Saludos, lectores. Hay nuevo capítulo.
Primero, gracias por sus reviews.
Guest: claro que sabía ese dato; jugué todos los juegos menos los últimos dos. Y eso es lo que pasaría después. Quise que la historia se acomode a lo que pasa en Titans.
FlautaRara: me alegro que estés enganchada con la historia.
Ahora la tan esperada continuación:
Capítulo 20
¿Regreso a la normalidad?
Luego de dispararle a N. Gin con el arma experimental, los culpables del hecho (Brio y Uka Uka) observaban desde una mirilla su reacción ni bien encontró una foto sobre el escritorio. Esos dos se alegraron al ver como la victima rompía esa foto en miles de pedazos y con furia. Por alguna extraña razón, justo el ciborg tenía una imagen de Coco Bandicoot que guardaba en su billetera hacía tiempo y que ahora sirvió para poder odiarla. Recién ahí los observadores lo dejaron libre, con ánimos de poder usar el arma de rayo contra Cortex y Crash cuanto antes. Desde luego, no debían conseguir su objetivo sin un buen plan, en caso de que esos dos se resistan. Por eso, ahí mismo, se preparó una trampa, incluido para el médico, por si este se arrepentía de pedir ayuda para la separación. Para el plan debían estar presentes todos los integrantes del N Team y, en el momento de contactar al maestro del tiempo, él respondió que allí estaría y con su propia idea para terminar con el problema. No se supo bien qué diablos planeaba hacer Tropy, si ya el plan del rayo anti-amor sonaba perfecto. Pronto todos lo descubrirían y mientras más ayuda, mejor.
—Llegó el momento —anunció la máscara mágica, oyéndose más aterrador que nunca con una breve carcajada al final—. Nina de seguro que tendrá muy buenas ideas para terminar con esto.
A pesar de haber un tele-transportador en la casa del químico, el brujo parecía estar de un buen humor que usó sus poderes e hizo aparecer a los científicos en el acorazado en un instante. Ese viaje sin previo aviso resultó un tanto desagradable para esos humanos, que no quisieron volver a hacerlo. Luego de que se les pasara la sensación de mareo, los tres fueron en busca de la chica gótica, tratando por supuesto de no encontrarse con los causadores del problema. Por poco casi son descubiertos, sin embargo, al final consiguieron dar con lo que buscaban. La estudiante tuvo una reunión en su cuarto y ella empezó quejándose de que era un asco ver a la feliz pareja. Muy pronto dejaría de sufrir, le aseguraba el huesudo, y luego le compartió el plan de batalla. Ella no estaba muy de acuerdo con el rol que le tocaba, mas era un pequeño sacrificio con tal de lograr que todo volviera a la normalidad. Después de acordar, ellos excepto el almirante salieron para tener vigilados a esos dos, por más horrible que sonaba esa parte. Sería por poco tiempo, decían ellos para consolarse, hasta que el faltante entre ellos consiguiera construir otra arma ya lista.
—Tenías razón, N-N-N-Nina —comenzó diciendo el de los tornillos a lo Frankenstein al observar desde la torre de vigilancia a Crash y a Cortex—. Es traumatizante tener que convivir viendo eso.
—Me encantaría olvidar que esto sucedió —agregó la joven desanimada, viendo también por la ventanilla con una triste expresión, aunque luego miró hacia otro lado para no seguir sufriendo.
Los tres apartaron la vista para no tener que ver el espectáculo degradante, en el que esos dos contemplaban el océano, a punto de recrear esa escena famosa de la película Titanic. Todo esto ya estaba hartando al oscuro ser y también el hecho de que cierto integrante del grupo no venía de una vez. ¿Qué tanto estaba haciendo el loco de los relojes? Mientras maldecía al ausente, un sonido estridente le llamó la atención y provenía del teléfono de la adolescente. Tan sólo era un mensaje, explicó ella tratando de calmar al que no tenía cuerpo, que era el cabeza-cohete quien avisaba que la nueva arma ya estaba lista. Eso significaba que ya podían pasar a lo importante y todavía el de la armadura no se presentaba. Por eso lo llamaron por teléfono, no obstante, ese tipo misterioso no fue capaz de atender, haciendo que la máscara vudú se enfureciera. No hacia tanta falta que viniera, le indicó el pelado con temor a que aquel se molestara aún más, y al final Uka Uka pareció entender y dejar el tema, no sin antes preparar un buen castigo por incumplir.
