Ranma ½ es una obra cuyos derechos pertenece a Rumiko Takahashi. Este fanfiction está realizado sin ningún ánimo de lucro.

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La oscuridad del callejón

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Desperté en un lugar de oscuridad, por un segundo mis ojos creían estar cerrados pero por más que se abrían lo único que captaban era la negrura como del mismísimo carbón. Al instante mis otros cuatro sentidos se agudizaron, mis fosas nasales empezaron a sentir el olor de la humedad, mis oídos captaban el sonido de gota tras gota cayendo al suelo, mi espalda sintió la fría y húmeda pared tras de mí, mis manos se movieron a mi alrededor tratando de encontrar algún objeto para guiarme, trate de reincorporarme, el rasposo suelo quemaba mis rodillas, pero no pude, caí de nuevo, lleve mis manos a mis tobillos una rasposa cuerda apretaba mis extremidades. Empecé a sentir un líquido salado en la comisura de mis labios, eran mis lágrimas que no dejaban de caer.

La desesperación comenzó a invadirme, mi corazón comenzó a latir, mi respiración sonaba agitada y ahogados gemidos de llanto salían desde mi pecho, segui buscando alguna luz y trate de recordar como llegue a este horrible lugar.

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Vivo en Nerima uno de los 23 barrios de Tokio Japón, junto a mi padre y dos hermanas dirigimos un Dojo, mi madre murió cuando era aún muy pequeña, no recuerdo mucho de ella, solo sé que tenía la más hermosa sonrisa del mundo, tan amable y gentil siempre, incluso cuando hacia mis travesuras. No sé si fue la falta de mi madre pero nunca he sido la chica más femenina que digamos.

El Dojo Tendo es nuestro hogar, ha pasado de generación tras generación a los hombres de la familia. Lamentablemente hubo un problema, mi padre no tuvo hijos. Aun así nos ha inculcado el amor a las Artes Marciales, desde pequeñas nos enseñó movimientos básicos, pero a pesar de eso, mis hermanas no heredaron ese gusto y al cabo de un tiempo dejaron de practicarlas. Yo siempre fui muy diferentes a ellas y seguí practicándolas, alguien tenía que seguir con la herencia familiar. Fue así que se formó la Escuela de Artes Marciales Estilo Libre, mi padre y yo impartíamos clases a gente de todas las edades, no era por presumir pero nuestro Dojo era el mejor, teníamos muchos alumnos, pero eso cambio.

Hace algún tiempo mi padre tuvo un accidente y se lastimo severamente la espalda y se fracturo el brazo, después la situación empeoro, el doctor nos informó que nuestro padre tenía osteoporosis, ahora necesitaba un tratamiento para su recuperación y control de su enfermedad.

Nuestra situación económica era buena, vivíamos felizmente con lo básico, nunca nos hizo falta el dinero. Pero… el tratamiento de mi padre resulto ser muy caro, eso hizo que nuestro presupuesto disminuyera.

Ahora yo sola impartía las clases del Dojo, tenía más trabajo y más clases que dar e incluso tenía que dar clase los domingos y aun así no los ingresos no eran suficientes, además de mis tareas de mi Instituto, cada día me sentía cada vez más y más cansada, no dormía y comía muy poco, mi cara parecía la de un fantasma, tan pálida y ojerosa. Según mi hermana mayor para una chica de apenas 17 años no era nada sano.

-Akane…- me llamo mi padre desde su lugar de descanso, frente al pasillo que da la vista al estanque. Me detuve abruptamente ya que casi iba corriendo por el pasillo.

-Si padre- me acerque a él y me arrodille a su lado. El volteo a mirarme, no lo había notado pero sus ojos parecían estar más tristes que nunca.

-Tengo que hablarte de algo- tomo mi mano con delicadeza.

-Papá… ahora estoy algo ocupada, lo siento- y salí huyendo de allí, mis ojos se cristalizaron. Sabía lo que me diría, hace algunos días lo escuche hablar con mi hermana mayor.

-Comprometeré a Akane… así las cosas van a mejorar, y el Dojo tendrá quien lo dirija- Su palabras resonaron en mi mente.

-"Es que acaso no confía en mí…"- daba fuertes zancadas camino al instituto, una lagrima cayo resbalándose hasta mi mandíbula, estaba enojada… estaba confundida.

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A la mañana siguiente estábamos los cuatro sentados a la mesa desayunando, estaba a punto de levantarme cuando mi padre hablo.

-Creo que es el mejor momento para informarle algo… importante- yo lo mire con temor en mis ojos.

-Hoy iré a ver a un viejo amigo- hizo una pausa de segundos que a mí me pareció una eternidad. –Y quiero que estén informadas de lo que iré a decirle…-

Mi corazón comenzó a latir desembocado, gire a ver a mis hermanas y parecían tan tranquilas, ellas lo sabían, ¡y estaban de acuerdo!

