Harry Potter pertenece a J.K. Rowling. Yo escribo fanfiction por simple placer, de tal modo que este fic no tiene fines de lucro. Simple y puro pasatiempo.

Este fic fue creado para "La Gala del Dragón 2015" del foro Draco Dormiens Nunquam Titillandus

Título: Encuéntrame en Rumania.

Capítulos: 10/10

Personajes: Draco Malfoy/Harry Potter/Charlie Weasley.

Advertencias: Slash/Lemon/EWE/Trío. Este fic narra una relación homosexual que, conforme la trama avance se centrará en tres personas. Hay malas palabras, poca coherencia, ignoración monumental del epílogo, y cosas varias que podrían resultar incómodas para algunas personas. Si eres parte de ella... ¡huye! Sino, bienvenido seas. Dicho está. Sobre advertencia no hay engaño.


Encuéntrame en Rumania

Por:

PukitChan

Capítulo 10

Hasta que el destino nos encuentre

«—Si se quiere ir de aquí, debería hacerlo por su propia cuenta, no necesita la ayuda de nadie.

—Tal vez eso sea cierto para ti… pero yo he esperado mucho tiempo… a alguien que quiera llevarme.»

TRC

Aquella tarde en el Ministerio, Harry no pudo evitar pensar que, en cierto modo, inclusive la rutina tenía sentido. Lo que meses atrás le había parecido asfixiante, ahora era su refugio temporal ante la cobardía de sus decisiones, aunque en ningún momento pretendió que las cosas terminaran de esa manera… simplemente necesitaba ordenar su corazón.

O, cuanto menos, esa había sido la excusa que se había dado a sí mismo para convencerse de que no estaba equivocado. Necesitaba alejarse, ¿verdad? Debía poner las cosas en perspectiva y, desde la distancia, comprender qué era lo que había ocurrido en Rumania, con Draco y Charlie. No quería decepcionarlos; no quería tener que iniciar algo y luego abandonarlos.

«Pero ¿acaso no es eso lo que hiciste? Hace dos semanas que Draco volvió a la reserva y tú ni quisiera has enviado a una maldita carta.»

Cuando Draco tomó el traslador rumbo a Rumania, acompañado de otro auror que protegería a Marietta, Harry se había sentido la persona más estúpida del mundo por no acompañarlo, por no volver juntos al lugar donde Charlie había prometido esperarlos. Se imaginó al pelirrojo atizando el fuego de la chimenea, siempre sonriente, buscando besarlos hasta el cansancio porque realmente los había extrañado. Recreó en su mente esa penetrante mirada azul preocupada, queriendo saberlo todo, pero teniendo la paciencia suficiente para saber que Draco terminaría contando lo sucedido a su propio ritmo. Se imaginó una vida con ellos y todo lo que se estaba perdiendo por su decisión de quedarse en Inglaterra.

—Te ves horrible, Potter. ¿De verdad dormiste ayer?

A Harry no le sorprendió escuchar aquel comentario. Ni siquiera le hacía falta mirarse en un espejo para saber que su compañero de cubículo, el auror que más le agradaba de todo el escuadrón, tenía razón. Harry había acertado cuando tiempo atrás pensó que si dormía en los brazos de Draco y de Charlie, difícilmente podría a dormir solo; esas semanas, descansar parecía ser una verdadera faena que no tenía deseos de realizar. Aun así, al levantar la mirada del expediente que estaba mirando sin leer en realidad, consiguió esbozar una leve sonrisa.

—No he podido dormir bien en los últimos días —admitió con una mueca—. Aquí hay demasiado… ruido.

Su compañero se detuvo a pensarlo. Parecía que no era la primera vez que escuchaba algo semejante.

—Yo vivía al noreste de Irlanda, en un pequeño pueblo —comentó, atrayendo la atención de Harry, quien nunca antes lo había escuchado hablar de su vida privada. Aunque sociable, no era el tipo de personas que admitían con facilidad a alguien en su vida. Quizá por eso se llevaban bien—. Cuando decidí ser auror, en contra de los deseos de mi familia, tuve que despedirme de ese silencioso lugar, así que creo que entiendo a qué te refieres. Aquí todo es demasiado caótico y ruidoso, y nada parece dejarte en paz demasiado tiempo… pero debo admitir que me gusta el eterno desorden de este lugar, ¿comprendes? Siempre hay algo que poner en su lugar…

—¿Te gusta el caos? —preguntó Harry, curioso. El otro sonrió, jugueteando con un memorándum.