Ni bien ellos se acordaron que tenían como deber vigilar, los tres notaron que no aparecían por ninguna parte. Quien debería ir a buscarlos era la menor y, luego que le indicaran que ya podía empezar con su tarea, ella se fue refunfuñando. Mientras que la de manos de acero se alejaba de ellos para comenzar con su parte del plan, N. Gin salió de su taller para ir a encontrarse con Brio y darle el arma. Sin embargo, él tuvo que desviarse de su camino porque oyó que el chico anaranjado se acercaba. Fue bueno que su barco pareciera un laberinto, aunque enseguida él se molestó porque aquel marsupial y su barbudo acompañante se paseaban tranquilos sin saber a dónde rayos se iban. Sólo esperaba a que no recrearan también de esa película la escena en las cercanías de la zona de máquinas. Era mejor acabar con esto cuanto antes y por eso se dio prisa en el momento que reanudó su camino. Mientras él iba recorriendo por los pasillos, envió otro mensaje a la chica informando la posición de los blancos, y al rato, pudo reencontrarse con esas personas que buscaba. Rápidamente cada uno se ubicó en el lugar planeado, listos para actuar.
—Ah, tío —llamó en voz alta la estudiante ni bien percibió a su pariente—. Te estaba buscando.
—Qué bueno que estás acá, sobrina... Estábamos buscando el invernadero, pero nos perdimos.
Manteniendo cierto buen humor, Nina les indicó donde estaba y se dispuso a acompañarlos por un tramo, ya que cada vez se alejaba de ellos con sigilo. Ya era muy tarde cuando Crash y Cortex se dieron cuenta que ella cerró una pesada puerta separándolos y, al fijarse hacia adelante, otra puerta también se cerraba, dejándolos encerrados. Por supuesto que el de poco pelo comenzó a vociferar exigiendo una explicación; no hubo respuesta salvo que de repente se les apareció Uka Uka frente a ellos. El terror los invadió a ambos, pese a que ese brujo no decía ni hacia nada, no obstante, fueron sorprendidos cuando él gritó "ahora" y desapareció. Eso fue lo último que ellos recordaban ya que cayeron inconscientes al duro suelo. Mientras que la máscara los distraía, el químico y el ciborg pudieron dispararles desde el ojo de buey de cada puerta. El que actuó como distracción volvió a la escena del crimen para corroborar que todo salió bien y a partir de ahora era cuestión de esperar a que esos se despertaran. Lo primero que ellos verían, lo odiarían, así que aun debían permanecer encerrados. Esperar era algo que a muchos no les gustaba hacer.
—¡Miserable marsupial! —se oyó de pronto, alarmando a los que casi se duermen por esperar, mas tan rápido como pudieron, se pelearon por observar a través de las ventanillas circulares.
—¡Cortex! —exclamó el bandicut viéndose enfadado y se colocó en posición listo para pelear.
—¡Funcionó! —gritó la muchacha alegre y abrió la pesada compuerta en busca de su pariente.
Los ahora enemigos no entendían nada de lo que estaba pasando, con aquellos que se notaban felices por algo. No sólo eso sentía el anaranjado, sino también (y más importante) que estaban ahí presentes muchos villanos, con lo que se encontraba en desventaja. Todo se volvió mucho peor cuando empezó a tener unos recuerdos imposibles con ese sujeto de la N en la frente y también porque más enemigos lo estaban rodeando. Nefarious Tropy por fin se hizo presente y, mientras que el mutante planeaba una ruta de escape, el de los huesos estaba enojado con el maestro del tiempo. Todos actuaban de una manera extraña: nadie intentaba atacar al peludo, incluso parecía que lo estaban ignorando, porque aquellos humanos estaban conversando entre ellos como si él no estuviera ahí. Después de asegurarse de que Neo estaba bien tras recibir el rayo, todos se pusieron a escuchar al de los relojes, quien explicaba que lo que preparó estaba esperándolos en la isla N. Sanity. Aseguró que con su idea el problema se terminará de raíz y, aunque la mayoría estaba intrigada, el médico no quería saber nada con esa isla aterradora. La máscara flotante fue quien obligó a todos a ir sin protestar, pero el hombre amarillento se negó.
—¡Alguien que lo paralice! —ordenó a gritos el espíritu maligno y fue Nitrus el que actuó rápido.
