Disclaimer: FMA y sus personajes son de -la maravillosa, fantástica, increíble- Hiromu Arakawa. Yo sólo hago esto porque creó un universo demasiado increíble como para no fantasear en él.

Advertencias: Ninguna~

Pareja: Ninguna explícita.

Agradecimiento: Isi-San me beteó esto, y la adoro por ello (L)

Notas: Es el día internacional de la mujer, y todo el mundo estaba hablando de guerreras que valen por mil hombres. Yo simplemente necesitaba puntuar que no se necesita estar en el campo de batalla para ser una mujer fuerte.

Apoyo

Winry Rockbell tenía doce años y las manos llenas de la sangre de su mejor amigo.

Se miró los dedos manchados de escarlata y los sintió ajenos, lejanos. En realidad toda la situación le parecía subrealista, sacada de su peor pesadilla.

Pero iba a sobrevivir.

Eso era lo único en lo que era capaz de centrarse. Edward iba a sobrevivir porque ella iba a encargarse de ello. Iba a hacerlo y todo iría bien, o al menos lo mejor posible dadas las circunstancias. Y no volvería a tener los dedos manchados de su sangre nunca.

Podía oír la respiración de él, pesada y lenta mientras su abuela unía a su cuerpo el metal. Winry sentía las lágrimas picarle al fondo de los ojos cada vez que oía la piel desgarrarse y Pinako le pedía en voz alta que limpiara la sangre.

Todo irá bien, se repetía la niña. Ed se recuperaría y volvería a andar, y a estudiar hasta el amanecer, y a tener un objetivo en la vida además de la autocompadecencia. Él no se iría, como lo habían hecho sus padres.

Las horas pasaron lentas, deslizándose sobre ella y dejando en sus hombros el peso del cansancio. Winry intentaba mirar lo menos posible a la operación que su abuela realizaba, pero aún así continuaba oyéndolo (los tornillos excavando la piel hasta unirse al hueso, soltando un sonido viscoso, la respiración de él, los suspiros de agotamiento de Pinako que soltaba casi bajo su propio aliento, como si se sintiera avergonzada de esa debilidad).

Y entonces, cuando veía en sí misma más sangre de la que ya tenía y se sentía asfixiada, cuando creyó que caería al suelo y se rendiría a las lágrimas, su abuela habló.

—Está listo. Cuando despierte podremos unirle el brazo.

Winry cerró los ojos, aliviada, y dejó escapar un suspiro.

~O~O~

—Deberías estar dormida, Winry.

Fuera tronaba y ella sintió un escalofrío mientras se reajustaba la manta que llevaba sobre los hombros. Un relámpago partió el cielo en dos, brillando sobre la superficie metálica del que ahora era el cuerpo de su mejor amigo.

—No era capaz—murmuró, y caminó hasta sentarse a su lado. No le dijo el por qué, por el simple hecho de que casi le parecía cruel hablar de sus pesadillas con quien ya no podía tenerlas (pero si cerraba los ojos aún veía la mirada vacía de sus padres sobre ella, y sentía las manos llenas de sangre, tanta, tanta sangre en la cual sus propias lágrimas dejaban un rastro, bien podría ahogarse en ella y-)—.Pensé que podía venir a hacerte compañía.

Sabía que Alphonse estaría allí, y no sólo porque le hubiera encontrado en el mismo lugar la otra noche.

Él no se alejaría del lugar donde estaba su hermano hasta que el mismo Edward pudiera dejar esa habitación.

—La abuela vendrá en un rato para ver cómo está Ed... —replicó débilmente el chico.

Ella se limitó a sentarse a su lado, acurrucada en su manta de color azul. Sentía el frío que la armadura de Alphonse transmitía incluso a través de la tela, pero no se alejó. Que él no pudiera sentirla ahí no significaba que no apreciara el gesto.

—No le importará—dijo al fin, y recostó sutilmente su cuerpo junto al del chico—.A ella tampoco le gusta que pases las noches solo.

Hubo un pesado silencio tras sus palabras. Unos segundos después, pudo oír los sonidos metálicos que su amigo producía al moverse antes de sentir un pesado brazo colocarse protectoramente sobre sus hombros. Ella no pudo evitar una débil sonrisa.

—Es raro sentirte más alto que yo—bromeó al fin, intentando aligerar el ambiente. Alphonse no se rió, e interiormente Winry se preguntó si aún podría producir ese sonido.

Sintió un escalofrío que nada tenía que ver con la temperatura del ambiente.

—Mi hermano se va a enfadar cuando vea cuántos centímetros le saco ahora—admitió el chico, y la tensión en los hombros de ella se relajó sutilmente al notar el tono divertido en su voz. Hablaba de él con cariño, el tono cálido.

Ed le había dicho semanas atrás a Winry que creía que Alphonse le odiaría por lo que había ocurrido.

Interiormente, ella había temido exactamente lo mismo.

~O~O~

Winry le sostuvo mientras vomitaba, y de nuevo se tragó sus propias lágrimas.

