo que era capaz nuestra amiga. – Ahora, si viste el periódico de esta mañana sabrás que la nombraron Jefa de Departamento de Leyes Mágicas. ¡Noticias! A pesar de ser su sueño no estaba completamente feliz. ¡Si pudieras ver a los torposoplos festejando! Ya sabes, ellos están felices cuando hay preocupación cerca, es cuando más están a gusto. ¡Pero eso no importa! ¡Draco! ¡Le faltas tú para ser feliz! Yo lo sé. Así que deja la tontería de esperarla en ese café y ¡VE-A-BUS-CAR-LA! ¿Lo entiendes? ¡DEJATE DE TONTERIAS RUBIO TEÑIDO! ¡POR EL AMOR A MORGANA Y MERLÍN VE A BUSCARLA Y HAZLA FELIZ! ¡SEAN FELICES! ¡TENGAN HIJOS PARA QUE HARRY Y YO PODAMOS SER PADRINOS! Te quiero pequeño hurón, ve a ser feliz. – en la última línea su voz se enterneció. Sonreí con nerviosismo.

-A menos que quieras que Luna use tu albino cabello para ahorcarte deberías ir al Ministerio a ver a mi hermanita. – él sonrió con suficiencia. – Y quiero ser el padrino del primero. – mi mandíbula se desencajó.

-¿¡Acaso no me escuchas cuando hablo Potter!? ELLA TIENE QUE VOLVER. – suspiré. – Si ella no entiende que me falta para ser feliz, y yo le falto a ella para ser feliz no llegaremos a ningún lado. – limpié los pedazos del vociferador. – Sabes que intenté con todas mis fuerzas hacerle entender y ella se marchó de todos modos. – Gienah se acurrucó en mi regazo. – Por suerte no se llevó a mi pequeña. – murmuré acariciando la cabecita.

-Solo digo que podrías intentarlo una vez más, piénsalo: Luna y yo podemos ayudarte, incluso Mina, James y Albus. – sonrió. – Después de todos ambos son los padrinos. – se recostó en el sofá seguramente armando un plan en su cabeza. Lo miré asustado.

-No, no y de nuevo no. – moví mis manos frente a su cara. - ¡No pienso meter a los pequeños en todo esto! Es un tema entre Hermione y yo. Nadie más. Y si es necesario que traiga al cabeza de zanahoria y a Longbottom para hacértelo entender lo haré. – tiré el vaso en la mesa. – Se te subió el alcohol a la cabeza, Harry, vamos a dormir.

-Sigues escapando Draco, algún día te darás cuenta de que lo único que falta es una pequeña ayudita. – rió quedamente. – Voy a hablarle a Ginny para que sepa que me quedo aquí.

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-¿Draco? – me di vuelta un tanto confundido, esa voz no me sonaba de nada. Una chica de cabello rubio oscuro y brillantes ojos color miel estaba frente mío.

-Ehm, ¿Hola? – la miré un poco confundido intentando recordar de donde la conocía. Quizás era la esposa de alguno de los ex – Slytherins.

-Vaya, veo que no me recuerdas. – sonrió afablemente. – Mione no quería que habláramos mucho, así que lo entiendo. – fruncí el ceño. ¿Mione? ¡Claro! La prima de Hermione que siempre se entrometía en nuestra relación.

-¿Clarisse? – ella sonrió de oreja a oreja.

-La misma - tendió su mano y la tomé un tanto desconfiado. – La verdad no me sorprendió cuando mi primita nos comentó que se había acabado lo suyo, estoy bastante segura de que ella no podía… - se acercó un poco más. – satisfacerte correctamente. – solté su mano y me alejé asqueado. Ella tenía razón, su prima era de lo más desagradable.

-En realidad, - limpié mi mano en la campera muggle que llevaba. – Lo dejamos porque yo preferí que ella siguiera sus sueños. – ante su cara de incredulidad decidí divertirme un poco. – Como no dormíamos mucho… - levanté los hombros y le guiñé un ojo. – Si me disculpas, tengo que comprar unas cosas para mi Gienah. – me retiré sin darle una segunda mirada, con algo de suerte Herms no le habría nombrado a nuestra pequeña gatita.

