Advertencia: Todos los personajes que he usado no son míos.

NUEVOS GUERREROS.

Una figura solitaria apareció en la entrada del parque, la joven estaba andando con la cabeza baja, sus ojos azules no veían nada, ni siquiera el camino por el cual estaba andando. Instintivamente, sus piernas la llevaron en dirección de su casa, apartándola cada vez más del sitio donde acaba de perder todos aquellos que eran su razón de vivir. Sus amigas, su príncipe, su gato, todo. Serena era incapaz de llorar, estaba en un estado de shoc después de haber visto como cada una de sus amigas caían muertas ante sus ojos. Las poderosas guerreros del amor y de la justicia acababan de luchar en su última batalla y solo ella, guerrero Luna, la Princesa que habían jurado proteger, era capaz de volver a casa, vacía, ya nada quedaba en sus ojos ni en su corazón, todo había desaparecido con las muertes de ellas, y, sobretodo con la muerte del único ser que jamás sería capaz de amar, su amado Darién, el príncipe de la Tierra. Ya nunca más sería capaz de amar a nadie porque su corazón se había ido con ellos. Incapaz de hacer nada, Serena entró en casa, su madre salió a recibirla con una sonrisa, pero ella ni se dio cuenta, lo único que deseaba era llegar a su habitación y estar sola, como creía que ida a estarlo el resto de su vida.

"Serena, ¿qué ha ocurrido?" Su madre miró preocupada como la chica subía por las escaleras. Su habitual alegría, que era capaz de llenar una habitación de luz, había desaparecido. Irene, preocupada al no recibir respuesta de su hija, la siguió hasta su habitación. Allí, Serena se había sentado en la cama y sus ojos vacíos estaban mirando al exterior.

Su madre le puso una mano sobre el hombro pero la chica no hizo nada.

"Serena." Nada. "Serena, ¿me oyes? Contéstame." Su hija continuó sin hacer nada. Irene, ahora asustada, empezó a gritar. "KEN VEN A LA HABITACIÓN DE SERENA!" Sorprendido e inquieto Ken entró corriendo en la habitación.

Los padres de Serena miraron a su hija e intentaron que esta reaccionara de algún modo. Hasta Sammy, alertado por los gritos de su madre, intentó que su hermana hiciera algo. Serena no pudo contestarles, apenas oía las palabras de los demás, en su mente no paraban de repetirse las horribles imágenes que había visto esta tarde. Por fin, Ken decidió llamar una ambulancia que no tardó menos de cinco minutos en llegar.

A toda prisa metieron a la frágil chica en la ambulancia y la llevan al hospital Juuban, donde la Dra.Mizuno, madre de Ami, ya les estaba esperando con tal de ver que es lo que le pasaba a Serena. Al cabo de una hora, la doctora llamó a los demás, estos se reunieron entorno de la cama de Serena y ella empezó a hablar.

"Serena se encuentra en estos momentos en un estado de shoc." Los padres y Sammy miraron alarmados a la doctora, y esta continuó. "Por desgracia no sé que es lo que ha provocado una reacción tan violenta en su hija. Por ahora la he sedado y estará durmiendo hasta que... "

Antes de que pudiera continuar, entró una enfermera en la habitación.

"Dra. Mizuno, rápido, encienda el televisor."

Sin preguntar nada, la doctora hizo lo que le había dicho la mujer. Ante los ojos de las personas que se encontraban en la habitación empiezaron a mostrarse imágenes de cadáveres. Los ocupantes de la habitación no tardaron en reconocer a los muertos, eran las amigas de Serena. La Dra. Mizuno se desplomó en una silla cuando vio la imagen de su hija Ami. El reportero continuó hablando en voz monótona.

"... al llegar la policía al lugar de los hechos, ha encontrado a siete chicas, un chico y dos gatos que parecían haberse visto envueltos en el ataque, al examinarlos de cerca se ha visto que todos estaban muertos y que sus cuerpos presentaban terribles quemadas y heridas múltiples..."