El casi calvo cayó de nuevo al suelo con una extraña posición, tal como sucedió con Coco cuando ella trataba de cazar mariposas. Cuando quisieron hacer lo mismo con Crash, todos se enteraron tarde que aquel ya no estaba, así que ahí inició la cacería. Fue el de la armadura el designado a arrastrar al cabezón paralizado, mientras que los otros fueron en busca del marsupial fugitivo. Las cosas se complicaron más todavía cuando el dueño del buque dio el aviso de captura, con lo que un batallón de rinocerontes y una morsa armada con su mejor cuchillo dejaron de lado sus cosas para obedecer. El Bandicoot corría con desesperación buscando la salida, ya que era inútil pelear con cada uno de sus enemigos que aparecían de a montones. Por más que se escondía, él era descubierto tan rápido que no llegaba a recuperar el aliento, aun así, por fin logró llegar a la cubierta. Sólo había agua por todas partes, excepto un lugar en donde se podía avistar una isla lejana. Él no sabía si arrojarse por la borda o no, y los recuerdos de cuando se cayó al mar desde la torre de Cortex lo golpearon haciéndolo dudar. Por otro lado, él prefería no dejarse atrapar.
—¿A dónde crees que vas? —le preguntó un rinoceronte marinero en el momento que alcanzó la pierna del que estaba a punto de saltar y lo sostenía en el aire—. ¡Almirante, logré atraparlo!
De inmediato, toda la tripulación los rodeó y fue ahí en donde los científicos llegaron para que uno de ellos le apuntara y disparara con el arma. Todo se volvió oscuro para el chico de los ojos verdes, quien temió que su vida se acabó. ¿Cómo no pensar en eso, si por años esos tipos sólo tenían ese objetivo? Ahora ya no podía volver a ver su familia y se culpó por abandonarlos por ir en busca de un ideal, en busca de que cambiaran las cosas para mejor. Mas todo fue para peor y esta vez se veía que todo terminaría mal, mucho más para sus aliados. Una voz interrumpió sus pensamientos, que al principio no llegaba a identificar, y más tarde creyó que se trataba de su hermana. Él hizo un esfuerzo por despertar y lo logró, encontrándose con el rostro preocupado de la chica en cuestión. Ella le abrazaba y, al notar otras cosas, como que estaba sentado en la arena, pudo comprobar que aún seguía vivo. Su hermanastro se unió a ellos así como el tigrecito que empezó a ronronear; era una tierna reunión familiar, hasta que el que no podía hablar vio a lo lejos algo que arruinaba esa escena: la gran mayoría de sus enemigos reunidos en un grupo.
—Tranquilo, hermano mayor —dijo la rubia al descubrir qué lo hacía enfadar—. Esos no vienen a pelear. Ya nos dijeron todo y quieren que entremos en su plan para olvidarnos del problema.
—Así es, hermanito —continuó Crunch, revolviéndole el cabello como una forma de decirle que tenga un poco de confianza—. Será como sacarnos una foto y luego no pensaremos más en eso.
El de guantes sin dedos aún seguía confundido, llevándolo a pensar qué rayos le hicieron a sus hermanos que trataban de convencerlo de algo que no comprendía. Pero no había más tiempo para charlar porque había movimiento entre los villanos y, de entre el grupo, salió Tropy y ese que hacía mucho no veía. Verlo le traía malos recuerdos, como cuando este consiguió hipnotizar a su propia familia y luego fue capaz de enviarlos como matones. Él y ese creador de máquinas del tiempo fueron bastante crueles en ponerlos en contra, a diferencia de Neo que para eso él mandaba a sus secuaces. El hipnotizador, es decir, N. Trance les preguntó si ya estaba todo listo, con lo que la de la flor en el cabello respondió que sí, y luego aquel les indicó que se reunieran con los demás. El adicto a las wumpas caminaba con desconfianza y fue más cuando esa gente le miraba con odio, excepto el llorón de la Academia, el cual ni quería dirigirle la mirada. En ese lugar, en la playa, bajo un lindo atardecer estaba todo el N Team y también Uka Uka, que entre ellos había alguien que no estaba de acuerdo con la medida desesperada y empezó a protestar.
—¿No creen que esto es demasiado? —preguntó el de piel amarilla, molestando a sus colegas—. La gente convive con sus malos recuerdos todo el tiempo. ¿Es necesario tener que borrarlos?
—Ya te lo dije, tío —contestó harta Nina, a poco de perder la paciencia—. Es por tu bien y el de los demás, para que nadie este traumado y para que dejes de ser el blanco de todas las burlas.