—Ajá. Es por eso que yo no podría sobrevivir en Rumania. Demasiado silencio, demasiado tiempo. Me gusta la soledad, sí, pero tampoco demasiada. Y allá todos parecen ser tan…

—…Tranquilos. Como si su vida fuese perfecta —completó Harry. Por alguna extraña razón, su humor estaba mejorando. Tal vez, después de todo, Hermione tenía razón: debía hablar con alguien sobre lo que había ocurrido.

—Exacto. Aunque eso es algo que me pasa a mí, por supuesto. En cambio, tú te enamoraste de Rumania, ¿no es así?

Harry ni siquiera tuvo que pensarlo. Su corazón, definitivamente, había sido robado por Rumania.

—Supongo… —continuó diciendo su compañero sin esperar por una respuesta, y por la suavidad de sus palabras, Harry supo que estaba ante alguien cuyas decisiones también lo habían llevado por el camino que menos esperaba—, que debe ser muy duro dejar un lugar así. Pero, a menudo, regresar a ese mismo sitio que tanto amaste suele ser todavía más difícil, ¿verdad? Cambiar de una manera tan radical tu vida le provoca terror a cualquiera.

Harry miró una vez más hacia el expediente que estaba frente a él, y solo hasta ese momento se dio cuenta que se trataba del caso de los Malfoy. Recordó la expresión aliviada de Draco cuando los asesinos de su madre fueron condenados, así como también la tenue y arrogante sonrisa que se dibujó en sus labios la noche en la que se despidieron.

«Tú no eres de los que huyen, Potter. Y si tardas mucho tiempo, tendremos que castigarte.»

Draco tenía razón; Harry no soportaba quedarse con los brazos cruzados. Toda su vida había luchado por aquello que quería. No conocía el concepto de darse por vencido y, maldita sea, no comenzaría a comprenderlo en ese momento.

—Renuncio —musitó, cerrando poniéndose de pie.

—¿Dijiste algo, Potter? —preguntó su compañero, que había comenzado a escribir, entre gruñidos incomprensibles, uno de esos reportes que casi todo el escuadrón odiaba.

—Renuncio —repitió Harry, mostrando una sonrisa tan amplia que casi parecía la de un maniaco—. Fue grandioso ser auror, pero ya no necesito esto. ¡Renuncio!

—Potter… uhm… no puedes simplemente renunciara tu trabajo cuando…

—Ya perdí demasiado tiempo aquí —alegó Harry, dando un golpecito en la espalda del otro—. ¡Gracias por la ayuda!

Su compañero no tuvo tiempo para decir algo más. Harry se acomodó su túnica y, tras tomar unos cuantos objetos personales que tenía en el cubículo, se encaminó hacia el ascensor. Ignorando las miradas curiosas que algunos le dirigían por la expresión que portaba, Harry se sintió inmune a los chismorreos, y casi parecía que se había quitado un peso de encima. Después de todo, antes de que partiera a Rumania, ya había considerado dejar su trabajo como auror. Además, no era como si el Ministerio no pudiera contratar a más magos para ello.

—¡Harry, estaba buscándote! —Probablemente, si la persona fuera otra, él no se hubiera detenido como lo hizo. Sin embargo, la voz que lo llamaba era la de Hermione y, para bien o para mal, siempre la había escuchado. Contagiada por su alegría, ella sonrió también, pero Harry estaba demasiado emocionado como para quedarse quieto demasiado tiempo.

—Hermione, lo siento, si es algo referente al Ministerio u otra misión, tengo que rechazarla.

—¿Por qué? ¿Sucede algo? —preguntó sobresaltada antes de tocar su brazo y buscar con la mirada alguna herida en un gesto que, por alguna curiosa razón, enterneció a Harry.

—Estoy bien, tranquila —dijo con suavidad. Luego añadió en voz baja—: Es solo que renuncié. Hermione, ¿puedes encargarte de todo el papeleo por mí? Te prometo que este el último favor que te pediré en mucho tiempo.

—¡¿Renunciaste?! —estalló Hermione en voz baja, empujando a Harry hacia una de las orillas del atrio principal—. ¡¿Por qué?!

—Me voy a Rumania.

La frase, o quizá la alegre determinación con la que lo dijo, calló cualquier protesta de Hermione porque a pesar de cuán sobreprotectora pudiera ser, siempre había creído que Harry merecía la mejor felicidad del mundo. Y si Rumania era lo que le permitiría tener aquella sonrisa por siempre, entonces ella lo apoyaría hasta el final.

—Está bien —dijo, asintiendo con suavidad—. Creo que lograré ingeniármelas para que no haya problemas. ¡Pero no debes olvidarte de nosotros estando allá, Harry Potter! Tienes que venir a visitarnos.