¿Es que nunca iba a poder salir sin que alguien me molestara? Caminé por la acera y apuré el paso para llegar a la cafetería cerca del Callejón Diagón, gracias a la reunión de San Potty llegaba media hora tarde a mi local favorito. El tintineo en la puerta anunció mi llegada y uno de los meseros me saludo alegremente.

-¡Señor Malfoy! Le preparo su esspreso en este instante, su mesa está libre, se lo llevo en cinco minutos. – el joven animago se dio media vuelta para seguir con lo suyo. Había pasado tanto tiempo en esta cafetería que la mayoría de los empleados me conocía y yo los conocía a ellos. Me dirigí hacia la mesa del fondo justo al lado de una planta, ¿Un helecho? Sí, creo que ese era su nombre.

He-le-cho.

Sonaba gracioso.

He-le-cho.

Her-mio-ne.

Sonreí tontamente. Que se colara en mis pensamientos a toda hora era algo tan común como respirar y tan confortante como acostarse después de un largo día persiguiendo a los pocos mortífagos que quedaban.

-Su esspreso Señor Malfoy. – el chico dejó una taza y un plato con medialunas.

-Gracias Rommald. – estaba bastante seguro de que si Hermione me viera no lo creería. Las cosas habían cambiado bastante desde que no estaba. Exactamente desde hacía 11 meses, 25 días y, (miré mi reloj), 6 horas con 20 minutos.

-No hay caso. – suspiré. – Vuelvo a ella como el pincel al agua. – miré la taza como si pudiera darme una respuesta.

-¡El pintor que dibujo una tragedia errada! – una voz soñadora me respondió y levanté la mirada. Una sonriente rubia estaba parada frente a mi mesa.

-¡Lunott! – sonreí. La pequeña esposa de mi amigo siempre encontraba la manera de sorprenderme. – ¿Es que se turnan con Theo para venir aquí? – ella negó con la cabeza y removió mis cabellos antes de sentarse a mi izquierda.

-Tenía que asegurarme que mi vociferador fuera tomado en serio. – me guiñó un ojo, los años de casada no hacían más que sumarle carácter a su personalidad. - ¿O acaso le estas pidiendo fuerzas a la cafeína? – enarqué una ceja. - ¡Adivino! ¡Ahora te ocultas la verdad! Dime si o no: esa mesa ya grabó…

-Su nombre y mi nombre. – le completé. – Y el pasado que dejó. – ella asintió divertida.

-Exacto huroncito, el pasado. No el presente ni el futuro. – tomó un poco de mi taza y la dejó en su sitio nuevamente. – El único que puede grabar esas dos cosas eres tú. Y estoy bastante segura de que quieres especialmente que ella este en ambas, y solo lo lograrás si dejas de ser cabezotas, cariño. – acomodó un mechón de mi cabello y pellizcó mi mejilla.

-Luna, no es tan fácil… - esta vez tomé yo un poco de la taza. - ¿Qué tal si ella no me quiere?

-No digas tonterías. Te ama, Draco. – sonrió nuevamente. - ¿O es que el Gran Malfoy tiene miedo de ser rechazado? – sonreí nuevamente.

-¿Asustado? ¡Estoy aterrado! – reí nerviosamente. - ¡La amo demasiado como para perderla nuevamente! No lo soportaría. Por eso la estoy esperando aquí, – acomodé la servilleta encima de la mesa.- es más seguro para mí. – asentí intentando componerme de nuevo. Ella tomó mi mano y le dio un apretón.