No podía creerlo pero Crash estaba de acuerdo con aquel hombre que seguía poniendo excusas, y se espantó al ver cómo la chica de pelo corto amenazaba a su familiar con romperle los huesos con sus manos de acero si no se quedaba quieto. El marsupial iba a intentar también escapar, no obstante, la mirada de Crunch le decía que más vale que se portara bien o las cosas se iban a poner feas. Por más que mostraba unos ojos de cachorro, como para que le tuvieran lastima de aquel cruel destino, nadie le hacía caso al no hablante y sus hermanos le pedían suplicando que se dejara alcanzar por los rayos. Lo cierto era que a él no le daba miedo perder la memoria, sino que la culpa la tenía ese aparato, que le recordaba aquel día en que fue sometido con pésimos resultados al Cortex Vortex. Las máquinas le causaban cierto temor, excepto las construidas por su hermana, y otro quien seguía atemorizado era Neo, quien prefería ser el que dispara y no ser alcanzado por los rayos. Para hipnotizar a tantos individuos a la vez, el extraño alienígeno tuvo que necesitar una máquina especial, con forma de una antigua cámara de fotos apoyada sobre un trípode. Ya todos observaban la máquina y, con un temporizador, Trance estuvo también ahí.
Por cada una de sus mentes, unas frases se repetían una y otra vez ingresando como recuerdos:
El fin de la segunda terapia terminó con otra caída al suelo en el vulgar ejercicio de confianza.
Ciertos comportamientos del bicho anaranjado sólo tenían la intención de molestar al médico.
De ninguna forma hay ni habrá ciertas "familiaridades" entre el equipo Bandicoot y el N Team.
Como supuestamente todo terminó mal en la terapia, no hubo una huida por parte del mutante peinado con cresta para poder confesar sus sentimientos. Ya que lo único que se obtuvo de las sesiones fue darse cuenta de que era una pérdida de tiempo la pelea entre ambos bandos, esos científicos decidieron volar el Iceberg Lab para alejarse bien de la isla N. Sanity. Para asegurarse de que el tercer ítem fuera respetado, algunos fueron afectados por el arma de rayo en el modo anti-amor, para que no volviera a suceder eso de aliarse. Entonces, lo que ellos recordaban fue que las cosas seguían como antes, metidos en una guerra que nunca acababa, aunque por ahora había una paz que no se sabía cuánto duraría. Luego de que todos volvieran en sí, ellos notaron que estaban en la playa y desconocían cómo demonios habían llegado hasta ahí. El otro misterio fue por qué carajos estaban ahí los enemigos, así que en un instante todos ellos se pusieron a la defensiva, pero ninguno iniciaba una contienda. Sólo querían saber qué pasó, ya que todo esto no tenía relación con lo último que recordaban, con lo que surgió una gran discusión sin sentido.
—¡Dejen de gritar! —exclamó Uka Uka perdiendo la paciencia, logrando un silencio al instante.
—Hermano, será mejor que tú y tus seguidores abandonen la isla —le pidió Aku Aku con calma.
El grupo de villanos se marchó en calma, aunque con un montón de preguntas en sus cabezas y sospechando que todo era culpa de Crash. Después de dejar la isla atrás, cada uno regresó a su hogar, excepto los Cortex, quienes aún tenían un largo camino para llegar a su nueva guarida y, mientras tanto, estaban en el acorazado. Los tres hermanos marsupiales simplemente se fueron a su cabaña, aun no entendiendo por qué tenían desagradables visitas, sin embargo, la máscara mágica les pidió que confiaran en él y dejaran ese asunto de lado. Así lo hicieron y todo volvió a la normalidad, y cuando tuvo la ocasión, el hechicero se transportó a un lugar que sólo lo usaba para reunirse con su hermano. Aquel llegó poco después a ese sitio extraño que no era la Tierra.
—Me parece que funcionó —empezó diciendo el bienhechor—. Consiguieron olvidar ese asunto aterrador, aunque hay cosas que ellos no recuerdan bien… ¿Sucedió lo mismo entre tus aliados?
—Así es —respondió desalentado—. Lástima que no se le puede hipnotizar a un ser espiritual.
Y aquí se termina este fanfic...
Me encantó hacerlo, fue divertido y me gustaron sus comentarios.
Gracias a ustedes, lectores, por seguir esta loca historia.
Nos vemos pronto con otro fanfic de Crash... Tengo muchas ideas pero poco tiempo para escribir.