—Lo haré, Hermione —aceptó, cerrando los ojos cuando ella lo rodeó entre sus brazos y le suplicó que se cuidara. Instantes después, se marchó hacia las chimeneas, sin percatarse de que Hermione sonreía con resignación mientras agitaba su cabeza de un lado a otro.

—Supongo que, al final, sí se tratará de una sorpresa.

Viajar a través de chimeneas era algo que Harry no extrañaría de Inglaterra. Nunca se había acabado de entender con los transportes mágicos y, además, cuando salió de la chimenea directo en Grimmauld Place, lo hizo de una manera bastante ridícula. Gruñó al darse cuenta de que su túnica se había llenado de ceniza, algo que usualmente no le importaría, pero que sin duda atraería la atención de algunas personas en la Central Internacional de Trasladores, cuando lo último que necesitaba era esa clase de atención.

—Es suficiente una maleta —murmuró, subiendo las escaleras en unos rápidos brinquitos hasta llegar a su habitación y abriendo la puerta en un movimiento casi desesperado—. No necesito mucho, además, ellos podrían darme…

—¿Quiénes podrían darte qué, Harry?

El auror perdió la respiración.

Durante unos largos segundos, Harry no comprendió lo que estaba ocurriendo. Sentía su corazón aumentar el ritmo de los latidos, sus labios temblar y un fuerte descargada de adrenalina corriendo por sus venas… pero no sabía cómo reaccionar. Sobre todo, ante una escena como la estaba ocurriendo en esa cama. En su cama.

—Llegas justo a tiempo, ¿sabes?

Harry apretó sus labios y tragó saliva. Enfrente de él, como si su fantasía favorita estuviera jugándole la más deliciosa de las bromas, se encontraban Charlie y Draco. Pero, maldita sea, no era solo que estuvieran allí. Era la manera en la que estaban allí: completamente desnudos en su cama. El pelirrojo estaba sentado, recargando su espalda en la cabecera. Draco, por su parte, se encontraba en medio de las piernas del Charlie, manteniendo los ojos cerrados, las mejillas fuertemente ruborizadas y la cabeza recargada en el hombro del otro. Sus piernas estaban abiertas y mostraban descaradamente su miembro erecto y húmedo, atrapado por la mano derecha de Charlie, que no dejaba de estimularlo. La respiración de Potter se aceleró cuando Charlie, sonriente, se inclinó hacia el oído de Draco, sujetando su barbilla, para obligarlo a mirar hacia el frente. Hacia el auror.

—Abre tus ojos, Draco —musitó, acariciando con sus brillantes e hinchados labios, el lóbulo pálido—. Harry acaba de llegar. ¿Acaso no querías darle una cálida bienvenida?

Obedeciendo las órdenes que había escuchado, el rubio abrió sus ojos dilatados por el placer y el deseo, y lo buscó. Desde su posición, Harry se estremeció ante el escrutinio antes de mirar los músculos de Charlie tensarse cada vez que la palma de su mano subía y bajaba al masturbar a Draco. Gimió al recorrer con deseo las largas piernas de los dos hombres que estaban dándole el espectáculo más erótico que nunca antes había presenciado en su corta vida. Admiró maravillado la humedad de sus cuerpos y el suave sonido de sus pieles chocando cada vez que Draco se removía entre los brazos del otro.

Sin dejar de mirar a Harry, Charlie deslizó su lengua por el cuello de Draco mientras detenía el movimiento de sus manos, algo que le valió un quejido de protesta por parte del rubio. Sin saber qué planeaba hacer, Potter miró como las manos del dragonolista se enredaban en las piernas de Draco, para levantarlo ligeramente y separarlo aún, mostrándole, ya no solo su miembro, sino también los endurecidos testículos, las nalgas abiertas y su palpitante entrada siendo acariciada por el grueso falo de Charlie, pero sin llegar a penetrarlo en realidad.

—¿No es hermoso, Harry? —murmuró Charlie, susurrando aquellas roncas palabras sobre la boca de Draco, quien temblaba por el placer que estaba sintiendo—. Adora que le chupe la polla. Adoraría que tú se la chuparas, ¿verdad, Draco?

Asintiendo, Draco gimió y se movió, restregándose en la entrepierna de Charlie, quien le lanzó otra mirada a Harry, que estaba totalmente sonrojado y con los ojos brillando por el deseo. El precioso verde de su mirada casi había desaparecido, dejando un brillo oscuro y lleno de lasciva que solo avivó el calor que se sentía en la habitación. Deshaciéndose de toda su ropa mediante un hechizo, Harry se acercó a la cama, percibiendo la manera en la que esta se hundía al apoyar sus rodillas. Se deslizó con calma, y solo cuando estuvo lo suficientemente cerca de ellos para sentir su calor, murmuró:

—Merlín, no saben cuánto los he extrañado.