-Akane… iré a dar tu mano- mi peor temor llego al escucharlo decirlo, me levante y azote mis manos contra la mesa.

-¡No! ¡Yo no estoy de acuerdo!- le grite, jamás lo había hecho pero estaba furiosa.

-Akane cálmate- mi hermana Kasumi se paró a mi lado y toco mi hombro.

-Lo necesitamos- dijo con una tranquilidad que no entendí. Es que acaso no sabe el sufrimiento que causa en mí.

-No soy un objeto- dije entre diente apretando mis puños.

-Hija es necesario, ya no quiero que sufran por mi… él nos ayudara y tú no tendrás que trabajar tanto-

-¿¡Y crees que casarme con un completo desconocido no me hará sufrir!?- seguí gritando y mis ojos se rindieron dejando soltar gruesas lágrimas. Y de nuevo salí huyendo de allí.

-Papá… Akane tiene razón- escuche a mi hermana Nabiki antes de salir por la puerta principal.

Esa misma noche en la cena nadie dijo nada de lo que paso esta mañana, y tampoco quería preguntar. Una cena jamás había sido tan silenciosa. Todo se estaba saliendo de control.

Después de cenar subí a mi habitación, me senté en mi escritorio y comencé a estudiar para el examen de mañana, estábamos en época de finales, pronto saldría del instituto.

Escuche la puerta abrirse y gire en mi silla, eran mis hermanas. Kasumi la mayor, tenía 20 años ella era quien mantenía la casa en pie, desde que murió mi madre se encargó de nosotros, es como una segunda mamá, y es que se comportaba como tal, heredo todas las características de mi madre, su dulzura, gentileza, amabilidad, sonrisa y talento en la cocina, tiene mucha paciencia con todos en especial conmigo. Y esta Nabiki tiene 18 años hace poco entro a la universidad, siempre fue muy buena en los negocios y con el dinero, ella se ha encargado de cuidar los intereses del hogar. Trabaja medio tiempo para pagar la universidad además de dar para los gastos de casa.

-¿Podemos hablar?- pregunto Kasumi con su gentil voz, yo solo asentí y ambas se sentaron a la orilla de mi cama.

-Supongo que ya sabes sobre que- esta vez fue Nabiki quien hablo.

-¿Papá…el- no podía articular palabra, en mi voz se notaba el temor – Fue hablar con…?- no termine de decirlo cuando las vi asentir. Y entones sentí un dolor en mi pecho.

-El sigue pensando que será lo mejor…-

-Pero ambas sabemos que eso no es verdad- interrumpió Nabiki.

-Y por qué no dijeron nada- subí el tono de mi voz.

-Calma estamos de tu lado Akane, pero tu actitud no ayuda-

Tal vez tenía razón pero como se supone que tengo que estar.

-Cuando hable con él dijo que era la solución, hace tiempo hablo con su amigo de una unión, pero papá lo rechazo…- empezó a explicarme Kasumi.

-Sin embargo el temor de papá ante esta situación lo orillo a esta decisión… cree que así los problemas del dinero se resolverá, se cree el culpable por su enfermedad-

-Pero no lo es… - dije –Podemos superar esta situación, solo necesitamos…-

-Akane su amigo acepto- sentencio Nabiki.

-¡¿Qué?! ¡No!- grite y me levante bruscamente de la silla. Ambas me miraron con tristeza. -¡Yo no lo acepto!-

-Creo que no tienes opción- volvió a caer en la silla, no sabía que sentir. Nabiki y Kasumi tomaron mis manos dándome su apoyo.

Ya en la oscuridad de mi habitación todo en mi cabeza se desmorono, no pensaba en nada solo miraba el techo recostada en mi cama, ni el examen de mañana me importo. En ese momento sentí que los problemas de matemáticas eran lo más simple del mundo comparado con lo que estaba pasando.

Esa misma mañana el tema no se volvió a mencionar, pero aun así se sentía la tensión entre todos los integrantes de la familia. Todo volvió a la pesada rutina de trabajo y trabajo.

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Un día antes de este horrible día, papá empeoro, no sabíamos que le pasaba, lo llevamos a urgencias, tenía un fuerte dolor en su espalda, creímos que por la falta del tratamiento por lo que sus huesos se estaban debilitando.

-¿Qué paso?- pregunto el Doctor refiriéndose a por que no había mejora en mi padre.

-Doctor Tofu ¿estará bien?- pregunte.

-Tuvo una fractura en su columna vertebral-

-¿Qué? ¿Cómo?- dijimos las tres al unísono.

-Es lo que yo me pregunto- dijo preocupado.

