Segunda oportunidad para amar


Gokú se encontraba hablando con Kaio Sama con respecto al favor que le pidió a lo que el viejo dios de color azul se negó rotundamente ya que eso no estaba en sus deberes como dios de la Galaxia del Norte, por lo que él guerrero insistía en que le ayudara ya que había hecho una promesa. El viejo Kaio aceptó después de escuchar varias veces a Gokú insistiéndole al punto que su paciencia se fue lejos.

—Muy bien, Gokú, te ayudaré pero deja de estar insistiendo.—dijo Kaio Sama notando que su aprendiz saltaba de alegría.

—¡Excelente! ¡En verdad eres el mejor, Kaio Sama!—declaró Gokú llenando el ego del viejo Kaio.

—Por algo soy Kaio Sama, ¿Recuerdas?

—No, la verdad no.

Kaio Sama sólo dejó salir un suspiro al ver que aún hoy en día su viejo aprendiz aún le faltaba el respeto en ciertos aspectos. Kaio Sama en esos momentos se puso serio y con sus antenas comenzó a investigar un poco sobre los androides que habían intentado matar a Gokú esperando encontrar algo de información. Los minutos pasaron y poca información encontró que no fuera sobre matar al Saiyajín o conquistar la Tierra hasta que de repente encontró algo.

Kaio Sama no era tonto, por lo que antes de decir algo decidió evaluar lo que encontró llevándose la sorpresa de que no sólo la madre de Número 18 se encontraba viva, sino también su padre los cuales se encontraban cerca de una de las montañas donde la vieja base de la Patrulla Roja se encontraba.

—"Esto podría explicar algunas cosas. Después tendré que hablar con Dendé."— pensó Kaio Sama antes de seguir analizando todo.

La androide miraba todo a lo lejos, ignorando por completo a Bubbles y a Gregory los cuales se encontraban a su lado un poco intimidados por la actitud de la rubia.

—"Ese idiota ya está tardando mucho." —la mujer se veía fastidiada por el tiempo que tardaba el supuesto Dios en dar una respuesta— ¡¿Cuánto tiempo más van a tardar?!— preguntó ella haciendo que tanto Kaio como Gokú la mirasen para después ignorarla—. Maldito idiota.

De inmediato ella comenzó a caminar en dirección hacia donde se encontraban los dos con evidente molestia. Justo cuando ella llegó, los dos hombres se giraron para verla con dos sonrisas en sus rostros lo que la molestó un poco, pero al analizarlos a ambos se dio cuenta que no eran sonrisas de burla.

Gokú de inmediato se acercó a ella para ponerle una mano en su hombro lo que extrañó un poco a la mujer quien iba a decir algo, pero de pronto se dio cuenta que Gokú había realizado la transportación sólo para verse en medio de un bosque.

—¿Pero qué?

—¡Ya hemos llegado!—exclamó el guerrero notando el rostro enfadado de 18—. ¿Sucede algo?—preguntó.

—¿Qué hacemos en este lugar? ¿Acaso planeas hacer una tontería?—preguntó ella con evidente molestia.

—Mira este lugar, ¿Acaso no te parece familiar?

La mujer iba a responderle de mala gana hasta que analizó muy bien el lugar. Al principio le pareció un bosque común y corriente, pero tras verlos bien, este resultaba bastante familiar para ella. Caminando con cautela, número 18 se acercó a unas plantas las cuales reconocía por la zona.

—Estamos cerca de donde era el viejo laboratorio de la Patrulla Roja—comentó ella para mirar a Gokú—. ¿Cómo demonios supiste dónde se hallaba? Ni siquiera yo o mi hermano podíamos recordar en dónde fuimos creados.

Gokú caminó hacia ella, notando como la mirada de ella se mostraba algo afligida. En un principio pensó en hacer una broma para calmar los ánimos, pero tras verla, decidió que lo mejor sería seguir con lo planeado.

—Fue gracias a Kaiosama. Le pedí el favor y al estar en su planeta, pude leer el ki de unas personas que viven por aquí—explicó el guerrero.

Número 18 se mostraba algo reacia a creer semejante cosa, pero con todo lo que ha visto y que además, ella es pertenece a una clase de sujetos poderosos, tal vez no era tan descabellada la idea de su viejo objetivo. Gokú en ese momento se giró para comenzar a caminar en cierta dirección seguidos de inmediato por la mujer quien se encontraba de verdad confundida con todo esto.

Pasaron algunos minutos de silencio entre ambos, cosa que incómodo de verdad a la mujer quien no soportaba el no poder escuchar la voz del sujeto de gi naranja. Las horas pasaron y de inmediato ambos llegaron a un sitio algo más alejado del lugar de donde habían llegado. Número 18 caminó un poco y sus ojos se abrieron por lo que vieron.