Entonces, sus manos tomaron primero el rostro de Draco para depositar un apasionado beso. Inmediatamente, el rubio enredó sus manos en la espesa cabellera negra para profundizar el fiero contacto en el que ambos demostraron lo mucho que deseaban eso; cuánto necesitaban pertenecerse. Se alejó de Draco lo suficiente para buscar el rostro de Charlie, quien lo atrapó en un beso dominante que aún tenía un leve sabor salado. Lloriqueó al imaginarse al pelirrojo llevando al límite a Draco en su cama, y deseó que fuera así para siempre.

—Vamos, Harry, Draco lo necesita —murmuró, empujando su miembro para rozar una vez más el trasero del rubio. El auror, excitado como nunca antes, guio el rostro de Draco para que besara a Charlie, porque era un placer morboso contemplarlos, disfrutar de la manera en la que la sus lenguas se encontraban y la boca del rubio se rendía ante la del otro. Harry aprovechó ese momento para deslizar sus manos por los pectorales de Draco, notando la suave capa de sudor y el temblor de su piel al ser tocado. Suspiró profundamente antes de inclinarse y lamer las tetillas delicadas y erectas, sonriendo cuando Draco se sacudió, implorando mudamente por más contacto.

Harry no se contuvo. Llevaba meses soñando con ese momento y no dudaría en aprovecharse. Mordió toda la piel que encontró antes de inclinarse y hundir su rostro en la pelvis de Draco, quien empujó sus caderas para buscar la boca de Harry. No obstante, las manos de Charlie, que rodeaban sus piernas y las mantenían separadas para Harry, le impidieron moverse con toda la violencia que quería. Harry rio bajito al escuchar ese gruñido de irritación, pero rápidamente lo compensó cuando, finalmente, sus labios se encontraron ante la rezumante erección.

Acomodándose boca abajo en la cama, Harry sujetó las piernas de Draco, para poder dejar libre las manos de Charlie, quien le agradeció sujetando el pene del rubio para guiarlo a la boca del auror, quien no dudó en abrir sus labios y presionarlos alrededor del aquel grueso miembro. Draco gimió y sus manos se aferraron al cabello negro, empujándolo, deseando que lo lamiera a un desesperado ritmo mientras Charlie bajaba sus manos hacia su entrada, acariciándola y, tras unos instantes, hundiendo uno de sus dedos en ella.

—Fóllame —masculló Draco, demasiado caliente como para decir algo coherente. Con Harry lamiéndolo y los dedos de Charlie abriéndolo para recibir a Harry, un comentario sarcástico era lo último que aparecía en su mente—. Potter, maldita sea, fóllame ya.

Charlie rio ante aquella orden tan desesperada. En un lío de pieles y caricias, retiró sus dedos del interior de Draco y se separó de él, para así permitirle recostarse en la cama mientras Harry continuaba lamiéndolo. Le excitó de sobremanera saber que pronto estaría haciéndole algo similar al auror.

—Sé un buen chico —susurró Charlie, deslizando su dedo por la curva de la espalda del moreno—, y alza su trasero para mí, Harry.

El auror obedeció. Se separó de Draco unos instantes para mirar los ojos de Charlie, y sonrió al ver cuánto lo deseaba. Entonces, se puso en cuatro y se inclinó hacia adelante para lamer los testículos de Draco y acariciar con su lengua el perineo. Charlie, que no deseaba quedarse atrás, separó las nalgas de Harry y hundió su rostro para lamer su entrada, acariciando con su lengua la suave carne. Potter maldijo, pero no se detuvo, sino que hundió dos dedos en el interior caliente de Draco, moviéndolos y sorprendiéndose al darse cuenta de estaba lleno del semen de Charlie. Jadeando, se inclinó para esparcir adecuadamente el semen y suplicó porque Charlie lo llenara a él también.

—Harry —lo llamó Draco en un jadeo lleno de sensualidad.

Necesitaba hacer suyo a Draco. Necesitaba ser de Charlie también.

—Charlie —gimoteó Harry, resistiendo el impulso de empujarse contra la lengua del pelirrojo, ahora que esta estaba dentro de él. Logró detenerse y recuperar su postura lo suficiente para acomodar, debajo de Draco, una almohada. Acarició su atractivo rostro sonrojado y necesitado, sintiendo que nada en ese momento podría ser más perfecto. Intentó preguntarle si estaba listo, pero Draco le lanzó una mirada que claramente decía: «Si vuelves a detenerte, Potter, te arrancaré la polla lo más dolorosamente posible.»