-Él ha no ha hecho nada que pudiera lastimarlo, ya no da clases en el Dojo ni…- Kasumi se detuvo y nos miró.

-Hace unos par de días el salió de casa- menciono Nabiki.

-Podemos entrar a verlo- le dije casi suplicando, el acepto dudoso.

Pasamos a un pequeño cuarto, mi padre esta recostado en una de esas camillas, al sentí nuestra presencia ladeo un poco la cabeza para vernos.

-Hijas…- dijo con una voz débil levantando con temblor su mano. Las tres nos acercamos y la tomamos. El solo sonrió.

A la mañana siguiente lo llevamos al Dojo, ya no había nada que hacer, solo esperar y seguir rigurosamente el tratamiento. Mi padre estaba recostado en su futón y nosotras a su alrededor, gire a ver a Kasumi y pude captar una preocupación y tristeza que no había visto en ella.

Nos retiramos para que pudiera descansar. Era mi oportunidad.

-Kasumi, ¿Qué pasa?-

-Nada, querida Akane, vamos a descansar- me sonrió falsamente.

-Dile- dijo con hostilidad Nabiki de tras de mí, yo la vi de reojo y volví mi vista a Kasumi.

Ella solo extendí su brazo y me dio una carta.

-Papá quiere que vayas a Shibuya a conocer a un señor llamado Happosai…- su voz sonaba tan apagada yo solo abrí mis ojos con sorpresa, no podía estar pasando esto.

-El dinero… ya no es suficiente esta vez, papá lo sabe y quiere que te presentes con ese hombre- explico Nabiki yo me gire a verla, sentí las manos Kasumi tomarme por lo hombros en señal de apoyo. Ya no podía hacer nada, no había vuelta atrás, mi padre necesitaba esas medicinas. Mis ojos se cristalizaron, dentro de mi había una batalla interna.

Hacer lo correcto y casarme con un desconocido solo por dinero u oponerme y seguir luchando para conseguirlo.

Me fui a mi habitación mañana seria el peor día de mi vida, aunque no imaginaba lo que pasaría después.

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Salí muy temprano de casa el viaje a Shibuya, a decir verdad no estaba muy lejos, una hora aproximadamente pero para mí sería el viaje más largo que llegaría a tener. La angustia me carcomía. Por un segundo pensé en escapar, pero cuanto el tren se puso en marcha sabía que ese era mi destino y si quería que mi familia estuviera bien, tenía que hacer un sacrificio. Mire la nota en mi mano era la dirección de aquel hombre, en mi otra mano la carta que me dio Kasumi.

-"Papá escribió esta carta para su amigo… con ella van a reconocer que vas de su parte"- en mi cabeza resonaron sus palabras. Ni siquiera mi padre tuvo el valor de dármela él mismo o siquiera despedirse.

Hice puño mi mano arrugando completamente la nota. Las bocinas del tren anunciaron la estación, tenía que bajar. Cerré mis ojos con fuerza, suspire tomando valor y baje del tren. Estaba nerviosa y no solo por lo que me esperaba sino porque jamás había salido fuera de Nerima. Había tanta gente, todos caminando a gran velocidad, cada quien en su mundo, aislados de lo que ocurría a su alrededor por estar en sus aparatos electrónicos.

No sabía cómo llegar exactamente a ese lugar, estaba completamente perdida tuve que preguntar a muchas personas, afortunadamente eran muy amables conmigo, aunque sentí como me miraban con extrañeza, no entendí por qué y solo ponía atención a sus instrucciones. Después de un par de minutos de estar perdida en tan extravagante ciudad encontré el lugar, un poco más alejada de la estación.

Me encamine por una calle muy angosta, había pequeños restaurantes bastante humildes a comparación de los otros del centro y pequeños bares, una puerta corrediza se abrió de golpe, haciendo que me sobresaltara, de allí salieron dos hombres con trajes formales riendo a carcajadas, no parecían ser hombres que visitaran este tipo de lugares, pasaron junto a mí con un horrible olor a alcohol, hice una mueca de disgusto, odiaba ese olor.

Lleve mi mano a mi pecho y sentí mi corazón latir, tenía miedo, yo Akane Tendo estaba asustada, no sabía lo que pasaría de aquí en adelante. Me pare frente a uno de los bares, mire la dirección de la nota un poco ilegible de lo arrugada que estaba, después mire el letrero del lugar, repetí la acción un par de veces… ese era el correcto, mire a todos lados como si mi salvación fuera a llegar, pero no fue así, me arme de valor, no medí mi fuerza y recorrí la puerta de golpe, me quede un par de segundos y entre.

Continuara...


Notas de autor: Hola Lectores de Fanfiction nos leemos de nuevo... Espero que les agrade esta nueva historia y si lo hace, o no, me lo hagan saber con alguno de sus reviews, que son muy apreciados para mi.