Edward mantenía las rodillas sobre el suelo y se aferraba a su propio estómago mientras la sangre caía al suelo de su boca, y ella sólamente podía apartar el cabello dorado de su rostro y pasarle la mano libre por la espalda en un gesto que intentaba ser reconfortante y tranquilizador, incluso aunque sus manos temblaran.

—Te dije que no estabas listo—murmuró, y en lugar del tono firme que había intentado imprimirle a su voz esta se rompió.

Estúpida, débil Winry.

Él no contestó inmediatamente. Su cuerpo aún sufrió un par más de arcadas antes de que se atreviera a alzar su brazo de carne y hueso para apartarse los restos de sangre de los labios.

—Tenía que intentarl-

—¡No! No tenías por qué hacerlo. La abuela ya te dijo que era demasiado pronto—Winry le ayudó a incorporarse—Aparta las manos del suelo, no puedes apoyar tanto peso en el brazo... —se pasó el brazo de él por los hombros—.Levanta la pierna del automail, volvemos a la silla.

—¡Pero Winry-!

—He dicho que volvemos a la silla—y esta vez sí, se felicitó a sí misma por el tono enfadado y seguro. Edward entrecerró a los ojos hacia ella con molestia, pero lentamente dobló la rodilla. Ese simple gesto le había costado casi tres meses de recuperación, y Winry pensó que debería sentirse orgulloso simplemente por ello, pero Edward no lo consideraba suficiente.

Para él, nunca era suficiente.

Winry le ayudó a llegar a su silla de ruedas y a tomar asiento allí. El chico estaba pálido y parecía enfermizo, pero su mirada brillaba con decisión. La chica suspiró, usando su propia manga para limpiar los restos de sangre en la barbilla de él.

—No soy un niño, Winry—Ed apartó la mano de ella con algo que rayaba la molestia.

—Pues te portas como uno, friki de la alquimia—farfulló ella, apartándose el flequillo de la cara—Sabes que intentar terminar la recuperación en un año es una locura, Ed.

Él se limitó a apartar la vista, sin responder. La chica suspiró con cierta desesperación y le dirigió una mirada enfadada, malditocabezotaimbécilhijode...

—¿Crees que Al y la abuela me habrán oído?

Los pensamientos de Winry descarrilaron ante su pregunta y la mirada preocupada que dirigía a la puerta. Intentó afinar el oído para captar el sonido del hacha al cortar la madera, pero si seguían trabajando en eso estaban demasiado lejos como para escucharles.

—Limpiaré este estropicio antes de que lleguen.

Edward la siguió con la mirada mientras se iba, pero ella no la captó; demasiado ocupada en observar sus manos.

La manga de su camisa volvía a estar manchada de sangre.

~O~O~

—¿De verdad vas a intentarlo?

—No voy a intentarlo, voy a lograrlo—Edward estiró sus automails con orgullo, y sentada en su cama, Winry suspiró al verle dar un par de puñetazos al aire.

Había temido el momento en el que él se recuperara por completo, porque sabía lo que eso significaba.

Edward y Alphonse se iban a ir pronto.

—El examen de Alquimista Nacional no es precisamente fácil. No vayas demasiado confiado, Ed.

—Demonios, deja de ser tan negativa—se quejó él, parando su improvisado entrenamiento para girarse y mirarla.

—Además, ¿no tienen una altura mínima o algo así?

El rostro de Ed se contrajo en una mueca furiosa.

—¿¡A quién le dices que es tan bajito como una pulga!?

—¡Ni siquiera he dicho eso! ¡Enano! —le sacó la lengua, como una niña pequeña, pero la sonrisa que estaba apunto de formar se disipó incluso antes de haber nacido. Ed pareció captar el cambio en el ambiente, porque relajó los músculos y le dirigió una larga mirada.

Iba a echarle de menos, pensó ella.

Iba a extrañar las noches frente a la chimenea con Alphonse, y las riñas con Edward, y las cenas familiares, y asegurarse cada viernes de que Al no hubiera intentado criar a escondidas dentro de su cuerpo a otro gatito, y escuchar los pasos de Pinako colándose silenciosamente en la habitación de los chicos para comprobar que estuvieran bien y hacer algo de compañía al menor.

Una parte egoísta de sí misma se preguntaba por qué todas las personas a las que quería la acababan dejando atrás.

—¿Winry? —la voz de Ed sonó sorprendentemente suave, casi preocupada—¿Estás bien?

Ella asintió con la cabeza, frotándose los ojos con todo el disimulo que fue capaz de reunir. No era tonta, sabía que él había notado que iba a echarse a llorar.

—Sí. Estoy bien—aseguró, cogiendo una rápida bocanada de aire—.Vendréis a vernos amenudo, ¿verdad?

Edward sonrió, y asintió con la cabeza.

Ella le devolvió el gesto y apretó los puños sobre su falda. Iba a mejorar, iba a convertirse en la mejor mecánica de automails.

Cada paso que Ed diera para recuperar sus cuerpos, se dijo a sí misma, sería porque ella había creado para él miembros capaces de sostener su peso.

Quizá no pudiera luchar, pero sería el elemento sobre el que ambos podrían apoyarse. Siempre lo había sido, de todos modos.