Rodeándolo con sus brazos, Charlie esparció un tibio líquido a lo largo de la erección de Harry, quien se rindió ante las atenciones que recibió mientras lo escuchaba susurrar un hechizo que, sin duda alguna, debía ser de protección. Solo cuando estuvo lo suficientemente lubricado, Harry regresó hacia Draco y tembló cuando entendió que estaba por penetrarlo. Los ojos grises nunca se apartaron de los suyos cuando el auror jadeó al empujar su glande en aquel pasaje caliente y mojado. En un ronco gemido, Draco cerró los ojos y susurró su nombre a medida que Harry empujaba toda su erección dentro de él. Al detenerse, abrumado por el calor y la sensación de tener a Draco apretándolo, Harry intentó no perder el control ante aquel inesperado placer.

—Draco, Charlie… demonios, yo…

El pelirrojo comprendió de inmediato lo que quería decirles. Sonriendo, porque eso solo significaba cuán decidido estaba, deslizó sus manos sobre su espalda hasta llegar a su trasero. Desde su posición, detrás de Harry, Charlie podía ver cada una de las expresiones de Draco, y mentiría si dijera que no le excitaba lo que estaba por hacer. Amaba ver a Draco tan entregado mientras era penetrado por el auror. Le fascinaba contemplar los tensos músculos de la espalda de Harry y el temblor que sacudía sus piernas al intentar contenerse para que Draco se acostumbrar a tenerlo dentro. Adoraba observar cómo los pies de Draco, apoyados en los hombros de Harry, le decían cuán deliciosamente follado se sentía.

Harry, por su parte, sollozó. No era solo estar dentro de Draco y verlo removerse bajo su cuerpo; eran también las calientes y ásperas manos de Charlie, deslizándose por su trasero y abriéndole para recibirle, las que estaban por mandar muy lejos la poca cordura que le quedaba. Cuando los gruesos dedos del dragonolista se perdieron dentro de él, Harry no pudo resistir el impulso de mecerse contra ellos, ocasionando con ese movimiento que un fuerte jadeo escapara de la garganta de Draco al salir de su interior. Sin poder resistir durante mucho tiempo más, el auror se comenzó a mover en un frenético vaivén que solo detuvo en el momento en el que Charlie alejó sus dedos y los remplazó por la gruesa erección que palpitaba ansiosa entre sus piernas.

Cuando Harry fue penetrado, inclusive Draco lo sintió. Sus piernas, apoyadas en el cuerpo del auror como estaban, percibieron de inmediato la manera en la que fue empujado, obligándolo a él a levantar más las caderas, porque el peso de Charlie hundió el miembro de Harry aún más en su interior. Draco no pudo contentar su orgasmo durante mucho tiempo más; saber que ahora era de ambos, sentir a Charlie y a Harry moverse al unísono para brindarle punzadas de un doloroso placer, le hicieron experimentar uno de los orgasmos más intensos y satisfactorios que nunca antes había experimentado mientras ahogaba en su interior a Harry. Deseaba tanto llevarlos al límite, hacerles experimentar lo que él había sentido que, inclusive preso del cansancio y de los espasmos involuntarios de su cuerpo, se movía con la misma enloquecedora sensualidad que siempre lo había caracterizado. Harry aumentó sus movimientos, guiando así el ritmo de los tres. Charlie, no obstante, se movía tan violentamente que no tardaron en llegar al orgasmo también. Draco, jadeante, contempló el fuerte y atractivo rostro del auror al derramarse en su interior tan violentamente que inclusive se arqueó por el placer. Mientras, Charlie mordió su cuello, apretando sus párpados y sus manos, en una evidente señal de que él había acabado también.

Realmente era a él a quien necesitaban. Harry era –siempre había sido– a quien habían estado esperando durante tanto tiempo.


Harry se removió, frunciendo el ceño. Una suave pero fría brisa acariciaba su piel, haciéndolo temblar. No necesitaba el frío; de hecho, le gustaba el calor que hasta hacía unos minutos había estado cobijándolo, así que se acurrucó mejor, buscándolo una vez más. Ah. ¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que se sintió tan bien? No quería despertar, no cuando estaban tan cómodo…

—Tranquilo —susurró una voz cálida y ronca sobre su frente, muy cerca de su cicatriz, provocándole unas curiosas cosquillas—, estamos aquí.