-De acuerdo. – me sonrió. – No te presionaré por el momento. Pero solo por el momento. – levantó su fino dedo y lo colocó en mi nariz. – Quiero un ahijado o ahijada tuyo, ¿Me escuchaste? – moví mi cabeza de arriba abajo afirmativamente. – Tengo que irme antes de que Mina y Theo terminen cenando ranas de chocolate. Te veo mañana en la cena. – besó mi frente y desapareció con un simple ¡Plop!

Definitivamente, si eras Draco Lucius Malfoy tus tardes en un café nunca serán normales.

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-Gienah tranquila, cariño. – la gatita rasgaba la puerta con desesperación. – No voy a abrir la puerta, te vas a perder ¡Eres lo único que me queda, por favor! – la alcé intentando calmarla con un libro en mí mano. – ¡Vamos pequeña!

-¡DRACO NECESITO UN TRAJE! – Theo abrió la puerta y Gienah se zafó de mis brazos saliendo por la entrada.

-Maldita sea Nott, ¡Saca uno del armario y que te den! – salí corriendo siguiendo la pequeña mancha avellana, atropellando gente y esquivando niños. Rogaba que nadie alzara a mi mascota, aunque no entendía porque estaba alterada, lo último que quería era perderla. Divisé una bola de pelos marrón entrando a un local y me dirigí como un bólido hacia ese lugar. Un tintineo anunció mi llegada y el saludo de Rommald me indicó que estaba en mi cafetería favorita.

-¡Señor Malfoy! Le preparo su esspreso en este instante, su mesa está libre, se lo llevo en cinco minutos.

-¡Rommald! ¡Dime que la viste! ¡Dime que Gienah está aquí! – examiné todo el local en busca de mi ella. – Por favor, dime que la viste. – él me miró extrañado.

-¿Gienah le pertenece, Señor? – asentí cuidadosamente. – Ha estado viniendo aquí desde hace semanas, ahora mismo tendría que estar tomando algo de leche con Gemma. – suspiré aliviado. No la había perdido. Ella sólo había venido a visitarlos.

-En ese caso, ¿Podrías llevarla a mi mesa cuando acabe su leche? Y no olvides mi espresso, por favor. – él asintió e intentó darme una sonrisa tranquilizadora.

-¡En cinco minutos Señor Malfoy! – y desapareció detrás de la barra. Respiré aliviado y en ese momento me di cuenta de que todavía tenía el libro agarrado fuertemente. Me senté en nuestra mesa para esperar la orden, el ejemplar de "Hogwarts: una historia" estaba marcado en la página 235 por lo que decidí continuar la lectura desde ese punto.

Alguien se aclaró la garganta cuando Dumbledore estaba a punto de asumir el cargo de director. ¡Lo dije! ¡No podía tener una tarde tranquila en este bendito café!

-¿Esta silla está ocupada? – la voz provenía de la derecha, obviamente esa silla estaba reservada. Para ella. Levanté la mirada para ver a la intrusa y decirle que se largara. Una mata de cabello ondulado castaño, crecido hasta la mitad de su espalda, me dio la bienvenida. Abrí mis ojos hasta lo imposible. La miraba como si fuera un fantasma. Tenía las mejillas sonrojadas, seguramente debido al escrutinio a la que la estaba sometiendo, los labios separados de un hermoso color rosáceo. Paré un segundo para observar aquellos orbes color chocolate que me devolvían la mirada y me quede sin respiración. Estaba hermosa.

Más hermosa de lo que alguna vez hubiera podido imaginar.

Gracias Gienah, eras toda la ayuda que necesitaba.

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"Sólo aquella silla en donde te sentaste quedo con tu aroma y dulzor, sin un corazón fue como me dejaste; esperando por ti estoy en aquél café.

Siempre estaré y esperaré, por si decides volver. Y pensaré y les diré tu nombre tan sólo una vez. Mientras un café me pido, aquí tendré tu libro.

La silla estará ahí, pues pertenece a ti."

Café

Cover en español por Seba Dupont

Canción original por Big Bang(Coffee)

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Un abrazo y chocolate a los que lo leyeron, muchas gracias:3

HoennMalfoy :3