—Esto es…

—Me dio un poco de curiosidad lo que me habías dicho, por lo que decidí hacer esto por ti—comentó Gokú llevando sus brazos detrás de su cabeza y riendo un poco—. Anda, deberías de ir a saludarlos.

Los ojos de la androide se habían llenado de lágrimas para su propia sorpresa. Ella le hizo caso al guerrero bajando por una pequeña escarpada con sumo cuidado para estar frente a una hermosa cabaña la cual se mostraba bien cuidado y que se acoplaba al hermoso paisaje de la montaña.

Gokú observaba todo a lo lejos ya que lo que iba a hacer número 18 era algo solo ella podía hacer.

—Bien, creo que iré a buscar algo de comer antes de venir con ella.

Marchándose a en busca de comida, Gokú dejó que la joven mujer enfrentara su pasado el cual se hallaba a escasos metros de ella.

Muchos dirían que ella no tendría miedo a nada, ni sentimientos tampoco por aquella actitud tosca y soberbia, pero era todo lo contrario; ella seguía siendo una humana y por ello también sufría como todos. Ahora ella tenía que enfrentar su pasado y eso es lo que iba a hacer sin temor. Caminando hasta la puerta de madera, decidió dar unos golpes en ella esperando que le abrieran.

Los segundos pasaron y nadie contestó, desanimándola un poco, pero justo cuando iba a irse, a lo lejos un hombre de edad avanzada con barba y un hacha se aproximaba a aquella cabaña. Cuando vio a la chica para en la entrada, los ojos del señor se abrieron y aquella herramienta cayó al suelo llamando la atención de la rubia quien se quedó petrificada al ver de quién se trataba.

—Lazuli—pronunció el señor con lágrimas en los ojos—¿En verdad eres tú, mi pequeña Lazuli?

La joven mujer se encontraba con el corazón acelerado tras escuchar ese nombre. Su mente estalló y cientos de miles de recuerdos llegaron a ella, recordando todo.

—Papá—sus labios temblaron al decirlo—, soy yo… ¡Soy yo, papá!—gritó para salir corriendo a abrazar al señor quien la recibió con los brazos abiertos.

—¡Lazuli!—exclamó él para abrazar a quién era su hija.

Los dos se encontraron abrazados y llorando. Los años habían pasado para ambos, pero eso en ese momento no importaba en lo absoluto. Ella sabía que desde que él Doctor Gero los había capturado, la vida de ella y la de su hermano había terminado dejando todo aquel pasado, pero ahora, todo había cambiado por la intervención de aquel idiota al que debió haber matado.

—Mi niña, como has crecido—dijo el señor viendo a su hija la cual sollozaba.

—Lamento no haberte hecho caso—se disculpaba ella ya que en parte era su culpa todo lo que sucedió—. Te he extrañado día y noche. Perdóneme por favor.

—No es necesario, tu eres la que debería de perdonar a este viejo por haberlos descuidado a ti y a tu hermano.

18 no dijo absolutamente nada y simplemente dejó que el abrazo de su padre la encerrara en la calidez fraternal que hace tiempo había perdido.

A lo lejos, Gokú se encontraba caminando buscando comida inconsciente de lo que sucedió con su compañera. El hambre del Saiyajín era tal que incluso pensaba en ir directo hacia donde Kaiosama para pedirle un poco de comida.

—Me muero de hambre, ese estofado no me ha llenado en lo absoluto—dijo él con total fastidio.

De repente algo golpeó su cabeza haciéndolo mirar hacia arriba y viendo un gigantesco árbol con naranjas lo cual le resultaba algo extraño por el lugar, pero no le dio importancia debido al hambre que tenía. Sin titubear, el guerrero se lanzó al ataque para saciar su hambre de forma que comenzó a comer uno tras otro los frutos cítricos del árbol hasta que de pronto uno de esos frutos casi le rompe los dientes haciéndolo gritar de dolor.

—¿Pero qué es esto?—se preguntó para analizar lo que había mordido llevándose una grata sorpresa—. ¡Pero si es la esfera del dragón de una estrella!—exclamó dejando ver de que se trataba de una de las míticas esferas del dragón—. Quién diría que me encontraría con una en este lugar; con esta ya tengo tres esferas del dragón.

El guerrero estaba muy feliz por lo que bajó del árbol para sacar una cápsula; del humo salió una mesa con un maletín donde lo abrió mostrando las otras dos esferas que el poseía siendo la de siete y cuatro estrellas las que se encontraban bajo su cuidado.

—Tan sólo me faltan cuatro más para poder llamar a Shen Long y pedir un deseo—dijo él para regresar todo a una diminuta cápsula—. Bueno, es hora de regresar con número 18.

Así, él se dispuso a volver sin saber lo que había sucedido entre la rubia y su padre, pero tanto él como ella se llevarían una sorpresa de parte del mayor.