Una mano más pequeña rodeaba su estómago, aferrándose a él como si le preocupara que en cualquier instante pudiera huir. Harry, sin embargo, ya no deseaba hacerlo. Aquel miedo que le había impedido dormir durante semanas, de pronto había desaparecido sin dejar rastro, permitiéndole descansar a pesar de aquellas satisfactorias punzadas de dolor que recorrían cada parte de su cuerpo.

—¿Charlie? —preguntó Harry, entreabriendo los ojos. Una esfera blanca que flotaba en el techo, proveniente de un lumos, le brindó la visión suficiente para comprender lo que estaba ocurriendo: se encontraba acostado bocarriba en su cama, con un dormido Draco acurrucado en su pecho, dejando que su largo cabello se esparciera sobre él. En su lado izquierdo, Charlie miraba a ambos con sus ojos somnolientos.

—Ajá —contestó, acomodándose una vez más dentro de la cama—. Lamento haberte despertado. Necesitaba ir al baño.

—Por Merlín —murmuró, cubriéndose con una mano el rostro que empezaba a ruborizarse, pero sin poder evitar la tímida sonrisa que se dibujó en sus labios, seguida de una risita nerviosa—. De verdad lo hicimos. No fue un solo sueño.

—A mí pareció bastante real, pero si no estás convencido podríamos hacerlo otra vez y otra vez y…

—¡Cállense! —masculló Draco, frunciendo cómicamente su nariz. Siempre había sido de los que odiaban que interrumpieran su sueño, pero inmediatamente se daban cuenta si algo sucedía a su alrededor; despertaba ante el más mínimo ruido. Alguna vez había dicho que se trataba de un desagradable hábito que le dejó la guerra y que ya no podía simplemente desaparecer. Harry, en ese sentido, en verdad lo comprendía—. ¡Es demasiado temprano!

—Siempre es demasiado temprano para ti, Draco.

El aludido gruñó, pero aun así entreabrió sus ojos grises que, aunque parecían más cansados que nunca, tuvieron la suficiente fuerza para mandarle una mirada llena de reproche a Harry, quien se encogió de hombros a modo de disculpa, sabiendo de antemano el lógico enojo que vendría a continuación.

—Tardaste dos malditas semanas, Potter. ¡Dos!

Charlie rio bajito mientras se sentaba en la cama para mirarlos mejor. Las riñas entre Draco y Harry siempre eran uno de esos espectáculos imperdibles que tenías que presenciar si querías reír. Sobre todo porque no se podía tomar en serio sus peleas cuando seguían mimándose como dos perritos necesitados de atención.

—A tu favor, Harry —añadió Charlie con calma—, yo aposté que tardarías tres semanas en aparecer… pero Draco es demasiado impaciente.

—Lo siento —musitó Harry, besando la frente de Draco y después recibiendo un beso de Charlie—. No pretendía tardarme tanto, es solo que tenía miedo. Si estaba con ustedes, nunca más sería capaz de dejarlos.

—¿Y por qué eso es un problema?

—No dije que lo fuera. Dije que estaba asustado. —Cerró los ojos, recordando repentinamente una duda que le había llegado cuando los encontró allí, pero que no tuvo tiempo de plantear—. Además, ¿por qué están ustedes aquí…? ¿Cómo consiguieron entrar a Grimmauld Place?

Charlie se carcajeó ante la pregunta. Luego, sonriendo presuntuoso, miró hacia Draco, quien en ese momento se puso de pie y se escabulló, azotando la puerta del baño. Harry lo miró preocupado, sin entender el porqué de esa reacción. ¿Acaso había preguntado algo inadecuado?

—Como te dije antes, Harry —añadió Charlie al ver su expresión de desconcierto—, ambos sabíamos que regresarías a nosotros. La pregunta era cuándo, así que en algún momento de la semana pasada, Draco decidió que era una buena idea venir aquí para jalar tus orejas y llevarte de vuelta a Rumania. Adora que seas un niño que no entiende las cosas rápido.

—¿Debería ofenderme por eso?

—No lo creo. —Charlie, con un brillo pícaro en los ojos, agitó su mano para acercar el vaso de agua que estaba en la mesita delantera—. Le encanta tener a alguien a quien pueda mandar… creo que, al igual que yo, sabes cuánto le gusta el poder. En fin. Como no tenía razones para oponerme a su idea, acepté. Llegamos en la mañana a la mansión Malfoy, y con la ayuda de Hermione, descubrimos que a Kreacher le encantaría dejar que un sangre limpia, como lo es Draco, estuviera en Grimmauld Place. No fue tan difícil.