Mientras el locutor continuaba relatando los hechos, toda la habitación se había sumido en silencio. Solo de vez en cuando se oían los sollozos incontrolados de la Dra. Mizuno. Por fin fue Irene la primera capaz de moverse, con pasos lentos se dirigió hacia la otra mujer y empezó a consolarla, aunque sabía que no había nada que podía hacer para borrar el dolor de su compañera. Involuntariamente, dio gracias a dios por el hecho de que su hija continuara con vida, aunque en estos momentos no parecía que la chica estuviera demasiado bien. Mientras Irene se llevaba a la doctora de la habitación, no pudo evitar preguntarse si su hija sabía lo que había pasado. Parecía lógico que fuera así, teniendo en cuenta el estado en que se encontraba. Ken se quedó con su hijo pequeño y la durmiente Serena en la habitación, ambos estaban sumidos en reflexiones y no dijeron nada. Pronto Irene se les unió y los tres miraron como Serena empezaba a moverse inquieta en la cama. Con un grito, la chica finalmente abrió los ojos y se sentó en la cama, temblando de arriba a bajo. Rápidamente, Irene abrazó a su hija, que estaba mirando asustada la habitación en la que estaba. De pronto, las imágenes que la habían estado persiguiendo en sus sueños volvieron a su mente y su mirada se volvió vacía. Su madre lo advirtió en seguida y empezó a sacudirla violentamente.

"No te atrevas Serena, no vuelvas a cerrarte, sé que puedes oírme y quiero que te quedes aquí con nosotros, no puedo permitir que te vayas, Serena, haz lo que te dé la gana pero no nos cierres tu mente."

Serena oyó la angustiada voz de su madre, pero no se sintió con fuerza para luchar.

'¿Por qué no puedo sumirme en mi dolor? ¿Por qué no me deja en paz?' De repente ante sus ojos, ahora cerrados, apareció la imagen de una mujer de exquisita belleza, su cabello era plateado y sus ojos azules miraban a Serena con preocupación. Su dulce voz resonó en la mente de la chica y respondió la pregunta que acaba de formular.

'Porque te quiere y se preocupa por ti. Serena, eres mi hija, no debes abandonar, la Tierra depende de ti.'

Con estas palabras la imagen de la reina Serenity, anterior madre de Serena desapareció y Serena se vio sola en la oscuridad, mientras la voz de su madre recuperó la fuerza. Antes de volver a abrir los ojos, Serena pensó:

'No te decepcionaré madre, soy la Princesa de la Luna y no voy a abandonar.'

Irene vio como los ojos de Serena volvían a abrirse y se posaban sobre ella, en un momento pudo ver todo el dolor que sentía su hija y todas las cosas que había visto y había sentido en estos últimos años.

"Está bien mamá, no volveré a hacerlo."

Todos los ocupantes de la habitación suspiraron aliviados mientras Serena volvía a tumbarse en la cama y miraba como sus padres se iban, dejando a Sammy solo con ella. El chico se acercó vacilante a su hermana y se sentó en la silla que antes había ocupado su madre. Ambos se quedaron en silencio durante un rato. Sammy fue el primero en hablar.

"Serena."

"¿Mm?"

"Quiero que sepas que si alguna vez necesitas ayuda, o alguien con el que hablar me tienes a mí."

Serena miró a su hermano a los ojos y asintió. "Gracias, Sammy, ahora no puedo hablar de lo que vi, pero puede que más adelante te necesite."

Sammy sonrió. "Sería bueno que intentaras dormir." Serena parecía estar asustada ante la perspectiva, pero su hermano puso una mano sobre su hombro y murmuró: "No te preocupes, estaré aquí todo el tiempo, nadie te hará daño."

Serena se relajó y mientras cerraba los ojos se preguntó desde cuando su hermano se había vuelto tan maduro.

Ninguno de los dos advirtió la figura que estaba en uno de los lados oscuros de la habitación, la guerrero que estaba plantada allí, con su larga vara, miraba con preocupación a los dos chicos. De un movimiento desapareció en las sombras de un portal que había creado.

Sammy notó alguna cosa, pero al girarse no vio a nadie en la habitación y pensó que habían sido imaginaciones suyas.