—Deberías reconsiderar colocar las protecciones de esta fea casa, Potter —masculló Draco, saliendo al fin del baño, con la misma expresión indiferente que, estando desnudo y lleno de pequeñas marcas, en realidad solo causaba gracia—. Cualquiera podría entrar aquí y matarte. Granger ni siquiera nos dificultó el acceso.

Harry se detuvo un momento a pensarlo. ¿Quizás eso era lo que Hermione había tratado de decirle esa tarde en el Ministerio? ¿Quería hablarle sobre la presencia de Draco y Charlie en su casa? Sonrió, agradeciendo que no hubiera podido explicárselo. Recién descubría que le gustaban las sorpresas.

—Hoy renuncié a mi trabajo —anunció Harry, esperando por la reacción de los otros—. Me iba a ir a Rumania en cuanto terminara de empacar y…

—Ya está hecho —interrumpió Draco, agitando la varita que Harry no sabía de dónde había sacado—. Tu baúl está listo.

—Eh… —balbuceó—, tengo que decirle a Kreacher que es mejor que…

—Hecho —añadió Charlie.

—El traslador…

—Nuestro traslador sale a las tres, Potter. Todo lo que necesitas es decir que sí.

Harry miró sorprendido a ambos, a sus sonrisas, tan arrogante la de Draco, tan cálida la de Charlie. Y de pronto comprendió que huir no tenía sentido alguno, sobre todo cuando él quería dejarse atrapar.

—No estaba entre sus planes ser rechazados, ¿verdad?

—Así que finalmente lo has entendido, Potter.

—Tu lugar está con nosotros.

Ellos tenían razón. Eso era lo que había deseado desde la primera vez que fue rescatado por Charlie y vio montado a Draco en un thestral. Al final, simplemente se rio y asintió.

—Vamos a Rumania.


A manera de epílogo

Cuatro años después

Nervioso, Harry mordió su labio inferior mientras acariciaba con cuidado el hinchado vientre de Sky, la thestral que un año atrás había llegado a la reserva. Intentó transmitirle calma, aunque él mismo estaba bastante aterrado. ¿Y si algo malo pasaba? Oh, mierda. ¿Qué haría si…?

—Está lista —dijo Charlie, llegando al establo y arrodillándose a un lado de Harry para tocar el hocico de la criatura—. Buena chica. Ya quieres conocer a tu bebé, ¿verdad?

—¿Y Draco? —preguntó Harry, intentando distraerse cuando Sky comenzó a removerse en el suelo, en un evidente esfuerzo para a dar a luz al pequeño thestral que estaba esperando.

—Está con Izar —explicó, riéndose—. Creo que le aterra tanto la perspectiva de ser abuelo, que estaba a punto de desmayarse. Izar, en cambio, es muy valiente.

—Sky es la valiente —replicó Harry, levantando su varita para aplicar los hechizos que disminuirían el dolor de la thestral—. Es la que está haciendo todo el trabajo.

Charlie estaba por replicar con una pequeña broma cuando el chillido de Sky lo detuvo. Durante los siguientes veinticinco minutos, los dos hombres se concentraron en ella, en ayudarla a causa del dolor, y admirar impresionados cómo traía al mundo a un diminuto thestral, que aún envuelto en una gruesa capa de sangre, sollozó llamándola. La madre, cansada, se acercó a su pequeño y comenzó a lamerlo con cuidado, retirando toda la sangre y permitiéndole estirar sus diminutas alas que apenas eran capaces de sostenerse a sí mismas.

Harry estiró su mano y tocó el lomo del pequeño, sonriendo ante el contacto. Luego realizó algunos hechizos, y con gran alivio comprobó que todo estaba en su sitio.

—Está sano —dijo emocionado, mirando hacia Charlie—. No va a tener ningún problema al crecer.

—Entonces creo que es hora de sacar de su tortura a Izar y a Draco. —Riéndose, Charlie se levantó y regresó a los pocos minutos, acompañado por los aludidos. Izar se acercó y se acomodó al lado de Sky, otorgándole un lengüetazo al pequeño, a manera de bienvenida al mundo. Draco, por su parte, sonrió tembloroso, porque de verdad estaba feliz de que Izar finalmente pudiera tener su propia manada. Cuando aquella thestral había aparecido sin explicación alguna en la reserva, se sintió tan entusiasmado que se había pasado contado los días para que ese instante llegara: el momento en el que, al fin, Izar y él podrían ser completamente felices.

—Hola, pequeño —susurró Draco con una voz tan empalagosa que hubiera hecho carcajear a Harry y Charlie, sino fuera porque sabían que el rubio les cortaría las bolas si se atrevían a burlarse—. Bienvenido a tu primer día en ese mundo. Te encantará.

—¿Cómo se llamará? —preguntó Harry, mirándolo de reojo.

—¿Es chico o chica? —cuestionó a su vez Charlie.

—Chico.

—Endicott —dijo de pronto Draco. Harry levantó su ceja y mirando al pelirrojo, comentó:

—¿Por qué seguimos permitiendo que él ponga los nombres?

—Porque da una mamadas increíbles.

Riéndose, ignoraron los leves golpecitos que Draco les propinó. Enseguida, cuando ese momento pasó y los tres se quedaron mirando a Endicott, el rubio suspiró y dijo algo que había estado rondando en su mente durante toda la semana.

—¿Recuerdan que hemos hablado de volver a Inglaterra? Creo que en este año sería un buen momento.

—¿Qué…? Pero…

—Izar, Sky y Endicott pueden quedarse en la mansión Malfoy. Hay demasiado espacio para ellos. Además, a Charlie que le ofrecieron trabajo en Hogwarts, como profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas. Y tú, Harry… el mundo está ansioso para que regreses a pavonearte por el Ministerio.

—¿Qué hay de ti?

Draco se encogió de hombros.

—Puedo continuar haciendo pociones.

Harry acarició a Sky y suspiró.

—Volver a Inglaterra… suena extraño.

—No significa que sea malo —comentó Charlie, mirándolos a ambos. Harry conocía esa mirada; era la que te decía que sin importar cuán difícil podría resultar algo, lo lograrían porque, demonios, siempre lo habían hecho—. Además, creo que es tiempo de un cambio.

—Y siempre podemos volver a Rumania cuando lo necesitemos.

Draco asintió.

—¿Qué opinas, Potter?

Harry sonrió. Podía imaginarse su vida con ellos en Inglaterra. Además, Molly estaría feliz de que por fin pudieran asistir a las fiestas y los cumpleaños regularmente.

—¿Acaso tienen que preguntarlo? —dijo animado—. Si es con ustedes, siempre será un sí.

Porque hacía mucho tiempo que había dejado de tener miedo.

Porque ahora comprendía que su camino siempre había estado destinado a ellos, de una forma u otra.

—Entonces, está decidido.

—Regresaremos a Inglaterra.

—Y será muy interesante.

Ese día, cuando tu invierno por fin se transformó en la primavera,

¿pensaste que alguna vez llegaría a ser tan feliz?

FIN

Encuéntrame en Rumania

Diciembre del 2015


Autora al habla:

¡Hola a todos! No puedo creer que finalmente estemos aquí. ¡Ey, aquí están! Finalmente he escrito y publicado el último capítulo de Encuéntrame en Rumania. Ya saben que a veces soy una dramática con los finales y me tardo un poquito en publicarlos. Disculpen TwT Fue un verdadero placer desarrollar esta historia, y quisiera agradecer por estos meses que estuvieron a mi lado, acompañándome. No puedo expresar adecuadamente cuán feliz me encuentro por finalizar otro proyecto más.

Muchas gracias a todos por animarse a acompañarme en esta peculiar historia, y darme la oportunidad a pesar de ser la primera vez que me motivé a escribir un trío a esta magnitud emocional. Gracias por todo el apoyo que ha recibido la historia y a cada lector que me ha transmitido tanto estos meses. Espero de verdad haber llegado a un final en el que haya quedado claro cuán felices son ahora, y lo feliz que me hace poder ver su conclusión. Son unos lectores maravillosos, y siempre tendrán mi eterna gratitud. ¡Abrazos de osos para todos! TwT Ya saben que son geniales. :D

Catzeruf; las cosas son mejores para Draco. Ahora solo es cosa de poner a Harry en su lugar y recordarle donde pertenecen. ¡Gracias!

¡Muchas gracias a Kuroneko1490, Paulinafujoshi, jess Granger s, mariposa de cristal, Fran Ktrin Black, DarkPotterMalfoy, catzeruf, xonyaa11, Seremoon, dragon de mala fe, sasuhinas fan, chiquita05, Isa-Lovegood por sus reviews!

¡MUCHÍSIMAS GRACIAS POR TODOS SUS ÁNIMOS PARA ESTE PEQUEÑO FIC!

¡ESPERO QUE HAYAN TENIDO UNA HERMOSA NAVIDAD Y QUE TENGAN UN FELIZ Y PRÓSPERO AÑO NUEVO!

¡RECIBAN Y TENGAN UN MARAVILLOSO 2016! :D

¡Espero podamos leernos en otra ocasión!

Hasta entonces…

¡TRAVESURA REALIZADA!